Néstor Perlongher, une écriture en transe
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Néstor Perlongher, une écriture en transe
THÈSE Pour l'obtention du grade de DOCTEUR DE L'UNIVERSITÉ DE POITIERS UFR lettres et langues Centre de recherches latino-américaines - Archivos (Poitiers) (Diplôme National - Arrêté du 7 août 2006) École doctorale : Lettres, pensée, arts et histoire - LPAH (Poitiers) Secteur de recherche : Études latino-américaines Présentée par : Jorge Ignacio Cid Alarcón Néstor Perlongher, une écriture en transe Directeur(s) de Thèse : Fernando Moreno Turner Soutenue le 22 novembre 2013 devant le jury Jury : Président Graciela Villanueva Professeur - Université Paris Est Créteil (UPEC) Rapporteur Mónica Zapata Professeur - Université François Rabelais (Tours) Rapporteur Hervé Le Corre Professeur - Université Paris 3 (Sorbonne Nouvelle) Membre Fernando Moreno Turner Professeur - Université de Poitiers Membre Caroline Lepage Professeur - Université de Poitiers Pour citer cette thèse : Jorge Ignacio Cid Alarcón. Néstor Perlongher, une écriture en transe [En ligne]. Thèse Études latino-américaines. Poitiers : Université de Poitiers, 2013. Disponible sur Internet <http://theses.univ-poitiers.fr> UNIVERSITÉ DE POITIERS UFR LETTRES ET LANGUES École Doctorale n° 525 « Lettres, Pensée, Arts et Histoire » Thèse de doctorat nouveau régime Spécialité Études latino-américaines NÉSTOR PERLONGHER, UNA ESCRITURA EN TRANCE NÉSTOR PERLONGHER, UNE ÉCRITURE EN TRANSE Thèse présentée par M. Jorge Ignacio CID ALARCÓN sous la direction de M. Fernando MORENO TURNER Centre de Recherches Latino-Américaines [CRLA-Archivos] Equipe ITEM UMR 8132 Soutenue publiquement le 22/11/2013 Membres du jury : M. Hervé LE CORRE Professeur à l’Université de Paris III Mme Caroline LEPAGE Professeure à l’Université de Poitiers M. Fernando MORENO Professeur émérite, Université de Poitiers Mme Graciela VILLANUEVA Professeure à l’Université Paris-Est Mme. Mónica ZAPATA Professeure à l’Université François-Rabelais SUMARIO AGRADECIMIENTOS …………………………………………………………………5 INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………...….7 PARTE I: POÉTICA DE LA CONSUMACIÓN Capítulo 1: UNA ESCRITURA EN LA EXPERIENCIA: REGISTRO VITAL COMO TEXTUALIDAD DE BASE………………………………...…….………20 Capítulo 2: PROBLEMÁTICA HOMOSEXUAL Y RESISTENCIA: HACIA UNA POLÍTICA DE LA SEXUALIDAD………………………………..…..….49 Capítulo 3: RECONSTITUCIÓN DE UNA MEMORIA ERÓTICA…………………93 PARTE II: POÉTICA DEL NAUFRAGIO Capítulo 1: DIMENSIÓN BIBLIÓFILA DE LA POESÍA NEOBARROSA………....133 Capítulo 2: TRAS LAS HUELLAS DE LA TRANSTEXTUALIDAD EN LA POÉTICA DEL NAUFRAGIO…………………………….……………...161 Capítulo 3: INTERTEXTO TEÓRICO: ENTRE SIMULACRO DE REESCRITURA Y DESMARCACIÓN SIGNIFICANTE……………………………..….….196 PARTE III: POÉTICA DEL TRANCE Capítulo 1: EL TRANCE DE LOS CUERPOS COMO INSTANCIA DE UNIFICACIÓN DE REFERENCIA Y REFERENCIALIDAD ………...230 Capítulo 2: LENGUAS EVANESCENTES COMO MATERIALIDAD POÉTICA 262 Capítulo 3: CADUCIDAD DE LA LENGUA…………………………………….…301 CONCLUSIÓN ……………………………………………………………………...332 BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………….340 INDICE ONOMÁSTICO …………………………………………………………..358 RESUMEN EN FRANCÉS …………………………………………………………368 TABLA DE MATERIAS …………………………………………………………...400 AGRADECIMIENTOS Quisiera manifestar mi agradecimiento al Profesor Fernando Moreno Turner por haber aceptado dirigir esta investigación y haber sido a través de estos años un guía solícito y generoso, y por haberme mostrado el semblante humano y amable de la erudición. Agradezco sentidamente el consejo y amistad de Sylvie Josserand, Fernando Colla y Paola da Cunha, colegas del Centre des Recherches Latino-Américains de la Université de Poitiers, con quienes tuve el privilegio de compartir cotidianamente la aventura de un centro de investigaciones vivo, punto de conjunción de importantes investigadores internacionales y refugio de la literatura latinoamericana. Así también, quisiera agradecer a Maguy Blancofombona Thery quien representó para mí un verdadero pilar en la reflexión poética y la comprensión de una dimensión compleja de la vida como es la extranjería y el nutricio trance de la redacción de una tesis. Guardo en mi memoria la charla permanente en la oficina que compartimos como guardianes de los fondos. Del mismo modo, quisiera agradecer a mis amigos de corazón y de inteligencia que llenaron de brillo y energía los días de Poitiers, Juan Pablo Yañez, Rubén Palacio, Rafael Chacón Vivas y Mariana Gil-Arboleda, a quienes sumo mis amigos hispanistas de Bordeaux, Pablo Virgüetti Villarroel y Mónica Cárdenas Moreno. Al mismo tiempo, quiero agradecer la amistad de Brice Chamouleau de Matha a quien además agradezco el gran regalo de haberme enseñado mis palabras en lengua francesa. Doy las gracias a los colegas del Département d’Études Hispaniques et Hispanoaméricaines de l’Université de Poitiers y de la Université Montesquieu Bordeaux IV por su charla reveladora en la enseñanza de la lengua española. Agradezco también a la Profesora Cecilia Rubio Rubio, catedrática de la Universidad de Concepción, por haberme aconsejado un camino en la investigación que con el tiempo se descubrió profundamente enriquecedor y lleno de satisfacciones. Por último, quisiera expresar mi más profundo agradecimietno a Ana María Alarcón Antipas, mi madre, por el apoyo permanente, la sabiduría de su consejo y la cómplice discusión cotidiana. 5 6 INTRODUCCIÓN Abordar el estudio de la obra de Néstor Perlongher se nos antojaba una tarea por sobre todo compleja, pues comportaba el desafío de desentramar una compleja red de conceptos y sensaciones consignadas en su poética y ensayística. La lectura de la crítica consagrada a su obra nos impulsó a enfrentar nuestro estudio buscando proponer claves de lectura aplicables al neobarroso en su globalidad, tratando de evitar la poderosa tentación de la vocalización perlonghereana, suerte de parafraseo de la voz del poeta frecuentado por parte de la crítica. Impelidos entonces por la necesidad de estar en esta obra, nos propusimos sacar a la luz la reflexión contingente que Néstor Perlongher desarrolló en una variada gama de perspectivas temáticas. Más allá de la inevitable ambición con la que comenzamos esta empresa estuvo la dificultad de establecer una metodología de trabajo que permitiera cumplir con la primera intención de realizar un análisis que transparentase esta obra a través de un estudio clarificador y llano y que, al mismo tiempo, diera cuenta de la amplitud y complejidad de su reflexión, así como también el peso específico de su estética. En este sentido, nos ha interesado dar cuenta de la dinámica con que se sintetizan, de manera consistente, las dos principales fuentes referenciales presentes en su obra, el carácter vivencial y la vocación bibliófila. Resulta importante no descuidar estas dimensiones con el fin de dilucidar el espectro de consecuencias simbólicas y discursivas que su interacción conlleva. En consecuencia, la intención de abarcar la textualidad vivencial y bibliófila en nuestro estudio se cristalizó en un abordaje que pone de relieve, en la primera parte, la percepción de esta obra como una escritura que constata una circunstancia vital, que da cuenta de una forma de situarse en un contexto socio-cultural e histórico a través de una conciencia corporal determinada. Mientras que, en la segunda parte, se destaca la capacidad de esta obra para establecer vínculos complejos y, en ocasiones polémicos, con la tradición literaria argentina y latinoamericana al mismo tiempo que su capacidad para establecer un intenso tráfico transtextual de conceptos y 7 teorías provenientes de ámbitos diversos del pensamiento, tales como la tradición literaria argentina y universal, así como también de la filosofía contemporánea. Estas dos vertientes, la vital y la bibliófila, serán analizadas respectivamente en la primera y segunda parte de nuestro estudio teniendo como guía las siguientes interrogantes: ¿Cuáles son las operaciones que estructuran este reciclaje de experiencia vital y bibliográfica en su obra? ¿Cuál es el trabajo específico que Perlongher desarrolla con ellas? ¿Cuáles son las repercusiones que se desprenden de éste? Son algunas de las preguntas generadoras de esta investigación que tiene como fin último proponer a lo largo de la tercera parte, una poética del autor, que sistematice los mecanismos de expresión más llamativos de su obra. Lo anterior retrata, de manera general, la forma en la que pretendemos resolver el desafío de proponer una lectura que sea, al mismo tiempo, significativa para los estudios literarios, y útil desde el punto de vista de un recorrido real por la enrevesada, riquísima y desafiante trama que cifra Perlongher entre vida y bibliografía. Esta obra constituye un capítulo trascendental de la literatura latinoamericana, particularmente de aquella que abordó de manera más radical y apasionada la materialidad del lenguaje. El poeta viene a sumarse a un concierto de voces que, como las de Vallejo o Girondo, manipularon el signo dándonos a conocer sus alucinantes potencialidades. Por esto su escritura es gesto de renovación y máxima de creatividad, así como también respuesta a una pregunta de difícil resolución ¿Cómo dar voz a nuevas subjetividades, cantos particularísimos del ser contemporáneo? En este sentido, el genuino trabajo de este poeta dentro de la lengua española acompaña una visión de mundo igualmente particular que induce al lector a la experiencia de conocer una existencia que es diversa, punzante y que se alude a través de un lenguaje que se nos rezaga permanentemente. El español debe a Perlongher la conciencia de sus flaquezas. Su lectura depara la comprensión de la naturaleza limítrofe del idioma y la maestría para, desde un decir fracturado, configurar la imagen de un cuerpo en tránsito, a la deriva de su lengua materna. Esta reflexión se da a la par de otra que problematiza la noción de territorio que, en el caso de Perlongher, es geográfico, ideológico y, al mismo tiempo, corporal. Los principales rasgos del lenguaje neobarroso van haciendo mímica de los 8 conflictos que en la esfera geopolítica atiende el poeta. En esta línea, invasión territorial y dominación sexual son entendidas en una relación de contigüidad. Lo anterior tiene lugar de forma paralela a la mostración de formas de vida circunscritas a dimensiones residuales. De este modo, cuerpos a la deriva de sus deseos son aludidos en sus versos y prosa otorgando no palabra, sino murmullo a los personajes del cine mudo de la historia. Perlongher reescribe la historia de su país transformándola en una suerte de crónica de la persecución. Esto se logra a través de la historización apócrifa de guerras y genocidios ocurridos en distintos puntos del orbe, hermanando y confundiendo a los argentinos perseguidos por razones políticas con las víctimas de persecución religiosa y racial de la Segunda Guerra Mundial, así como también con identidades relativas a otras batallas lejanas en tiempo, lengua y espacio. La conjura de estos cuerpos describe una colectividad en contraste con la cual se bosquejan las fronteras nacionales en lo que constituye una demografía activista y subversiva que, premunida de un deseo libérrimo, se rebela contra la normatividad de la lengua y los cuerpos legales como metáfora del sistema. Entre los numerosos cuestionamientos que signaron nuestra búsqueda de una metodología capaz de posibilitar el abordaje de esta obra existieron algunas certezas, entre las que encontramos la consideración de la escritura de Perlongher como un crisol de voces que, bajo su aparente caoticidad, guardaba una inquietud ética y estética relativa al salvataje poético de voces marginadas por los discursos prestigiados por la oficialidad política y/o intelectual. Del mismo modo, orientó nuestra investigación la convicción de que el proceder en la erudición advertido en Perlongher consideraba la mostración de su recorrido de lecturas, poéticas y teóricas, como trama basal a la que venían a sumarse la referencia a la sabiduría e historicidad de las hablas populares, diálogo dual que se entabla simultáneamente con la biblioteca y la calle. La pasión bibliófila advertida en Perlongher va de la mano con una sed igualadora de erudición libresca y habla periférica. Ambas dimensiones se unifican gracias a su inquietud por desguazar analíticamente una serie de lenguajes, siendo su actitud frente al signo la de desmantelar su mecanismo de alusión, así como también, la visión de mundo por ellos transportada. Esta acción hace al lector de su 9 obra testigo de la belleza lánguida que exhalan los discursos y alegorías en su descomposición. La noción de idioma es, al interior de esta obra, el jalón reflexivo en el que se camufla la transgresión de fronteras geográficas y de la prescriptiva gramática y moral. Perlongher semantiza múltiples trampas en la lectura y caza al emisor instalando señuelos que extravían su comprensión. El español no es la lengua de su verbo, sino más bien el sustrato idiomático en confrontación con el cual visibilizamos su fuga. Es así que constataremos el funcionamiento al interior de la lengua neobarrosa del portuñol, giros y elementos del lunfardo y la gauchesca, accesos heteroglósicos que abandonan al lector en una noche peregrina, una babel contemporánea y promiscua. La fortaleza del trabajo que el poeta emprende radica en el correlato geopolítico que todas sus operaciones de lenguaje comportan –o soportan–. De esta manera, resulta plausible la idea de que su trabajo sustenta el trance de una materia lingüística que se ha hecho una con la historia corporal que instituye, dando cuenta de un exilio íntimo a la vez que multitudinario, pues la contracción del lenguaje neobarroso es erótica y, por lo tanto, vista desde el interior de un ser, y política, es decir, producto de una conciencia societal. La escenificación de este tráfago de hablas conjura problemáticas de inmigración y exilio, un trance de cuerpo y conciencia idiomática que nos revela una cosmovisión fundada en la consumación y el naufragio. Estas dos nociones permiten en el marco de nuestro trabajo aislar los principales ámbitos del pensamiento perlonghereano que sintetizamos bajo el concepto de trance en el que se cristaliza el actuar de Perlongher en el plano discursivo. En su caso, el discurso está constituido por un gesto de desapego de la cultura preceptiva y la forma en que ésta se despliega en el lenguaje. El poeta es, por tanto, no sólo enemigo de la gramática normativa, sino también una suerte de lector dispuesto a desmantelar las teorías de sus afectos, configurando un perfil de intelectual de trinchera. Esto queda en evidencia en sus escritos teóricos en los que examina y desdice buena parte de los conceptos y consideraciones teóricas que utilizara previamente dentro de su propia reflexión. 10 La observación sostenida de este gesto de anti-militancia intelectual es entendido como una desmarcación discursiva que se manifiesta en múltiples dimensiones – teórica, literaria y estética– dando a entender que la expresión puede operarse también a través de un ejercicio controlado de la negación, la variabilidad conceptual y el cinismo reflexivo. Perlongher escribió con la culata del arma con que él mismo fue amedrentado, ejecutando con pericia una poesía de la contrahechura y el vaciamiento referencial. Nuestro trabajo ha pretendido abordar el estudio del neobarroso tratando de dar cuenta de la multiplicidad de dimensiones que lo conforman y de revelar los intersticios de esta escritura tanto en su particular manera de sintetizar la experiencia, como en la concepción de una lengua al servicio de esta operación. Esto explica que en las tres partes en que se organiza este estudio se muestre, respectivamente, la manera en que se recoge y operacionaliza en su poesía y prosa la experiencia, la enrevesada gama de juegos transtextuales en la que se vislumbra una minuciosa orfebrería bibliófila y la manera cómo éstos se sintetizan en una poética en la que la lengua se manifiesta material y verbalmente en lo que hemos denominado un corpuslinguae. Estas tres partes se corresponden con tres poéticas –las dos primeras provisorias y la última definitiva– que buscan representar los polos sensibles que funcionan al interior de la poética del trance, denominación con que buscamos establecer la máxima operacional de la escritura neobarrosa. Los conceptos utilizados para referir las poéticas buscan ser metáfora del procedimiento escritural característico del poeta y también del tratamiento que éste hiciera de diversos símbolos y discursos. Poética de la consumación La primera de estas poéticas pretende caracterizar el protocolo de escritura detectado en la obra de Perlongher, así como también sus temáticas de aplicación. El resultado de esta observación da cuenta de una poética basada en un encadenamiento de consumaciones en el que se reconocen tres estados. El primero de ellos dice relación con la instalación de un tema en el imaginario perlonghereano 11 a partir de una vivencia corporal. Es de este modo como la explotación de una temática homoerótica cobra protagonismo en cuanto proyección de la sexualidad vivida del poeta. El segundo momento, al que hemos denominado racionalización de la experiencia, hace referencia a la consumación intelectual en la que un estudio crítico trabaja el hito vivencial por medio de la escritura de ensayos, artículos académicos o informes. De esta forma de trabajar la dimensión erótica –que funciona como sustrato referencial de fondo a una parte sustancial de su escritura– se desprende la problemática de la persecución de dicho deseo por parte de un aparato represor de Estado, punto que, a su vez, constituye el ingreso a la vertiente política de su reflexión en la que se transparenta la postura ideológica del autor. El tercer momento, al que nos referimos como reformulación poética, consuma la trascendencia de un tema mediante su poetización. En los textos resultantes de esta operación se reconoce la concepción de la vida del poeta como un campo de experimentación cuyo resultado se difunde en la escritura poética. En este contexto, la dimensión erótica funciona como un prisma a través del cual comienzan a visualizarse una gama de temas sobre los que el poeta desarrolla una reflexión novedosa y provocativa, estableciendo de manera regular lazos referenciales entre ésta y la contingencia geopolítica de Argentina, configurando una cartografía de los intercambios sexuales supuestos bajo la trama histórica. Como ejemplo de la consustancialidad bio-bibliográfica advertida en la obra neobarrosa, podemos mencionar uno de los temas que atraviesa los tres estados antes mencionados. En primer lugar, constatamos que el poeta vivió una experiencia de represión policial, constituyendo uno de los focos de persecución de los reglamentos de faltas y contravenciones vigentes en la época. En segundo lugar, apreciamos que este tema fue abordado por él en el marco de su investigación acerca de los edictos policiales que legalizaban la persecución a homosexuales, la que quedó plasmada en diversos artículos publicados en medios de prensa y libros. En tercer lugar, constatamos la presencia de este asunto en todos sus libros de forma 12 fragmentaria, pero particularmente en un poema como “Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco”1. Los tres estados hasta aquí descritos como constitutivos del protocolo de escritura de la poética de la consumación dan cuenta de cómo la experiencia corporal es concebida en tanto punto de entrada a una sociedad y, particularmente, a su concepción de historia. Este gesto de acceso en los relatos fundacionales a partir de un referente erótico ha sido referido en nuestro trabajo como puntos de acceso pudendo a la historia. Estos elementos cumplen con el objetivo de unir los cursos de los cuerpos y su irrisión tragicómica con los relatos históricos. Lo anterior se realiza como un trabajo doble que, por una parte, pretende erosionar la uniforme apariencia de la historia oficial y, por otra parte, erotizarla en lo que constituye un acto de desestabilización de los discursos. Los tres estados de esta poética corresponden a las operaciones que explican la consustancialidad biobliográfica observada en la obra de Perlongher. El estudio de ésta se interesa por el análisis de los mecanismos de escritura e inscripción en el texto que Perlongher pone en funcionamiento en su obra, con el fin de engranar la diversidad de discursos que conforman su situación poniendo de relieve la coherencia observada entre su recorrido vital y escritural. La definición de este protocolo de escritura nos permitirá entrar en el análisis de la poesía y prosa perlonghereana, destacando los vasos comunicantes que se establecen entre vida y literatura. Poética del naufragio La poética del naufragio profundiza en la dimensión bibliófila de la obra neobarrosa poniendo el acento en dilucidar la enrevesada trama de diálogos transtextuales que subyacen en su lenguaje. El interés por revisar este aspecto de la obra surge de la conciencia de que Perlongher desarrolló un ejercicio de sistemática puesta en escena de sus lecturas, consignando en ésta no sólo su recorrido, sino también la valoración que él mismo hacía de ellas. En este sentido, la actitud con la 1 Este poema aparece en febrero del año 1974 en el N°2 de la revista Somos, revista de difusión del Frente de Liberación Homosexual. Éste no fue incluido en ninguno de los libros que Perlongher publicara en vida. Fue incluido en Papeles Insumisos. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor, 2004. 13 que se aborda el intertexto, ya sea de parodia, afirmatividad o subversión, permite delinear la posición del poeta con respecto a las escrituras de sus afectos y visiones discursivas que circundaron su reflexión. Esta poética atiende la manera en que la escritura neobarrosa se sirve de la transtextualidad para empujar la lectura al límite de su ininteligibilidad en un gesto que entendemos estético y ético, al mismo tiempo que político. Podemos ver, en consecuencia, la forma en que se ponen en jaque las expectativas de comprensión de la obra condicionando así sus potenciales lecturas. Esta concepción de la escritura como un acto fallido de expresión inscribe en el texto un cuestionamiento del principio lector. En efecto, el rol de la lectura ya no se entiende como el de un receptor funcional que decodifica el signo y asimila el mensaje, sino más bien como un receptor dominado, a merced de una enunciación que se revoluciona mediante la desestabilización de las diferentes convenciones que rigen la literatura. Nuestro punto de entrada a esta poética se funda en la revisión de los conceptos teóricos sobre el neobarroco cubano –principalmente los propuestos por Severo Sarduy– con los que Perlongher estructura su reflexión metapoética. De este modo, reflexionamos en torno a los mecanismos de filiación literaria en base a los cuales el poeta definió la particularidad de su escritura, tendiendo puentes transtextuales hacia el barroco del Siglo de Oro, así como también al modernismo. Nuestro estudio aborda los múltiples diálogos que el neobarroso entabla, ya sea con textos fundacionales argentinos, o bien con obras literarias de raigambre latinoamericana o francesa, tratando de dilucidar su comportamiento intertextual. Este ejercicio es adecuado frente a una obra como la de Perlongher en la que un epígrafe puede, bajo un aparente tono laudatorio, deslizar una descarada crítica paródica. Para este análisis nos servimos de los postulados de autores como Gérard Genette, Tiphaine Samoyault, Michel Riffaterre, Roland Barthes y Antoine Compagnon, entre otros. Estas elecciones tienen que ver con el deseo de desarrollar un estudio útil al campo de los estudios literarios y al esclarecimiento de los temas y modalidades de expresión de la obra de Perlongher, tarea en la que consideramos pertinente distanciarnos de la crítica neobarroquizante o aquella que asume una 14 lectura afirmativa de las referencias teóricas del poeta como marco de estudio para su obra. De esto modo, la utilización de estos referentes teóricos buscó funcionar como un reactivo químico que se desempeñara como la “sustancia empleada para descubrir y valorar la presencia de otra, con la que reacciona de forma peculiar”2. Lo que dicho en otras palabras puede entenderse como nuestro deseo de dar cuenta de la enrevesada trama de reescritura del neobarroso evitando un abordaje teórico que se confundiera con el objeto de estudio a causa de una rebeldía o proliferación concomitante. La observación de como Perlongher implementó una suerte de sospecha estructural en su obra con respecto a la historia, a la que cuestionó de forma sistemática, nos incentivó a dudar de los giros y gestos del propio poeta. Resulta necesario desconfiar en parte del historial de redes intertextuales para poder sopesar adecuadamente la filigrana de ironía y diálogo polémico que él mantuvo con la tradición literaria. Dudar, por otra parte, de la aparente filiación por él establecida con filósofos contemporáneos como Gilles Deleuze o Félix Guattari nos permitió advertir la manera en que las referencias a sus obras describían más que una estrecha identificación, un simulacro de reescritura que daba cuenta de una desvinculación progresiva de los aspectos previamente expuestos como concordantes entre el neobarroso y sus fuentes hipotextuales. En este sentido la tematización de sus lecturas permite delinear no sólo su carácter como intelectual, sino que también apreciar el gesto significante de la desmarcación discursiva y la escansión mutilante. Poética del trance La poética del trance nos permite visualizar los diversos niveles de la obra neobarrosa, unificar su estudio bajo una categoría que considera el trance como tránsito y como estado modificado de conciencia manifestados en el desarreglo sostenido de una lengua. Esta tesis trata de domar el ejercicio de regular 2 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 07 de agosto de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=reactivo 15 deslocalización operado por la escritura perlonghereana en la que resulta fácil extraviarse dada la forma en que se cifran lingüísticamente una serie de coordenadas literarias, teóricas y geopolíticas. El trance engloba una multiplicidad de asuntos advertidos en Perlongher que permiten dar cuenta de la integración de la poética de la consumación y la del naufragio por medio de una metáfora vinculante de los múltiples estratos de su obra, permitiendo aglutinar en un sólo término las principales apuestas del mundo propuesto en su escritura. En efecto, la poética del trance permite una síntesis entre las operaciones que constituyen el montaje archirrepresentacional y la dinámica de la consustancialidad bio-bibliográfica mediante una concepción de intertextualidad que no está al servicio de la teoría que niega, al estilo de Barthes o Riffaterre, la interrelación del texto con la realidad. Ahora bien, la manera en que damos cuenta de la relación simbiótica entre cuerpo y lengua dice relación con la lectura de sus textos a la luz del trance que sus elecciones léxicas develan. En este sentido, atendimos el origen de numerosas voces provenientes tanto de la oralidad rioplatense como de la originada en ciertos sectores de Sao Paulo y también de elementos extraídos de la gauchesca o el lunfardo. Estas texturas al interior de la poesía perlonghereana han sido analizadas en tanto que mecanismos heteroglósicos capaces de fundar al interior del español un espacio cifrado en el que la lengua materna se reconoce en el contraste con sustratos lingüísticos que imposibilitan su realización estándar. El lenguaje que Perlongher instaura funciona como una metáfora del cuerpo en exilio, o mejor dicho, como una lengua artificial, basada en la dislocación de categorías sintácticas y en la anulación de principios básicos de inteligibilidad y economía lingüística, que funciona como una koiné de los cuerpos en situaciones excéntricas al poder. En esta lengua resuenan numerosas migraciones, entre las que reconocemos la de los italianos que llegaron a Argentina durante la primera mitad del siglo XX, la de los judíos deportados a campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial, la de los homosexuales confinados a la negación de su deseo o al escape, la deriva-cacería del deseante y, más allá de todas éstas, la de un hombre en busca de un lenguaje. 16 Es de esta manera como la poética del trance opera en cuanto morada de lenguas evanescentes, como un espacio en el que los cuerpos perseguidos de diversas épocas y localizaciones se intersectan en una interlengua, cuyo carácter de lengua interior les provee de un espacio simbólico al margen de sus extrañamientos. Otra dimensión en la que la iridiscencia lingüística neobarrosa resulta reflejo palmario de un trance es en la que hace referencia a la espiritualidad del Santo Daime. En ella, esta categoría hace alusión a la idea de movimiento y, a su vez, a la de trance extático y estado modificado de conciencia. En este sentido, guió nuestro trabajo la pregunta sobre si la infiltración de la textualidad daimística en el neobarroso correspondía a un proceso de síntesis literaria de una nueva temática o, más bien, a la aparición de un capítulo de escritura devota. Esta interrogante se origina en la relevancia que el poeta otorgara a dicha espiritualidad en la dimensión personal y en el antecedente de la consustancialidad bio-bliográfica. Sin embargo, a medida que se avanza en dicha reflexión podemos advertir cómo este capítulo de su obra nos adentra en el tema de la mímesis barroca, en la que se pierden las referencias y no sabemos si es la literatura que imita al hombre o es, más bien, el hombre quien imita a la literatura. El punto de inflexión en este abordaje de la poética del trance es la coincidencia de la muerte del autor y la muerte de los discursos que Perlongher escenifica a través de sus textos finales. De este modo, a la ruptura del poeta con las obras teóricas de sus afectos, se une la textualidad de muerte en la que el hablante alude su agonía mediante la integración de un campo referencial tanático. Lo mismo sucede con las referencias al erotismo exuberante que caracterizaron su escritura, las que son dejadas de lado para elucubrar un discurso en el que una suerte de exceso sexual se esgrime como causante de su mal de muerte. El trance vital del que da cuenta el neobarroso constituye una suerte de catalizador poético capaz de poner en jaque las certezas estéticas y convicciones teóricas delineadas por la obra de Perlongher, como si el conjunto de convicciones discursivas debiera acabar al mismo tiempo que la vida de a quien dichas certidumbres asistieron. Este es uno de los aspectos que explica la manera en que la poética del trance comulga simultáneamente con la fascinación por la forma y una referencia a la vida, ya que de este modo se entiende que las disfuncionalidades de 17 lenguaje advertidas son, en el fondo, la forma de codificar el tránsito vital de individuos en trance de fragilidad. Las obras en las que nos detenemos para analizar estos rasgos son, principalmente, las de carácter terminal, es decir, aquellas correspondientes a los últimos dos años de vida del poeta en las que se evidencia el quiebre discursivo, así como también una gradual simplificación de su lenguaje en desmedro de las formas propiamente neobarrosas. Durante este período advertimos el reconocimiento por parte del autor de que la adscripción teórica a obras del post-estructuralismo francés tuvo que ver con una demanda contextual más que con una concordancia intelectual. En la misma línea, hallamos artículos en los que se anuncia “La muerte de la homosexualidad”3 teniendo como causa el recrudecimiento del sida. Este hecho es entendido en este texto como la conclusión de una época marcada por la liberalidad sexual y el principio de una nueva dimensión de control sobre los cuerpos, con la profilaxis médica como dispositivo de regulación comportamental. La severidad de estos enunciados se opone radicalmente a lo planteado en su obra El fantasma del sida4 en la que se podía apreciar un cierto grado de incredulidad respecto al verdadero alcance de dicho mal y a la relación de éste con la comunidad homosexual. Este texto también marca una actitud diametralmente opuesta a la del activista del Frente de Liberación Homosexual que reivindicó férreamente los derechos de esta comunidad. Estos ejemplos buscan dar cuenta de nuestros puntos de entrada al análisis textual de la poética del trance, los que nos llevarán a interrogar la coherencia y sustancialidad de la reflexión perlonghereana, desde el punto de vista de la puesta en escena literaria de su evolución. De un modo similar, la revisión de los mecanismos heteroglósicos nos permitirá reflexionar en torno a la concepción de escritura implícita en la obra de Perlongher, la que parece descartar la creación poética que no promueva una ruptura con la gramática normativa con el fin de evadir las directrices que el logos impone bajo la forma de estandarización lingüística. A través de este proceso, podremos entrever el correlato vital de las disfuncionalidades lingüísticas explotadas poéticamente por Perlongher, así como también dilucidar cómo la crisis del hombre-poeta constituyó, en primera instancia, una crisis de lenguajes. 3 4 Perlongher, Néstor. Prosa plebeya. Buenos Aires: Colihue, 1997. Perlongher, Néstor. El fantasma del sida. Buenos Aires: Editorial Puntosur, 1988. 18 PARTE I POÉTICA DE LA CONSUMACIÓN 19 Capítulo 1 UNA ESCRITURA EN LA EXPERIENCIA: REGISTRO VITAL COMO TEXTUALIDAD DE BASE 20 1.1 Emergencia de un idioma. Durante esta parte nos acercaremos a la obra de Néstor Perlongher con el fin de analizar el rol que desempeña la experiencia vital en su obra, particularmente, cuáles son los procesos mediante los cuales ésta se integra a su escritura y los alcances que aquella experiencia tuvo en la definición de los temas a los que su producción literaria se dedicó. Consideramos pertinente comenzar nuestro análisis con este enfoque luego de haber reparado en la relación de coherencia existente entre la dimensión biográfica del autor y su trabajo en los campos profesional, político y literario. Lo anterior nos ha impulsado a trabajar en la línea de que esta obra pretende dar cuenta de una circunstancia específica y propia, por medio de la fundación de un lenguaje nuevo que extrapola a la dimensión literaria aquella situación de la experiencia biográfica de su autor. Esta constatación es realizada por Néstor Perlongher a través de una conciencia corporal circunscrita a la periferia social, instalado siempre en circunscripciones referenciales de doble filo, peligrosas, a medio camino entre el placer y la muerte. Durante el primer capítulo, realizaremos, una revisión sumaria de los principales rasgos de su obra, de la relación que ésta tuvo con la crítica, del lugar que ocupó en relación con las poéticas de su período y de su recorrido humano y profesional. Esta revisión, pretende familiarizar al lector con los antecedentes primordiales en los que se fundará nuestro análisis, así como también, ser una introducción al estudio de la obra del autor para quienes su nombre, aún al día de hoy, resulte desconocido. Posteriormente, procederemos a interiorizarnos en la poética de autor que Perlongher transmitiera en ensayos y entrevistas, a través de las cuales fijó el concepto de neobarroso como una noción definitoria de las principales apuestas de su escritura. Además, con el fin de clarificar nuestra lectura de esta obra como un puente entre la literatura y una forma de dar cuenta de una realidad determinada, pondremos en relación el concepto neobarroso con el concepto de poesía situada acuñado por el poeta chileno Enrique Lihn para definir la reflexión perlonghereana a través de las consonancias que ésta guarda con el concepto proveniente del trabajo metapoético realizado por Lihn. Luego, nos adentraremos en la descripción y análisis de la consustancialidad bio-bibliográfica atendida entre vida y obra del autor. Esta revisión considerará su obra 21 poética, así como también, los escritos que surgieron de su trabajo como activista político y como investigador. Este recorrido, nos permitirá dilucidar el carácter eminentemente comprometido de esta escritura, desprendido de una serie de convicciones éticas y estéticas en las que repararemos a lo largo de esta parte, en miras a definir lo que consideramos la poética de la consumación, categoría que define, a nuestro juicio, la escritura de Perlongher concebida como un campo de experimentación al servicio del oficio poético. La poesía de Néstor Perlongher es hoy una presencia innegable en el panorama de la poesía latinoamericana. Su obra y figura suelen formar parte de antologías, congresos y cursos de poesía contemporánea. Su poética y ensayística son un referente para la realización de documentales, obras de teatro, performances. Se le dedican poemas y seminarios. Su nombre se invoca regularmente en jornadas de estudio. Sin embargo, esto no siempre fue así. En efecto, la emergencia de la obra poética de Néstor Perlongher en el albor de la década de los 80 sorprendió a los lectores y críticos sin armas para enfrentarla. La extrema particularidad de su propuesta fue objeto de incomprensión, e incluso, de un encarnizado rechazo. Su obra poética publicada está constituida por seis libros: Austría-Hungría, Alambres, Hule, Parque Lezama, Águas aéreas, El chorreo de las iluminaciones5. Desde su primer libro, Perlongher, nos dio a conocer una poesía que ponía en tensión la lógica de su género exaltando el trabajo con el enunciado hasta la desaparición del sentido en sus versos. Dicha utilización del lenguaje poético representaba una primera gran transgresión, a la que se sumaban otros aspectos, tales como la actualización sistemática de relatos de la historia oficial en mixtura con referencias a espacios e intercambios de la marginalidad, en lo que constituía una operación de resignificación apócrifa de la historia. Este procedimiento se inscribió en el marco de la nueva mirada que Perlongher lanzaba sobre la realidad nacional por medio de su creación poética y ensayística en la que trataba de movilizar una crítica mediante la reconstitución paródica 5 Su primer libro Austría Hungría fue publicado en Buenos Aires el año 1980 por la Editorial Tierra Baldía del también escritor Enrique Fogwill. Alambres, fue publicado el año 1987 en Buenos Aires por la Editorial Último Reino, dirigida por Víctor Redondo. Este libro recibió el premio Boris Vian de parte de un jurado compuesto por Juan Jacobo Bajarlía, Liliana Heer, Héctor Libertilla, Tomás Eloy Martínez, Juan Carlos Martini Real y Nicolás Rosa. El año 1989 se publica en Buenos Aires Hule, también bajo el sello Último Reino. El año 1990 es publicado su cuarto libro, Parque Lezama en Editorial Sudamericana de Buenos Aires. Su libro Aguas Aéreas se publica en Buenos Aires en 1991 bajo el sello Último Reino. Su último libro de poesía, El chorreo de las iluminaciones, fue publicado en Caracas, Venezuela, el año 1992 por la Editorial Pequeña Venecia. 22 de ciertos elementos y/o personajes de la historia nacional con el fin de cuestionar sus altares y discursos. Blanco de este trabajo fue, por ejemplo, Eva Perón6, quien figura en el cuento titulado Evita vive7 transfigurada en una mujer procaz, lasciva y adicta. Del mismo modo, en ensayos tales como Todo el poder a Lady Di (1982), La ilusión de unas islas (1983), El deseo de unas islas (1982), Perlongher, se ocupa de la reflexión acerca del conflicto bélico de las Islas Malvinas, promovido por la dictadura argentina con el objetivo de mermar el descontento de la población respecto de su gobierno de facto con la excusa de la reivindicación nacionalista. La reflexión en Perlongher acerca de estos temas pretendía desactivar o dejar en evidencia las estrategias de las cuales el fervor popular y la estratagema política se habían servido para instalar en los altares populares imágenes como Eva Perón, y gestas como la Guerra de Malvinas con el fin de entretener el hambre de un país saqueado por su clase gobernante. Además de instalar en la escena una poesía que exaltaba la dimensión sonora del lenguaje y una relectura polémica de los grandes relatos de la historia nacional argentina, encontramos en la escritura poética de Perlongher un tercer rasgo que podría, de cierta forma, explicar la falta de interés o incomodidad con respecto a su obra, la utilización de una jerga y un campo referencial de índole homoerótico. Lo anterior resultaba riesgoso si consideramos el contexto histórico marcado por la dictadura de Jorge Videla, particularmente, preocupada por sancionar las sexualidades no adscritas a las convenciones morales en boga. Las referencias homoeróticas funcionaron como un código más que se incorporaba a una especie de palimpsesto de jergas, pero que, sin duda, resultaba mucho menos digerible que un lunfardo o un culterano español del Siglo de Oro, registros que también frecuentó en su escritura. Si al malestar que estas elecciones pudieron causar en los críticos de raigambre decimonónica y en los lectores asiduos a la gran tradición poética argentina, predominantes en el contexto de aparición de las primeras obras de Perlongher, 6 Esposa del Presidente Juan Domingo Perón, quien llegara a tener una importante implicación política durante el mandato de su marido durante el cual jugó un rol fundamental gracias al gran apoyo popular del que gozaba. 7 Este cuento fue publicado por primera vez el año 1983 en un antología de literatura gay latinoamericana titulada My deep dark pain is love por Gay Sunshine Press, San Francisco, 1983. La traducción estuvo a cargo de E. A. Lacey. Posteriormente, el año 1985 fue publicado en la revista Jarfalla en Suecia. Finalmente es publicado en Buenos Aires en abril de 1989 en la revista El porteño N° 88 causando una estridente polémica de la que quedó evidencia en una nota editorial firmada por el Consejo de Redacción de la revista. Ediciones póstumas fueron publicadas en Brasil, Evita vive e outras prosas, el año 2001 bajo el sello de Ed. Iluminarias, Sao Paulo; y en Buenos Aires en una antología de narrativa realizada por Sergio Olguín publicada por la Editorial Norma. 23 sumamos el hecho de que en aquel contexto de recepción crítica el neobarroco, corriente teórico literaria de la que Perlongher siempre se dijo seguidor y cultor, era aun considerado como una manifestación literaria de dudosa validez e importancia entonces podremos entender, en términos generales, cuáles fueron los fundamentos que determinaron una recepción, por parte de la crítica y los lectores, tibia y casi inexistente para las primeras obras de Perlongher. Siete años después de la aparición del primer libro de Néstor Perlongher, Austria-Hungría, Nicolás Rosa publica el libro Fulgores del simulacro, primer texto crítico referido a la obra de Perlongher, en el que se incluían siete tratados que, a modo de epígafre, indicaban que “la convención retórica ‘tratado’ [en ese caso] debe ser leída paródicamente, en tanto toda la materia de este texto es absolutamente in-tratable en los límites ideológicos de nuestro logos crítico”8 (Rosa, Los fulgores 227). Esta observación anticipaba la naturaleza de dicho texto que, críticos más actuales, han calificado como “esperpentos de prosa rococó”9 (Aduriz 38). En efecto, se trataba de una propuesta crítica que se rebelaba contra el lenguaje de “los críticos sesudos bibliográficos” y también los “nuevos formalistas” quienes, según el autor, “presentan […] sus técnicas de análisis aferradas a los manuales de aplicación del referato que tiene cabida en los antros universitarios” (Rosa, Los fulgores 227). En consecuencia, el primer acercamiento a la crítica que aborda la obra de Perlongher puede resultar una experiencia dura, sobre todo si nos acercamos a ella con la finalidad de transparentar lo que ya en la lectura de la obra poética de este autor se nos antojaba críptico o carente de sentido, ya que en gran parte de estos trabajos podemos apreciar una escritura que parece estar bajo la influencia de cierto contagio neobarroco. Nos encontramos “con una cadena metafórica partícipe del comportamiento poético que intenta definir”10 (Ríos 125). Este rasgo de la crítica ha llevado a que en algunos casos se le desprecie por su alarde literarizante con el consecuente silenciamiento doble que esto determina: uno contra el crítico y otro contra la obra referida, constituyendo ésta, otra razón por la que la obra de Perlongher ha permanecido sobre todo como una lectura restringida a círculos académicos y literarios. 8 Rosa, Nicolás. Los Fulgores del simulacro, Santa Fe: Cuadernos de Extensión Universitaria, Universidad Nacional del Litoral, 1987. 9 Adúriz, Javier. Perlongher. Buenos Aires: Ediciones Del Dock, 2005. 10 Ríos Ávila, Rubén, “La imagen como sistema”. En: Cristina Vizcaíno (ed.): Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima, Vol. I: Poesía, Madrid: Espiral. 1984 24 Sin embargo, podemos entender que este carácter de la crítica responde a la comprensión de la obra de Perlongher como un evento inusitado en el campo de la creación literaria, situación que estimula el cuestionamiento por la validez que las metodologías críticas convencionales pudieron tener frente a esta manifestación, ya que, tal como indica Horacio González “La crítica literaria […] debe pensarse a si misma porque se encuentra ante una poética que hace del paradigma un trabalenguas”11 (González, 11). En efecto, la ruptura de los esquemas formales de organización textual en esta poesía, determina desde su inscripción en la página una negación del principio lector al que normalmente se atiene toda escritura, sugiriendo, más bien, un modo genuino de decodificación fundado sobre la prescindencia del carácter expresivo figurativo del poema y una entrada crítica a sus textos sólo posible desde un frente teóricamente concomitante con las lecturas de sus afectos. La manifestación concreta de lo anterior fue la aparición de un volumen crítico dedicado exclusivamente a la obra de Perlongher titulado Lúmpenes Peregrinaciones en el cual se reúnen trabajos de quince autores conformando un “libro extraño –abierto a estilos y formas del lenguaje tan diversos- [que] testimonia hasta dónde los planes del crítico no resisten la fascinación de sus motivos” (González 16). Esta perlonghización del lenguaje de la crítica corresponde, efectivamente, a una forma audaz de enfrentar un objeto nuevo en el panorama de las letras latinoamericanas. Una reacción para nada espontánea aunque eso pueda sugerirnos su lenguaje, muchas veces, intrincado y alegórico que parece erigirse como un intento por darle un trato justo a una obra que bajo las ortopedias analíticas de la crítica convencional habría quedado silenciada. A este respecto, Rosa, había apuntado que “la crítica no debía mantener una relación de subordinación con su objeto, sino que revalorizando una relación dialógica con ellos, debía adquirir su mismo nivel y, por lo tanto, su mismo rasgo de ficcionalidad” (González 11). Y éste es, posiblemente, uno de sus mayores aportes, haber sembrado una semilla de provocación que encendiera la curiosidad de escritores y estudiosos que ejercieron su labor crítica con una índole contestataria viniendo a suplir la necesidad de renovación que determinaba, en el caso de la crítica, el hastío del lenguaje académico, y en el caso de Perlongher el hastío del lenguaje poético convencional. Ahora bien, dicha 11 González, Horacio. “Introito Perlongher y la literatura argentina”. En: Paula Siganevich y Adrián Cangi (ed.): Lúmpenes Peregrinaciones, Rosario: Beatriz Viterbo, 1996. 25 renovación, meritoria si se quiere, descuidó la posibilidad de volverse útil, facilitadora, por responder a su vocación de erudición experimental. El hartazgo previamente aludido, en el poeta, se manifiesta por medio de una instalación sediciosa en la tradición literaria latinoamericana. Perlongher elige, de lo que le precede, aquello que le fascina y le parece útil para su empresa de embarramiento, es decir, que no rescata pasajes o giros de la literatura para comprometerse, sino que para transgredirlos porque “Perlongher es un tratante de la letra barroca y en el tráfico, como sin darse cuenta, va engranando a sus precursores y, simultáneamente, desdeñando sus propias heredades”12 (Rosa, Tratados 14). Enfrentar, por tanto, el estudio de la obra de Perlongher y la producción crítica de Lúmpenes Peregrinaciones es tomar conciencia de una escritura que surge, en el primer caso, de la seducción por un lenguaje poético nuevo y, en el segundo caso, de la seducción por un lenguaje crítico rebelado, aquel propuesto por Nicolás Rosa. De todas las dificultades anteriormente descritas que pudieron signar el traspaso de la obra perlonghereana desde la sombra total de su desconocimiento hasta la penumbra de su emergencia hacia un marco de recepción más amplio13 la que se erige como la mayor y, al mismo tiempo constituyente de un rasgo esencial de su poesía, es la gran variedad de códigos que convergen en sus textos, imbricándose a merced de un criterio que responde antes que a la construcción de significados o símbolos de traductibilidad inmediata, a la capacidad de sugerencia que el sonido del lenguaje poético puede llegar a desarrollar. La creación de este lenguaje en Perlongher, de un estilo fácilmente reconocible, y de comprensión difícil, estuvo acompañado de una segunda voz paralela que presidía la lectura que la crítica haría de su obra. Nos referimos de esta manera, al trabajo que Perlongher realizó como ensayista, lugar desde el cual delineó un camino de interpretación o un marco conceptual que estimularía una lectura situada de su obra poética. Tal como se comprueba en Lúmpenes Peregrinaciones, donde podemos advertir un intento de refundación del lenguaje crítico con el fin de elaborar un 12 Rosa, Nicolás. Tratados sobre Néstor Perlongher, Buenos Aires: Ars Editorial, 1997. Que podemos reconocer en hitos tales como la publicación de su Poemas completos por la Editorial Seix Barral en el año 2003 o la aparición del primer volumen de crítica íntegramente dedicado a su obra, Lúmpenes Peregrinaciones, en el año 1996. 13 26 dispositivo de análisis, o de explicación, capaz de enfrentar esta obra que parecía bloquear todo intento de enfrentamiento desde el punto de vista de la crítica tradicional. De la gran variedad de temas tratados en su ensayística existen varios títulos referidos a la cuestión de la literatura neobarroca, vertiente de la que Perlongher siempre se dijo bebedor. En ensayos tales como El neobarroco y la revolución (Perlongher, Neobarroco), aparecido, por primera vez en 1986, en el diario brasileño Folha de Sao Paulo, Perlongher, reflexiona, en tono laudatorio, acerca de la literatura cubana, cifrando como su cultor más destacado a José Lezama Lima, a quien se refiere como, “Especie de Cervantes del español contemporáneo”, para, posteriormente, bosquejar la relación de influencia que esta obra ejercía en escritores cercanos a él, no tanto en afecto como en admiración por su obra, tales como: Arturo Carrera, Osvaldo Lamborghini y Leonidas Lamborghini en Argentina, así como también y desde Brasil, Haroldo de Campos. Este ensayo, así como otros que revisaremos con más detención en la segunda parte del presente trabajo, pretendían establecer una especie de progenie literaria definida por una ética y una estética comunes. Se trataba, en efecto, de una constancia de afinidad electiva que, nuestro autor, tenía interés por consignar y dar a conocer con repercusiones, mencionadas previamente, como la solapada sugerencia de hacerse leer bajo el prisma de las obras de sus afectos. Así también, en otros de sus ensayos, encontramos una gama de textos referidos a la represión policial, la actualidad política de Argentina y la problemática sexual en los que se despliega su pensamiento intensamente comprometido con obras provenientes del post-estructuralismo francés. La aparición de conceptos asociados a autores tales como Deleuze, Guattari y Foucault, comienzan a funcionar como referencias comunes en los ensayos de Perlongher, al mismo tiempo, que funcionan como conceptos estructurantes de su pensamiento. Nuestro autor, aplicó, con habilidad, estas nociones teóricas al análisis de la contingencia corporal local. En efecto, su circunscripción inmediata, ya fuera esta los barrios populares de Buenos Aires o las calles de la tolerancia de Sao Paulo, fueron transparentados bajo un pensamiento embebido en el diálogo con estas obras. Lo interesante de esta operación, que tuvo, sobre todo, cabida en sus ensayos, es ver cómo inscribía dentro de su escritura lo que podríamos llamar fórmulas de recepción. Esta 27 situación lleva al lector o estudioso a encontrarse con una obra que parece sugerirle un marco de análisis deseado, que lleva al receptor a ver la obra del autor a través de los ojos y/o conceptualización que el mismo estructuró como sustrato de su reflexión. En esta dinámica que, en el caso de Perlongher, es siempre mitad académica o autorreflexiva y mitad irónica o blasfema, nos encontramos con que el poeta también pensó en algunas categorías que le dieran sitio en la hijuela de los estudios literarios y que permitían, al mismo tiempo, poner de manifiesto la especificidad de su propuesta. Entre estas encontramos, por ejemplo, barroco de trinchera, barroco cuerpo a tierra, que pretenden poner de relieve la índole contestataria de su escritura. El concepto que más desarrollo tuvo a través de sus ensayos y entrevistas fue la denominación de su obra poética como neobarrosa, palabra en la cual se reúnen las dos vertientes fundamentales que nutren su escritura. Por una parte, la voluntad de poner en diálogo su poesía con una tradición literaria determinada, la del neobarroco cubano y, por otra parte, el compromiso con las materias elementales de lo proscrito instaladas en un contexto regional. Esto último se desprende de la comprensión del lexema barroso entendido en dos dimensiones que actúan conjuntamente como síntesis de la poética de Perlongher. La primera de estas responde a la identificación del barro como un elemento de identidad regional –responsable del color cobrizo del río de La Plata–, mientras que la segunda acepción hace referencia al barro como símbolo de la lascivia, la nostalgie de la boue, es decir, la atracción por el mundo de lo bajo y lo sucio, por la vida suspendida en el goce de los sentidos. Sin embargo, como apunta la crítica argentina Clelia Moure, habría en la variación neobarroco/neobarroso un gesto paródico que pretende poner en cuestión “la ingenuidad normativa de cierta crítica y su inconsciente violencia unificadora, marcada todavía por los imperativos de la razón clásica que no puede conocer si no "define", que no sabe recorrer si no controla"14 (Moure 138). Poniendo, de esta forma, en evidencia una de las limitaciones más recurrentes de la crítica que para posibilitar el enfoque, para visibilizar en el panorama una obra tiende a definirla en una relación afirmativa y de amplificación de sus antecedentes literarios, ignorando aquellas obras 14 Moure, Clelia. Poéticas de lo incesante: sujeto, materialidad y escritura en Amelia Biagioni y Néstor Perlongher, Mar del Plata: Botella al mar, 2005. 28 que se sitúen en la periferia de dichas relaciones, con la consecuente extensión del silencio crítico. Esta tendencia resulta del todo inadecuada en el estudio de la obra de Néstor Perlongher, sobre todo, considerando que ésta pretende ser un lenguaje de una forma de bastardía que se vuelve hacia la tradición literaria no con un fin de instalación afirmativa o de amplificación, sino más bien con la intención de realizar con ella un reciclaje blasfemo, produciendo un pastiche de lenguas que, en su imitación y mixtura de la tradición con sustratos idiomáticos periféricos, se transforman en himno neobarroso. 1.2 Hacia una contextualización histórico-literaria: Represión y compromiso Resulta pertinente en este momento de nuestro estudio dedicar un espacio a caracterizar el panorama literario argentino que sirvió de marco a la aparición de las primeras escrituras de Perlongher. Esto permitirá aclarar consideraciones previas relativas a la dificultosa relación inicial de su obra con los lectores y la crítica, así como también, ilustrar y precisar la relación específica que su escritura neobarrosa mantuvo con las escrituras poéticas temporalmente lindantes a la suya. Nuestra revisión considera el período inmediatamente anterior a la aparición del primer libro de Perlongher, Austria Hungría, es decir, la poesía publicada en la década de los sesenta y setenta, al igual que la poesía de publicación contemporánea a los cinco libros de poesía que siguieron durante la década de los ochenta. En primer lugar, llama la atención que en ninguna de las tres décadas a las que hacemos referencia se pudieron constatar movimientos caracterizados por una uniformidad estética considerable. Por el contrario, podemos sostener que existió en la literatura argentina, particularmente en su poesía, una heterogeneidad de estéticas, pensamientos y/o ideologías. Sin embargo, es posible definir el espíritu de una década en base a las poéticas de mayor visibilidad o que, en conjunto con otras, lograron darle un matiz más o menos reconocible a la producción lírica de ese momento. La poesía escrita en Argentina durante la década de los sesenta, se caracteriza por una gran variedad de voces, entre las cuales podemos reconocer, como rasgo aglutinador de buena parte de las poéticas de mayor notoriedad, un marcado 29 compromiso político. En efecto, la protesta social es verificable en autores como Juana Bignozzi, Luis Luchi, Alberto Szpunberg y, en el que sería el autor más representativo de dicho período, Juan Gelman. La concepción de la poesía como un espacio para movilizar el descontento de un determinado sector de la sociedad y como promotora de reformas, se manifestó como “una ampliación del registro poético, en la medida en que descubrió, a través de un discurso anclado en lo cotidiano y en las inflexiones de la coloquialidad, nuevos espacios de representación que parecían circunscriptos a la marginalidad, la insignificancia y la existencia impura”15 (Ibarlucía). Había, en efecto, una reflexión que reivindicaba libertades y derechos vulnerados a lo largo de las décadas precedentes en las que la violencia política fue parte esencial de la contingencia social. Lo anterior representa una consecuencia natural del marcado clima golpista que caracterizó la vida política en Argentina desde los albores del siglo XX, contándose en seis las dictaduras que, de forma intermitente y con mayor o menor duración, marcaron el carácter nacional con la impronta de los gobiernos militares y el consabido terrorismo de Estado. La década del sesenta se iniciaba con el recuerdo fresco de la dictadura que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón, autodenominada Revolución Libertadora, que se desarrolló entre el 23 de septiembre de 1955 y el 1 de mayo de 1958. Sólo cuatro años de calma relativa la separan de la Dictadura de Guido que el 29 de marzo del año 1962 derrocara al gobierno del Presidente Arturo Frondizi, caracterizado por un ambiente político convulsionado en el que tuvieron lugar veintiséis insurrecciones militares con la finalidad de instalar en determinados puestos de gobierno a simpatizantes de las fuerzas fácticas, además de seis intentos de golpe militar. La dictadura del año 1962 se extendió durante poco más de un año instalando en el poder al primer dictador civil, José María Guido, quien convocara el siete de julio del año 1963 a las votaciones populares en las que se definió el nombre de su sucesor Arturo Umberto Illia. Posteriormente, luego de tres años en el poder, Illia fue derrocado el 28 de junio 1966 por la Dictadura de Onganía que se extendió hasta el 25 de mayo de 1973, dirigida por Juan Carlos Onganía entre 1966 y 1970, por Marcelo Levingston entre 1970 y 1971, y por Alejandro Agustín Lanusse entre 1971 y 1973, todos miembros de las fuerzas armadas. La enumeración de estos eventos pretende ilustrar, sumariamente, el 15 Ibarlucía, Ricardo. “Crónica de una dispersión”, en Diario de Poesía, Buenos Aires, año I, n°2, 1986. 30 clima de inestabilidad política que delineó el carácter de Argentina durante la década del sesenta y, por extensión, cual fue el escenario social que sirvió de marco para las escrituras que durante este tiempo se desarrollaron. La lógica de los regímenes totalitarios argentinos escindió el escenario de la creación artística en el bando de los simpatizantes y los detractores, de las literaturas oficiales y de las literaturas perseguidas. Esta tensión se hizo sentir entre los poetas de la época diferenciándose a aquellos que escribían textos comprometidos, poniéndose así en una situación de riesgo, de los que por razones estéticas o políticas desarrollaban propuestas que no polemizaban con el régimen imperante. Ahora bien, la ausencia de protesta social más o menos explícita en una escritura no significaba necesariamente la aceptación del régimen. Se conoce, por ejemplo, el caso del poeta Miguel Ángel Bustos (Buenos Aires 1932 - 1976), militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, desaparecido por la dictadura en mayo de 1976 (Durante la Dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional), cuya poesía de corte romántico no representaba una negación de su compromiso político. Los poetas de mayor representatividad de la década del sesenta “Intentaron nivelar en un mismo plano el mundo estético y el mundo social, eliminando la distinción entre poesía y praxis” (Ibarlucía), lo que tenía como objetivo proveer una voz a los personajes del cine mudo de la sociedad argentina como un medio de sensibilización y concientización social. Ahora bien, la concepción de la poesía como un medio les privó de la capacidad de experimentación y de reinvención suficientes para que sus propuestas no fueran perdiendo vitalidad artística. Ricardo Ibarlucía sostiene a este respecto: “El culto de un realismo frecuentemente ingenuo y la búsqueda ideologizada de estereotipos ahogaron al sesentismo en la repetición de fórmulas más o menos eficaces que saturaron su propuesta” (Ibarlucía). Es importante aclarar que dicho agotamiento, quizás propio a toda poética más o menos utilitaria a fines extraliterarios, no afectó de manera transversal la producción de todos los poetas identificados al modelo sesentista. La represión y la persecución sostenida por largos años había determinado el cuestionamiento por el real sentido del arte y la utilidad que los distintos géneros podían representar ante las adversas circunstancias que no sólo amenazaban cuerpos, sino también posiciones ideológicas y libertades mínimas de expresión. Esto conllevó, como se ha dicho, una asimilación de los niveles de la poesía y la realidad, confundiendo 31 ambos dominios en función de utilidades ideológicas. Esta confusión, fue extensiva a gran parte de los lectores y críticos quienes han percibido a la poesía de los sesenta como mayoritariamente política, desatendiendo, por ejemplo, las poéticas de Alejandra Pizarnik, Juana Bignozzi, Luisa Futuransky y Gianni Siccardi, entre otros, cuyas obras no podrían caracterizarse según los parámetros de lo que se ha entendido como modelo sesentista. En síntesis, podríamos considerar que la poesía de la década del sesenta se caracterizó por una pluralidad de voces y estilos diversos, entre los cuales, gozaron de mayor visibilidad aquellos que lograron generar propuestas con estéticas y funciones comunes ligadas a la protesta social que reivindicaban el uso de un lenguaje conectado con el habla coloquial como medio eficaz para el traspaso de consignas. La Dictadura de Onganía se extendió por siete años, entre 1966 y 1973, al cabo de los cuales se decidió por una salida electoral con el fin de calmar la creciente insurrección popular promovida, particularmente, por el grupo guerrillero Montoneros que tenía como objetivo sacar del gobierno a los militares en miras al regreso de Juan Domingo Perón al poder. En esta votación se permitió la participación de candidatos provenientes del Peronismo, sector político proscrito desde el año 1955 por la dictadura de la Revolución Libertadora, sin levantar la prohibición específica que bloqueaba toda participación en las elecciones del ex Presidente y máximo referente de aquella tendencia política, Juan Domingo Perón. En el mes de marzo del año 1973, triunfó en las urnas el candidato peronista, Héctor Cámpora con el 50% de los votos. Dos meses más tarde renunció para dar lugar, en el mes de septiembre, a nuevas elecciones populares en las que resultaría elegido, con el 62% de los votos, Juan Domingo Perón quien gobernó durante nueves meses hasta caer gravemente enfermo delegando el poder a su esposa María Estela Perón, hasta entonces Vicepresidenta de la República, quien asume la plenitud de funciones como Presidenta durante el mes de julio de 1974 luego de la muerte de su marido. Los sucesivos cambios y enroques en el poder, así como también, las polarizaciones internas del golpismo sumían a Argentina en un constante temor a la acefalía en la presidencia. Siguiendo esta misma línea, durante el mandato de María Estela Perón se registraron numerosos conflictos de poder al interior de su gobierno así como también manifestaciones de un creciente autoritarismo que prefiguraba el próximo 32 acaecimiento de otra dictadura. Lo anterior tuvo lugar gracias al giro hacia la derecha que tuvo el gobierno de María Estela Perón, determinado por el creciente poder de quien fuera el secretario personal de Perón, José López Rega. Durante este período se volvió habitual la práctica de la amenaza de muerte a intelectuales y artistas, particularmente de parte de La triple A (Alianza Anticomunista Argentina) ligada a López Rega, lo que aumentó el número de exilios, ya importante hasta ese momento. Durante el mes de noviembre del año 1974, se declaró el Estado de sitio, mientras que la División Moralidad de la Policía Federal destruía obras en librerías. Así también, se registraron el lanzamiento de bombas contra el diario Noticias y la radio La Voz del Pueblo de Córdoba y se censuraron obras de teatro como Territorios de Marcelo Pichon Rivière y la difusión de la película Patagonia rebelde. Las desapariciones registradas hasta el momento fueron un pobre adelanto de las prácticas que caracterizaron el Proceso de Reorganización Nacional, eufemismo con que se hiciera conocida la sangrienta dictadura dirigida por Jorge Rafael Videla, instaurada el 24 de marzo de 1976 y extendida hasta diciembre de 1983. El ostensible endurecimiento de las condiciones de vida en Argentina y la vocación de denuncia que inspiraba a gran parte de los poetas y escritores del período indica que la comprensión de los procesos literarios argentinos debe realizarse atendiendo al correlato histórico que sirviera a las escrituras como contexto. En lo sucesivo, constataremos que la lucha por la supervivencia propendió la reformulación estética de las escrituras rioplatenses hacia modelos de menor compromiso político o hacia poéticas de expresión críptica. Santiago Kovadolff anota con respecto al escenario adverso de esos años: “Los poetas porteños que empiezan a publicar en los 70 irrumpen en un escenario de características muy distintas a las del 60; mucho más conflictivo en los hechos, más trágico en su despliegue y sangriento en su desenlace. La polémica se transforma en intolerancia; el fervor partidario en violencia despiadada; la guerra de facciones se generaliza y la atmósfera cotidiana adquiere características que la vuelven angustiosa, incierta, irrespirable. De modo que en términos de circunstancias sociales no cabe sino 33 reconocer un corte profundo entre quienes se iniciaron hace veinte años y quienes lo hicieron en el decenio que finaliza.” 16 (Kovadolff) En efecto, las fuerzas coercitivas del régimen y las tensiones consecuentes que se ocasionaron en la red de convivencias literarias, estimularon el cambio que, hacia comienzos de la década del setenta, experimentaron las escrituras rioplatenses. A estos factores, que podríamos contar dentro de las razones extraliterarias que determinaron el cambio de rumbo estético, se suman, según Kovadolff: “el resquebrajamiento del proyecto continentalista esbozado en la década anterior; el derrumbe de los mitos políticos de corte redencional; el tembladeral socioeconómico que involucra y desarticula la vertebración clásica de la burguesía argentina” (Kovadloff). Estos factores externos, sumados al cansancio de las formas que caracterizaron la vocación testimonial basada en la coloquialidad del lenguaje sesentista, determinaron un giro en la poesía escrita durante la década siguiente hacia un trabajo más atento al poder expresivo del lenguaje que buscó restituir a la poesía su capacidad autocrítica y de experimentación con el enunciado. Los poetas del setenta intentaron reestablecer las fronteras entre la escritura poética y la vida cotidiana que durante la década anterior parecía haberse difuminado. Los efectos de este nuevo enfoque se sistematizan del siguiente modo, según Kovadolff, “1) mediante la pérdida de énfasis en la emoción, interpretada como repertorio de vivencias nítidamente personales; 2) en el progresivo desinterés por la poesía de personajes o tipos locales, así como en el abandono de los “temas” e inquietudes específicos de una lírica abocada a lo testimonial y ambientalmente descriptivo; 3) en el realce creciente de la concepción del contenido del poema como al que se va configurando en el curso de su misma realización y no en respuesta a un “asunto” previamente jerarquizado por el poeta como digno de tratamiento literario; 4) en la disolución de las fronteras precisas entre realidad externa e interna u objetiva y subjetiva, a favor de un todo caracterizado por la hibridez la contigüidad […] 6) en el plano formal puede reconocerse la preeminencia de una sintaxis que tiende a la desarticulación constante de sus elementos y a la ruptura del enunciado entendido como “mensaje”, mediante la disolución de los nexos gramaticales tradicionalmente reconocidos y acatados por la comunicación oral y escrita; 7) en la valorización de un 16 Kovadolff, Santiago. “La palabra nómade”, en Lugar común, Buenos Aires, Ediciones El Escarabajo de Oro, 1981. 34 fraseo entrecortado con el cual se consuma el alejamiento gradual de la prosa narrativa a favor de una potenciación inconfundiblemente lírica de ritmos y sonoridades; 8) en cuanto al tono, un matiz sobresaliente que opera a la manera de una constante es la ironía crispada de las composisiciones (Kovadloff). Lo anterior, ilustra cuales fueron las variaciones ostensibles que las poéticas rioplatenses experimentaron desde el punto de vista de sus motivaciones y formas. Al mismo tiempo que se demuestra que esta evolución no responde necesariamente, a influencias teóricas foráneas o a la voluntad de un recambio estético producto de un agotamiento de los medios de expresión utilizados por el sesentismo, sino que más bien, “fue la presencia de la historia lo que propuso condiciones favorables para la eufemización y la alusividad de los lenguajes, para el culto de la opacidad y la simulación como estrategia textual.”17 (Avellaneda). Ya que, tal como expusimos en un comienzo, el ejercicio de la violencia sobre el cuerpo social en la forma de persecución, detención, tortura, crimen y desaparición fueron elementos protagónicos del hábitat de los poetas argentinos, situación a la que sus poesías, inevitablemente, fueron sensibles. Ahora bien, la descripción de la producción poética de la década del setenta debe reparar en los múltiples polos en los que ella fue cristalizándose gracias a rasgos distintivos. Uno de los fenómenos distintivos del período fue la aparición, hacia 1974, de producciones de corte neo-romántico que pretendían ser una propuesta enérgica contra el excesivo coloquialismo practicado durante la década precedente. Los autores ligados a este estilo constituyeron un grupo que podemos entender como el único movimiento literario del período, funcionando bajo preceptos estéticos bien establecidos. Otro de los rasgos interesantes de la década del setenta fue la aparición de una corriente barroca detectable bajo los síntomas de “incredulidad, cierta inestabilidad del contenido y como práctica de un lenguaje sometido a las más altas pruebas de significación, a la vez burla y desconfianza de sí mismo”18 (Freidemberg). Lo anterior es un antecedente tibio de lo que, como veremos más adelante, unos años más tarde representaría la obra neobarroca de Néstor Perlongher que marcaría el punto de 17 Avellaneda, Andrés. « Poesía argentina del setenta », en el mini-dossier “10 años de poesía argentina”, La Danza del Ratón, Buenos Aires, Año IV, n°6, diciembre de 1984 18 Freidemberg, Daniel. “Para una situación de la poesía argentina”, en el mini-dossier “10 años de poesía argentina”, La Danza del Ratón, Buenos Aires, Año IV, n°6, diciembre de 1984. 35 inflexión de una estética que sintetizaría los espíritus de las principales poéticas de las dos décadas anteriores. La aparición del neorromanticismo o las primeras manifestaciones de índole barroca argentino, daban cuenta de la postura autocrítica que la poesía comenzaba a adoptar que, de manera general, fueron caracterizadas por la crítica de aquel entonces como una manifestación de “incertidumbre, desconfianza, abordaje oblicuo del discurso, enmascaramiento, fractura, desplazamiento de los grandes temas a la propia subjetividad, búsqueda de un centro ubicado fuera del entorno social inmediato” (Fondebrider). Situación que delinea un ostensible contraste con los valores estéticos en los que se fundaba la poesía sesentista y que en la década de los ochenta se caracterizaría por una radicalización del experimentalismo en el lenguaje y por la aparición de publicaciones periódicas de temática literaria que funcionaron como plataformas de difusión de la poesía del momento. Del mismo modo, representaron instancias de agrupación y desarrollo de propuestas escriturales con valores estéticos en común. La crítica coincide en que la aparición de revistas tales como Último Reino, Xul o La Danza del Ratón, entre otras, colaboraron en la construcción de un ambiente literario en el que fue posible que las poéticas circundantes desarrollaran procesos de autorreflexión y autocrítica de una manera mucho más consciente y documentada. Gran parte de los poetas de la época publicaron sus textos en las páginas de alguna de las tres revistas mencionadas, por una parte, porque la publicación de libros era dificultada por la intervención constante de la censura militar en las imprentas, mientras que, por otra parte, la publicación otorgaba a la escritura y al pensamiento que la sustentaba mayor visibilidad lo que comportaba un mayor riesgo, y flagrante evidencia, ante la eventualidad de que los agentes de la censura las calificaran como subversivas. Es por esto, que las revistas representaron para los poetas una instancia que resolvía una serie de temores y que de cierto modo daba algunas garantías, ahora bien, esta práctica no estuvo exenta de polémicas, puesto que, de modo inevitable, las revistas iban construyendo un perfil político mediante sus inclusiones y omisiones. Del mismo modo, los escritores que participaban en ellas lamentaban que el hecho de haber cedido sus textos, a alguna de dichas revistas, fuera percibido como una adscripción automática a la ideología a las que ellas adherían. 36 Más allá de consideraciones de orden político, las revistas que circularon durante la década de los ochenta fueron representativas del período, puesto que las tres más importantes, supieron dar lugar a las distintas corrientes que desde los años setenta venían configurándose en el territorio poético rioplatense, a saber, la poesía de raigambre neorromántica, el objetivismo y el neobarroco. La primera en aparecer fue Último Reino en octubre de 1979. Esta revista llamó la atención por presentar obras de distintos autores que parecían fuertemente cohesionadas desde el punto de vista formal y temático, lo que determinó que se les calificara como una tendencia o movimiento bajo el título neorromántico. Su producción poética ha sido caracterizada como “alejada de cualquier riesgo experimental que pudiera abrir una pluralidad de lecturas, pretenden revelar estrictamente la especial cosmovisión romántica del grupo, actúan como recordación de cuál es el sustrato de ideas que se está utilizando. Al igual que en los textos románticos del siglo XIX, predomina el tono elegíaco apoyado sobre un estricto sentido musical.”19 Esta propuesta significaba un alejamiento de la representación que durante las décadas anteriores retrató de forma transparente la realidad haciéndose cargo de las problemáticas sociales. El neorromanticismo, en cambio, asumió la labor de estructurar su discurso mediante símbolos que le permitían la escritura poética como un ejercicio de abstracción y rememoración de un espacio-tiempo alejado de su contingencia. Esto, como es de suponer, despertó críticas y suspicacias, incluso adversarios que leían en su forma de escritura una apolitización sospechosa, en contraste con la tradición poética sesentista y con la crítica situación a la que los sometía la Dictadura de Jorge Videla. La poesía neorromántica, que Último Reino se dedicó enérgicamente a difundir, fue leída por muchos como una manifestación condescendiente al régimen. En abril de 1981 aparece la revista La Danza del Ratón que reuniría los trabajos de poetas de una veta muy distinta a la convocada por Último Reino. En este caso los poetas, reivindicando la coloquialidad, cara a la poesía sesentista, e influenciados por los beatniks americanos, optaban por el rescate de una experiencia cotidiana como eje de expresión, en un gesto de rechazo y distanciamiento de las poéticas neorrománticas y las llamadas poéticas de lenguaje como sería el caso de las publicadas en la revista Xul que revisaremos más adelante. 19 Sin firma. “Último Reino”, en Xul, año I, n°1, 1980. p. 29 37 La Danza del Ratón fue fundada por poetas reunidos en torno a un grupo conocido como Poesía descarnada quienes tenían como premisa la idea de que “[…] la “forma” es la carne y la estructura ósea el “contenido” que se trata de preservar y mostrar”20. La cita anterior define el interés que los poetas publicados en La Danza del Raton tenían por una escritura que dispusiera el sentido en forma fácilmente decodificable. La persistencia de este trabajo constituyó una corriente denominada objetivista/minimalista, también conocida como inmediatista en alusión a la forma en que la transferencia entre lectura y comprensión debía darse. Ahora bien, esta coloquialidad de la que se habla no es la consecución de la poesía política sesentista ni tampoco el regreso al coloquialismo argentino de Lugones o Evaristo Carriego, ya que esta poesía parece unida por la percepción de la escritura como un acto incapaz de trascender hacia otros ámbitos del desarrollo humano, ya que “la palabra ha perdido su fuerza encantatoria y lo más sano para el poeta, lo más sincero para el lector, es rendirse a la evidencia de las circunstancias”21 (Zonana 21), es decir, que el sentido de su enunciación ya no tiene un fundamento libertario que busque el logro de cambios paradigmáticos en una sociedad, sino que, lejos de eso, la poesía pretende más bien constatar la fatiga de la palabra como una instancia generadora de cambios. Por otra parte, la revista Xul, aparecida a comienzos de 1980, se caracterizó por la variedad de voces que convergieron en ella. Las propuestas de los autores publicados daban cuenta de su originalidad y de un trabajo que, inscrito en la búsqueda de nuevas formas, destacaba la individualidad y particularidad de cada una de las voces participantes. En términos generales, estas escrituras abordaron la experimentación con el lenguaje inspirados por el trabajo de los “concretistas” brasileños, particularmente influenciados por la obra de Haroldo de Campos, así como también por la experiencia de las vanguardias. Esta búsqueda pretendía “transformar los usos y costumbres de las líricas dominantes”22, según indica la editorial del número cuatro de la revista. Ahora bien, en el caso de las poéticas reunidas en la revista Xul, la búsqueda de nuevos lenguajes se desarrolló a la par con un afán de conexión con la contingencia nacional. 20 Sin firma. “La danza del Ratón”, en Xul, año II, n° 3, diciembre de 1981. p. 48 Zonana, Gustavo; Castellino, Marta. Poesía argentina, dos miradas. Buenos Aires: Editorial Corregidor, 2008. 22 Sin firma, “Editorial”, Revista Xul n°5, Bueno Aires. p. 2 21 38 De forma contraria a lo ocurrido con la revista Último Reino, Xul, colaboró a difundir obras que problematizaban ostensiblemente, mediante una mirada crítica, las debilidades de su sociedad, marcada a fuego por el autoritarismo, y las consecuencias de un esquiva democracia, ya que, tal como se consigna en la editorial de la revista número 4, “Para Xul su compromiso con la realidad pasa por un compromiso con la lengua”23. En esta línea, encontramos a Néstor Perlongher, quien, a través de una experimentación radical con el lenguaje, da cuerpo a una poética en la que la significación por la sugestión del sonido parece relevar la tradicional responsabilidad de significar adjudicada al sema de las palabras. En efecto, su poética puso en cuestión la escritura tal como se había entendido hasta entonces. La presencia, contemporánea a su obra, de los poetas que cultivaban estéticas de tipo objetivista / minimalista generaba una tensión con las poéticas neobarrocas entre las que la propuesta de Perlongher se erigía como la más radical. La percepción de Néstor Perlongher como un autor en extremo experimental y difícilmente comprensible ayudaron a construir la idea de que su poética era, ante todo, un alarde estetizante al que sólo se le podía apreciar como una pieza exuberante e inaccesible del museo decorativo de las literaturas, sin atender a la conexión que dicha poesía exaltaba para con su realidad haciendo eco de la premisa extendida por la revista Xul de que todo compromiso con la realidad pasa por un compromiso con la renovación del lenguaje. Hemos observado hasta aquí la descripción general de los rasgos que parecieron haber marcado las escrituras poéticas durante las décadas de los sesenta, setenta, y ochenta en Argentina. Este recorrido nos permite constatar las contorsiones que el continuum escritural ha experimentado en función de los procesos históricos que, de una u otra manera, afectaron la libertad de la escritura y la continuidad de ésta mediante la persecución psicológica y/o física o el ejercicio de la desaparición. Lo anterior permite constatar la dificultad de abordar una materia naturalmente plural como la poesía atendiendo su correlato histórico bajo el prisma de las clasificaciones. Los riesgos constantes de caricaturización o reduccionismo en miras de una ilustración que se pretende didáctica ilustran la desconfianza con que debemos leer las líneas con que la crítica ha bosquejado la obra de Néstor Perlongher. 23 Sin firma, “Editorial”, Revista Xul n°4, Bueno Aires. p. 3 39 Anteriormente nos referimos a la percepción de las producciones poéticas de la Revista Xul como poéticas de lenguaje que se conectaron con la realidad social, pero esto, como se ha sugerido, no puede ser cierto a cabalidad como tampoco puede asumirse que la poesía sesentista fue, de extremo a extremo, política. Ahora bien, si enfrentamos la labor de matizar las rudezas o miopías con que la crítica ha pretendido el retrato de ciertas poéticas, corresponde que comprendamos la obra de Néstor Perlongher como una poética que, aunque en las antípodas del modelo sesentista, se comprometió con una vocación contestataria, movilizando una protesta que fue social y política. Sin embargo, este compromiso en su escritura ha sido tibiamente atendido por la crítica que, engolosinada con la destreza y exhuberancia formal de su poesía ha descuidado una lectura que evidencie las trincheras particulares de dicha lengua. Podríamos decir que la protesta social en Perlongher alcanza un grado de especialización que dificulta su comprensión en consonancia con la protesta política tal como ésta era entendida por el sesentismo. En efecto, nuestro autor sitúa su sed de reivindicación en un discurso que no opone, como es tradicional en las poéticas comprometidas de izquierda, la imagen del proletariado versus la oligarquía (por lo menos, no al estilo de los poetas del sesenta), sino que más bien, se desplaza hacia la oposición del deseo homosexual proletario versus las normas reguladoras de la sexualidad; oposición a la que subyace la de la burguesía como generadora de normas de conducta hegemónica y proletariado como abastecedor de los cuerpos sobre los que se ejercerá aquel control. El eje de observación de esta dialéctica en Perlongher se desplaza hacia el eje de las sexualidades, particularmente la homosexual. Y es precisamente esta elección la que instala su obra, desde el punto de vista de sus sustratos fundadores, en un punto ciego de la crítica. Se ha tendido a percibir la reflexión sobre la homosexualidad en la obra de Perlongher como un rasgo más de la sucesión de fragmentaciones semánticas que caracterizó su enunciación poética, sin embargo, al observar poemas como El chorreo de las iluminaciones en el combate bicolor a contraluz de su rol como activista en el Frente de Liberación Homosexual argentino, o de ensayos como Matan a un marica se vislumbra la densidad de un proyecto que desde la práctica, la erudición y la creación poética posee aspiraciones de justicia social afines a consideraciones políticas, 40 sistemáticamente desoídas por los regímenes dictatoriales sucedidos en su país y en el continente latinoamericano. La dificultad que esta lectura ha podido encontrar para desarrollarse quizás tenga un origen similar al que tuviera la histórica reticencia de las secciones más extremas de los partidos de inspiración comunista para reconocer dentro de sus filas la militancia de homosexuales (que como se sabe, determinara el alejamiento de Néstor Perlongher del Partido Obrero argentino), es decir, la concepción de la homosexualidad como una realidad excéntrica y ajena a los quehaceres de la lucha social. 1.3 Hacia la constatación de una situación En consideración de lo expuesto anteriormente, nos parece de vital importancia dirigir nuestro estudio por la vía de la comprensión de la obra de Perlongher como una poética que explota cabalmente la máxima de Xul de que todo compromiso con la realidad pasa, necesariamente, por un compromiso con la reinvención dinámica de un lenguaje. Las preguntas que este enfoque nos formulan son, básicamente, ¿Cuál es la manera en que se establece el compromiso con la realidad?, ¿Por qué esta conexión ha sido raramente advertida?, ¿La conexión con la realidad tiene que ver con una explotación de lo íntimo en sus textos? Nos parece que la obra de Perlongher ha emprendido una labor de rescate de la experiencia biográfica en términos similares a los sostenidos por Enrique Lihn en el siguiente fragmento: Yo quisiera rescatar un concepto de la literatura que no excluye los datos de la experiencia. No se trata de la presunción realista de una literatura que sería el reflejo artístico de la realidad objetiva, pero creo que el enrarecimiento de una literaturidad lleva a una literatura o a una metaliteratura que sin ganancia ninguna se engolfa en sí misma, dando cuenta así negativamente de una situación. Lo que yo he intentado hacer al menos, por mucho que parezca irrealista, es el producto de un cierto enfrentamiento con la situación. 24 24 (Lastra 43) En Lastra, Pedro. Conversaciones con Enrique Lihn. Santiago: Editorial Universitaria, 2009. 41 El enrarecimiento al que Lihn se refiere nos parece que se percibe claramente en la obra poética de Perlongher, donde el lenguaje opera el enrarecimiento de una literaturidad por medio de las operaciones que daban, según Sarduy, cuerpo al neobarroco, a saber, sustitución, proliferación y condensación. Este ejercicio consciente, basado en la torsión del enunciado bordeando la anulación de su capacidad para referir, otorga al texto una oscuridad de sentido que puede ser leída hoy, como en el caso de Lihn, al modo en que leemos un negativo fotográfico para apreciar en su obra las imágenes inmortalizadas de una persecución y un gesto de resistencia. En otra entrevista, Lihn, precisa su idea de “situación”: Es la literatura: la idea de que la Literatura se haya formado en la época en que ese sujeto escribe y se escribe inscribiéndose, ciertamente a partir de la situación vivida por el individuo, que asumirá en rol de autor; sobre la base de la ‘situación’ en el amplio sentido de la palabra: histórica, socioeconómica, ideológica. Me interesa destacar lo que digo y hago, la influencia de la Literatura sobre la Literatura; la relación de la Literatura, por otra parte, relación crítica o no, con todos los tipos de discursos que circulan a su alrededor. (Lastra 43) De la cita anterior se desprende la idea de que los textos funcionan como evidencias de la existencia de un individuo a través de las cuales es posible reconstituir el escenario en el que se elaboró dicha enunciación. Los textos poéticos darían cuenta, al modo de un negativo fotográfico de los escenarios geográficos y emocionales que le dieron sitio y, en consecuencia, factibilidad a aquellas escrituras. Es de este modo, que el concepto neobarroso se erige como un sintetizador de los sentidos directamente implicados en la visión de mundo del autor que responden, de modo general, a un vínculo con las materias y comportamientos proscritos por los dispositivos morales de su sitio. Al revisar la referencia al barro desprendido del concepto neobarroso, reconocemos en ella la doble función referencial y circunscriptora a la que hemos hecho referencia anteriormente, es decir, que el barro en este caso funciona como símbolo de lo bajo y lo sucio, al mismo tiempo, que permite localizar un sitio determinado que es la ribera del río de la Plata, al nivel de la ciudad de Buenos Aires. Podríamos decir que, en este caso, Perlongher, realiza un guiño a un sector marginal ubicado en la ribera del río en el sector de Retiro, conocido como Villa 31, 42 conjunto de construcciones precarias establecido en el año 1930. Lo anterior es un buen ejemplo de cómo Perlongher poetiza el espacio marginal y sus intercambios en el plano de la urbe y el deseo, pues el sector referido es, en efecto, un sector donde se encuentran prostitutas y amantes de paso. Este juego de relaciones representa una voluntad que cruza la escritura de Perlongher, a saber, el afán de extrapolar el cuerpo y la calle, el sexo y la urbe, mediante la implementación de un lenguaje que es literario y teórico, al mismo tiempo que procaz y evocativo del vicio y de la muerte. Yendo un poco más lejos, reparamos en que esta operación de elaboración de un puente connotativo entre literatura y experiencia concierne a una amplia gama de elementos a lo largo de su poesía. A modo de ejemplo, incluimos el siguiente gráfico en el que se presentan tres rasgos llamativos observados en el libro Austria - Hungría: Gráfico N°1 A La B constancia vinculados a de sitios hitos La C utilización de imágenes y de La utilización de fechas, conceptos nombres encuentro sexual, gratuito o relativos al maquillaje, nombres tarifado, amoroso o impuesto vestuario por la u violencia, femeninos de ciudades, relativos oficios procesos a históricos como nacionales (argentinos) e predominantemente estrategia de internacionales, bélicos y homoeróticos. artificialización del de colonización. mundo referido. Los elementos referidos en el cuadro A, cumplen con la función de instalarnos en la contemplación y reflexión de la sexualidad, particularmente, la sexualidad homosexual ocasional y periférica a la que nos referiremos, de modo general y aludiendo al desarrollo específico que ésta tiene en la obra de Perlongher, como la 43 problemática homosexual. Mientras que el cuadro B define la afición estética por la artificialización de los enunciados, por cierto enrarecimiento de la representación que jamás es translúcida y que roza, ciertamente, en la provocación, inclinándose por una extrema afectación en el decir. En tanto que el tercer aspecto instala al lector en una circunscripción que es histórica, tanto local, nacional, como universal. Ahora bien, esta contextualización, que funciona como un nexo connotativo entre literatura y experiencia, compromete a los grandes nombres de próceres mediante la referencia a nombres de calles que, alejados del fasto heroico, trazan los límites de las zonas de tolerancia de Buenos Aires. Aquí, observamos el afán paródico de Perlongher, su lengua de doble filo que disfruta sumiendo a las imágenes de los altares biempensantes en el lodo de una exuberante sexualidad. Lo anterior, ilustra, someramente, una de las operaciones que dan cuenta de cómo este sujeto escribe y se escribe inscribiéndose a partir de su situación vivida. Como se puede evidenciar, este trabajo que considera la inclusión de la experiencia mediante la inscripción de signos de la personalidad no guarda relación con el trabajo realizado por el objetivismo / minimalismo argentino de los setenta en el que se reconocía la influencia de los escritores estadounidenses referentes de la poesía conversacional. En el caso de Perlongher, así como en el caso de Lihn, no obstante las diferencias en el estilo de sus escrituras, lo que se advierte es un uso oblicuo de los signos de la personalidad que finalmente sirven para dar cuenta de una situación sin convertir su escritura en un soporte para el relato o plasmación de su intimidad. Del mismo modo que, la inclusión de estos elementos biográficos no otorga a sus escritos el mismo tono testimonial que caracterizó la poética sesentista. Para aclarar un poco más lo anterior, revisemos la siguiente cita: “La necesidad que experimento yo, textualmente, de presentar, en el lenguaje, personas que son ‘máscaras’, personajes que no son la persona, y que me parece necesario echar a correr en el texto, como un medio del que éste disponga en su esfuerzo esclarecedor respecto de la situación de la que surge y en la que surge. O sea, la relación entre poesía, drama y prosa: la incorporación de ciertos elementos como el personaje –que ha sido convencionalmente del dominio narrativo y dramático- a la poesía. Y aquí también 44 como una especie de borradura con respecto a la personalidad íntima, privada y subjetiva del sujeto”. 25 (Fuenzalida 55) De lo anterior se desprende la idea de que Lihn veía en la incorporación de ciertos elementos como el personaje a la poesía una operación que permitiría sintetizar lo subjetivo con lo histórico-objetivo. Para él la relación entre poesía, drama y prosa, permitiría librar a la poesía de aquel estigma invalidante que lo sindica como el género de la subjetividad. Él piensa que estos elementos llamados narrativos y dramáticos siempre han sido comunes a la poesía, pero que en algún momento hubo una suerte de especialización de dicho género en la subjetividad, pero que más allá de esta idea largamente extendida, la poesía está capacitada para dar cuenta de una situación al modo de otros discursos considerados objetivos porque “ninguno de los aspectos de la realidad le están vedados a un texto porque no sea narrativo” (Fuenzalida 56). Del mismo modo, considera que “la poética funciona como un medio específico de aprehender la realidad objetivo-subjetiva” (Fuenzalida 56) teniendo esto como efecto, y demostración, que obras poéticas concebidas como objetos artísticos terminan poseyendo una significación histórica mucho mayor que la de muchas novelas documentales escritas en torno a la misma época o hechos. Lihn, considera además con respecto a esta idea que “La documentación propiamente tal es un recurso del discurso histórico: la posibilidad de penetración en una estructura profunda de una época es propia del Arte de la Palabra, ya se trate de una obra narrativa o poema” (Fuenzalida 57). Es, precisamente, este aspecto adonde creemos se dirige Perlongher levantando a sus hablantes desde un sustrato local, regional, vital por medio de una impostación vocal, teatralidad y artificialización, hacia los lindes de la constatación de hechos históricos, cuya significancia particular radica en el dominio o lucha por territorios que son a su vez geográficos (geopolíticos) y corporales. Nos parece que tal como en el caso de Lihn, Perlongher echa a correr máscaras en el texto, máscaras arrebatadas al teatro de su vida, de su manera de ocupar el sitio de esa vida, pero que no vienen al texto para volverlo el género de su intimidad, sino para que estos signos de la personalidad funcionen como una textualidad de base que considera, en el caso de Perlongher, 25 Fuenzalida, Daniel (Compilador); Lihn, Enrique. “A la verdad por lo imaginario” en Enrique Lihn Entrevistas. Santiago: J.C. Sáez Editor, 2005. 45 básicamente tres focos de atención relativos a la problemática homosexual. Estos focos serían, en primer lugar, la represión policial y/o de Estado contra los homosexuales, que, Perlongher, sufrió en carne propia llegando a ser apresado en 17 ocasiones por la policía a causa de sus vestimentas o de la presunción de culpabilidad con que operaba la policía argentina durante la dictadura de Jorge Videla, validados por la aplicación de edictos policiales que criminalizaban la libertad de tránsito y de reunión. En segundo lugar, se observa la tensión dominante / dominado entre la figura de la loca y el macho, referida y retratada en numerosos poemas del autor así como también en ensayos que teorizan con respecto a la verdadera naturaleza del deseo y su cercanía con las manifestaciones profundas del erotismo. En tercer lugar, se observa su interés por la prostitución masculina homosexual en entornos urbanos, mundo al cual se vinculó estrechamente en el marco de investigaciones de corte sociológico que respondían a un estilo investigativo de observación participante, publicadas posteriormente en su libro El negocio del deseo26. Estos tres focos de atención, representan tres fases en la vida del autor, así como también, tres puntos de inflexión de su escritura. Ellos constituyen la textualidad de base sobre la cual se erige su obra, al mismo tiempo que delinean un derrotero de coherencia en una obra en la que, al decir del poeta Roberto Echavarren “La relación entre actos y dichos es de gran congruencia.”27 Lo anterior reafirma nuestra convicción de que el trabajo que Perlongher realizó sintetizando pasajes, elementos y cifras de su experiencia en su escritura merece ser estudiado no sólo desde un punto de vista descriptivo de sus operaciones de lenguaje, sino que también bajo el prisma de las repercusiones que dicho trabajo tuvo a nivel político, ya que la obra de Néstor Perlongher no fue sólo literaria, o, aisladamente consagrada al activismo o a la academia, sino que, en su conjunto, representó una estrategia reflexiva de instalación de ideas que buscaban una reforma en las convenciones de la sociedad a través de la escritura. Con la finalidad de irradiar su reflexión, Perlongher, concedió numerosas entrevistas en diversos medios de prensa, contándose en dieciocho las realizadas entre 26 Este libro fue publicado por primera vez en portugués bajo el título O negocio do Miche, Prostituicao viril em Sao Paulo, Ed. Brasiliense, 1987. Con posterioridad a la muerte del autor se publicó en Buenos Aires bajo el título La prostitución masculina, por la Editorial La Urraca en 1993. El año 1999, Editorial Paidós lo reedita bajo el título El negocio del deseo, la prostitución masculina en San Pablo. 27 Echavarren, Roberto, en entrevista realizada por Jorge Cid en diciembre de 2010. 46 1985 y 1992. Sus entrevistas y ensayos fueron publicados en medios tan disímiles como el suplemento cultural de El Clarín, de gran tirada en Argentina, y la revista Speedy publicada en fotocopias y repartida en fiestas de circuitos underground. Su afán de poner en movimiento sus ideas lo llevó a publicar ensayos o crónicas, incluso en momentos de álgida persecución, riesgo que redujo mediante la reformulación de sus textos desde un registro o temática susceptible de escándalo a una traducción a la jerga académica en la que sus ideas se maquillaban para lograr evadir el callamiento fáctico o la exclusión a la que determinadas revistas hubieran sometido sus escritos. Un ejemplo de esto es la publicación del primer ensayo donde Perlongher trata el tema de la prostitución homosexual, el título era A esas argucias recurre el goce, a esos rodeos. La prostitución homosexual y el negocio del deseo. Durante el año 1981, en que se publicó este artículo, la situación para Perlongher en tanto que escritor, ex militante del Partido Obrero y homosexual evidente era muy compleja, por lo tanto, la publicación de sus escritos donde se trataban temáticas sancionadas por el régimen lo ponía en una situación de peligrosa vulnerabilidad. Es por esto que Perlongher optó por enviar este ensayo a la Revista de Psicología de Tucumán donde el lenguaje de su reflexión se reformulaba en un formato académico atenuando así la intensidad y novedad del tema y la perspectiva. Lo anterior, ilustra la concepción que tenía Perlongher de la escritura como un gesto alejado de toda complacencia estética, puesto que ésta estuvo, ante todo, ligada a un compromiso reflexivo con los cuerpos proscritos por las convenciones morales y la necesidad de visibilizarlos a través de una reflexión que los emancipara del silencio al que habían sido relegados. Así como también, con la denuncia de los abusos de la dictadura en su país y su herencia ideológica reproducida en legislaciones que atentaban contra las libertades personales. Roberto Echavarren, en una entrevista concedida en la ciudad de Buenos Aires declaró lo siguiente con respecto a uno de sus poemas más conocidos Cadáveres: “Yo creo que el pretendía llegar al gran público con ese poema, porque él decía que había que hacer una poesía que tuviera que ver con la situación política social de minorías y todo esto, pero no a la manera de Juan Gelman. O sea, Juan Gelman era a la 47 vez como su opuesto, pero también, él, consideraba que había que considerar a la gente 28 como Juan Gelman llegaba a ellos, pero de otro modo.” Estos dichos, evidencian la conciencia que Perlongher tenía de la escritura como un espacio de conexión con el otro y que, de cierto modo, debía estar al servicio de lo real, lo social. De la escritura de Gelman, pudo interesarle la capacidad de volverse el cantor de un hambre común al pueblo y al poeta, pero no de su lenguaje carente de una experimentalidad acorde a los valores estéticos neobarrocos por los que él se inclinaba. Las palabras de Echavarren, en lo que parece ser un parafraseo de Perlongher, confirman nuestra percepción de una voluntad de hacer partícipe a su escritura de las materias contingentes de su existencia. La carne de sus días y de sus urgencias palpita a través de los versos de su poesía que son venas de un cuerpo propio, el suyo, así como también, de un cuerpo social, que es el argentino y, por extensión, el de aquellos donde se soportan los flagelos contra los que él luchó y de los que fue objeto. Volvemos en este punto a la concepción de Enrique Lihn, presentada previamente, dirigida a retratar su ejercicio escritural, y sin saberlo y a nuestro parecer, a describir también la relación de Perlongher con su sitio: “la idea de que la Literatura se haya formado en la época en que ese sujeto escribe y se escribe inscribiéndose, ciertamente a partir de la situación vivida por el individuo, que asumirá en rol de autor; sobre la base de la ‘situación’ en el amplio sentido de la palabra: histórica, socioeconómica, ideológica” (Lastra 35). A continuación, nos abocaremos al análisis de los mecanismos de escritura e inscripción en el texto que Perlongher pone en funcionamiento en su obra, con el fin de engranar la diversidad de discursos que conforman su situación poniendo de relieve el análisis de la relación de consustancialidad bio-bibliográfica observada entre su recorrido vital y escritural que, presente de forma sostenida, parece constituir el protocolo de una poética donde acción y lenguaje se presentan en una cadena de consumaciones. 28 Echavarren, Roberto, en entrevista realizada por Jorge Cid en diciembre de 2010. 48 Capítulo 2 PROBLEMÁTICA HOMOSEXUAL Y RESISTENCIA: HACIA UNA POLÍTICA DE LA SEXUALIDAD 49 2.1. Primer estado de escritura: los años del activismo, la persecución. Antecedentes del odio y de una resistencia La obra de Néstor Perlongher parece imponernos una serie de exigencias desde la opacidad con que se despliegan sus sentidos en el texto. La decodificación de su poesía nos demanda acercarnos a lenguajes y a campos referenciales diversos. En este sentido, podríamos considerar que su poesía requiere a un lector cómplice y activo que acepte seguir al hablante lírico en su hurgar las historias tanto locales como universales, de ciertas sociedades, épocas y literaturas. Pues como se sabe, su poesía y obra ensayística han utilizado como sustrato de su representación imágenes, datos y coordenadas que hasta el momento de su aparición en la escena literaria argentina no habían sido frecuentados, sino de forma tangencial. Esta escritura funciona como un punto vórtex capaz de absorber ámbitos de referencia que podrían admitirse como incompatibles en el contexto de una poética. Este aparente choque referencial constituye uno de los grandes capitales que esta obra tiene en materia de provocación y originalidad. Sin embargo, la motivación de Perlongher por frecuentar estas temáticas fue mucho más allá de una simple aspiración de visibilidad en la escena literaria argentina de la década de los ochenta. Bajo la tupida trama de referencias históricas y culturales que invaden la escritura de Perlongher pervive una fascinación investigativa de hacer de la vida un campo de experimentación cuyo cuaderno de consignaciones fuesen su poesía y ensayos. Lo anterior se desprende de la coherencia observada entre la dimensión de la escritura y la dimensión vital del autor, constatando una especie de consustancialidad entre el trabajo que Perlongher desarrollaba en el ámbito profesional y/o político, así como también entre los objetos de sus investigaciones y aquello que en su poesía se refería, cuestionaba y criticaba. A lo largo de esta parte, analizaremos lo que a nuestro juicio representa la reiteración de un protocolo no explícito de escritura que considera tres momentos: Experimentación corporal; Racionalización de dicha experiencia corporal mediante el trabajo de análisis crítico; y Reformulación poética de ambas experiencias. Estos momentos o etapas no guardan necesariamente un orden de ejecución sucesiva en el nivel de la escritura, sin embargo, tal como veremos más adelante, la hipótesis de una 50 aplicación cronológica de dicho protocolo puede desprenderse del orden en que los textos han sido publicados. A continuación demostraremos cómo el protocolo de escritura y la temática de aplicación, configuran una poética basada en una cadena de consumaciones en la que encontramos, en primer lugar, una vivencia corporal que funda un hito temático; en segundo lugar, una consumación intelectual por medio del estudio crítico de dicho hito para, en tercer lugar, consumar la trascendencia de un tema mediante la reformulación poética. Estas tres etapas dan cuenta que el poeta concebía la vida de autor como un campo de experimentación cuyo resultado se difunde en la escritura poética. Gráfico N° 2 Temática Problemática homosexual P O É T I Primer Experimentación estado de escritura C A D E L Segundo Racionalización de la estado de experiencia escritura A C O N S U M Tercer A estado de C I Ó escritura Reformulación poética A) Objeto de represión policial B) Homosexual evidente, reivindicación de la figura de la loca C) Prostitución masculina homosexual (observación participante) Investigación acerca de: A) Edictos policiales que legalizaban la persecución a homosexuales. B) Manifestaciones profundas de la sexualidad: vínculo entre homoerotismo marginal y muerte. C) Prostitución masculina en entornos urbanos, recogida en libro: El negocio del deseo. Presente en todos sus libros en forma fragmentaria, pero particularmente en: A) Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco; Cadáveres B) Gemido C) Michê N 51 Hemos dicho que existe una relación de consustancialidad bio-bibliográfica entre el recorrido vital del autor y las temáticas tratadas en su obra. De lo anterior se desprende la idea de que la escritura de Perlongher respondía a un protocolo no explícito de escritura que concebía la vida como un laboratorio de cuyas experimentaciones se dejaba constancia en la escritura. Este protocolo de escritura procesaba la textualidad de base entendida como reformulación de la experiencia corporal en un registro de reflexión crítica y/o científica. Dicha operación representa los dos primeros estados del protocolo de su escritura, experimentación y racionalización de la experiencia a los que sigue la reformulación poética, el tercer estado de la escritura y punto donde se consuma lo que entendemos como una poética de la consumación. A continuación, ilustraremos el desarrollo de este procedimiento en lo que concierne a la problemática homosexual que ha sido desarrollada desde tres puntos de vista. El primero, dice relación con la represión policial contra los homosexuales en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX y, particularmente, durante las décadas de los 70 y 80. El segundo punto, es la reivindicación de la figura de la loca, considerado por el autor como una forma de homosexualidad revolucionaria. Finalmente, el tercer punto de vista, hace referencia a la prostitución masculina en entornos urbanos que el autor estudiara en el marco de una reflexión acerca del deseo y su vinculación a la violencia como manifestaciones de la sexualidad profunda. El tema de la represión y persecución arbitraria de homosexuales en Argentina en Perlongher es entendido como una problemática de tipo estructural que se agudiza a partir del año 1946, cuando la policía y grupos parapoliciales comenzaron a ejercer un violento control y sanciones invocando el Reglamento de Faltas y Contravenciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires elaborado durante el gobierno de Juan Domingo Perón. Este reglamento sancionaba la sexualidad bajo la excusa del escándalo y la inmoralidad. Leemos, por ejemplo, en el edicto “Escándalo”, Artículo 2, inciso H que se penalizará a “Personas de uno u otro sexo que públicamente incitaran o se ofrecieran al acto carnal”; mientras que en el edicto "Bailes Públicos": Artículo 3, Inc. A, se indica castigo para el "Director, empresario o encargado de un baile público o en su defecto al dueño o encargado del local, que permitiera el baile en pareja del sexo masculino". En el Artículo 207, leemos: "Las comisarías seccionales, al tener conocimiento que en 52 determinadas casas o locales de su jurisdicción se reúnen homosexuales con propósitos vinculados a su INMORALIDAD, independientemente de las medidas preventivas y de represión que puedan corresponderles, comunican el hecho a la superintendencia de investigaciones CRIMINALES para su intervención". La vaguedad del lenguaje de los edictos se prestaba para interpretaciones y aplicaciones desproporcionadas y arbitrarias. La utilización de conceptos tales como inmoralidad representaba, posiblemente el deseo de una limpieza social entendida en un sentido amplio, como un exterminio de las formas de vida excéntricas a los parámetros de sociedad familiar promovidos por los gobiernos militares y/o conservadores. Estos edictos fueron aplicados con distinto rigor a lo largo de los distintos gobiernos democráticos o golpistas que tuvieron lugar a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Pero fue durante la dictadura conocida como Proceso de Reorganización Nacional, comprendida entre 1976 y 1983, donde estos se ejecutaron con mayor ensañamiento siendo aplicados para detener y encausar prostitutas y homosexuales. Su aplicación bajo la forma de detención y encarcelación debe entenderse dentro de una política general de amedrentamiento ciudadano, asiduamente utilizado por las dictaduras latinoamericanas. Era necesario generar un marco represivo que ayudara a generar el terror útil a todo régimen golpista para justificar su permanencia en el tiempo. En esta línea, la persecución de homosexuales ayudó a engrosar las listas de encarcelamiento de subversivos y, con esto, la ilusión de que había fuertes razones de seguridad para justificar la presencia de los militares en el poder. Ahora bien, la homosexualidad como uno de los objetos de persecución de las dictaduras argentinas se instala en una histórica tradición de odio hacia esta sexualidad determinada por una representación estigmatizante que, Giorgi, describe de la siguiente manera: “Los homosexuales han sido, no el único, pero sí el más persistente cuerpo de la ‘decadencia’: existencias contra natura, ‘estériles’, en las que se han cifrado, de las maneras más diversas, sentidos colectivos y ficciones del cuerpo político. El rol, central y sistemático, del sodomita y de la destrucción de Sodoma y Gomorra en el discurso moderno sobre la identidad homosexual es, desde luego, esencial a este nexo entre homosexualidad, exterminio e imaginación del ‘fin’, tanto en relación al castigo del dios soberano sobre las ciudades del pecado como en relación a los lenguajes de la decadencia de las civilizaciones, el fin de las familias y las razas, la muerte de la especie, que van a constituir un tema central en la representación de la homosexualidad 53 como cuerpo condenado y como temporalidad final. Constituidos en esa ‘ficción normativa’ donde lo que se ‘es’ es lo que condena a ‘no ser’, los cuerpos de la homosexualidad han ofrecido un mecanismo retórico capaz de absorber sentidos políticos, históricos, culturales alrededor de la imaginación y los lenguajes del ‘fin’. 29 (Giorgi 9) Lo anterior, constituye el sustento desde el punto de vista semiológico de lo que Perlongher experimentó desde un punto de vista práctico y cotidiano: “Hablar de homosexualidad en la Argentina no es sólo hablar de goce, sino también de terror. Esos secuestros, torturas, robos, prisiones, escarnios, bochornos, que los sujetos tenidos por ‘homosexuales’ padecen tradicionalmente en la Argentina – donde agredir putos es un deporte popular – anteceden, y tal vez ayuden a explicar, el genocidio de la dictadura”30 (Prosa 30) El mismo autor fue detenido en diecisiete ocasiones, entre el año 1975 y 1981, lo que, siguiendo la lógica del terrorismo de Estado, puede ser leído como estrategias de silenciamiento en contra de quien era reconocido, públicamente, como un activista homosexual y, por ende, objeto del ensañamiento de los agentes de la moralidad y la disciplina en lo que fue una dictadura particularmente homofóbica e interesada por la regulación de la sexualidad. El ojo del poder fáctico se desplazaba hasta los escenarios de la intimidad prolongando los dispositivos de control y criminalizando actos inofensivos. Perlongher reclamaba: “Sacar a la cana de la cama, al ojo policial del espejo del cuarto, es una necesidad inmediata que no puede quedar apenas en manos de los gays” (Prosa 33) La fijación de la conducta deseada por el régimen se realizaba mediante la intervención del cuerpo de los sospechosos bajo la forma de tortura y privación de libertad por lapsos entre veinticuatro horas y tres meses. Perlongher, se pregunta, insistentemente en sus ensayos y crónicas por el origen de esta violencia, por la razón que sustenta el ejercicio sostenido de la violencia sobre los cuerpos de homosexuales y prostitutas, leyendo en ocasiones, bajo el prisma del psicoanálisis, la aparente sublimación de un deseo homoerótico: 29 Giorgi, Gabriel. Sueños de exterminio. Homosexualidad y representación en la literatura argentina contemporánea. Rosario: Beatriz Viterbo Editora 2004. 30 Perlongher, Néstor. “El sexo de las locas” en Prosa Plebeya. Buenos Aires: Ediciones Colihue, 1997 54 “Pero ¿Dónde está el goce? ¿Qué pensar de esos muchachotes que raptan a una loca para “verduguearla”? ¿De esos policías que –se rumorea– hacían cursos especiales para reconocer homosexuales (y lesbianas) por el espesor de sus orejas? ¿Qué pasa con la homosexualidad, con la sexualidad en general, en la Argentina, para que actos tan inocuos como el roce de una lengua en un glande, en un esfínter, sea capaz de suscitar tanta movilización –concretamente, la erección de todo un aparato policial, social, familiar destinado a “perseguir la homosexualidad”? Cuando por el 74 el órgano fascista El Caudillo llamaba a “acabar con los homosexuales”, podía leerse en ese “acabar” algo más que un lapsus.” (Prosa 31) El fragmento anterior, funciona como un ejemplo de la aguda reflexión que caracterizó al poeta argentino, que era al mismo tiempo cuestionadora de las convenciones impuestas por el régimen mediante la tortura, desaparición y, al mismo tiempo, movilizadora de un lenguaje altamente sugestivo y provocador. El lenguaje utilizado en sus ensayos pretendía no sólo ilustrar la situación vivida en la calle, denunciar de ella la desproporción y el crimen, sino también irritar, conmover mediante la insolencia y la imagen de una voz desde su inmolación. Es justo leer estas líneas como las potenciales últimas palabras de un cuerpo que lucha por su sobrevivencia, considerando la lógica represiva imperante en el sitio de su enunciación. Es el horror el que apura la letra y concentra, como borbotones de tinta, la intensidad, la insolencia en los vértices de la denuncia. En este sentido la escritura de Perlongher adquiere el valor de ser el trasvasije de un cuerpo y una existencia que se sabía agónica, al borde de su exterminio. Giorgi, trabaja algunas nociones de Agamben que permiten esclarecer cual es la lógica que subyace a la persecución que las páginas anteriores refieren: “En torno a la noción de “vida desnuda”, Agamben desarrolla su hipótesis en relación al poder soberano: los Estados o los regímenes de soberanía modernos necesitan producir esa materia despojada de valor porque es allí donde se ejerce su poder: no hay “Estado” sin “estado de excepción”, sin puro ejercicio de soberanía sobre cuerpos cuya eliminación se vuelve legítima en nombre de la defensa de la sociedad, de su salud, de su integridad, el orden político, etc. “Cada sociedad, dice Agamben, traza este límite; cada sociedad – aún las más modernas – decide quiénes serán sus homo sacer” (Giorgi 29) 55 La posición de homo sacer en el caso de Perlongher, y de otros homosexuales contestatarios al régimen, se refiere a dos categorías que concentran en él, el ejercicio del poder en la forma de una eliminación legítima. Por una parte, está el distanciamiento del eje ideológico del gobierno de facto con la consecuente violación a la uniformidad de pensamiento promovida por el régimen. Por otra parte, el alejamiento de los parámetros conductuales de la heterosexualidad masculina que los convierte en una de las principales amenazas para el concepto de orden público instaurado por el régimen. Hasta el momento, los elementos expuestos en nuestro análisis se refieren a los principales hitos de la persecución a homosexuales que tuvo lugar en Argentina y de la cual el poeta neobarroso fue objeto. A continuación, revisaremos las estrategias de defensa que el poeta implementó en el marco de su labor como activista político. Con esto buscamos facilitar la comprensión de las principales apuestas ideológicas que signaron su acción política. El Frente de Liberación Homosexual fue creado en el año 1971 producto de la fusión de un grupo de intelectuales gays, seguidores del movimiento Gay Power originado en Estados Unidos, y el grupo Nuestro Mundo que funcionaba desde el año 1969 de manera informal. Esta agrupación, pretendía ser un espacio de interacción crítica capaz de promover cambios en la percepción que la sociedad tenía de los homosexuales. Con esta finalidad el Frente y, desde dos años antes, el grupo Nuestro Mundo, elaboraron boletines mimeográficos que fueron enviados a las redacciones de los medios de prensa y radiales de Buenos Aires en la espera de su difusión. Estos boletines tenían como objetivo sensibilizar a la comunidad con respecto a su causa. Perlongher sostenía, en su artículo Historia del Frente de Liberación Homosexual, que el surgimiento de este movimiento: “No sólo configura la reacción de la minoría homosexual ante una tradicional situación de opresión, que la dictadura militar instaurada en 1966 había llevado a extremos sin precedentes; también encarna el deseo de una minoría “esclarecida” – por decir así – de homosexuales, de participar en un proceso de cambio presuntamente revolucionario, desde un lugar en que sus propias condiciones vitales y sexuales pudieran ser planteadas” (Prosa 78) 56 Al interior del Frente, Perlongher, participó activamente en reuniones de información y reflexión, así como también, encabezando marchas, a pesar del carácter clandestino de la asociación. A poco andar, organizó un subgrupo denominado EROS que pretendió convocar a los integrantes del Frente que se identificaban con una línea radicalizada de extrema izquierda y de perfil intelectual capaz de abordar el activismo desde un punto de vista teórico y crítico en busca de nuevos horizontes y fundamentos para el movimiento en la observación de las experiencias y obras venidas de Europa y, particularmente, Estados Unidos, entre las que resultaban de gran interés para Perlongher las obras de feministas tales como Kate Millet y Shulamith Firestone. El ingreso de Perlongher al Frente tuvo lugar casi al mismo tiempo que su ruptura con el grupo Política Obrera (más tarde denominado Partido Obrero) en el que militaba desde su ingreso a la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires el año 1986, donde encabezó la célula del partido Política Obrera como miembro ejecutivo del cuerpo de delegados y como responsable de autodefensa. Las razones de su desvinculación del Partido Obrero estuvieron, básicamente, ligadas a la negativa del Partido a referirse abiertamente a la participación de homosexuales en sus filas, como Perlongher solicitaba. Su desvinculación del Partido Obrero le permitió consagrarse al frente donde además de haber organizado el grupo Eros, participó como cofundador del grupo Política Sexual y miembro del grupo editor de la revista Somos, que funcionaba como órgano de difusión de la organización donde fueron publicados algunos de sus primeros textos. Perlongher, participó encabezando numerosas marchas del FLH, entre las que destacan la realizada con oportunidad de la asunción al poder del gobierno Peronista en mayo de 1973 en la Plaza de Mayo (ubicada frente a la casa de gobierno argentino), así como también la manifestación de bienvenida al General Perón en junio del mismo año, recordada históricamente como La masacre de Ezeiza a causa del violento enfrentamiento que tuvo lugar entre partidarios y detractores del General. Lo anterior, más su aparición pública como militante homosexual en una entrevista realizada por el Semanario Así, de amplia difusión en Argentina, fueron poniendo a Perlongher en una situación de vulnerabilidad al irse convirtiendo en un blanco fácil para el control policial. El año 1975, su departamento en calle Libertad es allanado teniendo como 57 resultado una reclusión de tres meses en el penal de Villa Devoto acusado de posesión de estupefacientes para consumo personal. En una entrevista realizada el año 1985 por Osvaldo Baigorria, Perlongher habla de su experiencia de persecución: “Mira mucha gente se fue durante la época de la dictadura, porque era insoportable ser gay en la Argentina. Era cosa de salir a la calle y que te llevaran. Ni siquiera te agarraban porque hubieras tenido sexo con alguien; era por tu manera de caminar, por el pelo largo, por el look. Cuando te pedían documentos, hasta te preguntaban si eras soltero. Yo en realidad me fui en el ’81, o sea que me banqué los peores años. Y realmente fue un exilio, pero a la manera de esos exilios microscópicos, moleculares: la gente se va solita, o en pequeños grupos, sin asumir su condición de exiliados.” 31 (Papeles 274) En efecto, estas condiciones que afectaban a los miembros del Frente fueron extensivas a las intervenciones públicas que éstos se proponían, ya fuera difusión de boletines, reuniones o participación en marchas. Hacia el año 1973, luego de la muerte de Perón, en un clima de profunda inestabilidad social, las razzias contra toda manifestación ligada a la defensa de los derechos de las minorías políticas y/o sexuales, a cargo de grupos parapoliciales aumentaron dramáticamente. Perlongher, anota en su Historia del Frente de Liberación Homosexual: “A mediados de 1975, el semanario fascista El Caudillo – ligado al elenco gobernante – llama a acabar con los homosexuales y propone lincharlos, haciendo abierta referencia al FLH. En esos momentos, buena parte de los militantes y simpatizantes se alejan, proponiendo la disolución; empieza a cundir el terror” (Prosa 83) Muy poco tiempo después, la sede del FLH, en un hecho que precipitaría su disolución, es allanada por la policía mientras preparaban un acto de repudio a los propósitos homofóbicos defendidos por el Papa Paulo VI. Los hechos previamente descritos pretenden ilustrar el recorrido político de nuestro autor con el fin de presentar lo que, a nuestro juicio, representa uno de los pasajes de su experiencia de mayor importancia en la definición de su carácter poético. Su trabajo en el Frente, delineaba, de cierta forma, el comienzo de un derrotero vital y 31 Perlongher, Néstor en Baigorria, Osvaldo, “El espacio de la orgía” (entrevista) Papeles insumisos. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor, 2004. 58 escritural en el que la reflexión en torno a la sexualidad y la política ocuparían un lugar sustantivo. A continuación revisaremos algunos de los textos del autor con el fin de establecer cual es la forma en que las experiencias antes descritas son presentadas en su prosa. 2.2. Segundo estado de escritura: La racionalización de esta experiencia. Las manifestaciones concretas de la homofobia en su forma popular y anecdótica o de Estado y sistemática, fueron resentidas por Perlongher, así como por muchos de los homosexuales que durante la mayor parte del siglo XX no optaron o no pudieron adherir al lenguaje y forma de vida del ocultamiento de su sexualidad. Ante este escenario el poeta neobarroso optó por la movilización, la organización, la escritura y no el silencio. Como hemos visto, el interés gregario en él fue un motor que lo mantuvo en constante diálogo y discusión con camaradas del Partido Obrero o del F.L.H. y, por ende, con las carencias y apetitos que signaban los cuerpos de la realidad. La militancia fue una respuesta a la persecución y a la inquietud intelectual del autor que, como la escritura de ensayos y crónicas, representó una reformulación comprometida del terror al que se relegara su deseo. En esta línea, Perlongher comenzó a producir desde al año 1971 diferentes textos que pretendían ser el retrato de la persecución y el testimonio de los cuerpos perseguidos. En tono de informe y con ácida ironía, el poeta dejaba en evidencia la arbitrariedad y rigor con que eran aplicados los Reglamentos de Faltas y Contravenciones, elaborados con el fin de eliminar prostitutas y homosexuales. Estos textos, firmados con pseudónimo (Víctor Bosch o Rosa L. de Grossman), eran distribuidos en fotocopias durante las manifestaciones públicas del FLH con la finalidad de despertar una conciencia crítica en los lectores y promover la “derogación de los edictos antihomosexuales”.32 En un texto titulado Acerca de unos edictos, firmado con el pseudónimo Víctor Bosch publicado en la revista Persona el año 1982, Perlongher, describe el procedimiento de aplicación del Reglamento de Faltas y 32 Estos textos han llegado hasta los lectores actuales gracias al trabajo de recopilación de poetas tales como Reynaldo Jiménez, Adrián Cangi, Osvaldo Baigorria y Horacio González. 59 Contravenciones poniendo de relieve su naturaleza contradictoria, evidenciando cómo este desde su génesis constituía un atentado contra la dignidad humana y las libertades mínimas. En esta crónica, ilustraba como la aplicación de los edictos realizada por la policía prescindía de las instancias pertinentes a nivel judicial para determinar la privación de libertad: “El jefe de policía se constituye en Juez de Primera Instancia, sumaria y da condena, la cual sólo puede ser – teóricamente – apelada ante el juez de instrucción, – milagro infrecuente –. El hecho de que la apelación tenga que hacerse en la comisaría, sin intervención del abogado, quizás guarde relación con esta predisposición de los convictos a autoculpabilizarse, más sorprendente aún teniendo en cuenta que estas “contravenciones” son difícilmente comprobables” (Papeles 123) Perlongher, no sólo leía estos hechos como una manifestación del terrorismo de Estado, sino que entendía este fenómeno como una manifestación amplia de odio hacia la sexualidad no reproductiva y como un mecanismo de marginalización social. Sus escritos relativos a la represión policial mezclan la crónica, el testimonio, el ensayo e integran nociones psicoanalíticas, las que le sirven para leer el actuar policial y la homofobia en general como la sublimación de un deseo homoerótico reprimido. Esta lectura, se sustenta en la revisión del lenguaje cotidiano en el que Perlongher advertía referencias explícitas al sexo homosexual proferidas bajo la excusa del insulto, pues, como se ha ejemplificado previamente, la homosexualidad funciona como un campo referencial ampliamente negativo. En esta línea, las crónicas y ensayos como El sexo de las locas, Acerca de unos edictos, o Nena llevate un saquito, analizan la aplicación de los edictos sin perder de vista el lenguaje de la coloquialidad como sustrato de cristalización de deseos e ideas sancionados por las convenciones de la masculinidad. Reflexionando en torno a este lenguaje, Perlongher, desarrolla en el ensayo El sexo de las locas una reflexión de lo que él considera manifestaciones de la represión de flujos homoeróticos. Esta forma de entender ciertos pasajes del habla coloquial argentina, constituye una profanación polémica del lenguaje que funcionaría como un reducto masculino de protección del impulso homoerótico. Perlongher, pretendía con esta operación dejar en evidencia lo 60 que a su juicio constituía un velado pacto entre deseo de algo prohibido y la propiedad del habla de acercar dicho objeto sin ensuciar a quien lo refiere. En este sentido habla (jerga) y apariencia (vestuario) son puestas al mismo nivel como materias del encubrimiento. A lo largo de sus ensayos, el uniforme, ya sea policíaco o militar, funcionan como dispositivos de ocultamiento de un deseo de exterminio. De este modo, Perlongher ilustra el funcionamiento hegemónico de la apariencia y su propiedad de definir la libertad o la persecución de un hombre. Ya que, como se ha expuesto anteriormente, es el código del vestuario, el look, el que constituía ante el ojo policíaco de aquel entonces, la evidencia flagrante de las formas de vida reprobadas. En relación a la importancia de la apariencia, Perlongher, llegó a decir: “Es sabido que una mujer no debe sólo ser decente, sino aparentarlo” (Prosa 25). Esta sobrevaloración de la apariencia, aumenta en la época la paranoia de los códigos y la percepción del cuerpo y las maneras como elementos criminales que pueden, de una u otra forma, constituir evidencia que justifique, en la lógica del estado de excepción, la prisión y la tortura. En una carta escrita en Sao Paulo el 22 de septiembre de 1981 a su amigo Osvaldo Baigorria, Perlongher, expone hasta qué punto la represión policial había trastocado los diversos ámbitos de su vida, haciendo del terror un sentimiento que acompañaba su actividad política y escritura. Varias de las cartas retenidas en el volumen Un barroco de trinchera dan cuenta de las numerosas estrategias de ocultamiento de sentido que Perlongher practicó con el fin de confundir la censura a la que, aparentemente, era sometida su correspondencia. El siguiente fragmento, demuestra lo planteado a lo largo del último capítulo respecto a que el acoso policial y parapolicial influyó en la degradación de la vida de Perlongher no sólo a nivel de sus actividades políticas, sino también en el ámbito laboral y personal: “Ignoro qué de las innúmeras –poéticas– versiones sobre mi vida te han llegado: y tampoco me animo –me deprime sobremanera. A derramarte por esta vía (aérea) las lágrimas (desesperadamente literales) que sucesivas reclusiones y encontronazos con los azules –ojalá blues– me han arrancado: sólo baste decirte que entre febrero y abril he sido detenido tres veces –la primera de ellas, en Mendoza, apaleado, por el mero delito 61 de mis preferencias eróticas, o aún, por su suposición. Cada nuevo desliz –inevitable a pesar de mis innúmeras precauciones: pasaba la vida recluido en mi departamento y temblaba cada vez que tocaban el timbre- me arrojaba al marasmo de la depresión, a un incremento de la paranoia que abría de conducirme necesariamente a la extinción, -y física-. Amén de ellos desde julio del 80 que prácticamente no trabajo –la empresa que me contrataba quebró y quedó adeudándome honorarios tan suculentos como inexistentes. Y estuve seis meses luchando para cobrar algunos míseros pesos. Dilapidé entonces buena parte de mis ahorros sacrificadamente liados, y sometime a la degradación de venderme a mezquinas empresas por míseros jornales […] Ello en medio de un terror indescriptible: cuidándome de no cruzar la calle aquí porque estaba la cana allí, yendo al cine de tarde por temor a ser interceptado, sometido a una visita del poder en ocasión del trámite del pasaporte –que demoró 4 meses y me obligó a recorrer sombrías reparticiones a donde los abogados no pueden entrar, -absteniéndome de visitar los bares de la intellientzia por mi fragilidad –vehemente– ante las razzias, y perdiendo así todo contacto con la alicaída élite local –siendo todo, hasta mi humilde poemario austrohúngaro, pasando por mis riesgosas remisiones de informes sobre los pogroms antigays al Brasil y otros sitios del mundo, motivos de nuevos, renovados pavores. Que se reactualizan en ocasión de mi retorno, pues las cartas de mis amigos no me llegaron, y tampoco llegaron mis cartas a mi familia –señal de que algo raro ocurre.” 33 (Baigorria 52) En su ensayo Acerca de unos edictos, Perlongher, constata la reducción de libertades públicas en la forma de criminalización de la errancia y la apariencia. Para esto, el autor, expone los hechos a la luz de los textos que autorizan la detención y presidio sin pruebas, ni proceso, por parte de la policía y grupos parapoliciales bajo la excusa de prostitución, homosexualidad y ebriedad. Perlongher, se sirve de una mirada a la Historia y a la contingencia para desnudar los poderes que sustentan las estrategias del terror en su sociedad. En esta línea, sigue el recorrido del Reglamento de Faltas y Contravenciones, desde su aparición bajo el primer gobierno peronista y su mantención a través de las dictaduras que buscaron destruir el modelo político instaurado por Perón pero que, sin embargo, promovieron la vigencia de ese texto por ser afín a sus intereses y métodos. Lo anterior, se entiende, ya que ambas instancias políticas, el gobierno de Perón y la dictadura de la Revolución Libertadora (así como las que la sucedieron), se interesaron por la opresión 33 Baigorria, Osvaldo. Un barroco de trinchera, Cartas de Néstor Perlongher. Editorial Mansalva. Buenos Aires: 2006. 62 de ciudadanos y reducción de libertades públicas con el fin de arrastrar las manifestaciones de la sociedad a su mínima expresión y limitar el rol ciudadano a la esfera, estrictamente familiar y laboral, cumpliendo así la máxima peronista De la casa al trabajo y del trabajo a la casa. La búsqueda de Perlongher a través de un texto como éste era la de sintetizar elementos de índole testimonial, legal, política e histórica con el fin de exponer la dinámica de la violencia en su manifestación estatal. La ironía, en este caso, se utiliza para destacar en su denuncia los rasgos más brutales del problema y la transparencia de su lenguaje ejemplificador está al servicio de un didactismo que pretende ser activador de conciencias y buscador de adhesión. En el texto Por una política sexual, Perlongher, realiza una descripción comparada de la lógica de los reglamentos contravencionales en Buenos Aires, Mendoza y Córdoba, dejando en evidencia las diferencias existentes entre ellos, registrándose, por ejemplo, en Córdoba penas tres veces más importantes que en Buenos Aires por faltas similares. En este ensayo, interpreta el actuar de las policías como la manifestación de una verdadera política sexual de Estado que busca la negación del cuerpo y de la sexualidad. Según Perlongher, el interés de la policía por limitar la circulación y permanencia de los ciudadanos en las calles, respondía a una interpretación de la errancia como una manifestación de la libido. Al mismo tiempo, Perlongher, leía en estas prácticas represivas el ejercicio del machismo como una fuerza de dominación sobre los más débiles “mujeres, maricas y niños”. Para los dos primeros, hemos visto, la punición consistía en privación de libertad y la creación de una carpeta de antecedentes que los estigmatizaba bajo el rótulo de delincuentes. Mientras que para los niños se preveía la internación en reformatorios. Hasta el momento, hemos revisado algunos de los textos de Perlongher en los que su reflexión se concentra en las estrategias de represión de la homosexualidad. Dichos textos pertenecen a lo que hemos considerado el segundo estado de escritura de la poética de la consumación. A continuación, revisaremos otros textos de Perlongher en los que es posible apreciar nuevos antagonistas a su causa en lo que consideramos una reflexión amplia acerca de las políticas normalizadoras de la homosexualidad. En esta línea, el poeta prestó particular atención a la figura de la loca, particularmente perseguida y despreciada. Su función dentro del imaginario colectivo ha sido la de imagen paradigmática de la homosexualidad masculina, así como también, la de un 63 enemigo para los esquemas de la sexualidad familiarizada. Incluso en estructuras de defensa de los derechos homosexuales, como el Frente de Liberación Homosexual, se registraron elementos opositores a la participación de los homosexuales que respondían a este estereotipo por considerarlos incitadores de la homofobia. El poeta neobarroso, reconocía en esta presencia una sexualidad revolucionaria. Para él, la loca constituía un espacio de resistencia anticapitalista, opuesto a la, en aquel entonces, emergente identidad gay. Esta última representaba para Perlongher una nueva categoría de segregación de la homosexualidad y no una bandera o instancia de liberación como se creía, ya que el gay aparece “como un resultado de las políticas de reconocimiento y normalización social en torno a la homosexualidad” (Giorgi 170). En la lectura que nuestro poeta realizaba de esta corriente, advertía el riesgo de la validación de un gueto, es decir, que lo gay funcionaría, efectivamente, como un nuevo elemento integrado al entramado social, pero inserto en una categoría discriminada, es decir, el proceso de inclusión como instancia de perpetuación de las exclusiones. Para Perlongher la emergencia y establecimiento de la cultura gay constituía el traspaso de la lógica del capital a una sexualidad, hasta entonces, no domesticada y antisistémica por definición. En sus ensayos acerca del tema se puede percibir su visión de la homosexualidad como un flujo libidinal cuya manifestación concreta sería el nomadismo urbano, la salida de la familia. Caro era para Perlongher el verso de Lezama Lima “Deseoso es aquel que huye de su madre” utilizado como epígrafe en su poema Herida Pierna34 (Poemas 47). La manifestación concreta del deseo homosexual para el poeta neobarroso era la de una proliferación de cuerpos en constante desplazamiento por la ciudad en busca de otros cuerpos con los que concretar un pacto carnal. Perlongher, aspiraba a una práctica de la homosexualidad basada en la ciudad como un motor para el establecimiento de sus afanes deseantes. La ciudad, en efecto, representaba para él, el contexto propicio para la vivencia del carácter vinculante de la sexualidad, más tendiente a la lógica de la orgía que a la matrimonial, comunidad antes que dualidad. “La cosa tiene que ser más de confluencia que de sectorización” (Papeles 273) opinaba en una entrevista publicada el año 1985. En consecuencia, el esquema identitario gay venía a desestabilizar sus 34 Perlongher, Néstor. Poemas completos. Buenos Aires: Seix Barral, 1997. 64 aspiraciones como consta en el siguiente fragmento de una entrevista realizada por Enrique Symms: “[…] la nueva subjetivación gay le adjudica una cierta construcción de la personalidad que acaba siendo una vanguardia del individualismo. En eso es en lo que yo discrepo. La cultura gay impone una modelización bastante arbitraria, un tanto despótica del sujeto. Hay un modelo corporal, de cierto corte de pelo, ropa, etc., y así se avanza en el sentido de darle a esa identidad unos límites cada vez más estrictos. Eso no quita que los elementos políticos, y las reivindicaciones del movimiento gay no sean justas.”. (Papeles 296) Los valores promovidos por el movimiento gay eran percibidos por Perlongher como una amenaza en la medida en la que representaban una especie de instauración o promoción de una uniformización identitaria en miras a la familiarización de la homosexualidad, hasta entonces, ajena a la idea de pasar a formar parte de la sociedad mediante la participación en su núcleo basal. La vocación contestataria de Perlongher y su sed de libertad le harían advertir en el concepto de identidad el riesgo del sometimiento a un dispositivo de leyes que vendrían a imponer nuevos parámetros de control a una situación de excesiva hipervigilancia. La identidad, dialogando con Foucault, era definida por el poeta como el: “resultado de entrecruzamientos manipulativos; lo que Foucault denominaba microdispositivos de poder. El poder atraviesa la realidad social y lo que se establece son relaciones de poder entre todas las fuerzas. De la resultante de ese entrecruzamiento sale determinado tipo de sociedad y de sujeto. Ahora estamos en el tiempo de hacer desaparecer ese sujeto: blanco, heterosexual, cuerdo. Los nómades, por ello, son policiados. El sólo hecho de estar vagando por la ciudad es un delito.” (Perlongher, Papeles 298) Su experiencia propia como objeto de la persecución le llevaba a reaccionar con mucha cautela frente a las nuevas modas de la promoción identitaria. En ellas, Perlongher, reconocía nuevos parámetros de segregación y penalización. La emergencia de un rasgo o carácter identitario representaba la amenaza de la transgresión de una nueva regla. Ante la criminalización sistemática de los cuerpos que no respondían a la 65 convención identitaria, Perlongher observaba: “Se intenta hacernos creer que hay una ley que nosotros transgredimos, esa actitud disidente no debe ser vista estrictamente como una transgresión, sino como un indicio de la mutación en la subjetividad.” (Papeles 297) La homosexualidad en la reflexión de Perlongher es concebida como un flujo libidinal sistemáticamente reprimido bajo una amplia gama de dispositivos de control. En primer lugar, se ha visto el ejercicio de su exterminio por medio de la aplicación de tortura y encarcelamiento por parte de la policía producto de la invocación que ésta hacía de los edictos contravencionales, protocolos de persecución de la homosexualidad tendientes a la instauración de un régimen de sexualidad familiarizada y reproductiva. En segundo lugar, se advierte la amenaza desde un frente interior, de parte de otros homosexuales que adhirieron a la lógica capitalista mediante su aplicación en la homosexualidad, hasta entonces, extrasistémica. La persecución en este caso se realizaría mediante la promoción de un corsé identitario con la consecuente segregación de los cuerpos no adscritos a sus ideales estéticos y conductuales. A los dos dispositivos de eliminación ya vistos, constatables en la reflexión perlonghereana, debemos sumar el proveniente del campo médico, el sida, que representaba para Perlongher un factor de regresión en las políticas de normalización homosexual promovidas por el movimiento gay, ya que la asociación sistemática entre homosexualidad y sida redundó en una indistinción entre ambas. Perlongher sostenía, en su libro El Fantasma del sida, “en el caso del sida, esta construcción fue estudiada inicialmente en homosexuales, comenzó a ser buscada insistentemente en homosexuales y, naturalmente, fue encontrada en homosexuales. A partir de allí se estableció una relación inequívoca entre sida y homosexualidad”. Entonces, la enfermedad representaba para Perlongher la vuelta a su sitio de una fuerza deseante profundamente contraria a las conductas regulatorias de la sociedad occidental y, en términos generales, profundamente antisistémica. En esta línea, Perlongher comprendía la promiscuidad como un espacio de resistencia donde era posible la evasión del dispositivo de sexualidad reproductiva en el que se fundaba la lógica social. Perlongher, dedicó a este tema un libro de divulgación, dirigido a un público amplio, que se tituló El Fantasma del sida, en el que pretendía dar a conocer una mirada no estigmatizante de la enfermedad en lo que venía a representar una posición 66 cuestionadora de las perspectivas con que, hasta entonces, en el contexto general se abordaba el tema. Perlongher consideraba que detrás de la designación de la homosexualidad como principal responsable de la extensión de la enfermedad, estaba la creciente medicalización de la sociedad, la ascensión de la asepsia como una deidad en cuya pleitesía, nuevamente, la homosexualidad era relegada a la marginación y destrucción. El sida fue, en efecto, una respuesta de eliminación fulminante a lo que parecía ser un incipiente camino de liberación para los homosexuales. El Fantasma del sida, constataba la desmedrada situación de la homosexualidad por medio de un análisis profundo que cuestionaba el modelo de sexualidad que el dispositivo de la enfermedad indicaba. Al mismo tiempo, constituyó una invitación a leer, bajo el terror de la profilaxis y dinámicas de exclusión, la continuidad de la vida bajo el signo del deseo como fuerza generadora, productiva y mecanismo de transcendencia comunitaria: “La vida no se mide apenas, como quiere la institución médica, en términos de prolongación de la sobrevida (o de la agonía), sino también en intensidad de gozo. No debería ser la dimensión deseante renegada, si es que se trata de salvar la vida.” El poeta neobarroso, intentaba realizar un llamado a no dejar domesticar la fuerza del deseo por el miedo a la represión y a la enfermedad que llevarían, en la desproporción de su control, a la desaparición de la homosexualidad: “Hay para las poblaciones amenazadas, un riesgo real – que no debe ser, con todo, sobrestimado -. Se trata, tal vez, de un inestable compromiso entre el riesgo y el gozo, sujeto a los vaivenes del deseo. Esa afirmación del deseo no debería ser vivida (como quiere la histeria higienista) con culpa y mala conciencia, sino con alegría. Sería paradójico que el miedo a la muerte nos hiciese perder el gusto por la vida.” 35 (El Fantasma 45) Si los edictos promovían la idea de la homosexualidad como un acto criminal, la ascendente medicalización la instalaba como una amenaza a la salubridad común. Esta situación venía a enriquecer el imaginario del fin ligado a la homosexualidad, pues a la idea de incapacidad reproductiva se sumaba la amenaza del contagio lo que estigmatizaba a la homosexualidad bajo el doble signo de la anulación procreativa y la amenaza de sobrevivencia. La selección y publicidad del rostro del homosexual como 35 Perlongher, Néstor. El fantasma del SIDA. Buenos Aires: Editorial Puntosur, 1988. 67 rostro de la enfermedad del sida operada por los medios de comunicación y las campañas públicas de prevención volvía a instalar la homosexualidad en los imaginarios del exterminio, existía con esto una nueva razón para validar su posición de homo sacer. Acerca de las prácticas de eliminación de homosexuales reforzadas en los tiempos de mayor pánico con respecto al sida, Perlongher, sostenía “Tal vez tanta insistencia en la prevención, ante la ausencia de tratamientos eficaces, incite a algunos hombres armados a acciones más enérgicas. Las truculentas razzias contra los gays paulistas pueden dar una idea de la peligrosa mezcla entre enunciados médicos e interpretaciones policiales. También la sucesión de ametrallamientos contra travestis a lo largo de 1986, atribuidos por la misma policía a supuestos enfermos de sida deseosos de venganza, pero destinados en verdad a expulsarlos de las calles mediante métodos más directos que el simple miedo a la enfermedad, se inscribe en el recrudecimiento de la violencia contra los disidentes eróticos al amparo del fantasma del sida” (El Fantasma 52) Cinco años después de la publicación de El Fantasma del sida escribió el ensayo La desaparición de la homosexualidad en el que su reflexión parecía constatar una derrota, la del deseo frente a la aparente efectividad de la mecánica de control y muerte del sida. En este ensayo se considera la idea del final del cuerpo homosexual, al cabo de innúmeras resistencias y sobrevivencias. Luego del terrorismo de Estado y los dispositivos de domesticación de la mano del gay power, el sida venía a representar el golpe de gracia para la homosexualidad, el declive definitivo posterior al marcado ascenso de la liberalidad que marcara la década de los setenta desde su aparición en Estados Unidos pasando por sus relecturas latinoamericanas. Perlongher, retrataba esta situación de la siguiente manera: “Un declive tan manso que si uno no se fija bien no se da cuenta es el de la homosexualidad contemporánea. Porque ella abandona la escena haciendo una escena patética y desgarradora: la de su muerte. Debe haber algún plano – no el de una causalidad – en que esa contigüidad entre la exacerbación desmelenada de los impulsos sexuales (“verdaderos laboratorios de experimentación sexual”, diría Foucault) y la llegada de la muerte en masa del sida, algún espacio imaginario, o con certeza literario, donde esa contigüidad se cargue de sentido, sin tener obligatoriamente que caer en fáciles exorcismos de santón. Sea como fuere, hay una coincidencia. Cabrá a los 68 historiadores determinar la fuerza y la calidad de la irrupción morbosa en el devenir histórico, comprenderlas. A los que ahora la sentimos no se nos puede escapar la siniestra coincidencia entre un máximo (un esplendor) de actividad sexual promiscua particularmente homosexual y la emergencia de una enfermedad que usa de los contactos entre los cuerpos (y ha usado, en Occidente, sobre todo los contactos homosexuales) para expandirse en forma aterradora, ocupando un lugar crucial en la constelación de coordenadas de nuestro tiempo, en parte por darse allí la atractiva (por misteriosa y ambivalente) conclusión de sexo y muerte.” (Prosa 85) En este ensayo hacía referencia a la truculencia con la que ciertas campañas de salud mostraban el cuerpo de los enfermos de sida bajo la excusa de la prevención. Nuevamente, el cuerpo homosexual, tal como en el caso de la muerte ejemplificadora, observado en numerosos crímenes de homosexuales, resulta un cuerpo de excepción que no accede a los códigos de ritualización de la muerte, sino que, por el contrario, es tratado con un fin utilitario, de prevención por medio de la exageración de los efectos de la enfermedad en sus estados terminales. En este ensayo, Perlongher, constata el exceso de una forma no culposa que, en ciertos casos, antecedía al contagio del virus. Esto pretendía incitar la reflexión en torno al tema del sida y sus efectos como un fenómeno cuya amplitud restaba entonces por ser conmensurada y tratada, eficazmente, desde un punto de vista filosófico y humanitario. En este contexto y estando ya radicado en Sao Paulo, el poeta comenzó una profunda y comprometida investigación, particularmente, centrada en el comercio sexual del sector Boca do lixo. Aplicando la perspectiva investigativa de la observación participante, el poeta neobarroso e investigador del programa de maestría de la Unicamp (Universidad de Campinhas, Brasil) se instaló a vivir en el sector de mayor afluencia de trabajadores sexuales. Su investigación, definida como de tipo exploratoria, descriptiva y cualitativa, se desarrolló entre marzo de 1982 y enero de 1985, período durante el que elaboró y aplicó entrevistas a prostitutos, a quienes también acompañó sumándose al concierto de cuerpos en la deriva deseante. Este acercamiento tenía como objetivo establecer una tipología de los cuerpos que constituían la oferta y la demanda de la prostitución masculina, así como también, profundizar en el conocimiento de los mecanismos de producción del goce. Su afán por establecer tipologías de una materia tan escasamente abordada como el comercio sexual homosexual, se caracterizó por tomar como centro de su reflexión 69 las cualidades del deseo que las motivaba, contrariamente a la tendencia general que había tendido a basar su observación en las manifestaciones externas de dicha sexualidad, tales como la vestimenta o comportamientos aislados. Por otra parte, su investigación relativa a los mecanismos de producción del goce sexual en el gueto gay paulista le llevó a comprender el deseo como una dinámica de derivas en la que la búsqueda de placer radicaba en la trasgresión de los espacios físicos y socioculturales predeterminados al individuo por factores tales como edad, clase, raza y género. Dicha comprensión fue desprendida de las convergencias observadas en el ámbito del comercio sexual donde los clientes solían buscar una salida de sí, entendida como una salida de las convenciones que regían su estilo de vida y, por extensión, sus modalidades de delectación erótica. Es así que, a menudo, podía constatarse la consumación de transas entre clientes y prostitutos de muy distinto origen cultural, socio económico y racial. A este respecto, Perlongher, apuntaba: “El mecanismo de producción de ese goce recorre caminos bastante alejados de la imagen arcádica del placer. Pero lo interesante es precisamente ese recorrido del deseo. En el circuito de la prostitución de los muchachos, el deseo parece recorrer (agenciar) todas las series: la serie de la edad, la seria de clase, la serie de raza y la de género. Inventa, exacerba, finge, simula las diferencias entre los compañeros, las exalta y juega permanentemente con su disolución, con su confusión, entra la pasión y la muerte.” 36 (El Negocio 221) La investigación por la que obtuviera su diploma de maestría fue publicada el año 1987 bajo el título O negócio do michê. Prostituição viril em São Paulo por Editorial Brasiliense. Este texto vino a engrosar el ya rico trabajo que Perlongher realizara en torno a la sexualidad homosexual, particularmente la relativa a los intercambios clandestinos y reprimidos por una densa trama de mecanismos de marginación. La dinámica del deseo, ya compleja en su realización familiarizada, adopta rasgos de inesperado atavismo cuando esta se realiza en el marco de un pacto tarifado. Perlongher, se interesó por dicha dinámica, particularmente, por su manifestación callejera en los sectores de mayor vulnerabilidad social de Sao Paulo donde observó la proliferación de prostitutos que ostentaban una apariencia 36 Perlongher, Néstor. El negocio del deseo. La prostitución masculina en San Pablo. Buenos Aires: Paidós, 1999. p. 221 70 hipervirilizada. Estos últimos, representaban para Perlongher una especie de tipología sexual opuesta a la figura del travesti, en el que los rasgos expuestos responden a la exageración del estereotipo femenino. Observó, además, que estos trabajadores sexuales realizaban un trabajo de teatralización de carácter hiperbólico de los rasgos masculinos con una finalidad comercial. La figura del michê ocupa, en efecto, el principal foco de atención, al mismo tiempo que funciona como el punto de inflexión de las distintas tipologías prostibulares y sexuales descritas con gran habilidad por Perlongher en su obra El negocio del deseo. Lo anterior, fue realizado sin perder de vista el enfoque antropológico social que inspiraba su trabajo donde da cuenta, más allá del trabajo de taxonomía humana, de la consistencia y avatares del deseo que dirigía a dichos cuerpos, así como también, su evolución a menudo marcada por disfuncionalidades emotivas y sociales. La inclusión de este tema dentro de nuestro estudio, pretende demostrar cómo el esquema de la consustancialidad bio-bibliográfica, propuesto a lo largo de nuestro trabajo, puede también ser aplicado al trabajo que Perlongher realizara como investigador. Esto debido a la implicación corporal del autor en la investigación mediante un enfoque de observación participante. A continuación, revisaremos la manera en que la experiencia de deriva corporal del poeta neobarroso, en el marco de su investigación de corte antropológico social, sufrió un proceso de racionalización similar al realizado con su trabajo como activista de los derechos homosexuales. Veremos, también, hasta qué punto su trabajo en el activismo representó una especie de prehistoria del posterior proceso investigativo. Ambos espacios de acción y pensamiento, la calle de la protesta activista y la calle de la prostitución, fueron contextos de una experimentación corporal que consideró, como punto cúlmine de trascendencia, su traducción a la escritura. La operación de traspaso de experiencias vividas en escenarios de marginación a una escritura de formato ensayístico y difusión científica definen a Perlongher como nexo entre dos mundos, a menudo, más distantes de lo apropiado como son el sustrato real y callejero de nuestras sociedades y la academia de las grandes abstracciones. Puede considerarse que, rara vez, existe investigación sin una escritura simultánea o posterior que resulte soporte de su difusión. Desde tal punto de vista, no resultaría novedoso el recorrido de Perlongher desde la observación participante hasta la 71 publicación de su El negocio del deseo. Sin embargo, al observar de un modo global los objetos de su interés y el grado de implicación en la realización de los mismos, advertimos el mérito particular de constituirse como una voz que, desde la dispersión corporal y una cierta degradación moral, logra adherir a un lenguaje académico del todo alejado de los lenguajes que confluyen en el campo de aplicación de sus metodologías. A nuestro juicio, en el caso de Perlongher, la experimentación vital que suponemos subyace a cada uno de sus textos representó un riesgo de dispersión existencial importante en que los parámetros de su individualidad fueron puestos en cuestión. Por lo tanto, las escrituras que revisamos a lo largo de nuestro estudio pertenecen al selecto rango de una redacción desde la inmolación, escrituras que, en su arrojo intelectual, constituyen un trance corporal. Consecuentemente, el proceso de inscripción de la situación en la literatura que sirve de andamiaje a la poética de la consumación perlonghereana debe ser entendido como los hitos de intensidad que van dejando impresa la fluctuación de una sobrevivencia. La transa entre michê y cliente, así como el escenario donde este pacto acontece, son retratados en el trabajo de Perlongher con la paleta de lo clandestino y potencialmente letal. En este sentido, el poeta vuelve sobre la filiación estrecha entre sexualidad y violencia, advertida ya en sus libros de poemas y ensayos. Nos habla de la violencia que la corporización del deseo comporta y también de la violencia potencial que radica cuando oferta y demanda se encuentran en el ámbito de las realizaciones corporales: “michê vende a pedido reciedumbre, espontaneidad, animalidad de clase baja”37 (El Negocio V) delineando así el objeto del deseo. Estas características presentadas como propias del michê serían la resultante de un proceso de caracterización que tendría la finalidad de responder al estereotipo sexual más cotizado en el comercio sexual callejero (al menos en el Sao Paulo de la época en la que Perlongher desarrolló su investigación). Dicha teatralización, basada en sobreexposición de rasgos de la virilidad constituye para Perlongher un sofisticado constructo de seducción que sólo reditúa en la medida en que el cliente logra creer en la veracidad de sus rasgos que, como se sabe, son impostados. El investigador, nos indica que el michê se vende como un heterosexual a la clientela homosexual. La credibilidad de su performance, el grado de realización de su impostación está en directa relación con la 37 Cita de Echavarren, Roberto extraída de “Prólogo” en Perlongher, Néstor. El negocio del deseo. La prostitución masculina en San Pablo. Buenos Aires: Paidós, 1999. p. V 72 cantidad de dinero retribuida. En consecuencia, el desafío del michê está determinado por su adscripción a un estereotipo, frecuentemente opuesto a la manifestación de su naturaleza sexual. La transa sexual responde a un contrato tácito de mantención de un modelo estereotípico de apariencia y comportamiento que suele romperse desencadenando tensiones y violencia: “[…] El carácter permanentemente frágil del contrato – entendido éste como la ordenación de un sistema de prestación entre prostituto y cliente –, que parece “hecho para ser transgredido”. En el límite, el desencadenamiento de la violencia está de alguna manera previsto (y fantaseado) en cierta “pasión por el riesgo” que enmaraña los laberintos del negocio y ronda los discursos de los protagonistas.” (El Fantasma 226) Lo anterior, pone el acento sobre la tensión entre lo aparentado y la verdad, siempre dinámica e inasible, del deseo entendido magma deseante que tal como la erupción volcánica emerge violentamente desde su contención para ganar la superficie y arrasar todo cuanto halla a su paso. Esta metáfora, particularmente caricatural, pero útil a la explicación, permite establecer la invalidez de la aplicación del concepto identidad al ámbito de la sexualidad. Este tema ya revisado por Perlongher en su reflexión acerca de lo gay vuelve a resurgir, con renovado brío, en la reflexión en torno a la compleja sexualidad del michê. En este caso, observamos la manifestación de una identidad que es móvil, artificial y utilitaria, entonces ¿Cuál es el deseo del michê? (se pregunta Perlongher), posiblemente un deseo que, lejos de la concepción identitaria como un corsé uniformador de la conducta, muta, permanentemente, entre el éxtasis y la degradación, entre la impostación y la concreción de sus aficiones eróticas. Perlongher, apuntaba en su estudio a este respecto: “Los riesgos de trabajar con la noción de identidad en el campo de la prostitución viril no son sólo teóricos, sino empíricos: Guimaraes (1977) enfrenta esas dificultades en su tesis sobre los entendidos de la clase media de Río de Janeiro, cuando intenta definir la “identidad socio-sexual” del michê. La paradoja es que el michê se caracterizaría, en un primer lugar, por el hecho de ser “considerado heterosexual”–aunque su práctica concreta en la instancia de la prostitución sea técnicamente homosexual–; y en segundo lugar se destaca el “significado simbólico” otorgado a su condición de activo en el intercurso anal –lo cual no le impediría eventualmente cambiar de posición al momento de la relación concreta, a cambio de una retribución mayor–.”(El Fantasma 174) 73 Estas consideraciones y testimonio, dan cuenta de un acotado campo de acción donde, se comprueba la inutilidad de un concepto fuertemente extendido en la sociedad occidental, como es el de identidad, y en cuyo nombre se aplican aún numerosas sanciones y exclusiones. El deseo tal como se presenta y analiza en El negocio del deseo constituye un arma corrosiva de las modalizaciones de género promovidas por la sociedad burguesa y los dispositivos concomitantes, tales como la moral judeocristiana, la asepsia clínica, la escuela y la disciplina militar. Perlongher, centra su interés como investigador en un objeto que le permite comprobar la inutilidad técnica de los mecanismos de regulación y coerción sexual, o mejor aún, su concomitancia con las manifestaciones indeseadas. Perlongher, considera al mercado sexual como el espacio de pérdida de todo parámetro identitario: “Esta escena tiene algo de carnavalesco, en el sentido bajtiniano del término. Las clases sociales se mezclan en una diversidad heteróclita: “maricas” más maduros, vestidos con camperas de cuero y jeans caros, acosan –a veces desde su coches – a muchachitos humildes, salidos de los estratos más bajos. La diferencia entre ambos es brumosa” (El Fantasma 41) Como puede verse, el caso del michê ilustra la utilización instrumental realizada con los rasgos identitarios de una masculinidad para armar. Los michês se sirven de los clichés de la virilidad y los utilizan como un maquillaje, una prótesis, para construir una imagen que en su logro y particularidad pasará a ser tasada y dispuesta en el mercado de la carne. Como se ha dicho previamente el mercado sexual representaría un escenario privilegiado para observar la sexualidad como un permanente deseo de salida de sí, razón por la cual el michê otorga a la amplia gama de sus diferencias el precio que ameritan en la vitrina callejera: “De alguna manera, el precio de la prostitución en el campo homosexual puede ser pensado como la expresión de una diferencia de valor básicamente categorial; las diferencias de valor sexual entre los cuerpos remiten a un sistema de nomenclaturas que no dejan de proliferar. En el gueto paulista, ese sistema de nomenclaturas no es homogéneo, pero está “fracturado” por el choque y la mixtura de dos sistemas globales de clasificación: uno arcaico, jerárquico, popular (loca/macho) y otro moderno, igualitario, pequeño burgués (gay/gay). Se configura así una masa inestable de referencias “identificatorias”, un campo de fuerzas atravesado por tensiones, por vectores de circulación que buscan orientar al sujeto en el enmarañado de los cuerpos. Esos tensores –de atribución de valor y de distribución en el código categorial– serían 74 básicamente tres: el género, la clase, la edad; y el más “oculto”, la raza. La operación de la prostitución constituiría centralmente en una traducción de esas tensiones de distribución “deseante” al plano directamente económico. Los michês operarían en esa zona de traductibilidad, remitiendo las intensidades libidinales a cantidades monetarias.” (Perlongher, El Fantasma 223) De este modo, se enfrentan los deseos en una interacción de impostaciones y simulacros: el deseo de cierto tipo de hombría, hiperbolizada, enfrentado al deseo de cierto tipo de dinero (el que se gana mediante servicios sexuales). Esta interacción constituye un escenario triunfal para la destrucción de la hegemonía identitaria. El recorrido que Perlongher ha realizado a lo largo de su investigación constituye un panorama bastante rico y complejo de los escenarios que, secretamente, la sociedad a dispuesto y promovido, más allá de toda represión aparente, haciendo gala de la “extraordinaria eficiencia de las sociedades humanas para garantizar que algo tan polimorfo y perverso como el deseo sexual finalmente se constituya, en la gran mayoría de los individuos, de forma tal que terminen deseando lo que es socialmente deseable.”38 (El Negocio 13) La reflexión sobre la prostitución masculina, desde el punto de vista de los deseos que la instituyen y sustentan, representa, en el marco de la obra de Perlongher, un estadio más en su atención, casi obsesiva, a la problemática homosexual. Dicha atención lleva el signo de la investigación por la experimentación, ya que se trata de materias aún no incluidas en los anaqueles de las bibliotecas oficiales. El poeta neobarroso se abocó al descubrimiento de aquello que, aunque cercano y transversal a nuestras sociedades, ocupa aún los patios sombríos del rechazo y lo residual. Por responsabilidad o inclinación natural, Perlongher, fue por ello para ponerlo en el primer plano de su escritura. En el recorrido reflexivo que Perlongher realiza por el tema de la homosexualidad y los flagelos que, históricamente, fueron sus amenazas, se puede apreciar que su opción por este tema es consecuencia de una persistente búsqueda de formas de reverberación intensiva. En el texto La desaparición de la homosexualidad, (texto que lleva el inequívoco sesgo de la despedida) Perlongher apunta que la llegada de “la muerte masiva favorece que se busquen otras formas de reverberación” (Prosa 38 Fry, Peter. “Prefacio” en Perlongher, Néstor. El negocio del deseo. La prostitución masculina en San Pablo. Buenos Aires: Paidós, 1999. 75 90) lo que demuestra que el cuerpo del autor estuvo al servicio de una vida entendida como un laboratorio de experimentación sensorial. A través de esta revisión de los textos en los que Perlongher despliega su conciencia crítica con respecto a las formas de la represión contra las minorías sexuales, hemos intentado demostrar la forma en la que hechos importantes de su experiencia personal y política pasaron a formar parte de un proceso de racionalización de la experiencia en la forma de ensayos críticos. Esta dinámica de inscripción del sujeto en la literatura mantiene una relación de consonancia con las consideraciones de Enrique Lihn, expuestas previamente, que indican el compromiso que la escritura perlonghereana mantuvo con el contexto histórico de su enunciación. La escritura de ensayos del autor neobarroso mantendría, en consecuencia, un diálogo intenso con su situación por medio de una interacción con la multiplicidad de discursos propios de su época, entre los que destacan su cercanía con el discurso político, histórico y sexual. 2.3 Tercer estado de escritura: Reformulación poética Hasta el momento hemos revisado los antecedentes de la labor política y el activismo desarrollados por Perlongher en Argentina durante la década de los setenta y ochenta, así como también, las manifestaciones que aquella lucha adoptó en la prosa del autor. Tanto en estilo de crónica como de testimonio, Perlongher, puso su propia experiencia al servicio de la denuncia en lo que, según nuestra metodología de análisis, representaría la racionalización de su experiencia en tanto que activista homosexual. En este punto de nuestro estudio, nos interesa observar la reformulación poética de los dos estados hasta ahora descritos, Experiencia y Racionalización de la Experiencia en su prosa. Esto nos permitirá observar cómo este proceso da lugar a un trasvasije de los hechos y las causas de una vida en la poesía. Con este objetivo, revisaremos, en primer lugar, dos poemas en los que se constata la explotación de una textualidad de base relativa a la problemática homosexual, particularmente en términos de persecución y represión en donde se da cuenta de una determinada situación a través de la inclusión de signos de la personalidad, máscaras de la identidad biográfica que buscan, parafraseando a Lihn, por una suerte de engolfamiento del lenguaje en sí mismo 76 dar cuenta de una situación, que representa un diálogo amplio con los lenguajes y discursos sensibles a la causa del autor.39 En primer lugar, revisaremos el caso del poema Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco40, uno de los poemas escritos por Perlongher durante el tiempo de la militancia, precisamente en el año 1973. Es un poema en el que pueden advertirse ecos de lo que podríamos considerar los elementos básicos de la experiencia de persecución y criminalización del deseo descrita en las páginas precedentes: “Defensa de los homosexuales de Tenochtitlan y Tlatlexlolco Mientras los homosexuales se acarician en los baños viejas arpías hilan largos largos echarpes en lo alto de las ciudades coloquian en torno a grandes lavarropas azules sobre la representación de las tragedias griegas y los principios de la catarsis mientras que sus maridos los aztecas cazan en sus oficinas para los sacrificios de la cena los canarios duermen la siesta de los gusanos. Cuando les sea concedido el derecho a la caricia – qué cosas éstas – saldrán de sus baños subterráneos con humeantes tazas de té entre las manos en donde proyecten celestes espacios aires istmados de sofocantes islas tropicales pobladas de dulces nativos cimarrones devastados tímidos por el inexplicable ataque de /los cañones ingleses, inexplicable! rostros en donde la solitaria humedad de los caracoles socialmente oprimidos ha cultivado tristes flores de afeite 39 El presente comentario de textos poéticos tiene por objetivo la demostración de la aplicabilidad del esquema de consustancialidad bio-bibliográfica y no pretende hacerse cargo en profundidad de las principales riquezas y apuestas de la poética perlonghereana. A dicha labor, dedicaremos la segunda y tercera parte de nuestra investigación. 40 Poema publicado en febrero del año 1974 en el N°2 de la revista Somos, revista de difusión del Frente de Liberación Homosexual. Este poema no fue publicado en ninguno de los libros que Perlongher publicara en vida. Fue incluido en Papeles Insumisos. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor, 2004. 77 y labrado el sudor desfiladeros de baba en torno a sus pupilas lluviosas como la conmoción del mar en los acantilados de Escocia tal vez -como quien desconoce el placer de los besos en los parques soleadosquizás -como quien desconoce el placer de los besos en los parques soleadoscontemplan ásperamente desde sus colchones fermentados de ácidas rancísimas /emanaciones con la indiferencia de las viejas perras sorprendidas en los zaguanes acostumbradas como están a ver morir a sus hijos ahogados en las ollas de guisado donde las mujeres de los aztecas resuelven los sacrificios de la cena. Es demasiado tiempo porque las Plazas de Toros están repletas si descubrieran a un marica lo mandarían a las cuadras donde los grandes campeones no pueden entender –qué cosas éstasla proyección de celestes espacios aires istmados de sofocantes islas tropicales pobladas de dulces nativos cimarrones devastados tímidos por el inexplicable ataque de /los cañones ingleses, inexplicable! como la proliferación de las agencias matrimoniales y los hoteles alojamiento / /protegidos por el Estado cuyos policías recorren las cerraduras en busca de víctimas expiatorias para los templos del brazo de sus amantes las princesas rusas mientras los homosexuales se acarician en los baños tienden sus cálidas manos hacia los villancicos de amor de las campiñas sus gordos ojos sueñan sueñan las islas bellas extrañas islas inexistentes subjuntivas donde se mimetizan con los plumajes / /exóticos de grandes aves lujuriosas injustamente perseguidas que abandonan durante la noche los zoológicos sitiados las fortalezas las ciudades sitiadas que defienden los aztecas.” (Papeles 34) En este poema, se percibe el encuentro sexual como instancia de clandestinidad y evidencia culposa. Esto se desprende de la oposición presente en el poema entre un lugar de realización del deseo interior-protegido: baños subterráneos, caparazón de “caracoles socialmente oprimidos”, habitaciones cuyas cerraduras recorren los policías 78 del Estado, y un exterior percibido como un espacio utópico de realización del deseo homoerótico: “como quien desconoce el placer de los besos en los parques soleados”. El exterior es presentado, al mismo tiempo, como un lugar desprotegido y escenario potencial de ajusticiamiento: “si descubrieran a un marica lo mandarían a las cuadras”, a las Plazas de Toros que están repletas. La oposición interior-exterior, clandestinidad como espacio de protección y exterior público como espacio riesgoso, guarda relación con los rasgos más característicos de la represión contra los homosexuales. Por esto, este poema parece constituir la reformulación poética de la hipervigilancia que caracterizaba el espacio exterior, la vía pública. El Reglamento de Faltas y Contravenciones en Argentina, al igual que otros dispositivos pseudo legales en el resto de los países de Latinoamérica, criminalizaron el deseo homosexual dejando como puntos ciegos de su control espacios tales como baños públicos, saunas o cines. Como hemos visto, el poema construye una vinculación entre los espacios de represión y evasión de esa represión. Al mismo tiempo, realiza una transposición de los antecedentes históricos de la homofobia, mediante la asociación de referencias a la cultura prehispánica y la cultura contemporánea ligadas a actos de punición de la homosexualidad. Observemos esta operación en los siguientes versos: “mientras que sus maridos los aztecas cazan en sus oficinas para los sacrificios de la cena” “acostumbradas como están a ver morir a sus hijos ahogados en las ollas de guisado donde las mujeres de los aztecas resuelven los sacrificios de la cena.” “grandes aves lujuriosas injustamente perseguidas que abandonan durante la noche los zoológicos sitiados las fortalezas las ciudades sitiadas que defienden los aztecas.” (Papeles 35) Podemos apreciar en estos fragmentos el enfrentamiento de dos épocas, la prehispánica y la contemporánea. Esta conjunción temporal es posible gracias a que elementos referentes a las distintas épocas mencionadas participan en la continuidad de la acción. La noción oficina es susceptible de ser considerada como propia de la actualidad, mientras que los aztecas cazan es una referencia restringida a un tiempo 79 anterior a la conquista española. Resulta interesante destacar que, en ambas épocas, habría persecución y sacrificio de los homosexuales presentes en el texto por medio de los siguientes apelativos: caracoles socialmente oprimidos, marica, grandes aves lujuriosas injustamente perseguidas. Este paralelo entre épocas tan distantes permite traspasar la idea de que dichos intercambios han sido sistemática e históricamente perseguidos generando espacios, interiores y secretos, para la concreción de su deseo. En efecto, existen antecedentes históricos que indican que la cultura Mexica, desde sus discursos oficiales, mantenía una relación persecutora del homoerotismo y particularmente, de la sodomía que era castigada con la horca. A diferencia de otros grupos indígenas en los que la ambigüedad del hombre era entendida como el producto de la convivencia de dos espíritus en un mismo cuerpo, cualidad altamente apreciada en las personas que desempeñaban el trabajo de chamán al interior de las comunidades. Este poema busca crear una conciencia de la omnipresencia geográfica e histórica de las políticas de represión de las manifestaciones homoeróticas, mediante la configuración de un espacio clandestino para dichos intercambios y un espacio temporal abarcador que perpetúa dichos contactos en términos de clandestinidad. Podemos apreciar, además, que el poema opone la imagen de los encuentros homosexuales clandestinos, entendidos como resultado de las políticas de represión de dicho deseo, con la imagen de la familia coherente con los ideales reproductivos. De este modo, se observa la representación de la esposa y el esposo en relación con el lavarropa y la oficina, respectivamente, como indica el estereotipo de la familia burguesa. El punto de reunión de esta pareja en la que los roles se distribuyen como la mujer-ama de casa y el hombre-proveedor, es la cena que representa además el contexto del sacrificio del homo sacer. Esta oposición es enriquecida con la siguiente mención “como la proliferación de las agencias matrimoniales y los hoteles alojamiento /protegidos por el / Estado” y “mientras / los homosexuales se acarician en los baños […] sueñan sueñan las islas / bellas extrañas islas inexistentes”. Estos últimos versos insisten en la reflexión que Perlongher realiza con respecto a la delimitación geo-política que determina la naturaleza del deseo, teniendo como resultado la circunscripción de los individuos en función de su condición sexual y el diferente grado de patrocinio o abandono del que el Estado los hace parte. De este modo, según el poema de Perlongher, la familia funcional al modelo socioeconómico en 80 boga, cuenta con la policía como el agente del Estado que garantiza la promoción de su encuentro y reproducción por ser la forma de sexualidad oficial y propendida por la autoridad, mientras que, la sexualidad no reproductiva se encuentra en los puntos excéntricos de dicho poder y patrocinio que son, al mismo tiempo, puntos ciegos del control policial como, en este caso, los baños. Por otra parte, el poema Cadáveres, escrito hacia el año 1981, exhibe por medio de un trabajo anafórico la extensión de la matanza constituyendo una alegoría que registra la omnipresencia del crimen y los efectos que éste tiene en sus perseguidos. Mediante la reiteración de la frase Hay cadáveres, se inicia una proliferación de cadáveres en una amplia variedad de sitios ilustrando así la extensión de la violencia. Los principales sentidos en el texto guardan una relación de consonancia con los planteamientos que Perlongher realizara en sus ensayos en relación a las estrategias de control de las sexualidades utilizada por el régimen. Podríamos decir que el texto poético guarda una relación de intertextualidad con los ensayos que lo anteceden en escritura. Por ejemplo, en estos versos: “Saliste Sola Con el Fresquito de la Noche Cuando te Sorprendieron los Relámpagos No Llevaste un Saquito Y Hay Cadáveres” (Poemas 130) En ellos advertimos claramente, la intertextualidad con el ensayo Nena, llevate un saquito en el cual se ilustra cómo la vestimenta y, en términos generales, la apariencia sirvieron como un lenguaje de adhesión o rechazo al régimen y, por extensión, una declaración de guerra. El poema, funciona como una alegoría de la criminalización del cuerpo mediante la asociación de sugerencia, desnudez, sexualidad ligada a la constatación de la muerte por medio del hallazgo de cadáveres. Del mismo modo, es posible advertir la emergencia de una paranoia de la evidencia, una clandestinidad en la que la interacción social comporta el riesgo de convertirse en evidencia criminal: 81 “Era ver contra toda evidencia Era callar contra todo silencio Era manifestarse contra todo acto Contra toda lambida era chupar Hay Cadáveres Era: "No le digas que lo viste conmigo porque capaz que se dan cuenta" O: "No le vayas a contar que lo vimos porque a ver si se lo toma a pecho" Acaso: "No te conviene que lo sepa porque te amputan una teta" Aún: "Hoy asaltaron a una vaca" "Cuando lo veas hacé de cuenta que no te diste cuenta de nada ...y listo" Hay Cadáveres” (Poemas 130) Estos poemas funcionarían como la ejemplificación lírica del escenario de los cuerpos descritos en los ensayos de Perlongher. De ellos se desprende la idea de que la experiencia vital del autor sirvió como un laboratorio de experimentación sensorial, cuyos hitos de intensidad fueron constatados en una poética donde crimen y cópula se consuman sin censura. Estos textos de denuncia e irradiación de una sensibilidad nueva, incitaban a una reformulación diametral de las convenciones valóricas y legales que determinaban el orden de los cuerpos entre cuerpos oficiales, valorados, y cuerpos marginales, susceptibles de eliminación. Los cuerpos que transitan en estos poemas son presentados reiteradamente en encuentros carnales furtivos o signados por la violencia. La exacerbación de una sexualidad furtiva y la extremosidad de sus medios de encuentro y delectación serían el efecto de un estado de hipervigilancia. Esta mostración explícita se inscribe en la búsqueda del autor por nuevos derroteros expresivos, tal como se evidencia en la siguiente cita extraída de una entrevista realizada por Daniel Molina: “Además, cuando se recurre a la sordidez, a un cuerpo mostrado más allá de su desnudez, del lado de adentro de su intensidad –como si fuese una caverna tallada en la piel-, cuando no es suficiente hablar de que dos cuerpos se juntan, sino de qué está pasando, qué energía los está recorriendo, a ese flujo de fuerzas no basta con relatarlo.” (Papeles 316) 82 Los dos poemas revisados hasta aquí parecen funcionar como reformulaciones poéticas que ejemplifican la situación desde la que Perlongher escribe, inscribiéndose en ella. Reformulaciones, que tienen el mérito de trasponer en la literatura un ambiente de época gracias a la reproducción de un sentido medular de la persecución de esos años, lo clandestino. Ese ambiente de época, es implementado en la escena textual, particularmente en el poema Cadáveres, gracias a un lenguaje que yuxtapone referencias a sitios, geográfico-corporales y la anáfora “Hay cadáveres”, lo que, presente de manera reiterada, da como resultado la sensación de automatismo de la muerte. El autor del crimen se desconoce lo que magnifica la sensación de proliferación de cadáveres. Una especie de producción en línea de ellos avanza a la par con la fragmentación de los enunciados que reproducen la arbitrariedad de los métodos dictatoriales. La maquinalidad expresiva de versos como “Saliste Sola / Con el Fresquito de la Noche / Cuando te Sorprendieron los Relámpagos / No Llevaste un Saquito / Y / Hay Cadáveres” da cuenta de una alta velocidad asociativa con la que se busca constatar la maquinalidad con que era administrada la vida. Resulta interesante reparar en la construcción de isotopías que, visible a lo largo de la obra de Perlongher, está particularmente presente en este poema. Su análisis nos aporta una importante cantidad de información relativa a los nódulos de sentidos que éstas construyen. La significación dentro del texto poético gracias a las enumeraciones isotópicas permite, por medio del establecimiento de clasemas, construir un sentido y movilizar una denuncia cuyo significado se cierra ante la eventual lectura de los no entendidos. La isotopía representa para Perlongher una estructura cómplice de la cautela con que ciertas temáticas debían ser tratadas en el marco de una dictadura. Un trabajo sugerente al respecto es el realizado por Wasem41 quien ha identificado en el poema Cadáveres los clasemas de Tortura, Aparato represivo de Estado, Silencio, Erotismo y Textil. La proliferación de referencias a dichos ámbitos representa un distanciamiento de las estéticas de mayor visibilidad en la década de los sesenta y setenta en Argentina, marcadas por un lenguaje inmediatista, fácilmente decodificable. Dicho distanciamiento es la resultante de un interés, característico en la poesía argentina de vertiente neobarroca, por someter el lenguaje a nuevas experiencias 41 Wasem, Marcos. Barroso y sublime. Buenos Aires: Ediciones Godot, 2008. p. 207. 83 que permitieran dar cuenta de las principales fracturas de la experiencia cotidiana. Dichas fracturas en el lenguaje poético estarían representadas por el desplazamiento que la lógica expresiva de Perlongher constituía en función de las estéticas de la enunciación poética tradicional. Los clasemas mencionados refieren a la persecución, tortura y muerte que sufrieron, entre otros, los homosexuales. Esto se observa en el poema cuando los clasemas Erotismo, Tortura y Aparato represivo de Estado se intersectan. Observemos a continuación algunos elementos incluidos en el listado isotópico Erotismo que Wasem ha establecido: “Un chongo, cuando intentaba introducirla / por el caño de escape de una Kombi” “le hizo el favor a la muchacho” En estas citas encontramos referencias claras a un registro homoerótico. Por ejemplo, en la primera cita, encontramos la palabra chongo, perteneciente a la jerga homosexual argentina, que es “empleada exclusivamente en el mundillo homosexual. Se emplea para designar a cualquier otro varón atractivo. Empléase también para indicar al joven que mantiene un alto porcentaje de relaciones heterosexuales, muy apreciado por conservar sus dotes masculinas y ejercer el rol de activo durante un contacto sexual.”42En la segunda cita, encontramos la referencia a un lenguaje homoerótico determinada por la incoherencia de género entre el artículo y el sustantivo, fenómeno que se condice con la tendencia de feminizar (“mujereo”) al interlocutor masculino en un contexto informal. Estas referencias incluidas como parte del clasema Erotismo, en interacción con las referencias ligadas a la tortura y a la privación de libertad, construyen puentes asociativos capaces de recrear en el texto un ambiente donde incursión sexual y muerte pueden ser leídas en una relación de causa y consecuencia. El trabajo con el lenguaje que Perlongher desarrolla en este poema puede ser entendido como una suerte de orfebrería barroca en la que la operación principal es el engaste de nódulos de sentido 42 Diccionario de jerga popular argentina Así hablamos. [Consultado el 06 de marzo de 2012], http://www.asihablamos.com/word/palabra/Chongo.php 84 en una materia semánticamente opaca. Las palabras que se engastan sobre una especie de caos léxico, parecen rutilar como bengalas de emergencia que salvan al lector al borde de naufragar en el sinsentido. Dichas bengalas, palabras engastadas, son las que el análisis isotópico rescata y que, en este caso, nos permiten ligar el poema cadáveres a una multiplicidad de temáticas tratadas paralelamente por el poeta neobarroso. Anteriormente en nuestro trabajo se revisó el aspecto orientador de la reflexión metaliteraria que Perlongher desarrolló en sus ensayos. Esta actitud intelectual de ser crítico de su propia obra, de proveer al lector de puntos de acceso a la comprensión de su escritura parece, no sólo abarcar la dimensión teórico-literaria, sino que también la dimensión referencial de su poesía. Queremos decir que los centros de interés de su trabajo ensayístico, congruentes con los de su trabajo poético, amplían y explican, la perspectiva de su poesía así como también, (tal como lo veremos en la segunda parte de nuestro trabajo) la relación de diálogo y/o reescritura con respecto a la teoría de Foucault y Deleuze. En consecuencia, las etapas de escritura descritas en el gráfico N°1 (Experimentación, Racionalización de la experiencia, Reformulación poética) no sólo guardan una relación de contigüidad o dependencia procedimental, sino que también una utilidad explicativa y programática. Presumimos que Perlongher se interesaba por dar pistas que, en algún momento, abrieran las oscuridades de sentido que provocaba su afición por un lenguaje que llevaba al límite las operaciones de barroquización. Pensamos, por ejemplo, en el poema Anales que, hacia el final del libro Austria – Hungría, parece ser una explicitación de los sentidos que sustentan y unen los poemas que conforman ese libro, una explicación post-programática. Podríamos pensar, en consecuencia, que los estados de escritura presentados en el gráfico N°1 dan cuenta de un protocolo de escritura que da forma a un macrotexto que por su univocidad temática y coherencia reflexiva puede ser leído como un solo curso escritural transgénero y simultáneo. Esta idea cobra consistencia al constatar que el ensayo Nena llevate un saquito y el poema Cadáveres fueron escritos con sólo meses de distancia. Lo mismo ocurre con el poema Gemido, que analizaremos a continuación, y el ensayo La desaparición de la homosexualidad, ambos escritos entre el año 1991 y 1992, algunos meses antes de registrarse la desaparición del autor a causa del sida. En ellos se observa una percepción pesimista con respecto a las reivindicaciones 85 largamente defendidas por el poeta. En ambos casos, opera una especie de préstamo conceptual que permite que ciertas ideas se movilicen tanto en el poema como en el ensayo como si se tratara de una sola unidad textual. Los poemas hasta aquí revisados constituyen la reformulación poética de los textos que abordaron la temática de la represión policial y la lucha por la sobrevivencia. A continuación, revisaremos el poema Gemido que funcionaría, a nuestro juicio, como la reformulación poética de un ensayo como La desaparición de la homosexualidad en el que el tono nostálgico da paso a una elegía adelantada. Este texto pertenece al libro El chorreo de las iluminaciones, en el que es posible apreciar la reformulación poética de la temática del sida presentada como el golpe de gracia a la resistencia homosexual. En este poema, lo primero que llama la atención es la relación intertextual con el poema Howl de Allen Ginsberg. Primero, observamos que el título, comúnmente traducido (y ampliamente difundido) como Aullido cambia en el poema de Perlongher a Gemido. En seguida, constatamos la similitud del verso inicial del poema. Mientras en el texto de Ginsberg leemos: "He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la / locura, famélicos, histéricos, desnudos, / arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de / un colérico picotazo”43, en el Gemido de Perlongher encontramos: “He visto a los más bellos cuerpos de mi generación / reventarse, saltar en pedazos junto a las nimias inservibles / camisetas de látex en harapos, desmentir con arrugas lo que fuera / (ya antaño) deletreada alegría” (Poemas 349). El poema del escritor estadounidense tenía también un carácter elegíaco en el que se aullaba la pérdida de Karl Salomon, un amante del poeta, mientras que en el poema de Perlongher se llora la muerte de las locas. Por otra parte, en el poema Howl se constata la decadencia de una generación, lamentación en la que el cerebro funciona metonímicamente como la representación del sujeto. Esta referencia en el caso de Gemido cambia a “los más bellos cuerpos”. Este desplazamiento, antecede, en ambos poemas, a la razón de aquella decadencia que, en el caso de Ginsberg, es la droga alucinatoria y evasiva, mientras que en el caso de Perlongher parece ser la droga que posibilita la sobreviviencia, los remedios, el AZT a los que se refiere como “Remedios de Escalada”, en un gesto doble de alusión (ya descrito anteriormente en nuestro trabajo) en el que se asocian, al mismo tiempo, elementos propios del ámbito referencial 43 Ginsberg, Allen. Aullido y otros poemas (Traducción de Katy Gallego). Madrid: Visor Libros, 2009. Colección Visor de Poesía. 86 de la lascivia y la enfermedad (remedios) y elementos provenientes del relato histórico oficial que, en este caso, opera con la referencia a la esposa de José de San Martín, Remedios de Escalada. El poema establece un vínculo inequívoco entre deseo y enfermedad “del deseo en la notoria esclavitud a él, a ese deseo, arrastrarse de- / sesperadas bajo el imperio del deseo y desear, imperialmente, ese deseo de poder, de pija”(Poemas 349) Indicando la exacerbación de la sexualidad en el origen de un embate fulminante: “Los he / visto caer en el amanecer bajo la orgía” (Poemas 350) asociación que, más tarde, parece ser objeto de un cierto reproche: “La loca plañe porque va a morir y la hemos visto dejarse sin protestas en las cruces gamadas de los árboles con un guardián moreno cual de Reynaldo Arenas contra las alambradas de los campos. Y ahora gemís, mancebas? Amancebadas como yeguas en la portañuela chongeril? Abotonadas cual batracios, desprendidas de las braguetas de los lagartos con una castañuela de estrecaza, viril pendejo el de esas excursiones alucinantes por los poros del pubis? Serpentear?” (Poemas 350) Las preguntas presentes en este fragmento, parecen indicar la idea de que es inútil llorar la cercanía de la muerte habiéndose ya consumado el trato carnal y, con él, un contagio. La inutilidad del llanto se confirma con el ascendente número de víctimas y el irremediable sinsentido: “las locas / desaparecen por cañerías de acero que no llevan a nada”. En esta línea, la mención del escritor cubano Reynaldo Arenas aumenta y, de cierto modo, ratifica la relación de deseo y enfermedad pues su mención viene a metaforizar la presencia de la enfermedad del sida como consecuencia de la liberalidad sexual de un escritor homosexual. Al mismo tiempo, su mención funciona como un guiño a Perlongher, reemplazando así la utilización de la primera persona que en este contexto significaría: hombre enfermo, como se corrobora en poemas más tardíos como Canción de la muerte en bicicleta. El poema, vincula el espacio de la orgía, de la exaltación del cuerpo de las locas, con el fin, la muerte. La idea del exterminio por el goce parece unir este poema al 87 ensayo La desaparición de la homosexualidad donde se constataba la efectividad letal del sida como arma natural de eliminación de las sexualidades no reproductivas. Este poema posee un tono de fatalidad, extendible a todo el libro El chorreo de las iluminaciones en el que se constata la caducidad de los cuerpos, el fin de la fiesta de placer al que dedicó la producción poética precedente. En el libro Austría – Hungría y Alambres, la sexualidad era referida en constante relación a escenarios bélicos lo que constituía la emergencia de un sexo épico, una epicidad sexual, portentosa y en su intensidad, inacabable. De cierto modo, El chorreo de las iluminaciones, en lo que a sexualidad se refiere, parece avanzar en dirección regresiva al súmmum de intensidad corporal registrado en la producción anterior. Es de este modo que la representación del cuerpo (en los dos últimos libros de Perlongher) adquiere rasgos de verticalidad que determinan su comprensión como una unidad que pierde su discontinuidad, ya no en la interacción orgiástica, sino más bien, en la inmersión inevitable en la muerte. En el poema Gemido, se constata el repliegue del cuerpo orgiástico dando paso al cuerpo elegíaco. Gemido es un texto que nos permite confirmar la dinámica de la que hemos llamado la poética de la consumación. Esto porque lo entendemos como el final de un recorrido, la tercera etapa de una escritura que consideró, en primer lugar, un hito biográfico, que es corporal, como la vivencia de la enfermedad en Perlongher, hecho que, posteriormente, pasa a ser racionalizado mediante la redacción de textos críticos que lo problematizan bajo la lógica de las dinámicas de segregación y eliminación de cuerpos indeseables. Este proceso que hemos descrito, previamente, como un protocolo no explícito de escritura, se finaliza con la reformulación poética de los sentidos e ideas que signaron la experiencia y la racionalización de esa experiencia. El tema de la prostitución masculina está presente en la vida de Perlongher como una experiencia investigativa de observación participante y, posteriormente, en su obra como un volumen escritural en el que dicha experiencia es racionalizada bajo la forma de texto de difusión científica. Dicho tema, puede detectarse también a lo largo de su obra poética, en lo que constituye la tercera etapa del protocolo escritural de la poética de la consumación, particularmente, en el poema: Michê de Alambres. 88 Este poema, es un ejemplo de la escritura más oscura de Perlongher, donde el sentido parece escaparse por los vértices de la letra. Se puede observar en este poema una proliferación de sentidos, operando como representaciones de una intensidad. Michê, parece ser un ejercicio de definición por contraste, ya que, en primer lugar, establece valores que definen al travesti en oposición a la figura del michê. Es así que, el travesti “echada en la ballesta, en los cojines / crispa el puño aureolado de becerros: en ese / vencimiento, o esa doblegación […] con esa mano se cierne sobre el florero que florece, o flora: sobre lo que florea: el miché” (Poemas 89). Mientras que el michê “candoroso, arrebolado, de azahar, de azaleas, monta como mondando, la prístina ondulación del agua” (Poemas 89). Se trata, en efecto, de la caracterización de unos opuestos, la laxitud y amenaza de aprovechamiento versus el michê, representado como ingenuo y puro. Perlongher, en este poema nos habla de dos pasajeros sempiternos de la noche. Los define, en su estilo, disponiéndolos en una relación de contigüidad, pero sin que ellos se mezclen, bosquejando el misterio de dos polos que, aunque opuestos, no se imantan. Creemos que este poema responde a la estrategia de explotación musical por asociación de sonidos que Perlongher utilizara en gran parte de su obra. Esta operación consideraba la construcción de sentido por el encadenamiento de sonidos que determinaban a la sugestión fónica como principal eje de fruición estético. Este trabajo reproduce en el poema una cadencia que taladra con su sonido sugiriendo ritmos orgánicos. Recordamos aquí las palabras del poeta en una entrevista concedida a Luis Chitarroni en 1988 en relación a esta orfebrería del sonido: “Lo deseante tiende a crear su propio campo de consistencia, donde el referente importa cada vez menos y donde me interesa responder a la pregunta: ¿Cómo reproducir lo sensual en la escritura?” (Papeles 308) En efecto, este poema parece prescindir de la dimensión semántica para ensordecer con una cadencia que sugiere una exhuberancia corporal. Las palabras sólo refieren, en su amontonamiento, entrecruzamientos corporales. El poema michê, puede ser considerado como una reformulación poética de El negocio del deseo en la medida en que vuelve sobre la definición del travesti como el opuesto al michê, siendo el primero, caracterización caricatural de la femineidad, y el segundo, exacerbación artificial de los rasgos de la masculinidad. Por otra parte, el poema parece reproducir textualmente las estrategias de artificialización descritas como 89 propias al michê y al travesti. Tal como se menciona en el gráfico 1, cuadro B, resulta habitual en la poesía de Perlongher “La utilización de imágenes y conceptos relativos al maquillaje, vestuario u oficios femeninos como estrategia de artificialización del mundo referido.” Esta inclinación estética observada y analizada en sus objetos de seguimiento antropológicos era, por lo visto, desde antes una opción estética asimilada a su lenguaje. Este punto de convergencia entre afanes investigativos y preferencias estéticoliterarias resulta particularmente rico en nuestro ejercicio de observación de la consustancialidad bio-bibliográfica. Recordamos en este punto las consideraciones sostenidas con respecto a “que los estados de escritura dan cuenta de un protocolo de escritura y, al mismo tiempo, de un macrotexto que por su univocidad temática y coherencia reflexiva podría ser observado como un sólo curso escritural transgénero y simultáneo.” Ahora bien, ¿Es biográfica esta poesía que trabaja el sustrato de la experiencia vital como textualidad de base? Si atendemos al análisis realizado en el capítulo relativo a la noción de situación propuesta por Lihn, podemos comprobar que lo que opera en la poética de la consumación perlonghereana es más bien el fenómeno de integración al texto de signos de la personalidad que permiten esclarecer la situación de y en la que surge el texto. Lo que quiere decir que la utilización de la experiencia no pretende la exposición de la intimidad del autor, sino más bien la ejemplificación de una situación, los discursos que confluyen en ella y los cuerpos que ésta trasunta a través de máscaras de la personalidad. Recordamos en este punto al autor tratando de explicar en una entrevista realizada por Luis Bravo el carácter no personal de su escritura: “Sí, lo que uno escribe no es expresión de lo personal exactamente. Creo que uno es una especie de medium atravesado por las revoluciones del lenguaje” (Papeles 306). En consecuencia, la exposición de lo corporal en la poesía de Perlongher no viene a representar la mostración de una sexualidad íntima, sino que, más bien, pretende ser un intento por clarificar los objetos que ocuparán la reflexión acerca de la sexualidad como superficie de transparentación de las relaciones de poder ejercidas en la sociedad. La sexualidad homosexual retratada en la obra de Perlongher en términos de clandestinidad y exceso, puede ser entendida como el resultado histórico de una persecución. La constatación de la situación en Perlongher va de la mano con la 90 vocación política de sus dichos, ya que el esclarecimiento del lugar del que surge su escritura corresponde a la mostración de unos crímenes inflingidos a unos cuerpos, la denuncia del ejercicio del terrorismo de Estado, el ensañamiento contra determinados grupos, las políticas de segregación de movimientos ideológicos y el advenimiento de flagelos que parecen responder a planificadas estrategias de exterminación más que a las lógicas aleatorias de la enfermedad y su contagio. “La idea de que la literatura se haya formado en la época en que ese sujeto escribe y se escribe inscribiéndose, ciertamente a partir de la situación vivida por el individuo”44 es una dinámica de imbricación de la Historia y la Literatura que conforma densas superficies textuales que funcionan como caleidoscopios que en su constante combinatoria de colores delinean los paisajes humanos más urgentes. Podemos apreciar que en el caso de Perlongher, la inscripción de la situación en la literatura opera por la aplicación del protocolo escritural de la poética de la consumación, lo que podría esquemáticamente ser representado de la siguiente manera: 44 Citamos por esta edición: En Lastra, Pedro. Conversaciones con Enrique Lihn. Santiago: Editorial Universitaria, 2009. 91 Gráfico n°3 Temática 1: Problemática homosexual Experimentación A) Objeto de represión policial estado B) Homosexual evidente, de reivindicación de la figura de escritura la loca C) Prostitución masculina D E homosexual (observación participante) L A C O N S U M A C I Ó N Segundo Racionalización de la estado experiencia Investigación acerca de: A) Edictos policiales que de legalizaban la persecución a escritura homosexuales. B) Manifestaciones profundas de la sexualidad: vínculo entre homoerotismo marginal y muerte. C) Prostitución masculina en entornos urbanos, recogida en el libro: El negocio del deseo. Tercer Reformulación poética Presente en todos sus libros en estado forma fragmentaria, pero de particularmente en: escritura A) Defensa de los INCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓ EN LA LITERATURA P O É T I C A Primer homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco; Cadáveres B) Gemido C) Michê 92 Capítulo 3 RECONSTITUCIÓN DE UNA MEMORIA ERÓTICA 93 3.1. Puntos de acceso pudendos a la Historia A lo largo del capítulo anterior pudimos estudiar la obra de Perlongher a través de los tres estados que a nuestro juicio, conforman un protocolo de escritura no explícito que cruza toda su producción. Estos estados (Experimentación, Racionalización de la experiencia y Reformulación poética) construyen un lazo entre la experiencia vital y la literatura a través de la experimentación vital cuya racionalización, es decir, la aprehensión cognitiva de los sentidos corporales por la vía de la escritura, quedarían consignados en la redacción de ensayos y posterior reformulación poética. Este protocolo de escritura, fundado en una búsqueda intensiva fue para Perlongher una forma de concebir su obra de una manera coherente con sus convicciones éticas y aspiraciones estéticas. El capítulo anterior permitió establecer una descripción sintética del contexto histórico del poeta y su escritura, con el fin de delinear la estrecha relación que ambos discursos, literario e histórico, mantienen en el caso de la obra de Néstor Perlongher, así como también, en la literatura argentina. Del mismo modo, hemos observado la presencia de elementos históricos que señalan un trabajo de revisitación de lo histórico desde la perspectiva literaria. La reflexión sobre el rol que cumplían dichos elementos nos llevó a tomar conciencia que el esquema de la consustancialidad biobibliográfica, presentado en el capítulo dos, era aplicable al trabajo con la temática histórica, ya que éste respondía a una lógica de racionalización y reformulación de una experiencia vital. Ahora bien, el encuentro de dicha experiencia vital con el discurso histórico fue determinado por la conciencia que el poeta neobarroso tenía de su rol en la sociedad como promotor de cambios en materia de derechos humanos y civiles. Un ejemplo de dicha conciencia era la aspiración revolucionaria que tuvo el activismo político en Perlongher. El aporte de la obra de Perlongher en el proceso de reestablecimiento de la verdad histórica posee el valor agregado de haberse avocado a ella desde un punto de vista contingente. Sus ensayos y crónicas pretendieron influir en los procesos históricos de su tiempo incluyendo la voz del oprimido, evadiendo los giros y acentos hegemónicos. 94 Una de las dificultades de esta labor radicaba en el complejo contexto sociopolítico que le tocó vivir45: una dictadura en cuyos focos de represión se encontraba él mismo. ¿Cómo se corrige una Historia en la que se está directamente concernido y en la que la voz propia es perseguida como opositora a las ideologías en el poder? Esa labor, altamente compleja, fue la que Perlongher fue desarrollando con las herramientas de la ironía y el ocultamiento de sus ideas por medio del hiperciframiento de su lenguaje. Su participación consciente en procesos históricos fue la que desencadenaría una relación casi obsesiva con la reescritura polémica de la historia nacional en una perspectiva móvil, de diálogos con diversas historias provenientes de variadas partes del globo que, más allá de las diferencias en origen y manifestación, tenían como factor común considerar la perspectiva del perseguido. En esta dimensión de su obra la reflexión en torno a la guerra ocupa un lugar predominante, observemos cómo ésta se describe en el esquema de la consustancialidad biobibliográfica: Gráfico N°4 45 Tal como se ilustró en el capítulo 1.3 de nuestro estudio. 95 Superposición Problemática de temática homosexual histórica a temática 1 Primer A) Objeto de represión Implicación estado de policial política como escritura B) Homosexual evidente, punto de entrada reivindicación de la figura en la Historia Experimentación D E de la loca C) Prostitución masculina L A homosexual (observación participante) C O N S U M A C I Ó N Segundo Racionalización Investigación acerca de: - La ilusión de estado de de la experiencia A) Edictos policiales que unas islas legalizaban la persecución - Todo el poder a a homosexuales. Lady Di (a B) Manifestaciones propósito de la profundas de la sexualidad: guerra de las vínculo entre Malvinas) escritura homoerotismo marginal y muerte. C) Prostitución masculina en entornos urbanos, recogida en libro: El negocio del deseo. Tercer Reformulación Presente en todos sus libros Particularmente estado de poética en forma fragmentaria, pero en Austria - particularmente en: Hungría y A) Defensa de los Alambres escritura INCRIPCIÓN DE LA SITUACIÓ EN LA LITERATURA P O É T I C A Temática 1: homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco; Cadáveres B) Gemido C) Michê La implicación política de Perlongher como experiencia de entrada en la Historia, considerada en el esquema como primer estado de escritura, funciona en la 96 medida en que su existencia biográfica se inscribe en las principales operaciones de vinculación histórica constituidas por elevados estados de conciencia de los procesos sociales y una voluntad cuestionadora y transformadora de los mismos. Estos estados de conciencia se verifican en tres hitos de su experiencia: Primero, desde el punto de vista de una conciencia y acción social por medio del activismo; Segundo, desde un punto de vista corporal por medio de la victimización bajo la forma de presidio y tortura a causa de su condición sexual y su trabajo como escritor y activista homosexual; y tercero, desde el punto de vista de la conciencia y crítica social verificables en la escritura de crónicas y ensayos acerca de las temáticas contingentes. Así activismo, trance físico y escritura son tres formas de la experiencia desde las que se accede a la conciencia de la Historia como fenómeno dinámico de fijación de la verdad (siempre relativa) y espacio de trascendencia. La Problemática homosexual y la Superposición de la temática histórica a dicha temática trasuntan una experiencia ligeramente distinta puesto que ambas funcionarían, más bien, como dos vertientes de irradiación de similar contenido, pero distinto curso, la primera centrada, mayoritariamente, en la especialización en la problemática homosexual y la segunda en el devenir político – histórico de su país. La consonancia entre ambas temáticas se sustenta en que los puntos de entrada a lo histórico en el ámbito de lo representacional en Perlongher guardan una relación de consonancia con los puntos A) Objeto de represión policial, B) Homosexual evidente, reivindicación de la figura de la loca, C) Prostitución masculina homosexual de la Problemática Homosexual, por medio de lo que denominamos puntos de acceso pudendo a la Historia. Estos puntos, estarían, a su vez, estrechamente ligados a un referente histórico gracias a una representación textual que los imbrica. Revisemos estos elementos en el siguiente gráfico: Gráfico N°5 97 Temática 1 Punto de acceso pudendo Hecho, personaje o Problemática homosexual a la Historia constante histórico A) Objeto de represión Sexo Guerra / invasión B) Homosexual evidente, Artificialización de la Evita / Dietrich / Lady reivindicación de la figura de la loca femeneidad Di C) Prostitución masculina homosexual Circunscripción deseante Fronteras (observación participante) Los puntos de acceso pudendo a la Historia46 son los elementos que, desde la experiencia, constituirían un puente hacia lo histórico, cumpliendo de esta forma con el objetivo de unir los cursos de los cuerpos y su irrisión tragicómica con los relatos históricos. Lo anterior, como ya se ha dicho, se realiza como un trabajo doble que, por una parte, pretende erosionar la uniforme apariencia de la historia oficial y, por otra parte, erotizarla en lo que constituye un acto de desestabilización de los discursos. Revisaremos con mayor detención la interacción presentada en este gráfico en la sección dedicada a la reformulación poética, el tercer estado de escritura de la poética de la consumación. No obstante la separación que realizamos de la problemática homosexual y lo histórico en Perlongher para efectos de nuestro análisis y su exposición en el marco de este estudio, es importante constatar que la presencia del mundo homoerótico se extiende y entrecruza permanentemente aún en los momentos en que lo bélico parece ocupar el primer plano en los textos de Perlongher. La reflexión acerca del ejercicio de poder sobre los cuerpos es permanente y transversal a la obra del poeta neobarroso. Observamos que en su reflexión no hay idea detrás de la cual no esté inscrito el carácter libidinal como aspecto constitutivo de la existencia. En los ensayos, que abordaremos a continuación, se observa que la reflexión acerca de, por ejemplo, la guerra de Malvinas, no está exenta de una mirada que hurga 46 Los puntos de acceso pudendo a la Historia presentados en este gráfico son similares a los del gráfico 1 presentados como movilizadores del puente extendido por Perlongher entre literatura y experiencia. 98 en las trincheras donde Perlongher supone a los jóvenes haciendo la guerra y también el amor. Su pretendido tono crítico y analítico se presenta permanentemente matizado con la insolencia y provocación de lo indecible. Su ojo busca evidencia, en todos los ápices de la Historia, de los impulsos lúbricos que han sido omitidos por las historias oficiales. Más allá de cuestionar la cientificidad o carácter impositivo de sus consideraciones con respecto a la sexualidad, lo importante es apreciar la actitud intelectual que subyace a estos propósitos que es, básicamente, desestabilizadora. Se trata, en efecto, de un impulso que, en su desproporción, intenta hacerse un arma que desbarate los silenciamientos estructurales en los que se han sumido los hitos sensibles de las historias corporales. La constante vinculación entre Historia y sexualidad en su poesía insiste en la creación de un campo simbólico en el que el sexo es entendido como un trance de intensidad que pone en juego la vida. La proliferación de referencias bélicas en este juego de dominaciones, en el que la intimidad y la gesta se leen en una relación de contigüidad, construyen una epopeya del sexo, en la que la dinámica de los roles y actos sexuales adquieren dimensiones épicas. Entendemos este trabajo como una medida representacional consecuente con las reivindicaciones de visibilización de la sexualidad que, de forma enconada, Perlongher, defendiera en el ámbito político e intelectual. Lo anterior, redunda en la emergencia de una obra que moviliza una reformulación histórica al mismo tiempo que elabora una erótica del sujeto que pretende poner en evidencia los flujos de la sexualidad humana en su verdadera dimensión, es decir, más allá de la perspectiva castradora que la cultura religiosa y/ o la sociedad burguesa han promovido. La constatación de una nueva historia en Perlongher se concibe como una emancipación que, a través de sus clímax de intensidad, graba en su reescritura un derrotero nuevo en materia de sexualidad. El exceso en Perlongher intenta concientizar acerca de lo que el hombre ha perdido en una lucha constante contra sí mismo en pro de la civilización y eternización de modelos sistémicos como el de la sociedad burguesa. La compleja conjunción entre discurso histórico y conciencia corporal puede leerse como un intento por releer la historia mediante una estrategia de puesta en cuestión de sus hitos. Este ejercicio adopta la forma de una corporalización de lo histórico. En esta línea, la proliferación de cadáveres en el poema Cadáveres, pretendía, precisamente, 99 hablar desde lo corporal – visual del genocidio en curso, para así, darle visibilidad a los cuerpos invisibilizados por la complicidad criminal y el terror. Del mismo modo, la representación de la sexualidad homosexual desde la perspectiva de su práctica marginal y violenta, pretendía visibilizar lo que para Perlongher era el resultado de la forma de vida a la que la homosexualidad había sido relegada como se constata en su texto El fantasma del sida: “Ese tipo de práctica –en el cual dos o más sujetos se miran, o tan sólo se rozan, y luego, a veces sin cambiar palabra, se entrelazan en el frenesí de los cuerpos–, frecuente en las redes homosexuales, deriva, en parte, de las condiciones históricas de segregación y clandestinidad tradicionalmente impuestas a esas uniones: en las correrías de la persecución, no hay tiempo que perder en cortejos floridos. Pero esa exuberancia sensual de los modernos gays encaja también en la secreta tradición de la orgía, que socava la historia oficial, de la cual constituiría su trama subterránea.” 47 Por otra parte, observamos en el caso de la poética perlonghereana que su modelo de representación basado en una mixtura de referentes provenientes de diversos discursos históricos dota al texto de una aplicabilidad simbólica extensible al contexto universal gracias a la adscripción a díadas representacionales tales como dominante – dominado, víctima – victimario y conquistador – conquistado, en las que el genocidio nazi aparece argentinizado o donde son puestas en un mismo frente a las víctimas de las dictaduras argentinas y a los gitanos asesinados en la matanza de Treblinka, Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial. Del mismo modo, territorios como Malvinas se sitúan en un espacio poético común de representación con Crimea o Eritrea, con lo que Perlongher pone en un espacio de contigüidad los territorios que tienen en común historias de invasión. Se establece un territorio imaginario que subvierte las cartografías reales a formas de una cartografía solidaria donde los perseguidos se encuentran en un mismo territorio. Este ejercicio de creación de una nueva cartografía asociativa responde a una inquietud ostensible a lo largo de la obra de Perlongher por validar las rutas literarias transgenéricas, las rutas sexuales trangéneras y las rutas transnacionales exaltando el valor del nomadismo como fuente de una vitalidad crítica. Recordemos ahora que el año 47 Perlongher, Néstor. El fantasma del SIDA. Buenos Aires: Editorial Puntosur, 1988. 100 1981, Perlongher abandonó Argentina para establecerse en Brasil, impulsado por la asfixiante persecución que le había llevado a la cárcel en numerosas ocasiones a causa de su condición homosexual, situación que lo llevó a entender su partida como un exilio sexual. Los antecedentes reunidos con respecto al trabajo que Perlongher ha desarrollado, vinculando cuerpos y situaciones bélicas, nos llevan a la hipótesis de que su obra, desde el punto de vista del esquema de consustancialidad bio-bibliográfica, constituye una alegoría de la invasión entendida, básicamente, como invasión geográfica y corporal. Esto es, a nuestro juicio, el resultado de la superposición de lo histórico-bélico a la problemática homosexual en la que el cuerpo juega un rol fundamental. Esta alegoría ha sido entendida como el resultado que tiene la inscripción de la situación en la literatura en el marco de la poética de la consumación perlonghereana48. La dinámica de dominación sexual y territorial se confunde y extiende en la obra de Perlongher. El territorio-terruño y el cuerpo-intimidad, son objeto de una profanación que implica también un estadio fascinante de la intensidad para Perlongher. Esta contradicción entre profanación y fascinación, rayana en lo indecible, ocupa en la poética de la consumación perlonghereana un importante sitio en el núcleo de sus complejidades. Ahora bien, la consecuencia textual de abordar zonas peligrosas donde la profanación de tabúes está en juego, es el acercamiento al lenguaje de lo inefable, el lenguaje del trance extático que será objeto de nuestra atención en la tercera parte de nuestro estudio. Ahora, nos concentraremos en la racionalización que Perlongher realiza de su experiencia en la historia y la posterior reformulación poética de dicho tema. Lo anterior con el fin de demostrar la aplicabilidad del esquema de consustancialidad biobibliográfico en su obra. Gráfico N°7 48 Podemos observar en el gráfico n° 7 (en página siguiente) como esta alegoría se incorpora en su parte inferior. 101 Superposición Problemática de temática homosexual histórica a temática 1 Primer A) Objeto de represión Implicación estado de policial política como escritura B) Homosexual evidente, punto de entrada reivindicación de la figura en la Historia Experimentación D E de la loca C) Prostitución masculina L A homosexual (observación participante) C O N S U M A C I Ó N Segundo Racionalización Investigación acerca de: - La ilusión de estado de de la experiencia A) Edictos policiales que unas islas legalizaban la persecución - Todo el poder a a homosexuales. Lady Di (a B) Manifestaciones propósito de la profundas de la sexualidad: guerra de las vínculo entre Malvinas) escritura homoerotismo marginal y muerte. C) Prostitución masculina en entornos urbanos, recogida en libro: El negocio del deseo. Tercer Reformulación Presente en todos sus libros Particularmente estado de poética en forma fragmentaria, pero en Austria - particularmente en: Hungría y A) Defensa de los Alambres escritura I N C R I P C I Ó N D E L A S I T U A C I ÓN E N L A L I T E R A T U R A P O É T I C A Temática 1: homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco; Cadáveres B) Gemido C) Michê ALEGORÍA DE LA INVASIÓN GEOGRÁFICA Y CORPORAL 102 3.2 La racionalización de los hechos: hacia el rescate de una memoria Ya estando radicado en Brasil, Perlongher, siguió con desazón las noticias que indicaban la inminencia de un conflicto bélico entre Argentina y el Reino Unido por el histórico diferendo territorial de las Islas Malvinas. Su visión de este desenlace fue siempre crítica, pues daba cuenta de una estrategia de las autoridades de facto para distraer la atención pública de la inestabilidad socio-económica en la que estaba sumido el país. En esta línea, la creación de un conflicto bélico bajo la excusa del antiimperialismo les sería útil como medio para animar un espíritu nacionalista y, con él, la ilusión de unidad nacional. Perlongher, reconocía detrás de la maquinaria ideológica dictatorial la inclinación de la sociedad argentina por la guerra de las masas considerada por el autor como “el supremo deporte de nuestras sociedades masculinas”49. Así mismo, consideraba que este desenlace era una consecuencia lógica en el caso de la dictadura argentina por ser ésta “más que una dictadura de clase, una dictadura de Estado” (Perlongher, Prosa 178) en la que su afición por las armas los hubiera llevado, tarde o temprano, a declarar la guerra a algún otro país. Perlongher dejó constancia de su posición al respecto en algunos textos breves. En su escrito titulado Todo el poder a Lady Di, hace un paralelo entre las oscuras intenciones que motivaron el conflicto bélico que, como se sabe, pretendía ser una cortina de humo, y el reconocimiento internacional a una guerra interpretada como un referente de lucha antiimperialista. Al mismo tiempo, se refiere con desprecio al valor de los territorios en disputa calificándolos como “islotes insalubres” (Perlongher, Prosa 179) cuestionando así la relevancia del enfrentamiento y su alto costo en vidas humanas. La elección de dicho título fue considerada por el autor como una respuesta humorística al absurdo total en el que le parecía estaba sumida la suerte de su país. Perlongher, recuerda que Borges recomendó donar las islas a Bolivia para proveerle de una salida al mar. Parafraseando este comentario y reconociendo al humor como la mejor salida a un ambiente de total irracionalidad, postula la proclamación: 49 Perlongher, Néstor. “Todo el poder a Lady Di” en Prosa Plebeya. Buenos Aires: Ediciones Colihue, 1997. p. 177 103 “todo el poder a Lady Di o El Vaticano a las Malvinas para que la ridiculez del poder que un coro de suicidas legitima, quede al descubierto. Como propuso alguien con sensatez, antes que defender la ocupación de las Malvinas, habría que postular la desocupación de la Argentina por parte del autodenominado Ejército Argentino.” (Prosa 179) En otro breve ensayo, titulado El deseo de unas islas, Perlongher, vuelve sobre el tema de la guerra de Malvinas, pero explotándolo ya no sólo para movilizar una denuncia, sino que también para reflexionar en torno al homoerotismo y su presencia en espacios considerados referentes de los valores de la masculinidad. Esta revisión la realiza bajo la perspectiva del psicoanálisis, particularmente, trabajando conceptos de la obra Psicología de las masas de Freud que ligaban la cohesión de las instituciones masculinas, como el Ejército y la Iglesia, a prácticas de sublimación de flujos homoeróticos. Dichos flujos son sugeridos en el texto, pero nunca son documentados. En este sentido, Perlongher, parece conectarse con el registro de los mitos urbanos, la historia subrepticia que divierte la conversación pícara de los interesados en lo que se constituye como una constante en su obra: la recuperación de la oralidad como fuente de expresión e ideas. Puede considerarse que la referencia al homoerotismo de las masas desde la recuperación de un registro meramente conversacional (con excepción de los momentos en que respalda sus dichos apoyándose en trabajos teóricos de renombre) es el resultado de la naturaleza clandestina de dichos encuentros, raramente reconocidos en la esfera social y relegados al anonimato. En su texto El deseo de unas islas, leemos: “Pero los muchachitos que se arrastran a través del océano (la expedición de los ingleses fue un verdadero crucero, un “paseo”, se jactaba un comandante) para estrecharse sangrientamente en el barro de las trincheras, no deben ser tan inocentes en cuanto a sus deseos. El mismo Freud señalaba el contenido homosexual de la libido (del amor) que cohesiona las instituciones masculinas como el Ejército y la Iglesia (de la papisa ya hablaremos), en cuyo seno las pasiones perversas llegaban a aflorar (el caso SA del nazismo). Habría que pensar qué los lleva a recluirse en esa camaradería masculina de los vestuarios y las canchas, ciertamente sospechosa, que se resuelve en la violencia (el fútbol o la guerra): en esos fríos islotes.” (Prosa 185) 104 Atendiendo al punto 1 del gráfico 5, podemos constatar que este texto utiliza como punto de acceso pudendo a la historia el coito homosexual a partir del cual genera una actualización de la lectura de los hechos históricos. La corporalización que el relato bélico experimenta en su reformulación perlonghereana, constituye una instancia de repostulación de los eventos desde la corporalidad en trance en dicho contexto. Nuevamente, la idea de que los cuerpos (y no los tratados históricos; ni los comunicados oficiales) son los verdaderos soportes de registro de los hechos que signan una historia. Con la excusa de la Guerra de Malvinas, El deseo de unas islas, se transforma en un texto que aborda el tema de la identidad comprendiéndola como una amenaza de domesticación. Así también, se refiere a una supuesta condición de apátridas de los homosexuales, a la que hace referencia un texto publicado en el penúltimo número de la revista Somos del extinto F.L.H., en la medida en que estos no son interlocutores de los discursos políticos, ni tampoco elementos considerados en políticas de ningún tipo (más allá de las políticas de control y/o eliminación). Perlongher, en coherencia con sus planteamientos no se lamenta de la aparente marginalización a la que se hace referencia en el texto de Somos, por el contrario, se cuestiona por la real conveniencia que dicha exclusión le ha reportado en términos de libertad. En este texto, sus consideraciones relativas a homoerotismo e identidad no difieren de las estudiadas previamente. En cambio, resulta interesante observar la imbricación temática de ámbitos tan disímiles como la geo-política y la problemática homosexual. Este texto ejemplifica la relación de contigüidad que guardan, en su reflexión, la noción de invasión, en el sentido de territorio en disputa y de sexualidad (variable y antisistémica) diezmada por el corsé de la identidad. Lo anterior se desprende de la reflexión desarrollada por Perlongher acerca del concepto de identidad sexual en la que busca separar dos asuntos que, a su juicio, son naturalmente opuestos y que, sin embargo, han sido sistemáticamente ligados con fines disciplinares. Por una parte, la sexualidad como un flujo naturalmente desasido de cánones rectores y, por otra parte, la identidad como dispositivo de convenciones conductuales útiles a los poderes disciplinantes. La Guerra de Malvinas no fue el único blanco histórico en el que Perlongher centró su inquietud por develar una versión secundaria de la versión socialmente 105 extendida. Particularmente, llamativos resultan sus textos en los que evoca la figura de Eva Perón, tanto en prosa como en poesía, ésta es presentada como una mujer moralmente decadente, adepta a las orgías y superficial. Evita vive50, es un texto que se inscribe en la tradición de provocación más aguda de la literatura argentina. Es un texto dividido en tres partes numeradas en las que nos encontramos con tres testimonios distintos en que figura Eva Perón. En todos, ella aparece con posterioridad a su muerte en lo que constituía una resucitación apócrifa al mismo tiempo que una profanación de su tumba. Un tratamiento grotesco del tema, magnifica la vocación profana de este relato. En la historia 1, Evita, aparece en la narración de un homosexual como un cuerpo infiltrado en su cama: “Ella me contestó, mirándome a los ojos (hasta ese momento tenía la cabeza metida entre las piernas del morocho y, claro, estaba en la penumbra, muy bien no la había visto): “¿Cómo? ¿No me conocés? Soy Evita”. “¿Evita?” –dije, yo no lo podía creer. “¿Evita vos?” –y le prendí la lámpara en la cara. Y era ella nomás, inconfundible, con esa piel, brillosa, y las manchitas de cáncer por abajo que -la verdad- no le quedaban nada mal” (Prosa 192). La voz del relato, en lo que parece ser una reconstitución de escena, deja constancia de que la Evita del relato estaba de regreso en la tierra luego de haber fallecido: “Después al otro día ella se quedó a desayunar y mientras Jimmy salió a comprar facturas, ella me dijo que era muy feliz, y si no quería acompañarla al Cielo, que estaba lleno de negros y rubios y muchacho así” (192) La muchacha interpelada por esta invitación responde negativamente aunque sin descartarla de plano, indicando “que con los marineros nunca se sabe”. Eva Perón reacciona diciendo que “con los generales tampoco” en lo que parece ser una clara referencia a su ex marido el General Perón. En este caso, la figura de Eva Duarte se evoca mediante un retrato en extremo familiar de su intimidad en el que el narrador se sitúa en la perspectiva de un integrante más de dicho intercambio. El relato presenta al cadáver de Eva entregándose a tratos carnales situación que podemos constatar mediante dos referencias particularmente morbosas: 50 Este texto fue traducido al inglés por E. A. Lacey y publicado con el título Evita lives en My deep dark pain is love, una antología a cargo de Winston Leyland. Gay sunshine Press, San Francisco, 1983. Luego, fue publicado en Suecia, bajo el título Evita vive en Salto mortal n° 8-9, Jarfalla, mayo de 1985. Posteriormente, se publicó en la revista Cerdos y peces n°11, abril de 1987, y en la revista El porteño n°88, abril de 1989, acarreando sendas polémicas por parte de diversos actores políticos y sociales. 106 “Bueno, ella tenía las uñas largas muy pintadas de verde -que en ese tiempo era un color muy raro para uñas” (192) y luego, en el relato 3, después de tener sexo con ella: “En la pieza había como olor a muerta que no me gustó nada” (195). Estas referencias, indirectas, buscan sugerir el estado de descomposición del cuerpo. Más adelante, en la parte 2, Evita aparece como compañera de un proveedor de droga descrita como “rubia, un poco con aires de estar muy reventada, recargada de maquillaje” (Perlongher, Prosa 193) La escena se resuelve rápidamente en una fiesta donde abunda el consumo de drogas y el sexo. De improviso llega la policía que intenta detener a los asistentes incluyendo a Evita. A lo que ella reacciona identificándose y recriminándoles su falta de memoria: “No, que oigan, que oigan todos -dijo la yegua-, ahora me querés meter en cana cuando hace 22 años, sí, o 23, yo misma te llevé la bicicleta a tu casa para el pibe, y vos eras un pobre conscripto en la cana, pelotudo, y si no me querés creer, si te querés hacer el que no te acordás, yo sé lo que son las pruebas” (Prosa 193). Este retrato parece caricaturizar la costumbre de Eva Perón de regalar a la gente más desposeída objetos o herramientas con el fin de granjearse su simpatía. Esta estrategia utilizada sistemáticamente ayudó a construir su figura política con claros matices populistas. Luego, los policías “se empezaron a llenar de pavor porque se dieron cuenta de que la mina era Evita” (Perlongher, Prosa 193). La gente comienza a acercarse por curiosidad y ella se despide explicando “ahora debo volver al cielo” (Prosa 194). Por medio de este relato51, Perlongher, profana una de las memorias argentinas más idolatradas mediante una resucitación literaria. Existen también otros textos en los que Perlongher recurre a la imagen de Evita, entre ellos están los poemas El cadáver y El cadáver de la Nación, publicados en Austría-Hungría y Hule respectivamente. Así también, existe otro texto breve en prosa, Joyas macabras52, en el que el relato mantiene 51 Daniel Molina, en un texto titulado Historia de una relación (Perlongher y yo), sostiene que Perlongher consideraba que “este texto era una de las posibilidades narrativas más seductoras que surgía de la consigna setentista del Movimiento de Inquilinos: “Evita vive en cada hotel organizado” [Consultado el 04 de abril de 2012], https://unperroviejo.wordpress.com/2011/11/11/historia-de-una-relacion-perlonghery-yo/ Este dato nos demuestra, una vez más, cómo el oído crítico del poeta neobarroso no dejaría de reparar en toda frase que, asociada al poder, delatara un deseo secundario infiltrado en la trama de sus discursos. 52 Este texto corresponde a un compte-rendu del libro de Horacio González titulado Evita. A militante no camarim, (Colección Encanto Radical. Sao Paulo: Editorial brasiliense, 1983) publicado en la revista Leia Livros n° 55, abril de 1983. 107 el tono ácido observado en los textos anteriores, pero incluyendo una crítica a la estructura ideológica del peronismo: “el peronismo supo combinar la exaltación festiva de las masas con un paternalismo descaradamente autoritario; “organizó”, sí, a los trabajadores, pero confinándolos en las células de un sindicalismo de Estado. Esta doble tensión dejó como saldo un incesante refuerzo de la máquina del Estado policial-militar, mecanismo que dictaduras posteriores supieron muy bien aprovechar.” (Prosa 201) Este fragmento donde se aprecia con claridad un punto de vista contrario a la postura del Partido Peronista, expuesto con un lenguaje cuidado y eficaz, contrasta con la radicalidad de la caricatura de Evita revisada en las páginas precedentes. La extrema diferenciación en la forma de abordar un mismo tema en la pluma de un escritor da cuenta de una racionalización transgresiva de un discurso que, tanto en forma como en fondo, busca remecer para disuadir al lector. Es así que relato de alto contenido erótico y crítica ideológica se mezclan. Este texto, así como los relativos a Malvinas implican un desmarcamiento de Perlongher de los macrorelatos fundacionales de la identidad nacional argentina. El poeta aplicó una estrategia de puesta en cuestión de ellos, desbaratando analíticamente sus estrategias de imagen. El desarreglo de las historias en su caso, opera por una transposición de lo pudendo en lo histórico, para así, transgredir, resquebrajar la pátina áurea con que el patriotismo cubre a sus próceres. Perlongher, mediante la elaboración de una historia íntima y apócrifa interviene el rango elevado de dichos personajes, lo que se puede apreciar claramente en el caso de Eva Perón. En los textos hasta aquí revisados se puede advertir que al deseo de contar una historia desde una perspectiva nueva se unía, en el caso de Perlongher, su afán de transgredir las versiones anteriores de dichos relatos, transfigurando la estatura heroica de sus próceres en figuras residuales. El deseo de embarrar los nombres de personajes y gestas largamente ensalzados lo lleva a dotar dichos relatos de un halo de lascivia. El sexo que para Perlongher fue una bandera de lucha parece también ser un arma de defensa. Esta pulsión dionisíaca va sembrando el texto con hitos de intensidad que, a nuestro juicio pueden responder a una gradación resultante de la búsqueda intensiva ya 108 referida a lo largo de nuestro trabajo y esquematizado en el gráfico n° 6 de reverberación intensiva. Revisemos el siguiente fragmento extraído de Joyas macabras: «Esta marginalidad remite a la tormentosa carrera de actriz provinciana de Evita, hasta que conoce al ascendente Coronel Perón, en un incidente todavía confuso – probablemente un “chamuyo”. Luego, los efectos interpretativos y retóricos del show peronista parecen relacionarse con cierto melodrama radionovelesco – “teatro del aire” – que hacía estragos en los corazones sensibles de las masas. Sumando a una épica reivindicativa de viejo cuño anarquista este discurso sentimental, se tornaba irresistible. Pero no se trataba de un sentimentalismo pálidamente rosa: tanto la gritería antioligárquica (altisonante y vacua) como cierto amoralismo que destilaba del noviazgo entre el militar (acusado de estuprar a una estudiante secundaria) y la actriz (apodada “mujer fácil”) eran un desafío a los ojos de la pacata aristocracia local, en medio del perfume hedonista de la orgia distributiva del Justicialismo.” (Prosa 202) Podemos inferir que la utilización de palabras como chamuyo, mujer fácil, orgía distributiva del Justicialismo representan la opción por un lenguaje de alta intensidad paródica que tiene como objetivo generar un mayor impacto, en síntesis, ser una escritura que se destaque en el concierto de escrituras convencionales para así conquistar la atención del lector . Tal como Brecht, Perlongher opera un extrañamiento de su lenguaje, en este caso por medio de una retórica del descrédito basada en la mostración de lo sexual con el fin de luchar contra el aletargamiento del auditor. Mediante el extrañamiento, es posible desarreglar la cantinela litúrgica con que la reflexión política era movilizada y así generar en el receptor un soterramiento de sus principios activando el cuestionamiento social. Ahora bien, la figura de Evita proveía a Perlongher de varias contradicciones que resultaban altamente explotables desde su punto de vista crítico entre los que encontramos, por ejemplo, la contradicción entre su situación de poder y oficialidad y su pasado oscuro: nebulosa que se movía entre la historia de la actriz y la prostituta. Además estaba el tema de su aparente generosidad con los pobres producto de una desarrollada empatía y de su origen modesto en contradicción con su evidente afición por el lujo. A esto se sumaba el tema de la corrupción de la belleza en su enfrentamiento con la enfermedad que Evita representó como víctima de un cáncer fulminante. Las referencias a la figura de Eva Perón 109 constituyen un punto de acceso pudendo a la historia vinculado a la artificialización de la femineidad constituido por la afición estética por la artificialización de los enunciados, por cierto enrarecimiento de la representación que jamás es translúcida y que roza, ciertamente, en la provocación, inclinándose por una extrema afectación en el decir. Esta afición tiene como efecto dos tendencias, una que afecta al retrato y otra que determina la elección de sus referentes. En los textos hasta aquí revisados hemos podido reconocer que la vinculación del discurso perlonghereano a la temática histórica ha sido posible gracias a lo que hemos denominado Puntos de acceso pudendo a la Historia presentados en el grafico 5. La selección del concepto pudendo nos pareció pertinente en la medida en que éste tiene por primera acepción “torpe, feo, que debe causar vergüenza”53 y que posee también una vinculación directa a la sexualidad en el sintagma partes pudendas, referido, como se sabe, a los miembros de la generación. Estas acepciones mantienen una relación de coherencia con la intencionalidad que creemos reconocer en la escritura de Perlongher, a saber, la exposición de la sexualidad, de la genitalidad de los personajes de la historia como mecanismo desestabilizador de los anales que registran sus acciones memorables. Este trabajo de embarramiento de las gestas y personajes de los altares patrios buscaba resquebrajar la apariencia de las versiones oficiales de la historia, ficcionalizando un lado B de la persona y del evento, desde el punto de vista de su potencialidad lúbrica. Esta estrategia representativa de finalidad desestabilizadora justificaría su tratamiento bajo la premisa de que el aumento de la intensidad del desarreglo discursivo sería directamente proporcional al grado de recuperación de la veracidad de la que carecía la versión histórica oficial54. Esta estrategia en el caso de los textos revisados, Joyas macabras o Evita vive, tiene como resultado el cuestionamiento de los altares en los que se la inmortalizó como Jefa espiritual de la Nación y defensora de los humildes destacando su condición humana, carnal. De lo anterior se desprende que para Perlongher la reconstitución de la verdad histórica pase por la reformulación de un lenguaje en términos del impacto que este pueda causar. En consecuencia, la representación de la verdad incómoda es realizada desde lo pudendo lo que es, antes de todo, objeto de ocultamiento primario (primer 53 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 12 de enero de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=pudendo 54 Tal como se presentada en el gráfico 6. 110 síntoma de nuestra civilización según el relato bíblico de Adán y Eva) el de nuestros genitales y, por extensión, el ocultamiento de nuestra sexualidad. Este proceder en el símbolo determina como arma de desestabilización el enrostramiento de una hipersexualidad generando la alegoría de la invasión de un territorio geográfico y corporal. Ésta es el resultado metafórico de la reflexión sobre hechos de sangre entendidos en un sentido amplio: sangre como síntoma del daño en la represión, sangre como vía de contagio en la enfermedad venérea, sangre derramada como consecuencia de la guerra, la sangre que toda dominación comporta. 3.3 Reformulación poética: elaboración de una memoria con el cuerpo Los puntos de acceso pudendo a la Historia son los mismos que, en el primer capítulo de nuestro trabajo, fueron presentados como el puente que conectaba el registro vivencial del autor con la literatura. A medida que avanzamos en nuestro estudio, pudimos tomar conciencia que estos nódulos de sentido, establecidos por obra de la proliferación y redundancia constituían el lazo de unión entre lo corporal y lo histórico. Del trabajo poético desarrollado por Perlongher se desprende la idea de que el cuerpo es un soporte fidedigno en el que es posible constatar los avances y evoluciones indicados por la Historia. El cuerpo sería, en la obra del poeta neobarroso, la cera sensible en la que los ardores de la Historia se inscriben dejando huella de cómo acaecen las guerras, las invasiones, la tortura, etc. Esta valoración del cuerpo como soporte de las huellas que constatan la Historia se origina en la experiencia de persecución vivida por Perlongher en la que pudo apreciar la consonancia entre el ejercicio dictatorial del poder y su incidencia directa sobre la libertad de movimiento e intercambio de los cuerpos circunscritos a aquel poder. El ejercicio del terrorismo de Estado implicaba la manipulación flagelante de los cuerpos de los individuos asociados a una oposición política, valórica e, incluso, estética, entre quienes se contaba a Perlongher. La representación hipersexualizada que el poeta neobarroso realizaba de personajes ideológicamente alejados de su postura política corresponde también a la sobrereacción de un cuerpo impedido, el cuerpo de la homosexualidad. La 111 representación de sus oponentes desde la exposición de sus sexualidades especulativas, homoeróticas o abyectas, es también un intento por dar a los cuerpos oficiales parte de la estigmatización de la que los cuerpos homosexuales habían sido objeto. Una reacción enérgica, desde la literatura, a la persecución estigmatizadora con que se condenó la homosexualidad a la prisión y a la tortura. Lo anterior tiene como efecto, la creación de un retrato que erosiona la representación con la que se embalsamó al prócer y la gesta. A continuación, revisaremos la forma en que cuerpo e Historia construyen su relación de complicidad en el tercer estado de escritura: la Reformulación poética. Para esto utilizaremos como estructura de análisis la relación entre los llamados Puntos de acceso pudendo a la historia y su correspondiente lugar en el desarrollo de la temática de Problemática homosexual55. Como se ha dicho a lo largo de nuestro estudio, la unión homosexual masculina (porque no hay claras referencias al lesbianismo, que parece no haber sido objeto de la misma atención) constituye el principal foco de la represión y la violencia. Es, precisamente, en la medida en que este vínculo es más fuertemente reprimido que su materialización sexual comienza a adoptar matices de violencia. La estrecha vinculación entre manifestaciones eróticas y accesos de violencia, representó un tema de gran interés para Perlongher y que quedó cristalizado en ensayos como Matan a una marica. El retrato de los puntos de mayor intensidad del encuentro sexual es realizado mediante la metaforización bélica. Dicha metáfora ha demostrado una gran vitalidad a través de la historia en su utilización en el campo médico, particularmente, desde la invención del microscopio y la consecuente comprensión de las enfermedades como cuadros causados por elementos exógenos. Susan Sontag, se refiere a la utilización de esta metáfora en relación a la enfermedad del sida: « Depuis lors, les métaphores militaires ont de plus en plus imprégné tous les aspects de la description de la situation médicale. La maladie est vue comme une invasion d’organismes étrangers, à laquelle le corps réagit par ses propres opérations militaires, telle la mobilisation des « défenses » immunologiques, et la médecine se fait 55 Esta relación ha sido sistematizada en el gráfico n° 5. 112 56 « agressive », comme dans le langage de la plupart des chimiothérapies. » (Sontag 126) Perlongher, adopta esta metáfora para referir los puntos álgidos de los intercambios sexuales en donde, como hemos dicho, la vinculación de cuerpos y situaciones bélicas permiten constituir una alegoría de la invasión entendida, básicamente, como invasión geográfica y corporal. Es de este modo que encontramos, por ejemplo, en el poema como Reina que acaba (Poemas 33) del libro Austria-Hungría el fenómeno de construcción de una sexualidad épica determinada por una metaforización grandilocuente y una puesta en paralelo de referencias sexuales con elementos bélicos. En este texto observamos una presencia femenina que se asocia al paisaje bélico. En la primera estrofa leemos: “Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos de un ejército y se unta las costuras de su armiño raído con la sangre o el belfo o con la mezcla de caballos y bardos que parió su aterida monarquía” (Poemas 33) Esta estrofa en la que se presenta una especie de relato que podríamos definir bajo el signo “monárquico-bélico” es puesta en paralelo con la segunda en la que leemos: “así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó su blondo detonar o esparcirse -como reina que abdicay prendió sus pezones como faros de un vendaval confuso, interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas” (Poemas 33) En ambas estrofas reconocemos una presencia femenina que será una constante en la poesía perlonghereana por medio de la presentación de elementos de una femineidad que, en muchas ocasiones, se manifiesta a través de la figura de la loca y, en otras, bajo el irresoluble misterio de la ambigüedad. En ambos casos, el recurso de una 56 Sontag, Susan. La maladie comme métaphore, le SIDA et ses métaphores. Paris: Christian Bourgois, 2009. p. 126 113 femineidad, rayano en lo kitsch, viene a intensificar el contraste entre ésta y una masculinidad también exaltada o caricatural. La transposición del campo de guerra cubierto de cuerpos y la escena corporal sugerida en la segunda estrofa conforman una conjunción simbólica que permite la equiparación de un detonar y un eyacular. La cama donde se advierten los vestigios de un trato carnal hiede como hiede el campo de guerra donde la Reina cuantifica las bajas de su ejército. Estos versos guardan una relación de consonancia con el título que asocia la figura de la Reina con la del goce sexual. El sintagma que acaba refiere a la caducidad de un plazo o reinado y también, en jerga coloquial, al clímax sexual. Esta inclinación por imágenes en que se cruzan escenas de guerra y alusiones monárquicas parece prefigurar el interés que, años más tarde, despertara en él la Guerra de Malvinas en la que la Corona Británica y el Gobierno de facto argentino se trenzarían, sembrando de muerte los territorios en disputa tal como en el poema, dejándonos la triste postal de “los prados donde yacen los restos de un ejército”. Más adelante en el libro Austria – Hungría, encontramos el poema Canción de amor para los nazis en Baviera en el que leemos: “Ceremoniosamente me pedías perdón posabas una estola de visón sobre mis hombros y nos íbamos a hacer el amor en mi bohardilla pero tu descubrías a Ana Franck en los huecos y la cremabas, Nelson, oh Oh no no no es cierto que me quieras Ay ay ay me dabas puntapiés Heil heil heil eres un agente nazi” (Poemas 25) Este fragmento nos permite ilustrar, por una parte, la invocación de la presencia femenina a través de los artificios relativos al estereotipo de femineidad burguesa en occidente como, en este caso una estola de visón. En seguida, advertimos la relación de contigüidad establecida entre sexo/amor y muerte mediante la referencia al genocidio nazi: “y nos íbamos a hacer el amor en mi bohardilla / pero tu descubrías a Ana Franck en los huecos / y la cremabas […]”. La identificación del sexo como un contexto útil a afanes genocidas guarda cierta consonancia con la concepción de la sexualidad 114 homosexual como arma de destrucción masiva, esgrimida como argumento para indicar a los homosexuales como principales responsables de la proliferación del sida. Más allá de esta asociación, este argumento permite ejemplificar una constante en la poesía de Perlongher relativa a la concepción del sexo como una instancia de muerte. El sexo como arma, ya sea como fruto de un acceso súbito de violencia en el marco de una relación sexual, o como móvil de un contagio, o como evidencia de un crimen, o como instancia de delación. La productividad de la metáfora bélica en Perlongher tiene directa relación con su concepción de la sexualidad como un contexto propicio para la aparición de “ce qui trouble les sens […] le sang, la terreur subite, le crime, tout ce qui ruine sans fin la beatitude et la bonne conscience.”57 (Bataille, Histoire 10). En efecto, las manifestaciones sexuales a las que tenemos acceso, en tanto que lectores, a lo largo de la obra de Perlongher, responden a un apetito de transgresión de los diversos discursos que ejercen su control sobre la sexualidad humana. Entre estos se puede destacar el discurso de la asepsia que determina el surgimiento de conductas sexuales de riesgo, o la promoción de la pareja única como una estrategia de disminución de riesgos de contagio. Por otra parte, encontramos el discurso de la abstinencia sexual de origen confesional que estimula la estigmatización de los individuos promiscuos. Estos discursos, por mencionar un ejemplo, cruzan las prácticas sexuales y determinan su frecuencia, la intensidad y el modo de sus manifestaciones. La concepción del erotismo perlonghereano se rebela constantemente contra ellas indicando, por ejemplo, una proliferación de fluidos corporales en asociación con objetos de valor como piedras preciosas. Los fluidos entendidos normalmente como un desecho se convierten en la poesía de Perlongher en joyas, en un producto precioso de determinados intercambios corporales. Esta operación simbólica constituye un cuestionamiento de los discursos de la asepsia que han cargado, históricamente, los fluidos corporales bajo el signo de lo residual y lo potencialmente letal. Esta transgresión discursiva es, en primera instancia, producto de una concepción de la sexualidad como un trance corporal que permite un retorno a la animalidad primigenia entendida como instancia de liberación. El acto sexual para Perlongher corresponde a una instancia en que el individuo logra sacudirse de las lógicas que han ordenado la percepción de sí mismo. Del mismo modo en que la poesía 57 Bataille, Georges. L’histoire de l’œil. Paris: Jean-Jacques Pauvert, Editor 1967. 115 representa una instancia para el lenguaje para deshacerse de las consignas que se han adherido a él y que proliferan gracias a un fenómeno de irradiación parecido al de polinización obrada, en este caso, por los hablantes. Consideramos que existe una rica consonancia reflexiva entre la concepción particular de la sexualidad inferida de los textos de Perlongher y ciertas consideraciones de Georges Bataille. Observemos, por ejemplo, el siguiente fragmento: « La vérité des interdits est la clé de notre attitude humaine. Nous devons, nous pouvons savoir exactement que les interdits ne sont pas imposés du dehors. Ceci nous apparaît dans l’angoisse, au moment où nous transgressons l’interdit, surtout au moment suspendu où il joue encore, et où nous cédons néanmoins à l’impulsion à laquelle il s’opposait. Si nous observons l’interdit, si nous lui sommes soumis, nous n’en avons plus conscience. Mais nous éprouvons, au moment de la transgression, l’angoisse sans la quelle l’interdit ne serait pas : c’est l’expérience du péché. L’expérience mène à la transgression achevée, à la transgression réussie, qui, maintenant l’interdit, le maintient pour en jouir. L’expérience intérieure de l’érotisme demande de celui qui la fait une sensibilité non moins grande a l’angoisse fondant l’interdit, qu’au désir menant à l’enfreindre. C’est la sensibilité religieuse, qui lie toujours étroitement le désir et l’effroi, le plaisir intense et l’angoisse. » 58 (Erotisme 45) Este fragmento apunta a la angustia como un reactivo de la concupiscencia erótica que dirige al deseo hacia las instancias de ruptura y tensión con los discursos disciplinantes. Nos parece que esta idea mantiene una concordancia ostensible con la representación de la sexualidad en la poesía de Perlongher. Veamos como se manifiesta esto en los siguientes versos del poema Canción de amor para los nazis en Baviera: “Más acá o más allá de esta historieta estaba tu pistola de soldado de Rommel ardiendo como arena en el desierto un camello extenuado que llegaba al oasis de mi orto u ocaso o crepúsculo que me languidecía y yo sentía el movimiento de tu svástica en las tripas oh oh oh” (Poemas 25) 58 Bataille, Georges. L’Erotisme. Paris: Les Editions de minuit, 1957. 116 La metáfora bélica, que establece la concepción del sexo como una instancia de muerte en Perlongher, vuelve a aparecer bajo la forma de una imagen fálica que se vincula también al nazismo mediante la mención “tu pistola de soldado de Rommel”, es decir un soldado de uno de los más célebres militares alemanes, Erwin Rommel, que se desempeñó como Mariscal de Campo durante la Segunda Guerra Mundial. Esta metáfora carga el sexo masculino con la metáfora bélica bajo el signo del nazismo. Más tarde observamos la referencia al sexo anal mediante la referencia al orto, palabra que en la jerga popular argentina remite, en general, al trasero o ano, al mismo tiempo que refiere, en jerga astronómica, a la salida del sol en el horizonte. El poema finaliza renovando la carga nazi del falo mediante un paralelo con la svástica. En este poema, la conjunción simbólica del sexo y la guerra movilizan la idea de la letalidad potencial de la penetración y el valor genocida del sexo, idea que encuentra una consonancia directa con los lugares comunes relativos al sida y su contagio (descritos por Susan Sontag) tratados por Perlongher en sus textos relativos a dicha problemática. Al mismo tiempo, la morbosidad de la imagen que presenta un símbolo de muerte sistemática como es la swástica nazi al interior del cuerpo, constituye un buen ejemplo del reiterado flirteo simbólico entre erotismo y crimen. Esta conjunción es el punto en el que la reflexión perlonghereana intersecta la reflexión de Bataille en la medida en que presenta la angustia como un sentimiento que exalta la exhuberancia sexual. Los poemas Como reina que acaba y Canción de amor para los nazis en Baviera permiten ilustrar el primer punto de acceso pudendo desde la escenificación del cuerpo, constituyendo un punto de entrada a lo bélico-histórico. En el segundo libro publicado por Perlongher, titulado Alambres se aprecia con mayor claridad el trabajo de erosión de los relatos históricos mediante la referencia directa a textos en los que se funda el conocimiento histórico argentino. El primer poema de dicho libro, titulado Rivera, es uno de los textos que reconstruyen y desfiguran las Historias nacionales teniendo en cuenta criterios polémicos de desestabilización. Su título refiere al primer presidente de Uruguay, Fructuoso Rivera, quien gobernó entre los años 1830 y 1834. Luego de haber estado a la cabeza de una sublevación el año 1836 contra el presidente Manuel Oribe y habiendo retomado la dirección del Uruguay, declaró, el año 1839, la guerra a Argentina, entonces dirigida por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Brigadier Juan Manuel de Rosas. 117 Esta decisión fue impulsada por el apoyo que Fructuoso Rivera recibió de parte de los Unitarios, opositores al gobierno de Rosas exiliados en Montevideo, así como también, el apoyo de las autoridades consulares francesas y del Almirante de la fuerza naval francesa. El poema Rivera tiene el siguiente epígrafe: “Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas: que jamás se domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los indios la comen…; y los paisanos llaman pardejón a un hombre perverso.” (Poemas 67) En el texto de Perlongher se indica que dicho fragmento ha sido extraído de la Historia de la Confederación Argentina escrita por Adolfo Saldías, historiador argentino. En él se describen las características del Pardejón, descrito como un toro de cualidades nefastas. Inferimos que la razón por la que este epígrafe ha sido integrado al texto tiene que ver con que el nombre de este animal era el apodo despectivo con que el General Rosas se refería a Fructuoso Rivera. El poema parece interpelar a Rivera y a la historia de la batalla conocida como Arroyo grande en la que la derrota de la avanzada uruguaya fue rotunda: “Vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la República” se pregunta el hablante. En este texto, Perlongher, parece parodiar el estereotipo del militar entendido como referente de coraje y determinación, ya que él lo muestra pidiendo auxilio a su esposa, Berdardina Fragoso de Rivera, para así poder reestablecerse de la batalla en que ha perdido hasta la vestimenta: “Mi muy querida esposa Berdardina: He perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón crecido Te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras; Acá no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos patacones Me los mandas” (Poemas 67) 118 Más tarde, en coherencia con lo que hemos definido como un arma de desestabilización de los relatos históricos, Perlongher, refiere a estos personajes poniendo en evidencia una sexualidad especulativa: “En qué cogollos encopetados andarás? Mi ama, mi vecina Te entregarías a él, mi Berdardina? O a los muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso? Sé que urden a costa de mí infames patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas Y si no los conociera tan de de cerca, qué me uniría a ellos a mí, un gaucho bruto si fuera manso y no me diera corcovos en los rodeos Estamos sitiados, Bernadotte A dónde iremos después de esta película tan triste” (Poemas 68) La representación de un caudillo en la escena de su derrota, cuantificando sus pérdidas podría entenderse como una reconstitución de lo que probablemente ocurrió con Rivera. Sin embargo, Perlongher, suma a esto el cuestionamiento del militar por la integridad moral de su esposa de la que supone un actuar permisivo que, eventualmente, la ha llevado a cometer adulterio con uno o más hombres. También consideramos que la mención hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas insiste en la concepción que Perlongher tenía de la guerra como un contexto idóneo para la concreción de impulsos homoeróticos. Avanzando en la lectura de Alambres, encontramos el poema Moreira, con un epígrafe tomado de la novela Juan Moreira, escrita por el autor argentino Eduardo Gutiérrez. Esta novela publicada como folletín en el diario La Patria Argentina, entre los años 1879 y 1880, gozó de amplia difusión y se convirtió en un referente del relato popular en Argentina. Sus páginas tenían como protagonista al gaucho, personaje que ha sido considerado como el representante del ser nacional, ejemplo de vida nómade y esforzada, así como también, síntesis del mestizaje típico de la región. Su figura ha sido asociada a una dimensión romántica desprendida de su constante movimiento en soledad a través de las pampas y de su carácter bravío, entendido como necesario 119 considerando la naturaleza de su modus vivendi. La comprensión de este personaje como un ser de cualidades heroicas, aunque al margen de los intercambios prestigiosos de la sociedad, ha sido determinada por obras mayores de la literatura argentina como son El Gaucho Martín Fierro y Don Segundo Sombra escritos por José Hernández y Ricardo Güiraldes, respectivamente. En dichas obras, se representa al gaucho como un individuo errante que escapa del orden social motivado por un afán de justicia personal desprendido de su visión particular de la realidad. La representación de los escenarios vitales del gaucho caracterizados por su rigor y peligrosidad, así como también la descripción de su carácter particularmente arrojado han determinado el establecimiento de este personaje como un referente de los valores de la masculinidad hegemónica.59 El fragmento de la novela-folletín de Eduardo Gutiérrez utilizado como epígrafe es el siguiente: “Aquellos dos hombres valientes, con un corazón endurecido al azote de la suerte, se abrazaron estrechamente; una lágrima se vio titilar en sus entornados párpados y se besaron en la boca como dos amantes, sellando con aquel beso apasionado la amistad leal y sincera que se habían profesado desde pequeños.”60 Este fragmento, presentado de forma aislada, parece remitirnos a una escena de ostensible carga homoerótica, sin embargo, en el relato del que se desprende, parece ser entendido como una manifestación de profunda hermandad en el contexto del reencuentro de dos amigos. Este desliz homoerótico en una obra decimonónica como Juan Moreira que, como ya ha sido dicho, gozaba de una extendida aceptación y seguimiento por parte del gran público, podría entenderse como una licencia concebible y comprensible bajo el velo de virilidad inquebrantable e incuestionable que poseía el gaucho. Ahora bien, la aparición de este fragmento en el poema de Perlongher da cuenta de la aguda mirada con que el poeta escrutaba la idea de masculinidad que cruzaba los relatos fundacionales. La inclusión de este epígrafe pretende, en coherencia con lo observado previamente, exponer un momento de fisura en la imaginería masculina de la tradición gauchesca para desde esa falla reescribir la historia de los íconos históricos argentinos. 59 Algunos de los aspectos aquí referidos han sido extraídos de: Zum Felde, Alberto. El Proceso Histórico del Uruguay. Montevideo: Arca, 1967. [Consultado en el sitio web de la Universidad de la República, Red Académica de Uruguay, el 12 de febrero de 2012], http://www.rau.edu.uy/uruguay/cultura/gaucho.htm 60 Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreira, “Un encuentro fatal” (Fuente: Buenos Aires, N. Tommasi Editor, s/f.) en Proyecto Biblioteca Digital Argentina [Consultado el 12 de febrero de 2012], http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/novela/moreira/novela.htm 120 El desarrollo del poema da cuenta de lo que hemos definido como una estrategia de representación desde la mostración de una hipersexualidad especulativa. Lo anterior se desprende de la presentación del gaucho como un paradigma de masculinidad no absoluto que, desde el epígrafe de Gutiérrez, reformula la lógica de las interacciones corporales entre dos hombres aceptadas por los esquemas imperantes de la masculinidad. El siguiente fragmento del poema da cuenta de lo anterior: “Delia, arrastrándose por ese cuarto descampado, se hacía cargo de ese espanto, esa barba arrancada que babeaba junto a la verga del amigo: de ese despojo, de esa cornamenta esa lengua amputada deslizando la baba por el barbijo de ese vientre Y si, querida Delia, ornada Dalia, no le hubieras dejado combatir? Huyendo en ancas con el juez, haciendo estrecho el laberinto? El laberinto de carcomas donde coleaban esos lagartos de las ruinas, esas flores azules de las zanjas? Ventruda campanilla! Restallaba!” (Poemas 74) El fragmento citado, parece reconstituir una escena de muerte, el hallazgo de dos cuerpos masculinos en lo que debió haber sido la interrupción criminal de un encuentro sexual. Quien halla los vestigios de esta batalla es Delia, cuyo nombre muta al de Dalia. Nuevamente, el poema parece referir una escena de guerra en la que ocupan el primer plano cadáveres que descubre o recorre una presencia femenina, tal como en el poema Como reina que acaba, comentado previamente. Delia, se arrastra por un cuarto descampado, en el que se observan los cadáveres de un pacto homoerótico. La utilización de dicho sintagma nos remite a la oposición interior-exterior: clandestinidad como espacio de protección y exterior público como espacio riesgoso referidos en nuestra reflexión acerca del poema Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco. En él, se reúne la concepción espacial que la historia de represión de la homosexualidad generó en sus perseguidos. Al mismo tiempo, este sintagma constituye el núcleo de un delicado equilibrio de sobrevivencia, puesto que, al quebrarse el interior-protegido de los vínculos homoeróticos el desenlace 121 es siempre violento y/o letal mientras que la materialización de esa violentación y/o crimen es siempre público y ejemplarizador. El cuarto descampado es la determinación del territorio de los intercambios homoeróticos y del trayecto que éstos siguen entre persecución y muerte, entre materialización de su contacto sexual y eliminación ejemplar ante la eventualidad de su descubrimiento. Como puede advertirse, esta dinámica espacial se frecuenta con persistencia en la poesía de Perlongher, particularmente, en los puntos donde la representación del encuentro homosexual es patente. Moreira estaría, por lo tanto, en un diálogo estrecho con otros poemas en los que se reformula la temática de la homosexualidad como un Objeto de represión policial61 tales como Defensa de los homosexuales de Tenochtitlán y Tlatlexlolco y Cadáveres. Esta operación cobra renovado brío cuando se realiza sobre el soporte discursivo histórico, pues ya no se trata de los cuerpos residuales de la loca o de los encuentros homoeróticos ocasionales concretados al margen de la oficialidad, sino que de la mostración de una dimensión, especulativa / homoerótica de los relatos fundacionales. Una operación similar a la recién descrita puede observarse en el poema Para Camila O’Gorman (Poemas 80) en el que se hace un guiño a la historia de una ciudadana irlando-argentina de origen aristócrata que protagonizó un trágico romance con un sacerdote. Durante el año 1847, Camila O’gorman y el sacerdote Ladislao Gutiérrez se fugaron de su ciudad escapando del profundo rechazo que podía despertar la divulgación de su relación. Un año más tarde, fueron descubiertos y procesados siendo determinada como pena el fusilamiento de ambos, sin importar el embarazo de ocho meses de la fugitiva. Este hecho representó una razón de desprestigio internacional para el gobierno de Rosas, teniendo una ostensible incidencia en el comienzo de su decadencia política. La integración de un personaje histórico como Camila O’Gorman en el poema de Perlongher parece guardar una profunda coherencia con la temática de Problemática homosexual en la medida en que la historia la presenta como una más en la lista de los inmolados en nombre de sus deseos. La ordenación de las conductas afectivo-sexuales entre deseables y reprobables, propone un protocolo conductual que, Perlongher, 61 Según indica el esquema de consustancialidad bio-bibliográfica. 122 cuestionará de una manera constante, alertando las fisuras que toda uniformidad comporta. Los poemas analizados hasta este momento, permiten ilustrar la reformulación poética que la escritura perlonghereana realiza de la temática histórica en superposición a la problemática homosexual. Los poemas Como reina que acaba, Rivera, Moreira y Para Camila O’gorman están relacionados en la medida en que se conectan con los relatos históricos oficiales desde el abordaje del sexo y una representación femenina artificializada. Estos dos puntos de acceso están, a su vez, vinculados con los elementos que conforman la Problemática homosexual: el sexo es, en efecto, el objeto de represión, mientras que la femineidad artificializada representa una estrategia de reivindicación de la figura de la loca. Este último elemento está presente con regularidad en sus poemas en los que se evocan presencias femeninas o elementos considerados propios a la construcción de lo femenino en occidente, relativos al maquillaje, vestuario, etc. La evocación de lo femenino desde el accesorio es una estrategia de caricaturización recurrente en occidente que, Estrella de Diego, explica de la siguiente manera: “Este tipo de travestismo se basa sobre todo en la repetición o creación de estereotipos, pues sólo hay algo más femenino que una mujer y más masculino que un hombre, su esencia, sus rasgos sobresalientes, y a menudo el individuo, dentro de un determinado grupo, no tiene la capacidad de extraer lo esencial de ese grupo por pertenecer a él. Las mujeres de Argos sintetizaban al hombre en la barba –típico atributo masculino- y en el caso de parodia femenina, por poner uno de los ejemplos más vulgares y extendidos, se enfatizan los pechos atrapados en la ropa ajustada, las joyas exageradas y el maquillaje, todas supuestas prerrogativas de la mujer” 62 (de Diego 19) La referencia a dicho estereotipo se comprueba en la proliferación de referencias a supuestas prerrogativas de la mujer, tales como el arminio de la reina, en el poema Como reina que acaba, o el esmalte Revlon que le aplicó la manicure al cadáver de Evita en el poema El Cadáver, o el sencillo traje de muselina blanco tijereteaja por las balas en el poema Para Camila O’Gorman, o versos como “ceremoniosamente me pedías perdón / posabas una estola de visón sobre mis hombros” en el poema Canción 62 Diego, Estrella. El andrógino sexuado. Madrid: Editorial Visor, 1992, Colección La balsa de la medusa 53. p. 19. 123 de amor para los nazis en Baviera, o “Qué no era lujo en esa joya trabada? / En ese cuerpo de tediosa anguilidad? / esas chinelas de terciopelo donde asomaban sus largos dedos / recamados / tocando el piano de la siesta / enrollando el collar en las gárgaras de los tigres” de Made in USA, o “Si el oficial deserta y las tropas confusas siguen carga la brigada ligera el dos (de infantería) mientras el oficial, oculto y compungido, llora contra la arena a la manera de un figurín de Jamandreu su oscura cara evanescida [sic]: “He robado las perlas de mi hermana, las perlas y las diademas de mi hermana, las gemas, las alianzas los dijes y los decires de mi hermana, sus ademanes, sus estigmas de mujer del 50 su sombrerera con follajes, yo, un adusto oficial de ceño torvo, a ella, mi frágil desvaneciente hermana” (Poemas 60) de Anales, en el que se observa cómo la representación de lo femenino a través de la enumeración de accesorios permite, en este caso, la corrosión del estereotipo masculino en la figura del oficial desertor en lo que entendemos como un sistemático cuestionamiento a los discursos de identidad sexual. En esta línea, la referencia continua al militar, además de ser productiva en la medida en que se compromete con la alegoría de la invasión del territorio geográfico y corporal, permite minar la imagen del ejército como ente monopolizador y promotor del esquema de masculinidad hegemónico. Estrella de Diego considera también que: “Lo femenino se recrea a través de la adición de elementos y casi siempre con énfasis en lo sexual secundario – los senos- tal vez por el temor que lo femenino primario –la vagina- ha despertado siempre en lo social” (de Diego 19) lo que explicaría por ejemplo, en el caso del poema Canción de amor para los nazis en Baviera, que la presencia femenina se refiera por la estola de visón, mientras que lo masculino por medio de una metáfora fálica como la pistola. El tercer Punto de acceso pudendo a la Historia se refiere a la operación de desestabilización geopolítica que Perlongher desarrolló en su poesía. Esta operación consideraba la superposición de sitios geográfica e históricamente alejados con la finalidad de vincular los eventos políticos que en dichas zonas habían tenido lugar. Lo 124 anterior se constituía como un ejercicio de violación de fronteras desde su representación que buscaba subvertir el control que estos límites imponen al desplazamiento humano. Perlongher, exaltó a través de su vida y obra el valor de la trashumancia como un acto de liberación y de vitalidad crítica. Del mismo modo, buscó trastocar los valores territoriales, en lo que representa un punto de inflexión en su trabajo de desestabilización de los núcleos simbólicos de poder. A su vez, este ejercicio funcionaba como una reacción a la dinámica de represión en su forma de control del tránsito de los ciudadanos, así como también, de detención y de privación de libertad. Ante esto, su escritura poética proponía la subversión de los esquemas territoriales entendidos como principal causa y producto de la mayor parte de los conflictos bélicos. Un ejemplo de la operación recién descrita es el poema Crimea del libro AustriaHungría. En él podemos apreciar la confrontación de, a lo menos, dos ámbitos de referencia geopolítica imbricados. Por una parte, tenemos la referencia en el título a la península de Crimea ubicada en el Mar Muerto, conocida por haber sido el escenario de la Guerra de Crimea en la que se enfrentaron el Imperio Ruso, dirigido por la dinastía de los Romanov, y la alianza constituida por el Imperio Británico, el Segundo Imperio Francés, el Imperio Otomano y el reino de Piamonte-Cerdeña. Este conflicto bélico se desarrolló entre los años 1853 y 1856 y tuvo como motivaciones el interés del Imperio Ruso por tener una salida al Mar mediterráneo a través de las tierras hasta entonces controladas por el Imperio Otomano. La alianza opositora a la aspiración marítima de Rusia estaba al tanto de su gran poderío naval en el mar Báltico y el mar Negro que había sido logrado mediante la conquista de territorios suecos y turcos, respectivamente, en décadas anteriores63. El título del poema sólo indica el nombre de la península, Crimea, pero confirmamos que se trata del conflicto bélico con dos referencias que encontramos en el cuerpo del texto: “el furioso vendaval que amainabas, la calentura que / aplacabas, oh Florencia, en Crimea, entre soldados / mordidos por los rusos en el bajo vientre / soldándolos / apaciguándolos de tanta paz que detergía” y, un poco más adelante: “(Si en el 56 / la 63 Algunos de los aspectos aquí referidos han sido extraídos de: Sweetman, John. The Crimean War. London: Osprey, 2001. 125 paz niega a los rusos el uso del estrecho / y la nobleza inglesa pastaba entre los rulos de él / y las francesas veraneaban en Varna) / la rebaba? la gloria? para qué?” (Poemas 51) Ambas citas coinciden con los bandos que intervinieron en la Guerra de Crimea, además de referir el año en que dicho conflicto finalizó. Estas referencias indican el primer sustrato histórico considerado como fuente de textualidad en el poema Crimea. A continuación, encontramos la referencia a un segundo sustrato histórico: “Son históricos estos recovecos que recorro, envejecido, ahíto de circunvalaciones y cinturas, deseando la piedad de la matraca como una murga, Florence, como el canto de los gitanos en Treblinka y su batir de palmas la rebaba? Sabes, Esther, cuando tu hija cae acribillada, es justo? para qué?” (Poemas 51) La mención del canto de los gitanos en Treblinka nos remite a uno de los campos de exterminio nazi construido en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Este junto a otros, tales como Auschwitz-Birkenau, Belzec y Sobibor, fueron utilizados para la eliminación sistemática de grupos considerados indeseables por el gobierno nazi. Dicha categoría incluía, entre otros, a judíos, homosexuales, discapacitados y gitanos, quienes eran asesinados de forma masiva por medio de sistemas tales como ahogamiento masivo, intoxicación con gases, envenenamiento, fusilamiento, etc. La mayor cantidad de estos crímenes en el campo de exterminio de Treblinka tuvo lugar entre los años 1942 y 194364. Las referencias a la Guerra de Crimea y la Segunda Guerra Mundial están separadas en el decurso histórico por casi un siglo, sin embargo, el poema de Perlongher las dispone en una relación de contigüidad y complementariedad por medio de unos versos que poseen un valor de programación metaliteraria relativa al trabajo particular que Perlongher realiza con elementos históricos: “Son históricos estos recovecos que 64 McVay, Ken. Operación Reinhard: Deportaciones a Treblinka. The Nizkor Project. 1993-1997. [Consultado el 09 de marzo de 2012], http://www.nizkor.org/faqs/reinhard/reinhard-faq-13-sp.html 126 recorro, envejecido, ahíto / de circunvalaciones y cinturas, deseando la piedad de la matraca” (Poemas 51). De estas líneas se desprende la concepción de la Historia como un discurso poroso, en el que se descubren recovecos, nódulos de sentido u oscuridad informativa que resta esclarecer. Las acepciones que el diccionario otorga a dicha palabra parecen confirmar lo anterior: “Sitio escondido, rincón” o “Artificio o rodeo simulado de que alguien se vale para conseguir un fin”65. Estos son los puntos de la Historia que interesan a Perlongher, aquellos que el interés hegemónico relegó a la oscuridad. Sigue a esta referencia un paralelismo en que nuevamente se yuxtaponen lo bélico y lo erótico: “envejecido, ahíto / de circunvalaciones y cinturas”. La palabra circunvalación es, según el diccionario de la RAE, una referencia militar: “Línea de atrincheramientos u otros medios de resistencia, que sirven de defensa a una plaza o una posición.”66, mientras que cintura refiere a una parte del cuerpo de extendida connotación erótica. Nuevamente, se ponen en paralelo lo bélico y lo erótico, en lo que parece delinear la reformulación poética de una pasión de abolición que pareciera radicar en la concepción del deseo homoerótico trasuntado por la poética perlonghereana. El verso siguiente vuelve a esta idea: “deseando la piedad de la matraca” en el que nos llama la atención su aparente contradicción, entre el deseo de piedad y los sentidos que se desprenden de la expresión matraca que, en jerga popular argentina, se relaciona con la idea de violentar, machacar, martillar como metáfora de una relación sexual. Este último verso nos parece particularmente decidor en la medida en que parece indicar cual es la finalidad que, en la escritura poética perlonghereana, tendría la superposición de la temática histórica a la temática de problemática homosexual. Esta finalidad sería dotar a la reflexión sobre el erotismo de una textualidad que permitiera dar cuenta de su complejidad y riqueza. Lo anterior estaría fundado en la comprensión del erotismo como una materia amplia, cuya comprensión y estudio han sido, históricamente, dificultadas. De dicha materia, Perlongher, se especializaría en el estudio de cierto tipo de deseo homoerótico que, como ha sido descrito a lo largo de nuestra investigación, 65 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 09 de marzo de 2012], http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=recoveco 66 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 09 de marzo de 2012], http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=recoveco 127 sería el ligado a manifestaciones relativas a la reivindicación de una sexualidad contestataria. Los dos eventos históricos referidos en el poema Crimea nos enfrentan a múltiples imágenes y sensaciones que una constitución determinada de la memoria histórica ha puesto en nuestras retinas. En el caso de la guerra de inspiración geopolítica, como el caso de la Guerra de Crimea, el papel de héroe o el estratega pasan a un primer plano en la medida en que dichos conflictos bélicos responderían a una voluntad anterior basada en el reordenamiento geoestrátegico de los poderes en conflicto. En el caso de las guerras de inspiración genocida, la imagen que ocupa el primer plano es la de la víctima. A menudo, la imagen utilizada como símbolo, en el caso de la Segunda Guerra Mundial, es la del rostro o cuerpo de los judíos en los campos de concentración. La convergencia de ambas referencias en este poema de Perlongher permite ilustrar, una vez más, la consistencia de la alegoría de invasión geográfica (Crimea) y corporal (Genocidio nazi) que trasunta la obra de Perlongher. La mención de estos conflictos, enriquece dicha alegoría, al mismo tiempo que reformula, mediante el retrato abyecto de sus pasajes, una nueva intensidad de reescritura de las historias. La cercanía de la referencia sexual con la referencia bélica da como resultado un texto rayano en la abyección. Esto, siguiendo la lógica de la reflexión perlonghereana, busca devolver a la sexualidad, desde un punto de vista simbólico, su potencial subversivo mediante, por una parte, la perversión de la lógica reproductiva del encuentro sexual determinada por la sociedad burguesa y, por otra parte, la exaltación de lo tanático en la sexualidad humana mediante la superposición de lo sexual y lo bélico. Las operaciones asociativas anteriormente descritas, determinan la comprensión del sexo como arma activa o pasiva de daño a terceros o de autoflagelación, así como también dan cuenta de su capacidad para constituirse como un acto antisistémico por excelencia en la medida en que atenta al rol productivo del individuo. Esta percepción subyacería a la construcción de la alegoría de invasión de un territorio geográfico y corporal que plasma en la poética perlonghereana una vivencia dolorosa de la intimidad. De esta manera, los versos que atraviesan la obra de Perlongher trasuntan las complejas 128 contracciones de los espíritus perseguidos por el ejercicio del poder y el odio en los cuerpos. La vitalidad de una escritura La primera parte de nuestro trabajo nos ha permitido tomar conciencia de los principales hitos temáticos en la obra de Néstor Perlongher: la problemática homosexual y la temática histórica. El recorrido, realizado a través de sus textos de prosa y poesía, permitió identificar las tres principales perspectivas de entrada a la primera temática, así como también, apreciar el fino trabajo de superposición de la temática histórica a la temática de problemática homosexual. El trabajo realizado hasta aquí puede caracterizarse como el estudio de la vinculación entre el registro biográfico del autor y la repercusión y/o utilización que dicho registro experimenta en los textos que constituyen el corpus estudiado. La dinámica entre ambos sustratos, vital y textual, ha sido analizada bajo la luz del esquema de consustancialidad bio-bibliográfica que nos ha permitido apreciar la interacción específica entre las tres perspectivas que conforman la problemática homosexual en la visión de mundo del autor y los distintos estados de escritura que conforman el protocolo no explícito de escritura identificado en la obra de Perlongher. Lo anterior ha permitido establecer de qué manera, en el marco de esta escritura, opera un acto de testimonio indirecto de una realidad determinada a través de la inscripción de una experiencia reflexiva fundada en una experiencia vital específica consignada en la literatura a través del diálogo que dicha experiencia mantiene con los discursos que le sirven de contexto. Este diálogo es polémico y reflejo de los conflictos que tienen lugar entre el quehacer de los cuerpos y el orden al que los poderes imperantes buscan someterlos. Esta dinámica moviliza lo que hemos denominado poética de la consumación, en la medida en la que registra la extinción, el acabamiento total, situación que se corresponde con la de los cuerpos abrasados por la naturaleza particular del deseo homosexual retratado por Perlongher. Que acaba, en la medida en que ese mismo fuego contiene un bloqueo de la generación y al mismo tiempo el poder de desarreglar las intensidades y poner en tela de juicio la supervivencia de dichos tratos carnales. Que 129 acaba en la medida en que retrata un pacto gozoso, que entrega todo en nombre de la concupiscencia. Que lleva a cabo totalmente algo, un sacrificio autoflagelante, a veces, en la medida en que en aquel deseo se concentran los sueños de exterminio de un Estado, y de un estado de conciencia cultural que adopta como herramienta el ejercicio del odio sobre los cuerpos lo que implica que frecuentarlo determine el enfrentamiento de la individualidad contra el sistema. La obra de Perlongher sería una poética de la consumación, en la medida en que acaba permanentemente con su lenguaje en el que su finalidad de retratar, de expresar un sentido o idea está constantemente puesta en cuestión por operaciones de extinción del sentido. Una poética que a pesar de estar indicando la permanente amenaza de la desaparición del mensaje y del soporte humano de aquel mensaje, logra llevar a cabo totalmente la inscripción de una situación en su escritura y construir una alegoría, desde aquel sema faltante y aquel fonema exaltante, de la invasión geográfica y corporal. La construcción de dicha alegoría, movilizada a través de las páginas que sirven hoy como un punto de acceso a la historia de su existencia poética y personal, porta un mensaje dual acerca de la violencia, un mensaje que nos habla de su potencial productividad y de su dramática inutilidad. Su polaridad positiva estaría constituida por su capacidad para intervenir en la sexualidad humana como un factor intensificador del goce, cualidad que conecta el ideario del placer con la consumición de la vida. Este cariz positivo se comprende entendiendo la sexualidad como un campo autárquico que nada tiene que ver con la sexualidad socialmente adquirida y coherente con los valores de productividad interpuestos por la lógica de la civilización. La intensificación del goce por medio de las manifestaciones profundas de la sexualidad, puede conducir a la muerte: La sexualidad, distanciada de las convenciones confesionales y de productividad, es una aceptación de flirteo con la muerte y ésta es una constante reflexiva constatada en la obra de Perlongher. La polaridad negativa tiene que ver con el ejercicio de la violencia como medio para la acumulación de poder geoestratégico o simbólico-confesional, que considera el control de los cuerpos desde su privación de libertad y gobierno poniendo en trance sus funciones básicas mediante tortura y muerte, en el caso de la acumulación de poder geoestratégico. Y la privación de la percepción del cuerpo como una unidad autárquica, capacitada para el establecimiento de una ética individual que, en términos generales, se 130 manifiesta como una privación de la capacidad de auto y co-delectación erótica, en el caso de la acumulación de poder simbólico- confesional. Ambas polaridades enfrentan al lector a una constatación de los desequilibrios que la ambición de poder ha generado en la interacción de los cuerpos en las distintas civilizaciones occidentales. La poética de la consumación buscaría, por lo tanto, remover la conciencia del receptor, mediante un desarreglo generado por una búsqueda intensiva de la expresión poética. Lo que da como resultado una obra que, a menudo, inspira temor o rechazo por estar conectada con la remoción de tabúes, el retrato de lo indecible y las galerías y faenas oscuras en las que se nos ha dado a entender la libido humana. En esto radica, a nuestro juicio, la vitalidad de esta escritura. 131 PARTE II POÉTICA DEL NAUFRAGIO 132 Capítulo 1 DIMENSIÓN BIBLIÓFILA DE LA POESÍA NEOBARROSA 133 1.1 Poética del naufragio: flujos transtextuales en la escritura perlonghereana Durante la primera parte de nuestro estudio hemos podido familiarizarnos con la textualidad de base relativa a la experiencia vital en la que se funda la escritura perlonghereana. Tomamos conciencia de los hitos que la conformaban y el protocolo escritural mediante el cual éstos fueron sintetizados en el texto. Nuestra reflexión se centró en la importancia que tenía para Perlongher la dimensión vital como un campo de experimentación cuya búsqueda intensiva se registró en su escritura. La inscripción de la situación en la escritura en el marco de lo que hemos entendido como una poética de la consumación ocupa un lugar central en la visión de mundo y literatura del autor, sin embargo, no es la única fuente de textualidad que ha enriquecido su obra. La experimentación corporal de las principales temáticas que ocuparon su labor reflexiva y la sobreposición de los discursos históricos en el acontecer de los cuerpos representa uno de los dos hemisferios que podemos reconocer como principales fuentes de textualidad en su obra. Con el fin de describir la dinámica transtextual en la obra de Perlongher nos serviremos del trabajo teórico de Severo Sarduy quien estableció una caracterización de las principales operaciones de lenguaje que funcionaron al interior de las producciones del neobarroco cubano. Éstas serán de gran utilidad para cuantificar el grado de influencia que dicha corriente tuvo en la escritura neobarrosa, así como también para ilustrar la importancia de la intertextualidad como operación estructural del neobarroco y neobarroso en tanto que posibilitadora de la parodia. Esta segunda parte busca comprender la interacción de las operaciones de transtextualidad como factores determinantes en lo que hemos llamado una poética del naufragio que consideraría un protocolo de escritura responsable de la zozobra semántica advertida en la obra neobarrosa. Ahora bien, la intención de abordar la dimensión bibliófila de la obra de Néstor Perlongher surge con la hipótesis de que su obra se sustenta, formal y discursivamente, en un profundo diálogo con una textualidad bibliográfica, del mismo modo en que se conecta con la percepción corporal como un soporte de conocimiento histórico. Nos hallamos, en efecto, ante una escritura que se nutre de dos fuentes de textualidad que 134 serían, en este caso, la de consustancialidad bio-bibliográfica y, excusando la redundancia, la de consustancialidad biblio-bibliográfica. Consideramos pertinente a los fines de nuestra ejemplificación la diferenciación de ambas consustancialidades, pues éstas representan dos flujos cuya interacción otorga gran dinamismo a la obra de Perlongher. Estas polaridades se distribuyen del siguiente modo: La consustanciliadad biblio-bibliográfica que definiría a la literatura como un permanente juego de resintetización discursiva, y la consustancialidad bio-bibliográfica que privilegiaría el diálogo de la literatura con la experiencia vital, enriqueciéndose con campos de discursividad literaria, así como también de fuentes de textualidad provistas por la búsqueda intensivo-corporal. Esta dicotomía no hace referencia tanto a la percepción que los propios autores tienen de su literatura como a la observación de los procesos escriturales que dan origen a sus obras. La división forzada que proponemos de la literatura a partir de la idea de consustancialidad resulta funcional a nuestra explicación, en la medida en que nos permite individualizar comportamientos que en la obra de Perlongher se presentan sintetizados y que aislados facilitan la tarea de develar su organización al interior del neobarroso. Reconocemos en esta individualización la evocación de lo que se ha dado en llamar la literatura referencial y no referencial, diferencia basada en la teoría de la heterogeneidad absoluta del lenguaje literario en relación a lo real. Nuestro trabajo no pretende encasillar la obra de Perlongher en uno u otro lado de esta trinchera teórica, sino más bien evaluar el comportamiento de ambos flujos en el interior de su escritura. Esto tiene por finalidad develar la compleja alquimia que el neobarroso propone en relación a las fuentes de textualidad de su escritura y en cómo la particularidad de su interacción propone una vía de desestabilización de los discursos hegemónicos en el ámbito político-cultural. Las consustancialidades que referimos, correspondientes en el marco de nuestro trabajo a la poética de la consumación y la poética del naufragio, pretenden describir dos flujos coexistentes en la escritura cuya individualización puede representar una valiosa puerta de entrada al reconocimiento y análisis de su poética. La reflexión que comienza con estas consideraciones intenta ilustrar la manera en que las elecciones que definen el actuar en la literatura de un escritor reflejan una determinada forma de 135 vincularse, desde lo intelectual, con el poder. Es así que el grado de atención que distintas obras presten a la biblioteca o a la calle puede ser considerado como un elemento capaz de orientar la comprensión de sus apuestas y discursos. Estas tendencias fueron definidas por Samoyault como référence, en alusión a “la manera en la que la literatura reenvía a ella misma” y référentialité para hablar del “nexo entre la literatura y lo real” (Samoyault 77). El reconocimiento de estas dos fuerzas, inclinadas por lo transtextual y por lo vivencial, oscilan al interior de las producciones literarias de un modo que vuelve dificultoso cualquier intento por cuantificar la intensidad de su tendencia. Sin embargo, es posible la consideración, a modo de ejemplo, de obras que se destacan por reproducir una síntesis bibliográfica sistemática y obras que se renuevan mediante la inclusión de un sustrato experiencial. Ambos comportamientos en la escritura pueden ser ilustrados mediante la imagen de escritores rata de biblioteca y escritores rata de laboratorio. Los primeros producirían obras literarias inclinadas por la síntesis de bibliografías canónicas, negando la posibilidad de referir lo real ubicándose en lo que Barthes describió como: “l'impossibilité de vivre hors du texte infini […]: le livre fait le sens, le sens fait la vie”67. Esta concepción de la literatura supeditada a la idea de literarité tal como ha sido entendida por Barthes (Plaisir 59) o Riffaterre68, negaría la dimensión de consustancialidad biobibliográfica descuidando la relación entre el texto y lo real (référentialité) dejando de lado, por ejemplo, la atención a sustratos orales, de gran importancia en la obra de Perlongher. El poeta neobarroso se encontraría entre los escritores rata de laboratorio por considerar en su protocolo de escritura una etapa de experimentación corporal concebida como búsqueda intensiva. La propuesta escritural resultante de este tipo de trabajo posibilitaría gracias al trabajo con la référentialité el ingreso de nuevos lenguajes y cosmovisiones a la escritura. Lo indicado hasta este momento en este estudio mostraría de manera ostensible la cercanía de la obra de Perlongher al perfil de autor rata de laboratorio en consideración de la importancia que tuvo, para él, la exposición corporal como mecanismo de verificación de los principales discursos hegemónicos que atravesaron su 67 68 Barthes, Roland. Le plaisir du texte: Paris: Seuil, 1973. p. 59 Riffaterre, Michel. La production du texte. Paris: Seuil, 1979. p. 29 - 33 136 época y cultura. Sin embargo, la propuesta que abre esta segunda parte de nuestro estudio establece su posición en un entre ambas tendencias referenciales. La inclinación hacia la référence o la référencialité dan cuenta de dos grandes paradigmas de lucha entre el individuo y las fuerzas de dominación que se intersectan en la cultura, cuya resonancia discursiva ocupa un lugar de importancia en la visión perlonghereana que entendía a la poesía como un dispositivo de desestabilización de los discursos. Observemos el siguiente esquema que ilustra la articulación de estos temas en nuestro trabajo: Gráfico n° 9 de interacción de fuerzas de dominación Capítulo 1 Capítulo 2 Hombre v/s Situación Hombre v/s Literatura individuo dominado individuo dominante Literatura como espacio de reversión de las lógicas de segregación imperantes El primer círculo engloba el enfrentamiento del hombre y su situación (entendida como el contexto de interacción con una multiplicidad de discursos) y el encuentro del individuo con los lenguajes que, en términos generales, sirven de soporte movilizador a las diferentes consignas del poder. Mientras que, la segunda circunferencia, refiere la interacción entre el hombre y la literatura, espacio en el que el individuo tendría la posibilidad de ejercer un campo de resistencia a los discursos transportados por el lenguaje. Este fenómeno se observa, particularmente, en el caso del género poético y, en general, en todo texto donde tenga lugar la corrosión de discursos susceptible de ser realizada mediante operaciones de transtextualidad polémica y/o subversiva. Ambas circunferencias se corresponden, en nuestro trabajo, con la Parte I y Parte II. 137 A continuación realizaremos un recorrido por la obra de Néstor Perlongher buscando sistematizar las operaciones en las que se funda su poética del naufragio la que se encuentra estrechamente ligada a su concepción de la experiencia lectora como búsqueda intensiva en concordancia con su gran curiosidad intelectual. Para esto nos serviremos en un primer momento de la definición de la transtextualidad propuesta por Gerard Genette en su obra Palimpsestes que considera cinco categorías principales – Intertextualidad, Paratextualidad, Metatextualidad, Hipertextualidad y 69 Architextualidad –, las que, presentes con mayor o menor frecuencia, funcionarán como ejes analíticos de la interacción entre el poeta y su interacción con las bibliotecas. Un análisis profundo de la dimensión bibliófila en la obra de Perlongher exige un acercamiento a las operaciones de lenguaje responsables del espesor particular de su escritura. La tarea no es sencilla, en la medida en que debemos atender, por una parte, a los mecanismos de artificialización de dicha estética y, por otra, al fenómeno dialógico que esos mismos mecanismos constituyen. La escritura poética perloghereana ha sido caracterizada por su oscuridad semántica, particularmente presente en libros como Hule y Parque Lezama en los que su cercanía con el neobarroco resulta más patente. Esta proximidad está determinada por la presencia de intertextos que remiten a dicha estética, como en el caso del nombre del libro que alude a uno de sus máximos exponentes, y también por la reproducción de un modelo de escritura neobarroco en el que la decodificación de un mensaje inicial se torna, muchas veces, imposible. Este último aspecto responde a una relación de architextualidad en la medida en que las operaciones de lenguaje utilizadas nos reenvían a la estructura operacional del neobarroco cubano. En este caso entendemos architextualidad en un sentido amplio como el caso en que “un texte-ocurrence renvoie à son type (ou à ses types), c’est-à-dire à son genre (par exemple, le roman d’aventures) ou, plus généralement, au discours dont il relève (par exemple, la littérature) ou à ce que constitue l’ « essence » de ce discours, (par exemple, la littérarité) 70». Lo anterior guarda una relación de coherencia con la poesía de Perlongher ostensiblemente inclinada hacia las operaciones capaces de densificar su literaridad. Su afición por una enunciación poética que reenvía a su propia estructura, 69 Genette, Gerard. Palimpsestes. La littérature au second degré. Paris: Seuil, 1982. p.8 Hébert, Louis. Intertextualité, interdiscursivité et intermédialité. Québec: Presses de l’Université Laval, 2009. p. 3 70 138 define su esencia como profundamente autorreflexiva y a su vez architextual, en la medida en que la referencia a la conformación de su lenguaje remite a la utilización de las operaciones de artificialización del neobarroco cubano que, en este caso, funcionan como mecanismo específico de densificación de la literaridad. Ahora bien, la architextualidad al interior de la obra de Perlongher da pie, a nuestro juicio, a la categoría de archirépresentation, definida como “une ocurrence textuelle [que] réfléchit sur un type textuel (par exemple, tel poème constituant un art poétique et par là definissant le type même dont il relève)” (Hébert 77). En efecto, sus poemas funcionarían como una reflexión progresiva acerca de los alcances del barroco en su manifestación cubana y rioplatense. En este sentido su trabajo constituye un punto de inflexión en el desarreglo de la lengua y un quiebre con los principios fundantes de la misma mediante la utilización de las operaciones de artificialización neobarrocas llevadas al extremo. Dicho actuar en la enunciación poética funciona en la poesía neobarrosa como un gesto de autodefinición y a su vez como un decir que, sonido a sonido, va dando indicios del sustrato literario a partir del cual se estructura. Este fenómeno se reconoce en la poesía de Perlongher en un gesto de montaje en el que las operaciones de artificialización neobarrocas se engarzan sobre hipotextos provenientes de estilos anteriores. De las tres operaciones que conforman este montaje Perlongher refiere – en su texto Caribe Transplatino (Perlongher, Prosa 96) – mediante citaciones a textos de Sarduy, la operación de proliferación como responsable de la saturación que determina el fin del lenguaje “comunicativo”. A nuestro juicio, el fenómeno de archirrepresentación detectado al interior de los poemas de Perlongher tiene que ver no sólo con la proliferación mencionada por el poeta, sino que además con otras operaciones detectables dentro de su escritura como la sustitución y la condensación definidas por Sarduy con el fin de establecer una nomenclatura relativa a los mecanismos responsables de la artificialización del lenguaje en las obras del neobarroco. El denso tráfico transtextual en la poética del naufragio se presenta como una compleja trama que dificulta el reconocimiento e identificación de sus categorías. Esto tiene que ver con la plasticidad y ambivalencia de la conceptualización transtextual que puede presentarse, como en el ejemplo recién comentado, por medio de una autoreflexividad que al mismo tiempo funciona como el punto de entrada de la 139 architextualidad. Como si se tratara de muñecas rusas, la poesía de Perlongher nos remite a las operaciones de artificialización de lenguaje neobarroco, las que a su vez nos envían a su estructura en la que, como veremos a continuación, la intertextualidad ocupa un lugar sustantivo. Con el fin de clarificar esta interacción recurriremos al texto El barroco y el neobarroco de Sarduy en el que advertimos una propuesta que consideró básicamente la definición de tres categorías. En primer lugar, encontramos la Sustitución, que ha sido definida, mediante un ejemplo extraído de Paradiso: “Cuando en Paradiso José Lezama Lima llama a un miembro viril “el aguijón del leptosomático macrogenitoma”, el artificio barroco se manifiesta por medio de una sustitución que podríamos describir al nivel del signo: el significante que corresponde al significado “virilidad” ha sido escamoteado y sustituido por otro, totalmente alejado semánticamente de él y que sólo en el contexto erótico del relato funciona, es decir, corresponde al primero en el proceso de significación.” 71 Esta operación era considerada por Sarduy como uno de los mecanismos de manipulación de lenguaje que determinaba un alejamiento entre los dos términos del signo lingüístico. En segundo lugar, encontramos la proliferación que ha sido definida de la siguiente manera: “obliterar el significante de un significado dado, pero no remplazándolo por otro, por distante que éste se encuentre del primero, sino por una cadena de significantes que progresa metonímicamente y que termina circunscribiendo al significante ausente, trazando una órbita alrededor de él, órbita de cuya lectura – que llamaríamos lectura radial – podemos inferirlo.” (Sarduy 1389) Sarduy, consideraba que el mestizaje lingüístico que había tenido lugar durante la conquista española y la consecuente aculturación del continente, resultaban un contexto propicio para la aparición de formas de representación basadas en operaciones como la proliferación, en la medida en que ésta hacía eco del abigarramiento en el que la aculturación sumía a ambas fuentes de sustratos culturales. Con respecto a las formas 71 Sarduy, Severo. Barroco. “El barroco y el Neobarroco”. Obra Completa. Colección Archivos: Madrid, 1999. Tomo II. p. 1388 140 más comunes en las que la proliferación se manifiesta, Sarduy propone que: “Su presencia es constante sobre todo en forma de enumeración disparatada, acumulación de diversos nódulos de significación, yuxtaposición de unidades heterogéneas, lista dispar y collage” (Sarduy 1389). En tercer lugar, encontramos la definición de la condensación, que se presenta de la siguiente manera: “Análoga al proceso onírico de condensación es una de las prácticas del barroco: permutación, espejeo, fusión, intercambio entre los elementos – fonéticos, plásticos, etc.– de dos de los términos de una cadena significante, choque y condensación de los que surge un tercer término que resume semánticamente los dos primeros.” (Sarduy 1392) Con la descripción de esta tercera operación, Sarduy, completa lo que según su objetivo inicial puede ser considerado como un intento por introducirnos en la histología del neobarroco, la historia de la constitución de sus tejidos. El interés que despierta su trabajo tiene que ver con la descripción de un dispositivo de escritura que pone en jaque las estrategias tradicionales de representación, al mismo tiempo en que pone al centro de su dinámica escritural la intertextualidad como un dispositivo de desestabilización de discursos situación que, como hemos podido ver, se reproduce también en la obra de Perlongher. Sarduy en su texto El Barroco y el neobarroco relaciona las operaciones de artificialización con el pensamiento de Mijail Bakhtin, indicándolas como el mecanismo activador de la parodia en el texto. La sustitución, la proliferación y la condensación, serían, en efecto, las operaciones fundadoras de un espíritu de carnavalismo, el que “implica la parodia en la medida en que equivale a confusión y afrontamiento, a interacción de distintos estratos, de distintas texturas lingüísticas, a intertextualidad” (Sarduy 1394). La conexión que Sarduy plantea entre el neobarroco y la parodia busca establecer este último rasgo como una condicio sine qua non del texto neobarroco, sin cuya presencia explícita en los puntos nodales de la estructura del discurso no sería posible su adhesión a dicha estética (Sarduy 1935). Así mismo, promueve la diferenciación entre las obras “en cuya superficie flotan fragmentos, unidades mínimas de parodia, como un elemento decorativo y [las] obras que pertenecen específicamente 141 al género paródico y cuya estructura entera está constituida, generada, por el principio de la parodia, por el sentido de la carnavalización” (Sarduy 1935) Es importante destacar que, en este punto de su reflexión, Sarduy propone una definición del neobarroco basada en la enumeración de cuatro conceptos claramente asociables al pensamiento bakhtiniano, pero sumándole, al final, el concepto de intertextualidad: “Espacio de dialogismo, de la polifonía, de la carnavalización, de la parodia y la intertextualidad” (Sarduy 1394). La inclusión de este último concepto representa la preocupación de Sarduy por integrar en su proceso reflexivo nociones teóricas provenientes de la contingencia intelectual de su tiempo, en lo que podría entenderse como un afán por actualizar las herramientas teóricas útiles a la comprensión de la enrevesada conceptualización del barroco. Recordemos que el texto El barroco y el neobarroco fue publicado el año 1972, seis años después de que Julia Kristeva propusiera, por primera vez, el concepto de intertextualidad en su artículo Le mot, le dialogue, le roman. La revisión de los trabajos de Sarduy permite por una parte comprender el concepto de neobarroco desde la teorización de uno de sus mayores exponentes, al mismo tiempo que acercarnos a una descripción del fenómeno que tuvo una importante influencia en la comprensión que Perlongher hiciera de esta estética, según indica la citación que a dichos trabajos realizó en textos como Caribe transplatino. El trabajo con sus textos nos permite acceder a un estado de comprensión de la intertextualidad que no debe ser confundido con la conceptualización genettiana de transtextualidad que utilizamos como metodología de análisis, ya que ésta corresponde a una comprensión del fenómeno más actual y, por ende, no incluido en los trabajos de Sarduy y Perlongher. En lo que constituía un intento por proponer una semiología para el neobarroco, Sarduy, sirviéndose del trabajo de la teórica búlgara, define las categorías de cita y reminiscencia que serían las responsables de constituir el vínculo estrecho entre dicha estética y la intertextualidad. La primera, corresponde a la integración de un texto en otro sin sufrir modificación alguna, mientras que en el caso de la segunda, se observa la misma integración de los textos, pero registrándose un grado de transformación que impide determinar el contexto original desde donde dicho texto se extrajo. Estas operaciones corresponden a lo que más tarde Genette definiría como intertexto e 142 hipertexto, categorías que utilizaremos en nuestro trabajo por parecernos más funcionales al análisis que nos convoca. Sarduy, consideró que para que un texto fuera considerado barroco éste debía obligatoriamente dar cuenta de una vocación paródica, misión en que procesos intertextuales como la cita y la reminiscencia cobraban protagonismo. Observemos la siguiente cita que nos permite comprender mejor este aspecto de su teorización: “sólo en la medida en que una obra del barroco latinoamericano sea la desfiguración de una obra anterior que haya que leer en filigrana para gustar totalmente de ella, ésta pertenecerá a un género mayor; afirmación que será cada día más valedera, puesto que más vastas serán las referencias y nuestro conocimiento de ellas, más numerosas las obras en filigrana, ellas mismas desfiguración de otras obras.” (Sarduy 1394) Esta cita nos demuestra, una vez más, la importancia fundacional que tendría en el neobarroco el principio de dialogismo, entendido en un comienzo en los términos de Bakhtin y más tarde en los términos intertextuales de Kristeva. Sarduy, escribió estos textos pensando en las manifestaciones neobarrocas cubanas que podían ser leídas como un soporte de actualización paródica de sus antecedentes, un tejido enrevesado en que la variedad de fibras sumía la literatura de la isla en una constante alianza con lo extranjero. El neobarroco argentino, puede leerse en una relación de contigüidad con las consideraciones de Sarduy en atención a la importancia que la intertextualidad paródica tiene en él, lo que nos lleva a pensar que la lectura de su obra por parte de Perlongher haya constituido una especie de canon director de las prácticas que este último implementó más tarde en su escritura. Hasta este momento, hemos observado que el texto neobarroso nos reenvía gracias a una operación de archirrepresentación hacia la estructura operacional del neobarroco cubano. Del mismo modo, constatamos que las tres operaciones que fundan dicho lenguaje, siguiendo a Sarduy, nos remiten a un intenso tráfico intertextual que posibilita la aparición de hipotextos sobre los cuales las operaciones de artificialización se montan transformándolos en un hipertexto subversivo y paródico. En estas operaciones se funda la poética del naufragio, en la medida en que originan un texto que reenvía a su esencia constituida en este caso por una densificación de la literaridad realizada por medio de las operaciones de artificialización las que llevadas al extremo, 143 causan la zozobra del sentido, la oscuridad semántica antes aludida, y con ella la sobreexposición de los procesos estructurantes del lenguaje neobarroso. La poética del naufragio, así entendida, pone en jaque las expectativas de comprensión de la obra condicionando así sus potenciales lecturas. Esta concepción de la escritura como un acto fallido de expresión inscribe en el texto un cuestionamiento del principio lector. En efecto, el rol de la lectura ya no se entiende como el de un receptor funcional que decodifica el signo y asimila el mensaje, sino más bien como un receptor dominado, a merced de una enunciación que se revoluciona mediante la desestabilización de las diferentes convenciones que rigen la literatura. 1.2 Apropiación de las operaciones de artificialización del lenguaje neobarroco como modelos para desarmar Un aspecto que cruza la relación de Perlongher con las bibliotecas es su conciencia metaliteraria explicitada como un recorrido de lectura a través de citas, alusiones y procesos hipertextuales. Esto puede apreciarse en su poesía, en sus ensayos de corte crítico y también en entrevistas que concedió a diversos medios. A continuación intentaremos contraponer los aspectos de la poética del naufragio hasta aquí expuestos con consideraciones vertidas a ese respecto por el poeta, con el objetivo de precisar desde el punto de vista autoral la comprensión de su vinculación con el neobarroco. En el libro Parque Lezama, el primer poema lleva por título “Abisinia Exibar*” con una nota al pie de página que precisa “*Abisinia Exibar: Marca de polvos usada por Lezama Lima.” (Perlongher, Poemas 195). Esta referencia indirecta al neobarroco cubano responde a un ejercicio de instalación literaria que era explicado por el poeta desde el punto de vista de una alianza estética. Cuando aún Alambres y Parque Lezama se encontraban inéditos, el poeta comentó sobre este último en una entrevista publicada el año 1986: “Ahora me estoy arriesgando por unos territorios menos seguros que los de Alambres. Me intoxiqué con Lezama y estoy vertiendo unas cosas muy embarrocadas, muy barrosas, no sé para qué lado van a ir, es medio imprevisible. Una 144 tentativa de hacer una escritura más de flujo, de explorar y explotar, es otro juego del portugués.” (Perlongher, Papeles 288) De esta cita se desprende que la escritura de Austría-Hungría y Alambres y la de Hule y Parque Lezama responderían a dos etapas diferenciadas en relación a sus fuentes de textualidad y que dicha diferencia radica en el conocimiento o mayor cercanía con la obra de Lezama Lima. En otra entrevista del año 1991 Perlongher agrega al respecto que “en este último [Parque Lezama] abandono lo épico, dejo de lado la historia y me atiendo más al deseo. Parque Lezama es una historia de amor; escondido, camuflada, pero historia al fin. Lo que en Alambres descansa en un soporte histórico, en Parque Lezama adquiere una consistencia autónoma; es un barroco pleno, digamos. Hule […] es una suerte de saturación, de provocación, donde toda la retórica y los experimentos de los dos libros anteriores están llevados al extremo.” 72 (Perlongher, Papeles 352) La inclinación hacia el rescate de lo épico-histórico percibida en los primeros dos libros estaría definida por la inclusión de hipotextos sometidos a transformaciones paródicas, mientras que en el caso de los dos libros siguientes, su diferencia radicaría en una consistencia autónoma entendida como barroco pleno basada en lo que definimos antes como un proceso de archirrepresentación. Perlongher diferencia ambas producciones en términos de seguridad al afirmar que Hule y Parque Lezama por ser libros más embarrocados se encuentran en un territorio menos seguro que los dos iniciales. El riesgo en este caso puede estar definido por el paso de una poesía en la que se encontraban referencias a lo real a una en la que se densificaba la literaridad quedando en primer plano ya no el referente parodiado, sino la estructura de su lenguaje. En la reflexión que el poeta despliega en diversas entrevistas se destacan las ideas de montaje y aniquilación de sentido ligadas a su comprensión del neobarroco como un modelo operativo de lenguaje aplicable a diversos hipotextos y como un dispositivo de desemantización del lenguaje. En los libros marcadamente embarrocados Perlongher reconoce que “los referentes están perdidos, borrados y, sin embargo, es esa fuerza, son esos los que entablan y montan una especie de aparato bélico. En ese 72 Corresponde a la entrevista de Saavedra, Guillermo. “Privilegio las situaciones del deseo”. 145 sentido el trabajo bélico del neobarroco se cumple, aunque se trata de un discurso que puede montarse a cualquier estilo.”73 (Perlongher, Papeles 312) Esta cita nos remite nuevamente a la concepción del neobarroco como un arma que permite desestabilizar el referente tradicional, diluyendo en el lenguaje los sentidos oficiales que transporta. La idea del neobarroco como un discurso que puede adaptarse a toda superficie textual puede verse, por ejemplo, en el poema Cadáveres en el que la maquinaria neobarroca se montaría al discurso de la poesía social argentina, teniendo como consecuencia simbólica la ruptura del esquema representacional montado. La noción de montaje en la reflexión de Perlongher abre dos perspectivas de operatividad hipertextual. Pensemos en el caso de Cadáveres y reparemos en que, por una parte, según comentaba el poeta neobarroso, existía una reformulación de un hipotexto identificable como poesía social argentina y, por otra parte, la aplicación a dicho sustrato de las operaciones de lenguaje neobarroco. Ambas constituyen reescrituras hipertextuales, aunque diferentes en la medida en que el primer sustrato representa el objeto de la parodización y, el segundo, el esquema de operaciones de lenguaje que estructura aquella parodia. De las declaraciones de Perlongher con respecto a lo que hemos entendido como una operación de archirrepresentación se destaca la idea de que su escritura no buscaba la originalidad, sino que se entendía más bien como un acto de adhesión a la estética neobarroca originada por una suerte de invasión literaria: “Yo no sé por qué los encuentras más sueltos [a los poemas de Parque Lezama] si para mí están más atados, en el molinillo riguroso del neobarroco, que he invadido porque me ha invadido. Me explico: Parque Lezama viene de la revolución (de la perturbación) que fue para mí zabullirme en Lezama Lima, con la excusa de escribir un librillo inexistente. […] El efecto ha sido, creo, una desterritorilización devastadora, que tomó […] la vía de una artificialización extrema del lenguaje.” 74 (Perlongher, Papeles 322) Resulta muy interesante observar que, desde el punto de vista del autor, estos poemas responden a un riguroso trabajo de aplicación del modelo escritural neobarroco. Al mismo tiempo, llama la atención advertir que el ejercicio escritural para Perlongher 73 74 Corresponde a la entrevista de Luis Chitarroni. “Un uso bélico del barroco áureo” Corresponde a la entrevista de Zapata, Miguel Ángel. “La parodia diluyente”. 146 no era entendido en términos de la búsqueda de la originalidad, sino más bien como un proceso de experimentación fundado en la aplicación de unas operaciones de lenguaje que, tal como un reactivo químico, permitía someter a distintos sustratos (literarios, teóricos e idiomáticos) a un desarreglo que venía en desmedro de su dimensión semántica y en ganancia de su atractivo sonoro. En la siguiente cita podemos observar hasta qué punto la utilización de las operaciones de artificialización del lenguaje parecen ser el fin último de su escritura: “Ese es el problema en el Parque Lezama: trabajar […] la gramilla babosa de la lengua. Por eso que, tal vez, haya ahora menos referencias históricas que en Alambres, a lo sumo montajes sobre el folklore urbano o los jergones de la draga. Parque Lezama sería, se me ocurre, una especie de ancla portátil que consiente todas las desterritorializaciones, deja pasar todas las ondas, y sólo se aferra, al hundirse, a la rejilla rigurosa del barroco.” (Perlongher, Papeles 322) Vemos claramente como, Perlongher, entiende Parque Lezama como un libro en una especie de zozobra que, según nuestro estudio, estaría ligada a las instancias de escritura, entendida como aplicación de un modelo de desarme semántico que determinaría el centro operativo de la poética del naufragio. Advertimos también que su acercamiento a la teorización surgida de los neobarrocos cubanos es directamente proporcional a una especie de visión científica de la escritura en la que la exacerbación de una forma de literaridad entendida como superficie textual posibilitaría la captación y síntesis de una fuerza: “[“La superficie textual”] supone que la poesía no tiene por qué someterse a ninguna verdad que esté más allá de ella misma. O sea, no tiene por qué responder a ningún principio de trascendencia. Si queremos ir más allá de la superficie textual, yo diría que se trata de darle forma a la fuerza. O de suscitar una fuerza dionisíaca, de desestructuración, de éxtasis y turbulencia donde el trabajo del poeta consiste en darle una forma para que esa fuerza no se disipe en una desterritorialización absoluta.” 75 (Perlongher, Papeles 302) 75 Corresponde a la entrevista de Bravo, Luis. “Un diamante de lodo en la garganta”. 147 Con esta cita podemos apreciar que la experimentación en la que Perlongher aplica las operaciones de artificialización de lenguaje no intenta conseguir un resultado esclarecedor o útil, sino más bien otorgar a la poesía una autonomía creadora mediante el rechazo de las concepciones trascendentalizantes de la misma. Lo anterior está profundamente ligado a la concepción particular que Perlongher tenía de la poesía y sus pretensiones específicas por devolverle su autoridad en tanto que instancia de cuestionamiento de las consignas traspasadas a través de él. Lo anterior nos lleva a pensar que, finalmente, la apuesta de Perlongher consistía en desestabilizar la gramática de la lengua con el fin de purificarla mediante su propio naufragio. Su poesía puede leerse, en efecto, como un terremoto que oxigena las napas nutricias del suelo discursivo de una lengua, como una cura de silencio en la que el fantasma del mensaje no corrompe el goce estético. Esta dinámica parece devolver a la poesía sus herramientas primigenias poniendo en primera línea la valoración fruitiva del sonido, históricamente considerada como la competencia más importante en el poeta, pero dejada de lado por poéticas ideologizantes o de tendencia conversacional. En efecto, la escritura de Perlongher, se escribe en términos de una reacción literaria de desarme a la preeminencia del lenguaje panfletario, infiltrada en la poesía en la medida en que en ésta fue considerada una plataforma para la promoción ideológica. Al pensar la obra de Perlongher desde el punto de vista de su metatextualidad observamos que esta se manifiesta claramente en numerosos artículos del poeta tales como Caribe Transplatino (1991), La Barroquización (1988), Cuba. El sexo y el puente de plata (1986), entre otros. En ellos se destaca su intento por explicar las nuevas producciones neobarrosas argentinas desde la comprensión de una suerte de antecedente neobarroco cubano y la hipótesis del contagio transplatino. En estos textos que pueden ser considerados como comentarios críticos reconocemos la finalidad de dar a conocer y/o explicar una tradición literaria excéntrica a los ojos de la tradición en boga en la Argentina de los años ochenta, contexto de las primeras publicaciones del poeta neobarroso. No hay que olvidar que en aquel entonces aún resonaban en el aire las palabras con que Borges caracterizó dicha estética en su prólogo a la segunda edición de Historia universal de la infamia de 1954: “Yo diría que barroco es aquel estilo que deliberadamente agota (o quiere agotar) sus posibilidades y que linda con su propia caricatura. […] yo diría que es barroca la etapa final de todo 148 arte, cuando éste exhibe y dilapida sus medios.”76. Estas palabras determinaron, quizás involuntariamente, una especie de canon interior en el que las manifestaciones de raigambre neobarroca fueron recibidas con desconfianza. La lectura de su prosa crítica nos permite pensar que Perlongher fue un poeta conciente de esta situación y, al mismo tiempo, capaz de desarrollar una reflexión metatextual por medio de consideraciones teóricas novedosas que le permitieron conducir la atención de los lectores hacia un marco conceptual que permitiera valorizar su trabajo poético. En este sentido apreciamos que los textos críticos en los que trató el tema del neobarroco funcionaron como un marco de lectura sugerido que proponía básicamente la comprensión de su poesía como una escritura vinculada intertextualmente con la estética neobarroca. Ben Bollig, en su estudio The Poetic Search for an Argentine Marginal Voice entiende la sistemática referencia al neobarroco cubano en los ensayos de Perlongher como una “strategy for creating poetic genealogies, rather than a strictly applicable literary taxonomy”77 apuntando que su relación con el neobarroco no es tan precisa y cercana como el poeta parece indicar en sus textos. Diferimos de su propuesta en este sentido, pero no restamos interés a la idea de que Perlongher estaba al tanto de la utilidad que esa reflexión metatextual podía tener en tanto que movilizadora de un marco intertextual que diera sitio y atractivo a su escritura. La reflexión de Perlongher en torno a las obras de estética neobarroca en términos de alianza estético-discursiva con su manifestación transplatina, funciona como una glosa contextualizadora que caracteriza la génesis transtextual en la que se fundaría la escritura neobarrosa y, en consecuencia, la posibilidad de una valorización de estos textos en términos del diálogo que ellos entablan con un modelo escritural determinado. Perlongher, no se limita simplemente a sugerir potenciales derroteros de influencia, sino que también comenta su obra y la de sus contemporáneos desde el punto de vista de la raigambre literaria para caracterizar en forma documentada la particularidad de dicha alianza. De esta forma aparecen nociones como neobarroso en la que se reconoce un juego hipertextual que connota una oscilación entre lo admirativo y lo paródico definido, por la adscripción a sus presupuestos estéticos y por el amplio 76 Borges, Jorge Luis. Historia Universal de la Infamia. Buenos Aires: Tor, 1954 77 Bollig, Ben. The Poetic Search for an Argentine Marginal Voice. Cardiff: University of Walles Press, 2008. p. 165 149 abanico de ideas desprendidas del lexema barroso78. Ahora bien, tal como indicó la crítica Clelia Moure, quizás la parodia que connota la modificación del lexema neobarroco a neobarroso no sea tanto en dirección a su fuente hipotextual como en relación al afán taxonomizador de la crítica del que Perlongher habría querido hacer irrisión. Desde esta perspectiva, los escritos de Perlongher que abordan la temática del neobarroco cubano y el neobarroso pueden ser leídos como pastiches críticos en la medida en que realizan una labor de reflexión metatextual, pero mediante un lenguaje en el que también funciona la operación de montaje archirrepresentacional en la medida en que el lenguaje se barroquiza. En dichos textos se advierte un lenguaje académico que se aboca a explicar los procesos estructurantes del neobarroco, sin embargo, éste, a poco andar, se ve escamoteado por giros y frases de un acendrado barroquismo, espacios en los que opera el montaje artificializador del neobarroco. Observemos, por ejemplo, algunos pasajes extraídos del texto La barroquización: “La maquinaria del barroco disuelve la pretendida unidireccionalidad del sentido, en una proliferación de alusiones y toques cuyo exceso tan cargado impone su esplendor altisonante al encanto rudo de lo que, en esa voluta voluptuosa, se maquillaba.”79 O más adelante, “Eso no quiere decir que el barroco deje exactamente sueltos todos esos pedazos, sino que los pone en hilera a su modo, privilegiando la filigrana y las cascadas de tules vaporosos. Es una mirada que va al brillo y al mismo tiempo otorga un brillo a lo que ve: rutila lo que ve rutilar. Algo así como mallas de luces negras, adivinables e insinuadas, cuadriculando los fragmentos de cuerpo, superficies sensuales y lustrosas.” (Perlongher, Prosa 114) En consecuencia, podríamos colegir que el espacio de la metatextualidad en la escritura perlonghereana estaría también infiltrado por la poética del naufragio, en la medida en que la potencialidad comunicativa, en tanto que texto académico se ve amenazada por accesos de barroquismo determinado por un montaje artificializador. En estos casos creemos reconocer el funcionamiento del montaje archirerepresentacional, al 78 Como se indicó en la sección 1.2.3 Emergencia de un idioma, la palabra neobarroso buscaba indicar el desplazamiento geográfico de la estética desde su manifestación cubana a la rioplatense, además de poner en relación los textos que englobaba con una sexualidad exuberante y excéntricas a los valores de la sexualidad burguesa. 79 Perlongher, Néstor. “La Barroquización” en Prosa Plebeya. Buenos Aires: Ediciones Colihue, 1997, p. 113 150 igual que en el caso de Hule y Parque Lezama, pero en un grado de zozobra semántica menor. La anulación de la potencialidad comunicativa en el caso de la prosa puede ser considerada como intermitente y determinada por la utilización de metáforas crípticas puestas al servicio de un juego de fruición fonética. En dichos textos se observa que el neobarroco representó para Perlongher una lógica estética acorde con su carácter intelectual que le permitiría continuar con su trabajo de desestabilización de los discursos hegemónicos, tanto políticos como literarios. En el caso de la literatura, su energía estaba invertida en proponer una escritura alejada del realismo de profundidad fuertemente arraigado en la tradición literaria argentina. En el año 1991, Perlongher preparó una antología de poesía neobarroca cubana y rioplatense titulada Caribe transplatino80, haciendo una clara referencia a la vinculación de las producciones neobarrocas rioplatenses con su referente centroamericano. En la introducción de ese texto a cargo del mismo Perlongher, se establecen los principales rasgos de este estilo en lo que constituye una vitrina de los principales valores estéticos del neobarroco al mismo tiempo que un acceso a la visión particular que Perlongher tenía de dicho estilo. Este texto presenta a Perlongher como un poeta consciente de una determinada tradición y capaz de definirse en relación con ella. La presentación de esta antología constituye también una poética explícita del autor que puede ser comprendida como de carácter orientador de la lectura. Podríamos pensar que el interés de Perlongher por la elaboración y difusión de textos de este tipo tiene relación con la conciencia de entrar en terrenos menos seguros como denominó él a la experimentación de lenguaje que proponían sus libros marcadamente neobarrocos. Ante esto, las consideraciones teóricas del neobarroco funcionaron como la presentación de un referente exterior de comparación suficientemente disímil al realismo de profundidad arraigado, según Perlongher, en la tradición lectural argentina con el fin de comunicar la idea, ya no tan sólo de marginalidad en relación a la escritura hegemónica, sino de una alianza extramuros con una literatura a partir de la cual su poesía podía ser decodificada. En la introducción de Caribe Transplatino el poeta se pregunta: “¿Es el barroco algo restringido a un momento histórico determinado, o las convulsiones barrocas 80 Perlongher, Néstor (Compilador). Caribe Transplatino. Poesía neobarroca cubana y rioplatense. Compilación y prólogo. Editorial Iluminarias, San Pablo, 1991. 151 reaparecen en formas (trans) históricas?” (Perlongher, Prosa 94) Su respuesta se conduce por la idea de que la estética del barroco es una consecuencia de un determinado “estado de sensibilidad […] que marca el clima de una época” (Prosa 94). Una estética que puede ser utilizada a la medida de la desesperación del momento, como una herramienta capaz de poner en evidencia las contorsiones que afectan al espíritu de una época y que es útil a la expresión, a menudo violenta, de un discurso minoritario. Es por esto que para Perlongher el barroco representa “la lepra creadora que corroe los estilos oficiales del bien decir” (Prosa 94), una suerte de arma que se confabula contra los lenguajes hegemónicos. Al mismo tiempo, el barroco representa para el poeta neobarroso, citando a González Echeverría, “un arte furiosamente antioccidental, listo a aliarse, a entrar en mixturas “bastardas” con culturas no occidentales” (Prosa 94), aspecto que coincide con la marcada curiosidad intelectual que caracterizó al escritor. En este sentido, el barroco y su fervor asociativo representaron para Perlongher una vía de escape a la creciente ola de nacionalismo y violencia que se vivía en Argentina que redundó en una promoción de la uniformidad conductual y discursiva, situación que permite comprender la aparición de la estética barroca en Argentina como una reacción al clima de opresión existente. De la revisión crítica que Perlongher realiza del neobarroco cubano se desprende una lectura totalizante que lo sitúa como una estética que trasciende el ámbito de lo meramente literario para alcanzar una dimensión religiosa. Independientemente de la solidez que pueda tener dicha consideración, ésta da cuenta de la profunda ruptura entre el poeta y el ethos de su tiempo. El barroco según Perlongher “no es una poesía del yo, sino de la aniquilación del yo […] El “sistema poético” ideado por Lezama – coordenadas transhistóricas derivadas del uso radical de la poesía como “conocimiento absoluto” – puede sustituir a la religión, es una religión”(Prosa 94). Esta cita nos da cuenta de que el barroco proveía al poeta neobarroso de una propuesta ética y estética susceptible de cubrir no sólo el ejercicio literario, sino que además, otras esferas de su visión de mundo. Perlongher, parecía concebirle al barroco propiedades que, lejos de ser sólo estéticas, constituían la solución a una serie de bloqueos simbólicos mediante el uso de la fuerza. De sus observaciones al respecto se desprende su percepción del barroco 152 como un arma, como una herramienta, como una vía de escape y también como una religión. Al observar la afición del barroco por montarse en una tradición anterior para parodiarla, recordamos la representación bélica de la sexualidad observada previamente y cómo ésta puede constituir una prefiguración del actuar de Perlongher en su relación con la literatura. Las proposiciones desplegadas en su prosa crítica nos permiten colegir que el poeta neobarroso consideró los rasgos de estilo neobarroco como una instancia estética de distanciamiento radical de las corrientes en boga, así como también, de la visión de mundo que ellas trasuntaban. Perlongher, parece escapar de su contexto históricoliterario, no sin antes destruir aquella casa mediante operaciones de irrisión y desautorización de los relatos que la fundaban. La reformulación de la lógica del lenguaje mediante estrategias de anulación de traspaso ideológico situaron a Perlongher en un punto alejado de los centros discursivos oficiales impidiéndole adherir a algún paradigma colindante, de ahí la necesidad de una búsqueda de complicidad intelectual en referentes provenientes de otros territorios. Esta operación discursiva encuentra su paralelo en el recorrido transnacional emprendido por el autor física e idiomáticamente el año 1980 con destino a Sao Paulo. Su periplo en tanto que exiliado sexual puede entenderse como una ruta paralela a un exilio primero de índole textual. Dicha trashumancia lo llevó a mezclar diversos sustratos idiomáticos, particularmente, el español y el portugués, haciendo hincapié en las consonancias semánticas que entre ambas lenguas registraba. La creación de una lengua producto de la mixtura de sustratos lingüísticos diversos es la resultante de una afición por desarreglar el lenguaje y que se entiende como una extensión de las operaciones de artificialización del lenguaje. En términos generales, podríamos explicar la fascinación de Perlongher por la estética neobarroca en la medida en que ésta representaba para él un medio y una finalidad para la destrucción simbólica del referente tradicional: “La carnavalización barroca no es meramente una acumulación de ornamentos […] El peso de esos rococós, de esos ángulos contorsionados y de esas vírgenes encabalgadas a dildos de plomo derrumba […] el edificio del referente convencional.”81 Este derrumbe al que hace referencia considera la ruptura de la función comunicativa del lenguaje siguiendo 81 Perlongher, Néstor. “Caribe Transplatino” en Prosa Plebeya. Buenos Aires: Ediciones Colihue, 1997, p. 96 153 los preceptos neobarrocos mediante la teorización de Sarduy. Veamos el siguiente fragmento en el que recurre a uno de sus textos: “Digamos que el barroco se “monta” sobre los estilos anteriores por una especie de “inflación de significantes”: un dispositivo de proliferación. Se trata –escribe Sarduy– de “obliterar el significante de un sentido dado, pero no reemplazándolo por otro, sino por una cadena de significantes que progresa metonímicamente y que termina circunscribiendo el significante ausente, trazando una órbita…” Saturación, el fin del lenguaje “comunicativo”. El lenguaje “abandona” (o relega) su función de comunicación para desplegarse como pura superficie, espesa e irisada, que “brilla en sí”: “literaturas del lenguaje” que traicionan la función puramente instrumental, utilitaria de la lengua para regodearse en los meandros de los juegos de sones y sentidos” (Perlongher, Prosa 95) Este fragmento permite ilustrar la importancia que la conceptualización sarduyana del neobarroco tuvo en el dominio de las operaciones de lenguaje en las que Perlongher fundó su poesía y que, como se vio, estructura el montaje archirrepresentacional que posibilita la desestabilización semántica y la consecuente exposición de la estructura de la enunciación. La presencia de esta referencia en el prólogo a Caribe Transplatino da cuenta de la vinculación intertextual entre el neobarroso y su antecedente cubano así como también de la importancia de la literatura entendida como un tráfico dialógico de discursos y además de operaciones de lenguaje. 1.3 Perspectiva diacrónica de alianzas neobarrocas La caracterización que Perlongher realiza del neobarroso en relación con un antecedente neobarroco tiene lugar desde una perspectiva histórica en la que también se considera el barroco del Siglo de Oro. Este enfoque diacrónico intentó definir la dinámica intertextual que unió, a su juicio, las escrituras neobarrocas rioplatenses y las provenientes de la isla de Cuba. Su comprensión del fenómeno se explica en términos 154 de un traspaso de nuevas voces y estilos a un contexto local como “flujos microscópicos que están atravesando de una manera medio subterránea las lenguas y los países”82. Para Perlongher, los trabajos producidos por el neobarroco cubano, así como también los del neobarroso, no aceptaban una traducción que permitiera esclarecer su enrevesada escritura como Dámaso Alonso hizo con los textos barrocos de Góngora83. Perlongher, parafraseando a Nicolás Rosa consideraba que la reescritura de los neobarrocos argentinos sugería el sentido, al mismo tiempo, que “se ingenian para perturbarlo y al fin de cuentas destituirlo” (Perlongher, Papeles 280) El neobarroso es una escritura que se rebela contra la decodificación, al mismo tiempo que impone dificultades desde el punto de vista de su individualización y caracterización en el concierto de las producciones literarias. En este sentido, Perlongher fue claro en indicar que el neobarroso no era un movimiento literario ni tampoco una vanguardia en la medida en que las poéticas neobarrosas carecían de un “sentido de igualación militante de los estilos y su destrucción de las sintaxis (ambos temas presentes en el concretismo): se trata, antes, de una hipersintaxis, cercana a las maneras de Mallarmé” (Perlongher, Papeles 280). Al caracterizar la visión que Perlongher tenía del neobarroco, nos parece claro que su opción por dicha estética mantenía una coherencia profunda con su actitud intelectual. Un pensador de los márgenes, un poeta de lúmpenes peregrinaciones que profana la casa de sus tradiciones, desarregla las lógicas de las estéticas que gobiernan su contexto y, además, genera una maquinaria poética promotora de un espacio nuevo de reproducción simbólica basado en la anulación del paradigma expresivo reinante. Su comportamiento en el lenguaje es el de un fugitivo, un invitado pendenciero en la posada de la poesía. Otro de los factores de los que Perlongher se sirvió para diferenciar el barroco del neobarroco fue el reconocimiento de fuentes de intertextualidad disímiles entre ambas manifestaciones. A su juicio, el barroco mantuvo un diálogo afirmativo con la cultura clásica, mientras que el neobarroco se alejó de dicha tradición para reapropiarse de tradiciones literarias diversas, montándose en ellas con el fin de lograr una degradación paródica. El poeta afirmó que “el barroco contemporáneo carece de un 82 Corresponde a entrevista de Milán, Eduardo. “El neobarroco rioplatense”. Papeles insumisos. Buenos Aires: Santiago Arcos Editor, 2004. p. 280 83 Alonso, Dámaso. Estudios y ensayos gongorinos. Madrid: Gredos, 1955. p. 127 – 163. 155 suelo literario homogéneo en donde montar el entretejido de sus excavaciones”84, situación que constatamos al identificar excavaciones en su obra ligadas a relatos histórico-literarios que fundaban el imaginario nacional argentino frecuentados particularmente en Austria-Hungría y Alambres. Dichas excavaciones pueden ser entendidas en el marco de la poética del naufragio como la búsqueda de hipotextos susceptibles de convertirse en objetos de un montaje archirrepresentacional que tendrá como resultado un hipertexto de comportamiento paródico. Esta operación en el caso de los dos primeros libros de Perlongher se inclinó ostensiblemente por el registro épico-histórico, resignificando paródicamente próceres y gestas. En el caso de Hule y Parque Lezama el seguimiento de la fuente hipotextual se vuelve dificultoso ante una escritura en la que se intensifica la operacionalidad del lenguaje neobarroco. Lo anterior tiene como repercusión la exaltación de la archirrepresentacionalidad en la medida en que dicha escritura funciona como actuación y definición de sus presupuestos estéticos. Estas excavaciones en el caso de Leonidas Lamborghini, otro escritor instalado en el paradigma neobarroso de Perlongher, refieren a una suerte de montaje en el relato de gauchesca. La libertad en la selección del referente literario a profanar se cristaliza en la siguiente frase de Perlongher: “La perversión puede florecer en cualquier rincón de la letra” (Perlongher, Prosa 115). En una entrevista del año 1986 realizada por Pablo Dreizik, titulada“Neobarroso y el realismo alucinante”, Perlongher, manifiesta cierta incomodidad con la idea de entender la relación entre su obra y la de otros escritores de su época en términos de filiación. “Mirá, la palabra ‘filiación’ me parece muy edípica, muy de ‘padres e hijos’. Me parece que aquí hubo varias crisis de paternidad, hubo varios silencios que hacen que, por ejemplo, haya vacíos considerables escriturales, generaciones enteras que no se saben qué tienen que ver con las que les siguen. La palabra ‘filiación’ es un poquito complicada después. La genealogía se fabula, hay en realidad alianzas. En el caso de Osvaldo Lamborghini es más claro: El fiord y Sebregondi retrocede me descubrieron un montón de posibilidades en el momento en que las leí, pero no me gustaría hablar de filiaciones. Cuando a Lamborghini lo llamaba ‘La Nona’, él se enojaba mucho.” (Papeles 292) 84 Corresponde a ensayo “La barroquización” en Prosa Plebeya. 156 La incomodidad que el concepto de filiación despertaba en él tenía relación con la conciencia de estar escribiendo contra una tradición que exaltaba el realismo de profundidad. Su propuesta representaba una elección por la exaltación de la superficie que pretende poner en trance el “racionalismo discursivo que se toma Occidente” (Prosa 114). El poeta neobarroso, en este caso, prefiere utilizar el concepto de alianza para referirse específicamente a Osvaldo Lamborghini a quien consideraba el verdadero precursor del neobarroco argentino. Mientras que para referirse a la interacción que dentro de su obra se establecía con otras fuentes de textualidad literarias prefería hablar de montaje, según se colige a partir de sus declaraciones en diversas entrevistas. Dicho montaje sobre los estilos precedentes, de vivo signo polémico y desestabilizador, intentaba generar un corte con una tradición literaria alejada de la experimentación de lenguaje como se puede apreciar en la siguiente cita extraída de la entrevista “El neobarroco rioplatense” realizada por Eduardo Milán: “en el caso del Río de la Plata, yo lo llamaría “neobarroso” porque hay como una especie de ilusión de profundidad, que los escritores rioplatenses siempre estamos como debiéndole a eso, al producto de la tos del tango. O de esa especie de ilusión universalista, cosmogónica, como que cualquier argentino que habla de algo tiene que hablar de toda una Teoría del Universo.” (Papeles 280) En esta cita encontramos nuevamente el concepto neobarroso y entendemos un poco mejor la relación que Perlongher establece, a través de él, entre literatura y geografía. Cuando habla de la literatura rioplatense, habla de la literatura escrita en la región del Río de la Plata, caracterizado por su baja profundidad y por la presencia en su lecho de bancos de limo y otros sedimentos. El paralelo que propone entre el río y la literatura de ascendiente neobarroco, intenta poner de relieve la reivindicación de esa “baja profundidad” a la que adhiere con sus escritos, escritura barrosa como el Río de la Plata. La especificidad de su trabajo con el enunciado se definía también en términos de trasgresión de una tendencia lectora. Perlongher se refiere a las dificultades experimentadas por Arturo Carrera en Argentina por haber, al igual que él, optado por una estética que explotaba el carácter sugestivo y encantador de la letra y el sonido: 157 “Hay una especie de problema con la profundidad, por ejemplo, particularmente, en el caso de Arturo Carrera, que es el más estrictamente neobarroco. Sarduy dice que Carrera es a Sarduy, lo que Sarduy a Lezama. Me parece que tiene una parte de razón. Carrera, siendo argentino, tiene problemas de comprensión en Argentina, porque los argentinos tienen una especie de resistencia a la superficie.” (Perlongher, Papeles 280) Aquella resistencia de los lectores y críticos a las manifestaciones neobarrocas argentinas no representó un impedimento para que los cultores de dicha estética siguieran adelante con sus escrituras. Por el contrario, la estética neobarroca obró una suerte de contagio a partir de la década de los ochenta que determinó la implicación de numerosos escritores en aquella labor de exaltar la superficie textual. Las razones de esta adhesión dinámica y extensiva pueden estar en la fascinación urgente que experimentan nuestros escritores por torcerle la mano, mediante gestos de irrisión, al enjuto rostro de las lenguas oficiales, ya que como decía Perlongher en su ensayo “La barroquización”: “La parodia instaura, respecto del objeto parodiado, una distancia ácida y crítica. Bajo la apariencia de una imitación grotesca, exacerbada, se practica una destrucción por la derrisión de cierta lisa naturalidad de la expresión. La maquinaria del barroco disuelve la pretendida unidireccionalidad del sentido…” (Prosa 113) El sistemático cuestionamiento por las propiedades comunicativas del lenguaje heredado y el consecuente trabajo de creación y ruptura con sus paradigmas generó un nuevo lenguaje, situación que Perlongher sugirió en la entrevista que concedida a Pablo Dreizik: “En realidad, va mucho más allá de lo que él hace, pero me parece que uno de los resultados más interesantes de este proceso un poco de salida de los escritores latinoamericanos, a causa de exilio o simplemente por deriva, ha sido cierta desterritorialización del español, pasándose a producir un español que no se habla en ningún lado.” (Papeles 293) En efecto, las vinculaciones entre los estilos neobarroco y neobarroso no han tenido que ver solamente con el traspaso discursivo y estético que ha permitido la lectura de sus obras paradigmáticas, sino que también dice relación con los numerosos exilios, rutas transnacionales que, ya sea forzosamente o por deriva creativa, los 158 escritores neobarrocos siguieron. Este errar por los países fue también un errar por las lenguas y una fuente de nuevas textualidades, ante las que el neobarroco sirvió como un óptimo soporte catalizador. Durante el último capítulo hemos realizado un acercamiento a la comprensión y descripción de la dimensión bibliófila de la obra de Néstor Perlongher. Ésta ha pretendido caracterizar algunos aspectos de la dinámica transtextual como un factor determinante para la constitución de la poética del naufragio, la que se caracterizaría por una operación de archirrepresentación. Ésta funcionaría como un dispositivo de vinculación entre el neobarroco y el neobarroso, al mismo tiempo que como una definición y actuación del mismo. Dicha vinculación se llevaría a cabo gracias al montaje de las operaciones de artificialización del lenguaje neobarroco, entendidas como modelo operativo de desarme semántico, sobre sustratos textuales diversos. Este proceso sería responsable de la zozobra semántica que caracteriza esta escritura del naufragio. Esta mecánica de la enunciación perlonghereana surte también efecto en su prosa, particularmente aquella de carácter metaliterario, en la medida en que su registro académico comienza a ser intervenido por giros de lenguaje artificializador. La intención presumiblemente explicativa de Perlongher en estos textos se ve amenazada por las mismas operaciones que intenta referir. Se trataría de un ejercicio de adscripción al lenguaje investigativo que el propio afán neobarroso de desestabilizar los códigos termina finalmente poniendo en duda y debilitando. Es así que poesía y prosa perlonghereana actúan con complicidad en la tarea de desarreglar la lógica de sus géneros mediante una desestabilización a cargo del montaje archirrepresentacional en el que se confunden una voz eminentemente metaliteraria y operaciones de lenguaje que dotan al texto de un carácter autorreflexivo. Este montaje de efecto paródico que opera al interior de la poética del naufragio manifiesta una relación de concomitancia con la vocación iconoclasta que el poeta neobarroso percibió en el neobarroco cubano y que extremó en la adaptación de éste a una enunciación circunscrita jergalmente a su región. Lo anterior es puesto en perspectiva por Perlongher mediante la idea de contagio transplatino, fuerza posibilitadora de alianzas intertextuales que funciona como eje novedoso de instalación en una determinada tradición literaria. Esto es posible gracias a 159 la evaluación de las fuentes textuales que nutrieron las manifestaciones barrocas del S. XX en cuya deformación o amplificación se fundaban sus estéticas. La poética del naufragio mediante sus estrategias de anulación de traspaso discursivo logró la creación de un sitio de enunciación aislado en su extrema particularidad, situación equiparable a la de exiliado sexual del poeta. En efecto, el extrañamiento de referentes hipotextuales, así como también el de la lengua en su dimensión semántica –en ocasiones, traspasada por el portuñol– influyen en el establecimiento de una poética cuyos semas se hunden entre costas referenciales: las que configuran la hoya del Río de la Plata o las que determinan la frontera marítima de la Isla de Cuba. Todo lo anterior puede comprenderse como la consecuencia de un deseo de desvinculación de una tradición literaria considerada por el poeta como hegemónica y no representativa, así como también la resultante del establecimiento de alianzas archi e hipertextuales posibilitadoras de una parodización de índole subversiva que de manera enconada intenta destituir a la lengua de sus efluvios disciplinantes. 160 Capítulo 2 TRAS LAS HUELLAS DE LA TRANSTEXTUALIDAD EN LA POÉTICA DEL NAUFRAGIO 161 2.1 Paratextualidad neobarrosa: Instancias de diálogo con la tradición. Nuestro interés por establecer los fundamentos operacionales de la escritura de Perlongher nos llevó a la revisión de los conceptos que fundaban la reflexión neobarroca desarrollada por Sarduy que indicaba la importancia de la intertextualidad en la elaboración del neobarroco como un espacio de parodización y dialogismo que, según consta en los textos de índole metaliteraria de Perlongher, sirvieron de soporte para la configuración de su lenguaje poético. A continuación, desarrollaremos un recorrido por las manifestaciones intertextuales más llamativas encontradas a lo largo de la obra poética de Perlongher. Este recorrido considera la caracterización de los intertextos e hipertextos de mayor productividad para, posteriormente, definir los comportamientos intertextuales que ellos determinan. Con este fin, utilizaremos las nociones relativas a la transtextualidad como un marco teórico que posibilite la reflexión en torno a un corpus poético particularmente denso y variado. Este análisis no pretende constituir un inventario exhaustivo de dichas manifestaciones, sino más bien caracterizar la relación diversificada de Perlongher con la biblioteca en el marco de nuestro estudio que tiene por objetivo profundizar en la caracterización de las operaciones de lenguaje que dan forma a la poética del naufragio. Al momento de atender la poesía de Perlongher de un modo global observamos que en sus primeros dos libros, Austría-Hungría y Alambres, la vinculación intertextual más importante está relacionada con una fuente épico-histórica. En los dos libros posteriores, Hule y Parque Lezama, se evidencia el interés de Perlongher por la experimentación con la estética neobarroca. En dicho capítulo se puede apreciar con bastante claridad la aplicación de las operaciones de artificialización descritas en los términos de Sarduy. Dicho fenómeno se manifiesta en variaciones ligadas a elementos paratextuales en los que el epígrafe se ve transformado a lo largo del poema gracias a su reescritura con operaciones de artificialización neobarrocas. Es por esto que los epígrafes, a pesar de ser comúnmente considerados como elementos paratextuales autónomos, serán considerados en nuestro análisis como parte del cuerpo del poema, en atención a la relación de continuidad hipertextual demostrada entre ambas partes. A nivel de práctica textual, los epígrafes responden a una operación de collage cuya selección parece inspirada por la musicalidad del hipotexto más que por un afán de 162 compromiso conceptual y/o ideológico. Por ejemplo, en el poema “Viedma”, de su libro Hule, encontramos los siguientes epígrafes: “!Exodos!, ¡Exodos! [sic] Rebaños Rubén Darío Perla alfonsinita caracolas Emeterio Cerro” (Perlongher, Poemas 164) Como puede verse, se trata de dos epígrafes en los que la cita integrada no permite el desprendimiento de una idea en los términos con que sucede tradicionalmente, es decir, como contextualizadores ideológicos y/o estéticos. Este vaciamiento conceptual pone de relieve la novedad de su forma, así como también la intención de evocar a los autores a quienes se adjudica la cita. Los fragmentos elegidos por Perlongher parecieran responder a criterios de artificialización similares al de muchos de sus poemas, tanto por la estructura misma de la frase como por la exaltación del diálogo entre el poema que le sucede y la música particular de la frase citada. Un ejemplo llamativo de este trabajo epigráfico se observa en el poema “El cadáver de la nación” (Perlongher, Poemas 186) de su libro Hule en el que Perlongher cita una frase que adjudica a Pedro Ara quien fue el médico responsable del embalsamamiento de Eva Perón: “un valioso broche escudo peronista de piedras preciosas”. Este epígrafe es un ejemplo más de cómo el ejercicio de citación epigráfica en Perlongher es utilizado para integrar una nota excéntrica que se condice con la actitud transgresora que, en general, mantuvo Perlongher con el paradigma de intelectual de su época. En esta línea, resulta normal que sus epígrafes no busquen autorizarse estableciendo un diálogo a nivel discursivo con obras precedentes, sino más bien establecer una relación musical y formalmente concomitante con la estética neobarrosa. Las citas paratextuales en Perlongher parecen responder a una operación de proliferación en la que el significante se oblitera mediante el reemplazo de uno de sus elementos por una cadena de significantes que progresan metonímicamente (Sarduy 1389), situación que explicaría su evidente oscuridad semántica. Sin embargo, el estudio de sus fuentes hipotextuales demuestra como práctica recurrente en los epígrafes de 163 Perlongher la inclusión de fragmentos textuales que no alcanzan a completar una idea por haber sido extraídos incopletos de su fuente textual. Los sustratos textuales provenientes de obras diversas son sometidos a un transplante en el que su forma y fondo se ven invalidados por una escansión mutilante. Esta manipulación del intertexto se inscribe en una relación de concomitancia con las operaciones de artificialización neobarrocas en la medida en que posibilitan un diálogo con sustratos literarios basado en la degradación de su forma y consecuente desestabilización subversiva de sus discursos. Cuando decimos que estas citas no remiten directamente a una idea, lo hacemos pensando en la comprensión del epígrafe como un elemento paratextual que permite situar al lector en un determinado dominio ideológico, estético y/o emotivo. Ahora bien, en Perlongher se detecta una utilización que polemiza con lo anterior, en la medida en la que su interés se centra, antes que en la idea, en la exaltación de la musicalidad del texto citado y la conjuración de una presencia gracias a la inclusión del nombre del autor. Sin embargo, a un nivel más profundo que apela a un lector de amplia cultura literaria, estos epígrafes establecen puentes simbólicos. Revisemos el contexto textual del epígrafe al poema “Viedma”: “¡Éxodos! ¡Éxodos! Rebaños / de hombres, rebaños de gentes / que teméis los días huraños, / que tenéis sed sin hallar fuentes, / y hambre sin el pan deseado, / y amáis la labor que germina. / Los éxodos os han salvado: / ¡Hay en la tierra una Argentina! / He aquí la región del Dorado, / he aquí el paraíso terrestre, / he aquí la ventura esperada, / he aquí el Vellocino de Oro. / he aquí Canaán la preñada, / la Atlántida resucitada; / he aquí los campos del Toro / y del Becerro simbólicos; / he aquí el existir que en sueños / miraron los melancólicos, / los clamorosos, los dolientes / poetas y visionarios / que en sus olimpos o calvarios / amaron a todas las gentes.” 85 El corte del verso en un punto en que su intención expresiva inicial se vuelve indescifrable puede ser comprendido como una apuesta por eclipsar el potencial semántico del verso, pero resignificándolo en términos de un naufragio expresivo. El comportamiento intertextual que se desprende de este fragmento es de subversión si consideramos la desintegración de la idea debido al corte adelantado del verso. Al 85 Darío, Rubén. Azul y Canto a la Argentina. Buenos Aires: Edicom, 1970. p. 112 164 mismo tiempo la lectura de esta cita nos permite confirmar algunos aspectos del texto difícilmente detectables en la cita elegida como epígrafe por Perlongher. Se trata de un poema que realiza una descripción elogiosa de los habitantes de Argentina, que es comprendido como un país conformado por numerosos éxodos. El conocimiento del contexto de dicha cita, puesto en relación con el título del poema, “Viedma” (nombre de una ciudad argentina ubicada en la Provincia de Río Negro, al norte de la Patagonia), nos permite pensar en que este poema no se refiere tan sólo a la ciudad, sino al proyecto de trasladar la capital argentina a dicho sitio según anunció en su portada el diario Clarín el 13 de abril de 1986. Esta idea fue promovida por el presidente Raúl Alfonsín sin ser llevada a término durante su período y quedando sin efecto con la llegada al poder del gobierno de Carlos Menem. Bajo esa perspectiva, podemos considerar que Perlongher realiza, mediante un intertexto, un paralelo entre el texto apologético de Darío, relativo a éxodos que realmente tuvieron lugar, y los nuevos éxodos frustrados que causara una lucha impostada contra el centralismo durante la segunda parte del S.XX. La omisión de la fuente hipotextual de la cita no es un acto sistemático en la poesía de Perlongher, ella corresponde más bien a una voluntad de oscurecer las referencias en casos determinados en el marco de un interés general por guardar siempre lo evidente a trasmano, regulando de esta manera el predominio de una semanticidad sombría en primera escena. En el siguiente fragmento extraído de una entrevista realizada por Guillermo Saavedra, Perlongher da cuenta de uno de los criterios estéticos que subyacen al establecimiento de relaciones intertextuales de compleja detección: “En segundo lugar, tomar siempre algo que parezca más difícil: cuando estoy asociando, evitar la asociación fácil o la asociación supuesta; elegir la más rara, la más linda, la más joyesca” (Papeles 351). Lo anterior puede ser considerado como un aspecto determinante en el establecimiento de una poética del naufragio, en la medida en que la dificultad es presentada como un aspecto inherente a la fascinación estética. Según se corrobora, existiría una relación intertextual interesante y estrecha entre los poemas “Viedma” y “Canto a la Argentina”, sin embargo, la comprensión de esta relación ha sido dificultada por el poeta. La selección del fragmento utilizado como cita parece responder a un criterio meramente sonoro que pervive en el texto como una agónica luz semántica y sólo decodificable por un intérprete cómplice y avezado. Este 165 tipo de intertextos que no hablan claramente, ligan al intertexto con su fuente hipotextual mediante un hilo referencial difuso. Presumimos que este acto responde al interés deliberado de Perlongher por producir textos poéticos revelados contra el paradigma clásico de expresión poética. No obstante las dificultades que puedan registrarse para reconstituir la ruta entre texto neobarroso y fuente hipotextual -relación a partir de la cual se hace posible el estudio de la práctica y comportamiento intertextuales- su pesquisa se torna posible siguiendo a Riffaterre gracias a la detección de una resistencia semántica o gramatical denominada silepsis. Ésta sería el resultado de la utilización de una palabra en dos o más sentidos a la vez lo que determina la resistencia estilística que supone un intertexto. La comprensión del texto como “un ensemble de présuppositions d’autres textes” (Samoyault 17) inspira la idea según la cual podríamos considerar que la obra de Perlongher, caracterizado por una enunciación oscura, conforma una densísima trama de resistencias semánticas o silepsis. En atención a lo anterior, resultará importante el desarrollo de una competencia interpretativa capaz de reconocer, de entre las innúmeras silepsis pesquisables en el texto perlonghereano, aquellas más significativas desde el punto de vista de una práctica inter y/o hipertextual sostenida, en tanto que reescritura de algún texto o serie de textos en particular. En todo caso, la particularidad de la escritura perlonghereana nos obliga a enfrentar su estudio desde el punto de vista de sus microfenómenos estilísticos. Lo anterior explica nuestro interés por el análisis del hipertexto modernista detectado con una frecuencia importante en la escritura neobarrosa. Como se mencionó anteriormente, es posible advertir en la escritura neobarrosa intertextos que constituyen un guiño sistemático al modernismo a través de su autor paradigmático, Rubén Darío. La presencia de una textualidad modernista se advierte gracias a lo que Riffaterre llamó una lectura retroactiva (Riffaterre, Production 9) o segunda lectura en la que se reconocen palabras y giros que difieren de los dominios de referencia hasta ahora caracterizados como neobarrosos y que, en cambio, guardan una relación de consonancia con la lógica estética de la escritura dariana. A priori, el modernismo y el neobarroso tienen poco en común, su diálogo confronta mundos referenciales que, en varios aspectos, parecen opuestos, tal sería el caso de la búsqueda realizada por el modernismo de una belleza fundada en la elegancia y preciosismo teniendo a la gema y el oro como símbolos, mientras que en la escritura 166 neobarrosa dicho lugar parece ser ocupado por la alquimia que permite el devenir joya de los fluidos corporales. Del mismo modo, las referencias grecolatinas utilizadas por Darío parecen ocupar el lugar que en Perlongher tiene la recuperación del mito urbano a cuya luz se reescribe la historia pudenda de sus próceres. Modernismo como neobarroso buscaron fuera de sus contextos inmediatos referentes para nombrar sus concepciones de belleza y configurar una visión particular del erotismo, sin embargo, la ruta que siguieron esas búsquedas fue también disímil, ya que mientras Darío entendió el cospomolitismo en los términos del refinamiento parisino y burgués, Perlongher siguió el éxodo transnacional prefiriendo la pampa gaucha, el caribe neobarroco y la selva del amazonas. Así la mezcla exquisita del poeta nicaragüense de bohemia, anarquismo y aristocraticismo se lee en Perlongher como la frecuentación del vicio, la pérdida de sí y el erotismo hampón. Más allá de estas divergencias, el diálogo intertextual con el modernismo se entiende como una alianza entre dos estéticas en las que se constata una lucha por imponer al lenguaje la expectativa expresivo-sensorial del poeta. En este sentido, modernimo y neobarroco pueden ser entendidos como parientes directos del barroco del Siglo de Oro tal como apunta Yurkievich en el siguiente fragmento: “Los modernistas descubren que el lenguaje no es neutro mediador, conductor obediente y mimético de la expresión subjetiva, descubren que tiene su propia materialidad, su coloración autónoma su expresividad específica y que es imposible plegarlo por completo a los designios del poeta. Como los poetas barrocos, desarrollan lo verbal intrínseco, proclaman la liberación de la escritura, cultivan los alardes técnicos, tienden al trovar clus, a emancipar el medio de la servidumbre al mensaje; sin preocuparse de la coincidencia estricta entre mundo personal y texto, tratan de escapar a toda rigidez normativa, a toda estrechez preceptiva, intensifican la invención, el ingenio, aumentan las incertidumbres, acrecientan la pluralidad semántica.” 86 (Celebración 55) Lo anterior nos lleva a pensar que la atención de Perlongher al modernismo constituiría un gesto de afirmación indirecta del barroco, en la medida en que éste comparte algunos de los valores estéticos esenciales de dicha estética. Ahora bien, la familiaridad que en ambas estéticas se advierte con respecto a su forma de apropiarse 86 Yurkievich, Saúl. Celebración del modernismo. Barcelona: Tusquets Editor, 1976. 167 del lenguaje guarda una relación de consonancia con las motivaciones que influyen en la definición de los ámbitos referenciales frecuentados por su enunciación. En esta línea resulta interesante considerar la explicación que Gutiérrez Girardot hizo de la afición cosmopolita del modernismo: “Esta personalidad laberíntica dio su sello a la ‘vida pública’, a la gran ciudad, pero también al mundo circundante de la ‘personalidad’, al intérieur. Y los dos proporcionaron al artista, que protestaba contra la hipocresía y el ‘materialismo’ de la sociedad burguesa, un mundo real e inmediato lleno de exotismos, de pasados, de joyas y flores raras, de reminiscencias y de lujo. No sólo en los libros encontraba el artista la ‘majestad’ de una catedral gótica o la belleza de una estatua romana o griega: sus reproducciones estaban a su disposición a la vuelta de la esquina.” 87 (113) El filósofo colombiano entiende el modernismo como una reacción crítica a la hipocresía y el ‘materialismo’ de la sociedad burguesa que toma forma como una salida hacia el exotismo y lujo presentes en la ciudad y accesible a través de reproducciones. El neobarroco también se inscribe en una dinámica reactiva, pero yendo un poco más lejos en la voluntad de pasmar al lector. Es así que “japonerías y extravagancias de Rubén Darío” (Gutiérrez 125) en Perlongher son transformadas en reproducciones de un trópico degradado que en su fruición por la variedad refiere la megalópolis lumpérica. En uno y otro caso, de forma más o menos sutil, la definición del campo referencial responde a una reafirmación de valores de base barroca, en la medida en que Perlongher agudiza los rasgos estéticos en los que se manifiesta la crítica modernista, constituyendo una verdadera hiperreacción discursiva a los valores prestigiados por la literatura de su tiempo. La comprensión del modernismo como una especie de puente entre el barroco y el neobarroco no implicó necesariamente la amplificación afirmativa de los vestigios de conciencia barroca que perduraban en él, ya que, por el contrario, el neobarroso lo refiere a través de su irrisión. Observemos a continuación la descripción que Tamara Kamenzain hizo de la interacción entre la estética neobarrosa y modernista: 87 Gutiérrez G. Rafael. Modernismo. Barcelona: Montecinos, 1983. 168 “Los poemas de Perlongher embarraron desde siempre el imaginario modernista. Mientras Darío trabajó la artificiosidad y el lujo de los materiales en descanso, Perlongher los acaparó para llevarlos a la rastra (terciopelo, lamé, hule, todos pisoteados) por las múltiples peregrinaciones que emprendió con su obra. Proliferación de lo estático, detalles inmóviles metidos en la ruta – un Darío on the road – son la condensación milagrosa de una vida poética que, ante la muerte, se muestra deflorada. Hoy con ‘el lamé atragantado en la artrosis del alma’, el poeta detiene un techo sobre el descanso de su cama y para de peregrinar. Pero antes de sumergirse en el ‘estanque final’ ya había agotado todos los viajes.” 88 Su reflexión repara en la utilización que Perlongher realizó de una textualidad modernista en términos de su degradación. Las referencias esteticistas en la obra de Darío consagradas a fibras, texturas y objetos que conectan la enunciación con un mundo de mayor refinamiento, en Perlongher aparecen como partículas de cosmopolitismo y elegancia que titilan en un soporte textual donde predomina lo barroso entendido como el mundo referencial lumpérico e hipersexualizado. Lo anterior es un buen ejemplo de cómo ciertos procedimientos de lenguaje facilitan el montaje archirrepresentacional sobre discursos estéticos como el modernista. Roberto Echavarren comenta este fenómeno en su prólogo a la edición de Poemas completos de Perlongher: "Ridículo, kitsch, humorístico, transgresor: este poeta supera la adustez de la vanguardia y recupera el mal gusto del modernismo. Sólo que los moldes modernistas (que ya estaban presentes en Delmira Agustini o Julio Herrera y Reissig) se contaminan y flotan, como los desechos de una inundación, en el barro y las viscosidades de una carne vista a través de muchos lentes y encuadres" 89 En este fragmento la relación intertextual es entendida en términos de contaminación de la fuente hipotextual en la que el neobarroso correspondería a una especie de alud que anega las fibras de un estilo anterior en lo que constituye un diálogo intertextual que promueve un naufragio semántico, un intertexto que se visualiza en la degradación de sus fragmentos. 88 Kamenzain, Tamara. Historias de amor. “El canto del cisne de Néstor Perlongher”. Buenos Aires: Paidós, 2000. p. 152 89 Echavarren, Roberto. “Prólogo”. Poemas completos. Buenos Aires: Seix Barral, 1997. p. 6 169 Esta situación puede advertirse en poemas como el ya mencionado “Viedma” en el que se perciben dos perspectivas de hipertextualización. La primera tiene que ver con que la cita a Darío se convierte en un hipertexto referido a la palabra éxodo que se reformula en la idea de movimiento de masas: “El paso acompasado de la horda a lo ancho de la pampa”, “Manoseada por la vaquillona de la multitud en desbande”, “La ciudad en abandono”, “Mundo que rueda”, “Felonía en el éxodo del éxtasis”, “Impulsaban la navegación” (Poemas 164). Estas referencias dan cuenta de la transformación del intertexto aparecido en el epígrafe en un hipertexto que refiere no tan sólo al libro de Darío, sino que también al dato histórico, la iniciativa de trasladar la capital federal a la Patagonia argentina. Este hipertexto conforma al mismo tiempo una isotopía éxodo que se intersecta en el poema con la isotopía orden constituida básicamente por los siguientes elementos: “Orden”, “Dictatum”, “Traslado de la orden”, “formarse a ese enderezamiento militar / la orden de aguijonearse despacioso / y el carcomer de los alambres, los anillos de púa”. El cruce de ambas isotopías constituiría a nuestro juicio una referencia a la ya mencionada iniciativa presidencial. Ambos hipertextos configuran una posición de rechazo a lo que parece ser percibido como un acto despótico de desterritorialización de la ciudad. Además de los hipertextos ya mencionados, concita nuestro interés la frase que aparece inmediatamente después del epígrafe dando comienzo al poema: “!Envoltura! ¡Envoltorio! En el yuxtaponer inmiscuir un grano”. Se trata de un hipertexto en el que se ha reformulado la frase “¡Éxodos! ¡Éxodos! Rebaños” en un paralelismo que recoge la estructura de la cita, pero llenándola de otro sonido que en su desconexión referencial termina por vaciar el sentido, también evasivo, que nos entregaba la cita en tanto que epígrafe. La operación que tiene lugar en la reformulación de esta cita puede ser entendida en los términos de sustición en la medida en que los elementos presentes en el fragmento de Darío han sido reemplazados por otros alejados semánticamente. En este caso dicho distanciamiento es doble, pues considera en primera instancia el corte de la unidad de sentido de la frase en su contexto hipotextual y en segundo lugar la sustitución mediante la cual se hipertextualiza el fragmento causando el anegamiento total del sentido. La segunda perspectiva de hipertextualización del epígrafe corresponde a la referencia al cisne modernista cristalizada en la siguiente cita: “Ese raje, rojeante, era 170 en la estola que circuía el cuello del cisne del sentido, adiós, qué pena, un cascajo morado en la lingüiza”. En esta cita vemos, en primer lugar, la referencia al éxodo que ocupa el lugar central del poema por medio de la palabra raje90. Aquel éxodo se asocia a la figura emblemática del modernismo, el cisne, como un cascajo, una partícula que simboliza la vetustez y lo residual. Consideramos que este verso podría constituir una sanción simbólica de parte de Perlongher respecto del tono laudatorio del texto que el poeta nicaragüense dedicó a Argentina. Dicha sanción estaría inspirada por las resonancias que este poema adquiere al ser leído desde la perspectiva de los eventos históricos que sucedieron a su escritura. Lo anterior determinaría el carácter polémico de este intertexto en la medida en que se remite al símbolo paradigmático del modernismo para cuestionarlo y opacar el esplendor del cisne del sentido haciéndolo naufragar en las costas neobarrosas por medio de una hipertextualización proclive a la subversión de sus antecedentes. La explotación de un hipotexto modernista se observa además en poemas tales como “Anochecer de un fauno” en el que Perlongher integra un epígrafe adjudicado a “Mallarmé” en el que aparece nuevamente el cisne. En un primer acercamiento, título y epígrafe nos llevan a comparar este poema con “L’après midi d’un faune” de Stéphane Mallarmé en su versión original en francés. Al confrontar ambos textos, advertimos una traducción que difiere desde un punto de vista semántico del original, distanciamiento que no estaría justificado tampoco por un criterio musical. La traducción del fragmento escogido por Perlongher es la siguiente “y, al preludio lento en que nacen las fumarolas, / este vuelo de cisnes, o de náyades, escapa / y se hunde” (Poemas 246). Mientras que en la versión original leemos: “Et qu'au prélude lent où naissent les pipeaux / Ce vol de cygnes, non! de naïades se sauve / Ou plonge... »91. Los elementos discordantes en esa cita son la traducción de pipeaux como fumarola, palabra alejada de las acepciones asignadas a dicha palabra, entre las que estimamos más apropiada la de flautas. Del mismo modo, el reemplazo de la negación 90 Que el diccionario de la RAE define como: 1. m. coloq. Arg. y Ur. Huida repentina de un lugar. Juan pegó el raje. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 9 de abril de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=raje 91 Mallarmé, Stéphane. L'après-midi d'un faune. Paris: la Revue indépendante, 1882. Fuente: Bibliothèque nationale de France, [Consultado el 12 de junio de 2012], http://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb32411826p 171 non! por una conjunción concesiva, nos parece, cambia de manera sustantiva el sentido advertido en el texto original. Resulta difícil determinar si se trata de un error de transcripción de Perlongher, de la utilización de una traducción deficiente o de un acto deliberado de trasgresión del poema “L’après-midi d’un faune” mediante lo que puede ser considerado como un simulacro de traducción. Más allá de esta disonancia que para efectos de nuestro trabajo podemos entender como un hipertexto neobarroso, nos interesa poner de relieve cuál es la relación establecida con el modernismo en términos de práctica y comportamiento intertextual. La conexión entre ambas textualidades consiste en la utilización de una cita de raigambre simbolista, cara a la estética dariana, la conexión simbolista-modernista resulta ineludible con la aparición del cisne. Este poema puede presentarse como un ejemplo de la co-presencia de una textualidad modernista y neobarrosa, resultante de un montaje archirrepresentacional que las operaciones de artificialización neobarrocas establecen sobre el hipotexto modernista y que, según hemos indicado previamente, estructuran la poética del naufragio. 2.2 El hipertexto modernista Durante las primeras cuatro estrofas del poema “Anochecer de un fauno” observamos algunos elementos que pueden entenderse como aspectos característicos de una estética modernista, en la medida en que responden a la búsqueda de una belleza alejada de la cotidianeidad y conectada con elementos sofisticados y rutilantes conformando un hipertexto de fuente modernista. Ahora bien, la enumeración de elementos que tiene lugar en versos tales como “arbóreas / fintas y voiles susurran / la nitidez flambada del contorno”92, en la que reconocemos una alusión al refinamiento galo del modernismo, se ve contaminada por elementos asociables a la jerga coloquial argentina que, en este caso, pueden ser entendidos como indicadores de la estética 92 En el caso de “flambada” creemos que se refiere al verbo flamber (Rociar un alimento con un licor y prenderle fuego) pero en portugués. Ya que en español corresponde “flambear”. La mixtura de palabras portuguesas en medio de sus textos poéticos responde a su afición por imbricar diversos registros, jergas y sustratos idiomáticos como estrategia de desestabilización semántica. 172 neobarrosa tales como “pajarerías / de chicuela en el lazo, / monos chirles / fuman contorsiones del mirante.” En el cuarto párrafo se observa una operación de proliferación en la que los vestigios de refinamiento cosmopolita quedan sumergidos bajo una enumeración de elementos asociables a la selva americana: “Vitrina de opio, cristalina parapetando en la mucosa destartalados flecos: mosquiteros de tul por cuyos poros huyese la piragua de una náyade... ¡Ah cachas! ¡Ah espirales! Cada caza es un laberinto.”(Perlongher, Poemas 246) En estos versos advertimos elementos neobarrosos inscritos en la tendencia de sobreexposición corporal, tales como la “mucosa” y los “poros”. Al mismo tiempo las voiles del primer párrafo que susurraban a través de un lago neobarrocamente referido como “lacar lunado del espejuelo lácteo” se transfiguran en la “piragua de un náyade”, frase en la que se confronta también la referencia a la ninfa de la mitología griega y la frágil barcaza de caña y tabla característica de los indios de América. En la octava estrofa se aprecia la recalificación de la que va siendo objeto el cisne, convertido primero en ánade y luego en “garza que despliega el simulcop de sus plumajes”. Esta última frase llama nuestra atención, tal como en los ejemplos anteriores, por la confrontación de elementos identificables a fuentes hipotextuales neobarrosomodernistas y además por introducir la idea de copia en el lexema simulcop que refiere a plantillas de dibujo utilizadas particularmente para deberes escolares, popularizadas en Argentina durante la década del sesenta. Esta referencia a una copia del plumaje del cisne modernista puede ser entendida, en una dimensión escritural, como un pastiche modernista que interviene en algunos segmentos de la obra perlonghereana y se corrompe atrapado por un montaje neobarroso. El fragmento anterior ejemplifica la dimensión de autodefinición que el montaje archirrepresentacional lleva a cabo de manera simultánea a su propia actuación. La imagen del simulcop resulta de gran pertinencia para ejemplificar la práctica intertextual 173 neobarrosa en la medida en que su utilización implica la imitación de un modelo, dibujo, trama –y en este caso, escritura– que, dependiendo de la prolijidad con que se realice, dará como resultado un pastiche o un plagio de estéticas sobre las que se montan las operaciones de artificialización. Esta metáfora explica, a nuestro juicio, con mayor precisión la dinámica escritural perlonghereana en comparación con la idea de palimpsesto genettiano -en la que el pergamino se raspa para ser reescrito dejando en evidencia el historial de sus inscripciones- que, aplicado a la obra de Perlongher, ve disminuida su productividad en la medida en que el ejercicio de escritura -en el que se logran advertir rasgos de otros sustratos textuales titilando en su fragmentación- no se basa en la reutilización circunstancial de un soporte donde subyacen vestigios de otras escrituras, sino más bien en un ejercicio conciente de imitación y resignificación polémica de sus antecedentes literarios. En la décima estrofa volvemos a encontrarnos con otro ejemplo en el que una textualidad modernista es interceptada por el alud neobarroso: “Lianas tardas llamean, colibríes lentísimos en el bizcochuelo de cotillón: ¡Mil hojas! ¡Confites de fondant en el baño de esmalte! ¡Petits fours! ¡Chinerías! ¡Chispas de plomo en el bazar iluminado!” (Poemas 248) En este fragmento se observa que la inclusión del lexema “Chinerías”, como sustitución sorpresiva y aparentemente inconexa, resignifica la enumeración asociable al modernismo en tanto búsqueda de cosmopolitismo en una de sus referencias predilectas, el refinamiento francés. El enfrentamiento de elementos relativos a ambas fuentes hipotextuales en el contexto de la poética del naufragio determina a la larga la transformación de dicha estética en un referente de su decadencia. Esto se explica en la predilección de Perlongher por la figura del cisne en constante degradación, situación observada en el epígrafe de este poema en el que el “vuelo de cisnes, o de náyades, escapa / y se hunde” para reaparecer más tarde en los dos primeros poemas del libro El chorreo de las iluminaciones con los poemas titulados “Tema del cisne hundido I” y “Tema del cisne hundido II”. 174 El primero de ellos ha respetado la estructura del soneto, aunque sin establecer rimas. En él, la silueta del cisne ya no se asocia al signo de interrogación como en los versos de “Los cisnes” de Darío en donde leemos: “¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello al paso de los tristes y errantes soñadores?93, sino que a un ancla que causa el hundimiento aferrándose al fondo de algún cuerpo de agua que, dialogando con el imaginario perlonghereano podría tratarse del Río de la Plata o el “hondo bajofondo donde el barro se subleva” (Kamenzain 152) frase con que el tango alude al arrabal. Ya no se trataría, por lo tanto, del cisne como símbolo de la recurrente pregunta, sino más bien de un cisne a cargo de una retórica responsable de su propia zozobra. Dice el poema: “Quien por interrogar las inestables corrientes donde anega su pellejo arriesga de nerviosas denticiones la quilla que traslúcida corría por parques de reflejos azulados, impávido el azor, la crista altiva, arriesga el hundimiento en ese anclaje. Porque, por más que mírese a los hados, no se retarda la fatal carrera si tempestuoso pie pisa la pluma.” (Poemas 305) Estos versos pueden interpretarse como una lectura crítica del modernismo en la medida en que el factor de riesgo presente en el poema es la interrogante, el sentido que Darío le otorga a la silueta del cisne. En el marco de un análisis atento a los microfenómenos estilísticos, podemos advertir en los tres primeros versos una relación entre los verbos interrogar, anegar y arriesgar. Siguiendo a Riffaterre podemos considerar que la discontinuidad semánticogramátical en la que incurre la inclusión del tercer verso representa una silepsis a partir de la cual interrogamos al poema en términos de una relación intratextual. Es así que la frase donde anega su pellejo parece invocar en nombre del lenguaje coloquial (pensamos en la frase popular arriesgar el pellejo) el verbo arriesgar que aparece en el verso sucesivo. La referencia al lingüista francés tiene que ver con la estrecha relación 93 Darío, Rubén. “Los cisnes”. Cantos de vida y esperanza. Barcelona: Linkgua ediciones, 2009. p. 49 175 advertida entre neobarroso e intertextualidad y la manera como lo que hasta ahora hemos referido como oscuridad semántica puede entenderse en términos de una silepsis que revela un intertexto de difícil detección, consecuencia de la aplicación de las operaciones de artificialización neobarrocas. Lo anterior refrendaría la estrecha relación entre neobarroco e intertextualidad establecida por Sarduy y la también sostenida presencia de ésta en el neobarroso. Desde el punto de vista perlonghereano, entonces, interrogar es arriesgar, mientras que estar en las corrientes es anegar el pellejo o arriesgar, según se desprende del juego intratextual. Más adelante en el poema, el cisne se transforma en azor, referencia a otra ave del imaginario animal dariano de carácter más gallardo y de célebre aparición en “Sonatina” de Prosas Profanas en la mano del feliz caballero que te adora sin verte. El giro posterior responde a una conducta recurrente en la escritura perlonghereana, la utilización de palabras de doble filo que transportan entre sus connotaciones referencias a una dimensión sensual que a su vez reconocemos invariablemente ligada a la idea de muerte y fatalidad. Leemos en el poema: “Porque, por más que mírese a los hados, / no se retarda la fatal carrera / si tempestuoso pie pisa la pluma” (Poemas 305). La conciencia de un riesgo reconocible en la contemplación del hado, entendido como encadenamiento fatal de los hechos94, no sirve para evitar que se pise la pluma. El lexema pisa no refiere tan sólo al acto de poner el pie sobre algo, sino que también al apareamiento de las aves que, en países como Cuba y El Salvador sirve también para hacer alusión al coito humano y que, en el contexto de este poema, cubre de un inesperado halo de lascivia al predilecto símbolo modernista. Veremos como este rasgo omnipresente en la escritura perlonghereana vuelve a aparecer en el segundo poema –Tema del cisne hundido (II) – donde se observa una conformación de versos similar a la del soneto, pero de métrica irregular y sin rima. En él, se amplifica la relación hipertextual con la obra de Rubén Darío por medio de la reescritura del poema “Leda”, en el que podía advertirse a su vez la reescritura del mito griego de Leda y el cisne en el que se cuenta la historia de cómo Zeus se había transfigurado en cisne para poseer a Leda, esposa de Tindáreo95. En el poema de Darío, leemos: 94 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 31 de julio de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=hado 95 Graves, Robert. Los mitos griegos. Buenos Aires: Ariel, 2008. p. 71 176 “cuando esponja las plumas de seda, olímpico pájaro herido de amor, y viola en las linfas sonoras a Leda, buscando su pico los labios en flor. Suspira la bella desnuda y vencida, y en tanto que al aire sus quejas se van, del fondo verdoso de fronda tupida chispean turbados los ojos de Pan.” (Darío, Cantos 74) Mientras que en el poema de Perlongher, encontramos la misma dinámica de acercamiento entre el cisne y Leda, pero describiendo una reacción violenta de esta última: “Leda, aferrándose al cuello del que penden gruesas esclavas de pesadez dorada doblándole […] la glotis, las falanges nimbadas de bermejo hunde en la interrogación fluctuante y rasga de un tirón el julepe de las ondas” (Perlongher, Poemas 306). El cuello del cisne es nuevamente el eje en el que se centra la tensión de la supervivencia de un estilo y en cuya lucha se pone en juego “La majestuosidad [que] en la decadencia / finge” (Perlongher, Poemas 306). La frase “doblándole la glotis” nos recuerda el poema del poeta mexicano Enrique González Martínez titulado “Tuércele el cuello al cisne”96 en donde el ave emblema del modernismo se asocia a la idea de superficialidad y de falta de conexión con las materias esenciales mediante versos como: “él pasea su gracia no más, pero no siente / el alma de las cosas ni la voz del paisaje” (González, Muerte 9). Evocamos estos versos por la semejanza que su trabajo de reescritura crítica y paródica tiene con el hipertexto modernista advertido en la poesía neobarrosa. Este poema puede leerse en relación de continuidad con “Tema del cisne hundido (I)” en la medida en que la decadencia del cisne sigue ocupando el primer 96 González, Enrique. La muerte del cisne. Ciudad de México: Librería Porrúa Hermanos, 1915. p. 9 177 plano. Ahora bien, desde el punto de vista de cómo este texto insiste en el diálogo crítico respecto del hipotexto modernista, puede destacarse la mención a las “pesadas esclavas doradas” que penden del cuello del cisne y que se transforman en factores de inestabilidad y de mayor vulnerabilidad ante el embate de Leda. Es ésta posiblemente una crítica a la fascinación del verso dariano por la exaltación de una materialidad aristocratizante con la que recargó su enunciación. El modernismo como el neobarroso representaron, en distinto grado, una reivindicación de la superficie textual, sin embargo, las dos trazan una ruta opuesta en términos discursivos y políticos. En el caso de la escritura perlonghereana la exaltación de la superficie estaría ligada a la concreción de lo que Perlongher llamó “barroco pleno”, en el que la actuación de los enunciados alcanza una consistencia autónoma basada en la desatención de principios de comunicabilidad e inteligibilidad que, como sabemos, incidía en el incremento de las operaciones de lenguaje autoreflexivo. Mientras que en el modernismo, particularmente el de Darío, la búsqueda del refinamiento bordeaba los márgenes de un lirismo alambicado y rayano en la superficialidad, dimensión que en el hipertexto modernista desarrollado por Perlongher se trabaja desde una perspectiva crítico-paródica. En los poemas hasta aquí revisados el cisne, en tanto que indicador de una fuente hipotextual modernista, se ve amenazado continuamente por una fuerza que le destituye de los valores estéticos prestigiosos en los que Darío ensalzó su imagen tomándolo por símbolo del poeta que, en su visión particular, representaba la elegancia y sofisticación. Perlongher, al embarrar estos intertextos en su alud poético no parodia solamente elementos aislados de dicha textualidad, sino que también establece un diálogo paródico con la concepción del oficio poético y de la figura del poeta promovida por el modernismo. En los poemas neobarrosos hasta aquí revisados el cisne está siempre encallando en las aguas turbias de una reescritura “de tempestades transmarinas” (Perlongher, Poemas 306) bajo amenaza, ya sea de la corza, en el caso de “Anochecer de un fauno”, del pie, en “Tema del cisne hundido (1)”, o Leda que se violenta, en “Tema del cisne hundido (2)”. Estas serían las huellas simbólicas concomitantes con las operaciones de lenguaje que subyacen a la transposición del neobarroso sobre el discurso estético modernista, identificada como un montaje que se define y representa de forma simultánea. 178 El trabajo de montaje sostenido del neobarroso sobre el modernismo llega a un punto de inflexión en el poema “Decepción” de El chorreo de las iluminaciones en el que la enunciación se vuelve algo más transparente producto de una disminución en la frecuencia e intensidad de operaciones de artificialización y donde el comportamiento hipertextual varía hacia una actitud melancólica. “Cisne de alas manchadas, interroga a la estela. Maculadas e inútiles: un dejo de belleza marmórea en el ungüento melancólico del estanque final, finge piruetas caracoleo el triste a la deriva. Ahora como un frenesí negativo se apodera de los palmípedos plumajes dirigiéndolos vertiginosamente al fondo oscuro de la escena. Si de las aguas trátase, las profundas son turbias; pero hay además el remolineo del “triciclo acuático” como un saurio jugueteando en las maromas del abismo” (Perlongher, Poemas 357) Es posible entender el hipertexto en este poema como la finalización de un sostenido ejercicio de transformación hipertextual al que fue sometida la textualidad modernista. El hundimiento del cisne referido en los poemas neobarrosos determina una resignificación de la imagen paradigmática del modernismo en términos de una decadencia que, aventurando una lectura perlonghereana, podría ser la de un estilo de giros aristocratizantes y la concepción de poeta funcional a dichas aspiraciones estéticas. El cisne que encontramos en el poema “Decepción” se encuentra resemantizado en los términos neobarrosos erigiéndose como síntoma de un ensañamiento poético posibilitado por el montaje archirrepresentacional que, en la confrontación de la textualidad neobarrosa y modernista, duplica su capacidad de autodefinición y actuación. Lo anterior está determinado por la presencia modernista, reconocible en giros y elementos asociables a ella y por la manipulación del símbolo sintetizador de sus valores estéticos. Situación similar a la que tiene lugar con la textualidad neobarroca, cuya lógica estructurante de lenguaje cobija la autodefinición y actuación modernista, al mismo tiempo que refiere a sí misma mediante su mostración. 179 Resulta interesante reparar en que la crítica movilizada respecto de la concepción de poeta desprendida del modernismo se realiza mediante un hipertexto que hace suya la reflexión metatextual. No es redundante plantearlo de este modo puesto que, si bien un hipertexto siempre comporta una determinada conciencia de la literatura, en este caso se trata de la recuperación de un hipotexto que, ya en su fuente, enmarcaba metafóricamente la reflexión sobre la figura del poeta. Este tipo de reescritura responde bien a la autodefinida búsqueda perlonghereana por lo joyesco, en la medida en que sólo desde la decodificación de su filigrana de montajes neobarrosos es posible acceder al brillo que emanan los cuerpos y las estéticas en su decadencia. Perlongher es al neobarroso lo que el coreógrafo Michel Fokine fue a la bailarina Ana Pavlova interpretando La muerte del cisne, una especie de instructor en el arte de inmortalizar la majestad en decadencia. 2.3 Montaje archirrepresentacional como dispositivo de distanciamiento y transposición de hipotextos. El trabajo de resignificación realizado con el sustrato modernista –que, globalmente, nos da cuenta del profundo arraigo de Perlongher al trabajo poético de índole metaliterario– cuestiona dicha estética y, desde su parodización, plantea un modelo operacional de lenguaje que distorsiona y atenúa los discursos del hipotexto. El montaje archirrepresentacional opera sobre el modernismo, destituyéndolo de su pretendida elegancia y anegando el hipotexto modernista bajo una densa capa de lenguaje neobarroso. El lenguaje neobarroco cubano proveyó a Perlongher de un modus operandi que posibilitó el diálogo polémico con sus antecedentes literarios, mientras que el modernismo constituyó uno de sus sustratos predilectos para montar su empresa de embarramiento caracterizado por la transgresión sistemática de la imagen paradigmática de la estética –el cisne– en términos de su hundimiento. Ahora bien, el neobarroso tuvo también otros blancos contra los cuales poner en marcha su barroco bélico, tal es el caso del hipotexto épico-histórico, cuyo trabajo fue particularmente ostensible durante sus primeros dos libros, Autria-Hungría y Alambres. Éste fue abordado por medio de un diálogo sostenido con obras literarias que novelaban 180 a su vez pasajes de la historia nacional. El comportamiento intertextextual que caracterizó dicha etapa97 fue la parodia de una serie de nombres y hechos considerados heroicos mediante una estrategia de hipersexualización de dichas narraciones logrando así sumirlos en el barro impúdico del neobarroso. El poema al interior de la poética del naufragio puede ser entendido como un campo de batalla en el que, parafraseando a Perlongher, tiene lugar una lucha estética en la que los diversos hipotextos son objetos de un proceso de resignificación. Otro de los sustratos textuales presentes en el diálogo transtextual de la escritura perlonghereana es el de la poesía social. En este caso, el poema que emerge como paradigma es Cadáveres en el que se percibe un fuerte elemento de denuncia y referencias fragmentarias a una textualidad socio-histórica relativa a la represión y terrorismo de Estado. El gran interés que este poema ha causado en los lectores de Perlongher radica en la exitosa imbricación entre el registro social y el neobarroso gracias a que las operaciones de artificialización resultan particularmente idóneas para el establecimiento de un ambiente de hipervigilancia, fragmentación y muerte. Es importante destacar que si bien este poema hace uso de elementos de connotación social, estos no logran imponer dicho carácter al texto en su totalidad. El equilibrio del montaje neobarroso consiste en mantener siempre los inter o hipertextos en la superficie, pero controlados por una consistente capa de barro constituida tanto por su manifestación hipersexualizante como por la operatividad neobarroca. Perlongher explicaba la interacción de su poesía con otras textualidades en términos de la conexión de un dispositivo de lenguaje. En la siguiente cita describe cómo funciona esta operación en el caso de Cadáveres: “es eso: enchufarlo al discurso de la tradición de la poesía social argentina y ver qué pasa. Por eso aparecen a veces esos malentendidos, gente que dice es un poema social” (Papeles 312). En esta cita, el ejercicio escritural es definido en términos de interacción de discursos de tradiciones poéticas, desde donde se desprende una visión de la poesía centrada en los fenómenos de la literaridad, alejando de su trabajo una rotulación social con el fin de guardar distancia de la referencialidad que dicho registro comporta. 97 Este análisis fue desarrollado durante el capítulo 3.4 Reformulación poética: elaboración de una memoria con el cuerpo. 181 Cuando Perlongher habla del neobarroso como algo que se enchufa al discurso de la tradición lo hace sugiriendo la idea de que ese enchufar estaría inspirado por una inquietud experimental, en la medida en que no se hace con un objetivo predeterminado, sino que más bien con la curiosidad de conocer las consecuencias que dicha operación puede acarrear. Este acercamiento al neobarroso puede entenderse como un reactivo que se aplica a diferentes sustratos textuales con el fin de estudiar las reacciones que dichas interacciones suponen. En el siguiente fragmento Perlongher describe con mayor detalle la operación de montaje en relación con el sustrato poesía social: “Se trata de inserciones, penetraciones, mezclas de cuerpos: lo que sale ahí, no puedo saberlo. Ahora bien, “Cadáveres” podría incluirse en un grupo de textos que dijeran algo sobre la guerra sucia, pero no creo que estuviera muy cómodo entre esos textos. Yo no voy a asumir esa postura del poeta social. Hay siempre que irse para el otro lado, tender líneas de fuga. La propia cosa del decir convencional te hace decir determinada cosa y hay que torcerse, desviarse.” (Papeles 312) Este fragmento nos da cuenta de que el diálogo que se sostiene en la poesía neobarrosa con una textualidad de registro social no establece un comportamiento intertextual de tipo afirmativo, sino que más bien de una amplificación conflictuada. No resulta fácil definir en el caso del hipotexto social cual es el comportamiento intertextual que caracteriza su diálogo con el neobarroso, puesto que no se trata de una parodización en los términos en que ésta se dio con el modernismo. Del mismo modo, puede inferirse de las declaraciones de Perlongher su rechazo a entender este ejercicio en un gesto de amplificación admirativa. Consideramos que en este caso el montaje archirrepresentacional aborda la reescritura del hipotexto social, pero funcionando como una instancia de distanciación de la misma, en la medida en que la voz lírica, por la naturaleza particular de su trabajo de reescritura, no se apropia del discurso latente en el hipertexto. Se trataría de un rasgo interesante de la poética del naufragio: referir un discurso, resignificarlo –como en el caso del modernismo– o usufructuar de sus recursos expresivos, pero sin necesariamente posicionarse en su mismo dominio discursivo. El montaje archirrepresentacional entendido como dispositivo de distanciación de la dimensión discursiva de los sustratos textuales explotados en su proceso de 182 reescritura de la tradición literaria, guarda una relación de consonancia con la visión experimental-cientificista con que Perlongher describía su ejercicio poético en la medida en que éste no estaría en búsqueda de la originalidad, sino que más bien interesada por la aplicación de un modelo operativo de escritura y la observación de sus consecuencias. Lo anterior así como la cita que incluimos previamente ilustran la intención de Perlongher de dar a conocer su proceso de escritura en términos de un trabajo de lenguaje de profundidad teórica que tenía por tema la reflexión sobre sus mismas estrategias de enunciación. Estos rasgos mostrarían una dimensión de la escritura perlonghereana inclinada hacia el mundo de la referencia antes que por aquel de la referencialidad. Esta posición con respecto a su escritura constituye un giro en atención a lo sostenido en entrevistas anteriores, particularmente, en la que explicaba que su poesía buscaba responder a la pregunta por cómo reproducir lo sensual en la escritura, desafío que ligaba su enunciación a la dinámica de la consustancialidad biobibliográfica. Esa variación en sus declaraciones puede ser entendida bajo los términos de una reflexión metatextual dinámica que también puede constatarse en la variación de los hipotextos explotados que, en sus primeros dos libros, ostentaban un registro de mayor referencialidad a la advertida en los dos siguientes en los que la cercanía con la operatividad neobarroca se dirige al trabajo de embarramiento de intertextos de fuente mayoritariamente literaria. Esta inclinación por una comprensión de su escritura como un inflamiento de la literaridad –y con ella un aumento de vinculaciones simbólicas con la tradición literaria– es importante en la medida en que deja en evidencia un matiz de experimentalidad al que este acercamiento induce y que redunda en un divagar por múltiples textualidades sin que éstas logren intervenir en la trama desestabilizadora que opone el neobarroso. En este sentido, el poema Cadáveres funciona como un buen ejemplo, así como también corresponde a una complejización del fenómeno de montaje en la medida en que convergen en él más de dos hipotextos de forma simultánea. En dicho poema es posible advertir cómo el montaje archirrepresentacional puede funcionar sobre diversos sustratos textuales de manera simultánea al interior de un mismo texto poético. De este modo, confluyen en este poema intertextos provenientes de la poesía social, de la obra 183 dariana, relativos a la textualidad épico-histórica y, por supuesto, aquellos del neobarroco cubano insertos gracias al montaje archirrepresentacional neobarroso. La poesía de Perlongher por el hecho de centrar su operatividad en este montaje se convierte en un verdadero dispositivo sintetizador de textos anteriores los que, en su superposición, conforman un tejido donde la intertextualidad se escenifica como la visión de vestigios de obras sumidos en una proliferación de elementos neobarrosos. Lo anterior ilumina un aspecto esencial de la relación del neobarroso con las bibliotecas que consistiría en la dificultad de entender esta obra como objeto de influencias, en la medida en que su actitud respecto de las operaciones transtextuales es ostensiblemente activa y polémica, situación que posiciona al autor como un saqueador que desbarata segmentos de la tradición literaria latinoamericana para posteriormente profanarlos. Es interesante observar que, aún cuando la proliferación de hipotextos ajenos a su escritura alcanza una alta frecuencia, su poesía continúa siendo categóricamente neobarrosa sin que se desestabilice su homeostasis estética. Situación que estaría garantizada por la subversión sistemática de los intertextos y el consecuente retorcimiento de sus cargas semánticas. Esta operatoria refuerza la reflexión en que se funda la poética del naufragio, en la medida en que el paisaje de su escritura puede entenderse como una diseminación de vestigios, restos de obras que flotan en la superficie del Río de la Plata. Cuando hablamos de que la poesía de Perlongher se monta sobre la poesía social es necesario aclarar que esto se manifiesta por una fragmentación de elementos relativos a dicha textualidad, pero no por una asimilación entre el plano de lo poético y lo real como sucedió en el caso de la poesía sesentista, así como tampoco por una valorización de la coloquialidad en términos de un texto de enunciación inmediatista. Aún cuando la escritura perlonghereana se caracterice por el trabajo con hipotextos asociables a una textualidad social, lo que predomina es el contagio neobarroso que garantiza su autonomía discursiva por medio de la reiteración de un proceso sostenido de estructuración archirrepresentacional que funciona, al mismo tiempo, como un proceso de desestructuración de los discursos transportados por las textualidades tomadas como objeto del montaje. A continuación revisaremos el texto Cadáveres con el fin de identificar lo que hemos denominado textualidad social. El primer aspecto que llama la atención en este sentido es la presencia de elementos que refieren el tema de la persecución político-ideológica, cuya primera 184 aparición tiene lugar mediante el parafraseo a la letra de la canción “Hasta siempre comandante” de Carlos Puebla. Es de este modo como leemos en el poema de Perlongher: “En lo preciso de esta ausencia en lo que raya esa palabra en su divina presencia Comandante, en su raya Hay Cadáveres” (Poemas 119) Mientras que en la canción de Puebla se encuentra: “Aquí se queda la clara, / la entrañable transparencia, / de tu querida presencia / Comandante Che Guevara.” Al comparar ambas estrofas tenemos la impresión de que se trata de un paralelismo intervenido por sustituciones neobarrocas que ligan el texto a la idea de persecución política por medio de la referencia al Che Guevara que funciona como referente político confrontada a la anáfora Hay cadáveres. Esta última posee en el contexto de este poema un rol de complementación semántica, así como también una función estructural. En este sentido, resulta interesante lo apuntado por Alelí Jait con respecto a un potencial diálogo intertextual entre Cadáveres y el poema Liberté de Paul Eluard, en los que la investigadora reconoce una suerte de “homologación de ausencias […] que realizan una subversión de lógicas y se convierten en denuncia y a su vez estas ausencias de libertad y de cadáveres implican que en cada objeto hay tanto la una como lo otro. Si bien difieren la cantidad de versos que componen ambos poemas, sus estructuras son similares, así como también su cadencia.”98 En efecto, la similitud entre ambos poemas radica tanto en la construcción anafórica como en la enumeración que considera numerosos espacios y objetos. Comparemos, por ejemplo, las primeras estrofas de cada poema: Cadáveres Liberté Bajo las matas En los pajonales Sobre los puentes En los canales Hay Cadáveres Sur mes cahiers d'écolier Sur mon pupitre et les arbres Sur le sable de neige J'écris ton nom 98 "Poesía y dictadura. Análisis del poema “Cadáveres” de Néstor Perlongher” de Alelí Jait. [Consultado el 25 de septiembre de 2012], http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/viewFile/718/621%20 185 En ellas se puede apreciar una semejanza que se acentúa con la sostenida reiteración de estas estructuras a lo largo del poema la que se aprecia de manera más regular en el poema de Eluard. El diálogo entre ambos poemas se asocia a la idea de persecución ideológica manifestada en el caso de Perlongher a través de la enumeración caótica de los espacios y cosas en donde se constatan consecuencias de guerra y en el caso del poeta francés como una enumeración similar, pero en este caso ligada a la añoranza de libertad deseable en todo contexto bélico. La idea de persecución ideológica también se advierte en pasajes del poema donde la proliferación se presta para reproducir la sensación de control informativo, censura y de temor a la delación: “Precisamente ahí, y en esa richa de la que deshilacha, y en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso en la que no se dice que se sepa… Hay cadáveres” (Poemas 120) En este fragmento observamos en primer lugar la contradicción entre el adverbio precisamente que parece anunciar la entrega de una información cabal y la vaguedad de la construcción posterior marcada por la presencia de una proliferación de frases en las que encontramos palabras tales como deshilacha, soslayo, desdén que connotan respectivamente la idea de desarme, oblicuidad e indiferencia. Del mismo modo, encontramos cuatro negaciones ligadas a los verbos decir, saber y pensar, situación que otorga a dichas actividades un halo prohibitivo, así como también un cuestionamiento por la conveniencia o riesgo de llevar a cabo dichas acciones. Estos elementos parecen condecirse con la idea de persecución política y/o ideológica, razón por la que consideramos pertinente su asociación a dicho ámbito referencial. Más adelante advertimos una imagen que pareciera referir oblicuamente a los vuelos de la muerte, práctica de exterminio utilizada durante la última dictadura argentina consistente en la eliminación de presos políticos mediante su lanzamiento al Río de La Plata o al mar desde helicópteros o aviones. La mención relativa a dicha práctica figura en el primer verso: 186 “Se ven, se los despanza divisantes flotando en el pantano: En la colilla de los pantalones que se encastran, símilmente; En el ribete de la cola del tapado de seda de la novia, que no se casa Porque su novio ha ……………………...! Hay cadáveres” (Poemas 120) En este fragmento se observa la emergencia de una textualidad asociable a la poesía social por la función de denuncia que puede cumplir la sugerencia de una de sus más repudiables formas de exterminio que, en el verso que le sucede, es abordada por una proliferación en la que aparece la artificialización de la femineidad que incorpora al poema la imagen de una novia que no se casa. La razón del matrimonio fallido se presenta como una elipsis indicada por una sucesión de puntos suspensivos que finalizan con un signo de exclamación. La razón por la que el novio no aparece se manifiesta como un silencio exclamativo cuyo vacío referencial es completado por la anáfora “Hay cadáveres”, constatación de hallazgo de cuerpos que se carga de una connotación social gracias al guiño que la imagen inicial de la estrofa hace al horrendo capítulo dictatorial. Luis Felipe Fabre considera con respecto a dichos puntos suspensivos que “Cabría preguntarse si la palabra que ha desaparecido no es, precisamente, la palabra “desaparecido”99. Esta observación resulta particularmente pertinente dada la inclinación de Perlongher por no cargar la significación en la dimensión semántica de la lengua dando, en cambio, mayor importancia a la expresividad que el gesto sorpresivo y de transgresión de la misma escritura logra configurar. Es así que en este caso la desaparición de una palabra podría aludir a la desaparición de un hombre, sobre todo considerando la coherencia que este lexema guarda con el contexto y con las motivaciones globales del poema. Así también, en varios segmentos, se hacen menciones de elementos que podrían guardar relación con prácticas de tortura que se movilizan en el poema a través de una proliferación de elementos ligados a la artificialización de la femeneidad como: 99 "Leyendo agujeros. Ensayos sobre (des)escritura, antiescritura y no escritura" de Luis Felipe Fabre. Fondo Editorial Tierra Adentro. México. 2005. [Consultado el 25 de septiembre de 2012], http://laboratoriopoetico.blogspot.com/2008/12/no-hay-palabras-hay-cadveres-luis.html 187 “En la finura de la modistilla que atara cintas do un buraco hubiere En la delicadeza de las manos que la manicura que electriza Las uñas salitrosas, en las mismas Cutículas que ella abre, como en una toilettes; en el tocador, tan …indeciso…, que Clava preciosamente los alfiles, en las caderas de la Reina y En los cuadernillos de la princesa, que en el sonido de una realeza Que se derrumba, oui Hay Cadáveres” (Poemas 121) En este fragmento pareciera sugerirse la infiltración de la tortura en el registro de los oficios cotidianos, es así como la modistilla y la manicura se relacionan a la aplicación de electricidad en los dedos. Esta asociación mantiene una relación de coherencia con el sentido de diseminación de cadáveres advertido de manera global en el poema a través de la anáfora “Hay cadáveres” que establece la presencia de cuerpos en cada uno de los paisajes, niveles, objetos, etc. que se enumeran a lo largo de cada estrofa. Más adelante una nueva referencia a la tortura: “Beba, que se escapó con su marido, ya impotente, a una quinta donde los vigilaban, con un naso, o con un martillito, en las rodillas le tomaron los pezones, con una tenacilla (Beba era tan bonita como un profesora…) Hay cadáveres.” (Poemas 127) Aquí, la presencia de los verbos escapar y vigilar ayuda a mantener el ambiente de persecución que nuevamente se presenta en relación a actos asociables a la tortura en las frases “martillazos en las rodillas”, “le tomaron los pezones con una tenacilla”. Estas menciones parecen recoger giros conversacionales en referencia a la mujer que huye y es vigilada como si se tratara del rescate de una historia oída en alguna charla a la que se busca dar trascendencia infiltrando sus fragmentos en el poema. La aparición de los elementos que vinculan la escritura neobarrosa a una textualidad social en este fragmento remiten nuevamente a la resolución mortal ya vista en las estrofas anteriores con la reaparición de la anáfora. 188 Ahora bien, es importante precisar que la artificialización de la femineidad entendida como un rasgo característico del neobarroso debe ser entendido, en el marco de nuestro análisis actual, como la presencia de un hipertexto modernista, en la medida en que puede ser leído como un alambicamiento extremo del preciosismo aristocratizante dariano. Los fragmentos enumerados hasta aquí tienen por objetivo servir como ejemplos de lo que, en el marco de nuestro análisis, se entiende como emergencia de una textualidad social en la poesía neobarrosa. A continuación, pasaremos a revisar fragmentos del poema “Cadáveres” en los cuales puede apreciarse cómo la textualidad recién mencionada entra en diálogo con otras en una operación de superposición de sustratos textuales provenientes de variadas fuentes hipotextuales entre las que consideramos la ya mencionada textualidad social, la épico-histórica, la modernista y, como lógica estructural de la enunciación poética, el neobarroso mediante sus operaciones de artificialización, así como también sus estrategias de desestabilización: artificialización de la femineidad y mostración de una corporalidad pudenda. Esta superposición de textualidades configura a lo largo del poema numerosas silepsis que, como se apuntó previamente, son susceptibles de ser consideradas núcleos de convergencia intertextual. En este marco, observamos pasajes del poema en los que éstas parecen reunirse: “Ya no se puede sostener: el mango de la pala que clava en la tierra su rosario de musgos, el rosario de la cruz que empala en el muro la tierra de una clava, la corriente que sujeta a los juncos el pichido –tin, tin…- del sonajero, en el gargajo que se esputa… Hay cadáveres” (Poemas 122) Las referencias que aquí se hacen a lo que podría ser considerado como un entierro, puestas en relación con los elementos anteriores, que nos remiten a una textualidad social, permiten considerar que este fragmento se mezcla, mediante una operación de proliferación, con elementos neobarrosos identificables en la línea de la sobreexposición corporal que, en este caso, se asocia al acto de “Arrancar flemas y 189 arrojarlas por la boca” (RAE)100. Más adelante puede verse también la confrontación de este aspecto del neobarroso a la textualidad de persecución político-ideológica: “Era ver contra toda evidencia Era callar contra todo silencio Era manifestarse contra todo acto Contra toda lambida era chupar Hay cadáveres” (Poemas 127) En este caso la idea de persecución político-ideológica se establece gracias a la inclusión de la preposición contra de manera consecutiva a los verbos ver, callar y manifestarse –que delinean el campo semántico de la lucha social– que manifiestan su oposición a la evidencia, silencio y acto. Mientras que la textualidad neobarrosa surge, al igual que en el ejemplo anterior, por la utilización de una frase activa en numerosas perspectivas semánticas –y responsable de la elipsis– entre las que destaca, una vez más, la connotación erótica. Es en el penúltimo verso donde se revela esta confrontación con la aparición de la palabra lambida que corresponde en México y Uruguay a adular mientras que, en jerga popular argentina, se asocia con la estimulación oral del sexo femenino. Más adelante en el poema se observa que la textualidad social se confronta con giros metatextuales dando lugar a la presentación del lenguaje como un soporte cómplice del crimen. Esta operación perfila la autorreflexividad poética como un espacio no exento de responsabilidad en la proliferación de la violencia: “En el decaer de esta escritura / En el borroneo de esas inscripciones / En el difuminar de estas leyendas […] / Hay Cadáveres”. Finalmente la misma enunciación poética se vuelve en continente del crimen, situación que también puede advertirse en los siguientes versos: “Féretros alegóricos! Sótanos metafóricos! Pocillos metonímicos! Ex-plícito ! Hay Cadáveres” (Poemas 129) 100 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 07 de agosto de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=esputar 190 El trabajo en torno a la superposición de textualidades en la poesía de Perlongher comporta la reflexión sobre las características y alcances que en este sentido podríamos considerar que la textualidad llamada social tiene una relación de cercanía con la textualidad épico-histórica en la medida en que los acontecimientos que conformaron esta última repercuten en una dimensión social. La leve línea que separa a ambas textualidades se vuelve aún más difusa por el tratamiento que éstas reciben en el marco de la poesía neobarrosa. Es por esto que consideramos pertinente hablar, en este caso, de textualidades colindantes, en la medida en que la dimensión épico-histórica puede representar el reverso de la textualidad social o, dicho de manera más clara, ambas textualidades se corresponden con la distancia entre la historia reciente y una historia finisecular. Esto puede advertirse claramente en la segunda estrofa del siguiente fragmento en el que el intertexto con el poema épico de La Cautiva de Esteban Echeverria sirve de base a un hipertexto que se resuelve en alusión social: “En la provincia donde no se dice la verdad En los locales donde no se cuenta una mentira –Esto no sale de acá– En los meaderos de borrachos donde aparece una pústula roja en la bragueta del que orina-esto no va a parar aquí -, contra los azulejos, en el vano, de la 14 o de la 15, Corrientes y Esmeraldas, Hay Cadáveres Y se convierte inmediatamente en La Cautiva, los caciques le hacen un enema, le abren el c... para sacarle el chico, el marido se queda con la nena, pero ella consigue conservar un escapulario con una foto borroneada de un camarín donde... Hay Cadáveres” (Poemas 125) La Cautiva101 narra el rapto de una mujer que tiene lugar en un malón, práctica militar común en etnias como la mapuche en los territorios que hoy 101 Echeverria, Esteban. La cautiva. Ed. Jitrik, Noé. Paris: Les Belles Lettres, 1969 191 corresponden a Argentina y Chile, que consistía en la invasión violenta a bases españolas por parte de grupos de numerosos indígenas con la finalidad de apropiarse, principalmente, de armas y mujeres. Este es el contexto histórico en el que tiene lugar el poema de Echeverría, cuyo hipertexto en el poema de Perlongher remite a la textualidad social constituida en este caso por una referencia oblicua al robo sistemático de niños de madres apresadas y torturadas durante la dictadura militar argentina. Dicha relación permitiría comprender los abusos en contra de mujeres acontecidos durante la dictadura en una relación de continuidad con la prisión y tortura retratada en la obra literaria La cautiva. Ahora bien estas textualidades colindantes son antecedidas en el fragmento por las de persecución político-ideológica, marcada por la dinámica de control informativo, y la neobarrosa de mostración de una corporalidad pudenda en lo que, una vez más, constituye una especie de inventario de las zonas geográficas, mentales y corporales definidas en término de silenciamiento y clandestinidad. En los versos finales del poema se observa una dinámica similar a la anteriormente descrita y el retorno hacia la idea de una escritura cómplice, sentido movilizado por el acortamiento del verso, el aumento de la oscuridad y el paso a cuatro versos de puntos suspensivos: “Saliste Sola Con el Fresquito de la Noche Cuando te Sorprendieron los Relámpagos No Llevaste un Saquito Y Hay Cadáveres Se entiende? Estaba claro? No era un poco demás para la época? Las uñas azuladas? Hay Cadáveres Yo soy aquél que ayer nomás... Ella es la que… Veíase el arpa... 192 En alfombrada sala... Villegas o Hay Cadáveres .............................................. .............................................. .............................................. .............................................. No hay nadie?, pregunta la mujer del Paraguay. Respuesta: No hay cadáveres.” (Poemas 130) La textualidad que abordan la primera y segunda estrofa corresponde respectivamente a la confrontación de la artificialización de la femineidad y a la textualidad social incluida por la anáfora y el diálogo intratextual con el ensayo “Nena llevate un saquito” en el que Perlongher abordó el tema de la represión policial. Mientras que en la tercera estrofa, penúltima del poema, aparecen los siguientes intertextos: “Yo soy aquél que ayer nomás”, “Veíase el arpa...” que nos remiten a la obra de Darío y Gustavo Adolfo Becquer102 en un comportamiento intertextual que se corresponde con el observado en la selección y tratamiento de los epígrafes analizados al comienzo de este capítulo, la de escansión mutilante que podemos entender como un gesto que refunda la vinculación intertextual en términos de una subversión activa contra las fuentes referidas. La frase que finaliza este poema No hay cadáveres otorga al texto un giro sorpresivo que indica la frustración de su objetivo de denuncia y testimonio, en la medida en que niega, a modo de conclusión final, la anáfora que había estructurado el texto. La sucesión fragmentaria de intertextos literarios funciona como antesala de la refutación cómplice de los actos contra los que el poema parecía levantarse. La asociación entre dichos fragmentos y la negación de cuerpos constituye un punto de inflexión en la idea de una complicidad entre representación literaria y genocidio que Perlongher moviliza poniendo en el banquillo de los acusados los intertextos dariano y 102 Corresponden a los poemas “Yo soy aquel que ayer nomás decía” de Cantos de vida y esperanza. Barcelona: Linkgua, 2009. p. 17 y “Rima VII” de Rimas y Leyendas. Barcelona: Linkgua, 2007. p. 25 193 becqueriano que parecen ocupar, en el poema neobarroso, el rol de una escritura desasida del compromiso social. El análisis hasta aquí desarrollado ha intentado recorrer la poesía de Perlongher en busca de las huellas textuales que nos permitieran establecer los alcances de su trabajo inter e hipertextual. Para esto hemos seguido a Riffaterre en la idea de que la elipsis o resistencia de lectura, omnipresente en la poesía perlonghereana, revela la presencia de un intertexto. Este indicio nos ha motivado a insistir en el estudio de zonas de referencia opacas y explorar en forma particular sus microfenómenos estilísticos, actividad que posibilitó la identificación de la imbricada trama de textualidades presente en el poema Cadáveres. Del mismo modo, el estudio del montaje archirrepresentacional nos ha llevado a corroborar la eficacia del neobarroso como una maquinaria bélica, tal como Perlongher la definía, capaz de problematizar el diálogo con su tradición literaria. Esto ha sido posible contraponiendo aspectos de la poética de autor extraídos de entrevistas concedidas por el poeta y el estudio de la dinámica comportamental de los intertextos advertidos en relaciones de confrontación. Nuestro análisis ha pretendido demostrar hasta qué punto la escritura de Perlongher constituye, mediante dicho montaje, una estructura que propende la convergencia de variados sustratos textuales con el fin de destituir al hipotexto de su carga discursiva. La relación descrita entre esta obra y las bibliotecas es susceptible de ser entendido como un dispositivo de destrucción en el que lo único que se visibiliza es la osamenta de un relato, el naufragio de un estilo, la estructura de algo que antes fue bello, gallardo, majestuoso y que al cabo de estos poemas se inscribe en la superficie de un charco neobarroso. Perlongher se mueve entre la fascinación por la majestad en decadencia y el goce de la observación del naufragio de las materias y los discursos. Lo anterior puede ser comprendido en el marco de la escritura neobarrosa como el resultado de un ejercicio de escritura que se obstina en desarreglar su materia fundacional, la lengua, con el fin de revertir los discursos de segregación imperantes por ella transportados. Esta situación estaría determinada por el comportamiento subversivo de la enunciación respecto de los hipotextos utilizados, constituyendo una resistencia activa en contra del lenguaje como soporte movilizador de consignas disciplinantes. 194 Las operaciones que dan lugar a la poética del naufragio brindan al vestigio semántico la capacidad de significar desde la mostración de la osamenta de su escritura que, por su persistencia, se transforma en discurso y actuación de una política metaliteraria. 195 Capítulo 3 INTERTEXTO TEÓRICO ENTRE SIMULACRO DE REESCRITURA Y DESMARCACIÓN SIGNIFICANTE 196 3.1 Marco teórico deseante y simulacro de reescritura En el capítulo anterior tuvo lugar una revisión de las principales manifestaciones transtextuales de la obra poética de Perlongher. Su identificación y estudio han dado cuenta de la importancia que las operaciones de inter e hipertextualidad tienen para la estética neobarrosa como móviles de una reflexión metatextual reconocible en varios niveles de su obra. Dicho trabajo, centrado en la escritura poética, ha propuesto cuestionamientos en relación a la importancia que dichas operaciones han podido tener en su prosa y si ésta ha sido también objeto del montaje archirrepresentacional. En consecuencia, el presente capítulo tiene por objetivo evaluar algunos de los textos que conforman su prosa con el fin de establecer cuáles son los fenómenos transtextuales más llamativos y de mayor productividad. No pretendemos realizar un inventario acabado de la totalidad de manifestaciones de dicha índole presentes en la obra neobarrosa, sino más bien, emprender la recolección de muestras que permitan colegir un comportamiento global con respecto a sus fuentes hipotextuales. Con este fin, procederemos a caracterizar el diálogo que Perlongher sostuvo con los hipotextos de raigambre teórica, con el fin de describir la historia de sus vinculaciones reflexivas y así detectar la manifestación particular que tiene la poética del naufragio en la prosa neobarrosa. A lo largo de la obra ensayística e investigativa de Perlongher surgen referencias que nos remiten a diversas obras de carácter literario y teórico. Son variadas y provienen de tradiciones culturales y épocas diversas. Como se pudo ver en el capítulo anterior se aprecia un alto tráfico de referencias a la obra neobarroca cubana, tradición literaria excéntrica a los ojos de la tradición en boga en la argentina de los años ochenta que sirvió de contexto a las primeras publicaciones del poeta neobarroso. El poeta en su afán por encontrar un marco conceptual concomitante con sus aspiraciones estéticas, fue conformando un recorrido de lecturas que lo remitió a espacios geográficos y culturales lejanos. Es así que resulta seducido por el resurgimiento cubano del neobarroco y también interesado por corrientes filosóficas contemporáneas. La lectura de obras como L'Anti-Œdipe o Mille Plateaux pertenecientes al volumen Capitalisme et Schizophrénie, fruto de la colaboración entre 197 el filósofo Gilles Deleuze y el filósofo y psiconalasita Félix Guattari llamaron profundamente la atención de Perlongher. Una de las razones que explica su interés por estas obras fue la comprensión que éstas hicieron de ciertos fenómenos económico-políticos en una relación de contigüidad con la dimensión deseante de los individuos. Esta relación, ostensible en la obra de Perlongher desde antes de su encuentro con las obras del post-estructuralismo, se refuerza en el encuentro y la complicidad intertextual con dichos trabajos. En la misma línea encontramos un diálogo, aunque en grado menor, con trabajos de Michel Foucault tales como Histoire de la folie à l'âge classique o Histoire de la sexualité los que permitieron al poeta neobarroso profundizar en una comprensión diacrónica de la sexualidad y los trastornos mentales en el marco de la cultura occidental. Un factor en común en las obras de Deleuze, Guattari y Foucault, era la atención otorgada a grupos humanos perseguidos, minorías cuyas formas de vida se encontraban al margen de los tratos prestigiosos de la sociedad. En esa línea se encuentran los estudios dedicados a la esquizofrenia en los que se centra el esquizoanálisis de Deleuze y Guattari o L’Histoire de la folie de Michel Foucault. La atención a dichos grupos constituía vasos comunicantes con los centros de interés de Perlongher y, de cierta manera, el hallazgo de una conceptualización en la que enmarcar sus inquietudes intelectuales más urgentes y menos comprendidas por sus contemporáneos. Ahora bien, el recorrido lector que Perlongher siguió en el ámbito de la teoría responde a su conciencia de que el lenguaje convencional se encontraba al servicio de intereses anteriores al hablante y ligados a su disciplinamiento. Por lo tanto, dicha búsqueda iba al encuentro de un lenguaje que respondiera a sus aspiraciones de una fuerza expresiva donde tales discursos quedaran invalidados. Esto puede constatarse en una entrevista del año 1987 concedida a Enrique Symns: “!Exacto! Todos esos microterremotos se producen en el nivel de los cuerpos y cuando llegan al terreno de la expresión se encuentran con que el discurso ya está codificado desde antes. El código dominante se traga los discursos y los retraduce. De allí la necesidad de construir otros niveles de expresión. La transgresión tiende a reproducir el código dominante; cuando alguien dice “Estamos haciendo apología del delito”, está tomando como referente el código propuesto por la ley dominante. Tenemos que saber lo que estamos haciendo, tenemos que saber cómo expresarlo y además tenemos que 198 lograr que esa expresión entre en el campo social y pueda hacer estallar el discurso institucional.” (Papeles 299) En esta cita se puede advertir el grado de elaboración de la posición de Perlongher en relación a las expectativas discursivas de su trabajo como poeta. Destaca su inquietud por la dificultad que implica la transgresión de los discursos hegemónicos movilizados por los lenguajes convencionales los que, según su razonamiento, funcionarían como máquinas fagocitadoras de discursos divergentes, truncando así cualquier forma de protesta genuina y reflejo de una nueva sensibilidad. El deseo de intervenir poéticamente el código dominante se manifiesta en Perlongher con una actitud bélica que tenía por objetivo hacer estallar el discurso social. Con este fin, Perlongher considera adecuado dirigir su expresión hacia una revalorización de los lenguajes desoídos por las literaturas y asociados a una propiedad de vacío discursivo como es el caso del lenguaje de la locura. Evaluemos esta posición en la siguiente cita extraída de una entrevista realizada por Luis Bravo el año 1989: “L. Bravo: [¿Lo deseante, en tu escritura, supone una lucha contra el discurso de la racionalidad del realismo?] N. Perlongher: Supone más bien una apuesta a favor del discurso de la locura. Quizás lo que hace el discurso racional es tratar de exorcizar el miedo a la locura, al éxtasis, a la palabra poética como palabra sagrada. Argentina es un país muy racionalista. Parece que los intelectuales le tienen miedo al elemento pagano, a esa cosa mas mántica.” (Papeles 304) El discurso de la locura constituye para Perlongher una oposición al código dominante que, según la perspectiva del poeta, propendería la negación de experiencias tales como la pérdida de la razón, la fuerza del deseo (y el éxtasis posible a través de su concreción corporal) y, por extensión, a la poesía en tanto que lenguaje capaz de transponer dichas intensidades en un código. La búsqueda de un lenguaje figura nuevamente como una labor que le acerca a la reflexión sobre el discurso de la locura en cuya experimentación se cristaliza además un acto de distanciamiento de rasgos idiosincrásicos por él advertidos en su país de origen. Este corpus de inquietudes estimula en Perlongher una búsqueda bibliográfica que permite darle sitio a sus aspiraciones reflexivas sondeando una suerte de progenie 199 intelectual. Finalmente, el poeta encuentra en la obra de Deleuze una especie de reflejo amplificado de su pensamiento. En una entrevista realizada el año 1990 concedida a Ademir Assunçao y titulada “La lengua como máquina de mutación”, encontramos una cita al filósofo que le sirve para explicar su crítica al lenguaje como dispositivo de uniformización: “Llega un momento en el que el lenguaje se torna tan cristalizado que no se dice nada más. No puede pasar nada más, ninguna fuerza, ninguna intensidad, ninguna expresividad por el lenguaje. Gilles Deleuze dice que los signos pueden funcionar como una máquina de sobrecodificación. O sea: se tendría un lenguaje tan codificado, tan organizado, que acabaría funcionando de una manera castradora. Todos esos experimentos con el lenguaje, al contrario intentan devolver a la lengua la expresión de su carácter de máquina de mutación. Y hacer pasar otros sentidos, otras intensidades, otras sensaciones. ¿Entendés por qué no podemos sujetarnos a ese tipo de dictadura de la lengua? Además, todos los estilos cuando llegan a un estado dictatorial se tornan horribles. Con el borgismo está sucediendo eso. Borges fue extraordinario en cuanto tal. Cuando todo el país escribe a la manera de Borges, no se dice nada más” (Papeles 341) La cita a Deleuze en este fragmento sugiere una consonancia directa entre su pensamiento y el del poeta neobarroso. Al mismo tiempo, se advierte que Perlongher hace referencia a que una cierta experimentación en el lenguaje (se refiere al neobarroco y, de manera indirecta, a algunas manifestaciones de las vanguardias de principio del siglo XX) podría cumplir la función de destrucción de los discursos oficiales, representados en su ejemplificación por la obra de Borges. Ahora bien, su acercamiento a las propuestas deleuzianas no guarda solamente relación con la dimensión del lenguaje, sino también con su lectura aglutinante del deseo y lo social. A continuación, integramos una cita extraída de una entrevista publicada el año 1991 por Marcelo Ekhard y Emilio Bernini, en la que explica la coherencia que tendría la teoría de Deleuze con su investigación sobre la prostitución masculina en entornos urbanos: “La primera cuestión es que el marxismo no ha pensado lo que sería la metasociología. Cuando el marxismo va hacia los problemas del lumpen, de la marginalidad y de la sexualidad, hace lo peor: se acopla a las antiguas teorías del desvío. Queda muy huérfano, no dice nada. ¿Por qué queda muy huérfano? Porque en el marxismo no hay 200 una teoría del deseo. El deseo está fuera de la lucha de clases, está fuera de la sociedad. El pensamiento de El Antiedipo lo que intenta es mostrar permanentemente la articulación entre el deseo y lo social.” (Papeles 359) Esta cita junto a las anteriores da cuenta de una consonancia entre el trabajo del pensador francés y el poeta neobarroso, resaltando el entusiasmo con que este último reutiliza sus principales conceptos. Ahora bien, la crítica ha atendido esta situación de manera parcial tendiendo a realizar una lectura totalitaria de la obra de Perlongher desde la perspectiva deleuziana, llegando a considerar que la poesía de éste puede comprenderse como una suerte de aplicación de dicha teoría. Sin embargo, hay críticos que mantienen una postura escéptica respecto de la idea de que la obra del poeta neobarroso sea el producto de una asimilación total de los preceptos postestructuralistas. Jorge Panesi, por ejemplo, en el libro Lúmpenes peregrinaciones, primer volumen crítico dedicado íntegramente a la obra de Perlongher, manifiesta sus aprehensiones con respecto a esta idea: “Se conforma la poesía de Perlongher a la filosofía? ¿La poesía de Perlongher, adapta, castellaniza poéticamente el pensamiento de Deleuze? ¿Es el barro o lo barroso la traducción del flujo?; ¿El barro seco la territorialización?; ¿el fluir del semen o los sudores sobre los cuerpos y entre las cópulas, el agenciamiento que anula la fijación del territorio? O expresado en términos que son de la filosofía: ¿la poesía es la esclava del amo filosófico? O también, y a la inversa, según la voz de la poesía: la conceptualización filosófica de Deleuze es apenas el esqueleto, la parte dura de los restos, la roca del devenir, la sustancia, el contenido esquelético de una forma que en Perlongher se denomina con la fórmula “Hay cadáveres”. Como si dijéramos: la poesía de Perlongher piensa lo que poetiza a través de Mille Plateaux, traslada luego, traduce a 103 posteriori, lo que la filosofía descubrió en otros territorios. No lo creo.” . Panesi advierte que dicha teoría fue particularmente utilizada por Perlongher durante su obra de investigación antropológica O negocio do michê, mientras que su poesía se habría mantenido al margen de una intertextualidad proveniente del trabajo deleuziano. Este crítico repara que en el libro “Hule” aparece la frase “bajo cada escritura subyace una teoría”, precisando que por el hecho de estar entre comillas ésta 103 Panesi, Jorge. “Detritus”. En: Paula Siganevich y Adrián Cangi (ed.): Lúmpenes Peregrinaciones, Rosario: Beatriz Viterbo, 1996.p. 45 - 46 201 no puede ser considerada como una afirmación que defina su poética desde el punto de vista de su intertextualidad. La interpretación de Panesi respecto del rol jugado por las referencias a Deleuze en entrevistas y ensayos de Perlongher mantiene una relación de concordancia con nuestra reflexión, en la medida en que advierte la inclinación del poeta por confundir la lectura y la interpretación crítica. De lo anterior se desprende que la poesía de Perlongher no representaría una reescritura poética de la teoría de Deleuze: “La inflexión de Hule piensa las interrupciones, se abre al pensamiento de aquello que interrumpe, a las “territorializaciones”, y a pesar de todo, el movimiento opta siempre por el abajo y el detritus, se resuelve como en este caos, en las podredumbres de la “alcantarilla”. Hule no marca una inflexión teórica, sino que se abre a la autorreflexión, y la autorreflexión detiene el flujo. Por ese ensimismamiento se ha colado la teoría, pero si toda teoría es ascensional, contemplativa y sublimatoria, al barro arcilloso del verso se ha dejado entrar una teorización sobre la tierra y el territorio: “Como urdir un territorio/ cuyas fronteras fueran tan lábiles que dejasen penetrar/ el flujo de los suburbios y la huelga de las panaderías matinales” (Lúmpenes 46) En esta cita, Panesi se refiere en forma particular al libro Hule, en el que el lenguaje se encuentra totalmente sumido en la operatividad neobarroca dando como resultado una obra de profunda oscuridad semántica. Panesi considera que dicho texto no se sustenta sobre una base teórica, como un segmento de la crítica había apuntado, sino que sería el resultado de una escritura autorreflexiva, cuyo principal sentido corresponde a la mostración de su facticidad. Del mismo modo, apunta al hecho de que dicha superficie textual es susceptible de cobijar un diálogo con la teoría deleuziana, pero en tanto que lectura o punto de entrada posible a la escritura perlonghereana y no como un constructo teórico que le haya servido de base. Desde cierto punto de vista, la confusión a la que induce la poesía neobarrosa en relación a una eventual alianza deleuziana, tiene que ver con el tema de la lectura deceptiva señalado por la escritura neobarroca y que Sarduy, apoyándose en Barthes, caracterizó del siguiente modo: “la agrupación heterogénea de objetos “vaciados” no nos conduce, ni aun de una manera sutilmente alegórica, a ningún significado preciso, la lectura radial es deceptiva en el sentido barthiano de la palabra, la enumeración se presenta como una cadena 202 abierta, como si un elemento, que vendría a completar el sentido esbozado, a concluir la operación de significación, tuviera que acudir a cerrarla terminando así la órbita trazada alrededor del significante ausente.” (Sarduy 1390) Sarduy se refiere en este caso como agrupación heterogénea de objetos vaciados a la apariencia de los enunciados con posterioridad a la aplicación de las operaciones de artificialización del neobarroco. Este fragmento insiste en la ruptura con los principios de comunicabilidad y economía que Perlongher había practicado. Recordamos esto con el fin de demostrar que, independientemente del entusiasmo con que el poeta haya aludido a Deleuze en sus reflexiones, resulta patente la mayor cercanía de su proceder en la escritura con la conceptualización neobarroca. De hecho, tal como veremos en las siguientes páginas, la creación de una espectativa intertextual ligada al postestructuralismo se inscribe en la lógica de la poética del naufragio funcionando, antes que todo, como un simulacro de reescritura. Más adelante en su texto, Panesi propone una interesante distinción entre la influencia que estas obras manifiestan en el caso de su poesía y su prosa. Considera, por ejemplo, que su investigación O negocio do michê, trabaja estrechamente con conceptos provenientes de la obra de Deleuze y Guattari, tales como “las redes nómades, los rizomas, el deseo errante de los guetos homosexuales paulistas, enfrentando las convenciones narrativas de las corrientes antropológicas que hacen de la identificación, la identidad y arborescencias clasificatorias una cuestión de ordenamiento social” (Lúmpenes 47). Mientras que con respecto a su obra poética considera que “se compone o se prepara en el cuerpo barroco, en la superficie del poema y se descompone y deshace en esa misma superficie” (Lúmpenes 47). Esta distinción resulta interesante, en la medida en que identifica dos corrientes de pensamiento funcionando de forma independiente al interior de las producciones investigativa y lírica de Perlongher, lo que descartaría la posibilidad de entender el conjunto de su obra como la reescritura de una teoría. En otro texto, perteneciente al volumen crítico Lúmpenes Peregrinaciones, encontramos el trabajo Una ortofonía abyecta de Nicolás Rosa en donde también se percibe una suerte de distanciamiento de la lectura deleuzianizante de la poesía de Perlongher: 203 “El aparato lingüístico sostiene una retorización en dos series de elementos que se cruzan, divergen, convergen, se invierten y por momentos corren paralelamente generando dos secuencias que no siguen las series del plegado barroco según las entiende Deleuze, sino que el piso de arriba es escamoteado, hurtado, es siempre el piso de abajo, el bajo-fondo el que crea una glotología obscena, una porno-letra donde las formaciones canónicas del barroco son el pre-texto de una instalación, de la colocación de una lengua soez, un verdadero artesanado de las caries del significante.” 104 La descripción de Rosa excluye la posibilidad de una escritura consonante con la concepción del barroco presentada por Deleuze mediante un diálogo con pasajes de su obra Le pli, de la que presentamos a continuación un fragmento con el fin de contrastarlo con la propuesta del crítico argentino: "Le Baroque ne renvoie pas à une essence, mais plutôt à une fonction opératoire, à un trait. Il ne cesse de faire des plis. Il n'invente pas la chose: il y a tous les plis venus d'Orient, les plis grecs, romains, romans, gothiques, classiques... Mais il courbe et recourbe les plis, les pousse à l'infini, pli sur pli, pli selon pli. Le trait du Baroque, c'est le pli qui va à l'infini. Et d'abord il les différencie suivant deux directions, suivant deux infinis, comme si l'infini avait deux étages : les replis de la matière, et les plis dans l'âme. En bas, la matière est amassée, d'après un premier genre de plis, puis organisée d'après un second genre, pour autant que ses parties constituent des organes « pliés différemment et plus ou moins développés». En haut, l'âme chante la gloire de Dieu pour autant qu'elle parcourt ses propres plis, sans arriver à les développer entièrement, « car ils vont à l'infini». 105 Rosa se opone a la idea de convivencia autónoma entre repliegue del alma y de la materia planteada por Deleuze. Él postula la superación del alma por la materia indicando que no se trata de dos estratos independientes que hablen dos lenguajes, sino que más bien de un desmoronamiento de la estructura del infinito redundante en el sometimiento por la materia de concepciones trascendentalizantes. Rosa, dice que el lugar del alma en Perlongher es siempre el bajo-fondo donde las estructuras barrocas facilitan la visión de la decadencia o la corrupción. No habría por lo tanto lugar para la concepción deleuziana en el neobarroso, del mismo modo en que no lo habría tampoco 104 Rosa, Nicolás. “Una ortofonía abyecta”. En: Paula Siganevich y Adrián Cangi (ed.): Lúmpenes Peregrinaciones, Rosario: Beatriz Viterbo, 1996. p. 39 105 Deleuze, Gilles. Le Pli. Paris: Ed. de Minuit, 1988. 204 para la noción de alma. El piso de arriba, en el caso de Perlongher, sólo puede funcionar como un contexto de escenificación de la transgresión de la materia. En la definición del filósofo francés se indica que el barroco reenvía a una función operatoria, aspecto también observado en el neobarroso aunque con una marcada diferencia en el nivel de los efectos que dicha función comporta respecto del objeto al que se aplica, ya que mientras el montaje archirrepresentacional actúa degradando el objeto montado, el barroco deleuziano se basa en la reiteración de un pliegue que rodea el objeto sin necesariamente destituirlo de sus discursos como sucede en el neobarroso. Las referencias a Deleuze registradas en la escritura perlonghereana responden a su deseo de construir un esquema conceptual que le permitiera inhabilitar el lenguaje como dispositivo de uniformización. Con este fin el poeta asoció su reflexión a la obra de pensadores originarios de países distantes del suyo y cuyas obras poseyeran aspectos que les diferenciaran radicalmente de lo que se podría entender como pensamiento argentino. En este viaje de lectura conformador de una suerte de progenie intelectual Perlongher cometió ciertos abusos que la lógica del neobarroso pudo tolerar, pero que la crítica no ha sabido delinear de forma pertinente, posiblemente a causa del atractivo que ofrece una comprensión globalizante de la obra. El tratamiento que Perlongher realiza del hipertexto deleuziano-guattariano nos lleva a pensar que su intención corresponde a la de un simulacro de reescritura en el que la cita y el parafraseo funcionan como señuelos de afirmatividad con respecto a la fuente hipotextual con la que, en un nivel más profundo se difiere tal como se observa en el análisis del fragmento de Le pli. Es precisamente ese gesto de igualación generalizante el que causa el naufragio del sentido en estos diálogos intertextuales. La constatación de una falta de coherencia en el razonamiento es el punto de la lectura en el que quedan en evidencia las cargas discursivas degradadas en la superficie del charco neobarroso. 3.2 Montaje archirrepresentacional y textualidad teórica: hacia una tematización de la lectura La presencia de intertextos provenientes de la obra de Deleuze en la escritura de Perlongher se realiza a la par de referencias a otros filósofos y pensadores, entre los que 205 encontramos a Michel Mafessoli o Guy Hocquenghem, así como también a escritores como Genet o Sade. Este juego de citas es funcional a la lógica del montaje archirrepresentacional, en la medida en que la yuxtaposición de intertextos o evocaciones correspondientes a obras y/o autores diversos, e incluso antagónicos, permite transponer al contexto de sus ensayos y prosa en general la lucha estética en la que los hipotextos se enfrentan poniendo en tensión la pervivencia de sus cargas discursivas. Panesi en su ensayo “Detritus” observa una repercusión interesante de dicha operación en el libro El fantasma del sida: “Desafiante aún, El fantasma del sida, se hace cargo de las recetas profilácticas de la prevención, pero como contracara, reivindica a través de la literatura (Genet, Sade) el deseo amenazado por el nuevo orden social paranoico. A una receta higiénica opone una cita de Sade que es un manual de instrucciones afirmativas, deseosas y gozosas sobre el coito anal.” (Lúmpenes 48) En efecto, aquel libro editado el año 1988, señala una tensión entre la función informativa de la publicación –que pretende desmitificar la enfermedad, desmintiendo numerosos prejuicios responsables de la estigmatización sufrida por diversos grupos sociales, particularmente, prostitutas y homosexuales– y la celebración del deseo como una energía contrasistémica y libertaria. Resulta interesante, siguiendo la cita de Panesi, observar que esta tensión estaría sistemáticamente reproducida, no tanto por medio de una referencia explícita en el plano de lo escrito, sino más bien como un relato que se desprende de la interacción intertextual. Dicho juego de tensiones opone los discursos de las fuentes hipotextuales convocadas por el intertexto en lo que se presenta como una dimensión paralela y más profunda de resignificación. El ejemplo citado por Panesi muestra una vez más hasta qué punto el montaje archirrepresentacional permite enlazar textualidades diversas por medio de la superposición de textualidades. Éste nos permite ver también una de sus consecuencias, la desconexión entre los objetivos que inspiran inicialmente una escritura y la prescindencia de éstos durante el desarrollo de dicho texto. En el caso particular de El fantasma del sida, este desarreglo se manifiesta en ciertos pasajes mediante la entrada de una textualidad sensualizante que desestabiliza el discurso de la profilaxis. Al revisar este libro a la luz de otros ensayos relativos al tema del sida en los que Perlongher 206 despliega su reflexión de manera más enérgica, es posible considerar que el ingreso de una textualidad neobarrosa al texto coincide con las líneas de mayor coherencia con el discurso propiamente perlonghereano, mientras que aquellas donde el lenguaje se muestra translúcido corresponderían a la escritura a la que Perlongher acude como consecuencia de un imperativo metodológico. Esta situación nos remite nuevamente al tema de la lectura deceptiva, en la medida en que las expectativas de lectura se ven siempre bloqueadas por el ingreso de un influjo neobarroso representado ya sea por la entrada de una textualidad que sensualiza el tema (como en el caso de El fantasma del sida), el enunciado (mediante la textualidad neobarrosa) o las superposiciones paródicas de origen hipotextual diverso. A la hora de revisar cuáles son las referencias más llamativas en la prosa perlonghereana –ya sea en su manifestación ensayística, testimonial o investigativa– nos encontramos con referencias a la filosofía contemporánea caracterizadas por ser menciones rápidas al trabajo de un autor que profundizan escasamente en el concepto aludido. Estos intertextos funcionarían como una conjuración de presencias que se resuelve, a menudo, en una denegación de las proposiciones aludidas. Esta situación nos recuerda lo atendido en el caso de los epígrafes de su obra poética donde la frase era transplantada de forma incompleta con el consecuente bloqueo de la idea que ésta contenía en un acto de escansión mutilante. Un ejemplo de lo anterior es el que tiene lugar con el concepto de desterritorialización proveniente de la obra de Deleuze. Perlongher, lo usa corrientemente, muchas veces sin citarlo como perteneciente a la obra de un filósofo francés, como si se tratara de un concepto de uso corriente en la cultura. Esto nos lleva a pensar que Perlongher se apropia del concepto cargándolo de resignificaciones personales en un comportamiento intertextual de clara desenvoltura. Sin embargo, dicho diálogo no construye una alianza conceptual profunda, puesto que las referencias suelen limitarse a una especie de rememoración del tipo “como decía Deleuze”, “lo que según Deleuze”, sin desarrollar un compromiso profundo con el discurso del que está impregnado dicho concepto en su fuente hipotextual. Esta operación de citación tangencial constituye en varias ocasiones un nuevo factor de oscurecimiento semántico en el que el acto de citar se debilita en la incompleta apropiaciación del intertexto. 207 En este mismo sentido, Ben Bollig realiza interesantes observaciones con respecto a la entrevista que Carlos Ulanovsky le realizara el año 1990 para Página 12, en la cual detectaba un deseo de popularizar conceptos provenientes de la obra de Deleuze y Guattari a través de una simplificación excesiva: “Perlongher insists on the barroco as a process of aestheticizing the everyday (‘jerga cotidiana’, ‘una operación complicada y sofisticada’). At the same time he demonstrates a certain will to use, perhaps even to popularize, terminology drawn from Deleuze and Guattari (‘plano de la expresión’, a key term in the two volumes of Capitalism and Schizophrenia). Again Perlongher gives the impression of forming a critical discourse, identifying its sources and training readers in his terminology. The text, as highlighted […] creates a dynamic relationship between high and low cultural references, between the literary or academic and the everyday or street.” (Bollig 162) Bollig advierte el interés de Perlongher por formar un discurso crítico capaz de captar la atención de los lectores. En este proceso se detectan generalizaciones y simplificaciones de las propuestas deleuzianas con el fin de volverlas funcionales y accesibles a un público no necesariamente familiarizado con su obra. Este trabajo implica la mezcla entre referencias de alta cultura y las ligadas a la cultura popular en un ejercicio ya habitual en la escritura neobarrosa en cuya frecuencia influye el atractivo provocador que dicha mixtura y transgresión de registros comporta. Bollig sugiere que Perlongher no es suficientemente claro en consignar la fuente de algunas de sus ideas. En el caso de la entrevista conferida a Ulanovsky, el parafraseo a la obra Le pli: Leibniz et le Baroque es constante y, en ocasiones, parece corresponder a una transferencia casi textual del texto deleuziano. Esta forma de enfrentar el intertexto pone sobre la mesa la discusión sobre las prácticas textuales y tensión de la lógica genérica atendida en la obra de Perlongher. Ya en el capítulo anterior habíamos advertido el ingreso de una textualidad neobarrosa en la redacción de textos en prosa caracterizados por su índole metatextual y la emergencia de silepsis causadas por operaciones de proliferación. Esta situación es la resultante de una inclinación de su prosa hacia el lenguaje poético lo que genera una cierta tolerancia a la citación no convencional que, en resumidas cuentas y, en el caso particular del hipotexto deleuziano, responde a una operación de integración-absorción identificable como plagio. 208 Existía en Perlongher una incuestionable curiosidad intelectual que puede ser considerada como la razón de una búsqueda bibliográfica que fue más allá de las lecturas en boga en su contexto inmediato, sin embargo, ese impulso abarcador no fue de la mano con una apropiación de los discursos anunciados intertextualmente. Este hecho se condice con la reivindicación de la superficie textual que actúa en desmedro del fondo conceptual o ideológico, tendencia que puede ser entendida como una extensión de la poética del naufragio, en la medida en que las citas flotan desprendidas del respaldo discursivo que les dio sustancia en sus respectivas fuentes hipotextuales. A continuación revisaremos dos textos de los que es posible desprender aspectos característicos de su relación intertextual con el filósofo Guattari que fueron escritos con oportunidad de su visita a Brasil, país en que residía Perlongher en aquel entonces. El primer texto, titulado Política y deseo (Papeles 148), consiste en una presentación del filósofo en su dimensión de político, analista y teórico, que precedía a una entrevista realizada por Perlongher. El segundo texto titulado ¿A qué vino de Paris Mr. Felix Guattari? estaba dirigido al “Estimado Mr. Guattari” como si se tratara de una carta en la que con un lenguaje intensamente neobarroso se presentan descargos y cuestionamientos a presuntas incongruencias entre el discurso y actuar del pensador. Ambos textos constituyen el relato de una admiración en decadencia, la del poeta por el filósofo, así como también una muestra de la versatilidad del lenguaje perlonghereano, en el primer caso, sobrio y transparente, en el segundo, abigarrado y oscuro. Ambos parecen funcionar como el cara y sello de una moneda en que convergen los lenguajes académico y poético neobarroso. El texto Política y deseo presenta a Guattari como un pensador político, interesado en los procesos de revolución molecular y por la reivindicación de derechos por parte de mujeres, grupos de homosexuales y transgéneros. Del mismo modo, se interesa por la reflexión en torno a personas con trastornos mentales e individuos del hampa y, en general, todo individuo en el que se acune el desarrollo de una nueva subjetividad. De su trabajo como analista Perlongher realza su versatilidad que le permite abarcar tanto la psicoterapia institucional y su crisis como el esquizoanálisis que constituiría una forma de “ruptura con los métodos de control y supresión de la locura” (Papeles 149). Mientras que en su dimensión teórica, el pensador es caracterizado como el promotor de una reflexión que aglutina 209 “una teoría del deseo en el campo social, en la que economía libidinal y economía política son inseparables” (Papeles 149). En la presentación a la entrevista Política y Deseo, Perlongher presenta ciertas divergencias vinculadas a la dimensión política de Guattari relacionadas con las actividades realizadas en su viaje a Brasil, particularmente, aquellas que daban cuenta de un vínculo con el Partido dos Trabalhadores liderado por Lula Da Silva. La identificación del pensador francés con dicho partido, así como también con el movimiento autonomista polaco Solidaridad resultaban problemáticas para Perlongher, en la medida en que su adhesión consideraba una validación indirecta de la influencia que la Iglesia Católica ejercía al interior de ambos movimientos. Con el fin de poner en cuestión este aspecto Perlongher cita durante la breve entrevista a un trotkista que “señaló la posibilidad de que el verso del autonomismo no sirviera más que para ocultar el sabotaje de la Iglesia a una centralización que pudiera conducir al triunfo del movimiento obrero.” (Papeles 149). Esta situación marcaría el contenido y tono del diálogo en el que se enfrentarían la postura abierta de Guattari hacia la consideración de los movimientos autonomistas dentro de la revolución molecular y la evidente desconfianza de Perlongher por la vinculación de éstos con discursos de índole confesional. Ahora bien, las divergencias del poeta con el pensamiento guattariano se advierten sobre todo en la dimensión política. En la entrevista es posible advertir que lo que para Guattari es normal y aceptable, resulta el punto central de los cuestionamientos que Perlongher le propone. Este choque no impide a Perlongher seguir aprovechando el trabajo del Guattari filósofo, situación que queda de manifiesto en el texto que sucede a Política y Deseo titulado ¿A qué vino de Paris Mr. Felix Guattari? el que funciona como un corpus interesante, en la medida en que convergen diversas operaciones transtextuales que permiten constatar el montaje archirrepresentacional en base a hipotextos provenientes de la filosofía contemporánea. Uno de los rasgos más particulares de este texto es la inclusión de notas al margen izquierdo. Éstas funcionan como orientaciones temáticas que guardan relación con la variación del objeto de reflexión a lo largo del texto, sin embargo, estas menciones no siempre permiten la conclusión directa del tema aludido. Es así que encontramos algunas claras y tradicionales como: “El rizoma”, “Fiord y rizoma”, “Sade 210 y Orwell”, “Islas en el Golfo”, “una lengua menor”, y otras estrechamente ligadas a la ironía neobarrosa: “Un cero de calca”, “el atajo (trecho)”, “del dicho al hecho”, “hechizo, azulejorajado”, “la muerte del hombre (“Ya no se le paraba”, Genet)”, “Lezama Molina”, “Hongoporongo”. Estas notas al margen conectan este texto en prosa con la ironía propia del neobarroso situación también estimulada por el carácter transgenérico del texto que avanza desde lo epistolar hacia una prosa poética que oscila entre el ensayo crítico y pasajes de acendrado neobarrosismo. En esta línea, destacamos el párrafo correspondiente a la anotación al margen “hechizo” en el que las conjeturas sobre la obra de Guattari se diluyen en una operación de proliferación que se asemeja a un pase mágico: “De modo que se diga lo que se diga, vale lo que se hace. Objetividad de lo hecho que no condice con lo dicho. Ya que lo dicho de ese hecho, ¿no hechizo marca un hechizo de lo dicho por sobre lo hecho? Porque lo hecho, no es hecho con lo dicho –¿o con lo no dicho? ¿Por qué ese bicho de lo dicho va a dejarse herrumbrar por lo ilusorio de lo hecho? Al fin, ¿cuál es la sociedad? ¿Hay, se puede hablar de so(su)ciedad?” (Papeles 156) El ingreso de las operaciones de artificialización neobarrocas en este texto en prosa se registra con alta frecuencia tal como se advirtió en el caso de su poesía, lo que representa un indicio de que la poética del naufragio no se limita exclusivamente al capítulo lírico neobarroso. El carácter metarreflexivo del texto es una constante, en la medida en que su enfoque temático, a priori guattariano, es interceptado por giros que dan cuenta de una reflexión dinámica y simultánea sobre la escritura tal como se observa en el siguiente fragmento: “Si el valor teórico de lo emitido (demandado) resulta escaso, no lo es su pretensión metafórica: la de leer en el pasaje de unas metáforas la cristalización de ciertos enunciados (¿ocultos?). Pero no por el vértice: ya que se les veía asomar la naricilla chula en los resquicios de ese triángulo, que es 211 como el río del puente de Lezama, el de la escritura “gorda”[…]” (Papeles 154) En este caso, las dos primeras líneas dan cuenta de una mayor importancia del texto como construcción simbólica antes que como movilizador de un material teórico valioso. Dichas líneas además de insistir en el principio más forma y menos idea, identificado anteriormente en la operación de la escansión mutilante, transportan una valoración de sus enunciados que recoge la conciencia ambivalente del signo lingüístico neobarroco en el que significante y significado funcionan a una velocidad asociativa diferente favoreciendo, generalmente, la rapidez del significante. El ejercicio de definición anunciado por los dos puntos divide el texto en dos niveles de artificialización, el primero de definición de la escritura como una práctica de lectura y el segundo como el ingreso de una textualidad neobarroca determinada tanto por el ingreso de una proliferación como por la alusión a Lezama Lima. En este párrafo puede observarse la realización del montaje archirrepresentacional mediante el proceso de superposición de textualidades que escinde la secuencia de la idea: en la medida en que la continuidad lógica del enunciado se pierde en un alejamiento gradual de lo referido, comienza a filtrarse la reflexión metatextual en el sentido autoreflexivo que tendría el hecho de exponer la estructura de su lenguaje, así como también en el sentido de definir los aspectos fundantes de su propia escritura. En este caso, la conciencia de Perlongher acerca de su ejercicio escritural se explicita como una problematización constante de la escritura en términos de su lectura: “[la] pretensión metafórica: / la de leer en el pasaje de unas metáforas la cristali- / zación de ciertos enunciados” (énfasis mío). Perlongher va más allá del tema de la lectura deceptiva, idea de raigambre barthiana en relación a la cual definió su escritura, para desmantelar aquello que el mismo filósofo francés definió como textelecture: « La lecture la plus subjective qu'on puisse imaginer n'est jamais qu'un jeu mené à partir de certaines règles. D'où viennent ces règles? Certainement pas de l'auteur, qui ne fait que les appliquer à sa façon (elle peut être géniale, chez Balzac par exemple); visibles bien en deçà de lui, ces règles viennent d'une logique millénaire du récit, d'une forme symbolique qui nous constitue avant même notre naissance, en un mot de cet immense 212 espace culturel dont notre personne (d'auteur, de lecteur) n'est qu'un passage. » (Barthes, Bruissement 34) El trabajo de intervención de dichas reglas es sistemático en el texto perlonghereano. La problematización de la lectura ya sea por la dificultad, proliferación de silepsis, y la reflexión directa acerca del fenómeno, redunda finalmente en la definición de la recepción como tema. La negación y rechazo de principios de comunicabilidad o economía de la lengua, movilizados por el montaje archirrepresentacional, logran dislocar las reglas que Barthes apunta como gobernantes de la escritura y de la lectura. Si el lector es siempre el decodificador de un juego de citas cuya inteligencia total está ya programada como un campo acotado de posibilidades de lectura, Perlongher, ha previsto que la lectura de su neobarroso tenga lugar en tanto que fractura de la decodificación. La sostenida problematización de la lectura en Perlongher constituye a nuestro juicio una escritura lectoreferente en la medida en que el lector y la lectura son tematizados mediante el aumento de su dificultad. En el siguiente fragmento se observa al hablante pedir perdón por su enunciación, gesto que inscribe en su escritura la conciencia textual de una práctica transgresiva, en este caso, vinculada a una sobrecodificación de la misiva-crítico-teórica a Mr Guattari: “Perdóneseme el sobrecódigo metonímico (L. Lamborghini), pero, acaso, ese desplazamiento de la energía sobre el lenguaje, que acusan los lacanianos, ¿no está velando la anunciación de ese enunciado? ¿Acaso todos los discursos son –aun energéticamente– iguales?” (Papeles 155) Se observa la aparición de una referencia a Leonidas Lamborghini a quien pareciera adjudicarle el comportamiento por el que el hablante acaba de disculparse, el sobrecódigo metonímico. Acto seguido, esta referencia es puesta en interacción con lo que parece ser una crítica a consideraciones lacanianas que apela a la heterogeneidad de 213 los discursos para diluirse en el párrafo siguiente106 en una proliferación que simula un trabalenguas y que tiene un efecto bloqueador de la idea y discursos hipotextuales en pro de la instalación de su propia mecánica textual, determinando así el naufragio de la idea en un mar de forma. Más adelante se reiteran las disculpas según constatamos en la siguiente cita: “lame “Perdóneseme (toda escritura es una confesión) que sea irreverente para con el creador de un texto que, ya en los lejanos ’75, conmoverme, pasar, sin estadio lacaniano, de un marcusianismo cuyo saudosismo ya deplorábamos, a la política de la verdad del deseo –si es que el deseo tiene alguna. Pero era que hasta entonces sólo aludíase, o decíase tímidamente: era ahora –en El Antiedipo– de ese deseo que se hablaba. Llegamos a Guattari/ vías Deleuze vía Hocquenhem, vía scientia sexualis: vía historia FLH –reterritorialización a la violeta.” (Papeles 156) La reflexión metatextual de índole polémica que Perlongher desarrolla constata la crisis de su complicidad teórica con Guattari, situación que lo enfrenta a la revisión y revaloración de su recorrido lectural. Lo anterior no le impide continuar utilizando conceptos como desterritorialización que usará a la manera de homenaje, según explicita en el segundo párrafo de este texto. Al mismo tiempo, el perdóneseme opera como un signo interlocutivo que integra a un receptor implícito otorgando al texto un carácter de declamación confesional. Luego se integra una suerte de aforismo (toda escritura es una confesión) que aumenta las expectativas en la entrega de una información desconocida y polémica que, en este caso, se despliega como un historial de sus lecturas y comentario de su dinámica de encadenamiento. Sus elecciones teóricas están marcadas por un tono personal definido por verbos como conmover o deplorar y se caracteriza como un trayecto con hitos que desvían hacia otras rutas indicado por la aparición de los siguientes elementos: pasar, llegar vía, vía, vía. Es de este modo que Perlongher traza un recorrido que tiene como estación inicial el FLH (Frente de Liberación Homosexual), instancia no bibliográfica en la que 106 Este párrafo fue citado más arriba. Corresponde al texto cuya nota al margen es “hechizo”. 214 Perlongher emprendió una intensa búsqueda textual con el fin de elaborar bases teóricas sustanciales para la difícil lucha por la reivindicación de derechos homosexuales. Marcelo Manuel Benítez caracterizó el trabajo bibliófilo de Perlongher en los años del FLH del siguiente modo: “Perlongher también fue una figura clave para la conformación de una nueva verdad que surgiera no de la psiquiatría sino de los mismos interesados. En la persecución de este objetivo que muchos despreciaban, Perlongher se instruyó e instó a los demás a instruirse: organizó reuniones de estudio y reflexión de las obras de Freud, Lacan, Reich, Masters y Johnson, materiales feministas y los que enviaban otras organizaciones homosexuales extranjeras como fue la colección de revistas del grupo italiano FUORI (Frente Unito Omosessuale de la República Italiana). Pero, por sobre todas las cosas, se exigió a sí mismo mayor lectura, más investigación, mayor conocimiento, iniciando a sí ese camino de pensador que lo llevaría, con el tiempo, a especulaciones teóricas más brillantes y personales.” 107 El recorrido teórico referido anteriormente tiene como estación de término a Guattari/Deleuze que se presenta en el fragmento como una salida a la relación con la obra de Marcuse caracterizada como carente de actualidad. Este paso es aludido mediante un giro particular (sin estadio lacaniano) con el que parece referirse al estadio lacaniano de espejo108 etapa en la que se desarrolla, según Lacan, el yo como instancia psíquica, lo que en el contexto de la cita puede querer aludir al momento en el que el poeta-lector aun no alcanzaba la formación consciente de su individualidad teórica. Este último ejemplo permite apreciar cómo para Perlongher la textualidad teórica ocupó un lugar importante, como fuente de alianzas reflexivas y, quizás de manera más preponderante, como sustrato explotable estéticamente. En este caso, por ejemplo, hemos reparado en un brevísimo giro que pudo haber sido expresado por medio de elecciones mucho más sencillas y de comprensión más inmediata, pero que es inscrito a través de un intertexto que cumple con la cuota de impenetrabilidad discursiva 107 Benítez, Marcelo Manuel. “Néstor Perlongher: Un militante del deseo”. [Consultado el 3 de enero de 2010], http://www.elortiba.org/perlongher.html 108 Aguado, Juan Miguel. “La mediación tecnológica de la experiencia: La globalización de los marcos experienciales en la construcción de imaginarios socioculturales”. Razón y Palabra n° 27, junio – julio 2002. [Consultado el 7 de septiembre de 2012], http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n27/jaguado.html 215 cara al neobarroso, en la medida en que su completa inteligencia implica, a lo menos, una mínima familiaridad con la producción teórica psicoanalítica. Este hecho puede ser considerado como el cruce de dos constantes en la mecánica escritural perlonghereana: la afición por “tomar siempre algo que parezca más difícil […] evitar la asociación fácil o la asociación supuesta; elegir la más rara, la más linda, la más joyesca” (Papeles 351) y el interés porque el engarce de una pieza con dichas características implique la superposición de intertextos de difícil acceso. Es ahí donde surge la textualidad filosófica post-estructuralista como una veta suficientemente enrevesada como para dotar a su escritura de nuevos matices, voluntad que podría explicar el funcionamiento, a veces, casi decorativo de estas etiquetas intertextuales. Esta breve frase que aparece en el fragmento como un capullo cerrado en su hiperespecialización filosófica corresponde a una silepsis cuya resistencia de lectura indica que es una puerta de acceso a una zona de mayor densidad intertextual. Esta situación insiste en que la constatación de la real magnitud inter e hipertextual de la obra de Perlongher responde a la observación de microfenómenos estilísticos. Este trabajo nos permite considerar con mayor fuerza la idea de que la poética del naufragio estaría definida por una vocación bibliófila manifestada como la reconstrucción de un recorrido de lectura. Este trayecto pone en diálogo la conciencia textual acerca de la manera particular de articular su historial de lecturas con perspectivas metatextuales y filosóficas provenientes de los intertextos integrados, así como con la trasgresión de estos mismos. Asimismo, esta dinámica corresponde a la estrategia particular que el neobarroso utiliza con el fin de densificar su enunciación, delineando uno de sus fundamentos esenciales: que el historial de lecturas es el mar de referencias en el que naufraga la idea. Esto sería el resultado de que la idea correspondiente a una unidad discursiva, trátese de inter o hipertexto, no logra ser trasvasijada a causa de la trasgresión a la que el autor les somete. Lo anterior se inscribe dentro de la dinámica de problematización de la recepción advertido en la escritura neobarrosa, situación que redunda en el desarrollo de una escritura lectoreferente, en la medida en que ésta piensa al lector como un receptor a quien dificultar la decodificación, al mismo tiempo en que tematiza el recorrido de lectura mediante su consignación intertextual. 216 3.3 Recorrido bibliófilo perlonghereano como dispositivo de desmarcación significante La observación de la práctica intertextual neobarrosa en relación a sus hipotextos de índole teórica da cuenta de la gran incidencia que tiene la lectura en la poética del naufragio y como ésta se evidencia en la mostración de un diálogo intertextual genuino en su complejidad y desenvoltura, caracterizado por tematizar el recorrido de lectura del autor mediante la problematización de sus intertextos a través de amplificaciones arbitrarias, simplificaciones discursivas y/o denegaciones polémicas. Hasta el momento, a través del trayecto analítico desarrollado durante la segunda parte de nuestra investigación hemos podido reparar en el naufragio de sentido que, de manera general, es operado por el montaje archirrepresentacional. Del mismo modo, hemos reparado en el naufragio de los intertextos provenientes de obras literarias y teóricas por medio de una escansión mutilante, proceso por medio del cual se hipertextualiza la cita. Esta operación destituye de su peso discursivo al hipotexto transplantado permitiendo su flotación en la superficie característica del neobarroso. Ahora bien, el naufragio que nos ocupa en esta sección es el determinado por una constante desmarcación significante que tiene como objetivo hacer naufragar al ojo lector y crítico en lo que constituye el tercer estadio de un protocolo no explícito de desestabilización de la recepción de la obra de Perlongher. Esta operación ha sido determinada por el constante movimiento de los focos de interés bibliográfico de Perlongher, los que han podido ser pesquisados gracias a la antes mencionada tematización de la lectura en sus textos ensayísticos, de investigación y poesía. La transparentación del recorrido de lecturas en su escritura a través de un trabajo de inter e hipertextualización de gran plasticidad permite comprender el proceso de escritura como simultáneo a la adquisición de lecturas por parte del autor, concibiéndose ésta última como un acto creativo. La mostración de la interacción entre ambas instancias está posibilitada por el montaje archirrepresentacional, en la medida en que los procesos de autodefinición que éste comporta conllevan el paso de la hipotextualidad teórica – Lezama Lima, Sarduy, Deleuze, entre otros– en confrontación con la cual Perlongher delinea los márgenes de su propia escritura. 217 Esta desmarcación significante se basa en un proceso de autorreflexión de gran ductilidad en el que tienen lugar rechazos y/o cuestionamientos de los discursos previamente introducidos en su cadena intertextual. El exilio textual que marcó la escritura perlonghereana, así como también su versatilidad como productor de textos publicables en medios tanto marginales como académicos, influye en su percepción de intelectual rupturista, pero es su ubicuidad y constante desmarcación discursiva la que genera una estructura profunda en donde se funda su intelectualidad fuera de lo común. Dicha desmarcación puede ser advertida mediante la observación acuciosa de los microfenómenos estilísticos en los que se observa un comportamiento subversivo y de denegación en el que los intertextos abordados en un comienzo desde la admiración y la amplificación son posteriormente transformados paródicamente. El proceder de Perlongher en la intertextualidad lo ha llevado a ser considerado uno de “los pensadores libertarios porque mantiene en su obra una actitud de insumisión política, ética y estética” (Cangi, Papeles: 7). Por esta razón, consideramos pertinente referirnos a él mediante la figura del tránsfuga discursivo, término que nos permite caracterizar la versatilidad del poeta para “pasa[r] de una ideología o colectividad a otra”109. Esta característica de su enunciación ha sido advertida, de manera sinóptica y casi alegórica, durante el análisis de algunos fragmentos del texto A qué vino de Paris Mr. Guattari. El comportamiento ahí observado correspondía a la exposición de un recorrido polémico de lectura en el que tenía lugar la desmarcación discursiva significante, fenómeno que pretendemos describir desde una perspectiva más global a lo largo de esta sección. En efecto, su proceder en la inter e hipertextualidad puede ser descrito de manera global como la polemización con intertextos o alianzas discursivas anteriormente referidas en forma afirmativa. El primer aspecto a abordar en esta línea es la progresiva desmarcación temática observada a través de los seis libros que conforman su obra completa. En lo sucesivo entenderemos por tema el dominio conceptual señalado por la mayor parte de los inter o hipertextos presentes en la escritura perlonghereana, capaces de dar un sentido particular a un segmento determinado de su obra. La observación del tema así entendido, da cuenta de tres capítulos esenciales en su poesía: el épico-histórico, el 109 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 12 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=tr%C3%A1nsfuga 218 neobarroco y el del Santo Daime110, cada uno de ellos correspondiente a dos obras que en su orden de publicación corresponden a: Austria-Hungría y Alambres, Hule y Parque Lezama, Aguas aéreas y El chorreo de las iluminaciones. Es precisamente la visibilización de la lectura de autor por medio de la exaltación de las relaciones transtextuales la que nos lleva a la idea de que la poética del naufragio se funda en una lectoreferencia determinada, particularmente, por la tematización de la lectura. Este hecho es explicitado por Perlongher en al menos dos momentos, marcando así bifurcaciones ostensibles y concientes en su trayecto bibliófilo. La siguiente cita corresponde a la primera bifurcación (épico-neobarroca) en el ámbito de la escritura poética que, como se ha visto, también influyó en sus ensayos literarios o de divulgación científica bajo la forma de repentinas filtraciones de textualidad neobarrosa. En este fragmento de una entrevista publicada el año 1986, el poeta se refiere a su libro Parque Lezama cuando éste aun se encontraba inédito111: “Ahora me estoy arriesgando por unos territorios menos seguros que los de Alambres. Me intoxiqué con Lezama y estoy vertiendo unas cosas muy embarrocadas, muy barrosas, no sé para qué lado van a ir, es medio imprevisible. Una tentativa de hacer una escritura más de flujo, de explorar y explotar, es otro juego del portugués.” 112 (Perlongher, Papeles 288). Este giro determinó el paso de una poesía caracterizada por el diálogo intertextual con la textualidad épico-histórica a otro segmento en el que las operaciones neobarrocas ocupaban el primer plano de la enunciación. Dos libros más tarde, tuvo lugar un giro intertextual centrado en la explotación de una textualidad relativa al 110 El Santo Daime es el nombre de una espiritualidad amazónica practicada actualmente. Ella se caracteriza por su carácter sincrético y ritual. Perlongher participó en ella, particularmente durante su residencia en Brasil. El antropólogo brasileño Edward MacRae, a través de obras como Guiado por la luna (Quito: Abya-Yala, 1998), ha caracterizado el rito del Daime como un espacio donde se integran canto y oración con el fin de generar un contexto idóneo para el consumo de su bebida ritual conocida como ayahuasca. La ingesta de esta bebida tiene efectos alucinógenos que representan para la comunidad religiosa una instancia de acercamiento a Dios. El tema de la trascendencia literaria de esta experiencia para Perlongher será abordado con mayor amplitud en la tercera parte de nuestro trabajo. 111 Parque Lezama es el cuarto libro en orden de publicación, sin embargo éste fue escrito antes que Hule. Es por esta razón que hablaremos de Parque Lezama como el libro en el que constituye el punto de transición desde la temática épico-histórica a la neobarroca. 112 Esta cita fue utilizada en la sección 5.2 con el fin de graficar el procedimiento de apropiación de las operaciones de artificialización del lenguaje neobarroco en la poesía neobarrosa. En este caso su reutilización responde a la necesidad de ejemplificar la articulación del fenómeno de desmarcación significante. 219 mundo referencial de la espiritualidad del Santo Daime. Esta última determinó la aparición de una textualidad de índole mística recogida, particularmente, de los cantos rituales entonados durante el rito de ingesta de la ayahuasca y posterior trance alucinógeno. El siguiente fragmento nos permite respaldar la aparición de la textualidad del Santo Daime durante el quinto libro de Perlongher, Águas aéreas. En él, el poeta responde a la pregunta por la diferencia entre su escritura poética y la de himnos rituales en la que también había incursionado: “La diferencia es que el himno está al servicio de la divinidad, de la exaltación divina o sagrada, o de alguna entidad… En el caso de Aguas Aéreas, de alguna manera el tema es el Santo Daime, pero la finalidad no es religiosa, es estética. Es un goce con las palabras. Un goce inclusivo de las partículas, que son. La finalidad es otra. El tema es el Daime, lo religioso, pero no tiene un mensaje diciendo ‘Debemos convertirnos’.” (Papeles 386) El poeta constata en el fragmento que el Santo Daime entra en su libro como tema por medio de la intertextualidad mantenida con un discurso religioso sin estar con esto poniéndose al servicio de una empresa evangelizadora, sino más bien utilizando lo religioso como un sustrato textual que permite la renovación de una disponibilidad léxica y con ella el aumento de las posibilidades combinatorias útiles a una fruición estética. El giro en el tema se refuerza mediante el uso de intertextos provenientes de la poesía mística del Siglo de Oro en los que destaca un epígrafe al inicio del libro de Santa Teresa de Jesús: “Es como ver un agua muy clara que corre sobre cristal y reverbera en ello el sol, a una muy turbia y con gran nublado y corre por encima de la tierra; no porque se representa el sol, ni la luz es como la del sol; parece, en fin, luz natural y estotra cosa artificial Santa Teresa de Jesús” (Poemas 253) En el caso de la cita a la obra Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, se observa lo que parece ser la caracterización de su experiencia mística en la etapa de éxtasis. Esta cita representa una aparición sorpresiva en cuanto refiere a una experiencia 220 mística religiosa, aspecto no frecuentado anteriormente en la obra del poeta neobarroso, giro en el que constatamos una desmarcación significante por la desaparición de la textualidad neobarrosa en su vertiente hipersexualizante. En efecto, los poemas se desmarcan de la retórica corporal como soporte de la fascinación erótica para pasar a ser el medio de una ascensión espiritual. El tema sigue siendo el éxtasis, pero esta vez en los términos de una espiritualidad a la que el poeta adhiere a diferencia de la registrada en sus primeros dos libros en los cuales el arrobo erótico referido por el poeta era el resultado de un rescate de corporalidad y eroticidad marginal. Esta desmarcación responde a criterios de la poética de autor relacionados con la eventual dificultad de llegar al éxtasis por medio de la sexualidad, situación que estaría determinada por la existencia de bloqueos culturales según se constata en la siguiente cita de Perlongher: “Sí, Por un lado, Hule ya estaba cerrando un tipo de escritura, una economía, una relación entre erotismo y lenguaje […] La hipersexualización de los medios y de todos los mensajes terminó por bloquear la posibilidad del trance a través del sexo. La gente empieza a no bancarse tanta carnalidad desmelenada. Y desde luego, también está el problema del sida, de la enfermedad. Es decir se juntan dos tipos de preocupaciones: por una parte, yo me doy cuenta de que tengo que buscar otro trance para mi escritura y, por otra parte, en la sociedad, se empieza a verificar un conjunto de fenómenos donde lo erótico aparece muy ligado a la violencia más terrible: asesinatos gratuitos, gente que arroja a otros a las vías del tren…” (Papeles 352) Las declaraciones en esta entrevista resultan valiosas para la comprensión de los criterios que inspiraron la constante evolución bibliófila en Perlongher y, en particular para visualizar cuáles fueron las razones que le llevaron a definir dicho trayecto como una seguidilla de denegaciones y escapes discursivos. En el fragmento, el poeta da cuenta de la búsqueda de otro trance para su escritura como si la escritura necesitara permanentemente de uno para ser dinamizada. Se trataría en efecto, de una escritura de experimentación que se desmarca continuamente con el objetivo de nunca circunscribirse exclusiva o extensamente a un determinado dominio hipotextual. Lo anterior tendría por finalidad la no trasgresión de los comportamientos transtextuales 221 característicos de la poética del naufragio signada por un tratamiento degradante de los intertextos. Al mismo tiempo, se reconoce en las declaraciones del poeta un cansancio de la textualidad neobarrosa, la hipersexualización y la mostración de la sexualidad pudenda que ésta comportaba. Esto respondería, según se desprende de la cita, a un criterio de saturación social operado, según el poeta, por los medios de comunicación. Este alejamiento de la desestabilización discursiva mediante la mostración impúdica de la sexualidad y la violencia característico del primer capítulo de su obra, se condice con un gesto grandilocuente de desmarcación de la temática homoerótica en su dimensión más combativa puesta de manifiesto en el ensayo La desaparición de la homosexualidad escrito alrededor del año 1981, en fecha cercana a la entrevista de la que se extrajo este fragmento. Este hecho corresponde a una de las desmarcaciones significantes más llamativas de la obra neobarrosa, en la medida en que su enunciación se desprende de una textualidad, que por duración e intensidad, parecía inseparable de la identidad autoral perlonghereana. La bifurcación épico-histórica, neobarroca y daimística, constituyen la escisión del discurso perlonghereano por excelencia, el de la exaltación de una sexualidad como motor de provocación y textualidad. Este tipo de desmarcación permite mediante su implementación intertextual la regularidad de la lectoreferencia, operación que se inscribe en un gesto de enunciación proclive al naufragio no sólo del lector, sino también de la crítica, aspecto que se confirma en una de las observaciones finales de la entrevista que venimos revisando: “El resultado fue Aguas aéreas, un libro distinto, unitario, y sobre el cual ahora tendrán que hablar los críticos” (Papeles 352). Se desprende de esta cita la relación de continuidad que el poeta advertía entre la escritura poética y la crítica, aspecto que transparenta aún más nuestra inclinación por la idea de que la poética del naufragio respondía a un ejercicio consciente de diálogo con la recepción planteado en forma de conflicto exegético. En el libro Aguas aéreas se utiliza un lenguaje en el que se observa el predominio de las operaciones neobarrocas, característica estructural que pudo haber determinado la comprensión de esta obra como una continuidad de las anteriores. Sin embargo, Perlongher condujo la lectura hacia la vertiente discursiva del éxtasis mediante la utilización de epígrafes, como en el caso del extraído de Santa Teresa, 222 figura paradigmática del misticismo hispánico, cuya función paratextual puede ser asimilado al de una glosa. En la misma línea, se encuentran también intertextos como el advertido en el poema XII de Aguas aéreas, extraído del poema “SENZA TEMPO. AFFRETTANDO AD LIBITUM” de Martín Adán: “-Mi éxtasis… estáteme!... inste ostento Que no instó en este instante!... tú consistas En mí, o seas dios que se me añade… Martín Adán” (Poemas 271) Este epígafre conecta a Aguas aéreas con una manifestación contemporánea de textualidad mística en la que se pone de relieve la consonancia entre el hablar el lenguas, propia del éxtasis profético, y el lenguaje poético. El libro Aguas Aéreas manifiesta un cambio en los intereses referenciales de Perlongher, en efecto, la obra que durante los primeros cuatro libros demostró un marcado interés por la exaltación de una corporalidad hipersexualizada realizaba un giro hacia una dimensión en la que lo corporal comienza a ser referido como soporte de acceso a un lenguaje de ascendencia mística o como medio de constatación de una percepción fragmentaria del cuerpo causada por el trance alucinógeno del Daime. Lo que nos interesa consignar a través de esta ejemplificación es la segunda desmarcación significante advertida en la obra poética desde el punto de vista de su obra como un continuum discursivo. Ahora bien, el comportamiento en la escritura perlonghereana hasta aquí referido no se manifiesta solamente en los pasajes de su poesía, sino que además en el ámbito de la ensayística literaria e investigativa según constatamos en la siguiente cita en la que Perlongher se refiere a su percepción respecto del diálogo que mantuvo su obra con la textualidad Deleuze/Guattari113: “La noción de desterritorialización, la idea de líneas de fuga… Ahora, de todas maneras, yo no soy demasiado optimista con relación a esas posibilidades. Porque es una demanda universitaria; uno escribe ese tipo de cosas porque hay una demanda universitaria. Entonces, es una literatura por encargo, prácticamente. ¿No voy a quedar mal con ustedes?” (Papeles 375) 113 Esta cita ya fue utiliza en la sección 7.2 con la finalidad de analizar la función casi utilitaria que la conceptualización deleuziana tendría en el marco de sus investigaciones. 223 Puede resultar sorprendente advertir que el compromiso de un autor con las fuentes de sus alianzas discursivas pueda ser justificado bajo la excusa de requerimientos coyunturales, sin embargo, este desenfado resulta comprensible en consideración de sus comportamientos intertextuales, caracterizados por la reescritura desenvuelta, la denegación de aspectos inicialmente admirados y la omnipresente parodia. Es importante recordar que la bifurcación del tema, tanto en el capítulo poético como en su prosa, no puede ser considerada como un fenómeno de manifestación uniforme puesto que tales variaciones funcionan a velocidades distintas y experimentan, en cada caso, diversos grados de especialización. Éstas han sido definidas en el contexto de nuestro trabajo como mayoritariamente post-estructuralistas en el caso de la prosa investigativa y neobarrocas en el caso de su poesía. Ahora bien, su desentendimiento de la obra deleuziana tiene su antecedente en una desmarcación discursiva intermitente observada anteriormente en entrevistas y artículos en los que definió el neobarroquismo de su obra bajo los términos de Lezama Lima o Deleuze indistintamente. La asociación de estas dos textualidades con su obra fue realizada por el poeta sin articular un discurso armonizador de los matices diferenciadores que comportaba la teoría neobarroca y la obra del filósofo francés. Esta falta de prolijidad en la integración del intertexto al razonamiento puede estar relacionada con la intención, antes aludida en el trabajo de Bollig, de brindar a su trabajo el atractivo de una reflexión teórica actual y prestigiosa: “It seems that Perlongher is more concerned to divulgate a set of terms such as the variations on barroco or the proper names ‘Lezama’ and ‘Deleuze’ for the readership of the popular Sao Paulo magazine Leia Livros, a set of terms that are key to his own writing and theorizing, than to engage in a fully coherent and detailed investigation of the subject matter.” (Bollig 161) Bollig se refiere en este fragmento a un ensayo que Perlongher escribió en colaboración con Alberto Nigro, basando su observación en la tensión conceptual generada en el texto por el abordaje simultáneo de un mismo objeto textual mediante variadas perspectivas teóricas entre las que se cuenta la confluencia Lezama Lima Deleuze. Esta tensión ostensible en numerosos textos de Perlongher se puede apreciar 224 en los fragmentos que presentamos a continuación en donde vemos cómo Perlongher habla de Alambres, en el primer caso, como fruto de la aplicación de las operaciones neobarrocas y, en el segundo, como efecto de una influencia de la obra de Deleuze: “En fin, lo cierto es que Lezama apareció en Cuba de un modo bastante inexplicable y también aparece en Alambres de un modo inesperado. Yo tenía una primera versión de Alambres bastante despojada. Sucedió que la edición del libro se demoró tanto –casi siete años desde que empecé a escribirlo– que empecé a pulirlo, a agregarle, a barroquizarlo digamos. Quedó un libro extraño, en el sentido de que yo veo que coexisten algo así como una “serie histórica” y otra “deseante” que se interconectan” (Papeles 351) Esta cita da cuenta de cómo la operatividad neobarroca se aplica de manera conciente como dispositivo de barroquización de un texto. Esto propone la idea de la escritura como un trabajo en desarrollo constante, en etapas y producto de un discernimiento estético. En la respuesta siguiente Perlongher parece describir la escritura, involuntariamente, de un modo opuesto: “Saavedra: Y que marcan también la transición entre Austria-Hungría y Parque Lezama. Perlongher: Exactamente. Claro que lo histórico en Alambres es más denso y sofisticado que en Austria-Hungría. En Alambres ya he perdido la cautela, me suelto más y se hacen evidentes algunas lecturas teóricas como El Antiedipo y otros textos de Deleuze. Y también a partir de esa libertad, la conciencia de un límite, de un peligro en ese experimentar, en esa actitud mediúmnica, oracular en la que yo me coloco para escribir.” (Papeles 351) La relación entre autor y médium nos remite a la escritura como una instancia en la que el autor constituye un puente entre la escritura y una instancia extracorporal donde se originaría dicho texto, al mismo tiempo que nos transporta a una comprensión deleuziana del fenómeno. Esta idea conectaría el ejercicio poético perlonghereano, particularmente el de Alambres, con una suerte de automaticidad, situación opuesta a la descrita en la cita anterior en la que la emergencia del texto barroco se manifiesta como una operación completamente conciente producida por las acciones de pulir y agregar. 225 Los fragmentos recién expuestos corresponden a respuestas consecutivas de Perlongher en las que la contradicción que constatamos parece no resultar evidente para el autor. En efecto, la oposición de una escritura oracular, aludida en la segunda cita, se opone a la idea de confección por etapas del texto mediante la aplicación de operaciones de barroquización que aparecen como posteriores a una evaluación estética que da como resultado el juicio de texto despojado. Estas citas permiten constatar hasta qué punto la observación de los microfenómenos discursivos posibilita desvelar la desmarcación discursiva como un fenómeno que pone en duda no tanto la impericia teórica del poeta como la desenvoltura y carácter utilitario del intertexto en la continuidad de su reflexión, así como también el consecuente naufragio de los discursos convocados. Del mismo modo, resultan llamativos dos adjetivos presentes en cada una de las citas. En el primer caso, Perlongher indica que Lezama Lima aparece de forma inexplicable e inesperada en Alambres, observación contradicha en el renglón siguiente puesto que la barroquización aludida es presentada como el producto de una evaluación estética y episodios de reescritura registrados por un lapso de siete años. En el segundo caso, el poeta neobarroso indica que lo histórico en el caso del libro susodicho responde a una manifestación más sofisticada, adjetivo que también se opone a la idea de escritura mediúnica señalada más adelante, en la medida en que ella responde a un acto voluntario de modificación o, tal como indica la RAE114, de adulteración. A la luz de estos elementos podemos colegir que el razonamiento de Perlongher se encuentra interceptado por numerosas desmarcaciones discursivas que, fundadas en ambigüedades semánticas como las que acabamos de ilustrar, tienen como resultado enunciados de marcada originalidad cuyo atractivo radica más en una ilusión de verosimilitud que en una profunda coherencia discursiva. Lo anterior demuestra hasta qué punto el razonamiento del poeta se funda en un encadenamiento de micro zozobras semánticas, conceptuales y, a la postre, discursivas. Si contraponemos los aspectos hasta aquí descritos a la observación que Perlongher realizó con respecto a sus textos caracterizados por la intertextualidad deleuziana como literatura por encargo, podemos aventurar que la intertextualidad fue para Perlongher un campo propicio para practicar un posicionamiento consciente dentro 114 Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 12 de octubre 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=sofisticar 226 de un determinado espacio discursivo, como así también la desmarcación significante. Este ejercicio puede tener como fundamento la preocupación casi obsesiva por desvincular su escritura del realismo de profundidad y otros discursos ligados a la literatura oficial de su época. La versatilidad de su pensamiento para moverse a través de los discursos permite por medio de su implicación con textualidades filosóficas la conformación de señuelos de profundidad con los que contrarrestar y justificar la sistemática reivindicación de la superficie operada por Perlongher en el plano de la expresión. En efecto, pareciera que dicha asociación viniera a reequilibrar los excesos formales operados por el montaje archirrepresentacional. Lo interesante es confirmar que la pretendida profundidad que parecen infundir referencias a la vanguardia del pensamiento filosófico francés de aquel entonces corresponde más bien a una ilusión de erudición, un juego deceptivo de la poética del naufragio que incita a una decodificación errónea. La constante variación de la fuente hipotextual en la que se sustenta la desmarcación discursiva permite a Perlongher huir del ojo crítico del mismo modo en que un animal huye velocísimo de la mirilla del cazador. El poeta neobarroso se interna en espesuras de alta complejidad, sorprende con inesperados pasajes de su biblioteca y prepara trampas en las madrigueras de su lengua con la finalidad de hacer naufragar al exégeta para quien la posibilidad de proponer constantes de validez general en relación a la poética del naufragio resulta arriesgada dada la multiplicidad de celadas de sentido hasta aquí descritas. La mortalidad de una escritura A lo largo de la segunda parte de nuestro trabajo hemos centrado nuestro estudio en la dimensión bibliófila del neobarroso con el objetivo de establecer su implicancia en la obra perlonghereana. Para esto desarrollamos el análisis y descripción de las operaciones de transtextualidad más llamativas y de mayor significancia desde la perspectiva del montaje archirrepresentacional. En este último converge la reflexión metaliteraria y el lenguaje autoreflexivo, cualidades que le otorgan la destreza poética de autodefinirse y autorepresentarse de forma simultánea convirtiéndose así en el 227 dispositivo estructurante de la poética del naufragio. Ésta tendría por objetivo la degradación sistemática de textualidades literarias y teóricas cuyo residuo discursivo funcionaría como nueva unidad semántica. La trayectoria transtextual, en el caso de Perlongher, ha sido caracterizada, de modo general, como la tematización del historial de lecturas del poeta en la que se transparenta una serie de alianzas discursivas cuyo grado de implicación fue escrutado en nuestro estudio llevándonos a comprobar la primacía de una especie de gesto citacional por sobre un verdadero fiato discursivo. A la luz de este análisis, el enfrentamiento del autor con las literaturas manifiesta el deseo de someter al signo lingüístico en todos sus niveles, así como también a las operaciones de transtextualidad. En efecto, el montaje archirrepresentacional a través de operaciones como la escansión mutilante o la desmarcación significante logra resarcir a la escritura de una autonomía poética, al mismo tiempo que la aleja de una visión normativa de la lengua que en Perlongher se entiende como un espacio de afirmatividad de flujos represivos y/o disciplinantes. El proceder en la transtextualidad de la poética del naufragio estaría profundamente ligado al interés que el poeta neobarroso tenía por desestabilizar la tradición del realismo de profundidad y la sobrevaloración de un lenguaje fundado en la reiteración de modulaciones prestigiosas. El diálogo con la tradición en el neobarroso se concibe como la puesta en cuestión de la literatura –y, consecuentemente, del lenguaje– como ámbitos de eternización simbólica de los poderes hegemónicos. Dicha concepción define la relación del poeta con las bibliotecas, caracterizada por un protocolo de autodegradación de la literatura operado por la misma escritura. Lo anterior nos lleva a pensar que la poética del naufragio resignifica la corrupción del intertexto, formal y discursivamente, en el marco de una fascinación por la majestad en decadencia y el naufragio de los discursos. Esta poética constituida por el encadenamiento de micro zozobras semánticas, conceptuales y discursivas permite semantizar el negativo de la expresión al mismo tiempo que demanda una competencia exegética capaz de interpretar la pérdida y la ruina del verbo como renovados semas de una escritura que se erige como sobreviviente de una hipotética expoliación ideológica de la lengua. 228 PARTE III POÉTICA DEL TRANCE 229 Capítulo 1 EL TRANCE DE LOS CUERPOS COMO INSTANCIA DE UNIFICACIÓN DE REFERENCIA Y REFERENCIALIDAD 230 1.1 Hacia una Poética del trance Durante las dos partes anteriores hemos enfrentado el desafío de entrar en el estudio de una obra literaria caracterizada por su complejidad, novedad temática y variabilidad estilística. Enfrentados a ella, estimamos pertinente abordar en primera instancia la relación de consustancialidad que esta escritura mantenía con el registro empírico del autor. Dicho análisis estuvo marcado por el hallazgo de numerosas consonancias entre dichos poéticos y hechos políticos, así como también por la constatación de una mirada crítica sobre los discursos históricos y sexuales colindantes con la obra neobarrosa. Esta primera perspectiva de acceso a la obra de Perlongher fue confrontada con la que parecía negar la lectura que entendía su obra como una escritura en referencia a lo real. De este modo, la segunda parte de nuestro trabajo se dedicó a la labor de destramar la tupida red que señalaba la reescritura de una variada gama de obras literarias y textos teóricos. Esclarecer la trama configurada por un alto tráfico transtextual, determinar su comportamiento y sopesar las resonancias de dicho trabajo a nivel poético nos llevó a entender la importancia sustantiva que tiene, al interior de la obra de Perlongher, el establecimiento de lazos dialógicos con las bibliotecas y la concepción poética que emana de dicho actuar en la transtextualidad: que la creación literaria depende de un acto de degradación de los antecedentes teórico-literarios. A partir de este recorrido, comenzamos a realizar los cuestionamientos que sirven de eje a la tercera parte de nuestro trabajo y que se relacionan con la inquietud de desarrollar una propuesta metodológica de lectura de la obra perlonghereana capaz de establecer una poética que permita aunar los diversos temas y enfoques advertidos en la obra neobarrosa. Esta inquietud se manifiesta concretamente como el deseo de conectar de una manera plausible dos enfoques poéticos cuyas diferencias parecen haberse radicalizado a medida que profundizamos en su estudio y que están ligados a la forma dicotómica en que se ha entendido que la literatura refiere al mundo y a sí misma. Poética de la consumación y Poética del naufragio son en este momento dos vertientes poéticas claramente delimitadas en la obra neobarrosa que, aisladas en su pretendida oposición, no hacen justicia a la ambiciosa búsqueda estética del poeta, activista y académico. A continuación, propondremos un prisma de análisis en el que 231 ambas se sinteticen y que se emparenta con el deseo expresado por Antoine Compagnon de: “nous extraire de cette alternative piégée, ou de la malédiction du binarisme qui veut nous forcer â choisir entre deux positions aussi intenables l’une que l’autre, en montrant que le dilemme repose sur une conception quelque peu limitée, ou désuète, de la référence, et suggérer plusieurs manières de renouer le lien entre la littérature et la réalité” 115 (132) En efecto, restablecer el puente entre la literatura y lo real desde un punto de vista crítico es el desafío que propone la escritura neobarrosa, en la medida en que ésta da cuenta de una tensión constante entre ambas dimensiones a través de su particular operatividad escritural y paralelo encausamiento metatextual que, observado en ensayos y entrevistas, tiene como última resonancia el descarte de la teoría de la heterogeneidad absoluta del lenguaje. En atención a lo anterior, abordaremos la labor de establecer un nexo entre las poéticas hasta ahora descritas tratando de proponer una tercera, denominada poética del trance. Esta definición surge de la etimología de la palabra trance, del latín transīre, que cuenta entre sus acepciones: “transitar, transportarse, cruzar, pasar por encima”116. Éstas guardan relación con el permanente movimiento aludido en el trabajo del poeta, tanto en el nivel de lo referido como en el discursivo. Del mismo modo, permiten unificar los aspectos presentados en las poéticas de la consumación y el naufragio relativos a la problematización de lo histórico-erótico en un continuum transterritorial y de una errancia a través de los discursos en los términos de la desmarcación discursiva. El acercamiento a este concepto ha sido inspirado por el trabajo que Perlongher realiza en la última etapa de su escritura y vida en la que se percibe un quiebre con la textualidad neobarrosa en su vertiente hipersexualizante para presentar el cuerpo como un medio para la ascensión espiritual en contexto ritual. Este nuevo escenario resignifica la obra en su conjunto, incitando a una nueva lectura capaz de reevaluar sus líneas de aparente quiebre, como la aludida en relación a la concepción corporal, así como también la persistencia en el manejo de su lenguaje. 115 Compagnon, Antoine. Le démon de la théorie. Paris: Seuil, 1998. Definición extraída del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 22° Edición 2011. Versión digital [Consultado el 20 de octubre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=transir 116 232 El trance engloba una multiplicidad de asuntos advertidos en Perlongher que permiten dar cuenta de la integración de la textualidad empírica y bibliófila en su obra por medio de una metáfora vinculante de los múltiples estratos de su poética, permitiendo aglutinar en un sólo término las principales apuestas del mundo propuesto en su escritura. En efecto, la poética del trance permite una síntesis entre las operaciones que constituyen el montaje archirrepresentacional y la dinámica de la consustancialidad bibliográfica mediante una concepción de intertextualidad que no está al servicio de la teoría que niega, al estilo de Barthes o Riffaterre, la interrelación del texto con la realidad. En este sentido, Samouyault ha hecho importantes aportes en la línea de dotar a la intertextualidad de una funcionalidad unificadora de ambas fuentes. Con este fin, el académico propuso el neologismo en el que se fundían ambos conceptos: référencialité (fusión de référence y référentialité). Con él se pretendía dar cuenta de una forma particular de ponderar la intertextualidad desde una propuesta integradora que permitiría la referencia intertextual sin que ésta se alejara de las reglas del enunciado literario y dando, al mismo tiempo, señas del mundo sin transportar completamente a él. (Riffaterre 30) Hemos considerado que esta proposición permite dar un giro a nuestro trabajo mediante el enfrentamiento de las dos poéticas que hasta ahora habíamos establecido, armonizando los aspectos en común que ambas manifiestan y que tienden a una lectura integradora que refleja la continuidad con que el poeta concibió su escritura. La razón por la que consideramos pertinente la proposición de una poética que sintetice las dos ya presentadas responde a la idea de que éstas, más que protocolos de escritura capaces de funcionar autónomamente, constituyen una dinámica de interdependencia puesto que la alegoría de la invasión geográfica y corporal registrada como consecuencia simbólica de la poética de la consumación no puede reflejarse en una lengua que no ha sido purgada mediante dispositivos de constante desestabilización y desmarcación como los planteados en nuestro análisis de la poética del naufragio. La integración de la categoría de trance otorga a nuestro estudio una posibilidad para hacer converger la consumación y el naufragio en un concepto que fusiona los sentidos centrales de dichas propuestas. Cuerpo y escritura están en el caso de Perlongher supeditados a un mismo gesto de trasgresión representado por el trance, instancia que propone un desarreglo 233 simultáneo de ambos. La densificación del lenguaje observada en su escritura es a la expresión lo que el resuello, el sollozo y el estertor son a la respiración: síntomas de un trance que da cuenta de un estado particular de crispación corporal y de conciencia. Una escritura que en el contexto poético representa una suerte de prelenguaje que sirve como opción a la mordaza ideológica y a los estados de trance conocidos por el poeta. La manifestación del trance en este contexto es siempre mística en el sentido de cerrada, situación que determinaría la regular encriptación del lenguaje neobarroso en su búsqueda por volverse lengua sensible de los estados que desarreglan la percepción del individuo enfrentándolo a la verdad de lo sagrado y al trance de su sacrilegio. Mircea Elíade desarrolló una importante reflexión en relación al lenguaje asociado a los estados modificados de conciencia y a cómo la experiencia de trance místico se encuentra irreparablemente ligada con una expresión poética al momento de querer dar cuenta de su compleja experiencia. El historiador de las religiones observó que el chamán vocalizaba durante el trance un lenguaje cerrado en su sentido, situación que se relaciona con lo que creemos representa la escritura neobarrosa: un habla que verbaliza trances. Chamán y poeta, generan una voz secreta en la que se imbrica una tesitura múltiple, en el caso del chamán canto de aves o gritos de animales, en el caso de Perlongher lenguas no estandarizadas como el lunfardo, el portuñol y el lenguaje coloquial modificado por mecanismos de generación y transformación. Observemos a continuación un fragmento en el que el pensador rumano ilustra las consonancias existentes entre misticismo y lenguaje poético: « Il est également probable que l'euphorie pré-extatique a constitué une des sources du lyrisme universel. Quand il prépare sa transe, le chaman bat le tambour, appelle ses esprits auxiliaires, parle un "langage secret" ou le "langage des animaux", imitant le cri des animaux et surtout le chant des oiseaux. Il finit par obtenir un “état second” qui met en branle la création linguistique et les rythmes de la poésie lyrique. Aujourd’hui encore, la création poétique reste un acte de parfaite liberté spirituelle. La poésie refait et prolonge le langage ; tout langage poétique commence par être un langage secret, c’est-à-dire la création d’un univers personnel, d’un monde parfaitement clos. L’acte poétique le plus pur s’efforce de recréer le langage à partir d’une expérience intérieure qui, pareille en cela à l’extase ou à l’inspiration religieuse des “primitifs”, révèle le fond même des choses. C’est à partir de réactions linguistiques de cet ordre, rendues 234 possibles par “l’inspiration” pré-extatique, que les “langages secrets” des mystiques et 117 les langages allégoriques traditionnels se sont cristallisés plus tard. » (Eliade 397) Consideramos que una experiencia de lenguaje similar a ésta es la que se percibe en una obra como la de Perlongher en la que se intenta reotorgar a la poesía una autonomía liberadora. La poética del neobarroso sería un acto poético entre los más puros, capaz de recrear el lenguaje a partir de una experiencia interior que se asemeja al éxtasis en cuanto revelador del fondo mismo de las cosas. Esas cosas en Perlongher corresponden a la intimidad de los estados en que se tensiona la vida y donde el cuerpo funciona como un arpa que nos entrega vibraciones de un entre mundos configurado por aquellos estados de conciencia que oscilan entre la vida y la muerte: sexo, tortura, éxtasis y enfermedad. La poesía de Perlongher puede, en consecuencia, ser considerada como un punto de entrada a las experiencias corporales que, por temor del escándalo, los centros de poder han relegado a las habitaciones más oscuras de la censura histórica. En esta línea, es posible considerar que la obra neobarrosa dialoga en algunos aspectos con la obra de Bataille, particularmente con su concepción de erotismo en la que destacamos las nociones de erotismo de los cuerpos y erotismo sagrado, ya que permiten poner en relación dos ejes sustanciales de la obra neobarrosa. El primero de estos erotismos se liga a la idea de que “El paso del estado normal al estado de deseo erótico supone en nosotros una disolución relativa del ser” (Erotismo 22)118. Dicha disolución tiene lugar sobre el entendido de que existe una estructura del ser cerrada que sería la de su estado de normalidad. Ahora bien, el trabajo de Bataille supone que el sentido que permite transgredir dicho estado para activar el erotismo de los cuerpos es la obscenidad, la que lograría desestabilizar la cerrazón individual hacia una degradación que conectaría los cuerpos con “la violencia elemental que anima los movimientos del erotismo” (Erotismo 21) Consideramos que esta definición de erotismo de los cuerpos tiene una relación de consonancia con una de las características más llamativas de la textualidad neobarrosa, a saber la mostración de una hipersexualidad comprendida en una relación de contigüidad con la violencia. Ahora, proponemos una relación entre la definición de erotismo de los cuerpos y otros estados de alteración corporal y de conciencia 117 118 Eliade, Mircea. Le chamanisme et les techniques archaïques de l’extase. Paris : Payot, 1983. Bataille, Georges. El erotismo. Barcelona: Tusquets,1997 235 advertidos en la obra de Perlongher tales como la tortura, el éxtasis y la enfermedad, en la medida en que estas instancias, claramente observables en el continuum escritural del poeta, funcionarían como catalizadores poéticos. El factor común a estos tres estados sería el estado de disolución del individuo que ellos implican, mientras que las operaciones de lenguaje utilizadas para referirlos funcionarían como dispositivos de recreación simbólica de los lenguajes asociados a dichos estados. Perlongher indagó en los sentidos que los desencadenan, a saber, la obscenidad recién referida en el caso del erotismo, el sadismo inspirador de la tortura, los estados modificados de conciencia y las alteraciones fisiológicas que caracterizan la enfermedad y anteceden la muerte. Lo anterior tendría lugar sin prescindir del contexto cultural (introducido por las operaciones de transtextualidad) puesto que el trance trasuntado por la escritura neobarrosa es corporal y también de la cultura asociada a ese cuerpo. La poesía de Perlongher da cuenta mediante la torsión de su lenguaje de la distorsión de la cultura individual que se problematiza en los estados aludidos, situación de la que el neobarroso da cuenta a través de un lenguaje que reproduce las convulsiones y renuncias del ser enfrentado a su falibilidad y caducidad. En consecuencia, la poética del trance busca dar cuenta del recorrido realizado en la escritura perlonghereana desde la recién descrita exposición de los cuerpos en trance hasta el erotismo sagrado en el que “tal como se da en la experiencia mística, sólo requiere que nada desplace al sujeto” (Bataille 28). La extrapolación de dicho estado a la obra de Perlongher se corresponde con la idea de que Perlongher veía en la literatura un espacio de reversión de lógicas represivas imperantes, contexto en el cual puede tener lugar el “nulo desplazamiento de sujeto” o, dicho de otro modo, la realización de un mundo coherente con el albedrío creador de un individuo. El trance poético que nos ocupa es la resultante del cruce entre dos constantes correspondientes con los objetivos de las dos poéticas ya estudiadas: aumentar la referencialidad y la referencia. No obstante la divergencia en su finalidad, ambas constantes se intersectan en la realización poética de un lenguaje que permite dar cuenta de una historia que es, al mismo tiempo, corporal y de lenguaje a través de un objeto poético que implica ambas dimensiones de modo inseparable, al modo de un cronotopo que, en este caso, no referiría la conexión esencial de las relaciones temporales y espaciales, sino que la interdependencia de los estados de un cuerpo y los lenguajes de 236 dicho trance, la manera en la que el tiempo de un cuerpo narra inevitablemente el lugar de una lengua. Nos referiremos a esta relación, parafraseando el concepto de Bakhtin, como corpuslinguae entendiéndolo como el estado poético perlonghereano resultante de una convergencia e inflamación retórica de la consumación y el naufragio de lenguaje. El acercamiento a una textualidad místico-espiritual en la última etapa de la obra neobarrosa puede sorprender, en la medida en que con ella parece registrarse el quiebre de un aspecto esencial a la propuesta neobarrosa como es aquel de la mostración impúdica de una sexualidad. Sin embargo, podemos considerar que el ingreso de dicha textualidad como estación de término de su escritura no es sino una consecuencia lógica del recorrido de su obra, en la medida en que la entendemos como un gesto global de retorno al principio. Esta idea surge al retomar el concepto neobarroso propuesto por el poeta para referirse a su obra y la consideración de definiciones ligadas a la expresión nostalgie de la boue en la que parece haberse inspirado dicha nomenclatura. Observemos la denifición de The Oxford English Dictionary para dicha expresión: "A longing for sexual or social degradation; a desire to regress to more primitive social conditions or behaviour than those to which a person is accustomed. Also in extended use."119 La cita demuestra que el carácter barroso de la escritura perlonghereana representa el deseo por la degradación sexual o social, descripción que parece recoger los sentidos más característicos de dicha propuesta, observados particularmente en los primeros capítulos de su obra. Del mismo modo, incorpora el deseo de regresar a la condición más primitiva del ser humano, aspecto que puede reconocerse en el interés de Perlongher por la espiritualidad del Santo Daime que constituyó el fin de un intenso apego referencial a lo urbano que parece desaparecer de su escritura para dar lugar a una creciente curiosidad por el dinámico misticismo de la amazonía brasileña. La idea de retorno al origen connotada en esta frase tiene que ver con el contexto de su primera aparición en la obra Le Mariage d'Olympe del escritor francés Émile Augier publicada en 1855. En ella, una cortesana se casa con un noble intentando rehacer su vida en el respeto de las convenciones aristocráticas que caracterizaban la vida de su esposo, sin lograrlo del todo y cediendo a deseos que la vinculaban a su realidad anterior. En el acto 1 de la obra se encuentra la frase que nos convoca: « LE 119 Cita extraída de The Oxford English Dictionary. Versión digital [Consultado 19 de octubre de 2012], http://oxforddictionaries.com/definition/american_english/nostalgie%2Bde%2Bla%2Bboue?region=us&q =nostalgie+de+la+boue 237 MARQUIS: Mettez un canard sur un lac au milieu des cygnes, vous verrez qu'il regrettera sa mare et finira par y retourner. / MONTRICHARD: La nostalgie de la boue! »120 (Augier 5). Resulta interesante reencontrar en esta escena la visión, ya otras veces advertida en la poesía neobarrosa, del cisne en el lago y corroborar así que la gran atención de Perlongher por esa imagen tiene un correlato oculto con lo barroso. Esta relación implica el rumbo integrador de ambas poéticas en las que cuerpo y literatura se entrecruzan hasta confundirse. Por todo lo anterior, consideramos que la poética del trance comporta una alegoría de la degradación que permite el encausamiento de la conciencia poética hacia las zonas de quiebre de lo individual. Esta alegoría se construye sobre la convergencia de numerosos gestos o símbolos de decadencia y/o desestabilización en lo que constituye la degradación transversal de un lenguaje que problematiza la gramática imperante. En este sentido, concordamos con Cangi en que Perlongher: “Perseguía no sólo la invención de figuras sino de una gramática capaz de registrar las peripecias balbuceadas, la iridiscencia de las profundidades y las condensaciones instantáneas del éxtasis social […] La poética y el ensayo de Perlongher indagan, en la espontaneidad de lo real, las potencias emergentes para abandonar las hablas de la vieja política especializada y sumergirse en la violencia sublime de los cuerpos. Sublime es lo que pone en peligro y exige la separación de sí mismo. Sublime es el éxtasis.” (Papeles 16) Aquel sumergirse en la violencia sublime de los cuerpos que refiere certeramente el académico argentino es la operación simbólica que signa el trabajo reflexivo de Perlongher y en la que convergen los gestos corporales que proliferan en su escritura y dan forma al cuerpo neobarroso. Consideramos pertinente esta precisión puesto que la crítica y el mismo autor han pensado su escritura como un corpus seccionado por rupturas en el tratamiento de lo corporal, mientras que la poética del trance la entiende como un continuum que va integrando cuerpos en trance por medio de la imbricación de textualidades, como la erótica, de persecución política, éxtasis y/o enfermedad. Observemos a continuación la siguiente cita de Perlongher: 120 Augier, Émile. Le marriage d’Olympe. Paris: Michel Lévy Frères Éditeurs, 1855. 238 “Sí, Por un lado, Hule ya estaba cerrando un tipo de escritura, una economía, una relación entre erotismo y lenguaje […] La hipersexualización de los medios y de todos los mensajes terminó por bloquear la posibilidad del trance a través del sexo. La gente empieza a no bancarse tanta carnalidad desmelenada. Y desde luego, también está el problema del sida, de la enfermedad. Es decir se juntan dos tipos de preocupaciones: por una parte, yo me doy cuenta de que tengo que buscar otro trance para mi escritura y, por otra parte, en la sociedad, se empieza a verificar un conjunto de fenómenos donde lo erótico aparece muy ligado a la violencia más terrible: asesinatos gratuitos, gente que arroja a otros a las vías del tren…” (Papeles 352) En esta cita se evidencia la idea de un giro hacia una nueva etapa en la que se prescinde de excesos anteriores. Dicha ruptura con una textualidad, en este caso, hipersexualizante se inscribe en la necesidad apuntada por Perlongher de buscar otro trance para su escritura que deje entrever la continuidad a la que nos referimos y que entiende la poética del trance como una sucesión de trastornos escriturales que deslindan los estados de cuerpo y conciencia. Por todo lo anterior, esta tercera parte profundizará la reflexión en torno al cuerpo neobarroso como soporte de constatación de los desórdenes de cuerpo y conciencia que sirven de catalizadores poéticos para el neobarroso, analizando su relación de concomitancia con la transgresión de los lenguajes circundantes y en cómo ambas dimensiones crean una particular propuesta de corpuslinguae en donde la enunciación poética aspira a la disolución de los límites entre cuerpo y lengua. 2.2 Los cuerpos en trance en el eje de la historia neobarrosa Durante la sección anterior hemos definido el trance como el factor común a los cuerpos en torno a los que Perlongher articula su reflexión. Ellos se circunscriben al trance de la tortura, el éxtasis o la enfermedad conformando lo que hemos entendido como cuerpo neobarroso. Su trayectoria en la enunciación perlonghereana tiene como espacio de desenvolvimiento la reescritura polémica de la historia frecuentada por el poeta. El sistemático trabajo de puesta en cuestión de una historia mentida observado en Perlongher constituye el soporte narrativo de esta poética que logra resolver el 239 binarismo literatura-realidad sometiendo a un mismo trance la historia de los cuerpos y la de la literatura. La poética del trance comporta una concepción particular de historia que tiene como rasgo esencial su alusión en términos de la desestabilización de su versión oficial, como sucede en el caso de la historia nacional argentina en la que procedimientos de parodia caracterizan el acercamiento a grandes hitos y próceres. Del mismo modo, se registra la configuración de historias paralelas y marginales para sucesos ignorados por el registro histórico convencional. En este caso, podemos destacar la historia de los cuerpos de sexualidad sancionada cuya eliminación Perlongher rescata y poetiza. Ahora bien, resulta importante precisar que esta alusión a la historia no sólo considera la manera referencial de trabajar con ella, tal como se observó durante la primera parte, sino que también refiriéndola a través de un trabajo particular en el plano de la expresión. Dicho trabajo considera un cuestionamiento mucho más profundo que tiene por objeto la historia de su lengua, deconstruyéndola al mismo tiempo que propone una literatura en la que se reflejan historias de inmigración y exilio que signaron el cuerpo social al margen de la oficialidad. Lo anterior tendría lugar a través de la inclusión de voces extranjeras al español estándar en la enunciación neobarrosa. Esta poética respondería a la voluntad del poeta de darle historia a los cuerpos en trance para así rescatarlos de una desaparición más definitiva que la corporal y que nos recuerda la damnatio memoriae, condena otorgada durante la antigua Roma a los enemigos del Estado consistente en la eliminación de todo testimonio de su existencia tales como estatuas, retratos, y propiedades, así como también borrando su nombre de toda inscripción121. La poética del trance lucha contra la omisión de la escritura, aquel borrón que distingue implícitamente la historia memorable de aquella que se execra, librando al olvido los cuerpos concernidos por la historia descartada. El vínculo entre el acontecer del cuerpo neobarroso con la historia se evidencia en el tratamiento sintomático del lenguaje que correspondería al reflejo de una saturación de historias, cuya manifestación estaría caracterizada por la confusión entre el plano de la expresión y el del contenido tal como lo describe Wasem en la siguiente cita: 121 Definición extraida de: Varner, Eric. Mutilation and tranformation. Leiden: Brill, 2004, p. 2. 240 “el plano de la expresión adopta una conducta que se clasificaría como corporal, en el sentido de que se aprecia en él la inestabilidad resistente que caracteriza al cuerpo: en el caso de Perlongher, la escritura busca intensificar el ensamble de modificaciones, haciendo que la escritura misma se corporice. Es una escritura en el límite, que explica y pone en escena, en su propio acto de fuga, las tensiones entre los planos. El texto se comporta como un sistema abierto, permeable a múltiples vectores que lo atraviesan generando en él un exceso.” (Wasem 48) Wasem observa que la tensión entre los planos se origina en la inestabilidad de lenguaje que caracterizaría el comportamiento del plano de la expresión permitiendo la corporización de dicha escritura. Dicho fenómeno radica en el aumento de espesor del lenguaje entendido, en este caso, como un ensamble de modificaciones que dan cuerpo a la poesía constituyendo una forma indirecta de referir lo corporal. Éste es el resultado de un proceso de inestabilidad que permea la escritura a la variabilidad temática, la proliferación de registros y a un transitar indefinido por los géneros. Las desregulaciones de los planos en la obra neobarrosa pueden ser entendidos como la manifestación de una crisis de la representación, resultante de una suerte de enfrentamiento entre autor y entorno cultural. Esto sería el resultado de una visión de la escritura que no niega su referencialidad y que, en cambio, atiende a la comprensión del fenómeno literario como un constructo en el que se transparenta una determinada experiencia cultural, espacio de conocimiento en el que se intersecta la experiencia vital y lectora. En este sentido, concordamos con Rojas en que la problematización del lenguaje neobarroso puede ser entendida como una crisis posterior a un acto de toma de conciencia: “En el proceso de producir en el lenguaje las “condiciones de posibilidad” de su propia experiencia cultural del mundo, el sujeto toma distancia de ese mundo, pues implica la conciencia de estar habitando ‘epocalmente’ el mundo, en términos nietzscheanos: la conciencia de estar habitando una interpretación. Y esto necesariamente trae consigo la 122 catástrofe de esa ‘cultura’. (Rojas 310) La obra de Perlongher daría cuenta de esa catástrofe en su escritura a través de un estado de lenguaje que goza de una conciencia crítica que permite ir poniendo en la 122 Rojas, Sergio. Escritura Neobarroca. Santiago: Palinodia, 2010. 241 escena de la enunciación esa interpretación que habitamos y el hipotético efecto que dicha lectura impuesta tiene como consecuencia en los cuerpos en trance. Este trabajo centra su atención en los intersticios de la historia, los que se representan en el texto como un decir en el que proliferan anfractuosidades lingüísticas que configuran la grieta desde donde mana la sabiduría particular de la obra perlonghereana y en donde se remece no sólo la historia oficial, sino también la literaria y la de la lengua por la capacidad del neobarroso de generar un constante fenómeno de inmisión entre la realidad del mundo y las resonancias más o menos indirectas que ésta tiene en el lenguaje de la literatura. La experiencia cultural del mundo perlonghereano comporta la transparentación de una historia que se escenifica mediante una abstracción crítica y creativa en la que la selección de cuerpos y lenguajes sigue la lógica inversa de la escritura de la gran historia, haciendo espacio para una épica sensorial y anónima que se infiltra en el parafraseo paródico de la crónica nacional, así como también por medio de jergas y voces que hacen mella a la lengua oficial amenazando su estandarización y cuestionado a su vez su autoridad y primacía. La conciencia de estar habitando el mundo epocalmente, como indica Rojas, se suma en Perlongher a un enfoque diacrónico en el que se reconoce el lapso que corresponde a su existencia y en el que ningún cuerpo sucede espontáneamente, sino que se presenta como futuro de una causa y, ante todo, como una interpretación externa. La mostración de los fundamentos y diversos estados del cuerpo neobarroso implica su asentamiento en el desmentido o corrección de su historia, operación poética posibilitada por su desenfadado comportamiento transtextual y, de una manera más profunda, por una lengua apócrifa en la que convergen voces del exilio, tanto exterior como interior, y de grupos marginalizados. Lo anterior indica que el vínculo entre el neobarroso y la historia no tiene que ver sólo con su manipulación explícita en la escritura, sino también con flujos y resonancias más profundas que explicarían la conciencia estética promovida por el neobarroco en general. En este sentido, Calabrese ha observado que el exceso de historia tiene como consecuencia natural el deseo de una mayor porosidad en los hechos y la expresión: 242 “El exceso de historias, el exceso de lo ya dicho, el exceso de regularidad no pueden sino producir disgregación. En el fondo, ya lo había dicho Nietzche, al observar que la idea del Eterno Retorno depende del carácter repetitivo de la historia. La saturación destruye la idea de armonía y secuencialidad y nos lleva, como ha observado Bachelard, no solamente a reconocer, sino a desear el carácter corpuscular y granular, tanto en las secuencias de los acontecimientos como en las de los productos de ficción.” (Calabrese 123 63) La catástrofe de la cultura indicada anteriormente por Rojas puesta en perspectiva con la propuesta de Calabrese, bosqueja el panorama del que el neobarroso intenta dar cuenta. Éste consistiría en la emergencia sintomática de un nuevo espesor en el plano de la expresión que ha sido entendido como reacción a una saturación de historias que sería, a su vez, reflejo de una proliferación de interpretaciones impuestas al individuo. La conciencia de dicho exceso sería la responsable de la disipación del sentido advertida en el neobarroso que, por medio del comportamiento libérrimo de la forma, subvierte la historia indagando en el trance corporal como instancia de constatación de nuevos sustratos históricos. Las historias que se aglomeran en el ojo de Perlongher se manifiestan en su lenguaje a través de desarreglos que constituyen indicios de aquella catástrofe. En este sentido, la poética del trance sería entonces un buen ejemplo del momento en que “La desmesura del mundo deviene desmesura del saber, un mundo estallado en los discursos y en las representaciones que lo refieren como un objeto que no cesa de proliferar” (Rojas 312). Esta descripción pretende demostrar el complejo nudo mediante el cual la escritura neobarrosa da cuenta de la realidad de manera indirecta a través de un aumento de la referencia por medio de un ejercicio de densificación de la literatura. La capacidad de la obra de Perlongher de poner a disposición del lector un texto de abultada literaridad que transparenta paralelamente signos del mundo, cuestiona la validez de la teoría de la heterogeneidad absoluta del lenguaje demostrando, al mismo tiempo, la pertinencia de una lectura aglutinante de ambas dimensiones en el caso de la obra neobarrosa. 123 Calabrese, Omar. La era neobarroca. Madrid: Cátedra, 1999. 243 Balleta reflexionó respecto a la relación de la escritura de Perlongher con la historia haciendo énfasis en la labor particular que en este tipo de casos correspondía a la crítica. En este sentido, destacaba el hecho de que la escritura neobarrosa se inscribía en el contexto argentino cuya tradición literaria se caracterizaba por los fuertes lazos con la historia determinados por las obras de Sarmiento y Echeverría: “Ogni scrittura, abbiamo detto, si può descrivere come un essere nella storia. E a questo deve il suo carattere di resto: al momento in cui la si raccoglie è già nel passato e ci parla di un trapassato. Il compito della critica, da questo punto di vista, diviene duplice. In primo luogo redimere la scrittura dalla polvere, in secondo luogo, capire come funziona, all’interno della macchina che si ha fra le mani, ciò che chiamiamo «storia»: con quale storia il testo fa i conti, come la tratta, perché e soprattutto quali alleanze stabilisce con le altre scritture (della storia). Se questo è vero per qualunque scrittura, mi sembra che lo sia ancora di più per una tradizione letteraria che, come quella argentina, sviluppa fin dalla sua nascita (Sarmiento, Echeverría) una necessità urgente di capirsi attraverso la storia. Borges nell’Evaristo Carriego scrive:” (Balleta XIV) 124 Balleta nos habla del fuerte vínculo entre literatura e historia y como éste logra dar cuenta de la posición del ser. Su observación resulta particularmente interesante, en la medida en que establece la interdependencia de la literatura y la historia como registros del individuo, como si la vocación de ambas estuviera inevitablemente ligada a dar cuenta del vínculo del ser y su contexto. Este enfoque es pertinente en el caso del estudio de la poética del trance, en la medida en que ese ser se registra en esta escritura a través del cuerpo neobarroso y en el indicio que la lengua fabrica para dar cuenta de una relación determinada con la historia de dicho ser, movilizando, en el caso específico de Perlongher visión crítica y revelación de la pequeña historia. La observación del investigador italiano apunta a los aspectos que debemos atender con mayor atención frente al diálogo mantenido entre historia y literatura, particularmente, el objeto de dicha relación, el tratamiento que recibe en el texto la historia con la que se dialoga y las razones que inspiraron su selección. Mientras que la relación que nosotros buscamos tiene que ver, no tan sólo con los asuntos recién mencionados, sino también con comprender la manera cómo el lenguaje, apelando a sus 124 Balleta, Edoardo. Tu svástica en las tripas, Corpo e historia en Néstor Perlongher. Monticiano: Edizione Gorée, 2009. 244 capacidades estrictamente poéticas da cuenta de aquel conflicto que se constituye en indicio de esa catástrofe de la conciencia y, por sobre todo, cómo dicha catástrofe expresa en el plano de la expresión la disfuncionalidad con que refiere su vinculación a lo real. Ahora bien, tal como se han explicitado los fundamentos de la poética del trance se subentiende que su proceso de escritura no es completamente conciente. En efecto, sus textos no son el producto exclusivo de una sucesión de elecciones estéticas. Existiría en su escritura un componente de aleatoriedad, de reacción irreflexiva que repercute en la creación de dos estratos de historización, el figurativo en el que se desenvuelve una manipulación paródica de vestigios de historia, observado particularmente en la primera parte de nuestro trabajo, y el inconciente / sugestivo que se despliega en el plano de la expresión en tanto que materia semántica en desarme. En ese sentido, lo planteado en la segunda parte de nuestro trabajo adolece de una confianza excesiva en relación a la conciencia poética que subyacería a la expresión neobarrosa. Por el contrario, existe un porcentaje de aleatoriedad en la escritura lo que, de cierta forma, viene a recordarnos la afirmación ya citada de Rojas en cuanto a que el comportamiento en el plano de expresión es el efecto de un estado de conciencia determinado por la influencia de un estado de ciencia y conocimiento que, a su vez, ha sido mediatizado por la forma irregular y, en ocasiones, desreglada con que el individuo accede a ellos. La expresión de esta aleatoriedad en el plano de la expresión nos da cuenta del autor como una entidad sensible a la interacción con su cultura, la que se manifiesta en la escritura, en ocasiones, por fuera de la correcta comprensión de su medio, pudiendo reflejar su escritura la incompleta o arbitraria inteligencia de las historias circundantes. Dicho de otro modo, sería un error pensar que el escritor (y sobre todo un escritor como Perlongher) es un ser fuera de los efectos del exceso de historias y que, muy por el contrario de lo que podrían sugerir la utilización de conceptos como operación y estrategia en el análisis poético, su escritura no resulta sólo de una pericia técnica. En consecuencia, resulta importante que la lectura de sus textos no se asemeje al taller de un ingeniero sino, más bien, al vistazo que es necesario dar hacia la intimidad de la inteligencia poética y al enigma que emana en torno a la zona en que el ser se desdobla en letra. 245 Gamerro reflexionó acerca de los efectos que la catástrofe de la conciencia genera en la literatura. Observemos un fragmento en el que enumera los puntos de inestabilidad general que propone el barroco y cómo la confusión, que éste tiene como efecto, disipa los planos de conciencia hasta una tensión máxima entre ficción y realidad: “Épocas anteriores conocieron la multiplicidad de planos, pero lo propio del barroco no es la mera multiplicidad sino la intercambiabilidad: el hombre barroco es el hombre que no sabe en qué plano está (si vive o sueña, si lo que hace es acción o actuación, si ve o imagina, si es persona o personaje). […] También es barroca la inversión de las causalidades involucradas en el orden de la representación. La relación arte-vida se encuadra dentro de los parámetros de la mímesis aristotélica si el arte imita a la vida, pero si es la vida la que imita al arte ya entramos en el terreno de la mímesis barroca. El barroco se deleita en la subversión de las jerarquías aceptadas y en el escándalo de la causalidad: la copia reemplaza al original, el cuadro tiene más vida que el modelo, el reflejo se impone al objeto, el soñador obedece al soñado, la verdad del mundo cede ante la del teatro. En todos los casos, aparece el terror –o el goce– de que la representación (la ilusión, la imaginación, el arte) triunfe sobre lo representado (el 125 mundo, la cosa, la persona).” (Gamerro 19) Lo apuntado por Gamerro guarda una importante consonancia con nuestras intenciones en esta parte de nuestro trabajo, en la medida en que comienzan a cuestionar no tan sólo las operaciones de lenguaje características de la escritura sino que, también, la manera en que éstas prefiguran una vivencia particular influyendo sobre ella en términos de la ficcionalización del autor. Esto propone el cuestionamiento acerca de una co-representación en la que la literatura refiere a lo real, al mismo tiempo que la realidad aumenta su reflejo devuelto por la ficción. En efecto, podríamos preguntarnos por el orden de aparición del enunciado neobarroso y el cuerpo neobarroso: ¿Cuál fue primero? En este sentido, el poeta ya no sería sólo el generador de enunciados, sino también el soporte de su propio arte, del mismo modo en que el bailarín es soporte de su interpretación. La fuerza del influjo barroco a través de sus distintas manifestaciones ha movilizado la idea de que existirían resonancias de su trabajo estético en el autor. Esta 125 Gamerro, Carlos. Ficciones Barrocas. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2010. 246 vinculación definiría, según Gamerro, la confusión entre los planos determinando el extravío del autor entre el dominio de su arte, en este caso poético, y el de la realidad. Esta situación nos recuerda el concepto de consustancialidad biobibliográfica tratado durante la primera parte de nuestro trabajo en el cual se establecía una serie de relaciones advertidas en la obra de Perlongher que indicaban la regularidad con que aspectos abordados en su escritura eran también objeto y preocupación de su trabajo cotidiano. Ahora bien, nuestro análisis en dicho sentido buscó la consonancia entre literatura y hechos, coligiendo de una manera directa las fuentes empíricas de un determinado elemento de la enunciación poética. Este ejercicio consistió, excusando la metáfora, en identificar desde la distancia los faros, pero sin que la luz que ellos irradiaban sirviera para esclarecer el misterio del mar que los circundaba. Vale decir que, en la parte final de nuestro trabajo, atenderemos la referencialidad de esta escritura, pero atendiendo al misterio que la disfuncionalidad de su lengua nos propone en tanto que síntoma de una fricción de la historia individual con las interpretaciones históricas circundantes. Lo anterior tendrá lugar sin prescindir de la explicitación de la referencialidad figurativa antes mencionado por el aporte de ésta a la funcionalidad del comentario textual. La confusión descrita por Gamerro como el efecto de la inversión de las causalidades involucradas en el orden de la representación y la inclinación irresistible por el triunfo de ésta sobre lo representado, constituyen las pulsiones que fulguran en torno al enigma del barroco. Indagar en ellas no equivale necesariamente a esclarecer la verdad detrás de la confusión de sus enunciados, sin embargo, resulta deseable intentar una lectura en la que se considere el tema de la mímesis barroca con el fin de profundizar en el estudio de los barrocos como un fenómeno capaz de trascender el propio soporte de la creación. De ahí que busquemos aquí esclarecer la interrogante del hombre barroco mediante una interpretación que permita también ejemplificar en qué medida la materia irracional y puramente poética está volcándonos hacia la experiencia desde aquel nudo ciego que constituye el trance de la lengua. 3.3 Oralidad y heteroglosia como idioma del cuerpo en exilio 247 El exceso de historias observado por Calabrese no genera necesariamente un acervo consistente de memoria. Esto explica el desarrollo anómalo de anales que omiten buena parte de los eventos que transen el cuerpo social, teniendo como resultado una historia protagonizada por abstracciones ideologizadas de los acontecimientos. La escritura de Perlongher aborda la situación de sobreinterpretación del relato histórico poniendo en escena los estados del cuerpo neobarroso por medio de los sonidos y vocablos asociables a los cuerpos excluidos de los registros históricos. Lo anterior es posible gracias a que el lenguaje mima la memoria de esos cuerpos rebelándose contra la gramática normativa y otorgando a su enunciación un grado de marginalidad similar al descrito por los cuerpos susodichos. El desapego sostenido que la escritura neobarrosa demuestra respecto de las normas de gramática y sintaxis, así como la explotación desproporcionada de las operaciones de generatividad de la lengua, corresponden a un gesto de liberación que ha entendido el idioma como un sistema reglado de expresión al que se ha sido destinado y en el que se transparenta el conflicto entre individuo y signo. La lógica de este espacio de lenguaje constituye una especie de mordaza expresiva contra la que la escritura se rebela mediante una doble liberación. La primera guarda relación con el carácter normativo de la lengua y se manifiesta mediante un aumento ostensible de las operaciones de transformación fonética y ortográfica. En este sentido, podemos destacar los fenómenos de prótesis y metátesis observados, por sólo dar un ejemplo, en el poema Cadáveres: flaccidez en la que se agrega una c, verrugas y almorranas transformadas en verrrufas y alforranas. Así también, se observa un contagio con la z: laz zarigüeyaz de dezhechoz, o la zeta de esas azaleas. Eventos de este tipo se observan con regularidad a lo largo de la obra poética de Perlongher en lo que parece constituir un gesto de vulneración de la morfología de las palabras con la consecuente variación o puesta en duda de su carga semántica. Del mismo modo, se registra la invención de nuevas palabras tales como pleta que corresponde al corte de la palabra repleta, o emparralar en la que se ha convertido el sustantivo de la jerga porteña parrala, comúnmente entendido como lío en un verbo 248 que puede ser comprendido como meterse en problemas126. Estos elementos que pueden ser caracterizados como la contravención de normas ortográficas o morfológicas funcionan como un gesto que aumenta la autorreflexividad, al mismo tiempo que remite indirectamente a lo real, en la medida en que pone en primer plano el cuerpo de normas que rige la lengua mediante la disonancia que constituye la disfuncionalidad de lenguaje: la variación morfológica de la palabra o error alude indirectamente al estatuto que rige dicha materia. Lo anterior es un ejemplo de cómo la escritura neobarrosa aumenta su referencia al mismo tiempo que hace guiños a la referencialidad. Esta operación se corresponde con lo que Samoyault llamó intertextualidad abierta la que permitiría « de voir dans les textes, au-delà de leurs caractères propres, des signes du monde : sans être directement référentiels, ceux-ci renvoient au monde comme généralité, à l’histoire, au social» (86). En este caso, el signo al mundo se constituiría en la confrontación entre la expectativa de un lenguaje poético convencional y la presentación de un lenguaje anómalo en el que los recursos propiamente poéticos alcanzan un punto de radicalidad que los vuelve funcionales a un gesto de rebeldía que constituye, por su regularidad, contravención de la gramática. Los elementos recién expuestos contrastan vivamente con el lema rector de la Real Academia de la Lengua que Limpia, fija y da esplendor. En efecto las operaciones antes aludidas se revelan contra el principio de uniformidad al que responden las lenguas oficiales que, en diversas ocasiones, silenciaron mediante el uso de la fuerza lenguas regionales, originarias o dialectales con el fin de responder al ideal de orden en el que se instauraron gobiernos republicanos o monárquicos. Tal fue el caso de la imposición del español durante la conquista española en América en desmedro de las lenguas vernáculas o de la uniformización lingüística promovida durante la Revolución Francesa reprimiendo el uso de los patois regionales. Ciertamente, el poeta neobarroso no busca limpiar la lengua como indica la máxima académica sino que, por el contrario, ensuciarla con su desplazamiento semántico hacia las zonas pudendas y mediante el desprecio de su realización en apego a la norma, aspecto en el que radica la destitución 126 Los fenómenos lingüísticos aquí enumerados (prótasis, metátesis y neologismos) han sido extraídos del análisis realizado por Montes Romanillo, Sonia. Leer en fili-grama: Una aproximación lingüística a Cadáveres de Néstor Perlongher. Actas del XV Congreso Internacional de Hispanistas. México: Fondo de Cultura Económica, 2007. Mariscal, Beatriz; Miaja, María Teresa, Editoras. 249 de su fijeza por medio del inesperado corte o mutación de la función sintáctica de las palabras. El conjunto de la escritura de Perlongher moviliza una concepción abyecta de la gramática preceptiva, en la medida en que su enunciación contraviene los preceptos que rigen el idioma con el fin de bloquear los influjos disciplinantes que él transporta y que son, a la visión de mundo trasuntada por el neobarroso, persecución totalitaria. Rosa trabaja este aspecto entendiendo el sistemático desarreglo gramatical de Perlongher como una alternativa posible a la maquinaria autoritaria del idioma: “La lengua fascista es la lengua xenófoba y discriminatoria, la lengua ejecutora y la lengua del mandato, la lengua de la orden y, por lo tanto, de la súplica en el otro, la lengua como orden del sentido y como orden del sentimiento. Qué oponer a la lengua fascista sino la violencia de los lenguajes extralimitados y, simultáneamente, la desorganización de los núcleos sintácticos y semánticos: una lengua que pretenda 127 decirlo todo o que no diga nada.” (Rosa, Osvaldo) Rosa homologa la lengua estándar a modulaciones de segregación adjudicando a la versión más extendida de la lengua la voluntad de sometimiento de la población. Desde este punto de vista, la lengua aprendida en los contextos formales de educación cumple con el rol de cohesionar el territorio en su dimensión política y social, incurriendo al mismo tiempo en un ejercicio solapado del disciplinamiento. Resulta importante destacar esta concepción de lengua desprendida de la poética neobarrosa puesto que ella permite entender de manera más orgánica el trabajo de desbarajuste de lenguaje descrito en la obra de Perlongher. Ahora bien, si el primer gesto de liberación lingüística tiene lugar gracias a una trasgresión de la lengua en tanto que acervo de leyes gramático-sintácticas, el segundo gesto emancipador del neobarroso tiene que ver con la puesta en tensión de la escritura gracias a su confrontación con la palabra hablada. Esto se implementa por medio de la utilización recurrente de palabras, giros y frases provenientes de la oralidad. Con esto no nos referimos a que el neobarroso renuncie a su característica oscuridad de sentido a manos de un tono conversacional, sino más bien a la valoración de expresiones 127 Rosa, Nicolás. Usos de la literatura. Grupo d’Estudis Iberoamericans y Tirant lo Blanch, Universitat de València. Valencia, 1999. p. 117 250 propiamente orales que se incorporan como un hilo más a la ambigua filigrana de sentidos. De este modo, encontramos expresiones idiomáticas en las que se cristaliza un espectro particular de experiencias. Anotamos algunas que el poeta integró a uno de sus artículos en el que trataba el tema de la represión policial: “Nena, llevate un saquito”, “Esperemos que a las chicas no se les ocurra tomar un clarito en la Confitería Molino”, “no te quedes dando vueltas en la puerta de un bar”, “si sos casada, no salgas sin los chicos: porque ¿qué hace una madre que no está cuidando a sus hijos?”, “lo que decía el general: ‘de la casa al trabajo y del trabajo a la casa’” (Prosa 26). Por medio de estas frases, Perlongher recoge del habla cotidiana las expresiones que tradujeron a la oralidad el terror inspirado por el clima de hipervigilancia, constituyendo así, un dispositivo hablado de autorregulación correspondiente con el Reglamento de Normas y Contravenciones responsable de instaurar un clima de represión extrema en la época. En estas expresiones se advierte la importancia que tenía en aquel entonces la impostación de una apariencia acorde a dicho reglamento: Nena, llevate un saquito, así como los demás ejemplos corresponden a la regulación del aspecto –en este caso, a llevar el cuerpo suficientemente cubierto–, así como también de la conducta y los recorridos de la mujer en tiempos en que la libre circulación resultaba sospechosa. Todas estas advertencias buscaban impedir la asociación del deambular femenino con el ejercicio de la prostitución que la policía no dudaba en sindicar ante actos como tomar un clarito (adaptación porteña del Dry Martini) en algún lugar público como el bar Confitería Molino. La lengua de todos los días integrada al lenguaje neobarroso adquiere un valor simbólico que la inmediatez de los intercambios coloquiales no permite advertir. Perlongher incorpora justamente aquellos retazos del habla poseedores de un valor que excede la función denotativa y que, atendiendo a su contexto de origen, han sabido erigirse en tanto que divisas de supervivencia. Los ejemplos citados anteriormente son, en efecto, fragmentos de una cantinela familiar en la que la advertencia del riesgo ha reemplazado a la despedida. El ingreso de estos elementos instala la sensación de extrañamiento de la enunciación, en la medida en que apuntan a un registro que se aleja del propiamente poético para insertar en los versos giros de la oralidad que funcionan como extractos paradigmáticos de la represión dictatorial, la abulia del sistema o la 251 burocracia. El diálogo de la poesía con los sentidos cristalizados en estos fragmentos del discurso oral, en lo que podemos entender como verdaderas postales de la vida del individuo de a pie, puede considerarse como una manifestación de la intertextualidad abierta que nos conecta con el mundo, no porque él sea descrito directamente, sino por la alusión a un lenguaje de su cotidianeidad. El lenguaje poético neobarroso expone simultáneamente las distintas capas de su piel, la más profunda es, sin duda, la de la tradición literaria, los resabios de un lenguaje convencionalmente lírico que se enturbia con la emergencia de una capa más superficial en la que los destellos de oralidad y prosaísmo hacen que el lector tome conciencia de su disonancia en contraste con la capa más profunda de carácter literario y culto. La oscilación entre intertexto modernista –por dar sólo un ejemplo– y prosaísmo extremo, permite transparentar un contraste en el que se vuelve patente la existencia de un lenguaje convenido que la tradición torna deseable como enunciación poética y otro lenguaje extranjero a la escritura en que se alude significativamente la coloquialidad. La contracción de ambas fuentes provoca aumento de la literaridad en la línea característica del neobarroco, al mismo tiempo en que nos muestra, de sesgo, lo real por medio de la alusión a sus lenguajes y diversidad de registros. De esta manera, la poesía de Perlongher implementa su rebeldía a través de la creación de una lengua nueva entendida como constante trasgresión del lenguaje poético canónico y, a su vez, de la lengua española en sí. La inclusión de la palabra hablada va de la mano con la integración de elementos heteroglósicos como el lunfardo rioplatense o la gíria paulista, así como también de palabras provenientes de jergas circunscritas a una manifestación oral como, por ejemplo, léxico perteneciente a la jerga gay porteña. Estos elementos funcionan como contrastes que permiten visualizar la heterogeneidad de los diversos registros y variaciones de la lengua así como también las diferencias entre distintos idiomas. Es de este modo como detectamos en el poema Cadáveres préstamos lingüísticos del portugués: juiz, do un buraco, calmamente, del francés: oui, toilettes, del inglés: peer, yes, forward, así como también del italiano: ecce. La aparición de estos elementos marca un interesante precedente en tanto que un signo de evasión de la lengua materna. Ahora bien, es importante considerar que la inclusión de la heteroglosia en el caso del neobarroso no tiene que ver sólo con el ingreso de elementos provenientes de 252 idiomas extranjeros, sino que además con el extrañamiento que otorgaba a la enunciación palabras de registro culto o en desuso, como en el caso de: peristilo, pólder, untuosa, por sólo dar una muestra. Éstas generan, según la mayor o menor familiaridad que el lector tenga con ellas, la sensación de que ingresa un nuevo sustrato que aumenta la densidad de la lengua neobarrosa. En la misma línea de dar cabida en sus poemas a lenguas alternativas a la oficial, el poeta prestó particular atención a las variantes del español de Argentina, especialmente, al lunfardo rioplatense. Podemos mencionar, a modo de ejemplo las utilizadas en el poema Cadáveres para nombrar objetos: bombacha, potiche, tapado, naso, las haras, la pepa, el mangrullo y apodos típicos: guacho, arpista, fiolo, botona, chongo, perdulario, colimba. Se registran también palabras que designan personajes a través de nombres de animal: perro, loro, oveja, buitre. La explotación poética de la heteroglosia representa no sólo una fascinación musical por el extrañamiento de la enunciación, sino que además la descripción del tránsito de una voz y el cuestionamiento implícito al idioma materno respecto de su capacidad para dar cuenta de los verdaderos trances del hablante. Resulta importante poner en paralelo dos órbitas descritas en estos poemas: la órbita que describe la palabra a través de los idiomas sugiriendo un recorrido por los territorios a los que dichas lenguas son asociables y, simultáneamente, la órbita del cuerpo significado por esos versos: en exilio, en huída, desaparecido. Hay cadáveres en todas partes, en todos los países, parece decirnos el poema de mayor impacto de Perlongher. Su gesto heteroglósico nos indica su deseo de que todas las lenguas participen en la denuncia del genocidio porque a través de ese exceso, el lenguaje se hace más cuerpo. La simbiosis entre cuerpo ausente y un lenguaje para nombrarlo y corporizarlo es profunda y no responde tan sólo a una perspectiva diatópica por medio de la circulación transterritorial sugerida, sino que además a una movilidad diastrática en su traspaso por jergas asociadas tanto al mundo del hampa como a sectores de alta cultura. Esta movilidad diatópica y diastrática descrita en la escritura de Perlongher indica el recorrido de un cuerpo, aquel que experimenta el trance del exilio –que es transversal a la sociedad– y que oscila entre su desaparición y su hallazgo. Estos eventos sirven de catalizadores poéticos para el neobarroso, aunque no exclusivamente como experiencia vivida, sino que como experiencia de lenguaje que 253 reflecta la referencialidad. La conexión entre ambas dimensiones constituye un corpuslinguae por medio de la aparición de la heteroglosia que permite, en este caso en particular, proponer una lengua para el trance del exilio y donde la enunciación poética aspira a la disolución de los límites entre cuerpo y lengua. Los trastornos escriturales corresponden al ingreso de elementos reactivos al lenguaje poético convencional, obrando un desarreglo que logra hacer patente la historia barrial, la historia del medio gay, el lado b de la historia a través de una lengua que, en el concierto de la lingüística normativa, ocupa el mismo espacio de marginalidad que el cuerpo neobarroso en el marco del orden impuesto por el Estado/estado de sitio. Lo anterior nos indica que el corpuslinguae buscado por Perlongher constituía una última instancia de presentificación del individuo perseguido consistente en la búsqueda del símil de su situación en el lenguaje, otorgando a la enunciación los estigmas que el exiliado, en este caso sexual, había visto asignarse por la lógica disciplinar imperante. Este afán es el que determina la cercanía de la obra perlonghereana con los campos referenciales provenientes de la oralidad: construir una lengua fetiche del cuerpo libre, además de generar en ella la porosidad que permitiera aludir indirectamente el código, en este caso, aquel que se transgrede: la gramática, haciendo así un guiño hacia la referencialidad, dando signos de ella aún en el quiebre con la dimensión semántica. El rescate de la oralidad permite al decir neobarroso la posibilidad de presentar una historia oculta de la que la escritura no había podido dar necesariamente cuenta, por constituir automáticamente evidencia culposa ante los ojos de la censura dictatorial. La palabra dicha, la historia murmurada ostenta la labilidad capaz de evadir el control y dar cuenta del hecho que no puede decirse, el crimen que no puede denunciarse. En esto consiste el trastorno del lenguaje, en dar cabida a la oralidad para, de este modo, infiltrar el relato del cuerpo torturado por medio del trance en la escritura. El valor que Perlongher otorga al habla como fuente de lenguas alternativas se demuestra en la importancia que otorgó al portuñol, demostrada en dos ensayos en particular en los que explicaba su concepción de este fenómeno socio-lingüístico así como también la utilización que el hacía de éste. El poeta describe esta lengua como la consecuencia de un tránsito a través de las fronteras del continente a las que se circunscriben las lenguas española y portuguesa. El portuñol sería una lengua basada en el error, en la aleatoriedad de la expresión 254 determinada por el insuficiente dominio de la lengua secundaria, rasgo que permite el desarrollo de un código críptico debido a su constante actualización determinada por una lógica de generación no reglada gramaticalmente y por la utilidad que reporta su ininteligibilidad teniendo como consecuencia que los hablantes no insertos en el mismo tránsito transnacional y lingüístico puedan comprenderlos. Resulta interesante observar que el poeta neobarroso pone en el centro de su reflexión respecto del portuñol la noción de error que, ya sea premeditado o involuntario, se asimila a los casos de metátesis y paronomasia observados previamente, ya que éstos pueden ser entendidos como errores en la utilización de la lengua. Ésto nos lleva a pensar que la construcción de un lenguaje fuera o en contra de la gramática preceptiva en el neobarroso se basaría en una predilección por los mecanismos, registros o dominios léxicos asociables al equívoco. En una conferencia dictada el año 1988 en el Consulado General de la República Argentina en Sao Paulo, Perlongher iniciaba así su intervención sobre la variante lingüística: “Pido permiso para hablar en portuñol. Mis colegas lingüistas me ayudarán a identificar el estatuto de este error, que tiene el mérito de proceder a una destrucción simultánea de dos lenguas. Destrucción que debe tomarse con muchos reparos, con muchas comillas. Ya que el inestable equívoco del portuñol no le impide ‘entenderse’, no le impide funcionar, también, a la manera de una lengua, o sería mejor decir, de una ‘mala lengua’.” (Papeles 241) Este fragmento describe la concepción neobarrosa del portuñol como el resultado del proceso de aprendizaje de una lengua secundaria cuyas faltas darían forma y densidad a la mala lengua. La variante lingüística es entendida por Perlongher como un acto de destrucción, en la medida en que el aprendizaje no formal de estas lenguas determina la transgresión de sus gramáticas y, finalmente, el surgimiento de una lengua híbrida que es propia a una determinada experiencia de tránsito y exilio. La concepción perlonghereana del portuñol corresponde al lenguaje del cuerpo neobarroso, particularmente el torturado/perseguido, en efecto Perlongher explicaba su origen en “las voces de la marginalidad, de los lúmpenes que, al vaivén de las crueldades estatales, se desplazan de un lado a otro de estas elásticas fronteras.” (Papeles 241). Lo anterior da cuenta de la enorme importancia que Perlongher otorgó a las formas de transparentación de lo geopolítico en la poesía, particularmente a través de las variantes 255 de la lengua que servían de reflejo sensible a dicha dimensión, y como lo corporal funcionaba para estos efectos como un soporte de comprobación. El portuñol representa para Perlongher el sueño de fundar una lengua utópica resultante de una “mezcla heteróclita de jergas que funcionan al mismo tiempo como un microcódigo del secreto (el argot de los lúmpenes) y como un indicio de la circulación nómade” (Papeles 241). La lengua cumpliría con el objetivo de resguardar el sentido del habla/escritura para los entendidos con el fin de crear una lengua al interior de la lengua en la que las verdaderas motivaciones del intercambio se mantuvieran en reserva para así garantizar la libre circulación del cuerpo perseguido y con él, el libre movimiento del deseo en nombre del cual fueron censurados esos cuerpos en su país de origen. Es importante notar que el uso de elementos de una lengua extranjera en el neobarroso tiene que ver con la selección de palabras recogidas de una realización oral, circunscrita a un ámbito restringido, en este caso el portuñol hablado en las bocas, sectores populosos de la ciudad, por personas ligadas al mundo delictual. En este sentido, su trabajo no es equiparable al trabajo de otros poetas que incluyeron fragmentos de lenguas distintas a la materna como en el caso de Huidobro o Darío y su relación con el francés. Coincidimos en este sentido con lo apuntado por Gasparini con respecto a que la inclinación heteroglósica del neobarroso se asimila más a la escritura del poeta peruano César Vallejo “quien trabajó, o al menos reflexionó, además de con -o desde- el francés, con lenguas no cotizadas internacionalmente: el lituano, el polaco, el rumano y, por supuesto, el propio quechua.”128. Lo anterior es fundamental en la comprensión del trabajo con el portuñol del neobarroso puesto que se trata de una lengua estigmatizada no sólo por su estatus no oficial, sino que además porque se reconoce como lengua de intercambio marginal. Perlongher caracterizó esta situación de la siguiente manera: “Si pensamos en la presencia de palabras comunes tanto en el lunfardo rioplatense como en la gíria brasileña (mina, bacán, tira, cana y muchas otras), podemos relacionar ese uso compartido de un leguaje originariamente carcelario con los viajes de los lúmpenes. […] El reciente exilio masivo de uruguayos, argentinos y chilenos en el 128 Gasparini, Pablo. “Riscos del castellano: el portugués en la poesía de Néstor Perlongher”. FapespUnicamp. Primer congreso regional del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. “Nuevas cartografías críticas: Problemas actuales de la Literatura Latinoamericana”. [Consultado el 20 de noviembre de 2012], http://www.geocities.ws/aularama/ponencias/gh/gasparini.htm#_ednref3 256 Brasil, consecuencia de las brutalidades dictatoriales, ha contribuido para reactualizar al portuñol, tornándolo también una suerte de lengua franca universitaria o intelectual.” (Papeles 247) Perlongher describe al portuñol como una suerte de koiné del exilio, la lengua de un país móvil que surge no del deseo de homogenización política y educativa, sino como la consecuencia del terrorismo de Estado. Desde este punto de vista, el portuñol sería una lengua sin historia, no fijada a través de una producción literaria (aunque Perlongher avanza en esa línea así como también Wilson Bueno con su libro Mar Paraguayo, escrito en una mezcla de portuñol y guaraní) y cuyos referentes no son escritores ni poetas, sino que hablantes de urgencia, en tránsito o escape. La atracción del poeta por los lenguajes asociables a la experiencia de deriva corporal y su realización en contextos marginales hasta aquí observada, justifican también el trabajo desarrollado en sus poemas con el lunfardo en el que se reconoce la capacidad para deslizarse al margen de la norma lingüística y los intercambios socialmente prestigiosos. La poética del trance se nutre de estas variantes idiomáticas con el fin de recrear en su lenguaje los estigmas imputados al cuerpo neobarroso, particularmente el cuerpo perseguido y, en este caso, en exilio. La utilización poética del lunfardo constituye un acto de conjuración de sus hablantes, sus lugares de proveniencia y la ruta de sus desplazamientos. El interés de Perlongher por esta variante se entiende por la profunda relación de este concepto con la transterritorialidad, ya sea en su dimensión contemporánea, explicada por Perlongher en términos migratorios al interior de América Latina, o por la asociación al origen del concepto: la llegada de las masas inmigrantes italianas principalmente entre la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX. Dellpiane indica que “La palabra lunfardo significa ladrón y, por extensión, fue aplicada al lenguaje de los delincuentes, es decir, el lenguaje lunfardo era el “lenguaje de los ladrones” (1967:89 citado por Klee en 189)129. Por su parte, Fontanella de Weinberg especifica que su uso se restringía “a la comunicación interna del grupo, ya que sus integrantes utilizaban el español coloquial para hablar con los restantes miembros de la comunidad” (1987b: 143 citado por Klee en 190). 129 Klee, Carol y Lynch, Andrew. El español en contacto con otras lenguas. Washington: Georgetown University Press, 2009. 257 Se trataría de un sustrato textual doblemente ligado al hampa y al éxodo. Su referencia y utilización al interior del poema indica una vez más esa comunión de cuerpo y lengua en la escritura neobarrosa, en la medida en que las diferentes materias lingüísticas que la conforman se definen por la historia de tránsito, exilio y mestizaje de sus propios hablantes. Ahora bien, el lunfardo se diferencia del portuñol en cuanto a que éste no sería el resultado de las interferencias de la lengua materna en el aprendizaje no sistemático de una lengua secundaria, sino más bien una evolución lingüística cuyo derrotero de mixtura y dinamismo generativo dificulta la posibilidad de constituir su gramática y de reconstituir con precisión los sustratos que en ella confluyen. Sin embargo, existen antecedentes que permiten establecer su origen en el encuentro de al menos tres sustratos lingüísticos entre los que encontramos el cocoliche, el gauchesco y el vesre. El primero de éstos, corresponde a la “jerga híbrida que hablan ciertos inmigrantes italianos mezclando su habla con el español” (RAE 2001). Así como el portuñol, ésta fue la manifestación lingüística de un estado de interlengua en el que su realización se matizaba con interferencias de la lengua materna. A diferencia del portuñol, el cocoliche “fue una variedad transitoria que sólo perduró en el habla de la primera generación de inmigrantes italianos.” (Klee 188). Sin embargo su presencia se extiende a través de algunos de sus elementos en el lunfardo. Este término, según indica Klee, se hace conocido gracias a la aparición de un gaucho italiano en la obra Juan Moreira llamado Cocoliche que se presentaba en un italiano interferido con giros hispánicos “Ma quiame Franchisque Cocoliche, e songo cregollo gasta lo güese de la taba e la canilla de lo caracuse, amique, afficate la parada”. Por otra parte, el gauchesco corresponde al lenguaje típico criollo utilizado particularmente por campesinos de manera transversal al mundo rural argentino y uruguayo. Está conformado básicamente por arcaísmos, palabras de origen vernáculo y palabras del español modificadas. El vesre, en cambio, resulta de una operación de inversión de las sílabas al interior de la palabra teniendo como resultado metátesis que permiten ir modificando continuamente el lenguaje con el fin de desarrollar un léxico cerrado, comprensible para un grupo determinado. Estos tres sustratos son convocados por las voces del lunfardo, mezcla sincrética en la que Perlongher reconoce una rica vertiente de extrañamiento y marginalidad para integrar al lenguaje neobarroso. Voces 258 italianizantes que incluyen el factor transterritorial en el que también colaboran las voces criollas del interior, mientras que el vesre es un mecanismo simple para la codificación del mensaje delictual por excelencia. La caracterización del lunfardo hasta aquí realizada tiene por objetivo establecer de forma aproximada el valor histórico y simbólico que puede tener en el contexto de la escritura neobarrosa la utilización de dicho sustrato lingüístico sobre otros. El lunfardo como el portuñol reúnen voces del exilio y la marginalidad, al mismo tiempo en que pueden ser entendidas como manifestaciones de lenguaje que reflejan un determinado tránsito corporal, trasnacional e histórico al margen de la gramática oficial, al margen de la ley. Ahora bien, resulta interesante detenerse también en la percepción que el mismo poeta tenía del lunfardo que puede observarse en un artículo como “Nuevas escrituras transplatinas” (Papeles 241) en el que se refiere a un cuento escrito por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares titulado La fiesta del monstruo, con el fin de confrontar el uso que en ese texto se hace del lunfardo con el que tiene lugar en la escritura de Lamborghini. Perlongher lo caracteriza, apoyándose en un artículo de Alan Pauls (“Las malas lenguas”) del siguiente modo: “Borges se las ingenia, en esa apropiación de mala lengua, para inflingirle desde dentro la condena de su vileza: ‘Borges exaspera la mala lengua del lunfardo, la exhibe… pero sólo para sabotearla con pequeñas parodias, irrisiones y celadas pequeños atentados…’ –que delatan la exterioridad crítica del que narra, que– parafraseando el himno nacional– oír de se deja. […] Si el maestro Borges, aun al trabajar el material de las malas lenguas, las reduce desde lo alto de un estilo señorial a un estatuto de minoridad jerárquica, el procedimiento de Lamborghini es completamente diferente” (Papeles 243) Este fragmento da cuenta de que para Perlongher la manera de vincularse con el lunfardo podía presentar un carácter asimétrico en que la voz del relato lo utilizara desde fuera, como un ejercicio de impostación que, según el poeta, en el caso de Borges se manifestaba transparentando la hegemonía del español oficial sobre esta lengua inferior. Mientras que el proceso de integración de esta variante lingüística por Lamborghini o Perlongher estaría caracterizado por una actitud endogámica con el lunfardo, así como con otras lenguas no oficiales y el mundo que ellas refieren con sus dichos. 259 Ahora bien, resulta importante entender que la imbricación de sustratos idiomáticos como el portuñol o lunfardo en la poesía neobarrosa no debe ser leída sólo como una destreza lingüística de actuación meramente simbólica, sino que también como un gesto político, en la medida en que acercarse al lunfardo es acercarse a un registro residual de intercambios comunicativos y, además, poner en contacto la escritura con sus referentes históricos, reacondicionando la historia a una voluntad de verificación de los hechos y la palabra. En consecuencia, la poesía de Perlongher propone una reflexión acerca de cómo las jergas, los campos semánticos configuran verdaderos territorios acotados de significación/evocación, circunscripciones que en su regularidad y persistencia construyen fronteras de las que el autor no puede salir y las cuales no pueden pernearse a nuevas ideas o discursos si no es a través de una desvinculación con los estatutos normativos de la lengua materna. Recordamos el verso de Lezama Lima que tanto gustaba a Perlongher: “deseosos es aquel que huye de su madre” (Poemas 47). Las inclinaciones heteroglósicas del neobarroso hasta aquí descritas dan cuenta de un distanciamiento de la dificultad prestigiosa practicada por el culteranismo barroco del Siglo de Oro. Perlongher sigue el recorrido inverso en el que la torsión de la expresión no nos acerca del lado de los diccionarios reales o las enciclopedias, sino que hacia las zonas de peligro y los lenguajes fraguados en sus trances. Así también, la poesía de Perlongher se distingue enérgicamente de las escrituras que deslindan una frontera desde la cual dar cuenta de sus ideas, optando por la escritura que, mediante sus predilecciones léxicas, se encuentra en constante tránsito transterritorial. Su movimiento se caracteriza por un constante trasvasije en lenguas a través de variantes lingüísticas que le trastocan y/o sintetizan como el portuñol o lunfardo, jergas ligadas a grupos marginales y campos semánticos que marginalizan su voz, al mismo tiempo que construyen una especie de pastiche de interferencias idomáticas. Esta lengua en constante absorción de texturas se convierte en una interlengua, en la medida en que describe un proceso dinámico y constante de reelaboración que vendría a recomponer el cuerpo neobarroso, caracterizado por su carácter disoluto o degradado. La materia idiomática de Perlongher, por definición extraída de los despeñaderos de la lengua, logra en su desprestigio ocupar en el trabajo de lenguaje un lugar equivalente al que, en el plano de los cuerpos, corresponde al cuerpo neobarroso, 260 pudiendo afirmarse que las características más llamativas de los cuerpos referidos en su obra pueden funcionar como metáfora de su trabajo de lenguaje: El exilio corporal es exilio idiomático, la enfermedad del cuerpo conlleva disfuncionalidad en la expresión, el sistema de significación de su idioma es cerrado como cerrada la expresión del cuerpo místico. Esta reflexión otorga algo más de claridad a la idea de corpuslinguae como una instancia de correspondencia entre una experiencia corporal y otra de índole idiomática, basada en el comportamiento corporal del idioma y la naturaleza significante del cuerpo. Sabemos que el cuerpo denuncia, es evidencia, y que esto motiva la eliminación del cuerpo que se opone a los regímenes autoritarios por constituir amenaza al Estado. Las dos dimensiones de significación se disponen en una relación eufónica para exponer su trance. La poética del trance lucha contra la omisión de la escritura, aquel borrón de la historia que distingue implícitamente la historia memorable de aquella que se execra por medio de la utilización de una interlengua en la cual es posible encriptar el sollozo, el gemido, el aullido de los dolientes hasta ahí amordazados: la historia amordazada. 261 Capítulo 2 LENGUAS EVANESCENTES COMO MATERIALIDAD POÉTICA 262 2.1 Hacia una interlengua neobarrosa La poesía de Perlongher promueve un lenguaje que hace de las formas prestigiosas de enunciación materia de irrisión y superficie basal para la vocalización de diversas lenguas excéntricas a la gran tradición argentina. De esta forma, cuestiona la efectividad de la lengua materna como medio de expresión, mediante la confrontación de hablas estigmatizadas y enunciación lírica prestigiosa, circunscribiendo su poesía a una situación de periferia literaria. La promoción de literaturas estandarizadas –también conocidas como de mercado–, así como también de un canon literario, implica, no sólo el posicionamiento de un número limitado de escrituras en la palestra mediática, sino que también un ejercicio de exclusión y olvido de las propuestas que verbalizan su discurso por medio de lenguajes alternos a las modulaciones prestigiadas por dicho canon. La dinámica de la lengua y literatura estándar trata finalmente del olvido al que se confinan los lenguajes no funcionales a dicho modelo mediante la marginación de sus hablantes. Perlongher parece estar al tanto de esta situación proponiendo una reflexión sobre la capacidad de las lenguas de reflejar en su propia evolución histórica la verdad de sus sociedades. Este cuestionamiento asocia de manera sistemática a la lengua materna un rol de dominación y silenciamiento hegemónico. En este sentido, la poética del trance parece anunciar la muerte de su primera lengua y la manera en que, ante esta realidad, lenguas alternas a ella logran suplir la función poética que ésta limitaba. En este sentido, resulta clarificador el poema “Tuyú” publicado en la revista Xul en septiembre del año 1981 en el que leemos: “La historia, es un lenguaje? Tiene que ver este lenguaje con el lenguaje de la historia o con la historia del lenguaje / en donde balbuceó / tiene que ver con este verso? lenguas vivas lamiendo lenguas muertas lenguas menguadas como medias lenguas, luengas, fungosas: este lenguaje de la historia / cuál historia? 263 si no se tiene por historia la larga historia de la lengua” (Perednik) 130 Llama la atención de este poema la transparencia de su lenguaje, aspecto que quizás guarda relación con el hecho de que éste no haya sido incluido en alguno de los libros de Perlongher por no responder a la característica oscuridad neobarrosa, publicándose solamente en el número dos de la revista Xul. Este texto pone de manifiesto la correlación entre lenguaje e historia que cruza su obra. Parece, en efecto, un poema en una fase inicial de escritura, anterior al proceso de embarrocamiento que Perlongher refirió en algunas oportunidades como parte de su proceso de creación. En este fragmento se sintetiza la ecuación que a través de su obra intentó resolver: la explotación de lenguas foráneas, lenguajes excéntricos y voces en desuso como herramientas de búsqueda y mostración de una nueva versión de la historia. Es así como el poeta se interroga por el rol del balbuceo en la lengua o la verdadera condición de la vitalidad y mortalidad de éstas. Reconocemos en este texto el carácter programático –ya advertido en algunos ensayos– que daría indicio de las motivaciones discursivas subyacentes a su oscura orfebrería de lenguaje. Por lo tanto, resulta pertinente preguntarse: ¿A qué se refiere Perlongher cuando habla de lenguas vivas y lenguas muertas? ¿Son, efectivamente, las lenguas no habladas las que mueren o, más bien, aquellas que se vuelven ajenas al deseo de sus hablantes a causa de una extrema estandarización? Si seguimos su derrotero reflexivo podemos proponer como interpretación que las lenguas muertas son las lenguas oficiales en las que una multiplicidad de sentidos propios de la situación de los hablantes no hayan realización. En consecuencia, una lengua muerta sería para Perlongher la consecuencia última del lenguaje de la asepsia, de la verbalización incontaminada que permite socializar exclusivamente la versión convenida de los intercambios sociales, reiterando ad infinitum una forma de memoria excluyente. “Tuyú” parece decirnos que en la evolución histórica de cada lengua pueden identificarse los procesos característicos de la historia de sus hablantes. Esta concepción se pone en práctica en Perlongher, en la medida en que son integrados a su trabajo 130 PEREDNIK, Jorge (Ed.) XUL. REVISTA DE POESÍA. N° 2. Buenos Aires, septiembre de 1981. 264 sustratos idiomáticos particularmente marcados por hechos relevantes en la vida de sus hablantes como la inmigración o el exilio en el caso del portuñol, el lunfardo y el cocoliche, fuente nutricia de este último. Perlongher conecta su poesía con hablas no oficiales, operativas al margen de la gramática, configurando cuerpos mediante la multiplicidad de voces que convergen en su enunciación. Esta experiencia se desarrolla mediante la construcción de una suerte de interlengua la que ha sido definida por la didáctica de lenguas como “el sistema lingüístico del estudiante de una segunda lengua en cada uno de los estadios sucesivos de adquisición por los que pasa en su proceso de aprendizaje.” (Centro Virtual Cervantes)131. Este concepto describe el estado de constante dinamismo en el que el hablante desarrolla sus competencias lingüísticas en una lengua secundaria o terciaria y cómo en dicho proceso son descritos diversos estadios de logro. La utilización de este concepto resulta útil para caracterizar la escritura neobarrosa, en la medida en que su enunciación puede ser entendida como el proceso de aprendizaje de un lenguaje que se desplaza hacia diversas variantes idiomáticas distintas del español estándar. Esta suerte de proceso simultáneo de aprendizaje de diversas lenguas se caracterizaría por dar lugar a interferencias lingüísticas de lenguas secundarias y terciarias. A continuación, observaremos como éstas se van sucediendo en el poema perlonghereano realizando una conjuración sistemática de presencias que recomponen la historia de un trance corporal a través de otro trance de carácter lingüístico. Con este fin, comentaremos el poema “El rompehielos” prestando particular atención a la implementación de una interlengua poética. Este poema pertenece al libro Alambres, particularmente a la sección reunida bajo el título de Frenesí. Este libro corresponde al que hemos entendido como el primer capítulo de la obra perlonghereana, en el que la explotación de una textualidad histórica resulta particularmente ostensible. Ahora bien, la sección a la que pertenece este poema se constituye por otros dos poemas que funcionan como un adelanto del gradual oscurecimiento que caracterizaría los dos libros siguientes, Hule y Parque Lezama, en la medida en que en ellos se observa una proliferación neobarrosa que determina un notorio corte con el plano semántico. Sintomáticamente, los poemas que acompañan a El rompehielos, se titulan 131 Centro Virtual Cervantes. [Consultado el 06 de diciembre http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/interlengua.htm de 2012], 265 “carnaval - río 1984” y “(el rigor de la histeria”) realzando de este modo su conexión con la fuerza del carnavalismo y la enfermedad. Nos parece importante analizar este poema por la riqueza que comporta su carácter fronterizo entre la serie de poemas neobarrosos que trabajan la reescritura de la historia de manera directa –principalmente Austria-Hungría y Alambres– y la producción sucesiva en la que se da rienda suelta a una experimentación intensiva de lenguaje neobarroso. En el caso de este poema, el título parece constituir una referencia bélica al rompehielos Irízar que participó en la Guerra de Malvinas132, conectando así su enunciación con la historia argentina inmediata. El poema consta de tres estrofas de diecisiete, veinte y veintiún versos respectivamente, a las que se suma una nota al pie de página en la que se entrega la definición –que, según corroboramos, coincide con la definición propuesta por el Diccionario de la RAE– de la palabra “Sotrozo: Art. Pasador de hierro que atraviesa el pezón del eje para contener la rueda de la cureña” (Poemas 113). La eventual intención clarificadora que puede sugerir la integración de esta definición al poema, queda descartada ante la evidente presencia de muchas otras palabras de origen y significado de difícil determinación según constataremos en lo sucesivo. Su inclusión corresponde más bien a un señuelo de didactismo. En cuanto al aspecto léxico, reconocemos que, en un universo de 664 palabras, al menos veintiuna de ellas son asociables al portugués y dieciocho al lunfardo lo que refleja una utilización más o menos equilibrada de ambos sustratos en el interior del texto. Las palabras en portugués parecen, en ocasiones, responder a la transcripción fonética del portugués en español como en el caso de lingüiza que puede ser entendida como la pronunciación figurada de la palabra portuguesa lingüiça que se refiere a un embutido, “Chouriço delgado de carne de porco”, que se utiliza en la expresión “encher lingüiça” que significa en sentido literal “hinchar la longaniza” y en sentido figurado y familiar masturbar133. 132 Datos extraídos de: Hedelvio, Laurio. 100 años de un rescate épico en la Antártica. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, 2003. 133 Definiciones extraídas de: Dicionário Priberam da Língua Portuguesa. [Consultado el 11 de noviembre de 2012] http://www.priberam.pt/dlpo/default.aspx?pal=ling%C3%BCi%C3%A7a, Diccionario WordReference. [Consultado el 11 de noviembre de 2012], http://www.wordreference.com/ptes/ling%C3%BCi%C3%A7a 266 El ejemplo anterior es sólo el primer ejemplo de una larga lista de fenómenos que se manifestaron regularmente en la escritura neobarrosa y que podríamos describir como el desapego sistemático de un ejercicio normado de la lengua. En esta misma línea, se observa la utilización de figuras de transformación, de adición y eliminación. En este poema en particular advertimos al menos dos aféresis: ornicar y asgadas. En estos casos se ha suprimido la letra f y r respectivamente. Este fenómeno abre una interesante complejidad en la que el equívoco aparente es señal de una significación ambivalente que se extiende tanto al español como al portugués. Tanto en el caso de estas aféresis como en el caso de la escritura españolizante de la palabra lingüiça nos encontramos frente a lo que podría ser entendido, pensando la poética del trance como una interlengua, como un fenómeno de fosilización. Éste ha sido advertido en los casos en los que “el aprendiente mantenga en su interlengua, de manera inconsciente y permanente, rasgos ajenos a la lengua meta relacionados con la gramática, la pronunciación, el léxico, el discurso u otros aspectos comunicativos.” (Centro Virtual Cervantes)134. Esta actitud que pareciera no ser aplicable en el caso de los errores cometidos en español, por ser ésta la primera lengua del poeta, resulta de gran relevancia en la medida en que estos parecen describir el deseo de volver extranjera la enunciación al interior de su lengua materna. Una de las razones que explican la fosilización es la falta de deseo de aculturación, situación en la que parecería estar Perlongher, pero no frente a una lengua secundaria sino que, paradójicamente, frente a la lengua dominante. Lo anterior se sustenta en que el comportamiento poético de la escritura perlonghereana parece responder a un proceso de extrañamiento extremo en el que el hablante se resiste por diversos medios a permanecer en el logos dominante de su lengua y cultura. Es precisamente en este momento en el que se vuelve simbólicamente relevante la observación de la interacción de la lengua dominante con lenguas de menor prestigio. Más adelante, se observa en el poema el caso de la palabra respostar que parece corresponder a una epéntesis del verbo repostar que ha sido definido como: “1. tr. Reponer provisiones, pertrechos, combustibles, etc, u. t. c. prnl. El acorazado fondeó para repostarse.”(RAE)135 que, por este ejemplo integrado a la definición, podríamos 134 [Consultado el 6 de junio de http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/fosilizacion.htm 135 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=repostar 2012], 267 vincular al campo semántico del rompehielos que sirve de título al poema. Ahora bien, si enfrentamos la palabra respostar desde la perspectiva de la interlingualidad explotada por Perlongher, sometiéndola a la sospecha de su extranjería confirmamos que quiere decir en portugués “responder incivilmente”136. De este modo, lo que en una primera lectura se apreciaba como una epéntesis constituye, desde un enfoque interlingual, la muestra de un influjo portuñolizante. En diversos poemas de Perlongher se registran figuras transformativas de adición y/o eliminación, así como también de modificación como la metátesis. Éstas tienen como consecuencia el paso de una palabra desde el español hacia el portugués. Esta situación nos lleva a pensar que la disponibilidad léxica perlonghereana busca poner de relieve la relación de opacidad y transparencia del portugués en el español y viceversa. Resulta importante la observación meticulosa de estas variaciones puesto que, en general, el contexto versicular no aporta información relevante que permita anticipar la aparición de una palabra ajena al español estándar. A continuación presentamos las tres estrofas del poema “El rompehielos” con el fin de observar la distribución y disposición de los elementos heteroglósicos en el texto. Con este fin se han destacado en negrita las palabras asociadas al portugués y en subrayada las provenientes del lunfardo: “Alud del aludir: el respostar, reposteril membrana, en el calambre, nítido o níveo, la renda en la gargola, la gárgara de rendas, el gorgotear del pelandrún en la marisca de sofocos, puercoespín, himenil, el piecesillo de Farabeuf -cuando, al piscar, al ornicar. hacía hablar a los peces azules, colorados-, el truco estaba en el tricot de la cadera, en el tricostelón de la Nigeria, acantilar atlántida del oso lenguaraz. El caracol, por darle verme al ristre. La sotreta, recamada de alubias, alicia lesa en una elipsis demasiado estirada, comisura del rictus, come y sura. El huracán del buscapié y el tornado mujer, la brizna del sostén en el pajareo incontenible, el pico al piel del novio y remirándola la prímula, gorgoreo de rusas, engomadas arábigas. Listar del broderie el entusiasmo, intuito del fiestero, algozador las lenguas se le hacen medias (o inmedias) como estambres. Firuletea el rompehielos, 136 [Consultado el 10 de noviembre de 2012], http://www.priberam.pt/dlpo/default.aspx?pal=respostar 268 guiña al esguince del sotreta montado, soterrado, sotrozo* de fintas en el reiterarse legañosa, en la grandilocuencia del ventrílocuo vecinal, barrado” Retornar, rocelar de la ligustrina maniatera, cuyo buril era apagado por una constelación de vidrios focos, de vidrieras rumanas vampirizando el ''volga va ". Ya vista, la lechuza cairelábase en el menstruar de efebos de azabache, lame el carmín lunares de ballesta. El fechado, al saltar, de los linces el linde pajueril, rímini hosco y limosnero, cernía la cariátide de los atletas en una tirria resinosa, bocina de carbunclo, amarilleante colomí en la lingüiza. La lengüeta, por no el zapato postular, acariciaba en la sordina el ganglio de los africados, rizado ríe del agror por una rima tan deseada. Y Lita: lituana espúrea -que da a nueve, en el cerbanatar, prurito la congoja, paspa el canto. Rúe, porque unas vestes aún ampáranla. Cosida, ya que bretel el cancro, lustre el fimo. Sinuosidad de la cerveza, el quicio rebanaba corrales, apios torcidos en el camandulear , contestados condones . Y donceles, y brotados. ¿Coordinar para el torvo la nalguicie, vallejo urdir la fístula luzbélica, y por candir fosforecer el hurto, las ''entrañas" asgadas -palafrenero del esfínter en la borbota carmesí? El agudo, si aguado, levitaba al pendor la córnea blanda, íntima. Fosforescencia y glauca. El vegetal, cogido por el níspero, cruza delfines con venablos. Le daba al africado, pirulera, el cerúleo candor, maromas de aduanera, en el dejar pasar de la congonha por la estría porosa. Le preguntaban si había venido de hidroavión para medir el peso de sus glúteos, el fibroma de cincuenta libras bajo los cambaceres del tulcito, leonel mirón de pie en la leonera o liorna de los monos semidesnudos, depilados, la cera negra de Treblinka en el tremor timbrado de la flema. La gema, chal de felpa, yeminal, al conjuro de las malaquitas traicionaba la dureza, ya glacial, del derrame, en la refistolería de morados y milhos verdes, pirateados por el malandro en la boca del subte semienterrado, semicorredizo por los ojos de buey de los cinturones y los bagres pintados en la costa con calcomanías de carey. Repujados, altivos. Contorsionistas del desfile, el paseo de los caimanes en la bandolera resinosa. El picoteo de las madréporas en los collares del Vesuvio, el efluvio 269 de pinga en el pingote (''me acarició la yema") las borrachas, flexibles, gárrulas, limosas en el fluxo del glande, el fijador acuoso de pegaso lujar. o iglesinesco, lie lioneras de azulejos con polvo de canarios, o de albatros, pájaros prietos en un fondo de cielo azorado. Al azotarla, al blandir la excrecencia pegajosa, la creciente, la ceceosa esmeralda, rotulaba con el blandor de la alegría la estría del goloso, sollozante y fugaz jubiloso. Hazmerreír, de pantas y palmeras, la nevera del bánalo en el banal-tambor, el repicar de los badajos en los goteos (acueductos) de una furiosa farsa.” (Poemas 113) Es posible constatar que se trata de un poema en el que la función musical del lenguaje tiene gran relevancia en desmedro de la función comunicativa. Lo anterior se logra, por ejemplo, en el caso de los seis primeros versos, gracias a la alternancia rítmica de fonemas vibrantes simples y múltiples con oclusivos sonoros. Los fenómenos de transformación aquí observados constituyen un guiño a la oralidad y, más específicamente, a sus procedimientos generativos. En esta línea, observamos en el caso del lunfardo los siguientes ejemplos de aféresis: “tungo” para referirse a “matungo”, palabra que sirve para referirse al caballo, “tano” para hablar del “napolitano”, “rante” en lugar de “atorrante” o “fiolo” que funcionaría como aféresis de “cafiolo”, entre muchos otros ejemplos137. Dada la cercanía etimológica de las lenguas española y portuguesa, el error en la escritura puede constituir una especie de vaso comunicante entre ambas, posibilidad que Perlongher aborda en su escritura. La plasticidad de su enunciación guarda relación con la flexibilización de la norma gramatical producto de la preponderancia que tuvo en el trabajo escritural de Perlongher la observación de las jergas y variantes de la coloquialidad. Ahora bien, en cuanto al vocabulario lunfardo utilizado en el poema podemos distinguir que se especializa en palabras que refieren a personas ligadas al mundo delictual tales como: lince, palabra con la que se refiere al ladrón de buena vista, limosnero, como se califica al maleante especializado en sustraer dinero de alcancías de 137 Estos ejemplos han sido extraídos de Gobello, José. Nuevo diccionario lunfardo. Buenos Aires: Corregido, 1999. 270 iglesias, bandolero, como se llama al salteador de caminos que robaba en lugares despoblados y solía pertenecer a una banda.138 Del mismo modo, encontramos palabras del lunfardo que sirven para describir cualidades negativas de personas tales como: oso, término con el que se refiere a alguien indiferente, que se desentiende de algo, sotreta, que significa canalla, mentecato, utilizado originalmente para referirse al caballo inútil por sus mañas y luego aplicado al hombre de similares características. Esta palabra, existente también en el portugués con acepciones equivalentes, se convierte en un buen ejemplo de cómo las fronteras territoriales actuales no logran circunscribir de manera restrictiva sus léxicos sugiriendo, de este modo, formas subterráneas e inesperadas de irradiación de la cultura. En la misma línea, encontramos el término bagre, forma despectiva para referirse a una mujer fea y despreciable, así como pingo que, al mismo tiempo que refiere a un caballo y al sexo masculino, habla de la mujer casquivana. Del mismo modo, se hace referencia a actitudes sospechosas y/o confusas como camandulear, que hace referencia a “andar con tapujos y evasivas para decir las cosas / corretear, chismear, enredar, trabar/ ser hipócrita o taimado, ostentar falsa o exagerada devoción”, firuletear, que significa hacer “pasos complicados en un baile para lucimiento/ presumir de elegante con adornos impropios o ridículos”, hacer finta que refiere al “Amago que se hace con intención de engañar […] parada que hace un cuchillero para engañar al contrario y ubicarle el golpe en otro sitio”. Las palabras en portugués no se circunscriben a un campo tan acotado como los dos que acabamos de mencionar en el caso del lunfardo, sin embargo, se observan ámbitos de referencia en los cuales se reúnen las dos lenguas hasta aquí pesquisadas. Tal es el caso de la enfermedad a la que refieren las palabras carbunclo del lunfardo y marisca del portugués. En el primer caso se refiere a la “enfermedad virulenta y contagiosa, frecuente y mortífera en el ganado lanar, vacuno, cabrío y a veces en el caballar. Es transmisible al hombre, en el que se denomina ántrax maligno, y está causada por una bacteria específica”, mientras que en el segundo a la hemorroide externa. 138 Estas definiciones, así como las que continúan, han sido rescatadas del Diccionario de términos lunfardos, gauchescos, jergas y modismos argentinos Que Significa. [Consultado el 8 de diciembre de 2012], http//www.que-significa.com.ar 271 Así también, desde las dos lenguas se nombran partes del cuerpo como en el caso de pingo y badajo, provenientes de la jerga argentina, y lingüiza de origen portugués. En los tres casos una de sus acepciones hace alusión al sexo masculino. Se encuentran además referencias a actos de violencia como al hablar del lustre, término con el que se alude a “agredir con el pie/ (pop.) Azotar, pegar, golpear, vapulear, zurrar.”, así como también referencias al truco “Juego de naipes de envite con cartas españolas, con 2, 3, 4, 6 u 8 jugadores con reglas determinadas y en el que se miente en gran medida, pudiendo realizarse señas entre los compañeros.” La revisión de las palabras del lunfardo utilizadas en este poema coinciden con lo apuntado por Morínigo en cuanto a que esta lengua sirve, particularmente, para construir campos semánticos vinculados con “la delincuencia, el vicio, la indolencia o de ocupaciones para paliar la pereza, como la de musicante ocasional, los juegos de azar, las carreras de caballos, las suerte de los naipes, sus trampas y fullerías” (Morínigo, 2005: 101 citado por Klee 190). Esto demuestra con claridad la idea de que la utilización de una lengua comporta la conjuración de sus hablantes y de sus formas de vida. El poema comienza con la frase “Alud del aludir” (Poemas 113) sucedida por dos puntos como si el cuerpo del poema fuera su definición. La referencia al alud – 1. m. Gran masa de nieve que se derrumba de los montes con violencia y estrépito. 2. m. Masa grande de una materia que se desprende por una vertiente, precipitándose por ella. U. t. en sent. fig. (RAE)139– en relación con el título, insinúa la imagen del rompehielos quebrando los casquetes polares con el fin de abrirse paso. Este movimiento de ruptura y avance es reproducido musicalmente en el poema por medio de una rítmica y regular reiteración de sonidos. El uso de una serie de aliteraciones otorga al poema una musicalidad trabada a la que asociamos el sonido del rompehielos atravesando, al mismo tiempo que la superficie antártica, el silencio de la página en blanco. La cuidada agrupación de consonancias silábicas en secuencias de dos o tres sonidos similares, dispuestos de manera casi contigua, se mantiene a lo largo de todo el poema. Observemos a continuación su recurrencia y distribución en la primera estrofa. Se han utilizado dos variedades de gris para diferenciar el cambio de sonido: 139 [Consultado el 08/05/2013] http://lema.rae.es/drae/?val=alud 272 “Alud del aludir: el respostar, reposteril membrana, en el calambre, nítido o níveo, la renda en la gargola, la gárgara de rendas, el gorgotear del pelandrún en la marisca de sofocos, puercoespín, himenil, el piecesillo de Farabeuf -cuando, al piscar, al ornicar, hacía hablar a los peces azules, colorados-, el truco estaba en el tricot de la cadera, en el tricostelón de la Nigeria, acantilar atlántida del oso lenguaraz. El caracol, por darle verme al ristre. La sotreta, recamada de alubias, alicia lesa en una elipsis demasiado estirada, comisura del rictus, come y sura. El huracán del buscapié y el tornado mujer, la brizna del sostén en el pajareo incontenible, el pico al piel del novio y remirándola la prímula, gorgoreo de rusas, engomadas arábigas. Listar del broderie el entusiasmo, intuito del fiestero, algozador las lenguas se le hacen medias (o inmedias) como estambres. Firuletea el rompehielos, guiña al esguince del sotreta montado, soterrado, sotrozo* de fintas en el reiterarse legañosa, en la grandilocuencia del ventrílocuo vecinal, barrado” La sucesión de rimas otorga movimiento y sentido al poema que parece estar construido como evocación de un hecho sonoro. En efecto, este texto no dialoga con la historia en los términos en que esto tuvo lugar durante los primeros capítulos de la obra, sino que más bien, como un diálogo con una historia musical, el registro de los sonidos que caracterizaron determinados eventos. No se trataría entonces de una crítica racional respecto de, por ejemplo, la pertinencia de la Guerra de Malvinas, sino que una polifonía incidental a la ruta seguida por alguno de los rompehielos que participó en ella. Este juego de cacofonías da cuenta de un trabajo consciente del poeta en el plano fónico, que se suma al tránsito hacia los márgenes que llevó a Perlongher hacia otras lenguas y a la explotación de otras formas de sugerencia. Estos intentos convierten su escritura en una suerte de lengua imaginada, anexa a la realidad, al mismo tiempo que fugitiva de ésta. Su estatus de lengua artificial, al interior de lenguas de exilio y residuales, nos recuerda de alguna manera lo que Alfonso Reyes llamó jitanjáfora, aludiendo al neologismo propuesto por el poeta cubano Mariano Brull (Reyes)140, que él 140 Reyes, Alfonso. La experiencia literaria. Buenos Aires: Losada, 1942. 273 utilizara para hablar de los juegos de palabra cuya base era el sonido. Un ejemplo interesante en este sentido es la invención del gíglico por parte de Córtazar, especie de lengua, en apariencia carente de sentido, cuya plasticidad fónica queda de manifiesto al mismo tiempo que el texto sugiere un encuentro amoroso141. Resulta importante integrar a esta lista de lenguas poéticas los capítulos en que el neobarroso, como en el caso de “El rompehielos”, se vuelve manifestación eminente del arte de hablar evadiendo el sentido, poniendo al lector bajo el influjo de una cadencia sugestiva. Este poema se vincula con hablas periféricas por medio de la utilización fragmentaria y la mímica que de ellas realiza en tanto que lenguas internas, de comprensión restringida a los miembros de una comunidad. Con esto no pretendemos negar la improbable existencia de una comunidad de hablantes neobarrosos del mismo modo en que la habría para el lunfardo, sino más bien destacar el interés de Perlongher por proponer una imitación literaria de determinados lenguajes alternos al estándar. De este modo, así como el lunfardo se asocia a ciertas formas de vida delictual, el neobarroso perlonghereano puede ser entendido como una lengua alegorizada de los sustratos lingüísticos asociados a una experiencia de exilio, dado que constituye un corpus lingüístico abigarrado de elementos que dan cuenta de una mixtura idiomática que refleja un trance transterritorial. En esta línea, “El rompehielos” demuestra hasta qué punto el neobarroso vacía sus enunciados de expresión comunicativa, quebrando las relaciones entre los sintagmas y haciendo una poesía del habla por medio de una interlengua sin gramática aparente. 2.2 Poética del trance como morada de lenguas evanescentes La escritura neobarrosa desarrolla una reflexión sobre lenguajes sin escritura, incurriendo en un acto de fijación poética de lenguas no estandarizadas, así como también de las operaciones de generatividad y transformación lingüística que le son fuente de desarrollo. Perlongher no sólo se siente atraído por el portuñol y el lunfardo, sino que además por lo que éstos representan de manera más profunda: un acervo de palabras en constante movilización y riesgo de desaparición. 141 Ver Cortázar, Julio. Rayuela. Caracas: Ayacucho, 2004, p. 387. 274 Uno de los objetivos de su escritura parece ser el de dar lugar al léxico y fraseología que emerge por fuera de la lengua estándar, pujando por su existencia en el habla coloquial. Sus textos delinean, por lo tanto, un gesto de amistad con las voces evanescentes que se manifiesta como un salvataje de palabras y giros que se fijan en un soporte poético. La complejidad que reporta esta escritura para el lector y/o crítico tiene que ver con la variabilidad de operaciones que renuevan su lenguaje. En este sentido, nuestra lectura ha dado cuenta de cómo el ingreso del portugués puede confundirse con fenómenos lingüísticos de transformación, dando lugar así a la conformación en algunos pasajes de un portuñol neobarroso que tendría al error en la escritura como instancia de ingreso a la enunciación. Otra dificultad asociable a esta escritura surge ante la eventualidad de llevar esta poesía a la experiencia de su lectura en voz alta. Dicho acto representó para Perlongher una oportunidad excepcional para ilustrar a viva voz la sorprendente cualidad musical de su escritura. Su lectura se caracterizaba por la utilización de tonos graves que variaban sorpresivamente hacia otros más agudos. Estos rasgos permiten pensar que el poeta consideraba el contexto de la lectura en voz alta como una instancia de explotación interpretativa del poema. En esta línea, Andermann describe la dificultad que existiría en el caso de las escrituras que oscilan entre el portugués y español. Para esto toma como ejemplo Mar paraguayo, libro de Wilson Bueno sobre el cual observa: “Porque –para empezar por la cuestión del soporte mediático (voz o letra)– Mar paraguayo construye una "voz oral" cuyo balbuceante vaivén entre lenguas pide a gritos la declamación en voz alta, al mismo tiempo que no es asequible sino a través de esta trans-cripción sin ley (como dice Perlongher, "hay una gramática, pero es una gramática sin ley; hay cierta ortografía, pero es una ortografía errática: chuvia y lluvia (grafadas de ambas maneras) pueden coexistir en el mismo párrafo...”). Al carecer de ley –o de código fonético–, entonces, esa escritura que dice ser eco de un habla se vuelve opaca y deja de entregarse transparentemente a una lectura "reproductora" de la voz original. No sabemos si pronunciar con inflexión castellana o portuguesa, encontrándonos – literalmente– en el espacio de ilegalidad de un habla migrante, exiliados de las leyes y las certezas de la lengua nacional.” (Andermann 14) 142 142 Andermann, Jens. “Abismos del tercer espacio: Mar paraguayo, portuñol salvaje y el fin de la utopía letrada”. Revista hispánica moderna, ISSN 0034-9593, Vol. 64, Nº 1, 2011 , págs. 11-22 275 La observación de Andermann es muy valiosa, en la medida en que describe la manera como la interlengua poética y trashumante implica la desregulación de la pronunciación. La ausencia de un estatuto conocido que regle dicha acción depara la infracción de las leyes de pronunciación de la lengua de origen de los elementos heteroglósicos integrados al poema. Esta situación colabora con la preservación que hace el poema de su oscuridad semántica –opacidad al decir del crítico– la que comporta, al mismo tiempo, una segunda ilegalidad, la de frecuentar un lenguaje marginal estigmatizado. El lector es deparado a éste equívoco por la convergencia caótica de elementos de lengua extranjera y la ausencia de referencias que permitan diferenciar con precisión la simple modificación, o invención de palabras, de la inclusión de elementos de una lengua no española. En atención a la forma en la que se conforma la enunciación heteroglósica hasta aquí descrita, podríamos considerar que más que un tránsito a través de las lenguas no oficiales que interesaron a Perlongher por su simbolismo marginal y contrasistémico, su escritura constituye una suerte de deriva idiomática, un extravío en las lenguas y en los territorios que éstas refieren. Volvemos aquí a la categoría de trance a la que parece corresponder el lenguaje desreglado que en estos poemas da cuenta de una intensa constricción interior, caracterizada por la confusión, el extravío y la problematización de los puntos de las referencias culturales a la que sería empujado el cuerpo en el exilio. Ahora bien, resulta pertinente preguntarnos en este momento por la referencia que este tipo de textos hace al mundo, puesto que la poética del trance tendría el carácter de ensimismamiento autorreflexivo de manera simultánea a una referencialidad determinada por la alusión de los lenguajes de la realidad. Esto tendría lugar gracias a la inclusión de la noción de equívoco aparente que referiría, por una parte, a la ley en oposición a la cual los enunciados devendrían proposiciones erróneas –en este caso, la gramática– y, por otra parte, a la confrontación caótica de registros lingüísticos y lenguas heterogéneas en referencia a la diversidad de lenguas existentes. Los errores y las interferencias lingüísticas constituyen fragmentos de la realidad que la escritura neobarrosa acoge. Éstos permiten abstraer la escritura perlonghereana de la deseable transparencia, presentándonos una lengua intersectada por segmentos de lenguas foráneas que dotan al texto literario de una porosidad que explicita así una 276 suerte de bilingüismo. La visión de lenguas extranjeras que anegan la lengua materna, definen la relación que esta poesía describe con respecto a la realidad, específicamente, la transgresión de sus códigos lingüísticos. En este sentido, estos poemas serían ejemplo de una intertextualidad abierta, en la medida en que constituyen un collage de elementos que organizan una mirada a la ley de la lengua, visibilizada a través de su infracción, refiriendo así la forma en que la gramática, más allá de regular la correcta realización de un idioma, instituye un dispositivo que instaura un mecanismo de control de los individuos. Esto es posible gracias a la supresión emotiva que propendería la lengua estándar, mediante el establecimiento de formas de expresión homogeneizante. Esta situación define a la poesía como un medio, quizás único, en la tarea de hacer posible una expresión genuina que, extremando sus mecanismos de generatividad, podría constituir un acto liberador. Con respecto a la génesis de las lenguas como maquinaria de opresión, Cangi desarrolló una lúcida reflexión de la que rescatamos el siguiente fragmento: “Las lenguas nacionales a través de la pedagogía y el uso jurídico matrizan la subjetividad para liberarla de las particularidades históricas, sus costumbres locales, sus concepciones ancestrales, sus prejuicios y su lengua materna, es decir de su campo afectivo. La gramática es el sueño de una igualdad y un pacto de libertad que el Estado estructura como desigualdad real en la organización al acceso pedagógico. Las fuerzas migrantes, la diversidad no absorbida funciona como deriva amenazante que deja errar 143 sus flujos sobre el cuerpo lleno de lenguaje.” (Cangi, Poética 266) Esta descripción resulta fundamental para comprender la concepción de lenguaje a la que la poética del trance se enfrenta. En efecto, ésta parece buscar la forma de anular, a través de la escritura poética, la generación de matrices de subjetividad que determinan que toda expresión sea mediatizada por los moldes simbólicos que la lengua ha predeterminado. Ante esta conciencia, el poeta opone, en un gesto similar al que Cangi describe, la fuerza idiomática de la migración como un placebo de diversidad no absorbida, un léxico plural e insólito que se resiste a que los rasgos en los que se funda su particularidad sean abstraídos por la gramática dominante. Esto tiene como resultado la sindicación tácita de esta obra como un ejercicio libertario y profusamente 143 Cangi, Adrián. “Una poética bastarda”. Tsé-Tsé 7/8. Buenos Aires: Tsé-Tsé, 2000. 277 desagradable a los ojos de la crítica aquiescente de la gramática normativa y de las literaturas estandarizadas. Perlongher trabajó en el desguace del concepto de identidad como un soporte válido de información respecto del hombre, profundizando, incluso, en los riesgos que la confianza en dicha noción podría engendrar. Éste sería su primer gran embate contra la forma en que se cristaliza la percepción del individuo en la cultura. En esa línea, el trabajo que describimos en el presente apartado corresponde a un verdadero golpe de gracia que el poeta asesta contra el signo, destituyendo al lenguaje de valor comunicativo por medio de operaciones microscópicas de revolución semántica. En consideración de lo anterior, la interlengua neobarrosa se convierte en una verdadera vía de escape para las inquietudes políticas del poeta, al mismo tiempo que constituye el reflejo sintomático del trance de un cuerpo a través de las lenguas por las que trashuma instituyendo una confusión contrasistémica y antieconomicista a través de la subversión del equilibrio establecido por la lengua estándar y promovido a su vez por literaturas estandarizadas. Lo anterior define a la escritura perlonghereana como una herramienta apócrifa que constata la inestabilidad de la representación literaria. La poética del trance parece responder a la idea de que el respeto del principio de economía en la expresión tiene como resultado una lengua que acalla la especificidad de la existencia individual y colectiva. La obra de Perlongher, en cambio, parece constituir un idioma que en su profusión y caoticidad parece exaltar la vida. Estas particularidades tienen como consecuencia el realce de la personalidad del autor a través de su escritura, situación determinada por la naturaleza de su enunciación en la que se transparenta una voluntad caprichosa, donde la palabra y el verso son arrojados sobre la página como un trazo de pintura grosero y voluminoso, fruto de un ímpetu artístico, aparentemente, no racionalizado. En este sentido, la poesía de Perlongher podría relacionarse con la pintura de Jackson Pollock –nos referimos particularmente a las obras donde utiliza la técnica de action painting– en la que el color interviene el soporte con un gesto impulsivo y caótico, teniendo como rasgo predominante el chorreo. Esta técnica tiene como resultado la pérdida del referente y con ella la aparición de la autorreferencia. El rol que juega el color en este caso es similar al que en la poesía neobarrosa desempeña la musicalidad del idioma. En ambos casos pigmento y sonido se desentienden de su 278 condición de medio de expresión para ocupar el primer plano en tanto que tematización de su materia. El predominio de los colores sólidos y el trabajo con el pigmento en volumen se corresponde con la manera en que en el neobarroso las palabras cubren la página sin importar su significado o función sintáctica. El tema de la heteroglosia en Perlongher constituye el ingreso de una inestabilidad que se extiende tanto en el plano semántico como en el de la dicción, aspectos que, de modo general, violentan los estatutos rectores del idioma base, el español. Estos asuntos corresponden, siguiendo a Cangi, al combate que el poeta mantiene con la matrificación de la subjetividad. En esta línea, su escritura puede ser entendida como la expresión del dominio de lo inefable, situación que estaría directamente ligada a una crítica sobre los principios económicos que ejercen su autoridad sobre el idioma. Lo anterior tendría lugar gracias a la estandarización del habla a partir de un ideal de productividad y de manera más profunda, como indica Cangi, para otorgar referentes que se vuelven matrices modeladoras de la sensibilidad. Un buen ejemplo de esto y de cómo el portuñol en sí mismo es percibido como una lengua a perseguir –en virtud de su alejamiento de la manifestación estandarizada del portugués– es el conjunto de políticas lingüísticas definidas durante los años noventa con motivo de la firma del tratado del Mercosur: “Los empresarios brasileños, ya en la etapa de puesta en marcha de tal tratado, se pronunciaron y el enunciado que concentró su postura podría ser algo así como Não basta o portunhol para fazer Mercosul. La emergencia de tal enunciado puede interpretarse como un acontecimiento discursivo porque le hace frente a una memoria a partir de las exigencias que impone una actualidad, interfiere en las rutinas del discurso 144 y funda una nueva relación entre el brasileño y la lengua española” (Celada 263) La situación descrita en este fragmento ilustra la lógica de jerarquización a la que son sometidas las lenguas en función de su mayor o menor grado de adecuación a los intereses nacionales de educación determinados, en gran medida, por criterios de mercado. Tal como apunta Celada, la fuerza de lo actual ejerce su poder sobre la memoria, en la medida en que el deseo de uniformización lingüística adquiere mayor 144 Celada, María Teresa. “Acerca del errar por el portuñol”. Tsé-Tsé. Buenos Aires: Tsé-Tsé, 2000. 279 relevancia que el estado de las lenguas determinado por la historia de los cuerpos que definen dicha manifestación lingüística. Éste es un ejemplo de cómo el orden del Estado se impone sobre las contingencias del idioma y los trances corporales que le sirven de contexto. Perlongher ya había fallecido en la fecha en que se firmó este tratado que parecía establecer la desaparición del portuñol como un evento deseable a la contingencia económica, sin embargo suponemos que su interés por dicha interlengua ya advertía la clase de conflictos que esta materia lingüística enfrentaría en el ámbito de la política económica internacional o, de modo general, en los intercambios oficiales. Su relación con el portuñol nos demuestra, una vez más, que la escritura perlonghereana conformó su voz a partir de sustratos idiomáticos que se circunscribían permanentemente al punto vórtex de alguna persecución. La poética del trance estaría en una permanente lucha contra el poder ejercido por las economías sobre la vitalidad de las lenguas, a través de vocalizaciones que transparentan la íntima historia de los cuerpos en exilio o en situaciones excéntricas al poder. La escritura de Perlongher parece indicar que la vitalidad de la lengua no depende de la sujeción a la gramática de Estado y, por ende a su supervivencia y difusión oficial, sino más bien a la utilización de lenguas móviles, evanescentes, exultantes de generatividad y, en consecuencia, subversivas. En atención a lo anterior, podemos considerar que el poema “El rompehielos” es un ejemplo de cómo Perlongher busca a través de su poesía instaurar una especie de soberanía del habla, a través de la implicación de lenguas evanescentes. Este ejercicio determina la instalación de un pacto con la oralidad en tanto que fuente de hablas que reflejan la historia de los cuerpos, en tanto que lenguas alternas a la estándar y espacio de insumisión a los estatutos gramaticales. La atracción por este tipo de lenguas se evidencia también en su acercamiento a la espiritualidad del Santo Daime y en la forma en que éste se refleja en su escritura. Anteriormente, habíamos mencionado que esta religión se caracterizaba por un rito en el que tenía lugar el consumo ritual de una bebida psicoactiva, la ayahuasca y, además, por el canto de himnos cuyos ritmos estimulaban el trance extático. Son precisamente en estos himnos rituales en los que se cristaliza una interesante gama de rasgos propios a la 280 lengua de sus feligreses, eminentemente mestiza, y en tensión con la lengua portuguesa estándar. Es de este modo como, al observar las transcripciones de himnos daimísticos que han llegado a nosotros, podemos advertir que sus rasgos preeminentes como figuras y metáforas relativas a una divinización del mundo vegetal conviven con un lenguaje matizado con rasgos de la oralidad, advirtiéndose cuestiones ligadas al tema de la interlengua en el caso de la utilización de un portugués denominado caboclo. Lo interlingual tendría lugar en este caso porque los himnos son cantados por una feligresía que, en su mayoría carece de una educación formal. Esto tiene como resultado un portugués hablado que, desde la perspectiva letrada, resulta rústico, particularmente, por su desapego a las normas y por las interferencias de lenguas vernáculas. El antropólogo Edward McRae en conversación con Perlongher se refiere a este aspecto de la siguiente manera: “Sobre la diferencia cultural del Daime: es muy popular esta cosa cabocla, amazónica, y una de las primeras cosas que se perciben son los millares de errores de concordancia, y cosas así, que tienen los himnos. Ahora, para mí no son errores, son formas diversas de usar la lengua, otros patrones, etc. […] Hoy en día, para mí, como para otras personas culturalmente sofisticadas que están en el Daime, este lenguaje, más ‘pobre’, más ‘simple’, es importante por su capacidad expresiva de la pertenencia a un grupo de referencia más amplio. Es como decir ‘Yo soy del Daime’. Esos signos pertenecen al cuerpo de himnos del Daime, donde la lengua portuguesa es un poco diferente y además se están siguiendo otros patrones estéticos” (Papeles 386) El contacto con los himnos del Santo Daime constituye el encuentro del poeta con un sustrato textual caracterizado por su naturaleza estructuralmente errática y que, así como el lunfardo y portuñol, logra erigirse como un blasón que marca origen e historia de una tribu. Ahora bien, el portugués caboclo constituiría una historia ya no de exilio como en el caso del portuñol, sino más bien de mestizaje, en la medida en que esta voz de origen tupi-guaraní refiere al color cobrizo, tradicionalmente asociado a mestizos descendientes de blancos e indígenas de la región del Acre145. Al mismo tiempo, sería una seña de discriminación, en la medida en que la manifestación cabocla 145 Definiciones extraídas de: Dicionário Priberam da Língua Portuguesa. [Consultado el 11 de noviembre de 2012], http://www.priberam.pt/dlpo/default.aspx?pal=caboclo 281 de dicha lengua es entendida como realización empobrecida, simplificada, como sucesión de faltas al código de la lengua y no como sugiere tibiamente McRae como una forma diversa de usar la lengua. La apelación de lengua cabocla opone no sólo la idea de lengua de mestizos y lengua de blancos, sino también la noción de lengua de ciudad a la versión que de ella se domina en las regiones del interior del Brasil. Lo anterior indicaría que la versión de la lengua portuguesa en que se sustenta el ejercicio hímnico del Daime sería en sí mismo un gesto de alteridad reforzado por su condición de religiosidad selvática. La lengua cabocla remite a la idea de mestizaje en relación con sus hablantes, al mismo tiempo en que refiere –en el contexto de la escritura neobarrosa– al exilio, en la medida en que ella se inscribe en la trayectoria de exilios lingüísticos que Perlongher comenzara en los primeros días de su juventud y primeros versos de su lengua poética y que finaliza en el hallazgo de esta espiritualidad amazónica. Las interferencias del portugués en su poesía asociados al portuñol corresponden a elementos rescatados del habla de las bocas146, sectores marginales de la ciudad en que convergían individuos trashumantes vinculados a formas de vida delictual. Se trataba, por lo tanto, de un fenómeno lingüístico urbano y particularmente vinculado a las grandes metrópolis en donde converge mayoritariamente la inmigración, mientras que, en el caso de la vertiente cabocla del portugués, su manifestación desapegada de la gramática, guarda relación con su condición de lengua del interior, selvática y, a menudo, de segunda lengua teniendo como primera una de tipo indígena. Entre ambas variantes del portugués se constatan diferencias tales como el lugar donde éstas se manifiestan, así como también el soporte por medio del cual accede el poeta a ellas. En el primer caso es la oralidad, mientras que en el segundo el poeta tiene contacto con ella a través de una forma poética ritualizada constituida por los himnos del Daime. Si bien estas consideraciones respecto del portugués caboclo buscan caracterizar hasta qué punto el poeta neobarroso se sentía atraído por las variantes lingüísticas no estandarizadas, no obviamos el hecho de que su adhesión a dicha espiritualidad, y con ella a sus lenguajes característicos, esté relacionada con un asunto de índole más bien ideológico. En este sentido, resulta interesante destacar que el poeta 146 Como, por ejemplo, Boca do lixo sector de la ciudad de Sao paulo en el que se concentraba el comercio sexual y donde Perlongher vivió mientras realizaba su investigación de maestría sobre la prostitución masculina en entornos urbanos. 282 reconoce en el rito del Santo Daime una inversión total de las coordenadas de dominación, en la medida en que éste oficializa la versión cabocla de la lengua situándola como soporte lingüístico de sus himnos. Lo anterior puede verse en las siguientes declaraciones del poeta: “Otra cosa interesante es que se transforma el portugués, como portugués caboclo, en el himno oficial. Eso es genial. Porque el Daime tiene una relación de inversión en relación a Occidente. Por lógica, el Acre debe depender de Rio de Janeiro y de Sao Paulo, con su capitalismo y todo eso: en el Daime eso está invertido, es el Acre el que gobierna. […] Son muy graciosos los americanos tratando de cantar en portugués –y en portugués caboclo, además–, o los alemanes, porque es una inversión total de las coordenadas de dominación.” (Papeles 387) La consideración del poeta da cuenta de la trascendencia política que éste reconoce en el portugués que caracteriza al Daime y como éste se vincula consonantemente con el gesto contrasistémico del lunfardo y portuñol. Ahora bien, si estos últimos eran entendidos como oposición a la lengua estándar dentro de su mismo carácter urbano, el caboclo viene a cuestionar la lengua oficial desde el punto de vista de su real cobertura en el territorio nacional y, por extensión, la eficacia de su hegemonía. En ese sentido, Perlongher destaca la supuesta inversión total de las coordenadas de dominación que el Santo Daime opera en la histórica relación de sometimiento / dependencia entre los ámbitos urbano y rural. Del mismo modo, se evidencia en sus palabras la idea de que el ingreso de individuos provenientes de otras culturas y territorios a la práctica del Daime comportaría una especie de empoderamiento del mestizo frente al feligrés foráneo y/o blanco. La relación planteada por el poeta se intensifica si observamos la evolución de esta espiritualidad y el creciente avance que su práctica ha alcanzado en sectores cada vez más densamente poblados, llegándose incluso a encontrar comunidades en las ciudades más importantes de Brasil. Resulta importante preguntarnos en este momento de nuestra reflexión por las razones de fondo que llevaron a Perlongher a darle una trascendencia literaria a su práctica del Santo Daime. En este sentido, a las ya indicadas consonancias discursivas entre el portugués caboclo y las anteriormente detectadas en su poética, se suma el 283 hecho de que el Daime fue entendido por él como un soporte poético / religioso acorde a los valores de trasgresión generativa que caracterizaron su poesía. Observemos en el siguiente fragmento la relación que incluye entre espiritualidad y lengua con el fin de definir al Daime: “El hecho de que no haya una doctrina escrita, sino que ella se derive de los contenidos de los himnos recibidos por los acólitos favorece dicha plasticidad proliferante […] en un indiscernible patois (o paté) espiritual. […] Hasta libros sobre el tema como el de Gregorim (ya citado), se integran en esa melaza espiritual de límites y formas difusas. Pero esto no sería necesariamente un defecto de religión, sino que podría incluso ser una virtud, esta abundancia y experimentación (casi gimnástica, empero…) de códigos religiosos diversos y superpuestos entre sí, en una yuxtaposición indefinible próxima al supermercado de cultos afrocubanos que Fichte descubre en Miami” (Prosa 161, énfasis míos) Según se desprende de estas líneas, la influencia del Santo Daime en su obra tiene que ver con la asimilación de dicha espiritualidad a una manifestación lingüística entendida como una nueva textura idiomática que se integra al dialogismo transtextual característico de su obra, tal como puede constatarse en su referencia a ella como patois espiritual. De esta forma, otorga a la religión amazónica la categoría de variante lingüística alterna a la lengua estándar en lo que describe como “una suerte de licuefacción de los códigos religiosos” (Prosa 161) Este aspecto puede refrendarse en la percepción que el poeta tenía de las comunidades religiosas donde se practicaba el Daime como sitios en los que la vida espiritual no se circunscribía exclusivamente a los santuarios, trascendiendo hacia los intercambios cotidianos que, según describe el poeta, estaban marcados por la poesía y una permanente reflexión filosófica tal como se puede apreciar en una carta que Perlongher enviara desde Sao Paulo a Sara Torres el año 1989: “Son campesinos metafísicos, todo el tiempo hablando de la luz, el cosmos, las estrellas, dios, en fin, filosofías teológicas. Y todos reciben himnos por inspiración divina, poetas muchos de ellos analfabetos, eso es impresionante. Junto a ellos, gente llegada de todas partes del mundo, un cosmopolitismo en acto, al tanto de todo. También esa integración entre campesino y exurbanos es fascinante.” (Papeles 438) 284 La asimilación de la espiritualidad a un sustrato lingüístico está determinada, en gran medida, por el hecho de que el Santo Daime carecía de una doctrina escrita, rasgo que comparte con las variantes lingüísticas hasta aquí destacadas. Esto nos lleva a pensar con mayor fuerza que Perlongher se acerca al Daime no sólo por una curiosidad dogmática, sino más bien porque vio en él una nueva lengua en constante desvanecimiento capaz de reflejar un cuerpo en trance. 2.3 ¿Síntesis literaria o escritura devota? El lugar del Daime en la poética del trance Abordar el tema del Santo Daime en relación a Néstor Perlongher invita a reflexionar sobre la manera en que su escritura poética refiere la vida. Esta labor resulta pertinente en la medida en que constatamos una inclinación en la crítica a considerar la obra contemporánea a su participación en la espiritualidad como el producto de una inspiración religiosa pasiva. Como todo tema ligado a la poética de Perlongher, este capítulo de su obra resulta complejo y demanda desentramar ambivalencias discursivas ostensibles en la confrontación de poema, ensayo y entrevistas. Al leer Aguas aéreas nos encontramos con un lenguaje que, desde el punto de vista de su oscuridad semántica, no difiere de los dos libros anteriores, la exaltación rítmica y el uso musical del idioma van en directo desmedro de la facultad comunicativa de la lengua. Si antes la alusión a la gramática y el plurilingüismo del mundo se refería de manera indirecta a través del error y de los elementos heteroglósicos, en este caso, corresponde considerar la posibilidad de que esta poesía refiera al mundo por medio de un pastiche del lenguaje devocional del Daime. Previamente, expusimos la idea de que el poeta neobarroso integró su experiencia daimística en su escritura asimilándola a una suerte de jerga, a la que se refirió como un patois espiritual. Dicha homologación se suma a la característica en común que el poeta advertía entre la espiritualidad y la poesía moderna, a saber, una opacidad semántica que llevó al poeta a entender la creación poética como una forma de éxtasis según describe en el siguiente fragmento: “Georges Lapassade, que ha estudiado esta cuestión del éxtasis, dice que la poesía moderna es extática porque no remite a una comprensión. No se puede encontrar un 285 código de interpretación y hay que navegar por los flujos que la misma obra poética va indicando. A la poesía no le queda bien un saquito, un corsé que la aplaste y la traduzca a otra cosa. Este tipo de prácticas se hacen, pero son infelices y destructivas de la poesía.” (Papeles 346)1 Esta cita, que nos remite a la idea de escritura mística en tanto lenguaje cerrado, constituye la constatación de un carácter poético y también la expresión de un deseo estético perlonghereano que, en este punto, entendemos como el goce del arte por su artificio, es decir, como la creación al servicio de un deseo perverso que se asocia a una doctrina mística por hallar en ella una naturaleza concomitante con la posibilidad de reversión de las lógicas de dominación. De este modo, neobarroso y Daime pueden ser entendidos como cara y sello de una lengua excéntrica al estatuto lingüístico oficial. A lo anterior se suma la preponderancia del ritmo en su escritura y la importancia sustantiva que éste manifiesta en el contexto del ritual daimístico como catalizador del éxtasis. Resulta importante precisar en este sentido que el consumo de la infusión de la ayahuasca no puede realizarse sin el acompañamiento musical consistente en himnos acompañados de percusión. La comunión entre bebida y música es tan relevante que la participación en el rito se conoce como recibir los himnos. Edward McRae describió la implicación del poeta en estas prácticas del siguiente modo: “Durante ese tiempo en que fue ‘daimista’ Néstor ‘recibió’ varios ‘himnos’. Ese es un proceso análogo a la psicografía o a la inspiración divina, en que alguien recibe una música, para ser cantada bajo el efecto de la ayahuasca. Fue también en esa época que él escribió Aguas Aéreas, bajo la influencia daimista, y concibió su último e inacabado proyecto de un auto religioso, al estilo barroco, sobre la ayahuasca.” (Papeles 382) De esta cita se desprende que el himno en sí constituye el verdadero medio para el contacto con la divinidad, mientras que la bebida cumpliría el rol de facilitar el acceso a dicho éxtasis. Del mismo modo, se observa que la implicación del poeta en la espiritualidad habría tenido repercusiones al nivel escritural apuntándose, incluso, la posibilidad de la producción textual bajo los efectos del trance psicoactivo. En esta línea, el antropólogo se refiere a dos producciones de carácter literario como el producto de la participación del poeta al interior de la espiritualidad, a saber, su quinto libro de 286 poesía y el “Autosacramental do Santo Daime”, inédito hasta el momento de su muerte y publicado por primera vez en la revistas Tsé-Tsé (n° 9/10) el año 2001. Los dichos de McRae resultan particularmente llamativos si consideramos la idea de que Aguas aéreas ha sido escrito bajo la influencia de la ayahuasca, situación que pondría sobre la mesa la cuestión del misticismo ya no sólo como tema literario, sino como técnica de escritura. Sin embargo, creemos pertinente sopesar esta perspectiva poniendo los dichos del antropólogo bajo la sospecha de una excesiva simpatía con el Daime y el deseo de su validación artística. La influencia de esta práctica en la escritura de Aguas aéreas desde la perspectiva perlonghereana se nos revela en el post-scriptum al libro: “Estos poemas se inspiran en la experiencia del Santo Daime. Agradezco al centro Ecléctico de Fluyente Luz Universal, ‘Flor de las aguas’, de San Pablo, por el privilegio de haberme permitido acceder a la bebida sagrada.” (Poemas 301) Destacamos la diferencia entre el hecho de escribir bajo la influencia, destacado por el antropólogo, y la idea integrada por el poeta de que dichos poemas habían sido inspirados por la experiencia. Estos matices son la puerta de entrada al cuestionamiento por la forma de trascendencia que la conmoción espiritual causada por la práctica del Daime tiene en la escritura neobarrosa. En esta línea, podríamos describir dos procesos, el primero, tiene que ver con la síntesis meramente literaria de esta experiencia representada por su libro Aguas aéreas y, el segundo, con una síntesis devota que se ejemplificaría con el Auto sacramental do Santo Daime. Esta precisión resulta necesaria, pues creemos que la presencia de elementos asociables a la cosmogonía daimística en la escritura de Perlongher no debe ser entendida como la consignación que un místico hace de su trance, sino más bien como la explotación poética del imaginario de una religión. Este uso particular de la experiencia es el que determina la presencia en sus poemas de elementos tales como luz, cosmos, estrellas, agua los que figuran desprendidos de la relevancia trascendental con que estos se viven al interior del Daime. Por lo tanto, su uso no debe ser confundido con una suerte de trasvasije extático –por muy atractiva que pueda resultar la explotación de 287 esta perspectiva para algunos críticos–, sino más bien como la convivencia de dos voluntades dialógicas que, si bien son complementarias, no deben superponerse. Nos referimos, por una parte, a la integración del imaginario daimístico como sustrato textual de su texto Aguas aéreas y, por otra parte, a la escritura de un himno de finalidad ritual como es el caso del Autosacramental do Santo Daime. Edward McRae le pregunta directamente al poeta si considera los textos de su quinto libro como himnos para ser utilizados en el ritual a lo que el poeta responde: “La diferencia es que el himno está al servicio de la divinidad, de la exaltación divina o sagrada o de alguna entidad… En el caso de Aguas aéreas, de alguna manera el tema es el Santo Daime, pero la finalidad no es religiosa, es estética. Es un goce con las palabras. Un goce inclusive de las partículas, que son. La finalidad es otra. El tema es el Daime, lo religioso, pero no tiene un mensaje diciendo ‘Debemos convertirnos’.” (Papeles 386) Este comentario permite comprobar que, desde la perspectiva del poeta se descartaba el supuesto carácter devocional del libro Aguas aéreas, divergiendo de la naturaleza hagiográfica que McRae le adjudicaba. La participación de Perlongher en el Santo Daime tuvo como consecuencia la integración de nuevas voces a su escritura. El interés del poeta por ellas tuvo lugar en la medida en que éstas manifestaban un relajamiento en la observancia de la norma gramatical, una inclinación por la interlingualidad mestiza y la estética kitsch. Puede parecer gratuito descartar la vocación no dogmática de estos textos conociendo la histórica aversión del poeta a ciertas corrientes confesionales, sin embargo, lo creemos pertinente debido a que el consumo de la ayahuasca en contexto ritual cobró para el poeta una gran relevancia en el plano personal, tal como queda de manifiesto en su correspondencia con su amiga Sara Torres. Esto se evidencia tanto por la descripción que realiza de su dificultoso viaje hacia las iglesias del Daime –como Colonia Cinco mil en Rio Branco o Anajai cerca de Boca do Acre–, como por su apego a esta espiritualidad en los momentos de mayor dificultad, particularmente aquellos de mayor debilitamiento en su estado de salud, según constatamos en el siguiente fragmento: “Otra de las consecuencias de toda esta situación y posiblemente muy relacionada con el bajón, es que, ahora que me veo en la proximidad de la enfermedad, 288 me cuestiono todo lo que pensaba o escribía y me aferro a la religión del Santo Daime como única salvación; te juro que es muy difícil” (Papeles 442). Este último aspecto aparece también en la entrevista que realizamos al escritor Roberto Echavarren quien afirma que el poeta: “se llevó el ayahuasca [a Paris] porque creía que lo podía curar, se llevó unos frascos y bueno creo que se sintió cada vez peor y tuvo que volver a Brasil”. Este tipo de consideraciones ha llevado a algunos críticos a pensar en la posibilidad de considerar a Aguas aéreas como una suerte de transcripción de su experiencia extática lo que, desde nuestro punto de vista, consideramos pertinente descartar, inclinándonos más bien por la idea de que la importancia que el Daime pudo llegar a tener como práctica personal no determina necesariamente que su escritura se transforme en una herramienta de devoción. Del mismo modo, consideramos que la trascendencia de la espiritualidad en la escritura de Perlongher tiene lugar gracias a la homologación lingüística de la que ésta sería objeto, incorporándose a la escritura en tanto que campo semántico de índole daimístico y constituyendo una especie de mímica de su lenguaje devocional. El Santo Daime está formado en base a una ingente heterogeneidad cultural, rasgo que parece subyacer a toda materia que concite el interés del poeta. Ya vimos en el caso de la constitución heterogénea del lunfardo la fascinación del poeta por registros variopintos que constatamos también en el carácter sincrético del Santo Daime. El origen de esta espiritualidad tendría sus bases en la confluencia de comunidades migrantes provenientes de la región nordeste del Brasil ligados a la explotación del caucho, mientras que su fundación se asocia a Raimundo Irineu Serra, maestro proveniente de una región con fuerte influencia religiosa afrobrasileña. Él habría experimentado la aparición de una divinidad femenina, asociada posteriormente a la imagen católica de Nuestra Señora, quien le habría revelado su voluntad de fundar una iglesia que alabara a Juramidan, quien representa el poder sagrado de la naturaleza. De esta forma comenzó a gestarse la espiritualidad como una mezcla en la que convergían básicamente un catolicismo popular y las tradiciones chamánicas relativas al consumo curativo y festivo de la ayahuasca147. La heterogeneidad que suponemos en la base de la atracción del poeta por esta religión tiene que ver también con un aspecto por él referido, la ausencia de una 147 Estos datos han sido rescatados de la siguiente publicación: MacRae, Edward. Guiado por la luna. Shamanismo y uso ritual de la ayahuasca en el culto de Santo Daime. Quito: Abya-Yala, 1998. 289 doctrina escrita, situación que tiene como consecuencia la variabilidad de la religión a través de sus distintas iglesias extendidas por la Amazonía peruana y brasileña. El antropólogo Edward McRae, quien estudió profundamente el tema del uso de yerbas psicoactivas en contextos religiosos –aplicando como Perlongher la técnica investigativa de la observación participante–, observa que el conjunto de creencias que da cuerpo al Daime guarda relación con la cultura particular de los integrantes de cada comunidad y la forma en que ellas se cristalizan en su doctrina y ritual: “Persisten antiguas creencias de origen indígena, en seres espirituales que habitaron la selva, el agua y el aire. Resultado de esta fusión de las cosmologías de los diversos grupos culturales indígenas y del sincretismo con las concepciones europeas como el catolicismo, el espiritismo, el esoterismo, además de las influencias de las religiones de origen africano, esas creencias frecuentemente dan la impresión de ser una yuxtaposición poco coherente de fragmentos de otros sistemas. Pero la diversidad y la forma en que son integrados los elementos dispares, reflejan los cambios brutales que vienen ocurriendo en la región: rápidas incorporaciones de nuevos contingentes poblacionales, que traen consigo diversas instituciones sociales, económicas, tecnológicas e ideas religiosas.” (MacRae 40) En este fragmento apreciamos que MacRae considera que la yuxtaposición poco coherente puede ser entendida como rasgo estructural de las creencias que confluyen en el Daime. La disparidad, así como otros aspectos llamativos en la conformación religiosa, funcionan, según el antropólogo, como reflejo del acontecer, a menudo violento, de la vida de los hombres que la practican. Esta observación confirma la idea de que la porosidad de los lenguajes explotados por Perlongher constituye, en última instancia, una suerte de registro híbrido que constituye la historia particular de una tribu. El marcado carácter sincrético del Daime, así como también de las doctrinas que se mezclaron con él, son un testimonio de libertad y plasticidad devocional. En este sentido, el poeta destaca, a modo de ejemplo, el aporte que las personas pertenecientes al movimiento hippie hicieron durante los años setenta al integrarse a las comunidades del Daime aportando elementos orientales y esotéricos a su imaginario, haciendo convivir en él símbolos alusivos a las teogonías indígenas, africanas y la importante carga aportada por el imaginario cristiano. 290 Tal como se observa, esta religión posee un dinamismo similar al descrito por las lenguas evanescentes cuya práctica implica la renovación y/o adición de nuevos elementos semánticos acrecentando la sensación de propiedad de sus feligreses sobre ellas. El poeta aporta en su ensayo “La religión de la ayahuasca” (Prosa 155) datos de otras religiones presentes en Latinoamérica con las que se compartiría dicho carácter, dando ejemplos tan elocuentes como “el culto de María Lionza en Venezuela, que también mezcla elementos de origen heterogéneo, llegando a incluir la adoración al Presidente Kennedy: su suprema sacerdotisa dice que ni ella sabe hacia dónde va la religión” (Prosa 161). Esta mención constituye, a nuestro juicio, una declaración de la atracción que el poeta sentía por las espiritualidades matizadas de rasgos insólitos y devoción barroca, situación que explicaría la síntesis literaria de dicho sustrato en su poesía. En los poemas de Aguas aéreas puede reconocerse el neobarroso con claridad, al mismo tiempo que se advierte la integración de un léxico nuevo vinculado a la práctica del Daime. Éste se evidencia con la aparición de referencias desprendidas de consideraciones trascendentales y otras ligadas a aspectos prácticos del rito. Su reconocimiento demanda la familiaridad previa del lector con los rasgos llamativos de la espiritualidad, ya que éstos no son explicitados en los textos como elementos constitutivos de ella. De este modo, reconocemos en la sexta estrofa del poema “Titilar de ebonita”, dos versos escritos en cursiva en los que aparecen dos preguntas que parecen corresponder a un momento de lucidez metafísica en el marco de una proliferación neobarrosa: “¿Adónde se sale cuando no se está? ¿Adónde se está cuando se sale?” (Poemas 257). Estas preguntas pueden ser consideradas como indicadores de la conciencia que el poeta tenía del éxtasis místico como una salida de sí, una errancia más allá del cuerpo. Resulta importante precisar que en la mayor parte de los casos las referencias a la doctrina daimística se manifiestan como una enumeración discontinua de elementos estructurantes de su cosmogonía, relativos principalmente a la comunión entre la liana sagrada, otras yerbas animizadas y/o divinizadas y la presencia de la Luz y la Fuerza. 291 En el poema “VII” encontramos una suerte de descripción de los pasos rítmicos que los oficiantes del rito debían realizar al mismo tiempo que cantaban el himno. A continuación, transcribimos los primeros quince versos de un total de 23: “EL PIE, EL VAIVEN DEL PIE, el empellón del piso en el empeine, lisa combinación urdía su trenza, etérea, con el coro, el ímpetu del coro, el embalse de voces en elevado enjambre circuía las lámparas de una verberación multicolor, rosada correa la que atando al desmayo el temblor de los tucos liberaba la lívida flotación de la estela en remolinos de haces, tan livianos, despeinaban el fleco con el roce de un ánima, de un aura, el rodete corona sacerdotisas blancas, limousine de charol que embarcaba los hálitos, las ansias, al derretir grisú las pompas irisadas, de rosar la grisura con un golfo de incienso, un abanico de humo, ola, orla y aureola de la luz, crucifijo estirado hasta el tonseo de miembros enyedrados, escultura de lianas barnizando torsiones de los muslos morenos, adivinados al trasluz del lino en el vaivén del pie, sur timo, rijo en el rutilar de los colores, tenía una fijeza de marea abrazando el pantano costanero […]” (Poemas 265) En estos versos se logra apreciar la siguiente yuxtaposición de dominios léxicos que se presentarán de manera aleatoria a lo largo de todo el libro y que corresponden básicamente a los siguientes rótulos: ritmo, armonía, luz, color, vegetales. De este modo, el vaivén se urde con el coro vinculándose de inmediato con un campo semántico relativo a la luz y el color, constituido básicamente por los siguientes elementos: lámpara, verberación multicolor, estela en remolinos de haces, derretir grisú de pompas irisadas, lianas barnizando torsiones, adivinados al trasluz del lino, rijo en el rutilar de los colores. Como puede observarse se trata de una sucesión de metáforas puras que complejizan una eventual reconstitución de lo referido, pero que, sin embargo, constituyen referencias tangenciales a la figuración luminosa de la divinidad en el Daime. Es interesante observar como dentro de estos elementos léxicos recién enumerados hay uno disonante: verberación multicolor, en el que advertimos que la recurrencia del tema de la luz estimula la asociación de la primera palabra a la 292 reverberación “Dicho de la luz: Reflejarse en una superficie bruñida.” (RAE)148, sin embargo, la ausencia de la sílaba re lo convierte en “1. tr. Azotar, fustigar, castigar con azotes. U. t. c. prnl. 2. tr. Azotar el viento o el agua en alguna parte.” (RAE)149, generando un inesperado nexo con el elemento predominante del poemario, el agua. Además de la referencia a la danza rítmica y al coro característico, se menciona el uniforme de los fardados, generalmente fabricado con lino blanco: “muslos morenos, adivinados / al trasluz del lino en el vaivén del pie”. De esta forma, los aspectos constitutivos del rito se mezclan con consideraciones metafísicas como la comunión de cuerpo y vegetal –miembros enyedrados, lianas barnizando torsiones de muslos morenos–, además del sincretismo característico manifestado en el encuentro del incienso y el crucifijo, propios de la imaginería católica, y las referencias a la flora en la que se centra la cosmogonía indígena. Al mismo tiempo, se hacen guiños a una estética kitsch que, en el caso de Aguas aéreas, se manifiesta como un inventario de vestimentas o maquillajes brillantes y/o llamativos, elementos utilizados para causar la impresión de materias preciosas y lujosas en un contexto popular. Se podría decir que la manifestación de este patrón estético en Perlongher tiene lugar a través de una modalidad metonímica, no por el retrato del objeto asociado a una estética kitsch, sino que más bien por la enumeración caótica de las fibras y/o materias que lo componen. Es importante consignar que los elementos de dicho patrón estético integrados por la textualidad daimística se encuentran con los que el neobarroso ya poseía en esta misma línea, indiferenciándose, sin que podamos discriminar si un determinado giro kitsch corresponde a la pervivencia de una vocalización neobarrosa o a un elemento del imaginario del Daime. Tomemos como ejemplo el siguiente verso: “la hoja, femenina, su brujería vegetal, hincaba en los corpúsculos de bruma la hidra, el aullido modulado de la interrogación, en el traspié, en el cimbreo que se arqueaba al resbalar en los listones húmedos, aura mojada por la lama de charcos agrios y en su góndola remontar el aullido, el glanduleo de las velocidades en el légamo, o acaso la isla de neón tullido entre cuyas hendiduras podía vislumbrarse, en los humores de la transpiración, el brillo de la estrella, o eran las purpurinas del vestido de noche de la diosa deseándose brillar” (Poemas 265) 148 149 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=reverberacion [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=verberar 293 En este fragmento reconocemos la referencia a la chacrona –la hoja, femenina–, yerba que en la cosmogonía daimística se identifica a lo femenino y que en el poema va vinculándose gradualmente a una estética kitsch, en la medida en que la mención inicial termina matizándose con los atuendos de un espectáculo de revista gracias a la mención del brillo de la estrella, la purpurina en el vestido de noche de la diosa. El kitsch en el Daime se asocia al lenguaje hímnico, a la decoración devota de las iglesias, así como también a las mirações –este concepto suele ser traducido por los autores concernidos por el tema como miraciones y mareaciones– provocadas por la ayahuasca. Éstas corresponden a las percepciones visuales propias del estado alterado de conciencia producido por el consumo de la bebida psicoactiva y la estimulación causada por los himnos y su percusión. Estudios al respecto han detectado la aparición de: “entidades que pueden adoptar la forma de animales, shamanes indios o mestizos, negros, empresarios extranjeros, blancos, caucheros, princesas salidas de los cuentos de hadas europeos, ángeles armados de espadas de la iconografía cristiana, oficiales del ejército, médicos célebres o hasta seres extraterrestres provenientes de otros planetas” (McRae 41). Los elementos aquí enumerados relativos a las visiones que acompañan el éxtasis daimístico son una buena prueba de cómo el origen sociocultural del individuo en trance juega un rol fundamental en la definición del tenor y colorido de sus mirações. Este aspecto es recogido por Perlongher en sus poemas por medio de una imbricación de elementos relativos al lenguaje devocional de la espiritualidad amazónica. De esto modo, encontramos, por ejemplo, en el poema “El juego del claroscuro” la confrontación de lo que parece ser la referencia a un viaje en canoa, cuyo riesgo determina la posible aparición de animales, y una insólita referencia a una prenda femenina y una revista de moda argentina: “Había el peligro de la gran serpiente fluvial, la amenaza sombría de la raya, la sonrisa desconfiada de los yacarés y la raída sombra de una tortuga al sumergirse entre las estelas alborotadas. Todo tan leve y al mismo tiempo tan caliente, tan exhausto. Nos doblega con su inmensidad el cielo como un tapado celeste inspirado en Femirama. Una sutil femineidad cincela con 294 delicadeza los cuerpos trabajados (a tachas) de los que reman y sus gestos ágiles como panteras en el marihuanal” (Poemas 283) En este fragmento se puede ver como el mundo del Daime se mixtura a elementos propiamente perlonghereanos que conectan la enunciación con referentes de la cultura popular. Este no es el único lugar donde los animales típicos de los territorios amazónicos se enfrentan a un léxico que les otorga un matiz kitsch. Sucede también en el caso del poema “Diamante” en donde encontramos: “Erizos, aguas vivas Caperuzas cartilaginosas Para los maquilleos de las orlas Sirenas de celofán” (Poemas 268) Del mismo modo, en el poema “Paso de la serpiente” en el que la silenciosa y solemne entrada de la serpiente en escena descrita en la primera estrofa se convierte en “SERPENTINA DE COBRAS en el ballet mohave” (Poemas 297). Estos son ejemplos de como el mundo referencial del Daime se filtra a través de un decir neobarroso. La trascendencia metafísica de la luz en el Daime es un aspecto que se aviene con la inclinación por lo rutilante que describía la poesía anterior de Perlongher. A estos casos en que espiritualidad y neobarroso parecen encontrarse en una relación de concomitancia estética, se suman otros ejemplos en los que podemos reconocer la afición del poeta por ocultar referencias escatológicas bajo matices de rutilancia. Es así que en el poema “XII” leemos: “INSTARONME a que empinase el ancho cálice, no dejase ni una gota ni una costra acre. Nervaduras del cráter craquelé 295 la visión en el pliegue, la legaña arañesca, comisura lacar ahoga en destellos el dije hundido en el cáliz cuarteado de pupilas indecisas en fuga: velámenes brocados, guadamecí en topacio, incrustación interna, el borborigmo tremores lacunares chata en tílburi en el tiborcillo por enemas AGUAS ALUCINADAS AGUAS AEREAS aguas visuales tacto en el colon húmedo geyser (o jersey) ístmico. Que ni un dejo.” (Poemas 271) En este poema se hace referencia al acto de consumir la bebida ritual y a sus consecuencias de índole alucinatoria y también a los efectos secundarios que éste tiene a nivel estomacal. Los elementos que indican consumo de la ayahuasca estarían principalmente concentrados en las tres primeras estrofas en las que se hace referencia a un cálice/cáliz y a beber completamente su contenido hasta que no dejase ni una gota. En las estrofas sucesivas se intercalan elementos que denotan riqueza como el brocado, 296 “Dicho de una tela: Entretejida con oro o plata” (RAE)150, el guadamecí en topacio “Cuero adobado y adornado con dibujos de pintura o relieve” (RAE)151, matizados con referencias al sistema digestivo a través de la palabra borborigmo, movimientos y sonidos intestinales. Luego se incluye la palabra tremor, la que en español refiere al comienzo del temblor y en portugués al “movimento violento e vibratório em diversas direções” (PRIBERAM)152 lo que hace aumentar la idea de indigestión. A continuación, se menciona la chata, “Bacín plano, con borde entrante y mango hueco, por donde se vacía. Se usa como orinal de cama para los enfermos que no pueden incorporarse” (RAE)153 que aparece, posteriormente, en una versión más fastuosa: tibor, “Vaso grande de barro, de China o el Japón, por lo regular en forma de tinaja, aunque los hay de varias hechuras, y decorado exteriormente” (RAE)154. Hacia el final del poema leemos “por enemas / AGUAS ALUCINADAS / AGUAS AEREAS / aguas visuales / tacto en el colon húmedo”, versos en los que parece apuntarse la relación de correspondencia entre el título del libro y las heces. Los últimos versos del poema parecen resumir una asociación antes presentada digresiva y fragmentariamente en el poema que nos enfrenta a una jugarreta típica del neobarroso. Si en libros anteriores pudimos ver asociados por su verso el fasto heroico a las materias excrementicias, en este caso, advertimos que es bajo el espejismo del misticismo que Perlongher esconde su sorpresivo registro escatológico. El agua como elemento natural utilizado en asociación al Daime no podía sino estar definiendo la presencia de lo sagrado, paradójicamente, el poeta lo arrastra, en un par de palabras, nuevamente, al dominio del cuerpo en alusión a la diarrea característica que acompaña el consumo de la bebida. Por su parte, el “Autosacramental do Santo Daime” presenta aspectos que lo vuelven un texto bastante peculiar en el concierto de la escritura perlonghereana, sobre todo por su género de ostensible finalidad religiosa. Se trata, en efecto, de una composición dramática inconclusa en la que participan alegorías de La Luz, La Ayahuasca, La Fuerza, El Viento, Los Indios, El Coro de Hombres y Mujeres. Sus intervenciones tratan del nacimiento de la ayahuasca a partir de una mixtura de hierbas 150 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=brocado [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=guadamec%C3%AD 152 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://www.priberam.pt/dlpo/default.aspx?pal=tremor 153 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=chata 154 [Consultado el 8 de noviembre de 2012], http://lema.rae.es/drae/?val=tibor 151 297 y de algunos aspectos de la vida en la comunidad del Daime. Su escritura adopta los rasgos de los himnos tales como el verso corto con tendencia octosilábica, la presencia de rimas consonantes y asonantes, así como también un lenguaje que se diferencia del típicamente neobarroso, en la medida en que éste se vuelve más transparente. El tono no es en ningún caso irónico pudiendo comprobarse su carácter devocional en la inclusión de instrucciones respecto de la disposición que debían tener los feligreses y los signos religiosos, como la cruz de Caravaca, en el rito del Daime. El tono y la transparencia de los enunciados observados en este texto nos permiten pensar que Perlongher no lo habría incluido en alguna de sus publicaciones por no responder a la oscuridad característica del neobarroso. Recordamos el caso del poema “Tuyú” publicado en la revista Xul en septiembre del año 1981 que también ostentaba un lenguaje en el que el neobarroso aparecía con mucha menor fuerza. Este aspecto nos permite colegir que el Autosacramental da cuenta de una motivación ritualística no sólo por su género, sino que también por su tratamiento del lenguaje. De modo general, se reconoce en el poema un tipo de escritura atípico en el neobarroso, salvo pequeñas excepciones en las que es posible reconocer la tesitura perlonghereana como es el siguiente fragmento extraído de una intervención de La Ayahuasca. Las palabras destacadas responden a los criterios preciosistas y enciclopedistas que el poeta utilizara, en ocasiones, para la selección de su léxico: “[…] Puede ser que algún indio de una tribu me recogiese de manos del Dios de la Tempestad, o que una anaconda iridiscente mondando con serpear radiante esmeraldinas caliginosidades, pariese en el encuentro de las aguas mi ágil delicuescencia evanescente y firme; y fuerte; y sobre todo, fuerte.” (Papeles 52, énfasis mío) Otro aspecto interesante del texto y que puede confirmar su finalidad espiritual es el detallado relato que la voz de La Ayahuasca realiza de su origen constituido por las 298 labores de extracción y preparación de la bebida. Ésta consideraría la síntesis del jagube, hierba masculina, y la chacrona, hierba femenina: [Habla la ayahuasca] “Los hombres, entretanto, me buscan en la selva; o, mejor dicho, buscan la liana divinal: ella no es fácil de arrancar, se aferra con toda (que mucha) su fuerza al corazón terrestre del alma de las cosas y sólo permite que la lleven si una música impregna con delicados tonos de agreste almíbar la fantasmagoría de la selva.” (Papeles 53) La acuciosidad con la que estos versos caracterizan el proceso otorgan al texto un carácter pedagógico que apunta a ilustrar el delicado procedimiento, también ritualizado, del rescate de la hierba en el que, según corroboramos en una carta a Sara Torres de octubre de 1989, Perlongher participó: “Lo mejor fue participar en el ‘feitio’, fuimos a desenredar liana de los troncos en el medio de la selva, bajo el ataque de unos mosquitos minúsculos que se meten bajo la ropa. Los hombres se encargan de las lianas y las mujeres de las hojas, al son de cánticos divinos. ‘Bater’ (macerar) el Daime con una maza sin perder el ritmo de la música (todo rítmico, rimado, musical: ‘asociación espírita-musical’, defínenla)” (Papeles 437) La confrontación de Aguas aéreas y el Autosacramental do Santo Daime permite contraponer las dos formas en que se sintetizó literariamente el sustrato lexical daimístico. El poeta, consultado por esta dicotomía fue claro en observar que “Se puede decir que la poética trabaja en torno del éxtasis pero no necesariamente que lo problematiza” (Papeles 389). Esta afirmación parece hacerse desde el punto de vista de lo realizado en el interior de su obra en la que su experiencia religiosa es absorbida bajo la forma de una nueva porosidad textual carente de carga doctrinal, con excepción del Autosacramental en el que se aprecia una suerte de pastiche del lenguaje ritual asociable a los feligreses del Daime. 299 Este recorrido a través de los textos ligados al Daime ha tenido por objeto establecer los alcances textuales que su práctica tuvo en la obra de Perlongher y descartar la idea, alimentada por parte de la crítica, de que su producción poética, particularmente la de Aguas aéreas constituiría un espacio discursivo transido por consideraciones religiosas o el producto de una escritura inspirada, en el sentido religioso del término. Del mismo modo, este análisis ha servido para observar como la poética del trance refiere simultáneamente a su propia lengua y también al mundo, en la medida en que ésta realiza una operación de homologación lingüística del Santo Daime. Ahora bien, la aprehensión de un mundo espiritual en tanto que lengua, no es un acto exclusivo de la escritura perlonghereana y puede ser entendido como una extensión natural de las consideraciones teológicas que explican la divinidad en tanto que verbo. Sin embargo, la propuesta neobarrosa marca un punto de inflexión creativa al abordar artísticamente una religión periférica por medio de un lenguaje poético excéntrico a las literaturas canónicas. 300 Capítulo 3 CADUCIDAD DE LA LENGUA 301 3.1 Mímesis barroca: idiomas para escenificar la muerte La poética del trance nos permite enfrentar la obra de Néstor Perlongher como una escritura que habla de ámbitos particulares de la experiencia y de los intersticios de su lengua conformando una suerte de corpuslinguae de manera más o menos simultánea. Éste nos permite rehacer la trashumancia de un cuerpo, así como también su derrotero reflexivo, recordándonos que no hay viaje sin cavilación, ni exilio sin marca en el lenguaje. Durante el capítulo anterior, dirigió nuestra reflexión la pregunta por las manifestaciones que adoptó el cuerpo en trance a nivel idiomático, llevándonos a observar la manera en que esta escritura manipuló creativamente el idioma mediante diversos mecanismos que terminan extrañándolo de su condición de lengua materna. Al mismo tiempo, pudimos entrever el correlato experiencial que tenían las disfuncionalidades lingüísticas que el poeta explotó artísticamente en sus textos. Esto permitió formarnos una idea más acabada de cómo opera la referencialidad dentro del neobarroso, a saber, en base al despliegue sintomático de equívocos y muestras de agramaticalidad en sus versos. A la luz de estos avances, el noveno capítulo de nuestra tesis abordará el último libro del autor que, además de ser el último eslabón de una cadena de seis libros de poesía, refleja las últimas semanas de vida del poeta. Este hecho cobra relevancia, en la medida en que El chorreo de las iluminaciones da cuenta, por su propia estructura, de su condición de texto terminal. De este modo, el libro, así como los textos contemporáneos a éste, se convierten en un testimonio palmario de una confusión entre las dimensiones literaria y vital, y de cómo la crisis del hombre-poeta fue, en el fondo, una crisis de lenguaje. El Chorreo de las iluminaciones, tanto como las escrituras que le circundaron, revelan una serie de crisis discursivas fuertemente ligadas a otras de índole personal que parecen conducir su poesía por una ruta de creciente transparentación del lenguaje. De esta forma, su última obra puede entenderse como un libro elegíaco en el que se visualiza el trance de la enfermedad y el descalabro de las certezas estéticas del poeta durante su tránsito hacia la muerte. Desde un punto de vista formal, este libro se destaca por tratar gran parte de los ejes estético-discursivos ostensibles en las obras anteriores, constituyendo una suerte de muestrario temático en el que reconocemos, en orden de aparición, la presencia del 302 intertexto modernista en los poemas, “TEMA DEL CISNE HUNDIDO (1)” y “TEMA DEL CISNE HUNDIDO (2)”, el tema del homoerotismo proletario en “MORENEZ 1”, “MORENEZ 2”, “ALBAÑILES DESNUDOS (1)” y “ALBAÑILES DESNUDOS (2)”, ejemplos de neobarroso en su estado de máxima exacerbación en poemas como “STREP TEASE” o “DESPUES DEL EXTASIS” en el que, además, se reconoce la textualidad daimística. Del mismo modo, se observan poemas en los que se revive el intertexto teórico como “LACACON (ENTRE LACAN Y CONAN)”. En otros casos se aborda con claridad el campo referencial daimístico como “EL AYAHUASQUERO” o “ALABANZA Y EXALTACIÓN DEL PADRE MARIO” y, hacia el final, encontramos aquellos poemas en que emerge la figura del hablante enfrentado a la muerte tales como “CON PACHULI EN LOS LOBULOS”, “EL MAL DE SI” o “CANCION DE LA MUERTE EN BICICLETA”. Los últimos textos de este libro muestran un lenguaje poético desprendido del embarrocamiento observado en las publicaciones anteriores, situación que puede ser interpretada como una consecuencia de la cercanía que el autor experimenta con el tema de la muerte. Esta relación cobra sentido al considerar que este hecho pudo haber estimulado una reorientación de sus textos hacia un lenguaje que expresara con mayor claridad el horror inherente a este trance. Consecuencia de esto puede ser también la abundancia de poemas dedicados en este volumen que, en sus treinta y dos textos, registra nueve dedicatorias a los siguientes escritores: María Moreno, Osvaldo Lamborghini, Cesar Aira, Reynaldo Jiménez, Mónica Jiraldez, Manuel Puig, Oscar Cesaroto y Arturo Carrera. El aumento en la aparición de este elemento resulta interesante, en la medida en que refuerza el carácter elegíaco del libro y conforma una suerte de heredad cuyo destinatario el poeta desea indicar en vida. Para entrar en el capítulo final de la obra perlonghereana –y sobre el entendido de que en esta zona de su obra se constata una inflexión de la referencialidad– parece necesario adentrarse en aspectos biográficos particularmente relevantes por la relación estrecha que éstos parecen describir con las textualidades de mayor extensión en su escritura. Entre éstos encontramos el viaje a Paris que el poeta realizó el 15 de octubre de 1989, con el fin de realizar una tesis doctoral bajo la dirección del connotado sociólogo Michel Maffesoli. 303 La correspondencia que el poeta sostuvo con su amiga Sara Torres constituye la principal fuente de información respecto de esta etapa de su vida dada su periodicidad y el tenor fraterno que la caracteriza. Uno de los aspectos que se destaca en relación a la actividad académica del poeta es la ansiedad que en él despierta un aparente cambio de tema en su proyecto de investigación doctoral. En carta del 30 de julio de 1987 leemos: “me ha llegado una amenaza de invitación para hacer el doctorado en París, en la Sorbona, bajo la orientación de Michel Maffesoli, que se interesa por la sociología de la orgía” (Papeles 425)155. Estas líneas nos permiten colegir que el nexo entre el académico francés y el poeta se basaba en un interés común por el tema de las manifestaciones históricas y contemporáneas de la orgía, rasgo visible tanto en los trabajos del primero, como en la investigación que Perlongher desarrollara respecto de la prostitución en entornos urbanos. Sin embargo, en una carta redactada casi un año más tarde al mismo interlocutor –9 de junio de 1990– , luego de cuatro meses de haber llegado a Francia, advertimos lo siguiente: “No sé nada. Qué haré con mi doctorado, por ejemplo, largar todo? Insistir? Además mi cambio de tema ha sido demasiado abrupto: de la sexualidad a la religión. De un tema en el que era un especialista a otro en el que no sé nada. De todos modos reconozco que la temática del éxtasis es fascinante. Santa Teresa de Jesús veía y sentía cosas increíbles. Sólo aquí estoy tomando conciencia del salto abrupto que di o estoy dando –y me siento como colgado en la mitad.” (Papeles 446) La modificación en el tema de su tesis llenó de incertidumbre a Perlongher, pero al mismo tiempo determinó su acercamiento al tema del éxtasis sobre el cual ya acumulaba una experiencia importante desde el punto de vista práctico. Sus lecturas de Santa Teresa influyeron en la preparación de su quinto libro Aguas aéreas, en el que se utilizó un fragmento de una de sus obras –Vida de Santa Teresa de Jesús– como epígrafe. Su interés por la poesía mística perduró y, aunque luego de casi diez meses en Paris decidiera abandonar su doctorado sobre este tema, postuló a la beca Guggenheim con un proyecto de escritura sobre el autosacramental en el que fue apoyado por Tamara Kamenzain, Josefina Ludmer y Ricardo Piglia, según consta en carta a Sara Torres del 2 de septiembre de 1991. 155 Carta a Sara Torres del 30 de julio de 1987 304 Su encuentro con la ciudad luz es, desde el primer momento, complejo por las dificultades de adaptación experimentadas a causa de la falta de conocimiento idiomático y por las exigencias presupuestarias que su estadía implica. El viaje de Perlongher fue financiado por la Universidad de Campinhas, sin embargo, le fue necesario utilizar parte importante de sus ahorros para cubrir los altos costos de vida. El estado que caracteriza su estadía en Francia es la confusión y el arrepentimiento, en carta a Sara Torres del 26 de noviembre de 1989, leemos: “no sé en virtud de qué absurdas vicisitudes que contaron con mi ciego entusiasmo ahora en su ceguera parcialmente develado como un Borges que gracias al zen comienza a ‘ver algo’ o a entrever un poquito a poco del desastre de esta desterritorialización que nos resarce castigándonos duramente por el mito de la ciudad eléctrica y luz y pagamos en tristezas saudosas el atroz precio de ese mito tan distante y ajeno. Querida Sara, esto es horrible.” (Papeles 439) En este fragmento se observa la sensación del poeta de haber caído en una suerte de trampa, específicamente la del mito de la ciudad luz que lo lleva a experimentar una gran nostalgia por Brasil, su país de residencia, y también por su país de origen, Argentina. Las percepciones negativas que los diversos rasgos de la vida como investigador en Francia le generan, adoptan el particular signo de la paradoja, en la medida en que comienza a experimentar una antipatía por texturas y sentidos que, según se corrobora en su obra, habían inspirado previamente su disfrute e interés. En esta línea, reconocemos por ejemplo sus críticas a la arquitectura francesa que, desde un punto de vista estético, puede relacionarse con una expresión barroca. En la carta recién citada, el poeta caracteriza del siguiente modo a la ciudad: “Están las avenidas con sus caballos dorados elevando la panza hacia un vacío amarronado de perspectiva en diagonal y la sorpresa de ser cogido en un volver de cara rictual o muéquico, muñeco, por un palacio en forma de torta octogonal […] mucha monumentalidad y rulito de oro en un estilo que llaman ‘pompier’ y que se caracteriza por la proliferación de doraditos y angelotes en poses kitsch” (Papeles 439) Resulta paradójico el cansancio del poeta por formas que inspiraron antes un goce estético en su escritura. Este contrasentido queda en evidencia en la descripción de 305 Paris en que se critica su barroquismo por medio de una expresión que es en sí misma neobarrosa. El trance corporal y cultural que vivió Perlongher durante su permanencia en Europa tuvo que ver con la limitación de sus competencias sociales en el contexto de un país cuyo idioma no dominaba y de una idiosincrasia difícil de descifrar para el poeta, quien además vio su capacidad de adaptación afectada por los rasgos propios de su carácter y el desequilibrio emocional que le causó el descubrimiento de su seropositividad. Néstor Perlongher debe afrontar la noticia en un contexto emocional complejo, sumando al malestar producido por su situación de extranjería, el de los efectos secundarios del tratamiento con AZT. El poeta declara en carta del siete de julio de 1990: “Acabo haciendo nada o muy poco; una de las peores cosas es que a partir del momento en que estoy tomando antibióticos me dicen que no puedo tomar Daime y eso me ha dejado realmente en ruinas. Aparentemente habría alguna incompatibilidad pero como te podrías imaginar nadie sabe demasiado del asunto.” (Papeles 449). Sus líneas dan cuenta de una fricción entre su interés por el consumo de la ayahuasca y la creciente necesidad de un tratamiento efectivo para su enfermedad. La bebida psicoactiva constituyó, según expresa en sus cartas, un sostén que debió abandonar por incompatibilidades con la medicación retroviral. Estos antecedentes son de relevancia, pues representan el fundamento experiencial de una crisis con los lenguajes de su vida, sustratos lingüísticos y culturales que dieron forma a los discursos fundamentales identificados en su obra. La tensión entre estas necesidades de índole espiritual y corporal tienen efectos en la dimensión emotiva del intelectual poniendo en trance sus discursos, en la medida en que tanto la enfermedad como el alejamiento forzado del Daime generan un cuestionamiento respecto de dos de los principales trances que su pensamiento aborda, a saber, el trance erótico y el trance extático. En el caso de la sexualidad, Perlongher desarrolla una postura de mayor moderación, dando un giro en consideraciones respecto a la enfermedad. En su libro El fantasma del sida, en el que pretendía dar una visión que desestigmatizara a la población homosexual, se percibía una sospecha en relación a la potencial función disciplinante de la profilaxis aplicada a los pacientes seropositivos, mientras que en un texto como La desaparición de la homosexualidad, redactado el año 1991, expone con pesadumbre y un dejo de arrepentimiento la tesis del exceso: “la 306 siniestra coincidencia entre un máximo (un esplendor) de actividad sexual promiscua particularmente homosexual y la emergencia de una enfermedad que usa de los contactos entre los cuerpos (y ha usado, en Occidente, sobre todo los contactos homosexuales) para expandirse en forma aterradora” (Prosa 85). En efecto, el trance de la enfermedad cambia la perspectiva que el poeta tiene sobre lo que ha sido su propuesta discursiva. Del mismo modo, y ante su nueva realidad de vida, el poeta reevalúa los valores fundamentales del Santo Daime y comienza a evaluarlos negativamente: “Me decepcioné mucho, porque vi que se declamaba ese proyecto de amor, de solidaridad y de ayuda y de cura, pero que era muy retórico, no real. Y que dependía más de las versiones personales que de una actitud samaritana. Eso me produjo una desilusión muy turbulenta y una cosa de mucho sufrimiento. Creo que me dio un contrashock. Aunque en un primer momento estaba más ligado, ahora, paulatinamente, como no tomo daime, voy saliendo.” (McRae, Recibir 382) Esta entrevista del año 1992 se registra a sólo semanas de la muerte del poeta, consignándose su total alejamiento del consumo de ayahuasca y una serie de cuestionamientos emotivo-espirituales que se traslucen en sus cartas y artículos dando cuenta de la crisis entre el poeta y sus lenguajes. Ésta se expresa por un desarme en las convicciones estéticas del poeta, cuyo testimonio poético constituyen los últimos poemas incorporados a El chorreo de las iluminaciones, donde el lenguaje se transparenta, racionalizándose a medida que la agonía se hace presente. La inestabilidad emotiva redunda en una suerte de aversión a patrones ideológicos y/o estéticos previamente apreciados, situación que puede constatarse en el texto “Nueve meses en Paris” en el que el poeta da cuenta de la magnitud de sus desencuentros con la sociedad e intelectualidad francesa: “El extremo más escandaloso es Baudrillard, suerte de payaso de masas que, por dos o tres veces que la pega, se manda cuarenta mamarrachadas. Tal es el precio de la fama. Michel Maffesoli lo mismo, dice cosas interesantes, pero a veces lanza cualquiera, como quien suelta serpentinas en la carnestolenda veneciana. Deleuze, de lejos lo mejor, es absolutamente inabordable. Retirado de la universidad, es un sujeto completamente hosco que hace deliberadamente la política de producir rechazo” (Papeles 171) 307 Este fragmento da cuenta del ácido tenor con el que el poeta retrató su temporada en Paris, al mismo tiempo que nos recuerda la ironía y causticidad que vertió, luego de su encuentro en Brasil con Deleuze, en el texto “A que vino de Paris Mr. Felix Guattari”. Este texto nos da indicios de que la crisis con la capital francesa fue más bien una crisis con su intelectualidad o, al menos, con la interpretación que él había hecho de ella. El poeta había construido una serie de expectativas con respecto al actuar de los autores de las obras que lo habían cautivado, sin embargo, éstas tenían mucho que ver con la recepción que dichos textos tuvieron en el circuito académico y literario latinoamericano. Sus dichos reflejan su deseo de que los autores se parecieran a los valores y carácter emanados por sus obras, desatendiendo, por ejemplo, el tema de las diferencias idiosincrásicas entre autores y lectores. Lo interesante de esto es que el poeta reprocha a los teóricos, en el fondo, el no vivir la teoría como él lo ha hecho, vale decir, como un gesto de trinchera. Al choque cultural experimentado por Perlongher se sumaba el contraste entre la valoración que los autores de su interés recibían en su contexto académico de origen y la recepción, aparentemente menos elocuente, que éstos recibían en Francia. Su apreciación es susceptible de ser cuestionada, en la medida en que implica la imposición de códigos de expresividad social que en ningún caso son comunes a territorios geográfica y culturalmente tan alejados como Francia, Argentina y Brasil. De todos modos, lo interesante es observar la utilización de sus referentes teóricos y culturales como una zona de tensión en que se transparentan sus problemas de adaptación y antipatía por la sociedad francesa. Veamos el siguiente fragmento a modo de ejemplo: “Esa inflada entelequia es completamente ajena al pensamiento de Deleuze. Por una vez que alguien menciona la palabra desterritorialización, un lugar tan raro que merece una fiesta. El lugar que ocupa el gran Deleuze es lo más parecido a una continuación de Genet, volumen 4, o tomo V de las obras completas de Artaud. Eso es lo que nos pasa, nuestro error: nos fascinamos con personajes que en Francia son absolutamente marginales, los tienen cagando a palos. Los que a nosotros nos gustan, en Francia, son los reventados, los que ellos han acabado, perseguido, apaleados hasta la crucifixión, haciéndoles la vida imposible” (Papeles 171) En este fragmento se observa como Perlongher contrasta la recepción que estos autores tuvieron en Argentina y Francia, construyendo una especie de enfrentamiento de 308 trincheras intelectuales entre el gusto rioplatense y el galo. En este fragmento queda en evidencia como el poeta monta un tinglado teórico en el que enuncia una apreciación personal como si se tratara realmente del rechazo colectivo antes aludido. Esto se observa al momento en que califica de error la supuesta falta de valoración de la que serían objeto los autores susodichos. Este razonamiento, profundamente neobarroso, tiene por consecuencia la homologación de su desmedrada situación a la marginalidad asignada en este texto a los teóricos de sus afectos. Ahora bien, resulta apropiado preguntarse por la incidencia que sobre estas valoraciones y cuestionamientos tiene la circunstancia vital por la que el poeta pasa. ¿Hasta qué punto la crisis con sus lenguajes teóricos es influida por un trance físico y de conciencia? Lo cierto es que de estas palabras se desprende una valoración negativa expresada en términos de una notoria causticidad que comienza a corroer una vez más lo que, algunas páginas atrás, fue para el poeta savia nutricia de su creación. En este capítulo se advierte una suerte de indiferenciación entre el registro vital y el literario, en la medida en que, desde el momento en que el poeta confirma su seropositividad, comienza a registrarse en su producción la idea de fin de los discursos. Perlongher hace corresponder su muerte con la desaparición de los flujos teóricos con los que se identificó, situación que se patentiza en el siguiente fragmento: “pero es que a partir de esta década siniestra y tenebrosa del ’90, toda esa onda de la alternativa, del psicodelismo, de la locura, en fin, se ha terminado, feminismo, movimiento gay, se ha terminado de destruir y ha lanzado vástagos horrorosos que se revientan por las calles, con la heroína sustituyendo al LSD- Algo soez, vil: se quieren matar. Una saga letal […] Genet hiede. Todos los vínculos entre la marginalia y la sociedad normal han sido destruidos.” (Papeles 174) A la anteriormente advertida homologación de su propia situación de marginalidad con los referentes teóricos, aparentemente excluidos por la recepción académica francesa, se suma la imagen de la pérdida de vínculo con lo que el poeta llama la sociedad normal. Este giro otorga al texto un tono claramente elegíaco, se está hablando de una muerte aunque se hable de teoría, haciendo converger en un punto final e irreversible el cuerpo del poeta y los discursos o patrones estéticos que le representaron a lo largo de su vida. De todos modos, persiste la pregunta de si se trata 309 de la correspondencia impositiva de su muerte a los discursos o si se trata, más bien, del anuncio razonado del fin de éstos. Lo cierto es que la correlación entre el anuncio del fin de los principales discursos asociados al mundo de la clandestinidad por la violencia, como la depuración de su lenguaje poético, son la forma en que su escritura semantiza la tragedia de su propia desaparición. La poética del trance adquiere una renovada perspectiva en la inflexión final que constituye su memento mori. Ésta se presenta como un verdadero catalizador poético que problematiza las certezas teóricas delineadas por la obra de Perlongher bajo el signo de la destrucción, como respondiendo a la premisa de que todo discurso debe morir con el cuerpo de su enunciador. La escena de la debacle de los discursos en su obra puede ser leída como el intento simbólico por detener el constante trance de exilio que signó su vida y obra, como el deseo de hacer rimar su reflexión con el tránsito definitivo hacia la muerte. 3.2 Agonía de la palabra Durante la sección anterior revisamos algunos fragmentos de cartas y artículos en los cuales quedaba en evidencia la sintomática relación que el poeta desarrolló con Francia, su intelectualidad y, de modo general, con los grandes referentes teóricoreligiosos de su adultez y carrera. A continuación, analizaremos la evolución que dicho conflicto experimenta en la producción poética del autor, intentando desentramar la tensión del Perlongher inmigrante como una alegoría de la crisis global que el autor experimenta con los discursos centrales de su vida y obra. En este sentido, podemos destacar el poema “CHEZ GUEVARA a la manera de Emeterio Cerro” de El chorreo de las iluminaciones en el que se aprecia un vínculo referencial con la estadía del poeta en Francia. Esta situación se sugiere en el título, mediante la inclusión del lexema chez, adverbio que en lengua francesa significa: “en casa de” (Wordreference)156. La alusión al líder revolucionario cubano Che Guevara resulta evidente gracias a la utilización de su apellido y por la coincidencia entre la pronunciación francesa de la palabra chez, omitiendo la zeta final, y el apodo del 156 Definición extraída de Diccionario WordReference. [Consultado el 10 de abril de 2013], http://www.wordreference.com/fres/chez 310 revolucionario asignado en virtud de un rasgo típico del español de Argentina, la expresión che. El poeta elige referir al personaje histórico a través de su sobrenombre en el que se articulan los niveles de referencialidad y autorreflexividad –referencia al mundo y al mismo lenguaje, en este caso, la jerga argentina– a los que se sumaría el de autorreferencia, en la medida en que la partícula chez funcionaría como un guiño no sólo a la lengua extranjera, sino que también a la situación que el poeta vivió en dicho territorio, aspecto que se corrobora con la inclusión, al final del poema, del lugar y fecha de escritura del texto: “Paris, noviembre de 1989” (Poemas 332). Este es el primer elemento que permite al autor incluir en el texto aspectos de su trance de extranjería. A continuación, encontramos en el poema el epígrafe “Detestável Paris” (Poemas 329) acompañado del nombre del autor, Mario de Andrade. Esta cita cumple con anunciar la inflexión anímica del texto, haciéndolo dialogar con “Nueve meses en Paris”. Al revisar el contexto versicular de este epígrafe en el “poema XV” del libro del poeta brasileño nos llaman la atención los siguientes versos: “Abro tua porta ainda todo úmido do orvalho da manhã. Estávamos tão bonitos hoje... Os filhos dos fazendeiros Os filhos dos italianos... Tinha também alguns com a pele morena por demais. Como deve ser ridículo um negro passeando em Versalhes! Detestável Paris! Porém nós fazíamos a mesma raça, Grande gente nova sem ódios, Povo de trabalho e de aventura... Novo-continente, novo centro do mundo!...” (77)157 En este poema se advierte una relación entre el tema racial y la ciudad de Paris como si ésta fuera una suerte de ciudad de blancos por excelencia. Advertimos en estas líneas un preconcepto que contradice el carácter particularmente cosmopolita de la ciudad en la que visitantes extranjeros y ciudadanos franceses enriquecen una variopinta conformación racial. Tal como constataremos más tarde, en el texto de Perlongher el 157 de Andrade, Mario. Poesías Completas. Belo Horizonte: Villa Rica, 1993. 311 retrato de París no está exento de deformaciones y magnificaciones, aspecto que lejos de empobrecerlo, lo convierte en una evidencia de interés respecto de la subjetividad del autor. En estos versos se delinea el tema del contraste racial de una etnia característica del Brasil en oposición a la ciudad, aspecto en el que reconocemos la vivencia perlonghereana en Francia. Resulta evidente, en atención a sus razonamientos anteriores, la identificación del hablante con los originarios del Brasil referidos en el poema. Su cercanía con dicha cultura es la forma intertextualizada bajo la cual se camufla la inclusión de su trance en la escritura. Resulta interesante observar que, a la luz de este texto, el poeta parece no considerar a Brasil como un país extranjero –o, más precisamente, su país de exilio–, sino como una suerte de tierra que constituye, junto a Argentina, su lugar de origen. Estos dos territorios constituirán para Perlongher la casa y la cultura neutra en oposición a las cuales definirá Francia. A partir de esta reflexión comenzamos a pensar en la idea de un exilio de muerte, el que se opondría al exilio sexual antes aludido por el poeta, en la medida en que esta nueva forma de exilio incorpora la muerte del mito de la ciudad luz y la muerte del autor, a las que se suma “La muerte de la homosexualidad”, que mezcladas hacen finalmente agonizar al neobarroso. Estos tres fines se intersectan en las coordenadas de la cultura y territorio galo, otorgándole el rol de un chivo expiatorio sobre el que Perlongher vierte sus obsesiones terminales. La manifestación poética de este exilio de muerte corresponde a la transparentación de su lenguaje, una suerte de fibrilación de la poética del trance, en la medida en que este fenómeno correspondería a un desarreglo de los preceptos éticos por él defendidos a lo largo de sus versos. Resulta interesante constatar que durante los primeros capítulos de la obra neobarrosa la referencia al territorio extranjero estaba mayoritariamente ligada a indicar el traspaso de territorios por parte de un cuerpo. La escritura de Perlongher destacaba este rasgo como tema y estrategia de enunciación, al mismo tiempo que como rasgo metatextual definitorio de una manifestación neobarroca. Sin embargo, en El chorreo de las iluminaciones, la noción de traspaso de territorio está vinculada de manera evidente a un valor negativo, asimilable al rechazo. Ganar un territorio más allá de un determinado punto es un acto vivido con naturalidad en etapas anteriores de su obra, incluso experimentado gozozamente en 312 cuanto consecuencia natural de un deseo sexual y/o deseo de salida de sí. Éste constituye un nuevo punto de quiebre en la retórica perlonghereana en el que se constata que el viaje del poeta a París comporta la destrucción del mito modernista de la ciudad luz, retratado como hábitat ideal de los poetas y, más profundamente, como una coartada para la nostalgia por el lugar de origen, una suerte de locus amoenus que constituye, en este caso, Brasil y Argentina. El cuerpo en permanente trance de exilio, se detiene en el disgusto de una última extranjeridad. En esta línea, el tema racial emerge en Perlongher como fricción entre lo extranjero y la noción de sustrato racial nacional. Este enfoque atrapa la atención del poeta, situación que se vuelve palmaria en un texto como “Nueve meses en Paris” en el que describe bajo el título de “La guerra racial” su percepción del racismo en Francia. Observemos el siguiente pasaje: “París es la guerra racial desencadenada. Los árabes, son escupidos. Se anda en el metro como si se estuviese en medio de una película de la Guerra Fría: en cualquier momento vuela un árabe por la ventanilla. O te atacan ellos. Hace mucho que detestan a Francia; hace más de 150 años que son esclavos de los franceses […] Los que se hartan huyen de Francia. Los que consiguen escapar son geniales (hasta que vuelven, ahí los suicidan como a Van Gogh).” (Papeles 175) En este pasaje se manifiesta vívidamente la causticidad perlonghereana, reconociéndose en esta línea un lenguaje carente de atenuaciones que funciona como un surtidor de juicios lapidarios. En este tono se situa el tema racial en el plano bélico – donde Perlongher parece llevar los temas que le conmovían de manera más profunda– a través de frases que figuraban a París como una guerra racial, o a su metro como una película de guerra fría. Esta idea se refuerza por la serie de actos de victimización asociados a los árabes quienes serían escupidos, tirados por la ventana del metro y esclavos de los franceses. El contexto de esta supuesta confrontación bélica de inspiración racial es planteado como el cotidiano de la capital francesa, marcado por una tensión que mantiene el ambiente de la ciudad en una constante ebullición violentista. De este modo, el poeta quiebra la concepción caricatural de París como el símbolo de valores tales como la igualdad y la fraternidad, para caracterizarlo en términos de un paisaje 313 urbano marcado por la segregación en el que las opciones, según indica el poeta en el texto, son huir para sobrevivir o quedarse para ser suicidado. El tono de alarma y desesperación con que el poeta retrata París nos recuerda el utilizado en su correspondencia con Osvaldo Baigorria para describir el Buenos Aires de la represión policial y el golpismo. De esta forma y del otro lado del Atlántico, la ciudad en que conociera los cruentos embates del terrorismo de Estado se evocaba benignamente al lado de una París inquisidora y amenazante. La energía negativa que el poeta imprime a su comentario guarda una relación de consonancia con un pasaje del poema “Chez Guevara” en el que aflora la idea del rechazo al extranjero inspirado por los rasgos que el poeta les adjudica en el poema: “Pero cuánto trabajo dábanos intentar o al menos fabular una deshidratación de las anchas capas que cubríanles algo que llamamos por loor a la metáfora de piel, esa metáfora de piel tan fuera de la meta llamarla por la piel de su toilette, el tilo de su nombre sin tino resplandece por haber abarcado en algún tiempo una laguna virginal, un níspero que a esas mozuelas galas tan engalanadas se les escapaba como emanaba de las emoliencias del vestido apretado tan planchado que vértigo les daba al descender las escaleras del metro sin meteoro ni lunas a la vista se desprendía un tufo al que si algún origen argelino fuese achacable no habría duda que les horadarían el sempiterno escándalo del alza y atrás de los breteles buscarían la mano grotesca de ese árabe escondido para escarnio de todos los franceses habitantes de galia engalanada, tanto trabajo daba desmontar la estructura de tules cataratas que lívidas las minas renunciaban a escarabajear abriendo un bar de abiertas piernas receptoras de mano de obra extranjeril mas poco femenil donde abundaban turcos, congoleses y etíopes huidos de la Kenia ocupada por los drusos, ellas reconocían de inmediato al extraño que palpando un lunar no proclamaba, Westerley, su marca, la marca de esa mancha, un manchón, sino que un mohín panzesco rezongaba: qué artificialidad!, ellas recuperaban el moco del pañuelo de persia que los fiolos dejan caer sobre el irán, irán a ver y no encontrarán nada, puras razones escayolas en cholulez de tortas alsacianas, qué no hizo Lorena por un kitsch devorarse en el fondo de esa gloria bajuela en la bajeza de su casa pajiza, era amarillo el rulo, por devoción rubial, por candeal zumo teñidor, y había, sí, habría, preguntábase, una verdad debajo de las gasas, tan ñoñas, tan de estraza?” (Poemas 332) En este fragmento el hablante presta particular atención a la vestimenta femenina, haciéndola objeto de escarnio, evidenciado además en otros pasajes del texto. Aparentemente, el poeta centró la constatación de su malestar con la cultura francesa en 314 la figura femenina, de un modo similar a lo realizado con la intelectualidad gala. Su razonamiento definió, en efecto, una suerte de objeto de descarga en el que se concentrarían de forma elocuente una serie de frustraciones originadas en dominios, a veces, muy alejados del objeto o tema criticado. Esta idea se desprende de la ausencia de juicios de este tipo sobre otro grupo humano tan acotado, registrándose un marcado cuestionamiento de la presencia femenina en base al supuesto recargamiento de su estética. Llamamos la atención sobre el hecho que en capítulos anteriores de su obra la afectación del maquillaje y vestido fue explotada profusamente constituyendo una puerta de entrada simbólica a ciertas formas de sexualidad y un esteticismo kistch. En este sentido, un texto como “Nueve meses en Paris” así como el presente poema darían cuenta del quiebre del poeta con uno de los rasgos que marcara su lenguaje durante sus libros anteriores, la utilización de imágenes y conceptos relativos al maquillaje, vestuario u oficios femeninos como estrategia de artificialización del mundo referido. De este modo, la recurrente alusión a la presencia femenina a través de sus accesorios pasa a ser un objeto de crítica. La problematización de una suerte de estética francesa, particularmente atenta al tema de la moda, se transparenta en oposición al tópico de lo extranjero a la cultura interior. Lo foráneo aparece caracterizado como una presencia amenazante que muta su origen a través de los versos, enumerando: “argelino”, “turco”, “congolés”, a los que agrega, en ocasiones, un epíteto: “etíope huido de Kenia ocupada por los drusos”. Estos gentilicios parecen condensarse en la palabra “extraño”, camuflando países como Irán en formas verbales del verbo ir: “ellas recuperaban el moco del pañuelo de persia que los fiolos dejan caer sobre el irán, irán a ver y no encontrarán nada” (Poemas 332). La presencia francesa se reconoce, en los versos que siguen inmediatamente a los recién citados, con una referencia a un bocadillo típico de la gastronomía gala presentado en clave neobarrosa: “puras razones escayolas en cholulez de tortas alsacianas, qué no hizo Lorena por un kitsch devorarse en el fondo de esa gloria bajuela en la bajeza de su casa pajiza”. Reconocemos la presencia de un Quiche Lorraine, cuyo nombre Perlongher ha modificado entre la conjura de Lorena y la sustitución de la palabra quiche por la palabra homófona que designa al patrón estético kitsch. Perlongher capta en los siguientes versos la idea de mano de obra barata, cuya creación sería el foco de atracción de los inmigrantes hasta aquí enumerados: “tanto 315 trabajo daba desmontar la estructura de tules cataratas que lívidas las minas renunciaban a escarabajear abriendo un bar de abiertas piernas receptoras de mano de obra extranjeril mas poco femenil” (Poemas 332). Lo interesante es que ese foco que es laboral es también sexual pues tras ese “bar de abiertas piernas” se lee, apenas disimulado, el par de piernas abiertas. El malestar del poeta con Francia, entendido en un sentido amplio, se manifiesta también en este poema a través de una mención en la primera estrofa en la que reconocemos una reaparición de la textualidad histórica. Se trata de la referencia al apoyo que el Presidente Fructuoso Rivera recibió de las tropas francesas el año 1839, la que sumada al sostén de los Unitarios, le permitió declarar la guerra a Argentina entonces dirigida por el Brigadier Juan Manuel de Rosas, acarreando finalmente la independencia del territorio uruguayo. El pasaje es el siguiente: “una hendidura semoviente un remover de espinas y forúnculos causábanle al que ojo ingenuo sin saber encajaba sin saber del pasado de la gloria del paso de la gloria por los toros de Nubia en la llanura remota y oriental: sí, era oriental la alianza, ochocentista, alianza del Montevideo pues ya desde lo alto del cerrito despuntaban franceses que deseosos de la oportunidad de dominar el plata terroso cristalino la plata de la Francia invertían en moros de terrores adustos ensayando en la acuática arena las artes de la guerra que tantos despanzurramientos adelantarían en desiertos de la región dunesca, danubiana, perdida como si hubiese alguna chance de ir a recuperar el doradillo en el medio del mar” (Poemas 329) La referencia a este hecho constituye la reactivación de un viejo rencor histórico que une no sólo la historia pasada de Argentina, sino que también el último libro de Perlongher con el primer capítulo de su obra caracterizado por la explotación de una textualidad histórica. El fragmento describe a los franceses como: deseosos de la oportunidad de dominar el plata terroso cristalino la plata de la Francia invertían en moros de terrores adustos ensayando en la acuática arena las artes de la guerra que tantos despanzurramientos adelantarían en desiertos de la región dunesca. En este pasaje se reconoce el que ha sido el eje simbólico para Perlongher: el Río de la Plata que se presenta aquí con el adjetivo terroso reemplazando al barroso tantas veces utilizado. Éste cuerpo de agua como metonimia del territorio está presentado como el objeto de colonización deseado por los franceses, los que invertirían en moros para 316 ganar la guerra, situación que correspondería a una sustitución entre el objeto de xenofobia apuntado por el poeta y el contingente guerrero que realmente utilizaron las tropas francesas en su colaboración con la independencia uruguaya. Ahora bien, la inclusión del concepto moro puede tener como resultado la extrapolación del conflicto racial aludido por Perlongher a la península ibérica, en la medida en que éste hace referencia a la conquista almorávide acaecida en dicho territorio durante el Medioevo. A través de la incorporación de este gentilicio, Perlongher asocia la idea de inmigración e invasión, otorgándole así una connotación negativa a la llegada de ciudadanos extranjeros a un determinado país. En el texto aparece destacada la expresión “qué artificialidad!” la que ocupa el lugar de una crítica al exceso. Esto constituye una manifestación formal del descontento del hablante con una forma de expresión antes frecuentada sin cuestionamiento por su escritura. Observemos los siguientes versos: “si el meteoro le pasa la pierna a la peineta penitencia de glande enjabonado o acaso falsos herpes en la encía infligen al que amaga renegar ese prestigio del lamé tan hinchado, tan ninguno, confiscación del lama en el brumoso espiche de la gala boreal” (Poemas 330). De este fragmento nos llama la atención la frase “renegar del lamé tan hinchado” expresión que identificamos con la serie de desdecimientos temáticos y estéticos enumerados hasta aquí en la última etapa de la escritura de Perlongher. El lamé, tela tejida con hilos brillantes, parece funcionar como una referencia a la estética neobarrosa que, en este caso, se estaría repudiando. Este dato se muestra relacionado con la mención de falsos herpes que podría ser considerada como un conector con el ámbito referencial del trance de enfermedad. De forma inevitable, parecen converger en el poema el trance de quiebre discursivo con el de enfermedad, describiendo relaciones de causa / consecuencia entre lo que parece ligar el poema con el contexto vital en el que se inscribe la voz del hablante. La integración de estos conflictos en el texto alcanza un grado de consonancia tan importante con el registro biográfico de Perlongher que nos lleva a pensar que los textos de El chorreo de las iluminaciones constituyen un punto de inflexión en aquella capacidad asociada al neobarroso de corporizar a través de su desarreglo expresivo las circunstancias de una vida, o mejor dicho, la capacidad de los discursos de mimetizar la experiencia en la poética del trance. 317 En el poema recién estudiado se aprecia la idea de agotamiento del exceso, advertida en ciertos elementos asociados a la cultura francesa, lo que puede advertirse claramente en un texto como “La muerte de la homosexualidad” y que culmina aquí no sólo como la comprensión autocensurada del erotismo contrasistémico emanado de la obra de Perlongher, sino que también como un acto de renegación de la estética con la que era posible referir y corporizar dicha exuberancia. En este sentido, este título puede entenderse como una clave programática del trance discursivo que gana los últimos versos del poeta, su último tránsito que no tiene el signo de ir más allá, sino que sólo el de un retorno al origen, representado aquí por Brasil y Argentina, por la transparentación de una lengua y también por el silencio definitivo del que vinimos y a donde nos dirigimos. 3.3 Muere una lengua Perlongher, como Lihn158, escribió sus últimos poemas en la muerte, consignando un trance discursivo en el que se inscriben en el lenguaje evidencias de una fractura, la de su estética y vida a manos de la caducidad. Sus textos dan cuenta de este trance de muerte a través de la conformación cada vez más completa de una textualidad tanática en la que se incrementa la aparición de elementos relativos al dominio conceptual de la muerte o la enfermedad. Esta tendencia, ya advertida en los primeros textos de El chorreo de las iluminaciones, se confirma de manera elocuente en los últimos poemas de este libro que son, al mismo tiempo, los últimos poemas de su obra. Roberto Echavarren, en la entrevista que nos concediera en Buenos Aires durante el mes de diciembre de 2010, nos habló sobre la preparación de este libro, caracterizando el proceso como complejo dado el deteriorado estado de salud del poeta. En efecto, sus energías habían disminuido significativamente, dificultándole realizar la labor de corrección y ordenación de este libro. El escritor uruguayo cumplió el rol de apoyar a Perlongher en esta época, asistiéndolo en las tareas de transcripción y otras ligadas a la publicación. La situación que sirvió de contexto a la escritura de este libro 158 Es un poeta chileno que nació el año 1929 en Santiago y murió, víctima del cáncer, el año 1988. Escribió hasta el último momento de su vida textos de gran lucidez poética. Los poemas redactados en la época de enfermedad han sido recogidos en el libro Diario de Muerte en el que se advierte una conmovedora y lúcida reflexión sobre el trance de la agonía y la mortalidad. 318 se manifiesta en los poemas a través de la construcción de una textualidad hospitalaria bosquejada por medio de la aparición de insumos médicos, evocándose además la idea de encierro que podemos asociar al hábitat del enfermo. Uno de los poemas más significativos en cuanto al desarrollo de una puesta en escena del trance de muerte lleva el título de “EL MAL DE SI” (Poemas 365), texto en el que se aprecia una interpelación directa a la muerte: “Detente, muerte […] Ve, muerte, a ti.”. Su título da cuenta de un compromiso emocional importante, en la medida en que se alude una enfermedad del ser, un padecimiento de la persona y no de un miembro u órgano en particular. Ahora, el lexema SI, escrito con mayúsculas no incluye una tilde que nos haga estar seguros que se refiere a la forma reflexiva del pronombre personal. Nos preguntamos por esta ambigüedad gramatical, dudando si acaso dicha partícula no constituye una apócope de la palabra sida. En la primera estrofa del poema encontramos los siguientes versos: “Detente, muerte: tu infernal chorreado escampar hace las estanterías, la purulenta salvia los baldíos de cremoso torpor tiñe y derrite, ausentando los cuerpos en los campos: los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra. Ya no se puede disertar.” (Poemas 365) En estos versos comenzamos a advertir una relación conflictiva del hablante con la muerte que, tal como confirmaremos en el análisis sucesivo, se convierte en una constante. La caracterización del fin de la vida en el caso del poeta posee rasgos bastante convencionales, por ejemplo, se le asocia a la idea de infierno y a la de ausencia o soledad. Este tratamiento tradicional del tema se confirma en el diálogo intertextual de la frase Detente, muerte con el viejo canto popular El ateo, en el que leemos: “Detente, Muerte, detente, detente siquiera un día, / pra confesar mis pecados, confesar la alma mía.” (Ferreiros de Balboa)159. El deseo de aplazar la muerte en la 159 Versión de Ferreiros de Balboa (ay. Becerreá, p.j. Lugo, ant. Becerreá, Lugo, España). Recitada por Balbina López (66a). Recogida por Raquel Calvo, Débora Catalán, Diego Catalán, Bárbara Fernández y 319 poesía de Perlongher se encuentra en consonancia con la distancia que mantuvo de las religiones que consideran la muerte como el paso a una vida mejor. En este sentido, la concepción de la muerte advertida en sus poemas hace alusión a la visión tradicional de la muerte, pero sin inscribirse en una tradición cristiana. En esta misma línea, encontramos la representación de la muerte bajo el signo de la descomposición. El poeta la alude a través de referencias tales como purulenta, cuerpos carcomidos, inscribiendo en el poema la visión del cuerpo enfermo, asociando a la muerte la idea de corrupción de la carne. La última frase cumple con ratificar la idea de la muerte como la consecuencia final de una sistemática decadencia en las capacidades del individuo, en este caso, un intelectual que cifra en la imposibilidad de disertar –“Razonar, discurrir detenida y metódicamente sobre alguna materia, bien para exponerla, bien para refutar opiniones ajenas.” (RAE)160– la constatación del enfrentamiento a la muerte. En la segunda estrofa del poema nos encontramos con la segunda interpelación a la muerte en la que el hablante padece el conocimiento de su muerte, sugiriendo como preferible la muerte repentina: “Ve, muerte, a ti. Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula. Escondida que no seas descubierta. Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia. Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.” (Poemas 365) El hablante lamenta las consecuencias de la lenta e interminable espera del desahuciado, conectándose indirectamente con la máxima del Eclesiastés “Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade conocimiento, añade dolor.” (Reina Valera 2010)161. En este fragmento se explicita la preferencia por la muerte escondida, aspecto que se presenta a través de versos de un gran lirismo que, en ciertos giros, parece emparentarse con el tono elegíaco y arcaizante de Manrique. Es posible leer en estos versos la asimilación de muerte y enfermedad, en la medida en que la forma en la Salvador Rebés, 1983. (Archivo: ASOR; Colec.: Encuesta GALICIA 83; cinta: 1.13-7.2.A14). Publicada en RT-Galicia 1998, pp. 449-450. 058 hemist. Música no registrada. [Consultado el 10/04/2013] http://depts.washington.edu/hisprom/optional/balladaction.php?igrh=0808 160 [Consultado el 10/04/2013] http://lema.rae.es/drae/?val=disertar 161 [Consultado el 10/04/2013] http://bibliaparalela.com/ecclesiastes/1-18.htm 320 que ésta puede hacerse presente en la vida es a través del padecimiento de una afección que tenga por consecuencia última la muerte. Si consideramos la referencia en este verso a la muerte en tanto que enfermedad podemos entender el lexema cápsula como el tratamiento médico que pudiera ser utilizado para combatir el avance del mal. La orden que el hablante da a la muerte/enfermedad es enconcharse, retraerse sin que le haga objeto del estallido de la medicación, expresión con la que, creemos, puede estar haciendo referencia a los efectos secundarios de un tratamiento. Estos versos nos llevan a preguntarnos ¿Cuáles son las enfermedades que equivalen a muerte? Rápidamente pensamos en el sida, enfermedad cuyo conocimiento, incluso hasta hoy, reviste un trance ligado al riesgo de discriminación y aislamiento. Del mismo modo, la presentación de la ausencia como consecuencia de la enfermedad nos hace pensar en la idea de enfermedad estigmatizante, situación que nos lleva a retomar la idea de que el MAL DE SI es, potencialmente, el mal del sida. Observemos a continuación la última estrofa del poema: “No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele. Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera. Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma, duele ese estarse sin palabras suspendido en la higuera como un noctámbulo extraviado.” (Poemas 365) En el primer verso de esta estrofa se aprecia un juego de negación doble que brinda a la frase un grado de opacidad importante. En este caso, no resulta tan importante esclarecer el entuerto semántico que Perlongher propone al lector, como consignar el hecho de que su intrincada formulación es síntoma de un malestar con el tema de lo que falta y lo que sobra, la carencia y el exceso. Con esto queremos insistir en que el lenguaje del poeta refleja en el último capítulo de su obra una reflexión que podríamos rotular como la inquietud por el sentido y valor del barroso. La carencia y el exceso constituyen los polos entre los cuales oscila el péndulo neobarroso, mientras que el centro que sirve de eje a esta oscilación es la austeridad taimada de las cosas, los objetos, los cuerpos en su estado natural, sin intervención del artificio. La confusión que integra el primer verso y la consecuente dubitación que 321 suponemos en el lector constituye una especie de pregunta irresuelta que alegoriza una indecisión en el hablante acerca de cuál es realmente la fuente del dolor, si acaso el arrepentimiento por el exceso o el pesar de enfrentarse a la realidad desnuda, sin artificios, ni maquillaje. Es interesante observar que esta complejización excesiva del reconocimiento del hecho doloroso a través de la sucesión de negaciones puede ser entendida como una sobrecodificación del malestar causado por la revelación de un sentimiento no advertido en su obra anterior –y que, ciertamente, constituye una nota disonante con su carácter de marcada índole contrasistémica–, el arrepentimiento, producto de la revisión vital, más o menos automática, que caracteriza los momentos finales de una vida. El poema “Canción de la muerte en bicicleta” puede considerarse uno de los poemas más desgarradores de su último libro, en la medida en que éste pone en primer plano la muerte mediante la inclusión de la siguiente anáfora: Ahora que me estoy muriendo / Ahora que me estoy muriendo. Ésta se repite a lo largo del texto diez veces, intercalándose con pequeñas estrofas de cuatro versos. En ellas reaparece la idea de decadencia y muerte: “Ahora que me estoy muriendo Ahora que me estoy muriendo Lápices que se alzaban nunca más se levantan, duermen el sueño de la tristeza en sábanas de tergopol o mausoleos de mármol donde toda virtud es yacer aterciopelado en el anclaje definitivo de los huesos” (Poemas 366) La muerte en este pasaje aparece vinculada al fin de la escritura, a través de la evocación de lápices que ya no se levantan y que duermen en sábanas de poliestireno expandido o en tumbas de mármol. Esta piedra reaparecerá en varias ocasiones a lo largo de los pasajes finales de El chorreo de las iluminaciones, convirtiéndose en un signo de muerte. Del mismo modo, las referencias a la sábana o a la cama aparecen escenificando el sitio donde se opera el tránsito hacia la muerte, la habitación del desahuciado. 322 En este caso, las sábanas de tergopol parecen aludir nuevamente al tema de la enfermedad estigmatizante pues éstas llevan a pensar en una tela desechable que permita su eliminación aséptica luego del contacto con el cuerpo infectado. Constatamos en estas líneas la representación clásica de la muerte a la que Perlongher adhirió, entendiéndola como el lugar para el anclaje definitivo de los huesos. Muerte y enfermedad se interceptan en estos versos retratando un trance en el que más que vida, es la literatura la que está en juego. La asociación muerte-enfermedad reaparece con insistencia a lo largo del poema en versos tales como: “Siendo que ella avanza en toda fosa siento que ella avanza en toda la estación de la fosa. Toso y es un esputo que se incrusta en la láctea maduración de las panaderías en las alforzas del velorio.” (Poemas 366) Aquí la muerte se visualiza en el espacio que se cava para enterrar los cuerpos, sucediéndose en este contexto el síntoma de la enfermedad respiratoria, la expectoración, como anuncio del velorio. Así mismo nos encontramos con la evocación de los pares que se han ido: “Oscura, como la tumba de un amigo. Volcán cerrado, lava la lava sus lastimaduras. No hay que creer en el descanso, son puras habladurías de fantasmas perezosos en el recame de la hamaca” (Poemas 368) Estos versos parecen decirnos que la extinción del fuego limpia la llaga, sólo la muerte soluciona el horror de la vida. Se desprende en los poemas finales de Perlongher la sensación de incredulidad respecto del tratamiento contra la enfermedad. En esta línea, se aprecia el menosprecio por el descanso como estrategia de sanación, calificándola como una idea de fantasmas con los que el hablante comparte su hábitat de muerte: la hamaca, las sábanas, la cama, indistintamente. En la siguiente estrofa, el hablante nos hace parte de su pulverización, una desintegración que sucede simultáneamente al poema, pues es ahora, ahora que se 323 disemina su voz para volver a lo fangial del fango, materia inscrita como originaria a lo largo de su obra. La vuelta al barro es aquí vuelta al origen, a la materia inanimada. Ahora, ahora, en este instante digo. En lo inconstante, en lo inconsciente, en lo fugaz me disemino. Disperso y fugo. En lo fangial del fango. Imágenes ateridas bajo la lluvia de película. (Poemas 368) Más adelante, en la estrofa que adjuntaremos a continuación, observamos una serie de elementos que entremezclados sugieren inequívocamente la idea de desaparición. Es así que la aparición del reloj en asociación al ascensor que invariablemente llega a un piso final –o terminal en el contexto de este análisis– funciona dentro del poema como metáfora de los límites de la existencia. La mención del retrato borroso agrega patetismo a este conteo regresivo, mientras que la tierra mojada del pulmón incorpora nicho y materia de corrupción en un juego en que se indistinguen continente y contenido de la huesa, pues la tierra mojada alude a la fosa fúnebre, así como también a la materia corporal gracias al complemento del pulmón. Esta situación se confirma con la asociación a la urdimbre gusanesca, logrando así un encadenamiento de imágenes en que se presentan en continuidad enfermedad y muerte: Palermas, pelmazos en el ascensor hacia el reloj. Grave como una piedra, cierta hiedra traviesa juguetes en la tierra mojada del pulmón urdimbre gusanesca en lo borroso del retrato.” (Poemas 368) En la siguiente estrofa apreciamos cómo el poeta pone el tema del mal hasta aquí bosquejado en línea con el sida en particular aludiendo a una de sus afecciones asociadas más temidas, el sarcoma de Kaposi, por sus rasgos evidentes y asociados comúnmente a una etapa terminal del virus. Estos antecedentes otorgan particular significancia al ser equiparados con honores por el poeta: “Como ornamentos o condecoraciones las manchas, los zarpullidos del sarcoma mueven en la soberana oscuridad manoplas cual tentáculos de espanto.” (Poemas 367) 324 Si atendemos la reflexión sostenida por Perlongher en torno al sida y la asociación directa que él bosquejó entre ésta y la homosexualidad, –haciendo abstracción, casi completa, de otras formas de contagio como la transfusión o la producida en contexto de dependencia a drogas inyectables– podemos sostener que estos versos transmiten la comprensión del sexo como una batalla cuya bravía merece ser reconocida con una enfermedad que, desde un punto de vista irónico y/o martirizante, se enuncia como condecoración, como un honroso lauro que se vive a la espera del fango final. Observemos a continuación la siguiente estrofa: “Jala, jadea el irregular espasmo. Hunde la joda en el remedio vano. Despelleja la joya la soberbia paliza de los años en anos de florecido jaspe.” (Poemas 367) En ella se observa una aliteración que parece incorporar una carcajada inicial o un gemir, aspecto que se complementa con la expresión joda que en español argentino significa “broma, mofa, fiesta”162. El hablante precisa que es la humorada del remedio vano, del tratamiento infructuoso agregando así un matiz de desesperanza al padecer manifestado en este poema. En los versos sucesivos reconocemos la característica figuración de joya con que se aluden las zonas pudendas en el neobarroso que, en este caso, parece rememorar una época de esplendor que suponemos sexual y que se plantea como origen de la afección contra la que en el momento del poema se lucha. En la siguiente estrofa advertimos que se problematiza el tema del neobarroso por medio de dos elementos: sin pliegues y lamé: “Me esquivo, me rajo, parecer simple sin lograrlo. Sin pliegues, una vez, en los absoluto de la atascada chimenea, el lamé atragantado en la artrosis del alma, esa consternación.” (Poemas 368) 162 Esta definición ha sido rescatada del Diccionario de términos lunfardos, gauchescos, jergas y modismos argentinos Que Significa. [Consultado el 2 de marzo de 2012], http://quesignifica.com.ar/significado.php?termino=joda 325 Tanto el primero como el segundo constituyen, en el interior de la obra de Perlongher, símbolos de sus convicciones estéticas características. Éstos son convocados en este poema para constatar su ausencia/renuncia y el conflicto con ellos por una causa interior. En efecto, la frase sin pliegues se acompaña por una vez, como queriendo indicar la excepcionalidad de la superficie lisa, plana, ubicándolo en una atascada chimenea. Este verso nos comunica la idea de bloqueo, de presencia de un objeto que se interpone en la correcta evacuación de los gases al exterior. El objeto aludido se precisa como lamé atragantado, haciendo de esta manera un paralelo entre el mecanismo de la chimenea y el del aparato respiratorio –esta referencia es común en Perlongher quien en múltiples ocasiones, habla de expectoraciones o fluidos ligados a este aparato–. El lamé, tela brillante que se utilizó como metáfora de su poética está atragantado a causa de la artrosis del alma, particular imagen que nos remite a la idea de una constricción interior causada, siguiendo las relaciones implícitas en el poema, por un mal degenerativo como la mencionada enfermedad ósea. La afección respiratoria entorpece la evacuación del lamé y, en consecuencia, del neobarroso, voz del poeta que se sabe contaminante pues se asimila a la chimenea. Esta estrofa es particularmente relevante, en la medida en que completa por insistencia el retrato de un sistema corporal en corrupción. Los versos finales de este poema se anteceden por tres asteriscos que los aíslan brindándoles mayor rotundidad: “* * * Ahora que me estoy muriendo Ahora que me estoy muriendo La sofocación alza del cielorraso relámpagos enanos que se dispersan en la noche definitiva e impasible.” (Poemas 369) Como se observa, se reitera la anáfora y se evoca la noche definitiva e impasible, dándole colofón elegíaco a un poema en el que el poeta buscó retratar en tiempo real el padecimiento final, la agonía. En este texto reconocemos aspectos ligados particularmente al antecedente sexual de la afección y el carácter estigmatizante de la 326 misma que nos llevan a considerar la condición autorreferente del poema en el que la enfermedad del poeta y las consecuencias de ésta sobre su labor poética se evidencian en sus versos. La poética del trance en este poema escabulle su forma más oscura como gesto de cuestionamiento vital, ahora que me estoy muriendo es voz del poema y también voz de la biografía que esta obra delinea, ambas condenadas al silencio definitivo que impone su caducidad. Lo interesante es que el poeta, de natural inclinación al patetismo y mostración impúdica, siente la responsabilidad de hacer partícipe a la potencial lectura de la constatación de su padecimiento. Al neobarroso no le basta con callar y desaparecer, sino que le urge montar una puesta en escena de su fin, siendo de esta manera consecuente con la consignación vital de sus trayectos y retornos. En el poema “CON PACHULI EN LOS LOBULOS” se continúan integrando elementos que nutren la textualidad de muerte a través de la referencia al mármol y la constitución de un escenario de la enunciación caracterizado por la ausencia de luz: “Sin luz, vivir sin luz en los escaparates de los túneles. Agonizar sin luz en la cisterna subterránea. Salir a luz cuando ya es tarde en demasía Y no se ve sino la oscuridad a lo lejos de la tarde.” (Poemas 370) Se observa la referencia directa e indirecta a la ausencia de luz y al carácter permanente de ésta. El escaparate aquí referido se suma a la mención en poemas anteriores de anaqueles, referencia que es constante de igual manera que la hecha a la cama redefiniendo la circunscripción del hablante –otrora ligada a las grandes ciudades e historias de errancia– a un encierro asfixiante en el que el mobiliario de habitación mortuoria gana la escena de la enunciación. Estos versos son significativos de un período final y de una decadencia poética, en la medida en que se oponen a la exaltación de la luz advertida en poemas anteriores, particularmente, en el libro Aguas aéreas. La luz que sirvió para tratar poéticamente el tema del éxtasis, sirve ahora mediante su ausencia para retratar, no sólo el distanciamiento de la espiritualidad del Daime y su estado de agnosticismo, sino que además un estado de latencia en el que la constatación de la vida se lleva a cabo a través 327 de una suerte de cuenta regresiva de los días y síntomas que se agravan camino de la muerte. El último poema de El chorreo de las iluminaciones se titula “Roma” en el que aparece una mención a la Madona de la Giralda, frase que hace referencia a la torrecampanario de la catedral de Sevilla y, muy probablemente, a la imagen de alguna virgen encontrada por el poeta en su interior. El poema parece aludir a una romería en la que tiene lugar: “el extravío de los peregrinos entre los pliegues” (Poemas 371), en lo que constituye una mezcla entre la imagen del edificio religioso y el pliegue asociado a la estética barroca que caracteriza, a su vez, gran parte de la catedral aludida. Este poema resulta difícil de clasificar, su particularidad temática se destaca así como también su condición de texto terminal en relación con el continuum de textos publicados. Su título hace alución a la ciudad conocida como la cuna de la civilización occidental, del mismo modo en que, leída al revés, nos revela la palabra amor. Estas asociaciones desprendidas del título constituyen una suerte de paradoja, en la medida en que se refiere al nacimiento de una cultura en el momento de la muerte del autor. Así también, la referencia cifrada al amor corresponde a un destello particular en el concierto de poemas de Perlongher en los que la alusión a éste es marginal. Lo interesante de este texto se concentra en los versos finales en los que la figuración neobarrosa de una fiesta de devoción religiosa se clausura con la referencia a unas “acuáticas antenas que captan la náusea y el aullido” (Poemas 371). Ambas palabras refieren a acciones realizables por medio del aparato fonador y digestivo superior. Son, en efecto, emisiones extraverbales que poseen un poder de sugerencia importante en cuanto síntoma y expresión de situaciones de trance físico. Ambas integran a la escena las derivas finales de una voz más allá de sus palabras y resquicios expresivos, constituyendo un acto de fonación en el que el cuerpo toma la vanguardia ante la palabra. El recorrido que hemos hecho a través de los poemas terminales de Perlongher nos permite vislumbrar la fractura del hombre ante el evento de su agonía, dejando en evidencia una serie de crisis estético-discursivas a través de las que el poeta figura su duelo. La escenificación de la muerte resulta, en este caso, de la codificación de una historia de lenguas y sangre, describiendo una comunión entre el trabajo sugestivo con 328 la lengua y la constancia de unos episodios vitales expresados a través del malestar de la lengua. La poética del trance a la luz de esta última lectura manifiesta su deseo de hacer coincidir las muertes del discurso y del hombre como la consecuencia final de la comunión entre literatura y vida. El corpuslinguae descrito a lo largo de este estudio grafica el deseo de coherencia escritural del poeta, más allá de la serie de incongruencias simbólicas que el mismo implementó en su escritura con finalidad estética y política. La correlación entre dichos y hechos alcanza un profundo patetismo al implementar el fin de los discursos al unísono de la muerte del poeta. Esta situación se presenta mediante la explotación de una temática que, a pesar de su originalidad en el concierto de temas tratados por el poeta, logra funcionar como catalizador de frustración, rencor y arrepentimiento, emociones fundantes en la última sección de su obra. La discriminación racial como rostro sensible del trance de extranjeridad –bajo las formas de vida cotidiana o historia de trincheras intelectuales– es la manera en que la poética del trance semantiza la tragedia de su desaparición. En el neobarroso se vuelve patente la correlación de literatura y vida por medio de la escenificación de un hábitat de agonía y la alegorización de su horror, bosquejando el quiebre con las imágenes y discursos de su vida y obra. En esta línea, la crítica al exceso constituye no sólo un giro inesperado en su problemática, sino que además la separación del hablante de uno de los recursos explotados con mayor efusividad en su escritura. El fin de los discursos correspondería a la alegorización que adopta en su obra la proyección de las escenas finales de su vida. La lengua en trance La poética del trance ha pretendido caracterizar la escritura de Néstor Perlongher desde el punto de vista de su capacidad para introducir al lector en un mundo en el que se comulga simultáneamente con la fascinación por la forma y una referencia a la vida. De este modo, hemos visto como anomalías de lenguaje reflejaron 329 la extremación de la autorreflexividad, al mismo tiempo, que pueden ser leídas como una lectura codificada del tránsito vital. La revisión de hitos de interés en su obra, a la luz de esta poética, ha permitido poner de manifiesto la coherencia de su pensamiento en términos de tránsito, así como también, la representación del cuerpo como reflejo sensible de un verbo que entremezcla y consigna voz poética y canto a la materia. En este caso, el lenguaje hace mímica de la vida y monta en escena la alegorización de sus trances, permitiendo cifrar en su escritura los hechos literarios en conjunto con los fundamentos empíricos asociados a éstos. El recorrido de lectura de la obra neobarrosa en esta última parte ha buscado demostrar que el montaje archirrepresentacional y la dinámica de la consustancialidad bibliográfica constituyen –operaciones centrales en las poéticas de la consumación y del naufragio– más que protocolos de escritura capaces de funcionar autónomamente, un diálogo interdependiente entre dos fuentes nutricias de la inteligencia crítica de Perlongher, sintetizadas en el trance de su corpuslinguae. Esta situación responde al intento de aludir la experiencia “de poblaciones acosadas por el fantasma de la fragilización […], personajes que se instalan en el límite de la estructura social"163, a través de una lengua que evade los centros de poder que regulan y sancionan el idioma, constituyendo una metáfora del escape con los signos lingüísticos, haciéndose fetiche de cuerpos que desertan de guerras, que escapan de invasiones, que evaden al censor moral, que se confabulan en contra de su lengua materna. La exposición del funcionamiento coordinado de la referencia y la referencialidad en el curso expresivo de la poética del trance construye un corpuslinguae que hace a la obra reflejo sensible de un actuar en el pensamiento, intensamente partidario de dar sustento a la palabra en sus propios actos, al mismo tiempo que el testimonio de un trance multifacético en que se confirma la existencia y el fin de ésta. Esta tercera parte ha permitido dilucidar cómo la invocación de lenguas evanescentes, excéntricas al proceso de estandarización lingüística constituye un gesto de cuestionamiento de la eficacia de la primera lengua como soporte movilizador de 163 Cita extraída de una presentación de Justo Pastor Mellado al trabajo de la fotógrafa Paz Errazuriz. [consultado el 12/05/2013] http://www.pazerrazuriz.cl/ 330 crítica. En este sentido, la confrontación de hablas estigmatizadas y enunciación lírica prestigiosa, logra poner en primer plano la discusión sobre la factibilidad de la creación poética al margen de un verdadero quebrantamiento de la gramática de la lengua materna. La poética del trance pretende escapar a las directrices que el logos impone bajo la forma de estandarización lingüística. En esta línea, el poeta neobarroso busca revertir el ejercicio de exclusión y olvido que han constituido las grandes tradiciones literarias, dándole cuerpo a una propuesta escritural que verbaliza su discurso por medio de lenguajes alternos a las modulaciones prestigiadas por un determinado canon. Esto tiene como principal repercusión la conjuración de hablantes pobremente aludidos en el concierto de las voces literarias, convirtiendo al neobarroso en un canto contra el olvido y el confinamiento de los lenguajes no funcionales a las gramáticas imperantes. La poética del trance da cuenta de la muerte no definitiva de una lengua que se visualiza como un poema/idioma en permanente agonía que, en su fibrilación, nos indica la forma en que verbo y carne se conjugan a través de una transgresión regular de la cultura preceptiva. 331 CONCLUSIÓN Al reflexionar en torno al presente estudio en términos de trabajo terminado, recordamos el acercamiento inicial a la obra neobarrosa como una primera incertidumbre, una inquietud por el sentido de un gesto de lenguaje contestatario, polémico, a medio camino del testimonio y la provocación. Al aislar esa memoria y confrontarla con el conocimiento de su obra que nos queda al cabo de las tres partes que conforman esta tesis, reconocemos aquella incertidumbre inicial como una curiosidad intelectual apaciguada en gran parte. Persiste, sin embargo, la sensación de que la obra de Perlongher triunfa en negarnos la posibilidad de una exégesis total. Constatamos, al mismo tiempo, el cumplimiento de nuestros objetivos metodológicos e investigativos relativos a la construcción de una panorámica de obra que diera cuenta, por una parte, de ella en su conjunto –a saber, los seis libros que constituyen su obra poética y los volúmenes en los que se reúnen sus escritos en prosa, así como también el epistolario publicado–; de los alcances temáticos de la obra en la que se destacan por profundidad y desarrollo la creativa reflexión en torno al homoerotismo, la enfermedad, la espiritualidad del Santo Daime, la prostitución masculina, entre otros temas abordados bajo el signo del deseo que funciona, en este caso, como el referente contra el que se transluce la concepción de mundo neobarrosa. Del mismo modo, hemos atendido el aspecto procedimental escriturario de esta obra a través de la dilucidación de poéticas, a saber, de la consumación, del naufragio y del trance. Éstas buscaron individualizar, en el caso de las dos primeras, los dos gestos sustantivos del neobarroso, su fruición experiencial y bibliófila, así como también el pase magistral con que éstas se hilvanan en la última poética. Constituye también el panorama de esta obra la dimensión reflexivo-ideológica que marcó la escritura del autor bajo el signo del activismo y de un trabajo con la lengua eminentemente político, aspecto que entendemos en una relación de contigüidad con el nivel biográfico en el que los actos del hombre en constante tránsito parecen metaforizar el proceder de sus enunciados y la suerte de sus deseos. 332 Esta tesis nos ha permitido, respecto de la experiencia biográfica subyacente a la obra neobarrosa, dar cuenta de los distintos protocolos de escritura operativos en ella, así como también, corroborar la coherencia de su propuesta, especificando el rol que cumplió la experiencia vital como una textualidad de base en la reflexión que funda su escritura. Además, comprobamos que la manera en que se despliega el recorrido de lecturas del poeta delinea una actitud libertaria y a veces hostil respecto de las fuentes bibliográficas que nutrieron su lenguaje. En este sentido, el estudio de la transtextualidad en su obra ha permitido paralelamente bosquejar las anfractuosidades del carácter intelectual del poeta lo que facilitó el examen contrastivo de la reflexión aparente y la realidad de las convicciones éticas y estéticas del autor. Este trabajo nos permitió diferenciar tres ejes temáticos en el continuum de la obra de Perlongher. El primero de ellos se caracterizó por la elaboración de un registro poético que rescata una serie de elementos épico-históricos, mientras que el segundo se distingue por la densificación de las operaciones de lenguaje característicamente neobarrosas para, en el tercero, dar lugar a una textualidad espiritual y ritualística fundada en el conocimiento del Santo Daime. Cada uno de éstos corresponde a dos obras que en su orden de publicación corresponden a: Austria-Hungría y Alambres, Hule y Parque Lezama, Aguas aéreas y El chorreo de las iluminaciones. Los tres capítulos aquí mencionados fueron analizados a través de las tres partes de la tesis, demostrando la correspondencia entre ellos y las tres poéticas propuestas. La presente investigación estudió la escritura de Perlongher tratando de atender las repercusiones que ésta produjo en el ámbito del pensamiento literario y social. En este sentido, esta tesis ha dado cuenta del correlato reflexivo-ideológico que la letra neobarrosa inscribe en nuestra cultura. De esta forma, la apropiación de su trabajo implicó la delineación de una serie de conflictos políticos en el contexto latinoamericano y mundial desde la perspectiva sensible de sus víctimas o del simulacro poético del dolor asociado a éstas. Es así que su escritura se convierte en muestrario de formas de vida que se rebelan a coordenadas culturales como frontera y nación, enfrentamiento que se manifiesta a través del meticuloso juego de huellas de oralidad que el poeta inserta en su escritura. En este sentido, la obra de Perlongher posee un carácter eminentemente oral, 333 configurando sus sentidos a través de la exacerbación de procesos de generatividad lingüística y el trabajo de contraposición de éstos a la normativa gramatical. Esto último convierte su escritura en una suerte de labia expansiva que se manifiesta como idioma inclusivo y democratizante. La explotación poética de elementos pertenecientes a la oralidad atendida en esta obra considera no sólo el uso de giros provenientes de la coloquialidad porteña, sino que también de lexemas recogidos del habla de idiomas distintos al español. La disponibilidad léxica configurada por las elecciones y rechazos del poeta tiene como consecuencia, desde el punto de vista de la decodificación de su poesía, la aumentación polisémica determinada por la índole local de los vocablos, así como también por la opacidad lingüística que comportan los lexemas provenientes de lenguas extranjeras cuyo significado resulta, a primera vista, desconocido. Al mismo tiempo y desde la perspectiva de la reflexión metalingüística que esta escritura propone encontramos el cuestionamiento sobre la autoridad expresiva tradicionalmente conferida a la noción de lengua materna, el que se instituye en la recurrencia de estrategias de poetización que evaden una realización estandarizada de ésta. Desde este punto podemos observar que nuestro trabajo se ha configurado como una hoja de ruta que muestra los movimientos de fuga, exilio y errancia deseante que la voz inscrita en los textos de Perlongher describe, a través no sólo de territorios, sino también de lenguas, cuerpos y estados de conciencia que ha considerado el diseño de su cartografía deseante. Esta obra es manifestación de procedimientos poéticos concebidos como formas de rebelión contra la cultura imperante en nombre de una sed creativa que asume como gestos de construcción artística la contrahechura de lo estéticamente prestigiado, la degradación de las matrices geopolíticas y la recreación subversiva de una historia literaria. Uno de los fenómenos de mayor interés reconocido a lo largo de nuestro estudio es la postura cambiante del poeta en relación a temas que caracterizaron su reflexión. El estudio de este rasgo constituyó una vitrina sensible de la evolución de los intereses del autor y de como la contradicción y el cinismo intelectual se vuelven aspectos estructurantes de su pensamiento. En esta línea, nuestra atención permitió la construcción de una pequeña historia de los conceptos centrales del neobarroso en la 334 que se aprecia su evolución, así como también la manera en que ésta prefigura la experiencia biográfica del autor. Lo anterior se observa en relación al tema del deseo homoerótico en el que se percibe la variación de su postura desde un estado inicial caracterizado por una actitud reivindicativa hacia una postura en la que se evidencia una suerte de resignación a la idea de exterminio de la que el texto “La desaparición de la homosexualidad” constituye reflejo palmario. La variación en este caso es reflejo de una actitud vital que en la primera etapa se corresponde con el Perlongher activista que utilizó sus herramientas político-poéticas para impulsar la revolución desde el Frente de Liberación homosexual, mientras que en la segunda se aprecia su alejamiento del activismo de forma paralela al comienzo de su exilio sexual en Sao Paulo. La disminución del entusiasmo con que Perlongher trató el tema del deseo se produce de forma paralela a la de la exaltación corporal que caracterizó, particularmente en sus comienzos, al neobarroso. Esta situación comienza a cambiar al vislumbrarse cuestionamientos de índole metafísica en el poeta, los que vinculan su reflexión a la espiritualidad del Santo Daime en la que el poeta encuentra una vía de escape religiosa distante de la idea de culpabilización promovida por las religiones cristianas. Los gestos de adhesión y discrepancia observados a través de la obra de Perlongher respecto de sus centros de interés configuran un movimiento reflexivo oscilante en el que el tema o concepto previamente entronizado por el poeta conoce, invariablemente, un declive, pasando a ser objeto de cuestionamiento y crítica. Esta oscilación discursiva se aprecia también respecto al tema de la profilaxis clínica aplicada a los enfermos de sida. En este caso, la actitud de cuestionamiento inicial, debido a considerarla como amenaza de disciplinamiento sexual –situación que se advierte con claridad en la obra El fantasma del sida– pasa, en textos posteriores, a entenderse como consecuencia de una enfermedad causada por un exceso de índole sexual y como forma de autoeliminación de los grupos asociados a ésta. Del mismo modo, esta investigación nos ha permitido caracterizar el diálogo que el neobarroso entabla con la tradición literaria y una serie de fuentes hipotextuales. El desafío en este sentido ha estado indicado por la multiplicidad de referencias y por la forma en que éstas fueron encriptadas en el texto. La relación de Perlongher con sus fuentes es fluctuante, pasando de un diálogo admirativo o de amplificación a otro de 335 carácter paródico. Los conflictos de sentido que advertimos en materia transtextual nos permiten colegir que la escritura de Perlongher constituye una estructura que propende la convergencia paródica de variados sustratos textuales con el fin de destituirlos de su carga discursiva. En esta línea, consideramos que el lenguaje neobarroco cubano proveyó a Perlongher de un modus operandi que posibilitó el diálogo polémico con sus antecedentes literarios, mientras que el modernismo constituyó uno de sus sustratos predilectos para montar su empresa de embarramiento caracterizado, en este caso, por la transgresión sistemática de la imagen paradigmática de la estética –el cisne– en términos de su hundimiento. El anterior es quizás el ejemplo más decidor de que el poeta confirió al acto de reescritura la utilidad de degradar los referentes literarios, culturales e históricos con los que entraba en diálogo con el fin de cuestionar la dignidad y privilegio conferido a éstos por la cultura dominante. La conflictividad ostensible en su diálogo con la tradición literaria es similar a la que tuvo con el hipotexto épico histórico –particularmente visible durante sus primeros dos libros, Autria-Hungría y Alambres– en el que reconstituyó una determinada memoria a través de la intervención paródica de sus hitos. Este procedimiento, muy característico de la visión de mundo perlonghereana, considera el establecimiento de puntos de acceso pudendo a los relatos históricos, modificándolos y proponiendo una visión desprovista de fasto heroico. La trayectoria transtextual, en el caso de Perlongher, ha sido caracterizada, de modo general, como la tematización del historial de lecturas del poeta. En ésta se transparenta una serie de alianzas discursivas cuyo grado de implicación fue escrutado por nuestro estudio, llevándonos a comprobar que la explotación que el poeta hacía de la citación no tenía que ver tan solo con el desarrollo de un diálogo afirmativo con los hipotextos tratados, sino que más bien con una finalidad de singularización de su actitud transtextual en términos de ruptura con la tradición, diálogo polémico con sus fuentes conceptuales, y gesto de contravención y anarquía intelectual. A la luz de este análisis, el enfrentamiento del autor con las literaturas manifiesta el deseo de someter al signo lingüístico en todos sus niveles a través de las posibilidades que las operaciones de transtextualidad le otorgaron en dicha línea. Es de este modo como el poeta implementa lo que hemos denominado el montaje archirrepresentacional 336 a través de operaciones como la escansión mutilante o la desmarcación significante las que, aplicadas con regularidad, manipulan los hipotextos modificando sus cargas discursivas o despojándolas de éstas. Esta operación logra resarcir a la escritura de una autonomía poética a través del sostenido acoso a la dimensión normativa de la lengua que, en la obra de Perlongher, es percibida como el símbolo de flujos represivos y disciplinantes. Lo anterior nos lleva a pensar que la poética del naufragio resignifica la corrupción del intertexto, formal y discursivamente, en el marco de una fascinación por la majestad en decadencia y la zozobra de los discursos. Esta poética constituida por el encadenamiento de micro naufragios semánticos, conceptuales y discursivos permite semantizar el negativo de la expresión al mismo tiempo que demanda una competencia exegética capaz de interpretar la pérdida y la ruina del verbo como renovados semas de una escritura que se erige como sobreviviente de una hipótetica expoliación ideológica de la lengua. De esta escritura se desprende una concepción de la poesía que explota el potencial estético de la destrucción, proponiendo una poética que nos conecta con el holocausto vital de los cuerpos excéntricos a los relatos de la oficialidad. Sin lugar a dudas, la conclusión más relevante en relación con este trabajo dice relación con la manera como el verbo perlonghereano es capaz de abordar una profunda reflexión en torno a una concepción particularísima de lengua, al mismo tiempo que ésta revela en sus intersticios y contorsiones el correlato vivencial que aquel decir comporta en un cuerpo. En este sentido, la poética del trance representa para nosotros no sólo la propuesta final de nuestro trabajo, sino que también la proposición que engloba de forma más integral las inflexiones de su labia. En esta línea, uno de los fenómenos de mayor interés estudiados aquí tiene que ver con el carácter lectoreferente de sus versos, concepto con el que entendemos la sistemática mostración de su recorrido lector en que se manifiesta de forma simultánea su lectura, su implacable valoración y, en consecuencia, el derrotero transtextual de su pensamiento. La revisión de hitos de interés en su obra, a la luz de esta poética, ha permitido poner de manifiesto la coherencia de su reflexión en términos de tránsito, así como también, la representación del cuerpo como reflejo sensible de un verbo que 337 entremezcla y consigna voz poética y canto a la materia. En este caso, el lenguaje hace mímica de la vida y monta en escena la alegorización de sus trances, permitiendo cifrar en su escritura los hechos literarios en conjunto con los fundamentos empíricos asociados a éstos. La poética del trance nos ha permitido dilucidar cómo la invocación de lenguas evanescentes, excéntricas al proceso de estandarización lingüística constituye un gesto de cuestionamiento a la eficacia de la primera lengua como soporte movilizador de crítica. En este sentido, la confrontación de hablas estigmatizadas y enunciación lírica prestigiosa, logra poner en primer plano la discusión sobre la factibilidad de la creación poética al margen de un verdadero quebrantamiento de la gramática de la lengua materna. Esta poética pretende escapar a las directrices que el logos impone bajo la forma de estandarización lingüística. Lo anterior ha quedado de manifiesto en el análisis realizado sobre los eventos heteroglósicos y la manera en que estas infiltraciones de lenguas extranjeras modifican la lengua materna montando un idioma nuevo asociable a los cuerpos en exilio. El rescate de elementos lingüísticos de lenguas extranjeras, particularmente orales, permite al decir neobarroso la posibilidad de presentar una historia oculta de la que la escritura no había podido dar necesariamente cuenta, infiltrando el relato del cuerpo torturado por medio del trance en la escritura. De este modo, corroboramos como la poética del trance se convierte en una morada de lenguas evanescentes capaz de funcionar como un idioma que resguarda los sentidos que el habla fija en las conversaciones entre entendidos, creando un código al interior de sí misma en el que las verdaderas motivaciones del intercambio se mantienen en reserva. Ésta es la consecuencia artística a la situación de hipervigilancia experimentada por el poeta, tanto corporal como textualmente. La sensibilidad de las operaciones poéticas muestra su punto de inflexión hacia el último libro de la obra poética de Perlongher en el que según constatamos se observa una depuración lingüística que se intensifica a medida que el estado de salud del poeta empeora. El neobarroso ha sido capaz de consignar el trance vital en el desarreglo de sus rasgos expresivos más notorios y a través de una creciente ruptura con los discursos estructurantes de su pensamiento. 338 El trabajo que Perlongher realiza con las lenguas evanescentes constituye un cuestionamiento de las condiciones reales de la lengua materna como soporte de un acto de creación. Éste parece decirnos que no hay creación sin una problematización destructiva de los sustratos con los que se bosqueja una performance de la lengua. La coordinación simbólica de texto y vida muestra su ductilidad al convertirse en un idioma fracturado que escenifica su propia muerte, así como también y previamente lo hiciera con otros trances ligados a su experiencia de extranjeridad y enfermedad. En este sentido, la obra de Perlongher da cuenta de un desarreglo lingüístico capaz de volver significante la diversidad de sus estrategias en referencia a los trances vitales de su autor. A pesar de que la lengua neobarrosa nos parezca por sobre todo contraria a la mímesis, ésta cumple de un modo diferido y sobrecodificado con la consignación de una vibración vital, una suerte de transverberación pagana en la que reconocemos el decurso vital del autor. Al reflexionar en torno a cual es el gesto irreductible de la escritura de Néstor Perlongher, pensamos en la puesta en escena de una muerte, una suerte de relato intraelegíaco sobre la agonía constante de un idioma conferido al cuerpo. Las hablas que convergen en este poema nos hablan de la transgresión regular de la cultura preceptiva y nos invitan a pensar en espacios de la conciencia artística donde resulte posible la experiencia del desprendimiento identitario y del goce colectivo. 339 BIBLIOGRAFÍA GENERAL 1.-Obra de Néstor Perlongher 1.1.-Poesía • PERLONGHER, Néstor. Austria-Hungría. Buenos Aires: Tierra Baldía, 1980. • _______________ Alambres. Buenos Aires: Último Reino, 1987. • _______________ Hule. Buenos Aires: Último Reino, 1989. • _______________ Parque Lezama. Buenos Aires: Sudamericana, 1990. • _______________ Aguas aéreas. Buenos Aires: Último Reino, 1990. • _______________ El chorreo de las iluminaciones. Caracas: Pequeña Venecia, 1992. • _______________ Lamé. Campinas: Editora da Universidade Estadual de Campinas, 1994. • _______________ Poemas completos. Buenos Aires: Seix Barral, 1997. 1.2.-Prosa • PERLONGHER, Néstor. El fantasma del sida. 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Paris: Michel Lévy Frères Éditeurs, 1855. • ALONSO, Dámaso. Estudios y ensayos gongorinos. Madrid: Gredos, 1955. 354 • BATAILLE, Georges. El erotismo. Barcelona: Tusquets,1997. • ________________ L’Erotisme. Paris: Les Editions de minuit, 1957. • ________________ L’histoire de l’œil. Paris: Jean-Jacques Pauvert, Editor 1967. • De DIEGO, Estrella. El andrógino sexuado. Madrid: Editorial Visor, 1992, Colección La balsa de la medusa. • ECHEVERRIA, Esteban. La cautiva. Paris: Les Belles Lettres, 1969. • GOBELLO, José. Diccionario lunfardo y de otros términos antiguos y modernos usuales en Buenos Aires. Buenos Aires: A. Peña Lillo Editor, 1982. • GONZÁLEZ, Enrique. La muerte del cisne. Ciudad de México: Librería Porrúa Hermanos, 1915. • GRAVES, Robert. Los mitos griegos. Buenos Aires: Ariel, 2008. • HEDELVIO, Laurio. 100 años de un rescate épico en la Antártica. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, 2003. • KLEE, Carol y LYNCH, Andrew. El español en contacto con otras lenguas. 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Buenos Aires: Corregido, 1999. • Diccionario virtual de términos lunfardos, gauchescos, jergas y modismos argentinos Que Significa. http://que-significa.com.ar • Diccionario de jerga popular argentina Así hablamos. http://www.asihablamos.com • Diccionario de la RAE. http://www.rae.es • Diccionario WordReference. http://www.wordreference.com • Dicionário Priberam da Língua Portuguesa. http://www.priberam.pt • The Oxford English Dictionary. Versión digital: http://oxforddictionaries.com • Sitio oficial de la Iglesia del Santo Daime: http://www.santodaime.org/ 357 ÍNDICE ONOMÁSTICO A ADÁN, Martín 223 ADÚRIZ, Javier 24 AGUSTINI, Delmira 169 ALFONSÍN, Raúl 165 ALONSO, Dámaso 155 ANDERMANN, Jens 275, 276 ARA, Pedro 163 ARENAS, Reynaldo 87 ASSUNCAO, Ademir 200 AUGIER, Émile 237, 238 AVELLANEDA, Andrés 35 B BAIGORRIA, Osvaldo 58, 59, 61, 62, 314, 365 BAKHTIN, Mijail 141, 143, 237, 382 BALLETA, Edoardo 244 BARTHES, Roland 14, 16, 136, 202, 213, 233, 382 BATAILLE, Georges 115, 116, 117, 235, 236 BÉCQUER, Gustavo Adolfo 193 BENÍTEZ, Marcelo Manuel 215 BERNINI, Emilio 200 BIGNOZZI, Juana 30, 32 BIOY CASARES, Adolfo 259 BOLLIG, Ben 149, 208, 224 BORGES, Jorge Luis 103, 148, 149, 200, 244, 259, 305 358 BOSCH, Víctor 59, 365 BRAVO, Luis 90, 147, 199, 366 BRECHT, Bertold 109 BUENO, Wilson 257, 275 BUSTOS, Miguel Ángel 31 C CALABRESE, Omar 242, 243, 248 CÁMPORA, Héctor 32 CANGI, Adrián 25, 29, 201, 204, 218, 238, 277, 279, 365 CARRERA, Arturo 27, 157, 158, 303 CARRIEGO, Evaristo 38, 344 CELADA, María Teresa 279 CERRO, Emeterio 163, 310 CHITARRONI, Luis 89, 146 COMPAGNON, Antoine 14, 232 CÓRTAZAR, Julio 274 D DARÍO, Rubén 163, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 170, 175, 176, 177, 178, 193, 256, 375 DA SILVA Lula 210 DE CAMPOS, Haroldo 27, 38 CERVANTES, Miguel 27, 265, 267 DE JESÚS, Santa Teresa 220, 304 DE DIEGO, Estrella 123, 124 DE ROSAS, Manuel 117, 118, 123,126 DE SADE, Marquez 206, 210, 379 359 DELEUZE, Gilles 15, 27, 85, 198, 200, 201, 202, 203, 204, 205, 207, 208, 214, 215, 217, 223, 224, 225, 307, 308, 377, 378, 379, 380, DREIZIK, Pablo 156, 158 E ECHAVARREN, Roberto 46, 47, 48, 72, 169, 289, 318 EKHARD, Marcelo 200 ELÍADE, Mircea 234 ELUARD, Paul 185 ERRÁZURIZ, Paz 330 F FABRE, Luis Felipe 187 FIERRO, Martín 120 FIRESTONE, Shulamith 57 FONDEBRIDER, Jorge 36 FOKINE, Michel 180 FOUCAULT, Michel 27, 65, 68, 85, 198, 378 FRAGOSO, Bernardina 118 FREIDEMBERG, Daniel 35 FREUD, Sigmund 104, 215 FRONDIZI, Arturo 30 FUENZALIDA, Daniel 45 FUTURANSKY, Luisa 32 G GAMERRO, Carlos 246, 247 360 GASPARINI, Pablo 256 GENETTE, Gérard 14, 138, 142 GELMAN, Juan 30, 47, 48 GUATARI, Félix 15, 27, 198, 203, 205, 208, 209, 210, 211, 213, 214, 215, 218, 223, 308, 377, 378 GIRONDO, Oliverio 8 GIORGI, Gabriel 53, 54, 55, 64 GINSBERG, Allen 86 GOBELLO, José 270 GONZÁLEZ, Horario 25, 59, 107, 152, 177, 365 GONZÁLEZ, Enrique 177 GUEVARA, Ernesto 185, 310, 314 GUIDO, José María 30 GUIRALDES, Ricardo 120 GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael 168 GUTIÉRREZ, Eduardo 119, 120 GUTIÉRREZ, Ladislao 122 H HÉBERT, Louis 138, 139 HERNÁNDEZ, José 120 HERRERA y REISSIG, Julio 169 HOCQUENGHEM, Guy 206, 379 I IBARLUCÍA, Ricardo 30, 31 ILLIA, Arturo 30 J 361 JAIT, Alelí 185 K KAMENZAIN, Tamara 168, 169, 175, 304 KLEE, Carol 257 KOVADOLFF, Santiago 33, 34 KRISTEVA, Julia 142, 143 L LAMBORGHINI, Leónidas 27, 156, 157, 213, 259, 303 LANUSSE, Agustín 30 LAPASSADE, Georges 286 LASTRA, Pedro 41, 42, 48, 91, 367 LEZAMA LIMA, José 22, 24, 27, 64, 138, 140, 144, 145, 146, 147, 151, 152, 156, 158, 162, 211, 212, 217, 219, 224, 225, 226, 260, 265, 333, 374, 380 LIHN, Enrique 21, 41, 42, 45, 48, 76, 90, 91, 318, 363, 366, 367, 389 LÓPEZ REGA, José 33 LUCHI, Luis 30 LUDMER, Josefina 304 LYNCH, Andrew 257 M MAFESSOLI, Michel 206 MALLARMÉ, Stéphane 155, 171 MCRAE, Edward 281, 286, 287, 288, 290, 294, 307 362 MELLADO, Justo Pastor 330 MENEM, Carlos 165 MILLET, Kate 57 MILÁN, Eduardo 155, 157 MOLINA, Daniel 82, 107, 211 MOREIRA, Juan 119, 120, 122, 123, 258 MOURE, Clelia 28, 150 N NIGRO, Alberto 224 O O’GORMAN, Camila 122, 123 ONGANÍA, Juan Carlos 30, 32 ORIBE, Manuel 117 P PANESI, Jorge 201, 202, 203, 206 PAULS, Alan 259 PAVLOVA, Ana 180 PERLONGHER, Néstor 1, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 35, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 50, 52, 54, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 89, 90, 91, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 103, 104, 105, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 113, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 363 122, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 162, 163, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 171, 171, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 180, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 187, 187, 191, 192, 193, 194, 197, 198, 199, 200, 201, 202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 212, 213, 214, 215, 216, 217, 218, 219, 220, 221, 222, 223, 224, 225, 226, 227, 228, 231, 232, 233, 234, 235, 236, 237, 238, 239, 240, 241, 242, 243, 244, 245, 247, 248, 249, 250, 251, 252, 253, 254, 255, 256, 257, 258, 259, 260, 263, 264, 265, 266, 267, 268, 270, 273, 274, 275, 276, 278, 279, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 293, 294, 295, 297, 298, 299, 300, 302, 303, 304, 305, 306, 308, 309, 310, 311, 312, 313, 315, 318, 320, 321, 323, 325, 326, 328, 330, 332, 339. PERÓN, Eva 23, 98, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 123, 163 PERÓN, Juan Domingo 23, 30, 32, 52 PERÓN, María Estela 32, 33 PIGLIA, Ricardo 304 PIZARNIK, Alejandra 32 364 POLLOCK, Jackson 278 PUEBLA, Carlos 185 R REYES, Alfonso 273 RÍOS, Rubén 24 RIFFATERRE, Michel 14, 16, 136, 166, 175, 194, 233, 382, RIVERA, Fructuoso 117, 118, 119, 123, 316 ROJAS, Sergio 241 ROMMEL, Erwin 116, 117 ROSA, Nicolás 24, 25, 26, 59, 155, 203, 204, 250, 365 S SAAVEDRA, Guillemo 145, 165, 225 SALOMON, Karl 86 SALDÍAS, Adolfo 118 SAMOYAULT, Tiphaine 14, 136, 166, 249 SAN MARTÍN, José 86 SARDUY, Severo 14, 42, 134, 139, 140, 141, 142, 143, 154, 158, 162, 163, 176, 202, 203, 217 SICCARDI, Gianni 32 SIGANEVICH, Paula 25, 201, 204 SOMBRA, Segundo 120 SYMMS, Enrique 65 SZPUNBERG, Alberto 30 T 365 TORRES, Sara 284, 288, 299, 304, 305 U ULANOVSKY, Carlos 208 V VALLEJO, César 8, 256, 269 VIDELA, Jorge 23, 33, 37, 46 W WASEM, Marcos 83, 84, 240, 241 Y YURKIEVICH, Saúl 167 Z ZONANA, Gustavo 38 366 367 RÉSUMÈ DE LA THÈSE DOCTORALE Nous présentons à la suite un résumé de notre travail, « Néstor Perlongher, une écriture en transe », afin de mettre les principaux aspects abordés à disposition des lecteurs francophones. Le résumé respecte la structure des parties, chapitres et souschapitres de la thèse. 368 Première partie Chapitre I. Une écriture de l’expérience : le registre vital comme textualité de base 1.1 Émergence d’une langue Nous abordons l’œuvre de Néstor Perlongher en prenant pour objet d’analyse le rôle jouée par l’expérience vitale dans son œuvre, en particulier : quels sont les processus par lesquels elle est intégrée à son écriture, et dans quelle mesure cette expérience a-t-elle contribué à la définition des thèmes déployés dans sa production littéraire ? Il nous semble pertinent d’engager l’analyse selon cette perspective, après avoir au préalable souligné la cohérence existant entre la dimension biographique et les travaux de l’auteur dans les champs professionnel, politique et littéraire. Cette remarque nous orienté à explorer l’hypothèse selon laquelle cette œuvre prétend rendre compte d’une circonstance spécifique et personnelle, par l’intermédiaire de la fondation d’un langage nouveau qui extrapole l’expérience biographique de l’auteur vers la dimension littéraire. Néstor Perlongher y parvient au moyen d’une conscience corporelle circonscrite à la périphérie sociale, toujours installé qu’il est dans un jeu de circonscriptions référentielles à double tranchant, dangereuses, à mi-chemin entre le plaisir et la mort. Le poète a également pensé à certaines catégories qui allaient pouvoir lui fournir un espace dans le champ des études littéraires et qui permettaient, du même coup, de mettre en lumière la spécificité de sa contribution. Parmi celles-ci, nous trouvons par exemple barroco de trinchera, barroco cuerpo a tierra, qui prétendent mettre en relief le caractère contestataire de son écriture. Le concept le plus développé dans ses essais et entretiens fut celui de neobarroso pour nommer son œuvre poétique, un mot dans lequel sont contenus les deux versants fondamentaux qui nourrissent son écriture. D’une part, la volonté de faire dialoguer sa poésie avec une tradition littéraire particulière, celle du néobaroque cubain, et de l’autre, l’engagement pour les matières élémentaires des interdits installées dans un contexte régional. 369 C’est ce que nous comprenons, à partir de la lecture du lexème barroso entendu selon deux dimensions qui agissent conjointement comme synthèse de la poétique de Perlongher. La première ressortit de l’identification de la boue, comme élément de l’identité régionale –responsable de la couleur de cuivre du fleuve de La Plata–, alors que la seconde acception fait référence à la boue comme symbole de lascivité, la nostalgie de la boue, c’est-à-dire l’attirance pour le monde du bas et du sale, pour la vie retenue dans la jouissance des sens. 1.2 Vers une contextualisation histórico-littéraire : répression et engagement Prenant appui sur une description générale des traits qui ont marqué les écritures poétiques durant les années 1960, 1970 et 1980 en Argentine, nous prétendons démontrer l’étroite relation entre histoire et littérature, mais encore décrire la situation spécifique de la poésie de Perlongher dans ce contexte. Cela permet de constater la difficulté d’aborder un objet naturellement pluriel comme l’est la poésie en s’en rapportant à son contexte historique, envisagé sous le prisme des classifications. Les écueils permanents de tomber dans la caricature ou le réductionnisme, au nom d’une illustration qui se veut didactique, invitent à la plus grande méfiance face aux pages écrites par la critique pour dépeindre l’œuvre de Néstor Perlongher. La position de l’œuvre de Néstor Perlongher, parmi les voix poétiques de son époque, occupe un espace complexe, puisque, bien qu’aux antipodes du modèle sesentista, il a assumé une vocation contestataire, cristallisant une protestation à la fois sociale et politique. Son œuvre ne saurait être isolée dans la catégorie des poétiques du langage, elle doit au contraire être comprise dans un espace intermédiaire entre les écritures expérimentales et ces autres qui ont donné voix aux émotions et aux exigences les plus urgentes de leur époque. Nous pourrions dire que la protestation sociale chez Perlongher atteint un degré de spécialisation qui rend sa compréhension difficile, suivant la protestation politique telle que cette dernière était entendue par le sesentismo. En effet, notre auteur situe sa soif de revendication dans un discours qui n’oppose pas, comme le veut la tradition dans les poétiques engagées de gauche, l’image du prolétariat à celle de l’oligarchie (au 370 moins, pas à la manière des poètes de la génération 1960), mais il la déplace plutôt vers l’opposition entre le désir homosexuel prolétaire et les normes qui régulent la sexualité ; sous-jacente à celle-là, une autre opposition apparaît qui confronte la bourgeoisie génératrice de normes de conduite hégémonique au prolétariat pourvoyeur des corps sur lesquels ce contrôle sera exercé. L’axe retenu pour observer cette dialectique chez Perlongher se déplace vers l’axe des sexualités, homosexuelle en particulier. Et c’est précisément ce choix qui situe son œuvre, depuis le point de vue de ses substrats fondateurs, dans un angle mort non retenu par la critique. On a eu tendance à percevoir la réflexion sur l’homosexualité dans l’œuvre de Perlongher comme constituant un trait supplémentaire d’une succession de fragmentations sémantiques qui a caractérisé son énonciation poétique ; toutefois, si l’on observe des poèmes comme El chorreo de las iluminaciones en el combate bicolor à la lumière de son rôle d’activiste dans le Front de Libération Homosexuel argentin, ou d’essais tels que Matan a un marica, on perçoit la densité d’un projet qui, depuis la pratique, l’érudition et la création poétique, possède des aspirations de justice sociale corrélées à des considérations politiques systématiquement ignorées par les régimes dictatoriaux successifs dans son pays et sur le continent latino-américain. La difficulté pour que cette lecture se soit développée pourrait bien avoir une origine semblable à celle de la réticence historique des sections les plus radicales des partis d’inspiration communiste pour reconnaître, dans leur sein, la participation d’homosexuels (qui, comme on le sait, avait déterminé l’éloignement de Néstor Perlongher du Parti Ouvrier argentin), c’est-à-dire la conception de l’homosexualité comme une réalité excentrique et étrangère aux objectifs de la lutte sociale. 1.3 Vers le constat d’une situation C’est ainsi que le concept de neobarroso s’érige comme la synthèse des sens directement impliqués dans la vision du monde de l’auteur qui répondent, de manière générale, à un lien avec les matières et les comportements proscrits par les dispositifs moraux de son espace. En révisant la référence à la boue propre au concept neobarroso, nous y reconnaissons la double fonction référentielle et de délimitation dont nous avons 371 fait état plus haut, autrement dit, dans ce cas la boue fonctionne comme symbole du bas et du sale, en même temps qu’elle permet de localiser un espace déterminé, à savoir les bords du fleuve de la Plata, à hauteur de la ville de Buenos Aires. Cette relation représente une volonté qui traverse l’écriture de Perlongher, à savoir le désir d’extrapoler le corps et la rue, le sexe et la ville, grâce à l’activation d’un langage qui est littéraire et théorique, en même temps qu’impudent et évocateur du vice et de la mort. Nos propos font référence à la manière dont ce sujet écrit et s’écrit en s’inscrivant à partir d’une situation vécue. Comme on peut l’observer, ce travail qui considère l’inclusion de l’expérience à travers l’inscription de signes de la personnalité n’entretient pas de rapport avec le travail réalisé par l’objectivisme/minimalisme argentin des années 1970 dans lequel on reconnaissait l’influence des écrivains étatsuniens de la poésie conversationnelle. Dans le cas de Perlonger, tout comme celui de Lihn, malgré les différences de style entre leurs écritures, on observe un usage oblique des signes de la personnalité qui finalement servent à rendre compte d’une situation sans faire de leur écriture un support pour le récit ou la représentation de leur intimité. De même, l’inclusion de ces éléments biographiques n’attribue pas à leurs écrits le même ton testimonial qui a caractérisé la poétique sesentista. Chapitre II. Problématique homosexuelle et résistance : vers une politique de la sexualité 2.1 Premier état de l’écriture: Les années d’activisme, la persécution. Antécédents de la haine et d’une résistance Cette écriture fonctionne comme le centre d’un tourbillon capable d’absorber des champs de référence dont on pourrait admettre qu’ils sont incompatibles dans le contexte d’une poétique. Cet apparent choc référentiel constitue l’un des grands piliers de cet œuvre en matière de provocation et d’originalité. Cependant, la motivation de Perlongher pour côtoyer ces thématiques a de loin dépassé une simple aspiration à la visibilité sur la scène littéraire argentine des années 1980. 372 Sous la foisonnante trame de références historiques et culturelles qui envahit l’écriture de Perlongher, il survit une fascination, relevant de l’investigation, pour faire de la vie un champ d’expérimentation dont le carnet d’observation serait sa poésie et ses essais. C’est ce qui se dégage de la cohérence observée entre la dimension de l’écriture et la dimension vitale de l’auteur, où l’on constate une sorte de consubstantialité entre le travail que Perlongher menait dans la sphère professionnelle et/ou politique, les objets de ses recherches et ce dont, dans sa poésie, il était question, ce qui y était interrogé, critiqué. Nous analysons ce qui nous semble représenter la réitération d’un protocole non explicite d’écriture qui s’articule autour de trois moments : l’expérimentation corporelle ; la rationalisation de cette expérience corporelle par le travail d’analyse critique ; et la reformulation poétique de ces deux expériences. Ces moments ou étapes ne maintiennent pas forcément un ordre d’exécution successif dans l’écriture, cependant, on peut avancer l’hypothèse d’une application chronologique de ce protocole à la lumière de l’ordre selon lequel les textes ont été publiés. Nous voulons démontrer comment le protocole de l’écriture et la thématique de l’application configurent une poétique fondée sur une chaîne de consommation dans laquelle nous trouvons, au premier chef, l’expérience corporelle qui s’érige en axe thématique structurant ; dans un second temps, l’étude critique de cette expérience pour, en troisième lieu, consommer la transcendance d’un thème à travers sa reformulation poétique. Ces trois étapes témoignent du fait que le poète concevait la vie d’auteur comme un champ d’expérimentation dont le résultat se diffuse dans l’écriture poétique. 2.2 Second état d’écriture : la rationalisation de cette expérience Les manifestations concrètes de l’homophobie dans sa forme populaire et anecdotique ou d’État et systématique, ont été perçues comme des offenses par Perlongher, à l’instar de bon nombre d’homosexuels qui, pendant la plus grande partie du XXe siècle, n’ont pas choisi ou n’ont pas pu épouser les langages et formes de vie capables de dissimuler leur sexualité. Devant cette scène, le poète neobarroso a choisi la mobilisation, l’organisation, l’écriture, plutôt que le silence. Comme nous l’avons vu, l’intérêt grégaire a été pour lui 373 un moteur qui l’a maintenu dans un dialogue permanent avec ses camarades du Parti Ouvrier ou du F.L.H et partant, avec les insatisfactions et les appétits qui marquaient les corps de la réalité. Dans cette ligne, Perlongher a commencé à produire, à partir de 1971, différents textes qui se voulaient être le portrait de la persécution et le témoignage des corps persécutés. Avec le ton du rapport et une acide ironie, le poète mettait en évidence l’arbitraire et la rigueur avec lesquels les Reglamentos de Faltas y Contravenciones étaient appliqués suivant leur projet initial d’éradiquer les prostituées et les homosexuels. Ces textes, signés sous pseudonyme (Victor Bosch ou Rosa L. de Grossman), étaient distribués sous forme de photocopies pendant les manifestations publiques du F.L.H. dans le but d’éveiller une conscience critique chez les lecteurs et de promouvoir l’abrogation des édits anti-homosexuels164. Dans le parcours réflexif que Perlongher réalise avec la question homosexuelle, il est possible d’apprécier que son choix pour ce thème est la conséquence d’une quête persistante de formes de réverbération intensive. Dans son texte La desaparición de la homosexualidad (texte qui porte l’indubitable marque de l’adieu), Perlongher signale que l’arrivée de « la mort massive favorise la quête d’autres formes de réverbération » (Prosa 90), ce qui démontre que le corps de l’auteur se trouvait au service d’une vie considérée comme laboratoire d’une expérimentation sensorielle. À travers la relecture des textes dans lesquels Perlongher déploie sa conscience critique face aux formes de la répression des minorités sexuelles, nous tentons de démontrer la manière dont des faits importants de son expérience personnelle et politique en sont venus à être partie prenante d’un processus de rationalisation de l’expérience, sous la forme d’essais critiques. 2.3 Troisième état d’écriture : reformulation poétique Jusqu’à présent, nous avons considéré les antécédents du travail politique et de l’activisme développés par Perlongher en Argentine durant les années 1970 et 1980, ainsi que les manifestations que cette lutte a adopté dans la prose de l’auteur. Aussi bien dans le style de la chronique que dans celui du témoignage, Perlongher a mis son 164 Ces textes sont parvenus jusqu’aux lecteurs actuels grâce au travail de compilation de poètes tels que Reynaldo Jiménez, Adrián Cangi, Osvaldo Baigorria et Horacio González. 374 expérience personnelle au service de la dénonciation, ce qui, selon notre méthodologie d’analyse, représenterait la rationalisation de son expérience en tant qu’activiste homosexuel. Sur ce point de notre étude, il nous semble intéressant d’observer la reformulation poétique des deux états décrits jusqu’à présent, Expérience et Rationalisation de l’Expérience dans sa prose. Cela nous permet d’observer comment ce processus donne lieu à un transvasement des faits et des affaires d’une vie à la poésie. Selon cet objectif, nous considérons des textes dans lesquels on constate l’exploitation d’une textualité de base ayant trait à la problématique homosexuelle, en particulier dans les termes d’une persécution et d’une répression où l’on rend compte d’une certaine situation à travers l’inclusion de signes de la personnalité, des masques de l’identité biographique qui cherchent, pour paraphraser Lihn, par une sorte de plongée du langage en lui-même, à rendre compte d’une situation, qui représente un dialogue large avec les langages et les discours sensibles à la cause de l’auteur165. Cela signifie que l’utilisation de l’expérience ne prétend pas exposer l’intimité de l’auteur mais plutôt exemplifier une situation, les discours qui confluent en elle et les corps qu’elle convoque à travers des masques de la personnalité. Souvenons-nous, sur ce point, de l’auteur tentant d’expliquer dans un entretien avec Luis Bravo le caractère non personnel de son écriture : « Oui, ce que l’on écrit n’est pas exactement l’expression de quelque chose de personnel. Je crois que l’on est une sorte de medium traversé par les révolutions du langage » (Papeles 306). Par conséquent, l’exposition de ce qui ressortit du corporel dans la poésie de Perlongher ne vient pas représenter la monstration d’une sexualité intime mais elle prétend plutôt être une tentative de clarifier les objets qui occuperont la réflexion sur la sexualité en tant que surface sur laquelle les rapports de pouvoir exercés dans la société deviennent transparents. Le constat de la situation chez Perlongher va de pair avec la vocation politique de ses propos, puisque l’éclaircissement du lieu d’où surgit l’écriture correspond à la monstration de crimes infligés à des corps, à la dénonciation de l’exercice du terrorisme d’État, l’acharnement contre des groupes identifiés, les politiques de ségrégation à 165 Ce commentaire de textes poétiques vise à démontrer l’applicabilité du schéma de consubstantialité bio-bibliographique, et ne prétend pas s’occuper en profondeur des principales richesses et enjeux de la poétique perlonghérienne. Nous consacrerons la deuxième et la troisième partie de notre recherche à cette tâche. 375 l’égard de mouvements idéologiques et l’avènement de fléaux qui semblent répondre davantage à des stratégies planifiées d’extermination qu’aux logiques aléatoires des maladies et de leur contagion. “L’idée que la littérature se soit formée à l’époque où ce sujet écrit et s’écrit en s’inscrivant, certainement à partir de la situation vécue par l’individu166 » est une dynamique d’imbrication de l’Histoire et de la littérature qui dessine de denses superficies textuelles fonctionnant comme des kaléidoscopes qui, dans leurs constantes combinaisons de couleurs, dessinent les contours des paysages humains les plus urgents. Il est possible d’apprécier dans le cas de Perlongher que l’inscription de la situation dans la littérature opère par l’application du protocole d’écriture de la poétique de la consommation. Chapitre III - Reconstitution d’une mémoire érotique 3.1 Points d’accès honteux à l’Histoire Les points d’accès honteux à l’Histoire sont les éléments qui, à partir de l’expérience, pourraient constituer le pont vers la dimension historique, honorant ainsi l’objectif d’unir le cours des corps et sa dérision tragicomique aux récits historiques. Comme on l’a dit, cela se produit à la manière d’un travail double qui, d’une part, prétend éroder l’apparence uniforme de l’histoire officielle et, de l’autre, l’érotiser, ce qui en fait un acte de déstabilisation des discours. Malgré la séparation que nous opérons entre la problématique homosexuelle et la matière historique chez Perlongher, aux besoins de notre analyse et de son exposé dans la cadre de cette étude, il est important de remarquer que la présence du monde homoérotique s’étend et s’entrelace en permanence, même dans les moments où l’élément belliqueux semble occuper le premier plan dans les textes de Perlongher. La réflexion autour de l’exercice du pouvoir sur les corps est permanente, transversale dans l’œuvre du poète neobarroso. Nous constatons que, dans sa réflexion, il n’est point d’idée derrière laquelle on ne trouve pas inscrit le caractère libidinal posé comme aspect constitutif de l’existence. 166 Lastra, Pedro. Conversaciones con Enrique Lihn. Santiago: Editorial Universitaria, 2009. 376 Dans les essais, on observe que la réflexion sur, par exemple, la guerre des Malouines, n’est pas dépourvue d’un regard qui s’immisce dans les tranchées où Perlongher suppose que les jeunes font la guerre, et l’amour aussi. Son ton prétendument critique et analytique se présente sans cesse nuancé par l’insolence et la provocation de l’indicible. Son œil cherche la trace, dans tous les recoins de l’Histoire, des élans lubriques qui ont été omis par les histoires officielles. Au-delà de questionnements qui interrogeraient la scientificité ou le caractère d’imposition de ses considérations sur la sexualité, il est important de souligner l’attitude intellectuelle sousjacente qui est, en un mot, déstabilisatrice. Il s’agit en effet d’un élan qui, parce qu’il est disproportionné, tente de devenir une arme capable d’ébranler les silences structurels où ont été condamnés les grands événements sensibles des histoires corporelles. L’imbrication constante entre Histoire et sexualité dans sa poésie met l’accent sur la création d’un champ symbolique où le sexe est entendu comme une transe d’une intensité qui met la vie en péril. La prolifération de références guerrières dans ce jeu de dominations, où l’intimité et la geste se lisent dans un rapport de contigüité, construit une épopée du sexe, dans laquelle la dynamique des rôles et des actes sexuels acquiert des dimensions épiques. Nous comprenons ce travail comme une modalité de représentation directement liée aux revendications de « visibilisation » de la sexualité qu’avec véhémence Perlongher défendait sur les terrains politique et intellectuel. Ce projet nourrit l’émergence d’une œuvre qui convoque une reformulation historique en même temps qu’elle élabore une érotique du sujet prétendant mettre en évidence les flux de la sexualité humaine dans leur véritable dimension, c’est-à-dire, au-delà de la perspective castratrice promue par la culture religieuse et/ou par la société bourgeoise. 3.2 La rationalisation des faits : vers le secours d’une mémoire Jusqu’à présent, nous avons pu reconnaître que les liens du discours perlonghérien avec la thématique historique ont été possibles grâce à ce que nous avons appelé des Points d’accès honteux à l’Histoire. Retenir le concept « honteux » nous a semblé pertinent dans la mesure où ce dernier a pour première acception « maladroit, laid, qui doit produire de la honte », et qu’il possède également un lien direct avec la sexualité dans le syntagme « parties honteuses », en référence, comme on le sait, aux 377 parties de l’engendrement. Ces acceptions maintiennent un rapport de cohérence avec l’intentionnalité que nous croyons reconnaître à l’écriture de Perlongher, à savoir, l’exposition de la sexualité des personnages de l’histoire comme mécanisme déstabilisateur des annales qui compilent leurs mémorables actions. Cette souillure par la boue qui affecte les gestes et les personnages de l’épopée patriotique visait à saper l’apparence des versions officielles de l’histoire, par la fictionnalisation d’une face B de la personne et de l’événement, depuis le point de vue de ses potentialités lubriques. Cette stratégie représentative, qui poursuit une fin déstabilisatrice, allait justifier son traitement à l’aune de la prémisse selon laquelle l’augmentation de l’intensité du désordre discursif serait directement proportionnelle au degré de recouvrement d’une véracité dont était dépourvue la version historique officielle. On déduit de cette idée que, pour Perlongher, la reconstitution de la vérité historique passe par la reformulation d’un langage dans les termes de l’impact que ce dernier peut produire. Par conséquent, la représentation de la vérité inconfortable s’élabore à partir de ce qui est honteux, c’est-à-dire avant tout, ce qui est le premier objet de dissimulation (le premier symptôme de notre civilisation d’après le récit biblique d’Adam et Eve), les sexes et, par extension, la dissimulation de notre sexualité. Cet usage du symbole élève au rang d’arme de déstabilisation le face à face avec une hypersexualité, en générant l’allégorie de l’invasion d’un territoire géographique et corporel. Cette dernière est le résultat métaphorique de la réflexion sur des faits sanguinaires entendus dans un sens large : le sang comme symptôme des maux infligés par la répression, le sang comme voie de contagion des maladies vénériennes, le sang qui coule, conséquence de la guerre, le sang que toute domination comporte. 3.3 Reformulation poétique : l’élaboration d’une mémoire par le corps Du travail poétique développé par Perlongher, il se dégage l’idée que le corps constitue un support digne de confiance sur lequel il est possible d’observer les avancées et les évolutions de l’Histoire. Cette valorisation du corps en tant que support des traces de l’Histoire s’enracine dans l’expérience de la persécution vécue par Perlongher, puisque c’est là qu’il a pu éprouver la résonnance entre l’exercice 378 dictatorial du pouvoir et son incidence directe sur la liberté de mouvement et d’échange des corps placés dans le champ de ce pouvoir. L’exercice du terrorisme d’État impliquait la manipulation disciplinarisante des corps des individus associés à une opposition politique, de valeurs et même, esthétique, parmi lesquels se trouvait Perlongher. La représentation hypersexualisée que le poète neobarroso proposait de personnages idéologiquement distants de sa posture politique correspond également à la réaction amplifiée d’un corps contraint sexuellement. La représentation de ses opposants, à partir de l’exposition de leurs sexualités supposées, homoérotiques ou abjectes, est encore une tentative d’attribuer aux corps officiels une part de la stigmatisation dont les corps homosexuels avaient fait l’objet. Une réaction énergique, depuis la littérature, à la persécution stigmatisante par laquelle on condamna l’homosexualité à la prison et à la torture. L’effet de cette procédure tient dans la création d’un portrait qui érode la représentation dans laquelle étaient embaumés et l’éminent personnage et sa geste. Dans cette partie, nous examinons la manière dont corps et Histoire construisent un rapport de complicité dans le troisième état de l’écriture : la Reformulation poétique. Pour y parvenir, nous utilisons comme structure d’analyse la relation entre les Points d’accès honteux à l’histoire et leur position correspondante dans le développement de la Problématique homosexuelle. 379 Deuxième partie Chapitre I. La dimension bibliophile de la poésie neobarrosa 1.1 Poétique du naufrage : flux transtextuels dans l’écriture perlonghérienne Afin de décrire la dynamique transtextuelle dans l’œuvre de Perlongher, nous nous servons du travail théorique de Severo Sarduy, qui a établi une typification des principales opérations de langage qui ont été mobilisées par les productions du néobaroque cubain. Ces dernières seront d’une grande utilité pour quantifier l’influence que ce courant a pu avoir dans l’écriture neobarrosa, mais encore pour illustrer l’importance de l’intertextualité comme opération structurelle du néobaroque et du neobarroso en tant que possibilité de parodie. Cette deuxième partie vise à comprendre l’interaction des opérations de transtextualité comme des facteurs déterminants dans ce que nous appelons une poétique du naufrage qui considèrerait un protocole d’écriture responsable de la perdition sémantique observée dans l’œuvre neobarrosa. Or l’intention d’aborder la dimension bibliophile de l’œuvre de Néstor Perlongher émerge avec l’hypothèse selon laquelle son œuvre s’appuie, formellement et discursivement, sur un dialogue profond avec une textualité bibliographique, de la même manière qu’elle est connectée à la perception corporelle en tant que support de connaissance historique. Nous nous trouvons, en effet, face à une écriture qui se nourrit de deux sources textuelles qui seraient, dans ce cas, celle de la consubstantialité biobibliographique et celle de la consubstantialité biblio-bibliographique. Il nous paraît pertinent, dans un souci de clarté dans l’illustration, de différencier les deux consubstantialités car elles représentent deux flux dont l’interaction attribue un grand dynamisme à l’œuvre de Perlongher. Ces polarités se distribuent de la manière suivante : la consubstantialité biblio-bibliographique qui définirait la littérature comme un jeu permanent de re-synthétisation discursive, et la consubstantialité biobibliographique qui privilégierait le dialogue de la littérature avec l’expérience vitale, en s’enrichissant de champs de discursivité littéraire, ainsi que de sources de textualité convoquées par la quête intensive-corporelle. 380 On observe que le texte neobarroso nous renvoie, grâce à une opération d’archireprésentation, vers la structure opérationnelle du néobaroque cubain. De la même manière, nous remarquons que les trois opérations qui fondent ce langage, en suivant Sarduy, nous renvoient à un intense échange intertextuel qui rend possible l’apparition d’hypotextes sur lesquels les opérations d’artificialisation s’élaborent pour les transformer en des hypertextes subversifs et parodiques. C’est dans ces opérations que se fonde la poétique du naufrage, dans la mesure où elles donnent lieu à un texte qui renvoie à son essence, constituée dans ce cas par une densification de la littérarité, menée au moyen d’opérations d’artificialisation, lesquelles, portées à l’extrême, entraînent la perdition du sens, l’obscurité sémantique évoquée plus haut, et partant, la surexposition des processus structurants du langage neobarroso. Ainsi entendue, la poétique du naufrage met en échec les attentes de compréhension de l’œuvre, conditionnant ainsi ses lectures potentielles. Cette conception de l’écriture comme un acte raté d’expression inscrit dans le texte un questionnement du principe de la lecture. En effet, le rôle de la lecture n’est plus consideré comme celui d’un récepteur fonctionnel qui déchiffre le signe et assimile le message, mais plutôt comme celui d’un récepteur dominé, à la merci d’une énonciation qui se révolutionne elle-même par la déstabilisation des différentes conventions régissant la littérature. 1.2 Appropriation des opérations d’artificialisation du langage néobaroque comme modèles pour la déconstruction Perlongher semblait concéder au baroque des propriétés qui, loin d’être seulement esthétiques, constituaient la solution à une série de blocages symboliques à travers l’usage de la force. De ses observations à cet égard, il se dégage qu’il percevait le baroque comme une arme, un instrument, une échappatoire et encore une religion. En observant le goût du baroque pour s’édifier sur une tradition antérieure dans le but de la parodier, nous nous souvenons de la représentation belliqueuse de la sexualité déjà signalée et de la manière dont elle peut constituer la préfiguration des agissements de Perlongher dans son rapport à la littérature. 381 Les propositions, qu’il déploie dans sa prose critique, nous permettent d’entrevoir que le poète neobarroso a tenu compte des traits du style néobaroque en tant qu’instance esthétique de distanciation radicale des courants en vogue, mais également de la vision du monde que ces derniers véhiculaient. Perlongher semble échapper à son contexte historico-littéraire non sans avoir au préalable détruit cette demeure au moyen d’opérations de mise en dérision et de disqualification des récits qui la fondaient. Dans ce chapitre, nous proposons une approche à la compréhension et à la description de la dimension bibliophile de l’œuvre de Néstor Perlongher. Cette dernière prétend caractériser certains aspects de la dynamique transtextuelle comme des facteurs déterminants dans la constitution d’une poétique du naufrage, qui pourrait être définie comme une opération d’archi-représentation. Elle fonctionnerait tout à la fois comme un dispositif alliant le néobaroque et le neobarroso, et comme une définition et une mise à l’œuvre de ce dispositif. Cette alliance adviendrait grâce au montage des opérations d’artificialisation du langage néobaroque sur des substrats textuels divers, ces dernières étant entendues comme des modèles visant la déconstruction sémantique. 1.3 Perspective diachronique d’alliances néobaroques Cette mécanique de l’énonciation perlonghérienne trouve à se déployer également dans sa prose, spécialement celle ayant un caractère métalittéraire, dans la mesure où son ton académique commence d’être investi par des stratégies d’artificialisation. L’intention possiblement explicative de Perlongher dans ces textes est menacée par les mêmes opérations dont il prétend rendre compte. Ce serait un exercice pour s’en remettre au langage expérimental qui finit par s’affaiblir, sous le poids de son projet neobarroso. C’est ainsi que la poésie et la prose perlonghérienne agissent de concert dans le but de dérégler la logique de leurs genres par une déstabilisation orchestrée par le montage archi-représentationnel dans lequel sont confondues une voix éminemment métalittéraire et des opérations de langage qui dotent le texte d’un caractère autoréflexif. Ce montage, à l’effet parodique, qui opère au sein de la poétique du naufrage manifeste un rapport de concomitance avec la vocation iconoclaste que le poète 382 neobarroso a perçu dans le néobaroque cubain, et qu’il a pleinement déployé en adaptant ce dernier à une énonciation circonscrite à l’argot de sa région. C’est ce que Perlongher met en perspective avec l’idée de contagion transplatino, une force rendant possibles des alliances intertextuelles qui fonctionne comme axe novateur à l’heure de s’installer dans une certaine tradition littéraire. Cela est réalisable grâce à l’évaluation des sources textuelles qui ont alimenté les manifestations baroques du XXe siècle dont la déformation et l’amplification étaient au fondement de leurs esthétiques. La poétique du naufrage, à travers ses stratégies d’annulation du transfert discursif, est parvenue à créer un lieu d’énonciation isolé dans son extrême singularité, une situation comparable à celle d’exilé sexuel du poète. On peut l’entendre comme la conséquence d’un désir de rupture face à une tradition littéraire considérée par le poète comme hégémonique et non représentative, comme le résultat, également, de l’établissement d’alliances archi- et hypertextuelles rendant possible une parodie subversive qui, avec véhémence, tente de destituer la langue de ses effluves disciplinaires. Chapitre II. Sur les traces de la transtextualité dans la poétique du naufrage 2.1 Paratextualité neobarrosa : instances de dialogue avec la tradition Dans Hule et Parque Lezama, on peut apprécier l’application des opérations d’artificialisation sur des éléments paratextuels où l’épigraphe est réécrite à travers d’un processus d’artificialisation néobaroques. C’est pour cela que les épigraphes, bien que communément considérées comme des éléments paratextuels autonomes, vont être considérées dans notre analyse comme une part du corps du poème, eu égard au rapport de continuité hypertextuel démontré dans les deux parties. Au niveau de la pratique textuelle, elles répondent à une opération de collage dont le choix semble inspiré par la musicalité de l’hypotexte, plutôt que par le désir d’engagement conceptuel et/ou idéologique. 383 Les citations paratextuelles chez Perlongher répondent à une opération de prolifération où le signifiant est oblitéré à travers le remplacement d’un de ses éléments par une chaîne de signifiants qui progressent métonymiquement (Sarduy 1389), situation qui expliquerait son évidente obscurité sémantique. Cependant, l’étude de ses sources hypotextuelles démontre qu’une pratique récurrente dans les épigraphes de Perlongher consiste dans l’inclusion de fragments textuels qui ne parviennent pas à formuler complètement une idée, faute d’avoir été extraits de manière incomplète de leur source textuelle. Les substrats textuels provenant d’œuvres diverses sont soumis à une réimplantation par laquelle leur forme et leur fond se trouvent invalidés au moyen d’une scansion mutilante. Cette manipulation de l’intertexte s’inscrit dans un rapport de concomitance avec les opérations d’artificialisation néobaroques, dans la mesure où elles favorisent un dialogue avec des substrats littéraires basé sur la dégradation de leur forme et de la déstabilisation subversive consécutive de leurs discours. 2.2 L’hypertexte moderniste Dans le cas de l’écriture de perlongherienne, l’exaltation de la surface serait liée à la concrétion de ce que Perlongher a appelé le « barroco pleno », où le jeu des énoncés atteint une consistance autonome basée sur la négligence des principes de communicabilité et d’intelligibilité qui, comme nous le savons, contribuait à l’augmentation des opérations de langage autoréflexif. Alors que pour le modernisme, en particulier celui de Darío, la recherche du raffinement frisait les marges d’un lyrisme alambiqué au bord de la superficialité, cette dimension, dans l’hypertexte moderniste développé par Perlongher, est travaillée à partir d’une perspective critique et parodique. Dans les poèmes étudiés, le cygne, en tant qu’indicateur d’une source hypotextuelle moderniste, se trouve menacé perpétuellement par une force qui le destitue des prestigieuses valeurs esthétiques par lesquelles Darío loua son image pour en faire le symbole du poète qui, dans sa vision particulière, représentait l’élégance et la sophistication. Perlongher, en souillant de boue ces intertextes dans son avalanche poétique, ne parodie pas seulement des éléments isolés de cette textualité, il établit 384 encore un dialogue parodique avec la conception du métier de poète et de la figure du poète promue par le modernisme. Dans les poèmes neobarrosos considérés jusqu’à présent, le cygne apparaît toujours échouant sur les eaux troubles d’une réécriture « de tempêtes transmarines » (Perlongher, Poemas 306) menacé par le chevreuil dans le cas de « Anochecer de un fauno », par le pied dans « Tema del cisne hundido (1) » ou par Leda se faisant violence, dans « Tema del cisne hundido (2) ». Voilà les traces symboliques simultanées aux opérations de langage sous-jacentes à la transposition du neobarroso sur le discours esthétique moderniste, identifiée comme un montage qui se définit et se représente dans un même temps. Il s’avère intéressant de signaler que la critique mobilisée autour de la conception du poète qui se dégage du modernisme advient à travers un hypertexte qui s’approprie la réflexion métatextuelle. Il n’est pas redondant de poser la question de cette manière puisque, si l’hypertexte comporte toujours une certaine conscience de la littérature, dans ce cas, il s’agit de la récupération d’un hypotexte qui, déjà dans sa source, incorpore métaphoriquement la réflexion sur la figure du poète. Ce type de réécriture répond bien à la quête perlonghérienne définie par l’auteur lui-même du somptueux [joyesco], dans la mesure où ce n’est qu’à partir de la décodification de ses montages neobarrosos présents en filigrane qu’il devient possible d’accéder à l’éclat qui émane des corps et des esthétiques dans leur décadence. 2.3 Montage archi-représentationnel en tant que dispositif de distanciation et de transposition des hypotextes Outre le modernisme, le neobarroso s’est trouvé d’autres cibles contre lesquelles diriger son baroque belliqueux, la poésie sociale notamment. Dans ce cas, le poème qui émerge comme paradigme est Cadaveres, où l’on perçoit une forte composante de dénonciation et de références fragmentaires à une textualité socio-historique relative à la répression et au terrorisme d’État. Le grand intérêt que ce poème a provoqué chez les lecteurs de Perlongher réside dans l’heureuse imbrication entre le ton social et le neobarroso, grâce à laquelle les opérations d’artificialisation s’avèrent particulièrement idoines pour établir une atmosphère d’hypercontrôle, de fragmentation et de mort. Il est 385 important de souligner que, si ce poème convoque des éléments ayant une connotation sociale, ces derniers ne parviennent pas à imposer ce caractère au texte dans sa totalité. L’équilibre du montage neobarroso consiste à maintenir une épaisse chape de boue constituée tant par sa manifestation hypersexualisante que par l’opérativité néobaroque. Il n’est pas facile de définir, dans le cas de l’hypotexte social, quel est le comportement intertextuel qui caractérise son dialogue avec le neobarroso, étant donné qu’il ne s’agit pas d’une parodie telle qu’elle était appliquée au modernisme. Dans ce sens, on peut déduire des déclarations de Perlongher son refus de comprendre cet exercice comme un geste d’amplification admirative. Nous considérons que, dans ce cas, le montage archi-représentationnel aborde la réécriture de l’hypotexte social, mais en fonctionnant comme une instance de distanciation, dans la mesure où la voix lyrique, eu égard à la nature particulière de son travail de réécriture, ne s’approprie pas le discours latent dans l’hypertexte. On toucherait un trait intéressant de la poétique du naufrage : renvoyer à un discours, le resignifier – comme dans le cas du modernisme – ou utiliser ses ressources expressives, mais sans se placer nécessairement dans un même champ discursif. Chapitre III. Intertexte théorique, entre simulacre de réécriture et mise à distance signifiante 3.1 Cadre théorique désirant et simulacre de réécriture Dans son désir de trouver le cadre conceptuel compatible avec ses aspirations esthétiques, le poète a entrepris un parcours de lecture qui le transporta vers des espaces géographiques et culturels lointains. C’est ainsi qu’il est séduit pas le resurgissement cubain du néobaroque, et qu’il est également intéressé par les courants philosophiques contemporains. La lecture d’œuvres comme L’Anti-Œdipe ou Mille Plateaux, du volume Capitalisme et Schizophrénie, fruit de la collaboration entre le philosophe Gilles Deleuze et le philosophe et psychanalyste Félix Guattari, a profondément marqué Perlongher. 386 Une des raisons de son intérêt pour ces œuvres tient dans la manière dont elles ont compris certains phénomènes économico-politiques dans un rapport contigu avec la dimension désirante des individus. Ce rapport, ostensible dans l’œuvre de Perlongher avant sa rencontre avec les œuvres du post-structuralisme, se renforce dans la rencontre et dans la complicité intertextuelle qu’il établit avec ces travaux. Dans la même ligne, on trouve un dialogue, quoique dans une moindre mesure, avec les travaux de Michel Foucault, L’histoire de la folie à l’âge classique ou L’histoire de la sexualité par exemple, qui ont permis au poète neobarroso d’approfondir une compréhension diachronique de la sexualité et des troubles mentaux dans la culture occidentale. Les références à Deleuze incorporées à l’écriture perlonghérienne répondent à son désir de construire un schéma conceptuel qui lui permette de rendre inhabile le langage en tant que dispositif d’uniformisation. Selon cet objectif, le poète a associé sa réflexion à l’œuvre de penseurs originaires de pays éloignés du sien et dont les œuvres pouvaient recéler des aspects qui les différencieraient radicalement de ce que l’on pourrait entendre comme une pensée argentine. Au cours de ce voyage de lectures qui génère une sorte de filiation intellectuelle, Perlongher a commis certains abus que la logique du neobarroso a pu tolérer, mais que la critique n’a pas su saisir de manière pertinente, peut-être à cause de l’attrait qu’offre une approche globalisante de l’œuvre. Le traitement que Perlongher fait de l’hypertexte deleuzien et guattarien nous conduit à penser que son intention correspond à celle d’un simulacre de réécriture où la citation et la paraphrase fonctionnent comme des illusions d’acquiescement face à la source hypotextuelle avec laquelle, à un niveau plus profond, il est en désaccord, d’après ce que l’on peut en observer par l’analyse de l’extrait tiré de Le Pli. C’est précisément ce geste de mise à égalité généralisatrice qui provoque le naufrage du sens dans ces dialogues intertextuels. Le constat d’un manque de cohérence dans le raisonnement est le point de lecture où deviennent manifestes les attaques discursives dégradées à la surface de la marre neobarrosa. 3.2 Montage archireprésentationnel et textualité théorique : vers une thématisation de la lecture 387 La présence d’intertextes provenant de l’œuvre de Deleuze dans l’écriture de Perlongher va de pair avec des références à d’autres philosophes et penseurs, parmi lesquels on trouve Michel Maffesoli ou Guy Hocquenghem, des écrivains, Genet ou Sade. Ce jeu de citations fonctionne dans la logique du montage archi-représentationnel, dans la mesure où la juxtaposition d’intertextes ou d’évocations correspondantes à des œuvres et/ou des auteurs variés, parfois même antagoniques, permet de transposer dans le contexte de ses essais et de sa prose en général la lutte esthétique dans laquelle les hypotextes s’affrontent en mettant en tension la survie de ses attaques discursives. Au moment d’établir quelles sont les références les plus présentes dans la prose perlonghérienne – que ce soit dans sa production d’essais, de témoignage ou expérimentale – nous tombons sur des références à la philosophie contemporaine caractérisées par le fait qu’elles ne sont que de rapides mentions au travail de l’auteur, qui n’entrent que peu dans la profondeur du concept invoqué. Ces intertextes fonctionneraient comme une conjuration de présences qui se résout, souvent, dans une dénégation des propositions évoquées. Ce travail nous permet de considérer avec davantage de force l’idée que la poétique du naufrage serait définie par une vocation bibliophile manifestée comme la reconstruction d’un parcours de lecture. Ce trajet met en dialogue la conscience textuelle sur la manière singulière d’énoncer l’historique de ses lectures, avec des perspectives métatextuelles et philosophiques provenant d’intertextes dégradés, ainsi qu’avec la transgression de ces derniers. De même, cette dynamique correspond à la stratégie particulière à laquelle recourt le neobarroso pour densifier son énonciation, instituant un de ses fondements essentiels : l’historique des lectures est un océan de références dans lequel l’idée fait naufrage. Ce serait le résultat du fait que l’idée correspondante à une unité discursive, qu’il s’agisse d’inter- ou d’hypertexte, ne parvient pas à être transvasée à cause de la transgression à laquelle l’auteur la soumet. Ce processus s’inscrit dans une dynamique de problématisation de la réception présent dans l’écriture neobarrosa, situation qui est redondante avec le développement d’une écriture lectoréférente, dans la mesure où celle-ci envisage le lecteur comme un récepteur à qui il faut rendre la décodification difficile, en même temps qu’elle thématise le parcours de lecture par l’entrelacs intertextuel qu’elle convoque. 388 3.3 Parcours bibliophile perlonghérien en tant que dispositif de mise à distance signifiante Néanmoins, le naufrage qui nous occupe dans ce chapitre est celui qui est déterminé par une constante mise à distance signifiante qui a pour objectif de faire naufrager l’œil du lecteur et du critique, en ce qu’il constitue le troisième stade d’un protocole non explicite de déstabilisation de la réception de l’œuvre de Perlongher. Cette opération a été déterminée par le mouvement constant des centres d’intérêt bibliographique de Perlongher, qui ont pu être reconstitués grâce à la thématisation, déjà mentionnée plus haut, de la lecture dans ses essais, ses textes expérimentaux et poétiques, Rendre transparent le parcours de lectures dans l’écriture, à travers un travail d’inter et d’hypertextualisation de grande plasticité, permet de comprendre le processus d’écriture comme étant simultané à l’acquisition de lectures de la part de l’auteur, celleci étant entendue comme un acte créatif. La monstration de l’interaction entre les deux instances est rendue possible par le montage archi-représentationnel, dans la mesure où les processus d’autodéfinition que celui-ci comporte entraînent le passage de l’hypotextualité théorique – Lezama Lima, Sarduy, Deleuze, entre autres – à l’écriture de Perlongher lui-même qui s’élabore dans la confrontation avec cette dernière. La mise à distance signifiante se fonde sur un processus autoréflexif très souple où ont lieu des refus et/ou des questionnements de discours préalablement introduits dans sa chaîne intertextuelle. L’exil textuel qui a marqué l’écriture perlonghérienne, de même que sa versatilité en tant que producteur de textes publiables dans des canaux tout aussi bien marginaux qu’universitaires, influent sur la perception de l’intellectuel en rupture, mais c’est son ubiquité et sa permanente mise à distance discursive qui génère une structure profonde où s’élabore sa vie intellectuelle hors du commun. Cette mise à distance peut être observée grâce à l’observation active des microphénomènes stylistiques dans lesquels on observe un comportement subversif et de dénégation par lequel les intertextes, d’abord envisagés depuis l’admiration et l’amplification, sont ensuite transformés parodiquement. 389 Le premier aspect à aborder dans cette perspective tient dans la progressive mise à distance thématique observée à travers les six livres qui composent son œuvre complète. Par la suite, nous entendrons par thème le champ conceptuel indiqué par la majeure partie des inter et des hypertextes présents dans l’écriture perlonghérienne, capables de donner un sens particulier à un segment déterminé de son œuvre. C’est précisément la visibilisation de la lecture d’auteur, à travers l’exaltation des rapports transtextuels, qui nous mène à l’idée que la poétique du naufrage se fonde sur une certaine lectoréférence, en particulier, par la thématisation de la lecture. Ce fait est explicité par Perlongher au moins par deux fois, signalant ainsi des bifurcations ostensibles et conscientes dans sa trajectoire bibliophile. La versatilité de sa pensée pour se mouvoir à travers les discours permet, par son projection dans des textualités philosophiques, d’établir des faux-semblants de profondeur grâce auxquels il devient possible de contrecarrer et de justifier la revendication systématique de la surface opérée par Perlongher sur le plan de l’expression. En effet, il semblerait que cette association pourrait servir à rééquilibrer les excès formels opérés par le montage archi-représentationnel. Ce qu’il est intéressant de confirmer, c’est que la prétendue profondeur que semblent donner des références à l’avant-garde de la pensée philosophique française d’alors correspond bien plus à une illusion d’érudition, à un jeu déceptif de la poétique du naufrage incitant à une décodification erronée. 390 Troisième Partie Chapitre I. Interdépendance de textualités 1.1 Vers une Poétique de la transe L’approche du concept de transe a été inspirée par le travail que Perlongher réalisa dans la dernière étape de son écriture et de sa vie, où l’on perçoit une rupture avec la textualité neobarrosa dans son versant hypersexualisant pour présenter le corps comme un moyen d’ascension spirituelle dans un contexte rituel. Cette nouvelle scène resignifie l’œuvre dans son ensemble, incitant à une nouvelle lecture capable de réévaluer les lignes de son apparente rupture, par exemple celle déjà évoquée sur la conception corporelle, mais aussi sur la persistance dans le maniement de son langage. La transe comprend une multiplicité de sujets présents chez Perlongher qui permettent de rendre compte de l’intégration de la textualité empirique et bibliophile dans son œuvre au moyen d’une métaphore unissant les multiples strates de sa poétique, capable d’agréger en un seul termes les principaux enjeux du monde proposé dans son écriture. En effet, la poétique de la transe permet une synthèse des opérations qui constituent le montage archi-représentationnel et de la dynamique de la consubstantialité bibliographique à travers une conception de l’intertextualité qui n’est pas au service de la théorie qui réprouve, à la manière de Barthes ou de Riffaterre, l’interrelation du texte avec la réalité. La transe poétique qui nous occupe est le résultat du croisement entre deux constantes correspondant aux objectifs des deux poétiques déjà étudiées : accroître la référentialité et la référence. Malgré les divergences de finalité, les deux constantes se recoupent dans la réalisation poétique d’un langage capable de rendre compte d’une histoire qui est, en même temps, corporelle et langagière par l’entremise d’un objet poétique qui implique ces deux dimensions de façon indissoluble, à la manière d’un chronotope qui, dans ce cas, ne renverrait pas à la connexion essentielle des rapports temporels et spatiaux, mais à l’interdépendance des états d’un corps et des langages de cette transe, la manière dont le temps d’un corps narre inévitablement le lieu d’une langue. Nous faisons référence à cette relation, en paraphrasant Bakhtine, comme un 391 corpuslinguae en le comprenant comme le stade poétique perlonghérien résultant de la convergence et de l’intensification rhétorique de la consommation et du naufrage du langage. 1.2 Les corps en transe sur l’axe de l’histoire neobarrosa La poétique de la transe comporte une conception particulière de l’histoire qui a pour trait essentiel son approche de la version officielle dans les termes de la déstabilisation, comme cela se produit dans le cas de l’histoire nationale argentine où des procédures de parodie caractérisent l’approche aux grands événements et aux hommes illustres. De la même manière, on repère l’élaboration d’histoires parallèles et marginales pour des événements ignorés par le récit historique conventionnel. Dans ce cas, nous pouvons souligner l’histoire des corps à la sexualité condamnée que Perlongher sauve de l’élimination pour les poétiser. Or il s’avère important de préciser que cette allusion à l’histoire ne considère pas seulement la manière référentielle de la travailler – comme nous l’avons fait dans la première partie – mais encore de se référer à elle au moyen d’un travail particulier sur le plan de l’expression. Ce travail considère un examen beaucoup plus profond qui prend pour objet l’histoire de sa langue, en la déconstruisant en même temps qu’il propose une littérature où se reflètent des histoires d’immigration et d’exil qui marquèrent le corps social en marge de l’histoire officielle. L’œuvre de Perlongher rendrait compte de cette catastrophe dans l’écriture à travers un état de langage qui jouit d’une conscience critique permettant de disposer, sur la scène de l’énonciation, cette interprétation que nous habitons et l’hypothétique effet que cette lecture imposée peut engendrer, conséquence des corps en transe. Ce travail focalise son attention sur les interstices de l’histoire, ceux qui dans le texte sont représentés comme un dire où prolifèrent les anfractuosités linguistiques qui dessinent la faille d’où jaillit la sagesse particulière de l’œuvre de Perlongher, et où l’on remue non seulement l’histoire officielle, mais encore l’histoire littéraire et celle de la langue grâce à la capacité du neobarroso d’engendrer un phénomène constant d’intromission entre la réalité du monde et les résonnances plus ou moins indirectes que celle-ci entretient avec le langage de la littérature. 392 Cette description prétend démontrer le nœud complexe par lequel l’écriture neobarrosa rend compte de la réalité de manière indirecte à travers une augmentation de la référence, au moyen d’un exercice de densification de la littérature. La capacité de l’œuvre de Perlongher de mettre à disposition du lecteur un texte à l’abondante littérarité qui, parallèlement, fait transparaître des signes du monde, interroge la validité de la théorie de l’hétérogénéité absolue du langage, en démontrant, par là même, la pertinence d’une lecture agglutinante des deux dimensions dans le cas de l’œuvre neobarrosa. 1.3 Oralité et hétéroglossie comme langue du corps en exil L’écriture de Perlongher aborde la situation de surinterprétation du récit historique en mettant en scène les états du corps neobarroso au moyen des sons et des vocables associables aux corps exclus des récits historiques. C’est ce que permet le langage qui mime la mémoire de ces corps se rebellant contre la grammaire normative et attribuant à l’énonciation de cette mémoire un degré de marginalité similaire à celui décrit par les corps évoqués. Le détachement soutenu que l’écriture neobarrosa démontre face aux normes de la grammaire et de la syntaxe, de même que l’exploitation disproportionnée des opérations de générativité de la langue, correspondent à un geste de libération qui a compris la langue comme un système d’expression régi par des règles auquel on a été destiné et dans lequel affleure le conflit entre l’individu et le signe. La logique de cet espace de langage constitue une sorte de musellement expressif contre lequel l’écriture se rebelle selon une double libération. La première entretient un rapport avec le caractère normatif de la langue et se manifeste à travers une augmentation ostensible des opérations de transformation phonétique et orthographique. De cette manière, la poésie de Perlongher engage sa rébellion avec la création d’une nouvelle langue entendue comme constante transgression du langage poétique canonique, et, à son tour, de la langue espagnole elle-même. L’inclusion du mot parlé va de pair avec l’intégration d’éléments hétéroglossiques comme le lunfardo du Río de la Plata ou la giria de Sao Paulo, mais également de mots provenant d’argots circonscrits à une manifestation orale comme, par exemple, le lexique de l’argot gay de 393 Buenos Aires. Ces éléments fonctionnent comme des contrastes qui permettent de visualiser l’hétérogénéité des divers registres et variations de la langue, ainsi que les différences entre plusieurs langues. Chapitre II. Langues évanescentes comme matérialité poétique 2.1 La recherche d’une langue : vers une interlangue neobarrosa La poésie de Perlongher promeut un langage qui fait des formes prestigieuses d’énonciation matière à dérision et la surface de base pour la mise en voix de différentes langues étrangères à la grande tradition argentine. De cette manière, il interroge l’effectivité de la langue maternelle en tant que moyen d’expression, à travers la confrontation de parlers stigmatisés avec une énonciation lyrique prestigieuse, situant sa poésie dans la périphérie de la littérature. La promotion de littératures standardisées – aussi connues comme commerciales –, de même que d’un canon littéraire, implique non seulement le positionnement d’un nombre limité d’écritures dans le champ médiatique, mais également un exercice d’exclusion et d’oubli des propositions qui verbalisent leur discours au moyen de langages alternatifs aux modulations rendues prestigieuses par le canon. La dynamique de la langue et de la littérature standards traite, en fin de compte, de l’oubli dans lequel sont confinés les langages dysfonctionnels par rapport à ce modèle à travers la marginalisation de leurs locuteurs. Perlongher semble être au courant de cette situation, en proposant une réflexion sur la capacité des langues pour refléter, dans leur évolution historique propre, la vérité de leurs sociétés. Cette interrogation critique associe de manière systématique la langue maternelle à un rôle de domination et de passage sous silence hégémonique. Dans ce sens, la poétique de la transe semble annoncer la mort de sa première langue et la manière dont, face à cette réalité, les langues qui lui sont alternatives parviennent à suppléer la fonction poétique que la première restreignait. Perlongher connecte sa poésie avec les parlers non officiels, opérationnels en marge de la grammaire, configurant des corps par la multiplicité des voix qui convergent vers son énonciation. Cette expérience se déploie à travers la construction 394 d’une sorte d’interlangue, concept qui s’avère utile pour caractériser l’écriture neobarrosa dans la mesure où son énonciation peut être entendue comme le processus d’apprentissage d’un langage qui se déplace vers diverses variantes langagières distinctes de l’espagnol standard. 2.2 Poésie du passage comme demeure des langues évanescentes L’écriture neobarrosa développe une réflexion sur les langages sans écriture, en accomplissant un acte de fixation poétique de langues non standardisées, ainsi que des opérations de générativité et de transformation linguistique qui sont sa source de développement. Perlongher ne se sent pas seulement attiré par le portuñol et le lunfardo, il l’est également par ce que ces langages représentent de manière plus profonde : une réserve de mots en constante mobilisation et en perpétuel risque de disparition. Un des objectifs de son écriture semble être celui de donner un lieu au lexique et à la phraséologie qui émergent à l’extérieur de la langue standard, puisant, pour exister, dans le parler familier. Ses textes établissent un geste d’amitié avec les voix évanescentes qui se manifestent comme un sauvetage des mots et des tournures qui se fixent sur un support poétique. La complexité que suppose cette écriture pour le lecteur et/ou le critique a à voir avec la variabilité des opérations qui rénovent son langage. En ce sens, notre lecture a rendu compte de la manière dont l’incorporation du portugais peut être confondue avec des phénomènes linguistiques de transformation, donnant lieu à l’établissement, dans certains passages, d’un portuñol neobarroso qui tendrait à l’erreur dans l’écriture, en guise d’incorporation à l’énonciation. Les erreurs et les interférences linguistiques constituent des fragments de la réalité que l’écriture neobarrosa accueille. Elles permettent d’abstraire l’écriture perlonghérienne de la transparence désirable, en nous présentant une langue interrompue par des segments de langues étrangères qui dotent le texte littéraire d’une porosité qui explicite ainsi une sorte de bilinguisme. La vision des langues étrangères qui inondent la langue maternelle définit la relation que cette poésie décrit avec la réalité, en particulier, la transgression de ses codes linguistiques. 395 2.3 Synthèse littéraire ou écriture dévote : le lieu du Daime dans la poétique de la transe À la lecture de Aguas aéreas – libre que Perlongher considérait comme le fruit de son expérience à l’intérieur de la spiritualité – nous avons affaire à un langage qui, du point de vue de son obscurité sémantique, ne diffère pas des deux livres antérieurs. L’exaltation rythmique et l’emploi musical de la langue contreviennent directement à la faculté communicative de la langue. Si auparavant l’allusion à la grammaire et au plurilinguisme passait de manière indirecte par l’erreur et les éléments hétéroglossiques, dans ce cas, dans ce cas, il convient de considérer la possibilité que cette poésie rende compte du monde au moyen d’un pastiche du langage dévotionnel du Daime. Le parcours des textes reliés au Daime a pour objet d’établir les portées textuelles que sa fréquentation a eu dans l’œuvre de Perlongher et d’écarter l’idée, nourrie par une part de la critique, selon laquelle sa production poétique, en particulier ses Aguas aéreas, constituerait un espace discursif transi par des considérations religieuses ou le produit d’une écriture inspirée au sens religieux du terme. De même, cette analyse a permis d’observer comment la poétique de la transe renvoie simultanément à sa propre langue et également au monde, dans la mesure où elle réalise une opération d’homologation linguistique du Santo Daime. Or, l’appréhension d’un monde spirituel en tant que langue n’est pas un acte spécifique de l’œuvre de Perlongher, et elle peut être entendue comme l’extension naturelle des considérations téléologiques qui expliquent la divinité en tant que verbe. Toutefois, la proposition neobarrosa marque un point d’inflexion créative en abordant artistiquement une religion périphérique au moyen d’un langage poétique excentrique aux littératures canoniques. Chapitre III. Caducité de la langue 3.1 Mimésis baroque : des langues pour mettre en scène la mort Ce dernier chapitre de notre thèse aborde le dernier livre de l’auteur qui, outre le fait qu’il est le dernier maillon d’une chaîne de six livres de poésie, reflète les dernières 396 semaines de vie du poète. Ce fait revêt une pertinence certaine dans la mesure où El Chorreo de las iluminaciones rend compte, par sa structure, de sa condition de texte terminal. De cette manière, le livre, ainsi que les textes qui lui sont contemporains, devient le témoignage patent d’une confusion entre les dimensions littéraire et vitale, et de la manière dont la crise de l’homme-poète a été, au fond, une crise de langage. Le Chorreo de las iluminaciones, tout comme les écritures qui l’ont entouré, révèle une série de crises discursives fortement reliées à d’autres, de type personnel, qui semblent conduire sa poésie sur la voie d’une croissante transparence du langage. Ainsi, sa dernière œuvre peut s’entendre comme un livre élégiaque où l’on visualise la transe provoquée par la maladie et par l’effondrement des certitudes esthétiques du poète durant son voyage vers la mort. Ce tour attribue au texte un ton clairement élégiaque en faisant converger vers un point final et irréversible le corps du poète et les discours ou les patrons esthétiques qui l’ont représenté sa vie durant. Quoi qu’il en soit, la question demeure de savoir s’il s’agit d’une influence imposée par la mort à ses discours, ou plutôt de l’annonce raisonnée du terme de ces derniers. Ce qu’il y a de sûr, c’est que l’annonce de l’invalidité soudaine des discours associés à son œuvre – de même que le processus vers une transparence de son langage poétique – est la forme par laquelle son écriture sémantise la tragédie de sa propre disparition. 3.2 Agonie du mot Dans cette section, nous considérons la symptomatique relation que le poète a entretenue avec la France, avec ses milieux intellectuels et, de manière générale, avec les grandes références théorico-religieuses de sa vie d’adulte. Par la suite, nous envisageons quel est le développement de ce conflit dans la production poétique de l’auteur, en tâchant de détricoter le nœud du Perlongher immigrant comme l’allégorie de la crise globale que l’auteur éprouve avec les discours centraux de sa vie et de son œuvre. Inévitablement, semblent converger dans le poème la transe générée par la rupture discursive avec celle provoquée par la maladie, en décrivant des rapports de 397 cause à effet dans le rapport du poème avec le contexte vital où s’inscrit la voix du locuteur. L’intégration de ces conflits dans le texte atteint un degré de consonance si important avec le ton biographique de Perlongher que nous sommes fondés à penser que les textes de El Chorreo de las iluminaciones constituent un point d’inflexion dans cette capacité associée au neobarroso de donner corps, à travers son désordre expressif, aux circonstances d’une vie, ou plutôt, à la capacité mimétique des discours face à l’expérience de la poétique de la transe. Dans le poème étudié, on remarque l’idée de l’épuisement de l’excès, observée dans certains éléments associés à la culture française, en particulier dans un texte comme « La muerte de la homosexualidad », et qui culmine ici non seulement comme la compréhension autocensurée de l’érotisme contrasystémique émanant de l’œuvre de Perlongher, mais encore comme un acte de régénération de l’esthétique avec laquelle il était possible d’énoncer un discours sur cette exubérance et de lui donner corps. Ce titre peut ainsi être compris comme la clé programmatique de la transe discursive qui s’empare des derniers vers du poète, son ultime voyage qui ne semble pas aller au-delà, mais plutôt faire retour sur l’origine, représenté ici par le Brésil et l’Argentine, et par la transparence de sa langue. 3.3 Une langue se meurt À l’instar de Lihn, Perlongher a écrit ses derniers poèmes dans la mort, actant une transe discursive au cours de laquelle les traces d’une fracture sont inscrites dans le langage, la fracture de son esthétique et de sa vie aux mains du passage du temps. Ses textes rendent compte de cette transe mortelle à travers l’élaboration d’une textualité mortuaire chaque fois plus complète où croît l’apparition d’éléments propres au champ conceptuel de la mort et de la maladie. Cette tendance, déjà observée dans les premiers textes de El Chorreo de las iluminaciones, est confirmée avec éloquence dans les derniers poèmes de ce livre qui sont, en même temps, les derniers poèmes de son œuvre. Le chemin que nous avons parcouru dans les poèmes finaux de Perlongher nous a permis d’entrevoir la fracture de l’homme face à l’événement de son agonie, laissant en évidence une série de crises esthético-discursives à travers lesquelles le poète représente son propre deuil. La mise en scène de la mort est le produit, dans ce cas, de la 398 codification d’une histoire de langues et de sang, décrivant une communion entre le travail suggestif de la langue et la convocation constante d’épisodes vitaux à travers le malaise de la langue. La poétique de la transe, à la lumière de cette dernière lecture, manifeste son désir de faire coïncider les morts du discours et de l’homme comme la conséquence finale de la communion entre vie et littérature. Le corpuslinguae décrit tout au long de cette étude dessine le désir de cohérence scripturale du poète, au-delà de la série d’incongruités symboliques qu’il inséra lui-même dans son écriture dans une finalité esthétique et politique. La corrélation entre les dires et les faits atteint un profond pathétisme en actant la fin des discours à l’unisson de la mort du poète. Cette situation est présentée au moyen de l’exploitation d’une thématique qui, malgré son originalité dans l’ensemble des thèmes abordés par le poète, parvient à fonctionner comme catalyseur de frustration, de rancœur et de repentir, toutes ces émotions étant fondamentales dans la dernière section de son œuvre. La discrimination raciale comme visage sensible de la transe de l’étrangéité – sous les formes de la vie quotidienne ou d’histoires de batailles intellectuelles – est la manière par laquelle sa poétique de la transe sémantise la tragédie de sa disparition. Dans le neobarroso, la corrélation entre vie et littérature devient patente grâce à la mise en scène de l’habitat d’une agonie et par l’allégorisation de son horreur, esquissant la rupture avec les images et les discours de sa vie et de son œuvre. Selon cette perspective, la critique excessive constitue non seulement un tour inespéré dans sa problématique, mais plus encore la séparation du locuteur d’une des stratégies exploitées avec la plus grande effusion dans son écriture. La fin des discours correspondrait à l’allégorisation qu’adopte dans son œuvre la projection des scènes finales de sa vie. 399 TABLA DE MATERIAS AGRADECIMIENTOS …………………………………………………………………5 INTRODUCCIÓN GENERAL…………………………………..…………...…………7 PARTE I: POÉTICA DE LA CONSUMACIÓN I.- UNA ESCRITURA EN LA EXPERIENCIA: REGISTRO VITAL COMO TEXTUALIDAD DE BASE………………………………………………….……..…20 1.1 Emergencia de un idioma…………………………………………….…….21 1.2 Hacia una contextualización histórico-literaria: Represión y compromiso...29 1.3 Hacia la constatación de una situación………..……………………………41 II.- PROBLEMÁTICA HOMOSEXUAL Y RESISTENCIA: HACIA UNA POLÍTICA DE LA SEXUALIDAD…………………………………………………………….…..49 2.1 Primer estado de escritura: Los años del activismo, la persecución. Antecedentes del odio y de una resistencia………………………………….....50 2.2 Segundo estado de escritura: La racionalización de esta experiencia………58 2.3 Tercer estado de escritura: Reformulación poética………………………....75 III.- RECONSTITUCIÓN DE UNA MEMORIA ERÓTICA………………………….93 3.1 Puntos de acceso pudendos a la Historia……………………………….…..94 3.2 La racionalización de los hechos: hacia el rescate de una memoria……....103 3.3 Reformulación poética: elaboración de una memoria con el cuerpo……...111 La vitalidad de una escritura…………………………………………………..129 400 PARTE II: POÉTICA DEL NAUFRAGIO I.- DIMENSIÓN BIBLIÓFILA DE LA POESÍA NEOBARROSA……………...……133 1.1 Poética del naufragio: flujos transtextuales en la escritura perlonghereana………………………………………………………………...134 1.2 Apropiación de las operaciones de artificialización del lenguaje neobarroco como modelos para desarmar…………………..……………………………..144 1.3 Perspectiva diacrónica de alianzas neobarrocas……..……………………154 II.- TRAS LAS HUELLAS DE LA TRANSTEXTUALIDAD EN LA POÉTICA DEL NAUFRAGIO…………………………………………………………………………161 2.1 Paratextualidad neobarrosa: Instancias de diálogo con la tradición. …….162 2.2 El hipertexto modernista………………………………………………..…172 2.3 Montaje archirrepresentacional como dispositivo de distanciamiento y transposición de hipotextos. …………………………………..………………180 III.- INTERTEXTO TEÓRICO: ENTRE SIMULACRO DE REESCRITURA Y DESMARCACIÓN SIGNIFICANTE……………………………………………...…196 3.1 Marco teórico deseante y simulacro de reescritura……………………..…197 3.2 Montaje archirrepresentacional y textualidad teórica: hacia una tematización de la lectura……………………………………………………………………205 3.3 Recorrido bibliófilo perlonghereano como dispositivo de desmarcación significante………………………………………….…………………………217 La mortalidad de una escritura…………………...……………………………227 PARTE III: POÉTICA DEL TRANCE 401 I.- EL TRANCE DE LOS CUERPOS COMO INSTANCIA DE UNIFICACIÓN DE REFERENCIA Y REFERENCIALIDAD ……………………………………………230 1.1 Hacia una Poética del trance……………………………………………...231 1.2 Los cuerpos en trance en el eje de la historia neobarrosa……………...…239 1.3 Oralidad y heteroglosia como idioma del cuerpo en exilio………….……248 II.- LENGUAS EVANESCENTES COMO MATERIALIDAD POÉTICA…………262 2.1 La búsqueda de un idioma: hacia una interlengua neobarrosa……………263 2.2 Poética del trance como morada de lenguas evanescentes…………….…274 2.3 Síntesis literaria o escritura devota: El lugar del Daime en la poética del trance…………………………………………………………………………………...285 III.- CADUCIDAD DE LA LENGUA………………………………………………..301 3.1 Mímesis barroca: idiomas para escenificar la muerte………………..……302 3.2 Agonía de la palabra………………………………………………………310 3.3 Muere una lengua…………………………………………………………318 La lengua en trance……………………………………………………………329 CONCLUSIÓN …………..………………………………………………………..…332 BIBLIOGRAFÍA GENERAL…………………………………………………..…… 340 ÍNDICE ONOMÁSTICO……………………………………………………………..358 RESUMEN EN FRANCÉS…………………………………………………………...368 TABLA DE MATERIAS……………………………………………………………..400 402 Néstor Perlongher : une écriture en transe Résumé : Néstor Perlongher (1949 Buenos Aires – 1992 Sao Paulo) est l’auteur d’une œuvre poétique aussi impressionnante par ses thèmes que par son style. Sa poétique est fondée sur des opérations linguistiques variées tels qu’une mixité des niveaux de langue, l’utilisation des jargons et des argots régionaux, l’exaltation du pouvoir suggestif du son, la prolifération des références ambiguës dans le cadre d’une esthétique néobaroque, entre autres. Nous estimons que son oeuvre constitue un des travaux les plus intéressants dans le domaine de l'écriture néo-baroque argentine, tant par la radicalité de son travail avec la matérialité du signe linguistique que par la construction d'une poétique qu'actualise les valeurs esthétiques néo-baroques en les combinant avec des faits historiques et épiques. Cette étude propose de lire l'œuvre de Néstor Perlongher à la lumière des concepts théoriques en provenance du néo-baroque cubain, ainsi que des ouvrages issus de philosophes poststructuralistes. L'analyse de cette problématique sera faite moyennant l'identification et la description des opérations symboliques et sémantiques que constitue le processus d'artificialisation de l'énoncé et qui finalement permettent l'inscription de ces œuvres dans le style « néobarroso ». _____________________________________________________________________________ Néstor Perlongher: writing in trance Abstract: Néstor Perlongher (1949 Buenos Aires - Sao Paulo in 1992) is the author of a work of impressive themes and tones. His poetry is based on various linguistic operations such as mixing levels of language, the use of jargon and regional slang, the exaltation of the suggestive power of sound, the proliferation of ambiguous references in the context of an aesthetic NeoBaroque, among others. We believe that his writing is one of the most interesting work in the field of literature Argentine neo-baroque, considering that his work is radical to the materiality of the linguistic sign and build a vision that combines neo-baroque aesthetics with historical facts. This study proposes to read the work of Nestor Perlongher in the light of the theoretical concepts of the Cuban neo-baroque and post-structuralist philosophers. The analysis of this issue is made through the identification and description of the symbolic and semantic operations of artificiality process that allows the inclusion of these works in the style "neobarroso". 403