politique - Biblioteca de Historia Constitucional
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•• EXPOSICION S. M. Li REINA NUESTRA SENORA ,iD. 'vclipc OIanga 2lrgildlcs. Uf 185<. MADRID. IMPHEKTA Y L1BIIEI\/A calle rlt~ lJE D. Carretas, núm. :1.852. VICENTE 8. MATU1'E, Señora: DON Felipe Canga Argüelles, llega reverentemente á L. R. P. de V. M., confiado en que Se ha de dignar acoger con la augusta benevolencia que Le es característica la súplica del exponente, dispensando á la familia del mismo un imperecedero testimonio del alto aprecio con que la Reina de España sabe honrar los servicios hechos al Trono tan dignamente ocupado por V. IV!. para ventura y gloria de la leal nacíon española, y á los intereses bien comprendidos de esta. No entra de modo alguno en el ánimo del que expone el designio de que sus escasos méritos sirvan de fundamento, ni siquiera de punto de apoyo á su pretension. La simple enunciacion, por una parte, de las distinciones altamente honoríficas con que V. M. le ha favorecido en su carrera; y, por otra, la de las muestras de confianza pública, que se le han dispensado, bastan para que se reconozca que están liberalmente recompensados sus merecimientos. Otro sentimiento mas fuerte, mucho mas elevado tambien, es el que ha inspirado al que expone la idea de acercarse al venerando trono de V. M., que teniendo su orígen cn los afectos mas puros del corazon humano, es hoy el intérprete de la necesidad en que, á ley de f ~ • -·1 buen hijo, se encuentra el c\:poncnte, de pagar á la idolatrada memoria de su padre una sagrada deuda, procurando para el recuerdo de tan ilustre nombrc señaladas y solemnes honras. Propios y estraños han pagado, Señora, justo tributo de alabanza y de honorífica consiJcracion á las virtudes domésticas y públicas, y á los talentos y ulilísimos trabajos de D. José Canga Argüclles, padre del que expone. La larga vida de aquel buen español se consagró desde la juventud con el fervor del celo mas laborioso y con el ardor del patriótico entusiasmo al servicio de su país y al de sus Reyes, y ha conquistado algunas páginas en la historia de una época memorable, gloriosísima; la que mas, tal vez, en los fastos de la España moderna. Llamado ya en sus años juveniles al dcsempcño de importantes destinos, cúpole una parte principal, muy activa, en los sucesos políticos de principios de este siglo; y puede asegurarse que tuvo notable influencia en el grande y heróico alzamiento d~ 180R, precursor ele los asombrosos desastres que arrojaron al vencedor de Marengo y de Austerlitz á las llesiertas rocas de Santa Elena. Su cabeza y su corazon fueron siempre para el Monarca y para la Monarquía: su fortuna, sus fuerzas, todo se sacrificó en provecho de la cosa pública, con aquella actividad incansable, y en su vasto alcance asombrosa, con que se le veia acudir siempre á llenar las graves y multiplicadas obligaciones que estuvieron á su cargo. D. José Canga Argüelles, Cifuentes, Arias, Prada nació en Oviedo, y en la propia ciudad hizo sus primeros estudios, distinguiéndose en las cátedras que frecuentaba, y alcanzando en ellas los primeros puestos. Allí se vió honrado con las mas satisfactorias calificaciones, y con los grados de Licenciado y de Doctor en Jurisprudencia y Cánones, que recibió á los veinte años de edad, en 1791, en la Universidad de Zaragoza, obteniendo al recibirlos las notas de benemérito, dignísimo, por todo el rigor de justicia, y sin voto en contrario. Siete años trascurrieron desde el dia en que tomó la última de estas investiduras hasta el en que fue llamado á la vida de los negocios públicos. Durante aquel tiempo contrajo méritos literarios que le ganaron mucha reputacion ,y le facilitaron interesantes relaciones con personas de gran valía en la república de las letras. Auxiliaba en el despacho de los negocios á su padre, Fiscal del Consejo Supremo de Castilla, formando los extractos, examinando las obras de consulta, preparando, en fin, los elementos de utilísimos trabajos. Por entonces tradujo del griego, en compañía de su hermano D. llernabé, y con él publicó en verso castellano, las obras de Anacreonte y la~ de Safo, Menalipo, Alceo y otros, como tambien las Oda s olímpicas de ·Píndaro. Hizo ver asímismo la pública luz, bajo el título de Suplemento al Apéndice de La Educncion popular, á los escritos del famoso economista Martinez de la Mata, poniéndolcs instructivas notas. Para un concurso abierto por la Real Sociedad Aragonesa escribió una memoria sobre las causas de la despoblacion de Aragon y modo de remediarla. Acerca de varias solicitudes de permiso para imprimir, y sobre las obras con este objeto presentadas evacuó diferentes informes pedidos por el Supremo Consejo de Castilla. Redactó muchos dictámenes que se le pidieron en el Banco Nacional de San Cárlos, á cuyos accionistas debió el nombramiento de Vocal de la Junta de gobierno; y publicó una obra de edueacion, titulada Gaceta de los niños. La breve reseña quc acaba de hacerse de sus fructíferas tareas en aquel período primero de una existencia sin reserva consagrada al bien general, ofrece ya una demostracion de la aprovechada laboriosidad con que acertó á distinguirsc dcsde jóven. Cuanto publicó en los indicados siete años fué honrado con la aprobacion del Gobierno, y mereció bien de corporaciones científicas y de multitud de personas versadas en los mas importantes ramos del humano saber. Por ello le prodigaron muestras de aprecio en los términos mas solemnes y satisfactorios. Frisaba apenas en la edad en que el hombre empieza á dar de mano á las ilusiones que la inexperiencia de los primeros años engendra generalmente; y al entrar en la vida de la'reflexion fué llamado al desempeño de un puesto de importancia en la secretaría del despacho de Hacienda, por concesion de Vuestro augusto abuelo, el Sr. D. Cárlos IV, atendidos los especiales conocimientos del nombrado y en gracia tambien de los buenos servicios de su padre. Los deberes que esta nueva posicion le atribuia fueron perfectamente cumplidos, sin desmentir jamás la actividad y el celo que constituyeron siempre el fondo de su carácter. Uno de aquellos deberes era dar á conocer la poblacion de la Península, los elementos de su riqueza y el valor de las rentas de la Corona, promoviendo al intento la formacion del Censo, eon la de la Balanza de Comercio, é igualmente los trabajos estadísticos que respecto á lo demas se considerasen necesarios; determinando asimismo los gastos del Estado, y calculándolo todo por dos quinquenios, uno relativo á tiempo de paz y otro á tiempo de guerra. Aprobado el pensamiento por el Ministro, se le encargó la realizacion de tan prolijo trabajo, que desempeñó con su acostumbrada cfitacía, -6presentando en un breve espacio terminada la obra, original y única en su especie. Encargósele cn seguida la formacion de un reglamento para la Secretaría, y le redactó precedido de una memoria en que se vieron establecidos lógicamente, y con facilidad desenvueltos y explicados, los mejores principios y máximas políticas y administrativas, fundamento y norma estas y aquellos de las complicadas combinaciones de la teoría en materia de Hacienda. El reglamento mereció la Real aprobacíon, y al ponerle en práctica, el Ministro confió al autor un negociado de los mas graves y difíciles. Para quedar airoso en su nuevo destino promovió la idea de que se formase otro Censo de la poblacion de España, que publicó en el año de 1800, con un prólogo original escrito por él, al intento. Activó la reunion de datos para formar el Censo de la riqueza general, y adoptó las mas eficaces disposiciones para que se imprimiese y publicase la Balanza tie Comercio. El Ministerio se habia puesto, por escitacion del padre del que expone, en frecuente correspondencia con todas las Sociedades económicas de España, á fin de conocer el estado de la industria en sus varias aplicaciones, y el desarrollo en general del comercio; cuyas operaciones en el estranjero estudió y protegió tambien, estableciendo otra correspondencia activa con los embajadores y ministros del Rey en todos los paises, y consiguiendo evitar las vejaciones que en algunos sufrian nuestros compatriotas. Hubo necesidad dc reponer las pérdidas que nuestro ejército habia experimentado; el Ministerio de la Guerra trató del reemplazo, y quiso ilustrar la cuestion oyendo á los otros. El de Hacienda encargó su informe á D. José Canga Argüclles, quien escribió con tal objeto tres memorias que fueron aprobadas por el Rey. Hecha la paz con Portugal, y asentados los preliminares de otro tratado con Inglaterra, al propio fin, se convocó el Congreso de Amiens para el definitivo arreglo de los intereses políticos de Europa. Deseaba el Rey que en aquclla asamblea figurase España del modo mas digno posible; yordenó al Ministro de Hacienda la formarion de una memoria comprensiva de las pretensiones que podrian presentarse en el mencionado Congreso. Trabajo de suma dificultad, por la actitud que presentaba la nacíon francesa, por la escasez de datos, por la agitacion que respecto de estas cuestiones preocupaba los ánimos, y ademas por la premura con que habia de hacerse, pues solo se concedieron al intento diez dias. La proverbial laboriosidad de D. José Canga Argüelles arrostró todos los inconvenientes, y los venció dentro del -7término prefijado para el desempeño de este nuevo y delicado encargo que el Ministro le hizo. A los diez dias leyó al Rey la memoria: S. M. se dignó aprobarla; se comunicó al Ministerio de Estado, y fué remitida á nuestro embajador en el Congreso, mereciendo entonces y despues grandes elogios de los hombres mas versados en la diplomacia, y sirviendo de base primordial para el tratado de Amiens. Consta de seis partes; y pudiendo considerarse como uno de los mas honrosos y apreciables servicios del padre del exponente, se permitirá consignar aquí la mencion especial del asunto á que cada parte se refiere. Contiene la primera un sucinto relato del estado de nuestra poblacion en aquellos tiempos.-Ofrece la segunda un cuadro de la situacion de las naciones europeas comparada con la de Inglaterra.Versa la tercera sobre el exúmen de las relaciones mercantiles entre Inglaterra y España.- La cuarta es un análisis detenido de todos los tratados hechos desde 1604 entre las dos poteneias.-Expónense en la quinta las consideraciones que deberian tenerse en cuenta para el ajuste del nuevo tratado.- Y la sexta comprende el plan de disposiciones económicas que el Gabinete español debia de realizar para que el poder y el consiguiente bienestar de la nacion española quedaran sólidamente cimentados. Fuera difuso enumerar los demas trabajos en que brillaron por aquella época los talentos y el patriótico y jamás fatigado celo de tan útil funcionario, entre cuyas elucubraciones merecen distinguido lugar y particular elogio las en que defenrlió vigorosamente y con habilidad consumada los intereses de España contra pretensiones injustas de Francia y otras potencias, hasta que salió del Ministerio de Hacienda ,{ para encargarse de la Contaduría general del ejército de Valencia y Murcia, en cuya dependencia no economizó esfuerzo alguno para que, desapareciendo los vicios y obstáculos que entorpeeian y desnaturalizaban el curso de los negocios, fuese, como en breve fué, un modelo de regularidad y de buen órden. En los cuatro años que trascurrieron hasta el de 1808 resolvió innumerables negocios de interes; y, alternando con los ordinarios trabajos de la Contaduría, escribió una obra que, aprobada por el Rey, proporcionó grande utilidad á la clase á que mas particularmente' iba dirigida. Titúlase Recopilacion de todas las leyes, ordenanzas y reglamentos del cuerpo politico de los ejércitos de Espafta. Hizo de ella un prontuario para facilitar su uso; y la ilustró con una introduccion histórica, enrir¡ueciéndola con muchos índices. 8 Dedicado al propio tiempo, y con el mayor teson, al arreglo del ramo del Patrimonio Heal, completamente descuidado por entonces, y cuya importancia conoció, segun él mismo dice, desde luego, no tuvo descanso hasta conseguir el objeto que se proponia. Hallábanse todos los papeles alegajados sin concierto, sin órden : e),.istian sin liquidar cuentas de mas de veinte y cinco años: era evidente la usurpacion de muchos y preciosos derechos de la Corona: apenas se conocian las órdenes generales vigcntes, emanadas del Gobierno para el de este ramo de la Hacienda: los archivos Reales, en que se depositaban los instrumentos auttmticos indispensables para reintegrar al Rey en sus usurpados derechos respecto de muchos biencs, cncontrábanse abandonados al polvo y á la polilla, y aquella parte de la administracion presentaba el mas desconsolador aspecto; pero con ánimo resuelto y con voluntad firme, llevó á cabo, allanando dificultadcs sin número, un trabajo de grande utilidad para el Soberano, si bien fecundo, relativamente al padre del que expone, en compromisos y disgustos, odiosidades y pesadumbres. Ordenó en mas de doscientos volúmenes los documentos de todas clases que andaban dispersos en la Contaduría: hizo que se restableciese la junta patrimonial gubernativa: llamó á residencia á cuantos habian manejado los productos del Patrimonio y carecian de finiquitos, cuya disposicion hizo ingresar en pocos dias en aquella tesorería dos millones de reales: arrendó las bailías , duplicando sus valores; y puso en evidencia un desfalco de mas de veinte y cuatro mil duros en cartas de pago falsificadas. Dedicose, no satisfecho su celo por el buen servicio con aquellos resultados, al deslinde y apreciacion de los derechos todavía . oscurecidos; y en muy corto espacio de {icm po se promovieron con su iniciativa mas de tres mil cxpedientes de demanda judicial contra los detentadores de fincas y derechos de la Corona. Recibió muchas Reales órdenes de accion de gracias por su acierto en cl manejo de tan interesantes negocios, y tuvo la satisfaccion de que S. M. le calificase de modelo dc actividad y de amor al servicio, como tambien la de que el Bey mandara imprimir á sus expensas el suplemento á la obra de Branchat, que el padre del exponente compuso para dirigir las operaciones de los agentes del Real Patrimonio; y sin que jamás se entibiase aquel ardor que tanto le distinguía ni se relajara su continua eficacia, seguia entregado al descmpeño de su importante destino cuando llegó á Valencia la funesta noticia de la rcnuncia que se arrancó cn Bayona á Vuestro augusto Padre por el afortunado gucrrero que con ,iolacíon sacrílega de los deberes mas -!Jsantos manchó las glorias alcanzadas al frente de las Pirámides y en lbs dominios del Capitolio. Al llegar á esta época, el que expone habrá de proceder en su narracion con mas pormenores, como que á ella se contraen principalmente los servicios multipliGados y preciosos en que se atreve á fundar la pretension de una gracia, cuyo otorgamiento espera del magnánimo corazon de V. M. Sonó la hora en que por altos designios de la inescrutable Providencia habia de inaugurarse una nueva era de prueba, de martirio y de gloria para la nacion española: amaneció aquel dia nefando que iba á legar á la historia la mayor de las traiciones; y el padre del que expone corrió sin pérdida de momento á alistarse bajo las banderas de la lealtad. Ki las fatigas, ni los reveses, ni la ingratitud doméstiea, ni la seduccion enemiga entibiaron su enLusiasmo; ni pOI' su parte se omitió nada de cuanto pudiera contribuir á realizar mas prontamente el deseo unánime de todos los buenos. No se obscurece á V. M. la serie de amarguras que fué preciso atravesar durante aquella guerra heróica, los raudales de sangre que inundaron el reino, los inmensos sacrificios á cuyo precio se conquistaron inmarcesibles laureles en Madrid y en Gerona, en Zaragoza y en Valencia, Bailen, Rioseco, Espinosa, Medellin y otros eien campos de batalla y de triunfo para las armas de los leales. Pues bien, Señora: el nombre ilustre del padre de quien hoy acude con esta reverente súplica á V. .M. ocupa un lugar distinguido en esos fastos maravillosos, padron insigne y eterno del valor y del patriotismo, símbolo y emblema elocuente del amor al Tro!lo y del altivo cuanto noble y laudable sentimiento de independencia. Por eso, al recorrer el exponente las memorias que de aquel período redactó su padre: al ver consignados en ellas los relevantes méritos de aquel que le dió el ser, ha sentido en su alma la inspiracion de suplicar ú V. .M. le haga partícipe en otro sentido de los dones de su Soberana munificencia, para que hoy él y despues sus hijos y su posteridad toda la veneren y ensalcen, sobre tantos otros motivos como ya tienen para venerar\a y ensalzarla, por el de haber enaltecido y sublimado con tal timbre el honrosísimo apellido que llevan. Conocida y apreciada por todos la importancia del moYÍmicnto de Valencia en mayo de iB08, y el consiguiente influjo que ejerció en la inauguración, desarrollo y éxito de la santa guerra, sea permitido al esponente reseñar la situacion de aquel antiguo reino en la época de que se trala. - 10- Ocupadas Madrid y Barcelona por los franceses, Valencia tenia IÍ cortas distancias ejércitos contrarios, numerosos y aguerridos, y en cien campañas vencedores de las mas imponentes fuerzas de Europa. Hallábanse las fronteras del reino sin otra defensa que la que la naturaleza les dió: las comunicaciones marítimas interceptadas por los cruceros ingleses: desmanteladas las fortificaciones de los pueblos del interior: la capital no contaba con mas tropa de línea que seiscientos veinte y un infantes y trescientos cincuenta y siete caballos: en el resto del territorio, con Murcia y la plaza de Cartagena, habia ocho mil trescientos cuarenta y tres infantes, ochocientos cuarenta y un caballos, veinte y cinco cañones de todos calibres, cinco cureñas, un carro de municiones, cinco mil vcinte y dos balas de cañon, dos mil cuarenta y siete fusiles, noventa quintales de halas de fusil, cua~ trocientos cuarenta y cuatro quintales de pólvora de cañon, setenta y seis quintales de pólvora de fusil, cien pistolas corrientes, ciento ochenta carabinas útiles, doscientas trece espadas y ciento siete mil cartuchos de fusil con bala. No existian baluartes, 1\0 habia ingenieros, y el tesoro estaba exhausto. Sin embargo, en medio de circunstancias locales tan poco satisfactorias, conocida la nueva infausta, y cerrando los oidos á las sugestiones del calculo y á los consejos de la prevision y de la prudencia, resonó en las orillas del Turia el grito de guerra y venganza. Herido el pueblo valenciano en lo mas caro de sus afectos: testigo de los ultrajes que recibian el Soberano y la augusta Religion de sus mayores; lleno de indignacion justa, y con ardoroso y patriótico entusiasmo, corrió á presentarse ante sus magistrados, ofreció sacrificar vidas y haciendas, tremoló pendones, y declaró solemnemente su decision de pelear contra la Francia, sin dar paz á las manos, ni descanso á las armas, hasta vencer ó morir por !iU Dios, su Rey, y su vulnerada independencia. En 25 de mayo del año de i808 estableció Valencia una Suprema Junta, para que, concentrando en sí cl poder, atendiese al gobierno de las poblaciones y cuidase de la defensa general; y esta Junta nombró al pa dre del que expone uno de sus vocales, en vista del aprecio que todo el reino le dispensaba por sus conocimientos, su patriotismo y su energía. Los primeros dJas de aquel levantamiento memorable fueron turbulentísimos. La Junta Suprema de Valencia tuvo el desconsuelo de presenciar, sin poderlos reprimir, excesos fatales; la influencia que los individuos de la Junta ejercian en la poblacion, el valor COIl que -11expusieron sus propias vidas no alcanzaron á evitar escenas desastrosas. Agitada con tan fuertes convulsiones, se dedicó, empero, aquella corporacion á levantar y organizar tropas, y á crear y regularizar otros medios para conducir á feliz cima y venturoso y breve término la gloriosa y colosal emprcsa con tanto denuedo y tan al descubierto acometida. Dirigió proclamas á todas las provincias españolas: negoció con Inglaterra un armisticio: sacó de Mahon nuestra escuadra y la restituyó á Cartagena: escribió circulares para nuestras posesiones americanas: hizo conocer á nuestros agentes diplomáticos en el extranjero sus sentimientos dc lealtad y decision por la causa del cautivo Rey: abrió comunicaciones al propio intento con los embajadores y ministros de otras potencias en España; y coronó su iniciativa atrevida y heróica con los laureles militares en las murallas de la ciudad del Cid, en el dia memorable que el mariscal Moncey eligió para embestirlas. El padre del que expone tuvo inmediata participacion en todos estos sucesos, figurando de un modo muy activo en cuantas disposiciones se tomaban. Como individuo de la comision de Hacienda, propuso cuantos arbitrios estimaba oportunos para reunir fondos, y extendió muchas órdenes al intcnto; y como vocal de la Junta Suprema, le presentaba proyectos útiles, le indicaba resoluciones convenientes, tenia á su cargo la correspondencia diplomática para dentro y fuera de la Península; y desde los primeros momentos se habia encargado de redactar las proclamas que, profusamente difundidas en los puntos invadidos por los franceses, inflamaban los ánimos, vigorizando mas y mas el fuego del alzamiento, propagado en breve por todas partes. Y no solamente desempeñaba con la actividad y el patriotismo que nadie podrá negarle cuantas comisiones se ponian á su cuidado en aquellos dias de general conflicto, de apuro y de prueba, por difíciles y arduas que fuesen; sino que, pródigo en sus sacrificios tratándose de la salud de la patria, asistia personalmente á las baterías en los momentos del ataque, animaba al paisanaje con las palabras y con el ejemplo, y á riesgo muchas veces de perder la vida, recibió y cumplió varias órdenes del capilan general en tan gloriosa jornada. La Junta Suprema de Valencia, en ccrtificacion espedida á 8 de setiembre de 1808, y algunos de sus vocales en otra de f.o de abril de 1814, aSAguran «haber sido D. José Canga Argüelles uno de los JJ primeros que proclamaron por su augusto Rey y Soberano al señor »D. Fernando VII, Y juraron sacrificar en defensa de sus legítimos - 12- )) derechos todos sus intereses, su reposo y hasta su \ ida: que hallÍa )) manifestado el mas ardiente celo por la causa santa, y uesempefiado ») los encargos que la Junta le cometió enmedio de los riesgos que ))se corrieron en los primeros dias del glorioso alzamiento y en los del ») ataque al enemigo, prestándose gustoso á cuanto se le confió: que ))lIeno de un exaltado amor al Rey y á la patria, en todas las mociones )) que hizo á la Junta invocó tan sagrados nombres y procuró fomen)) tal' el respeto y la adhesion á los mismos, empleando para ello todos ) los resortes de la oratoria: que no omitió diligencia ni perdonó fatiga »)para propagar y mantener el entusiasmo con que todos los españoles á porfia juraron no reconocer otro rey que Fernando VII, tra)) bajando incesantemente por proporcionar los medios con que hacer mas fáciles los planes de defensa, y contribuyendo de un modo ad)) mirable para que nuestros ejércitos lograsen su subsistencia en los momentos mas críticos.)) Moncey abatido y libre ya Valencia, dirigió sus miras la Junta ú organizar un Gobierno central que ejerciese el supremo poder en nombre del Rey, hacicndo desaparecer las soberanías provinciales. Tal era la importancia del pensamiento, que puede asegurarse consistía en su venturosa realizacion el éxito del alzamiento general. La Junta Suprema de Valencia, con este propio convencimiento, encargó á don José Canga Argüelles la formacion de la circular que convenia dirigir á todas las Juntas de España, para determinarlas al establecimiento de una Junta Central, cabi6ndole á Valencia la gloria de haber promovido la primera y conseguido llevar á cabo esta empresa difícil: la de mas beneficiosas consecuencias, la mas brillante sin disputa de cuantas en el órden administrativo encierra la historia de aquella guerra memorable. Quiso la mencionada corporacion premiar. como le era posible, tantos y tan distinguidos servicios, y concedió á D. José Canga Argüelles el grado de Intendente_ de ejército, que el agraciado renunció públicamente, asegurando que toda su gloria, como su mayor interés, se cifraban en servir á su Rey el Sr. D. Fernando VII; Y cuando se procedió á la eleccion de individuos de la Junta Suprema de Valencia para diputados en la Central, compitió en el escrutinio con el Príncipe Pio, aventajando este en solos dos votos al padre del exponente. En setiembre de -1808 se vió precisado á pasar á Madrid para restablecer su quebrantada salud, que habia sufrido infinito á lraves de tantos trabajos. D. Pedro Ceballos le encargó informar sobre las bases de un tratado de paz con Inglaterra, en vista de las que acabaha de jj j) )l - 13 - presentar el agente diplomático oc aquella nacion; lo que realizó en una larga y muy instructiva memoria, que fue aprobada, y de cuyas resultas sc le propuso para destinos de la mas alta importancia. Sorprendida por Napoleon con un ejército poderoso, en 1. o de diciembre de '1808 la plaza de Madrid, los moradores de la capital, lejos de acobardarse al aspecto de tan imponentes fuerzas, hicieron mucho mas de lo que esperarse podia de un pueblo indefenso, cuyas masas carecian absolutamente de disciplina y de práctica en las evoluciones, supliendo con el arrojo y con la lealtad lo que les faltaba de experiencia. D. José Canga Argüelles, tomó parte en aquellos acontecimientos, se presentó al presidente del Consejo y al intenoente militar, recorrió espontáneamente los puestos de peligro, animó á los inespertos y mal dirigidos defensores, é invirtió de su propio peculio algunas cantidades en socorro de los necesitados. Rinrliose Madrid, y quebrantando Bonaparte los pactos de la capitulacion, se negó á dar pasaportes á los que querian salir de aquel recinto: arrestó á los individuos de la Junta de armamento, entre los ruales se hallaba el padre de D. José Canga ArgüeIles, quien despues de sufrir la prision, encontrándose á la sazon atacado de una pulmonía, sufrió la suertc de prisionero de Estado, hasta su fallecimiento: y rxpídió un decreto llamando á todos los individuos de las Juntas Supremas provinciales para que reconociesen por Rey al hermano el!'] Empcrador, amcnazándoles con la muerte si antes de un mes no se sometían al nuevo Gobierno. Esta disposicion comprendia de lleno al padre del exponente, como yocal ele la Junta ele Valencia; y como contador del ejército del mismo reino se hallaba incurso en las penas fulminadas contra los ministros y dependientes de los cuerpos políticos de los ejércitos españoles que no prestasen desde luego á fayor de los invasores juramento ele sumision y vasallaje. En tales circunstancias era sumamente critica la po sic ion del padre del exponente; pero la sinceridad ele su amor al Rey, su celo patriótico por la santa causa de la nacion no le dejaban alternativa en las rcsoluciones. Abandonó, pues, á su esposa, á sus hijos, á su moribundo padre; desechó proposiciones ventajosas de fortuna. que se le hicieron con grande instancia, salió de la corte, y despues de muchas fatigas, corriendo infinitos riesgos, en un viaje de cien leguas, y tomando diferentes direcciones para no caer en manos de los ene- , migas, llegó por fin ú Valeneia, en donde se hizo cargo de la Inten,.,~.J~~:-;.:'~~~,~ cIencia en comisiono ,~' ':'." ',/.' .... ", 4'(~..~~_ ¡f;"i~ 14. Grandes dificultades ofrecia aquel puesto, atendidas las circun~ tancias y vicisitudes de la época. Necesitó, por tanto, agotar todos los recursos de su talento y de su energía, para cubrir las atenciones que le asediaban. A fin de salir airoso en su empeño, dirigió al pueblo una proclama, poniendo de manifiesto los sacrificios que Valencia habia hecho desde el primer dia de su insurreccion gloriosa, escitando el entusiasmo de los habitantes de aquel antiguo reino, haciéndoles compartir la esperanza de que las arcas del Tesoro rebosarian con las prestaciones voluntarias debidas al patriotismo, tocando, en resúmen todos los resortes que mejor pudiesen estimular el amor propio, para obtener por todos los caminos posibles el apetecido resultado. Tales fueron los servicios que prestó, que con el objeio de hacer su apreciacion mas fácil, cree conveniente el que expone ofrecerlos á la alta consideracion de V. M., clasificados en la forma que lo verificó su padre al consignarlos en las memorias inéditas que ha dejado á su fallecimiento. La testual narracion de D. José Canga Argüelles es como sigue: t 1. Ejército activo de "alencla. Durante el tiempo en que desempeñé la Intendencia de este reino, jamás bajó de diez mil hombres el número de los que componian la division de tropas que cubria la frontera de Aragon. Solo la parte del prest y pagas, que se le satisfizo cumplidamente, importó en los ocho meses de mi mando doce millones de reales. Ademas, con envios directos, le facilité: Todo el aceite que consumió la division. Raciones de pan. . Cahices de trigo .... Fanegas de cebada .. Arrobas de garrofas. Arroz y alubias. . . Cabezas de ganado. Cántaros de vino. Bacalao ... Zapatos. 1.040,570 f,768 5,209 5,074 9,579 aro f2,696 14,000 7,000 aro 5,800 pares. - u)- 11. Socorros á la Inmortal Gerona. La importancia de esta plaza, y la heróica defensa que de elJa hicieron las denodadas tropas españolas empeñaban con justicia los deseos de los patriotas y del Gobierno, para socorrerla. Correspondiendo á los votos de aquellos y á las órdenes de este, enmedio de las obligaciones de Valencia, dirigí á aquel importantísimo punto: En dinero. Arroz .... Bacalao . . Harina y galleta. 300,000 rs. 7,85! al'. 4,500 id. 1,740 id. , -ff IJI. . Batalla de '. ~Icañiz. No bien la victoria coronó los esfuerzos y el valor de las tropas españolas. en esta feliz jornada, me dirigió el general en jefe, el Excmo. Sr. D. Joaquin B1ake, desde el campo mismo de batalla, un oficio escrito todo dc su puño, en el que me decia «( que una de las causas que paralizaban el movimiento del ejército en la ocasion mas importante y crítica, era la falta de dinero. Que no era fácil JI se me presentase proporcion igual á aquella, de hacer un servicio deci» sivo en favor de nuestra causa, y de nuestro legítimo Soberano. Si » por medio de préstamos, ó por cualquier otro de los que me sugirieJI se mi conocido talento, añadió, lograra remitirle un pronto socorro de ) tres á cuatro millones de reales, habia mucha razon para esperar que JI sus operaciones tornarian el semblante mas favorable. JI Al mismo tiempo que esta poderosa excitacion me ponía en el mas honroso compromiso, la batalla referida aumentó mis apuros con los pedidos que se me hacian de vendajes y demas utensilios de hospitales, necesarios para la cura de los heridos. Valiéndome de la feliz casualidad de haberse dado el combate el 25 de mayo, aníyersarío oe la santa insurreccion de Valencia, dirigí al pueblo una proelama, reclamando prontos socorros; y de la que me parece del )l 1) . .;,:;~:.' .. -LGcaso insertar algunos pasajes; porque descubren mi respeto ú las cla~ ses distinguidas del Estado; y mi decision (como dice la certificacion citada) en favor del Rey y de la Patria, porque prueban hasta la evidencia lo de que es susceptible un corazon enteramente consagrado á tan privilegiados intereses. Al mismo tiempo, dije, {(que en el entusiasmo de la alegría, ce)) lebrábamos el aniversario de nuestra revolucion, ratificando el jura)) mento sagrado de vencer ó morir: la division de tropas valencianas lIaterró al enemigo bajo el mando del sabio general D. Joaquin )) Blake ... Pero las victorias no se adquieren sin sangre; y la derra)) mada últimamente llama mis cuidados para atender al socorro de lllos ilustres defensores de la Patria que yacen en el lecho del honor, II rodeados de la muerte, pero coronados de laureles... Las providen.) cias que tengo acordadas, no bastarán para conseguirlo con toda la )) prontitud que apetezco ... y en esta situacion, la caridad, excitada poI' » la voz de la Patria, hace prodigios.)) « ¡Sacerdotes del Altísimo! ¡EsII posas de J. C.! cuyo amor al Rey y á la Religioll, lla ~ido el mas /) ardiente desde el principio de nuestro santo movimimiento! j Hacen)) dados y nobles, que olvidados de las comodidades y privilegios de »vuestras clases, os habeis presentado bajo las banderas de la Nacion )) acreditando ser dignos de los apellidos que os ilustran ... un campo llinmenso os presento en que ejercitar vuestras virtudes. Los hospita))les de campaña necesitan camas y lienzos: y no puedo dudar que vuestra s ofertas voluntarias los surtirán con una abundancia superior á sus necesidades.)) Con esto, y con actividad y celo, proporcioné ú los referidos hospitales los objetos que reclamaban ... y en el corto espacio de siete dias remití dos millones doscientos mil reales al Sr. Blake, quien en 7 de junio «(me dió las gracias mas sinceras por un auxilio tan )) eficaz, y que se necesitaba con la mayor urgencia: añadiéndome )) que aunque mi constante é ilustrado patriotismo no necesitaba mas ))estímulo que el alIlor á nuestro Soberano y ú la justa causa que sos)) teniamos, habia tenido particular satisfaccion en que la batalla de »Alcañiz le hubiese proporeionado este nuevo testimonio de mi deci))dida voluntad de contribuir al bien de la Patria con toda la energía ,)que exigen las circunstancias.)) Continuaban las remesas, cuando la desgraciada accion de María, dispersando el ejército, me sacó del empeño; teniendo que dedicarme á reponer lo que la fatalidad nos hiriera perder en aquella oeurrencia deplorable. j) )l -li- IV. ResuUas de la acclon de Daría. La desgracia, que desbarató en María los planes bien concertados del Sr. Blake, le persiguió en Belchite, acabando de poner en el mas completo desórden á unas tropas bisoñas en la mayor parte. Los calores de la estacion atrajeron sobre ellas enfermedades, y esta calamidad aumentó mis apuros enmedio de los que me causaba la derrota, y la seduccion que á su sombra derramaban los tímidos y los apasionados al usurpador; y la que me alejaba los recursos. Sin embargo, con once hospitales establecidos desde Valencia á San Mateo; atendí á la curacion de los soldados enfermos; alejé de ellos el contagio, que empezó á experimentarsr en la capital, y liber!!' á esta de sus estragos. Y. Formaeion de euat.·o I'e~imientos de caballet·ia. Descosa la Centml, de poner esta arma en un pie respetable, comisionó en el mes de mayo al caballero subinspector D. Migurl Valcárcel para que, pasando á Valencia, levantase con la nla)'Ol' presteza, y pusiese en estado de entrar en batalla, cuatro regimienlos. Estos fueron: Rey, Numancia, OIivenza y Maestranza. El Gobierno no pudo proporcionarle caudales para la empresa, la cual se hacia tanto mas difícil de realizar, cuanto se hallaban aun i'lin pagar muchos de los cabanos anteriormente tomados á los labradores. A p~sar de todo, en solos cuatro meses se realizó este importantísimo servicio, habiendo yo facilitado las cantidades sigui(~nt('s: Por precio de los caballos .. rs. Por prest y pagas . . . . Por vestuario en dinero, -En pal10 y lienzo. (TOI' mnntura~ . . . . . , ' 2.995,205 1.240,3~Ti 1.155,123 5.!1;):-i.84·\) fi80,3(i4 462,.802 En consecuencia. el Sr. Valcúreel me dijo, con fecha 1í~ de julio, ('que le tenia dadas repetidas pnwhas de mi celo, y grande interes 2 - 18- el servicio de la raballería : (IlIe /lO se ha bia cansado de mani» fcstúrmelo y ú todos, cuánto me dcbia para su pronto y eomplc!'o )) equipo, viendo cuán grandes eran en aquellas circunstancias mis » esfuerzos; y que tendria el gusto de manifestar al Gobierno sohera» no, cuando le diese cuenta de su comision, la gran parte con quc habia ayudado al importante servicio de la caballería)); y el Gobierno, en Real ól'den de 9 de setiembre, me dijo ce que habia visto el pelo con que atendiera á la formacion, equipo y demas gastos de los "cuatro regimientos de caballería que se levantaron en el reino de )' Yalencin.» )) pOI' J) ¡) VI. UOllstrllccloll de vestua."ios. En el cúmulo multiplicado de obligaciones perentorias, que dt~S eansaban sobre Valencia, cuyo reino su fria ya invasiones enemigas por la parte de Aragon, tuve que valerme de trazas para no drjar abandonada la vasta empresa por falta de caudales. Así para suplir los necesarios, como para satisfacer las prendas de vestuario de la s tropas, tomé los géneros de mano de los comerciantes, asegurándoles el pago por los derechos que sucesivamente adeudasen en la Aduana; y dirigí circulares muy atentas y expresivas á todas las comunidades de religiosas y á las damas, conjurándolas del modo mas dicaz para que se dedicaran gratuitamente á coser los vestuarios: con lo que al ahorro de los jornales se añadia la mejor calidad de la obra. Los resultados correspondieron á mis esperanzas: pues las monjas y las señoras se disputaron, el honor ele tan digno servicio; y \arios individuos del comercio, fiados en mi palabra, me facilitaron catore'e mil cuatrocientas treinta libras de rica baqueta de Moseovia, á precios cómodos, y con ellas construí los atalnjrs mas vistosos y ele n1<l~'or Juraei)JI que huho en aquel ejéreito. VII. Hedidas COIl que sostuve el crédito. Tanlo el comercio como ('1 pueblo correspondieron ú mis insinwJciones con una docilidad que no puedo encarecer bastante: L po['(1, - lB - que me vcian seguil' iu!lcxible las reglas que me habia propuesto al entrar en la Intendencia: 2.°, porque veian mis cuidados en favO!' di' la agricultura y artes; á cuyo bien dirigí la gracia de la estraccioll de quinientas mil libras de seda en rama que logré del supremo Gobierno; 3. o, porque cada mes publiqué los estados de ingresos y salinas de la Tesorería: 4. 0 , porque jamás hice pedidos de dinero al pueblo, que no le anunciase seguidamente los nombres de los contribuyentes y el destino dado á sus sacrificios: y 5. o, porque, á pesar de las estrecheces del Tesoro, se reintegraron cuatrocientos ochenta mil quinientos reales á varios sugetos que los habian anticipado en el afio anterior á préstamo, cuyo reintegro venció en mi tiempo. VIIT. ACllñacion de moneda. La gran cantidad de plata labrarla que el patriotismo de las santa" iglesias y de los particulares habia llevado ú Tesorería, y las necesi(lades de moneda que teniamos para pagar los inmensos gastos que nos rodeahan, me hicieron pensar en el establecimiento de una ('asa de moneda con arreglo á ordenanza. En Valencia encontré diestros gravadores y operarios: de la casa de Madrid tomé los ensayadores: y el Consulado se encargó de desempeñar gratuitamente los destinos de contador, tesorero y oficiales; hahiendo cedido su Casa-Lonja para las elaboraciones, De suerte que, interesado el comercio en que fuese de ley la moneda, y recibiéndola el público de su mano; se alejaban hasta las sospechas que acaso se hubieran suscitado en época tan funesta. El resultado de esta operacion fué el haherse dcrramado en la circulacion cuatro millones cuatrocientos ochenta y cinco mil quinientos treinta y tres reales que se acuñaron desde el din 18 de marzo hasta 31 de diciembre de 1810: haber provisto de troqueles á la casa de Cataluña; y haber evitado que la plata labrada recogida en pago de contrihuciones, ca~'ese en poder (lel f'nemigo como Sllcf'dió en otras part es. - ~o- IX. Soeo."."OS dados al ejé."clto del CCllf.ro. Apl'Ovechando la Junta Central la afortunada coyuntura de habers(~ Napoleon empeñado en la guerra con Alemania, resolvió hacer IlIl grande esfuerzo para libertar la capital del reino, reanimando eOIl ello el entusiasmo de la nacion, y asegurando su vacilante autoridad. Heunió al efecto en la Mancha un ejército brillante, compuesto de ochenta mil combatientes, bien equipados y socorridos de todo lo necesario para su subsistencia. Habiendo llegado ú la villa de Ocaña la fatalidad de una hora menguada, dió al traves con las esperallZas. Como era de la mayor trascendencia el plan de operaciones de este cuerpo militar, encargó el Gobierno á todos los intendentes de las provincias inmediatas al pais por donde caminaba que le prestasen los socorros que les pidiese su intendente. No podia Valencia eximirse de contribuir á una empresa que tenia en lisonjera espectacion al pueblo. El intendente me manifestó «que • habiéndose reunido las tropas del ejército de Estremadura á las dpl )) Centro, ~ran grandes las necesidades: y difíciles los medios para )) atender á su subsistencia; en cuyo supuesto, y en el de que oeu»paba su mayor cuidado el ramo riel pan, me pedia un millon de ra» eiones de galleta, y cuarenta mil arrobas de menestra; en el eon!lcepto de que importaba la brevedad, debiendo yencerse á toda cosla )) las dificultades que se presentasen.)) La contestaeion que le dí fué remitirle el millon dc raciones, y hasta el dia de la derrota ... Anoz . . . . Alubias .. Bacalao .. Cano8 .. 19,351 aro 'l4-,977 id. fi,4-03 id. 100 El Intendente del referido ejército, al acusarme el recibo, me dijo oque tan considerable socorro ... sobre los demas que le tenia facilita») dos, era la prueba mas constante de mi acreditado celo en favor de )) los defensores de la Patria; y que no podia dejar de darme las ¡¡gracias mas e8presiyas.)) -- 21 - x. Forlnacloll de ahnacelles de 'YÍveres. El deseo de tener abundantes repuestos para acudir eOIl pl'Olltitud y ensanche á los respectivos pedidos que se me hacian de todas partes, me llevó á formar un almaeen, en donde hubiese siempre depositadas cincuenta mil arrobas de arroz, treinta mil de bacalao y quinientas mil raciones de galleta. Empecé á realizar esta idea casi al mismo tiempo que los envíos de que se ha hecho mérito, y sin contar con los granos que debian rendir la Albufera y Sueca, cuando á mediados de diciembre dejé la Intendencia tenia ya reunidas catorce mil arrobas de arroz, veinte y siete mil de habichuelas, setecientas novellta y cinco de bacalao y mil quinientos quintales de galleta. XI. Hospital militar de cOln'alecencla. Las repetidas quejas dadas al Capitan general de Valencia por los militares que salían del santo hospital sin hallarse restablecidos, y los daños que causaba á la disciplina el dejarlos pasar á sus casas ú reponerse, me hicieron pensar en la formacíon de un hospital de convalecencia. Aunque la penuria de fondos ponia obstáculos á la empresa, contando con el patriotismo de los valencianos, y fijándome en la idea de sostenerlo á costa de la caridad, me valí de los religiosos mas acreditados para que hiciesen demandas: formé una junta caritativa, compuesta de seculares, eclesiásticos y religiosos, conocidos por sus virtudes y patriotismo: hice socios de ella á todos los curas párrocos: dentro del hospital puse religiosos legos dotados de un ardiente amor al prógimo , que fuesen celadores del buen órden: y excitada por estos medios de dulzura la accion espontánea de los vecinos, hallé en las donaciones voluntarias suficientes caudales para establecer un hospital con doscientas plazas, en el que brillaban la religiosidad y el órden, y competian la limpieza y la abundancia con un débil recargo del Erario. En una memoria impresa en euarenta y tres púginas dí noticia al público del objeto de este hospital, que tituló de San Fcrnando, eH memoria del Bcy, eon menuda cspI'csion de cuantos habian eontri- - 22- Luido ú su creacion en dinero y efectos: manifestando su total importe é inversion; y esta sinceridad nutrió la confianza y dió nuevos ímpulsos á la caridad. Para vigorizarlos con los poderosos estímulos de la Religion, acudí al M. R. Arzobispo, pidiéndole las gracias espirituales que estuviesen en su autoridad para los que hiciesen algun oficio de caridad personal ú real á fa VOl' del hospital; y el prelado concedió ochenta dias de indulgencia, añadiéndome en su oficio de 2G de setiembre ('que mi ren ligioso pensamiento era el mas conforme al que S. E. debia obser)) val' en su ministerio pastoraL)) Fueron tan públicas como sinceras las señales de aprecio que mereCÍ al pueblo por este establecimiento, único en su especie: aun me acuerdo con una dulce emoeion de las repetidas y sinceras gracias que me daban los enfermos. En las repetidas visitas que les hacia para asegurarme personalmente dc su buena asistencia y oir con ¡ntcres sus quejas, fueron grandes los consuelos que mi corazon sen tia al ver pintada la alegría en sus rostros. Habicndo dado cuenta de todo á la Suprema Junta Central, 110 satisfecha con haber aprobado el establecimiento del hospital, elevándole á la clase de Real y lI1ilúar, por órden particular que me comunicó su secretario general en 27 de noviembre, me dijo «habia visto ))con la mas viva satisfaccion el manifiesto que yo le habia remitido: "y que mirando S. 1\1. á los defensores del Estado como á sus hijos )) predilectos, y que mas reclamaban su consideracion y aprecio, no ) podia menos de serle grato un establecimiento en que á un tiempo »se prodigaban en favor del soldado los desvelos y auxilios necesarios ))para convalecer de sus heridas ... ) Y añadió: «si de la gratitud que )) excita un establecimiento tan patriótico y digno, cabe una parte al vecindario, que á porfia se esmera en concurrir á él, no será pellqueña la que se debc á V. S. por habcrlo promovido.) y el señor marques de la Romana, vocal de la Ccntral por Valencia, me dijo « que el establecimiento del hospital de convalecencia de San )) Fernando, era digno del pueblo valenciano, que tanto se habia dis) tinguido en rasgos de patriotismo por la justísima causa que soste)} niamos; y quc el haberlo puesto á mi cargo y direccion, le con ven)) cia de que llegaría al grado de prosperidad que se habia prometido; j)por lo cual, no solo merecia su aprobacion , sino que daba órden ú )) su apoderado para que contribuyese ú su manutencion con arrcglr, )) á sus facultades.}) Animado con tan lisonjeras ilprobaciones, y COln cucido de las )1 - 23- \iI'Lude:; y decidida caridad dc las damas de Valencia, me propu:;e formal' una asociacion religiosa, para el cuidado del hospital en la parte compatible con la delicadeza del sexo, y con sus circunstancias. Mas ant~s de llevarlo á cabo. encargué al comisario de guerra D. Lacinio Romagnoli que confidencialmente les propusiera la idea ú las señoras que mas muestras habían dado de sus virtudes patrióticas, acordando con ellas el plan. Correspondieron exactamente á mis deseos, y cuando me proponia llevarlos á ejecucion, acaecimientos plO:" pios de las circunstancias me separaron de Valencia y los dejé sin realizar. XII. Despacho de los ne¡;oclos jlldlciales. Acababa yo de hacer una visita de cárcel, y de reconocer con disgusto el atraso que sufria el despacho dc las causas de contrabando, euando recibí una órden de la Junta Centrql, reconviniendo á todos los subdelegados y asesores por la misma causa, y encargándoles quc procediesen con actividad y celo. Deseoso de realizarlo, llamé á junta de Hacicnda, para poncr en ejecucion los medios, y oido su dictámen , se acordó como cl mas eficaz para llevar á efecto la voluntad del Gobierno: Lo, que se fijasen dos dias á la semana para el dcspacho de causas: 2. 0 , que este se hiciese en público, como en los juzgados ordinarios: 3. 0 , que en el juzgado se oyescn las quejas, las acusacioncs y las defensas, y se diesen los autos y sentencias: 4.", que se quitase la mala costumbre de despachar los escribanos sc. cretamente con el intendente, debiendo hacerlo en el juzgado, como se ejecutaba en la Real Audiencia; y 5.", que en la casa de la Intendencia se señalasen salas para el juzgado y para las escribanías. Servicios como vocal (le la junta superlo.' de "alencia en :1 809. Aunque las atenciones de la Intendencia bastaban para ocuparmc, la asistencia á las sesiones de la junta de gobierno, á las cuales tuve que concurrir para acordar los medios y los recursos, segun órdenes de la Central, aumentó mis tarcas por la satisfaccion que los vocales hacian de mí. - 24 - 1. E.oeceioll .le ulla estátuB del Señor DOIl Fernando ~II. Al cumplirse, en 23 de mayo de J809, un año de la gloriosa in surreccion de Valencia, la junta, el baron de Sabasona , el capitan gcneral D. José Caro y yo decidimos celebrar la memoria de este suceso de un modo que estimulase el amor del pueblo al Sr. D. Fernando VII. Se eligió como medio mas á propósito, el de levantarle una eS tátua en una de las plazas públicas, ratificando con este motivo el juramento de vencer ó morir en su defensa; y supliendo con el aparato y la pompa la que habia faltado en el año anterior cuando se levantaron pendones. y se le proclamó por Rey legítimo y único de España. Se me encargó la parte mas difícil de la empresa, que era la de hallar el dinero necesario para realizarla. Con una proclama al pueblo y con circulares derramadas por el reino, provoqué la generosidad de Valencia, y en pocos dias reuní caudales superabundantes para costear el diseño en grande de la única estatua que se levantó en España á Fernando VII; habiéndose realizado el dia 25 de mayo entre las expresiones mas ardientes de amor y fidelidad, al mismo tiempo que los valencianos derramaban su sangre en la batalla gloriosa de Alcañiz. i Valencianos! les dije: en la citada proclama «( la imágen del deseado Fernando va á presidir vuestras acciones y á aumentar vuesJI tro santo ardor! Y ya que en el 23 de mayo de i808 jurásteis defender » sus derechos y los vuestros, y en el 28 de junio lo sellásteis con )1 vuestra sangre y con la victoria, es preciso sostener este monumento ) augusto de vuestra lealtad! Que el enemigo aterrado no se atre»va á hollarle con sus manos atroces; y que vuestras esposas, al en)) señarle á sus hijuelos, les digan en la emocion del agradecimiento: )) Este es el simnlac1'O de nuestra libertad: ante él se estrelló el orgullo » frances: las águilas abatieron su vuelo; y vuestros padres con sus faJI tigas y valor se captaron el renombre de invencibles.) Encargado ademas de hacer acuñar medallas con las inscripciones que me pareciesen mas análoga.s al objeto, lo hice hajo una forma ('nteramente nueva. En el anverso puse el retrato del Soberano con la inscripeion.-¡1 Fernando VII Re.'! de ESJiarw é ludias-180!).~4 )1 - 2;) - y ell el reverso las armas de Valencia con el lema : - Rati/ica Valencia jllramento sellado con su sangre. Sil 11. t Correspondencia con personajes extranjeros. La política del Gobierno inglés, que le llevaba á asegUJ'ar el resultado de los auxilios que nos prestaba, le sugirió la idea de enviar emisarios á las provincias libres de España para examinar el espíritu que nos animaba. A Valencia vino primero el honorable Federic Nohort , individuo de la Cámara de los Comunes, y despues le siguieron los lores edecanes del general Wellesley y duque de Ciudad-Rodrigo. La junta los cumplimentó por medio de diputaciones, á cuyo frente tuve el honor de presentarme, habiendo tratado con dichos personajes de la guerra de España, haciéndoles concebir ideas ventajosas de nuestra revolucion. La junta, enterada del resultado, me contestó: « que habia llenado, cual ella se prometiera, la comision que me hanbia dado.)) JII. Honras fúnebres por los pat."iotas. Correspondiendo la junta de Valencia á las órdenes de la Central, y deseosa de estimular el ardor patriótico, resolvió celebrar unas soJernnísimas exequias á la memoria de los campeones del 2 de mayo en Madrid, y del 28 de junio de 1808 en Valencia; habiendo competido en ellas la religiosidad, la magnificencia y el buen gusto. Para que nada faltase á un acto tan digno, se acordó repartir al pueblo y á las tropas una proclama que dándoles á conocer el objeto de la funcíon, inflamase su alma. Me cometieron su redaccion, y tuve el gusto de verla leer á todos con ansia. 'c¡Valencianos! decia: al acercarse el dia 28de junio, se renuevan nen vuestros pechos el odio á la tiranía, el amor al perseguido Fer))nando, y el valor y entusiasmo marcial con que habeis abatido la Jlsoberbia altiva del opresor de la Europa, destrozando sus huestes, )) cuando tuvieron la loca osadía de presentarse delante de vuestra inn vicIa eapital. Honra y recollocimiento á los valientes que yacen en - 2G - )dos campos de Cuarte, y á los que han muerto en las murallas esta ciudad, débiles y sin almenas; pero fortalecidas con los pe»chos de sus intrépidos habitantes! ¡Prez á sus nombres, y odio y »guerra, y detestacion y muerte á los víles instrumentos de la ambi)) eion francesa, y á cuantos abriguen en sus pechos sentimientos con» trarios á la noble resolucion que nos anima! » j A las armas, valencianos, á las armas, que Dios protege nuestra JI causa! La sangre inocente de vuestros compatriotas derramada CH » Madrid el dia 2 de mayo de 1808, Y las desgracias de vuestro Rey » prisionero claman por la venganza! i Sí ; venganza piden la religioli » ultrajada, el honor virginal violado, ]a propiedad destrozada, la fe »rota de los tratados, las leyes de la amistad atropelladas, y la genc»rosidad correspondida con burlas y con el infame proyecto de domil!flarnos! Rodeados á la tumba sagrada que la gratitud valenciana » erige á los que murieron por nuestra defensa, juremos nuevamente »derramar hasta la última gota de sangre antes que ceder á la oprc») sion!)) » de IV. lIIaniflesto de los servicios del reino de "Walencia. Deseosa la junta de Valencia de salvar el honor de este Heino tIc las falsas imputaciones que se le hacian, acordó publicar un resúmell de los servicios hechos en la santa insurrecciono Esta obra, entonces precisa, que no podia realizarse sin estar muy enterado de la historia del tiempo, y sin haber tenido una parte muy inmediata en los sucesos; y que era la primera de su clase que iba á aparecer en España, se me encargó, y en ello me dió la junta una nueva prueba de su confianza y aprecio. Correspondiendo á él, presenté á aquella corporacion en un tomo en 4. 0 , lleno de documentos interesantes, la historia de los méritos sublimesde aquel reino, con el título siguiente: ((Manifiesto de los servicios y lter6icos esfuerzos prestados por este reino desde eldia 25 de mayo de 1808 en favor de la libertad é independencia de la Nacion, y de los derechos de su augusto y legítimo Soberano el Sr. D. Fernando VIT de eterna memoria.) En la introduccion hice una rápida pintura del movimiento generoso de Valencia, y de su inmortal defensa contra las tropas del mariscal Moncey ; y despues de asegurar (( que con esta rclacion no - 27- »se illtentaba exigir el tributo de gratitud, sino inflamar los ánimos para que continuasen con energía la noble empresa, dejando á la » posteridad monumento de gloria y de amor á la Patria,) pasé á describir los servicios, clasificándolos en siete secciones ó puntos, derramando en todos las ideas mas puras dc lealtad y de amor al Gobierno monárquico que abrigaba en mi pecho. De ellas ofreceré alguna muestra. En el punto 1.", al referir el número considerable de hombres que habia presentado Valencia en el campo del honor: pagué al clero el tributo de mi respeto cuando dije: (( La mano sagrada del mi)) nistro del altar escribia los nombres de los jóvenes en el libro de ))los defensores de la patria: bendecia sus propósitos, y los encami))naba al combate. No es posible referir menudamente los servicios llque ha hecho el clero. Contuvo los excesos populares, dió direccion )) á los ánimos, alentó los alistamientos, esforzó el entusiasmo, ayudó )) al Gobierno en todas sus fatigas, y adquirió un derecho eterno al ))reconocimiento de la nacion.)) En el punto ~. hablé de los aprestos militares: en el o. o de las obras de fortificacion; y en el 4. o, haciendo una reseña de los vestuarios , monturas y arneses construidos en Valencia para el equipo de las tropas, elogié á la nobleza del modo siguiente: «¿Cómo olvidar llel rasgo de amor á la patria de los caballeros maestrantes? A su )1 voz imperiosa forman un escuadran de caballería, se alistan en él, )y renunciando los grados que se les ofrecian, sirven de simples sol)) dados. ¡Castelvis! j Cardonas! ¡Rodrigos! j Baciero! j Fernandez de "Córdoba! Vuestros apellidos conservan por este medio los timbres l/ heredados, y la patria agradecida dirá á la posteridad: ((Estos son )ínombres respetables de los nobles que en la irrupcion de los fran) ceses del siglo XIX nos libertaron de la degradante esclavitud que lInos amenazaba.)) En el punto 5. o hice la relacion de los auxilios que Valencia prestó á las demas provincias: en el 6. 0 la de las contribuciones de dinero que satisfizo para sostener la guerra; y el 7. o comprende la nota de los servicios políticos de Valencia, entre los cuales dí la preferencia, 1. o al desinteres de los vocales de la Junta, 2. 0 á los desvelos de esta para restablecer el órden interior, perdido por las revueltas, 3.· al establecimiento de la Central, 4. o á la amistad ajustada con la Inglaterra y 5. 0 á la legacion enviada á Sicilia, cuyo monarca, instruido de nuestra situacion, y del ardor con que defendiamos los derechos de su augusta familia, nos remitió un socorro de armas, y las alhajas » Q - 28- de la difunta Princesa de Asturias, esposa del deseado Fernallllu. Al hablar de este interesante suceso, no pude contener los movimientos de mi amor respetuoso á esta señora, y en la nota 25 folio 55 los espresé del modo siguiente: «¿Quién podrá acordarse sin ternura de llesta dignísima señora sacrificada á la tiranía de la corte? Despues JJde muerta, sus preseas sirven para alivio de nuestra miseria. ¡Alma » benéfica! ¡Recibe el tributo del agradecimiento, que algun dia honJ) raremos tu memoria de un modo correspondiente á tus virtudes, y al Jlcariño que te profesa la nacion!)) La Junta aprobó el manifiesto, le imprimió y comunicó á la Celltral y á todas las Juntas de España, y en 23 de agosto me dijo: «Que ) cuando me habia encargado dicha obra, para que la posteridad ad» mirase en ella el fuego del mas acendrado patriotismo, y el colmo ») de la lealtad á su legítimo soberano Fernando VII, esperó ver una ) obra digna de tanto sacrificio; pero que yo halJia superado sus es)peranzas, pintando con los colores de la verdad y de la energía, en Jlun escrito elegante y conciso, cuanto supo hacer el pueblo de la fiJldelidad, para sostener con decoro la independencia nacional y la )) salvaeion de la patria... Que me manifestaba su agradecimiento Jlpor los desvelos con que me prestaba siempre al bien del reino, y » particularmente en el servic:io de que se trata; el que habia mereei») do la general aceptacion, acordando en consecuencia que se impri»miesen con toda la brevedad posible cuatro mil ejemplares.,) Estableeimiellto de bellefieellcia Illilita.·. Acercábase el dia del cumple-años de nuestro Monarca, y deseosa la Junta de Valencia de celebrarlo, de un modo digno del Soberano y que estimulase el ardor de las tropas, cediendo á mis insinuaciones verbales, resolvió verificarlo, anunciando en aquel dia el establecimiento de un depósito de beneficencia, para socorrer y premiar en él á los dignos defensores de la patria que se inutilizasen en campaña. Me encargó la Junta la formacion y ejeeucion del plan dc tan digna obra, redacté un informe sobre el asunto en JO de octubre, en el que desenvolví cuantas ideas me sugirió mi celo, y por medio de una suscripcion voluntaria reuní fondos suficientes para llevarlas á efecto. Este proyecto filantrópico, recibido en todas partes con el mayor entusiasmo, quedó sin ejecucion, por haber dejado yo la Intendencia, cuando no restaba mas que señalar dia para hacer la instalacion COIl - 2H- toda la pompa y magt'stad correspondientes á lo grandioso del objeto y á los scnicios dc los inutilizados. El programa y PI plan corren impresos. &.rbitrio!!!l para sostenel' la "uerra. Reconociendo yo con alguna anticipacion la negra perspectiva que nos ofrecia el año de 1810, por los nuevos y sangrientos choques en que debíamos hallarnos comprometidos, propuse á la Junta los recursos pecuniarios de que debíamos echar mano, para hacer frente á las necesidades del Erario, y asistir abundantemente á las tropas. «A fuerza de trazas, de trabajos y de angustias, dije, vamos II saliendo del año; pero entramos ~n el inmediato sin fondos ni re))puestos, cuando las circunstancias políticas nos empeñan en gastos llenormes.) Presenté el cálculo de lo que costarian los ramos de la Guerra y las dcmas clases que viven á costa de la Tesorería: escité á la Junta, á que reformase varios gastos que podian excusarse, y señalé diferentes arbitrios; pero persuadido de la ineficacia de los préstamos y negociaciones, me decidí por las contribuciones directas, y propuse una estraordinaria sobre las rentas, sueldos y utilidades, repartida en razon directa de la compuesta de los haberes y riquezas, y del mayor ó menor interes que tenia cada cIase, en el buen éxito de la guerra, habiendo formado las instrucciones, y hasta los formularios para el cobro. A mediados de noviembre del referido año de J8to recibí una órden, escrita toda de puño del Excmo. Sr. D. José Yazquez Figueroa, que entonces despachaba el ministerio de Marina, concebida en estos términos: ¡rlnmediatamente que V. S. reciba esta, se pon,)drá en viaje para esta Isla, á presentarse al Consejo de Regencia, de ))cuya órden lo digo á V. S. para su cumplimiento. Dios etc. Isla »de Leon 7 de noviembre dc 18W.-José Vazquez Figueroa.-Señor ))D. José Canga Argüelles.» Obedecí sin pérdida de momento, abandonando mi familia en Valencia, enmcdio de los riesgos que ya corria este reino dc ser invadido. Llegado á la Isla el dia 15 de enero de 1811, la Regencia del Reino, «por las circunstancias que con) currian en mí, y los conocimientos que tenia adquiridos,) me nombró secretario interino de Estado y del despacho universal de Hacienda de España, destino que admití, pero manteniendo el de contador del ejército de Valencia. - ;)0 Sltuaelon en que hallé el lIinlsterio. Las noticias que recibí para conocer el estado de los negocios del Ministerio, me convencieron de que no se tenia conocimirntn exacto de la magnitud de las obligaciones del Erario: que todas las provincias reclamaban prontos socorros para sus tropas: que la Marina sufria atrasos considerables, en el pago de sus consignaciones; y que las desavenencias, entre el Consejo de Regencia y la Junt¡l Superior de Cádiz, habian interrumpido las tareas de este cuerpo patriótico. La Tesorería general contaba en caja, á fines de diciembre de 1810, la débil suma de un millon ciento cuarenta y cuatro mil cuatrocientos treinta y un reales y trece maravedís; y los apuros que la rodeaban, obligaron á su jefe á representar al Gobierno: ((Que sin )) recursos nuevos, era una verdad demostrada que no podia ocurrirse )J ni á los objetos mas ejecutivos, y que por su naturaleza no dan ))espera, sin causar el desórden y trastorno. Que la situacion del )) Tesoro se hacia mas penosa y difícil, á causa de haberse devuelto á )Jla Tesorería general el ejercicio de sus funciones, y de consiguiente )) todas las cargas, sin haberle dado fondos. Que era nada el producto ))de las rentas de Cádiz, con respecto á las obligaciones, ni aun cuando llse verificase la llegada del navío Baluarte, J) como se verificó, habiéndose consumido los caudales que condujo antes de tomar yo el despacho. Recordó su exposicion de 1 ,1 de junio, en la cual manifestó que falLaban cuatrocientos veinte y dos miIIones de reales cada año, si habíamos de ir adelante con la causa sagrada. (( Esto, añadia, sin )) perjuicio de reunir las noticias necesarias para la formacion de un )) plan, en que, á primera vista, se encontrase demostrado, por clases, Jlel importe de todas las obligaciones y gastos, calculando por juicio )) prudencial hasta los eventuales, y asimismo los productos de las )) rentas, arbitrios y cuantos ingresos pudiera haber en el Erario, tam)) bien por aproximacion, y con la distincion correspondiente. )) Semejante obra, prosiguió, la mas precisa y esencial para una )) buena administracion de Hacienda, no es actualmente fácil, pero ntampoco hay una imposibilidad en su formacion: desgraciadamentr )\ ha sido objeto siempre descuidado en España, y por lo mismo exis)) ten preocupaciones y errores muy peljudiciales, así en razon dc 31 }) productos de rentas, como acerca de los gastos é inversion de los '¡(~audales. Tambien este defecto ha producido confusion y obscuridad, » hasta para los mismos jefes de Hacienda, quienes, por falta de ideas )) y datos exactos y clasificados, se habrán visto imposibilitados de » poner en práctica planes económicos, con respecto á la reduccion de )dispendios, y otros para el aumentos de recursos.» De todo deducia el tesorero general: 1.0, la necesidad de proporcionar inmediatamente las mayores sumas posibles, para sostener las obligaciones mas preferentes; 2.°, la de fijar el órden gradual de los pagos, y 3.° la de formar presupuestos de las cargas y fondos de Cádiz, de la Isla y de las demas povincias. En los almacenes de víveres de Cádiz, y á disposicion de sus directores, habia en 21 de enero tan cortas existencias, como que solo se contaba con mil seiscientas cincuenta y seis fanegas de trigo, cinco mil ciento diez quintales de harina, nuevecientas setenta arrobas de galleta, cuatro mil doscientas cuarenta y cinco arrobas de vino, trescientos cuarenta y cinco quintales de tocino, setecientos setenta y uno de carne, ciento ochenta y nueve de bacalao. La rescision de la contrata del Sr. Haklcy aumentaba las urgencias, y alejaba á los empresarios, para auxiliar al Gobierno. Los efectos de la deuda nacional, abandonados á las operaciones del agio, apenas habian obtenido de los gobernadores del reino, durante la revolucion, un decreto capaz de sostener su valor; y al paso que las necesidades del Erario obligaban á aumentar las deudas, desaparecia cl crédito. Los acreedores del Estado lloraban su ruina, debilitaban la confianza con su ejemplo, y estrechaban el círculo de los recursos. Los arbitrios estraordinarios, con que se contaba para salir de apuros, se reducian á los aprobados por la Junta Central, cortos en número, é insuficientes para llenar los objetos á que se aplicaban. A impulsos de la piedad, se habia anulado la aplicacion al Erario de la mitad de los diezmos; y los consultados por la Junta de Hacienda, que á la posibilidad reunian utilidades conocidas, se habian desestimauo, porque recayendo en la mayor parte sobre América, pareció prudente suspenderlos por las ocurrencias de aquellos paises. En tan difícil situacion , me dediqué con preferencia á conocer, si no con exactitud aproximadamente, el importe anual de las rentas y cargas públicas, para que las Cortes buscasen arbitrios ó sancionasen los que se les presentasen. De los datos que reuní al efecto, ucduje ser absolutamente precisos sesenta millones de duros, para sostener un - 32 año á los ejércitos, y á las clases que libraban sobre el Estado ~1J subsistencia. Tuve presente la nulidad de los arbitrios, fundados sobre el giro, porque carecíamos de crédito, y porque siempre han sido gravosos é infecundos los recursos buscados, en las urgencias para sostener expediciones militares, infinitamente menos costosas que las de aquella época; y en tal apuro, me propuse seguir un plan análogo á las circunstancias. Este plan se redujo por mí á los puntos siguientes: 1. o, reanimar el crédit.o público: 2. o, reforma de gastos: 3.°, mejora de rentas: oÍ. o, arreglo de la direccion y manejo de los ramos de Hacienda: 5.°, consolidar el sistema de cuenta y razon: 6.°, señalar arbitrios directos é indirectos, capaces de producir caudales para nutrir el Tesoro: 7. °, organizar el servicio económico de los ejércitos, de cuyo desórden pendian en mucha parte las desgracias: 8. o, asegurar víveres para las tropas en el año de 1811 y en el siguiente, que se presentaba escasísimo de ellos, por la mala cosecha y por las atroces exacciones del enemigo: 9. o, estimular la concurrencia de granos el la Península, para que siendo menor la penuria, fuese mas fácil el surtido de los ejércitos : y 10. o, dar impulso al entusiasmo nacional. EJECUCION DEL PLAN. 1. Reaullnar el crédito público. En una memoria que leí públicamente á las Cortes, en 6de mayo. y la cual hizo en aquel dia bajar un ;) por 100 la pérdida de los yales, manifesté la naturaleza y magnitud de las deudas de la corona, y los efectos de la mala fé que desgraciadamente habian destruido la COI1(lanza. Para restablecerla, propuse y conseguÍ: 1.0, que la naCÍan se (leclarase obligada al pago de todos los créditos legítimos, sin !listincion de épocas ni de nombres; 2.°, propuse un nuevo y sencillo plan para amortizar las deudas, convirtiendo los papeles que las repres(~n I aban y multiplicando los propietarios; 3. o, pedí que los crMitos de! Estado se admitiesen en pago de contribuciones; 4. 0 , dí publicidad á las operaciones de Tesorería; 5. o, dí conocimiento al público de los fondos que llegaban de América, y de su distribucion, y 6.°, apoyé eficazmente, ante el Congreso, las varias solicitudes que me hicieron algunos acreedores, para que se les diesen valdíos en pago. 11. Reforma de ,;astos. La situacion en que se hallaba la patria, obligaba á reducir los desembolsos del Tesoro, al compás de los inmensos sacrificios de los pueblos, y á limitar las pretensiones de la ambicion, que si eran dis· culpables en tiempos de calma y abundancia, no podian mirarse sin horror en los á que me refiero. A impulso mio se suprimieron algunos destinos no necesarios: se redujo el número y dotacion de los de precisa provision: formalicé espediente sobre algunas economías útiles al Tesoro en el ramo de ejército y en otras clases : reduje á la mitad el sueldo de los agraciados con empleos, en cuyo goce no hubiesen entrado, antes del santo levantamiento; y suprimí plazas en la secretaría de Estado, habiendo formado, para el gobierno metódico de esta primera oficina de Hacienda un reglamento. Pero, todas estas medidas no eran capaces de cortar Jos abusos. Para lograrlo debia señalarse á cada clase del Estado la cuota de sus gastos, con presencia de la situacion de este, del órden gradual que debian llebar los pagos y del importe de las rentas públicas. Con t11l objeto, y respondiendo á la escitacion de las Cortes, leí en ellas el dia 9 de mayo una larga memoria, sobre las rentas y gastos de la Corona, ántes y despues del santo levantamiento de la nacion. En dicha memoria, descubrí la situacion política y económica de España, ántes de la insurreccion y la que ofrecia en aquella S3zon : el número, calidad y producto de las rentas y contribuciones: los gastos de la Corona en dichas dos épocas, y las reformas y mejoras que me pareció debian hacerse en ellos. Mas, como sin unidad de accion en las operaciones de las autoridades políticas y militares, y sin órden en el desempeño de las funciones dc los ministerios económieos de los ejércitos, no era posible que estos estuviesen bien asistidos, senf(~ los principios de economía que debian fijarse en aquellos. Y queriendo quitar el choque continuo quc habia entre los pueblos, los militare!' ;) 34 y los empleados de Hacienda. figé las bases de mi plan sobre re- gIas seguras, que ví apoyadas des pues por el invicto duque dc CiudadRodrigo. IlI. IIlejora en las rentas. Es bien cierto que muchas de las que componian el sistema de Hacienda de España eran mas dañosas, por el método de su recaudacion, que por las cuotas que sacaban al contribuyente. Resultado de, las ideas asoladoras de los asentistas, y nacidas algunas enmedio de la feudalidad y de las guerras, exigian una reforma que las sustituyese, con otras mas producti vas y menos gravosas al pueblo. En exposicion de 24 de enero, que mereció el elogio y aprobacion del Congreso, yen la cual ofrecí el resúmen de las operaciones, en que pensaba ocuparme, descubrí con rapidez las máximas económicas que formaban mi sistema, enteramente ageno de la opresion, monopolio y estanco que por tanto tiempo habia prevalecido, causando la ruina de nuestra agricultura y artes, sin ventajas del Tesoro. Fundado en ellas, me habia propuesto examinar detenidamente la índole constitutiva y los valores, juntamente con los daños, que cada una de la~ rentas causaba á los manantiales de la riqueza pública, indicando las mejoras ó reformas quc respectivamente me sugiriesen mis conocimientos. La salida del Ministerio cortó el hilo de un trabajo, que pudiera haber sido útil; sin embargo, formé y presenté al Congreso tres memorias: una sobre las rentas provinciales de Castilla; otra sobre la del tabaco, y la última sobre la renta de Aduanas, las cuales se mandaron imprimir de órden de las Cortes, siendo este por entonces el único resultado de mis esfuerzos. lV. Arre¡;lo de la direccloll y manejo de los ramo. de Hacienda. Cuando me hice cargo deIMinisteÍ"io, hallé que no existia el Consejo Supremo de este ramo importantísimo, ni el tribunal de Cruzada: que el de Cuentas estaba enervado: que en la Secretaría se reunían la indicacion de las leyes, la direccion de las rentas, y hasta los por- 3D tnenores de la ejecucion, y que los negocios se conducían por informes de particulares, y por los auxilios de una Junta de Hacienda, compuesta de sujetos llenos de luces y probidad, pero que carecian de facultades para entenderse con los gefes subalternos .. En tal situacion, me propuse la idea de reunir el gobierno y direccion de los fondos eclesiásticos de Hacienda en una mano, y los que llamaremos seculares en otra. Con este fin, restablecí el Tribunal de Cruzada y Gracias, encargándole la Bula, el Noveno, subsidio y excusado, y aseguré la autoridad del comisario general: restablecí la Contaduría general de Maestrazgos, y encomendé su manejo á este y al Consejo de Ordenes. En Memoria particular, que dirigí á las Cortes, propuse el restablecimiento del Consejo de Hacienda, á cuya sala de gobierno debia confiársele: LO, la superintendencia general de Hacienda: 2.°, la direccion de todos los ramos ordinarios y extraordinarios de esta: 3. 0 , meditar y proponer las reformas: 4. o, formar los presupuestos de los gastos: 5. indicar los arbitrios de que debiera echarse mano para cubrirlos: 6. o, entenderse directamente con los intendentes y administradores, para la ejecucion de todos los decretos que se expidiesen, y 7. o, formalizar las propuestas, para todos los empleos que vacasen. Esta idea reunia á la sencillez y uniformidad, que habia de comunicar al despacho de los negocios, una no pequeña economía en los gastos. Como á las Juntas de provincia se las habia autorizado, para entender en el cobro y distribucion de las rentas, en la circular que expedí en l8 de abril establecí las reglas oportunas á fin de evitar etiquetas y obstáculos, entre aquellas corporaciones y los intendentes, y apartar á los empleados, que no mereciesen la confianza pública: les autoricé para que eh las provincias en parte invadidas, habilitasen el papel sellado, y beneficiasen las salinas, sin esperar la intervencion del Gobierno, á fin de obviar los inconvenientes de la tardia y difícil ,comunicacion con él: dí mis instrucciones para libertar los efectos de la Hacienda pública de la rapacidad enemiga, en sus incursiones sobre los pueblos libres; y dícté las reglas que debian observarse con los administradores, que ponian continuamente en data caudales robados por los franceses. Así procuré remediar los males, que de una demasiada indulgencia sufda el Erario; y, finalmente, reuní en Tesorería general los rendimientos de la renta de Correos y de otras del Estado, que f'e manejaban con independencia de aquella primera oficina de la Hacienda. 0 , 36 V. (Jon8oUda." el sistema de cuenta y razoll. Restablecido por mí el Tribunal de Contaduría Mayor á la plenitud de sus funciones, y estrechados todos los que habian manejado fondos públicos, durante la insurreccion, á presentar ante él sus cuentas, previnieron las Cortes á la Regencia que les informase sobre el arreglo de la cuenta y razon del Estado. En una Memoria leida por mí en 29 de agosto, y que el Congreso mandó publicar, despues de hacer un elogio de las antiguas. ordenanzas y leyes del ramo, y de la integridad y celo de los ministros del Tribunal, demostré la necesidad de imprimirle toda la importancia que requiere la delicadeza del negociado. Con este fin, propuse, que se declarase al Tribunal de Cuentas parte del poder judicial, con las facultades necesarias para el exacto desempeño de sus funciones: que se volviese al ejercicio á las Contadurías generales de Valores y Distribucion, se separasen las de ej(\rrito de las de rentas, se suprimiesen las de cargo y data de Tesorería general, y se hiciese á las de provincia Tribunales de Cuentas con jurisdiccion para el caso, aunque sujetas á las generales; y, finalmente, que se designase el Tribunal Mayor, para la formacion de los estados anuales de entradas y salidas del Erario, y sus deudas. Por ültimo, apoyando la idea de la Junta de Leon, propuse la formacíon de un Tribunal ejecutivo, compuesto del intendente y asesor, dos hombres buenos, un militar elegido por el general y un fiscal; con el objeto de conocer de todo fraude, colusion ó torpe manejo en la cobranza y distribucion de las rentas, arbitrios y recursos establecidos para cosl.ear la guerra, y de los abusos que cometiesen los encargarlos del repartimiento de raciones; cuyo tribunal debia proceder en la sustanciacion breve y sumariamente, castigando con el mayor rigor al empleado en Hacienda, que se complicase en tan feo delito. «En lar; terribles circunstancias, en que se encuentra la patria, dije llá las Cortes, debe reputarse como reo de la mayor gravedad, el que ))usurpe, robe ó se apropie efectos de la Hacienda pública, porque aumenta sus necesidades y la conduce tí su ruina. Los pueblos c1allman continuamente contra estos males, que crecen con la impuni»dad y deben corregirse con mano fuerte, porque el castigo de tales ¡¡excesos llenará de consuelo á los ciudadanos, y hará que todos miren, )lcon respeto, al que con sus sudores nos sostiene y costea la guerra.» J) - 37 - VI. Señalar arbitrios directos é indirectos capaces de producir caudales para nutrir el Tesoro. Todos los fondos extraordinarios, que, en los trece meses de mi ejercicio en el Ministerio, entraron en arcas, para suplir el déficit enorme de Tesorería, se redujeron á ochenta y tres millones diez y scis mil seiscientos reales, á saber: setenta y tres millones diez y scis mil seiscientos venidos directamente de América, y diez millones, negociados con el señor embajador de Inglaterra. á reintegrar en Lima. Suma débil para hacer frente á las inmensas obligaciones que me 1'0deahan, las cuales me hicieron acudir á recursos extraordinarios, ideados por mí y por una junta de medios que establecí al efecto. Precisado á hacerme proyectista, no me detuve en manifestar, que entraha en tan difícil empeño, con la desconfianza que inspiraba la dificultad en el acicrto, la cOllviccion de mi insuficicncia y el horror que me causaba la imágen de las privaciones que una mala eleccion pudiera traer al pueblo, añadiendo: {(Que temblaba, al considerar que llpudiesc algun dia confundirse mi nombre, con el de los arhitristas Jlquc nos habian hecho gemir en la opresion.JJ A vista de la estrcchez del territorio, que quedaba libre de enemigos, de la dificultad que habia para comunicarse el Gobierno con las provincias, y del riesgo inminente que corria la patria, senté por máxima en la materia «que el estado fa tal de esta exigia que sus hijos acudiesen á su libertad, no en razon directa de sus haberes, sino en razon compuesta de la directa de estos y del riesgo )) mayor ó menor que corriesen de perderlos, para siempre, si sucumllbíamos bajo el dominio del usurpador." Con arreglo á este principio, presenté cinco arbitrios directos sobre las rentas, propiedades y utilidades de la industria y comercio, sobre los derechos feudales, sobre los diezmos, y sobre los capitalistas que muriesen sin dejar cosa alguna á la patria, y treinta indirectos, reducidos á gravámenes sobre los objetos de lujo, venta de fincas, préstamos sobre hipotecas seguras con la nacion británica, acuñacion de moneda (que llegó en solo Cádiz á veinte millones seiscientos cuarenta v siete mil seiscientos ochenta y ocho reales), á dar alicientes_~_ . illos dapitalistas para que trajesen sus fondos á Cúdiz, á la est.enSion~~~\::-': ¡) J) # t,_ l ~.; "} t·.: -; : ;.-~ ~ . . - 58- del uso del papel sellado, y á otros varios que pueden verse en una Memoria que publiqué en aquella plaza en el año de 1813, eon el título de Apuntes para la Historia de la Hacienda de España en el año de 'J8H. VII . ....,;anlzacion de la parte económica de ejé."citos. 108 En la Memoria de 9 de mayo de 1811 senté las máximas conducentes á la organizacion del cuerpo político de los ejércitos, reuniendo en una mano sus operaciones, proscribiendo la diversidad de principios que se seguia en cada uno, y metodizando sus planes. Mientras el Congreso resolvia lo conveniente sobre ellas, tocando cada dia los malos efectos de la dilacion, adelanté la obra, presentando al Gobierno el Reglamento correspondiente, que se sujetó al exámen de la Secretaría del despacho de la Guerra, del Estado Mayor, y de las Inspecciones. Mi proyecto se redujo á la creacion de una Superintendencia geIleral de la Hacienda de los ejércitos, unida al Estado Mayor; á cuyo cargo estuviese la direccion de todos los ramos económicos de las tropas, y el mando sobre los intendentes, contadores, tesoreros, comisarios y demas dependientes, ejerciéndola por medio de unos subinspectores que debia haber en cada ejército. Por manera que, moviéndose toda la máquina complicada de la Hacienda militar bajo un órden metódico, y apartados del ministerio infinitos pormenores que le distraian sin fruto, se introdujese la disciplina en esta parte. Así lIegarian al Gobierno los planes y los resultados en grande: se limpiarian los ejércitos de empleados perjudiciales; y las tropas se hallarian mejor asistidas que hasta entonces. " III. Ase,;u."a." ~-íTel'es para el ejército. A los once dias de mi entrada en la Secretaria , propuse al Ministerio de Estado las bases de una negoclacion con los ingleses, por un rnillon de duros, con destino al acopio de víveres para las tropas: me dediqué á conocer el estado en que se hallaban las provisiones: eu - 39- una detenida Memoria, presenté al Gobierno todos los datos necesarios para dirigir su accion, con los arbitrios que me sugirieron mis conocimientos á fin de hacer prontos y abundantes acopios; y las reglas que debian de seguirse en el establecimiento de almacenes. Ocho meses tardaron las Cortes en el exámen, y al cabo de tanto tiempo sin acordar resolucion alguna, ni aun interina, se contentaron con resolver el expediente para que se instruyera sobre extremos que no eran tan urgentes como el de salir del apuro en que nos hallábamos. En 24 de noviembre firmé un largo informe, en el que se comUllicaron al Congreso cuantas noticias y datos podia necesitar para la completa organizacion de las provisiones en todos sus ramos. [nterin se acordaba resolucion, no omití diligencia de las que pendian de la precaria autoridad del Gobierno, con el objeto de adquirir víveres para la manutencion de las tropas, valiéndome al intento de préstamos y de contI'atas parciales, que no hacian mas que cubrir las necesidades del momento. Reformé, con una instruccion dada á los comisarios, los abusos que se cometian en la saca de raciones á los pueblos; y habiéndose puesto en ejecucion por ensayo, en la r.xpedicion que salió de Cádiz para la Albuhera, se hizo general por los buenos efectos que produjo. Se autorizó á las Juntas de las provincias para que estableciesen almacenes, ampliándoles las facultades y señalándoles recursos abundantes á fin de lograrlo: se rebajaron los derechos á la extraccion de frutos de América y de las lanas de España, en favor de los que condujeran víveres á los ejércitos; y con estos arbitrios sostuve los suministros de Cádiz y la [sla, y las remesas á los presidios y varios puntos de la Península, enmedio de la penuria de recursos, de la lentitud del Congreso que debia proporcionarlos, y de la ausencia de los compradores, retraidos por nuestra pobreza y por las hablillas que el genio de la discordia, cuando no fuese el partido francés, hacia circular, siempre que se procmaba asegurar la subsistencia del soldado. En tan penosas circunstancias, viendo la negra perspectiva del año próximo de '1812, Y que una Junta de subsistencias establecida por mí, con el fin de que propusiera medios prontos y expeditos para salir de apuros, no proporcionaba recurso alguno capaz de aliviar la urgencia, elegí como mejor el de cerrar una contrata con casas de comercio, por cantidades grandes, á pagar á plazos cómodos. Se hizo saber la idea, citando por medio de edicto á cuantos quisieran tomar part.e en la cmpre~a, Solo se presentó D. Ricardo MeRde (á quien se - 40- estaban debiendo cantidades considerables de dinero por anticipaciones de víveres), el que se ofreció á proporcionar subsistencias á pl'ecios cómodos, para sostener ocho meses nuestros ejércitos, allanándose á recibir el valor en letras sobre Inglaterra, y por los caudales que vinieran de América. No se hubiera detenido la Regencia en cerrar el trato, si el comerciante no hubiera ex.igido, para su seguridad, la aprobacion de las Cortes; las cuales no la dieron, obligándonos á guardar fórmulas de que nos dispensaban las circunstancias. Meade retiró la proposicion, Y.la Regencia nombró una Junta particular que corriese con llamar nuevos postores, y con cerrar los tratos, porque no le pareció regular que se empañase su honor con sospechas injustas y con rumores indecorosos, como los que se habian suscitado de resultas de la repulsa de la contrata. La Junta llamó por edictos á los empresarios; y las resultas, del método señalado por el Congreso, fueron obtener una proposicion sola de doce mil barriles de harina, cuando las del que yo habia indicado nos aseguraban ciento cuarenta mil de esta especie, cincuenta mil quintales de arroz y diez mil barriles de tocino, y abrian campo á especulaciones mas grandiosas, cuyas primeras bases tenia yo en mi poder para examinarlas. Sc les presentó mas tarde un nuevo plan de repuestos, con las indicaciones que nos parecieron adoptables para conseguirlos; mas las Cortes le desecharon tambien, dejando á nuestra prudencia valemos de algunos de los recmsos que presentábamos, y desaprobaron el que tratásemos con ex.tranjeros, deseando que los acopios se hiciesen en las provincias, cuando era evidente que estas se hallaban ocupadas pOI' los franceses, y amenazadas de una hambre cruel, por la mala cosecha y las dmas exacciones de aquellos. Tan repetidas repulsas, sin que el Congreso adoptase un arbitrio, hueno ó malo, derramaron el descrédito del Gobierno, el cual estrechado á socorrer con víveres en enero de 'J8-12 las plazas de Cartagena y Alicante, amenazadas por las tropas de Napoleon, que acababan de conquistar á Valencia, se vió imposibilitado de hacerlo; y no hubiera enviado una onza de harina á aquellos interesantísimos puntos, si Meade, por pura atencion á mis ruegos, y fiado en la religiosidad de mis palabras, no hubiese prestado doce mil barriles de harina, con los cuaJes se mitigó el hambre de los que defendian la libertad de la patria. - 41IX. Estiulular la concurrencia de ,r;ranos á la Península. La escasa cosecha de granos en 1811: las exorbitantes requisicioHes de ellos hechas por los enemigos en las provincias invadidas; y las medidas violentas á que obligaba á acudir en las libres la precision de mantener nuestros ejércitos me hicieron temer los efectos de la miseria en el año próximo, y me obligaron á tomar cuantas providencias estuvieron á mi alcance, para libertar de aquellos á las tropas y á los pueblos, y para proponer á las Cortes las que no correspondian á mis facultades. En mi memoria de 'l6 de febrero, les manifesté, con viveza, mis recelos de que la continuacion de la guerra, el aumento de consumos que ocasionaba, la ruina de los labradores y la pobreza de los pueblos trajesen tras de sí la miseria mas espantosa y las dolencias mas mortíferas; y presenté el plan de arbitrios y medios que me parecieron mas eflcaces, para estimular la importacion de granos del extranjero, socorriendo así la indigencia doméstica. No satisfecho con los decretos que expidieron las Cortes, viendo el'ecer las neeesidades y que la epidemia empezaba á desolar las fértiles campiñas de Murcia y Alicante, llamé á Junta á varios magistrados y otros sugetos, dotados de instruccion y celo, para que examinando las providencias por mí tomadas, ó indicadas, sugirieseu olras capaces de libertar á la nacion del azote que la amenazaba. La Junta, des pues de califlcar de eficaces y poderosos los medios aprobados, como dictados por el celo mas ardiente y combinados de '111/ modo tal con la razon y la práctica de las naciones mas adelantadas, que en iguales circunstancias ninguna hubiera hecho mas, propuso varias ampliaciones á las providencias ya acordadas; y he tenido el placer de observar sus felices resultados, habiendo debido á su influjo la PellÍnsula, en el año de '1812, los auxilios que le habia negado la naturaleza. - ,(,2 - x. Impulsos dados al entuslasnlo nacional. «Aunque nuestra santa causa (dije á las Cortes en la memoria »Ieida el dia 30 de junio de 18H) no necesita los estimulos artificio» sos de la elocuencia, ni los ardides de la política para sostenerse, II porque los tiene en sí misma muy poderosos; sin embargo, conviene lldispensar proteccion al espíritu público, causador de prodigios, que II ha formado una segunda naturaleza en nosotros, desde que desplegó »su energía en Madrid el dia 2 de mayo de 1808; Yque durará mienlltras haya españoles y mientras viva un solo descendiente, de los que lIhemos tenido la gloria de empezar la lucha santa.) Para fomentarle, en la parte que podia hacerlo el ministerio de mi cargo, logré dotes en favor de las doncellas que prefirieran enlazarse con los nobles defensores de la patria: eximí á los oficiales del decreto que prohibia el goce de sueldos y pensiones, siempre que estas. fuesen dadas en premio de sus servicios militares: propuse un establecimiento de beneficencia militar, en donde se socorriese abundantemente y honrase á los sl.ldados inutilizados en campaña: hice que se declarase preferencia á los mismos, para ser cDlocados en los empleos de rentas, y tuve el gusto de llevarlo á efecto en muchos: establecí Juntas insurreccionales en Avila y Toledo, que alteraron grandemente los planes de dominacion del enemigo en estas provincias y en las de Segovia y Madrid, y mantuvieron la comunicacioll elel fuego patriótico desde Cádiz á las provincias internas: restablecí y dí vigor á las de Búrgos y Soria: tuve correspondencias interesantes en favor de la causa en Sevilla, con sugetos muy inmediatos al mariscal Soult: facilité fondos al confidente reservado que pasó con Victor á Francia, á tantear el modo de correspondernos con nuestro deseado Monarca: propuse varios arbitrios para socorrer á los espalioles, que por no obedecer al tirano emigraban al pais libre, abandonando sus intereses, y en este perecian víctimas de su heroicidad: respecto de la concesion de tres pensiones de la cruz de Cárlos IlI, (Iue hallé vacantes en Hacienda, hice presente que se dieran ti los que mas hubiesen sobresalido en patriotismo, consultando para ello ti las Juntas de las provincias, y caJlando yo á la Regencia que hacia años me hallaba condecorado con la cruz sin pension : excité el celo - 43- de los cnmanaantes de guerrillas, para que se emplearan en conducir por los pueblos invadidos noticias ex~tas del Gobierno y de sus providencias, á fin de sostener por este camino su espíritu en favor de la causa santa que defendiamos; y con este objeto establecí en Alicante y la Coruña un Boletin patriótico, cuyo instituto era dar á conocer las resoluciones de la Regencia y de las Cortes, y las noticias favtlrables á nuestro intento, con el de que los españoles oprimidos pudiesen contrarestar los embustes de que el enemigo se valia, seduciendo la fidelidad. Fueron repetidas y muy lisongeras las pruebas de aprecio que merecí al Congreso, y honrosas las expresiones que sus presidentes me han dirigido , cuantas veces subí á la tribuna de órden del Gobicrno, para evacuar los informes que le pedia sobre los puntos mas delicados de la Hacienda. Concluida la lectura del que extendí acerca de las bases del crédito público, se me respondió: (,Que S. M. le han bia oido con satisfaccion, y esperaba que yo continuase trabajando en beneficio de la causa pública, con la pureza, celo y energía con ,) que lo habia hecho hasta allí; y como lo exigia de sus hijos la )nacion.) Oyó el Congreso con el mayor interés mi memoria, sobre las rentas y gastos de la corona, y Clse lisongeó dc mi laboriosidad, patriotismo )) y talento esperando que continuaria dirigiendo la Hacienda con el acierto "que se necesitaba: calificó de sabias y juiciosas las reflexiones que ,de hice sobre la cuenta y razon , y me encargó que continuase tra"bajando con mi acostumbrado celo, y proponiendo cuanto conside)rase útil, tanto para el aumento del Tesoro público, como para bien ¡)de la nacion.·) A vista de mi memoria sobre las rentas provinciales, ,se me dijo: (,Que S. M. se habia enterado de ella con satisfaccion, y ¡)que esperaba continuarla aplicando mis luces y talentos á la mejora ,)del ramo de que estaba encargado.) Iguales esperanzas formó en fuerza de mis informes sobre las rentas del tabaco y de Aduanas, y se me encareció: (, Que continuase acreditando mi celo, actividad y talentos en desempeño de mis obligaciones y beneficio de la causa ¡)comun.)} Trece meses desempeñé el cargo dificilísimo del Ministtrio de Hacienda, y tres el de Indias. Cuando la regencia interina, que desempeñaban los Sres Blake, Agar y Ciscar fué reemplazada por la propietaria, compuesta de los Sres. Duque del Infantado, D. Joaquin Mosquera, D. Juan VilIavicencio, D. Ignacio nihas y el Conde (lc Labisbal, esta por su dccreto de 6 de febrero de 18'12, (,haciendo l) ¡) - 44- »el debido aprecio que merecian mis señalados y distinguidos SCl'ví)) cios, 1I me nombró Ministro de.capa y espada del Cc,nsejo supremo ue las Indias, de cuya plaza tomé posesion el dia 2 de marzo del mismo año. No permanecÍ mucho tiempo en el Consejo. Los diputados de Valencia habian hecho presente el estado lastimoso de aquel reino, de resultas de la invasion francesa, no menos que la necesidad· de restablecer el órden en la Hacienda pública, y de reanimar el espíritu nacional demasiadamente decaido, haciendo pasar á aquel país una comision de Gobierno que reemplazara á la Junta antigua, y un Ministro de actividad y luces que fuese conocido allí por su patriotismo, á fin de organizar los ramos económicos, que se hallaban dislocados. La Regencia del Reino accedió á todo, y en órden de 11 de abril de 1812 me dijo: «Que conociendo la utilidad que debia deresulB tal' á la Patria con mi traslacion á Valencia, para encargarme de aquella Intendencia, como ministro de su confianza, me mandaba )) que pasase á servirla por comision.)) Obediente á la voz del Gobierno, sin reparar en etiquetas, en riesgos ni en desembolsos, el dia :5 de mayo me embarqué en la bahía de Cádiz; y despues de haber sufrido una recia tempestad, y en la navegacion todo género de incomodidades, llegué el dia 18 del mismo mes á Alicante, única ciudad que se podia considerar libre en el reino de Valencia, en la que residian las autoridades superiores de la provincia, y hasta cuyos muros llegaban diariamente los enemigos con sus correrías. El dia 23, aniversario de la santa insufl"l~c cion de aquel Reino, dí á conocer á los pueblos mi comision, con una proclama que traia preparada desde Cádiz, y de cuyo contenido hahia informado verbalmente al Sr. Presidente de la Regencia. En ella, hice una vivísima pintura de la situacion lastimosa, á que habian reducido á Valencia las atroccs vejacioncs del enemigo: recordé á los moradores sus triunfios: los estimulé con el ejemplo heróico de otros pueblos subyugados; y excité su ardor encareciendo la infamia del yugo que llevaban. « Acostumbrados, les dije, á obe)) decer á los Fernandos, á los Jaimes, á los Alfonsos y á los Felipcs, )) no podeis sujetaros á un hombre nuevo, á quien la casualidad y la ))inconsecuencia francesa sentaron en el trono de Clodoveo.J) Les presenté una perspectiva lisonjera de felicidad, en los triunfos logrados por las armas leales, en varios puntos de la Península, con las negociaciones diplomáticas: en los eficaces auxilios de la Gran Bretaña, y en los decretos de las Córtes; y en consecuencia provoqué su pa)j - 45- triotismo para sacudir las cadenas francesas, y para acudir con socorros abundantes á las tropas españolas. Esta proclama que procuré derramar por los pueblos invadidos, alarmó en tanto grado al gobierno intruso, como que empleó una Gaceta entera cn rebatirla: me acusó de reo de lesa humanidad: me hizo responsable de la sangre que se derramase; y no contento con esto, y con haberme hecho objeto de la sátira de sus periodistas, trató de sorprender mi persona en los varios viajes que de órden del Gobierno hice á los lugares que iban quedando libres, para conocer su situacion y remediar sus males. En estas correrías patrióticas llegué hasta las avanzadas enemigas, en cuya expedicion arriesgadísima, segun certificacion del Cónsul inglés que me acompañó, conseguí entusiasmar á los pueblos en favor del Sr. D. Fernando VII, en tales términos, que los vivas y aclamaciones se podian oir desde el campamento enemigo ... , por cuyo medio logré reanimar y sostener el espíritu público, que los franceses se empeñaron en destruir, y fomenté el amor al Monarca. Desde el principio dc mi comision, despues lie habcr restablecido las Contadurías, Tesorerías y Administraciones de Rentas al pie de sus ordenanzas dotándolas con los individuos de ellas, que se hallahan prófugos en Alicante y Mallorca, y que debian de cobrar el tercio de sus haberes sin ocupacion; y despues de haber obligado á rendir cuentas á cuantos hubiesen manejado fondos públicos, me acerqué á conOCer el estado económico de esta parte libre del riquísimo reino de Valencia; y su examen me llenó de amargura, al reconocer la miseria que me rodeaba, y las ningunas esperanzas de hallar recursos, eon que atender, ni aun debilísimamente, á las inmensas obligaciones del Erario. Mis investigaciones me ofrecieron el siguiente resultado: Que las atenciones mensuales de aquel ascendian á un millon doscientos setenta y tres mil ochocientos cuarenta y nueve reales, y que todo el producto de las rentas de Alicante desde 1. o de enero hasta 1. °de junio de 1812 , habia llegado á ciento ochenta y cinco mil cuarenta cada mes.-Que eran nulos los productos de los demas pueblos libres, pocos en número y agotados por los saqueos del enemigo.-Que no se habian puesto en planta los arbitrios extraordinarios, aprobados por el Gobierno.-Que el contrabando escandaloso, que se hacia en la bahia de Alicante, debilitaba los ingresos del Erario.-Que los comerciantes senegaban á hacer préstamos, escarmentados con la infiel cOfl'espondencia J'(>,specto de los anteriores.-Que las tropas de la guarnieion carecia'll - 46- muchos dias hasta de! pan.-Que los castillos se hallaban sin repuestos. -El hospital militar en la mas lamentable situacion; y el ramo de utensilios conservaba el nombre solamente. En Jan penosa situacion mandé reunir en la Tesorería de ejército todos los fondos públicos, quitando los manejos parciales con que se gobernaban algunos: llamé á los comerciantes á que liquidasen sus créditos contra el Tesoro; y llevé á ejecucion el reintegro por los medios aprobados por el Gobierno, acomodándolos á las circunstancias' locales. Para apartar hasta la sombra de arbitrariedad, en la distribueion de los pobrísimos fondos que se reunian, no solamente publiqué mensualmente los estados de Tesorería, sino que exigí que la junta de gobieruo, con acuerdo mio, hiciese la aplicacion semanal de lo que se recaudaba á las urgencias, segun su gravedad. Al cotejar lo mezquino de los valores con la magnitud de las obligaciones , me fijé, de acuerdo con los gefes militares, en la idea de que á las tropas de la plaza no les faltase la comida, proveyendo los almacenes de los castillos, socorriendo las demas atenciones del modo mejor posible, y regularizando la saca de raciones de los pueblos en razon de su fuerza. A este fin presenté á la comision de gobierno un plan circunstanciado, con los formularios oportunos. Para corregir los abusos ya añejos, en el hospital militar de Alicante, excité el celo de los caballeros y eclesiásticos mas distinguidos, con quienes formé una asociacion caritativa, para que velase sobre la buena asistencia del soldado: dí al establecimiento una parte principal en los fondos que se recogian: activé en su favor la conmntacion de obras pías; y dirigí á los curas una circular, para que hicieran demandas en favor de objeto tan digno. Desde el dia 25 de mayo hasta el 9 de julio, en que la Regencia me relevó de este cuidado, estuvo al mio el suministro de las raciones á las tropas de la plaza; y en dicha época se contaron desde seis á doce mil plazas. Ademas, tuve que acudir al suministro de las fuerzas sutíles y de las expediciones militares que entraban y salian en Alicante, y al acopio de los castillos, sin que el gobierno hubiese faci· litado mas auxilio, que el de dos mil barriles de harina. Por medio de contratas á pagar sobre los productos de las aduanas de Torrevieja y Alicante, hice frente á todo. En el castillo de Santa Bárbara puse para un caso de sitio (sobre las existencias que ya tenia) los repuestos necesarios. Se completaron los del de San Fern~ndo para todo el tiempo que se calculó podria sostenerse sin comunicacion eon la plaza. A las divisiones de Roche y Witingham les - 47- hice entregas de ,·íveres, en cantidades de consideracion para la salida de Alicante: y todo se realizó sin cometer vejaciones, y sin que al retirarme de la comision se quedase á deber un maravedí á los prestamistas. El general Witingham me dió las gracias mas expresivas, por la actividad y celo con que hahia socorrido á sus tropas. Los cuerpos militares de la guarnicion, yel comandante de las fuerzas sutiles confiesan, en certificaciones que conservo, haber estado asistidos completamente. El estado lastimoso á que estaban reducidas las Tesorerias, en razon de los cortos productos de las rentas, me indujo á procurar su arreglo. Al efecto publiqué, en union de la Junta de Gobierno, un bando para cortar el escandaloso contrabando que hacian Jos genoveses, abusando del pabellon inglés: intercepté el curso de las guias falsas: exigí los derechos á los extractores de lanas, que des pues de dos años no habian presentado las torna guias : para evitar fraudes, entonces muy comunes, prohibí el embarque de aquellas si no se pagaban en el acto los derechos: facilité la saca de sal de la Mata: arreglé los derechos de la sosa y barrilla, y dí salida al tabaco existente. Tales fueron los trabajos. y tareas que produjo mi comisiono Sino hice todo lo que se· necesitaba, ejecuté lo que pude, en medio de la escasez, de las contradicciones y de las amenazas con que el enemigo intentó acobardarme. !< La situacíon de· llla Península, dice el consul ingles en la certificacion citada en »aquella época, era la mas crítica que se ha conocido en nue!'.l"tra gloriosa insurreccion, y la provincia de Valencia, casi del todo »)invadida, presentaba un aspecto demasiado triste para lisongear las "esp~ranzas del mas esforzado patriota ... Al tino con que este acreditado ministro se condujo, y á su natural perspicacia, se debió el res)) tablecimiento del órden, que se habia perdido en todos los ramos de n la Hacienda, pues consiguió sistematizar las operaciones de las manflOS subalternas, y nivelar los sacrificios de tal modo que las tropas )) no carecieran del aliño y asistencia. Los contribuyentes vieron que )) las exacciones no eran violentas ni arbitrarias, sino solo proporcio))nadas á la necesidad; concluyendo con decir» que eanga Argüelles )) puede y debe estimar como el mayor de todos sus grandes servicios "esta árdua y delicada comision.» A servicios tan distinguidos como los que resultan del resúmen que acaba de hacerse hay que añadir otro, digno complemento, en concepto del que suscribe; servicio que viene á realzar los nobles merecimientos de su ilustre padre en la época gloriosa á que se refiere. J) -p.:~~:-; P . .. " -- , - 48- Rebosando siempre de amor patrio el alma de aquel, y ardiendo en sed inestinguible de manifestar los leales sentimientos de su corazon, defendió á España cuando al llegar á la historia los hechos de aquella época un historiador extranjero, bajo el patrocinio del que dirigió las armas inglesas en nuestra Península, vió ofendida la patria por los mismos que habian compartido en nuestros campos con los españoles los triunfos alcanzados sobre los ejércitos franceses. En el año de 1829 los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier publicaron una historia de la guerra de España, en la cual trataron con desden y poco miramiento á los españoles, desfigurando los sucesos, faltando á la verdad, y calificando con innobles epítetos el heróico alzamiento que salvó á la nacion de la esclavitud, y le devolvió el augusto Monarca llamado á regir los destinos de aquella. Las observaciones á esa historia, escritas por D. José Canga Argüelles son una obra notable bajo cuantos aspectos pueda considerarse poI' la mas severa crítica. Literaria y políticamente examinada, mereció los aplausos y los mayores elogios de los que la juzgaron; y todos cuantos tuvieron ocasion de leerla apreciaron al mismo tiempo que la lealtad y patriotismo de que aparece llena el alma noble y entusiasta dc su autor, la pureza y vigor de estilo que brilla en tndas sus páginas. El que suscribe, Señora, al hacer mérito de tal obra, cree imprescindible para que V. 1\1. pueda apreciar la exactitud del juicio emitido acerca de ella trascribir en este lugar el prólogo que va al frente del primer tomo. Dice así: ccAl cabo de veinte años, durante los cuales nadie ha osado negar á la nacinn española el tributo de la admiracion que se la debe, por la noble tenacidad con que sostuvo la lucha contra el Capitan del siglo: algunos historiadores ingleses se empeñan en rebajar su mérito y en poner en duda la heroicidad de sus servicios. Por manera que, al trasmitir á la posteridad la relacion de la gloriosa guerra de la Península, los mismos que han tenido parte en los triunfos y que han recogido una abundante cosecha de honor, por un exaltado amor propio, deprimen á los que les franquearon el campo y les acompañaron en los combates, despojando á la fama que han adquirido en ellos, del brillo y esplendor que les corresponden. El teniente coronel inglés Napier, de un modo claro y decidido, y el ilustre marques de Londonderry, con mas disimulo y arte, en las Historias de la guerra de España, que acaban de publicar, tratan con desden á los españoles; como si la gloria que á estos les corresponda - 4U- pudiera defraudar nunca á la que pertenezc"a á la nacían brit,inica. Demasiadamente confiado Napier en el derecho que sus circunstancias puedan darle para ser creido de sus paisanos, vilipendia á la nacion española, que si en el dia se ve privada del premio debido á sus méritos insignes, en el año de 1808, con su asombroso sacudimiento, sacó á las demas naciones del letargo en que yacian, enseñándoles con su ejemplo el único camino honroso que les quedaba, capaz de conducirlas al recobro de la independencia y dignidad que lloraban perdidas. Olvidado Napier de las obligaciones que contrae el que se llama historiador, y desgraciadamente ansioso de realzar á su patria, trata con poco miramiento al pueblo español, que despues de haber abierto la campaña fiado en sus propias fuerzas y señalado los primeros pasos de su carrera con victorias tan ruidosas como inesperadas, facilitó á la Inglaterra el campo de batalla que largo tiempo deseaba adquirir, segun exposicion del Sr. Londonderry, en el cual luchó con toda seguridad, sin temer los reveses que proporcionan las intrigas sordas de los gabinetes, ni los del odio nacional, que hahia sufrido en Flandes; y desconcertando los planes de su enemigo, aceleró su vencimiento, asegurando la suerte venturosa que hoy disfruta con mayores utilidades que hasta allí hahia logrado, á costa de descalabros, de desembolsos y de alianzas infructíferas. Sin hacer aprecio de la inexpugnable buena fe que los españoles guardaron á la nacion británica en las épocas mas apretadas, en las cuales la conveniencia propia aconsejaba el abandono, y los militares británicos desesperaban del éxito feliz de la lucha; el citado historiador no encuentra en la insurreccion española el resultado de las virtudes, ni ve en ella mas que robos y asesinatos, venganzas y mala fe, barbarie, inconstancia, doblez y corrupcion; dando lugar á que de todo se deduzca, como él mismo lo infiere, que los españoles han hecho poco en la guerra de su independencia: que es usurpada la opinion que disfrutan; y que todo el premio de la "ictoria se debe escIusivamente á la nacion inglesa. Si un amor exaltado á su patria condujo las plumas de este y de otros historiadores, y si el impulso de su conducta disculpará tal vez á los ojos de sus conciudadanos sus lastimosas aberraciones; si la imparcialidad es su guia, proponiéndose hablar solamente de lo que han presenciado; yo, que víctima de una revolucion política, en,"uelto en sus destrozos, y desterrado de la patria que me dió el sér, miro corno propio su honor y su buen nombre: que tuve alguna intervencion en varios de los acaecimientos (¡ue se refieren; y fuí testigo 1· - 50- del heróico alzamiento, desde que empezó en el año de 1808, hasta que terminó con la victoria en el de 1814; calorosamente conmovido por las narraciones, poco ajustadas á la verdad, de los sucesos que contienen las obras á que me refiero: viendo que gratuitamente se procura envilecer á una nacion, que para poseer los timbres de noble, de heróica, de sabia y denodada, no necesita mendigar memorias modernas, ni disminuir el mérito de las demas; enmedio de la orfandad y del disgusto que me rodean, respondiendo fiel á los estímulos del amor á mi nacion, que me devora, no puedo permanecer pasivo, ni dejar de ocuparme, del modo que me sea dado en su defensa. Bien conozco que mi situacion favorece muy poco á mis deseos; siendo para mí tan desventajosa la que me cabe, cuanto cs favorable á los á quienes contesto la que disfrutan. Ellos se encuentran en su pais nativo, gozando consideraciones que naturalmente deben influir en el buen acogimiento de sus escritos: tienen facilidad de adquirir los documentos necesarios; y se han tomado para redactar sus obras todo el tiempo que han creido del caso, mientras que yo me encuentro en un pais extraño, sin proteccion ni apoyo: sumido en la fatalidad que acompaña á un desterrado: desnudo de los copiosos datos, memorias y apuntaciones que poseia en España; y precisado á contestar sin dilacion á los que violentamente han atacado mi sensibilidad, por haber vulnerado el decoro de mi patria. La vindicacion de su honor es á mis ojos tan urgente, cuanto es atroz el insulto recibido ; y el silencio y la morosidad en repelerle, dando vigor al veneno de la detraccion, causarian daños irreparables. El rigor de tan poderosas circunstancias, disculpando los defect.os de este escrito, me hará mas conciso de lo que debiera, ciñendo mis observaciones á los puntos que pueda sujetar á la crítica, afianzada sobre los documentos que poseo, y sobre los auxilios que me prestará mi memoria; la cual no me hará traicion en este lance, porque el tamaño é importancia de los sucesos que debo examinar han hecho en ella tan profunda impresion, que ni el tiempo, ni el torbellino de mis desgracias, ni la serie de mis aventuras políticas han sido poderosas para borrarla. Partiendo de esta base y llevando por guia la verdad y la justicia, me propongo contestar al Sr. Napier y á cuantos hayan visto los acontecimientos de la Península del modo que él, sin otro objeto que el de salvar la opinion nacional del naufragio que la amenaza. i Ojalá que esta muestra débil del amor á mi nacion estimule á otros mas - ;')1 - ,liestros, para haeer su defensa ue Ull modo eUl'I'espolllliente ú su gral1deza! ¡Quiera el cielo que este tributo que un emigrado paga ú la patria que se ha visto precisado á abandonar, peneLramlo por medio de los que se empeñen aunen desacreditar su buen celo, llegue á manos del monarca español! Tal vez convencido por su lectura de la imperiosa necesidad en que está de vindicar el honor de la nacion que dirige, que es suyo propio, hará que al cabo salga ú la luz pública la historia ve1'dadera de los sucesos ·de la Península, limpia de las inexactitudes y consejas con que la afean los que, no siendo españoles, se empeñan en escribirla. Historia tan deseada como interesante, por serlo de los acontecimientos mas ruidosos, que hasta aquí nos ofrece el siglo en que vivimos. Su falta podrá influir en que la fama, justamente adquirida por la naelon espafiola, pase desfigurada á la posteridad, si la mano del patriotismo no procura arrancar los neg¡'os lunares con que la rivalidad intenta afearla, obscureciendo el brillo de las heróicas hazaJ1as y de las virtudes de que hizo un glorioso alarde, por espacio de !"eis años. Al fin se trata de defendcr el honor patrio, y á tan sagrado ohjeto ¿no se sacrificarán las mezquinas pasiones, poniendo en contribucion para 10gt'arJo los talentos, sin diferencia de colores políticos? El honor espafiol, repito, y la fama, justamente adquirida durante los seis años sangrientos de la guerra contra el genio militar de llllnstra edad, se interesan en impedir, que, sin contestaeioll alguna, tic parte de los que hcmos sobrevivido á tan hercúlea lucha, circulen por los pueblos cultos las historias á que me refiero. El mal efcdo de Sil lectura debe ser correspondiente ú la ansia con qHC son buscadas, segun lo acredita la rapidez ¡lel despacho que han tenido; y el objeto que se han propuesto sus autores al escribirlas, siendo demasiadamente lisongero al amor patrio de los ingleses, pone un obstáculo poderoso al frio escrutinio, que sin él harian de la rigorosa exactitud <1(' los hechos sobre que descansan.») El que cxpone, Señora, quisiera haberse limitado á menor espacio, para no causar á V. 1II. tanta molestia con un escrito difuso. Cuenta, empero, COIl la siempre amable, como siempre grande, bondad de su Soberana; y bajo el consolador influjo de esta creencia, el corazon de un hijo se ha permitido la efusion y las digresiones que V. M. se dignará perdonarle benévola. El ¡ntcres que la vida púhlica de D. .Tos(~ Canga Argüelles naturalmente excita, en todo buen espaltol, (y el que expone blasona de tal) adquiere mucho mayores proporciones en razon de tan sagrados víncu los. Nuestras glorias se reflejan - ;;~ - en nuestra posteri(lad : y este reflejo ljue para los Reyes, como para los pueLlos, es oríjen necesario, prenda segura , j(~['mcn fructífero y por demas fecundo de preciosas virtudes, inflama el alma del exponente, subyuga sus potencias, y le veda soltar la pluma todavía. Referida mas principalmente la narracíon á aquclla época memorable, que sin contradiccion de ningun género ha recibido entre lIosotros el solemnc bautismo de la verdadera gloria tan imperecedera en los fastos ele la lealtad y del patriotismo como lo es y lo será á despccho de la ignorancia y de la envidia, el recuerdo de los altos triunfos que bajo la cnseña de los Castillos y Leones alcanzaron nuestras armas sobre las águilas imperiales, el exponente omitirá, sin embargo, multitud de pormenores referentes á otras épocas, en que el digno funcionario, á quien debe con el ser un nombre ilustre, se distinguió tambien por sus eminentes servicios, y padeció injustas persecuciones. Acrisolada en ellas mas y mas la pureza de los sentimientos nobilísimos á que durante su larga peregrinacion en el mundo tributó constantemente religioso culto, compartia el tiempo entre los cuidados que siempre le afectaron, como representante, á tan justo título, de los intereses del pais, y como padre de familia quc idolatraba á su esposa y á sus hijos; y mientras estos recibian de aquel documentos elocuentes de honradez, de amor al Trono y á la patria, tributaba á la patria y al Trono, que tantos sacrificios le costaron, nuevos homenajes de rcspeto y de fidelidad, como le era posible, en nuevos servicios. En efecto, Señora: el hombre privado, moviéndose en el círculo de las relaciones puramente domésticas, fué un modelo, como lo rué el hombre público; uno y otro merecieron bien de esta jenerosa nacion, cuna de tantos varones insignes. Entre otras corporaciones científicas y literarias, se le disputaron y apropiaron desde principios de este siglo las Sociedades económicas de Madrid y de Asturias, Jijon, Murcia y San Lúcar de Barrameda; la Real Academia de San Cárlos de Valencia, la de la Historia y la dc Ciencias naturales de Madrid. Como hombre de letras, honran y enaltecen su memoria cuarenta y siete obras con cerca de ochenta volúmenes, correspondientes á varios jéneros, compitiendo en ellas lo ameno con lo profundo, el talento artístico con el científico y el administrativo, el poeta con el hacendista, el historiador con él hombre de gobiemo. Y merece Botarse que una buena parte de estos trabajos fué emprendida por el autor de órden y bajo la proteccion del Gobierno, y que todos han obtenido jeneral aplauso en la república literaria. Hplutivumellte al hornl)\'e público, cuarenta y cinco aIlOS erediyos de servicio cn sesenta empleos y comisiones importantes, eutre ellos tres ministerios, y la plaza del Consejo Real de Espafia é rndias, atestiguan su prodigiosa aptitud para los negocios en tanlas y tan dis~ tintas aplicaciones, no menos que el alto concepto en que se le tuvo; todo lo cual acreditan asímismo las honras que se Ic dispensaron. Desde que recibiendo las principales investiduras universitarias, y adquiriendo con ellas un derecho á la pública consideracíon, contrajo el deber de retribuirla con los frutos de su talento, se le ha visto devorado por el celo mas fervoroso, activo siempre, incansable, fecundo, dar vida á cuantos negocios le rodeaban, diríjir su marcha, buscar medios y modos para el mejoramiento de la administracion en los varios ramos en que el Gobierno le ocupó, y conseguirlo, llenando cuando menos y sobrepujando muchas veces las esperanzas de sus inmediatos jefes y los deseos del monarca, cuyo fiel y eumplido seJ'\ÍdOI' se preció de ser siempre, cuyos derechos domésticos y políticos deslindó y defendió con tanto acierto como perseverancia y entu· siasmo, lo mismo en las posiciones de desahogo y de mando que en las de apuro y persecucion, en los peligros y terribles peripecias de una guerra heróica y desesperada como en los calabozos y emigraciones; sin desmentirsc nunca, sin que jamás decayese ni por un momento la fortaleza de su espíritu, ni vacilase la lealtad de su corazon. Adjuntas son, Señora, cinco relaciones que pueden considerarse como el índice biográfico del padre uel exponente.-La primera de sus estudios, grados académicos, y actos públicos, como hombre de excelentc carrera literaria. - La segunda de las corporaciones científicas y literarias tí que perteneció, -La tercera de los destinos y cargos públicos para que fué nombrado, y ue los honoJ'es y consideraciones que se le concedieron, - La cuarta dc las mas importantes obras que en varios ramos del saber humano redactó, de muehas de las cuales se han hecho varias publicaciones. - La quinta de los documentos en que se acreditan los eminentes ~ervicios prestados- desde la insurreccion gloriosa de 1808, durante toda la guerra de la independencia, y de las declaraciones honoríficas á que dieron motivo en el Real decreto del Sr. D. Fernando VII fecha 2t de octubre (fe UdS, en el manificsto de la Junta pI'Oyisional dc 9 de julio de 1820, Y en el dccreto de las Cortes, de 10 de mayo de 1821 , por el cual señalaron á D. José Canga Argüelles y á los demas ministros, sus compañeros, una pension de sesenta mil reales, en atcn('ioll á los mucho:- y di!'- tiuguitlos servicios que habían hecho á la nacíon y al Bey, y ;'t lo que habian padecido por la independcncia y libcrtad de la patria. Las mencionadas relaciones comprueban en todos sentidos, Señora, el justo pancgírico que de esta humilde y rcverente exposicioll resulta, en hOllor de la memoria de un utilísimo servidor del Estado. Panegírico preciso para el intento del que expone, pero exacto, y que viene ya formulado de muchos modos y en todas épocas, á tra ves de dos generaciones, de acontecimientos singulares, de confusiones y conflictos, de revoluciones y trastornos en la sociedad española, por hombres antiguos y por hombres nuevos respcctivamente representantes de todas las opiniones posibles; y entre las cuales se encuentran por cierto, sin excluir el mismo Sobcrano en la plenitud de un discrecional poder, los mas notables quc la nacíon ha producido en la última mitad del siglo antcrior y en la primera del presente. Pues bien, Señora, lo que todos ellos han asegurado y repetido: lo que la nacíon política ha proclamado y sancionado con su alta estimacion, con su solemne aprccio, demostrados tantas veces por los medios mas inequívocos, eso y no mas es 10 que hoy con diversa forma, pero de acuerdo en la esencia, se ha permitido reproducir el que expone. V. M. á quien la Divina Providencia ha contiado los destinos del pueblo español, se dignará fijar los ojos en el cuadro que el exponente acaba de trazar, y querrá derramar, no le es permitido dudarlo, el tesoro de sus Reales gracias sobre la huesa del hombre que contrajo tales y tantos merecimientos. No han menester sin embargo, estímulo alguno sus hijos para sacrificarse una y mil veces si fuere necesario por su Reina y por su patria. Cuando por principios y por inspiracion propia no lo hicieran, idea que rechazan con todas sus fuerzas porque á ello han estado y están siempre dispuestos, el nombre con que se honran decidiria siempre de la fé dc sus corazones, del sacrifiCio omnímodo de sus facultades, de sus afectos y hasta de su entusiasmo. La respetable sombra del ilustre jefe de esta dilatada familia le comunicaria desde la tumba su entusiasmo y su fé. Por todo lo cual, y deseoso de obtener de la Real munificencia un testimonio de nueva y honorífica consideracion para tan cara memoria, á V. l\f. reverentemente suplica: que resultando igualmente do- cumentada al inlcnto su aptitud legal, sc digne hacerle merced de - 55 - título de Castilla, con la denominacion de Conde de Canga Argüelles, Yizcondc de Valencia, y con relevacion delTñipuesto especial establecido por la ley, hallándose en el caso por la misma ley previsto, aunque á reserva de dar cuenta á las Cortes en la primera reunion. Maurid 2.3 de junio de 1852. SdiOl'3 : ú L. H. P. de V. M. Felipe Canga Argüelles. 1"'-" ~ 4PE1\IDICE. NÚMERO 1. GRADOS ACADEMICOS, y ACTOS PUBLICOS DEL Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles. Tres ailOs de Filosofía. Sostuvo en esta facuItad un acto mayor y otro menor. Las facultades de Leyes y Cánones. Bachiller en Leyes; nemine discrepante. Repasó por nombramiento del Claustro dos años la facultad de Leyes. Presidió siete actos menores y arguyó muchas veces. Bachiller en Cánones. Substituto de la Cátedra de Prima de Leyes. Defendió un acto público solemne y mayor de Conclusiones de Derecho Canónico. Licenciado y Doctor en la facuItad de Cánones, -eon todos los títulos, honores '! calidades. Cursó cuatro aiios de Matemáticas en la Real Socie(lad Aragonesa. Sufrió ocho exúmenes públicos, y fué premiado dos ycees en el discurso de sus tareas. Cursó el idioma griego en 17\)2. - 58- Cursó Derecho natural y de Gentes con singular aplícacion. Compuso tr'es disertaciones que fueron leidas públicamente con general aplauso, acreditando el talento é instruccion del autor en el Derecho público y privado; en 1792 con don Manuel Joaquin de Condado. Doctor en Leyes por el Claustro de la Universidad de Oviedo, en 13 de Febrero de 1822, en testimonio de la i1ustracion, virtudes y señalados servicios que le reconoce. ______ Uu = - 5H- NÚM. 2. CORPORACIONES CIENTlFICAS y LITERARIAS Á QUE HA PERTENECIDO EL Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles. Sócio de mérito de la Real Económica de Madrid; en 25 de Mayo de 1800. Súcio de mérito de la del Principado de Asturias; en 8 de Agosto de 1801. Sócio honorario de la de San Lúcar de Barrameda; en 4 de Mayo de 1803. Académico correspondiente de la Academia de la Historia; 2 de Setiembre de 1805. Académico de honor de la Real de San Cárlos de Valencia; 2 de Octubre de 1809. Individuo de la Sociedad Económica de la provincia de Murcia; 28 de Noviembre de 18'20. Se acompaña el Informe que para la admision dió la Junta de oficiales de la misma. Sócio de mérito y Director de la Real Sociedad económica de Gijon; 2 de Agosto de 1834. Académico supernumerario de la de la Historia; 16 de Enero de 1835. Individuo de la Comision de Córte de la Sociedad de Oviedo; 11 de Octubre <1eI837. Académico de número de la de la Historia; 20 de Abril de 1838. AcarJ{:mico de honor de la Hpal dí' Ci"ncias naturales rlc Madrid. - 60- NÚM. 3. DESTI~OS " C ....RGOS PÚDLIUOS DESEMPEÑADOS POR EL Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles. L Procurador Síndico general por el Estado noble de la Villa de Gijon. EUi)['O 3 de 1798. 2. Oficial del Ministerio de Hacienda; 3 de Marzo de 1798, para los asuntos relativos á la Caja de amortizacion de Vales Reales. 3. Oficial cuarto primero de la Secretaría de Estado; 23 de Agosto de 1803. 4. Idcm segundo tercero en 18 de Noviembre de 1803. 5. Secretario de S. M. con ejercicio de Decretos; 8 do Enero de 1800. 6. Nombramiento para asistir á la confrontacion á igualacion de los tres ejemplares del Marco con el original de Castilla; 23 de Agosto de t 1l04. 7. Criado de la Real Casa, con relevacion de la media annata; 18 de Setiembre de 1803. 8. Contador principal dol ejército de Valencia; H de Octubre de 180~. 9. Merced de Caballero de la neal órden EspallOla de Cárlos 111; 18 de Octubre de 1805. iO. Vocal de la Junta Suprema de Valencia; 1808. H. Intendente del Egército y Reyno de Valencia y Murcia; 28 de Abril de 1809. 12. Vocal de la Junta Superior de observacion y defensa de Valencia; 10 de Octubre de 11llO. 13. Secretario de Estado y del despacho de Hacienda de España; 7 de Noviembre de 1810. H. Nombrado y encargado del de Indias; L° de noviembre deJ8H. 15. Habilitacion para despachar la Superintendencia general de Hacienda; 4 de Noviembre de 1811. f6. Ministro de Capa y Espada del Consejo de Indias; 6 de Febrero de 1812. 17. Intendente en Comision del Reyno de Valencia; 11 de Abril de 1812. 18. Intendente en ComisioIl de los ejércitos segundo y tercero; 2 de Agosto de 1812. f9. Gefe Político de Soda; 15 de Diciembre de 1812. 20. Diputado á Cortes por la provincia de Asturias; 2 de Setiembre de 1813. 21. Condecorado con la Flor de Lis por S. 1\[. el Rey de Frallcia; 23 de Abril de 1816. 22. Secretario de Estado y del despacho de Hacienda; 22 de "larzo cle1820. 23. Se le conceden los mismos tratamientos y honores que i't los Consejeros de E,lado; Hi de Mayo de 1820. 24. 25. 26. 27. 21<. 29. ~30. '. _.,31. 32. 33. .34. 3t). 36. 3i. 38. 39. 40. H. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. ()J Cruz concedida por S. M. Fernando VlI á los que fueron vocales de las Juntas del Reyno en 1808. Diputado á Cortes, en lR22 y lR23. Individuo del Tribunal de las Cortes; 6 de marzo de 1822. Cruz de distincion del segundo Egército, concedida por S. ~1. Fernando VII, en 14 de Abril de 1815. Presidente de la Comision especial de Visita del Crédito Público; 10 de Marzo de 1822. Encargado de la recopilacion de las Leyes de propios; por Real órden de 1~ de Agosto de 1833. Encargado de escribir los elementos de la ciencia de Administraeion; Real órden de 3 i de Enero de 1834. Visitador del Instituto Asturiano; Real órden de 14 de Marzo de 1834. Ministro de la Seccion de Fomento del Consejo Real de España, é Indias; 7 de Abril de 1834. Reintegro en los honores del Consejo rle Estado; gracia dispensada al merito relevante de D. J. C. A.; ;; de Enero de lR35 . Comisario Regio para las Juntas generales de los cinco Gremios; 9 de Marzo de IS35. Individuo de la Junta Suprema de Sanidad; 16 de Abril de 183~. Individuo de la Comision para informar sobre el reconocimiento de la independencia de las Américas; Real órdcn de 16 de Octubre dI' 1835. Encargado de la formacion de las instrucciones para los comisionados para el arreglo de la navegaeion del Duero; Real órden de 13 de :\Toviembre de 18:l5. Presidente de la Comision para informar sobre el sistema orgánico de la Arlministracion económica del Reyno; 21 de ~oviembre delFi3ii. Presidente de la Comision para el arreglo de la Jm'isdiccion contenciosa rle Hacienda; Real órden de :1:1 de Junio de :1835. Individuo de la Comision para el arreglo del Consejo Real, en consideracion á sus vastos conocimientos; Real órden de 2 de Marzo de 1836. Para informar sobre la pertenencia al Patrimonio Real de los Bienes del Monasterio riel Escorial, atendiendo á sus vastos conocimientos, Real órden de 24 de Marzo de 1836. Presidente de la Comision con carácter de Tribunal de Administracion; Real órden de 18 de Noviembre de 1836. Presidente de la Ca misio n para el arreglo de los Ayuntamientos y Diputaciones provinciales; Real órden de 4 de Diciembre de 1837. Caballero Gran Cruz de lá órden Americana de Isabel la Católica, en atencion a sus dilatados servicios, padecimientos por la Cllusa Constitucional y adhesion no desmentida al Trono legitimo; Real Decreto de :lO de diciembre de 1837. Comision para el arreglo de las franquicias que gozan los individuos dd cuerpo Diplomático; Real órden de 15 de Febrero de :1838. Vice-Presidente de la Junta Suprema de Sanidad; 2:1 de Febrero de :1838. Visitador de los Colegios de Esculapios; Real 6rden de 13 de Junio de 1838. Vocal de la Comision creada con el fin de investigar el mejor medio de cubrir las obligaciones que grabitan sobre el impuesto decimal; Heal órdcll de l.· de Julio de 1~38. 49. ~o. 51. 52. 53. 54. 55. :;6. 57. ¡lO. r·) .1_- 6:1. 04. I g /. ':..... " 6J. t¡2- Por Real 6rden de 9 de Agosto de l83R se le llomhrtÍ para una confCl'CI)l'i:t con los Señores Ministros de Estado y de Hacienda, sobre rcclamaciolle;; de Inglaterra. Vocal de la Comision para el deslinde de las fincas y derechos del Patrimonio Real; Real órrlcn de f 6 de Noviembre de f 838. Presidente de la Ca misio n revisora de Aranceles; Beal órden (le 1 (le Enero de 1839. Por Real árden de 28 de Noviembre de f 839 se le convocó al Consejo de Señores Ministros para examinar los espedientes instruidos en los Ministerios de Hacienda y Guerra relativamente á una contrata general de Suministro, al Ejército. Presillente de la Comision encargada de examinar el espediente sobre 1'1 Camino de hierro de Guimes iÍ. la Habana. Beal 6rden de 8 de Abril tle lR40, en la que se manifiesta que S. :\1. habia resueIto confiar el exámen de rstc negocio á una Comisioll compuesta de personas de su mayor confian~a 11 públicamente respetadas por su ilustracion, esperiencia !I celo. Presidente de la Comisioll creada para examinar ulla proposicion para tomar en arrendamiento los derecbos que sellala á la importacion de torla clase de Tabacos; Real ónlen de 11 de ~{arzo tle H:41. Presidente de la Junta revisora de Aranceles; 23 de Noviemhre .le j S10. Nombrado para la Comision encargada de proponer lo conveniente sobre hermanar la Hacienda militar con la civil; Real órden de 26 de Marzo de 184i. Presidente de la Junta consultiva de Aduanas y aranceles, en atencion á sus circullstancias rele~'alltes; 4 de Mayo de 1841. Presidente de la Comision encargada de proponer lo cOllveniente sobre pago de Censos de las fincas Nacionales que se han vendido, y de las cargas piadosas de que respondian; Real árden de 26 de Febrero de 184L Presidente de la Comision encargada de proponer la forma en que segun el Decreto de 29 de Mayo de 1840, sobre centralizacion, debia quedar euda una de las dependencias nuevamente agregadas al Ministerio de Hacienda; Real árden de 7 de Junio de f841. Presidente de la Comision para formar el proyecto ele ley respecto á la fl'ndicíon y documentacion de cuentas; Real órrlen lle 7 de Junio tI[) l1i41. Presidente de la Comision encargada de proponer un proyecto de ley de sanidad y Ii~pieza publicas; Real 6rden de 30 de Noviembre de 18H. Presidente de la Comision encargada de proponer la rectilicacion de nuestro sistema monetario; Real órdeu tle 1.0 de Enero de iKi2. Presidente de la Comision encargada de examinar el proyecto del establecimiento de un Banco Anglo-EspullOl ; Real úrden de 4 de Setiembre tle lSi2. Autorizacion para pl'csitlir la Junta gennral lk los cinco Gremios; Real órden de 13 de Octubre de 1842. Presidente de la Comision encargada de informar sobre la inteligencia del art. 6:! de la Ley de .\duanas; Hral Ól'den de 1R dt' S(~tiembre de 1812. ~ 65- NUM.4. . rol l· ,>1'" ~-~;-.: .: . NOTA DE LIS DEL Excmo. Sr. D. José Canga Argüelles. Discurso sobre los derechos del bello sexo en la Sociedad civil y matrimonial. Calificada ventajosamente por la Socieda'd Aragonesa en 1794, en l'Uzon de sus pensamientos originales y bellísimos, con los que prueba el autor su talento y ~rudicion, :\'(emoria sobre el estudio que deben hacer de la filosofía los Pintores y Estatuarios, Calificada ventajosamente por la Sociedad Aragonesa. Traduc~ion con notas .de la carta del Sr. Gesner al Sr. JuesJin gobre el Paisage. Calificada ventajosamente por la Real Academia de S. Luis, en 23 de Enero de 179ü. Disertacion sobre las causas de la despoblacion de Aragon, y su remedio: en f79B. Premiada por la Sociejad Económica de Amigos del País, de Zaragoza, en 5 de Marzo de j 796. Discurso de D. Francisco Martinez de la Mata, con notas, publicado como apéndice ú la educacion popular. Premiado con el nombramíenlo de socio de mérito literario por la Real Sociedad Aragonesa; 25 de Octubre de 1794. Suplemento al apéndice de la Educaeion popular. Obra publicada en Madrid en la Imprenta de D. Antonio Sancha. 1776. Odas del Célebre Anucreonte, traducidas del Griego en verso castellano. Impresas en 17%. Poetas líricos griegos Alesnan, Stersícore, Alceo, Menalipo, Safo y otros. Traducidos é impresos en 1796, Odas olímpicas del Sublime Píndal'o, Traducidas é impresas eH 1i!:!? J - Gí- Enciclopedia de Matemáticas, traducida con notas. Dos Tomos. Gaceta de los niños; obra impresa en la oficina de Sancha. Aprobada por el Gobierno y elogiada por varios escritores. Apuntaciones Canónicas de la Iglesia de Espaiia, sacadas de sus concilios. Dos Tomos. Coleccion de órdenes relativas al Patrimonio Real de Valellcia. Un tomo impreso en Valencia. Reglamento para la Secretaría de Hacienda, precedido de una memoria, en que se fijan los pdncipios y máximas políticas y administrativas, que soo. el fundamento de la Ciencia de Hacienda; escrito por órden del Excmo. Sr. D. Miguel Cayetano Soler, aprobado por el Rey, é impreso en el Diccionario de Hacienda. Memoria para fijar las bases del tratado que debería ajustarse con la Gran Bretaña en el Congreso de Amiens; escrita de órden de S. M. Esta memoria que mereció el elogio de los diplomáticos, fué redactada en el perentorio término de 10 dias. Se halla impresa en el Diccionario de Hacienda. ¡ Observaciones sobre el tratado de Amiens. Impresas en el Diccionario de Hacienda, Memorias de Diplomacia Comercial. Prólogos al Censo de Poblacion de 1797. , Memoria sobre nivelar los ingresos y salidas del Erario, publicada rn el Diccionario de Hacienda. Memoria en defensa del Consejo Real, publicada on Valencia en 5 de Agosto de 1808. Memoria sobre la Constitucion de la Junta Central de Gobierno. Publicada en Valencia en 1808. Manifiesto de la Junta Superior de observacion y defensa del Heino de Valencia, sobre los servicios y heróicos esfuerzos prestados por este en favor de la libertad é independencia de la nacion y de los d'erechos de su Augusto y legítimo Soberano el Sr. D. Fernando VII; escrito~· publicado en 23 de Agosto de 1809, habiendo merecido las mas distinguidas calificaciones. Observaciones sobre las Cortes de Espaim y su organizaeion; publicadas en 1809. Ciencia de la Hacienda, aplicada á Espaita. Cuatro Tornos. Diccionario de Hacienda. Obra impresa en Lóndres, en nueve tomos en 4.• y l)!l Madrid en dos en fólio, conocida y elogiada en Europa, y cuya crítica ha sido hecha por varios escritores. Se acompaña una Real órrlen referente á su publicacion. Recopilacion de todas las leyes, ordenanzas y reglamentos del Cuerpo polítko de los Egércitos de Espai'ta. Seis Tomos en fólio, formada dr, órden de S. M. [)e esta obra compuso un Prontuario que se imprimió en Valencia. ¡ Memorias como Secretario de Estado y de Hacienda en 18H. Dos Tomos en cuarto. Manifiesto de la Conducta política de D. José Canga Argüelles, Diputado por As[urias, en las Córtes de 1813 y 1814 Ypreso en 10 de Marzo de 1814; escrito en el Castillo de Peñíscola en 29 de Marzo de 1816. Un Torno en fólio. Memorias como Secretario de Estado y de Hacienda, en 1820. Tres Tomos. Observaciones sobre la Historia de la Guerra de Espalia, Escrita en Ingles por los Señores Clarke, Sonthey, Londondcrry y Napier. Impresa en Lóndrcs y en Madrid; tres Tomos. Elemen[os de la Cirnciu ele Ilaeienda. Se ucom]lntla ¡¡na !leal úr¡J"1l I!II 'JUl' se lIla- - u¡; - nil1esta haber visto S. M. ron Ilgrado uquella produrcioJl, llutorizunuo al aulo/' para formar los elementos de la Administracion, los cuales servirán de texto para la enseiJanza en una escuela que de aquella ciencia queria S. M establecer. lIisloria del Principado de Asturias, durante los seis ailOs de la (~uerra de la Independencia. Se acompaiJa una Real órden en que S. M. autoriza al autor á que ponga al frente de la obra el Augusto nomhre de la Serma. SeilOra Princesa Doña María Isabel Luisa, á quien se lo dedica. Dos Tomos Manuscritos. Ocios de Españoles emigmdos, que. publicó en Lónd['es en 182·¡ y aiJos posteriores con los insignes literatos O. Joaquin Lorenzo Villanueya y Mendiyil. Siete Tomos en cuarto. Apuntaciones de la Historia civil de España. tin Tomo. El emigrado observador. Un Tomo en cuarlo. El Semanario de Agricultura y Artes, que bajo la proteccioll del (iobiel'llo Espúiol escribió en Lóndres. Un Tomo en fú]jo en 500 páginas, publicado ,>111 ~2(j Y i830. Folleto sobre el comercio de los algodones Inglpsps rn E~pai¡a. Lóndre~ Hi (le Diciembre de ·1829. Memorandum sobre la derogacion de la ley Sálica ('[1 E,;palm. LílIldre~, Junio de i 830. ~Iemorandum sobl'e la interyencion de los Cónsules de Francia en las visitas domiciliarias de los Súbditos de su nacÍon residentes en Espalm. 1831. Di~cllrso acerca de la necesidad que los Hacendistas tienen de dedicarse al estudio de la Historia: leido en la recepcion de Académico de la Real de la Historia. t (j de Febrero de t83¡j. In,estigaciones históricas en los Códices ~Ianllscritos ljlW se COlH;el'Vall en el Museo Britúnico de Lóndres . ..".~ \11~morias de su tiempo. Dos Tomos. ,'Elementos de la Ciencia de Administracion, obra escrita por manualo de S. M. eH Real órden de 21 de enero de i 834. HI'Cilpitulacioll de las leyes y Reales ónl'~lws uc Propios. Encargo de S..\1. por !leal úrden de 13 de Ago3to de 183:J. - ()(-) - DOCUlllENTOS qHe aer ... dUIIH que D .o .. é «: ..o"a "r."elle. rué de lo. que .e apre.llrllrOll • aU.S.r.e eo la. bandera. de la pa'rla eo .808, T que el dla:l8 de .unlo a"l.tló á la. batería" eo lo" momeato" del ataque dado á Taleoel .. por .. 1 !IIarlMeal noaeey ; lo. audlloa raellUado. á 1011 eJéreUo., T dema. .er'l'lel .... lIue baeen relaelon á .... ta época memorable, y que "e meuelooan ... 0 la Expo.lelo ••. Manifiesto que hace la Junta Superior de observacioll y defensa del Heino de V¡¡lelleia de los servicios y heróicos esl'uerzos prestados por este desde el rlia 2:1 d,~ ~Iayo de 1808, en favor de la Iibm'tad é indeptlndencia rle la nacion y de los rlereclJOS de su Augusto y legítimo Soberano, el Sr. D. Fernu[l(]o VII. La Junta de Valencia en 23 de Agosto de i80\!, dió á DOll José Cuugu Argüelles lügracias por la redaccion del manifiesto, en el que habia superaclo sus e~pe mnzas, expresándole su agradecimiento pOI' los d!'svelos con que se pre~l;¡ siempre al bien del Reino. Arbitrios propuestos al Excmo. Sr. llamll de Sahasona, Comisario de la Juuta celltral en Valencia. para sostener la Division de Trupas del Reino de Valencia; L¡ de Abril de iSOll. Felicitacion tí. Sir Frcderic ,"orll!, miembro del Parhmellto Inglés; Julio de 180fl. El'cccion de una EsUtua al Rey D. Fernando VI!. I'lau de Al'bitrios para sostener la guerra en i8tO. Creacion de Depósitos de Beneficencia militar para los soldados inutilizados "n c'lmpalla. Establecimiento del Hospital militar de conyalecencia, titulado de S. Fernando. Plan de Arbitrios para sostener la guerra; 10 de Diciembre ,le HlO9. Yarias actas de la Junta de Valencia en i81O. Calificaciones de los servicios prestados por las Jun!¡¡s. El Hr~y Nnestro Señor, por su Real Decreto de 2i de Octubrr' ¡le l8i8, tuvo á bi~J1 declarar: « Que las Juntas de las provincias han hecho esfuerzos dignos de 1(J~ ),mayores elogios; que han acomelino acciones grandes y arriesgadas; quP"mantuvieron en t"rlas las partes de esta basta Monarquía el órc!(,ll y el espí"ritll público; que reuniendo gentes y caudales socorl"Íel'on con ('smero, celo "! »prontitud cuantas necesidades públicas llegaron tí. su noticia; y que Ú ~II "abrigo y ua.io sus continuas fatiga~, trab~jos y di~rosici()nr~, s!' rormaron \ - 67 - "alimentaron los ejércitos que con tanta gloria del nombre E,pailOl at'llbal'Hn »de consumir y arrojar al oiado enemigo, que se vió hollado 1 abatillu "casi en el momento en que se creyó el dominador de las tres partes "de la tierra: considerando todos estos sucesos, y que por lo mismo era lIe"gada la ocasion de dar á dichas Juntas y sus individuos una muestra del aprr))cio con que miró tan particula(es servicios, y del deseo de que pasando ,je "generacion en generacion la memoria de ellos conozca el mundo entero que ),jos Españole~ no necesitan de otro estimulo que el de su innata fidelidad y ))virtudes para Ilegal' á la cumbre del heroismo, cuando se trala de la salvacion »de su Rey y de su Patria ............. » La Junta provisional, en 9 de Julio de i820, manifestó: (i Que entre lo!! grandr~ ))motivos que la Junta tiene para gozarse ya, no es el menor el \'el' Ú la iIlIIIC"diacion del Trono y ocupando las sillas del Ministerio á los fundadores de .Hluestra libertad, á los que dieron á la España las instituciones bienhechora~ "que la rigen, y á los que las han sabido sostener aun LÍ costa de los mas »crueles y penosos sacrificios.)) Las Córtes, por decreto de iO de ~layo de 18tl, seimlaron á D. José Canga Argüe,,1Ies y á los demas ~linistros, sus compañeros, la pension de sesenta mil rea"les, en atencion á los muchos y distinguido~ servicios que han hecho á la n,lllCiOIl y al Re>", y {l lo que han padecido por la Inilcpendencia y libertad tlp la "Patria .•