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DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
1743-1763
Juan Pablo SALAZAR
SUMARIO: I. Su entorno familiar. II. Nacimiento y formación. III. Entorno histórico-político y jurídico, al asumir el cargo de obispo angelopolitano (1743). IV. Abreviaturas. V. Bibliografía.
I. SU ENTORNO FAMILIAR
La familia Álvarez de Abreu era originaria de las Islas Canarias. Destacaron
varios de sus miembros en la Corte Española y en el ministerio episcopal. El
personaje más importante fue Antonio José, hermano de Domingo Pantaleón,
autor de la obra Víctima real legal.1 En este trabajo, don Antonio José defiende las prerrogativas del monarca español respecto de la Iglesia católica.
Precisamente su pensamiento regalista, y la aplicación de medidas que favorecieron el reforzamiento del Real Patronato, le valieron para que Felipe V le
otorgase el título nobiliario de marqués de la Regalía y una pensión.2
En 1749, Antonio José Álvarez de Abreu y el confesor del rey, padre
Rávago, inician con fuerza el ejercicio del Real Patronato en América, con
el impulso de las políticas de reducción de conventos y secularización de
doctrinas y curatos,3 avalando así lo que un siglo antes había iniciado el
obispo-virrey y visitador Juan de Palafox y Mendoza, bajo las instrucciones de Felipe IV.
1
Sánchez Bella, Ismael, Iglesia y Estado en la América española, Navarra, 1991,
serie II, vol. 15-1.
2
Farris, N. M., La Corona y el clero en el México colonial. 1579-1821. La crisis del
Privilegio eclesiástico, México, 1995, p. 37.
3
Sánchez Bella, op. cit., nota 1, pp. 129-135.
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Otro hombre de la familia Álvarez Abreu que destacó en el ámbito cortesano fue Félix, hijo menor del marqués de la Regalía (1688-1756). Su
trayectoria administrativa se desarrolló en el Consejo de Indias, en el Consejo de Guerra y en la embajada española de Londres. Tuvo un papel muy
importante en la caída del marqués de Ensenada. Nació en Madrid en 1721
y murió allí en 1765.4
En el ámbito eclesiástico, además de don Domingo Pantaleón hay que
añadir el nombre de Miguel Anselmo Álvarez Abreu, doctor en cánones
por la Universidad de Sevilla, confesor de la reina viuda de Carlos II, obispo auxiliar de Puebla y prelado de Antequera de 1765 a 1774. Renunció a
la mitra de Comayagua (Centroamérica).5
II. NACIMIENTO Y FORMACIÓN
Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu nació en la Isla de Palma, en las
Canarias, posiblemente en 1683. Junto con su hermano, el ya citado marqués de la Regalía, estudió en el Convento de Padres Agustinos de la Laguna. Tiempo después prosiguió su formación universitaria en Valladolid,
Alcalá y Ávila. En esta última se doctoró en cánones.6 Una vez consagrado en el sacerdocio y concluido su periodo de aprendizaje en las universidades españolas, don Domingo Pantaleón inició su carrera eclesiástica. En
las Palmas se desempeñó como canónigo y arcediano. Después de haber
cumplido sus tareas en su tierra natal, a las que deben añadirse sus quehaceres como juez de cruzada, tres veces visitador del obispado y abogado
fiscal de la Cámara Apostólica, fue promovido como arzobispo de Santo
Domingo. En la sede primada de las Indias, tuvo una fructífera labor
episcopal a lo largo de cinco años, de 1738 a 1743. Aparte, el papa Benedicto
XIV le concedió el título de asistente del Sacro Solio.7
Debe destacarse que durante su estancia como arzobispo en la Isla caribeña, con motivo de su primera visita pastoral escribió: Compendiosa
4
Gómez Urdañez, José Luis, Fernando VI, España, 2001, p. 293.
Diccionario Porrúa, 1995, p. 141.
6
Idem.
7
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad
de Puebla de los Ángeles en la Nueva España. Su descripción y presente estado, México,
1931, t. II, pp. 214 y 215.
5
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noticia de la Isla de Santo Domingo.8 En cuanto a su pontificado como
prelado de Santo Domingo, en el Archivo General de Indias de Sevilla se
encuentran valiosos legajos que dan testimonio de su actuación.9
Ya con una notable trayectoria en los asuntos de la iglesia, obtenida
tanto en Canarias como en Santo Domingo, la Corte de Felipe V decide
encomendarle el gobierno de la Mitra Angelopolitana, que se encontraba
acéfala desde julio de 1737, fecha del fallecimiento de su antecesor, Benito Crespo de Monroy. También debe señalarse que en 1738, don Pedro
González García, cura de la Iglesia de San Nicolás de Madrid, electo obispo de Puebla de los Ángeles no pudo embarcarse a la Nueva España por
motivos de guerra. En consecuencia se le otorgó la mitra de Ávila.10
Así las cosas, la Puebla de los Ángeles quedó sin guía espiritual por un
lapso de más de cinco años, lo que motivó que gobernase el Cabildo
Catedralicio (1737-1743).
III. ENTORNO HISTÓRICO-POLÍTICO Y JURÍDICO AL ASUMIR
EL CARGO DE OBISPO ANGELOPOLITANO (1743)
Precisamente en 1743, el riojano Zenón de Somodevilla (protegido de
Campillo, hombre poderoso de la Corte de Felipe V), quien ostentaba el
título de marqués de la Ensenada, se convierte en el funcionario más poderoso de la Corona al hacerse responsable de las carteras de Hacienda y
Marina e Indias, aparte de ser designado lugarteniente general del almirantazgo y superintendente general de la renta de millones y de la renta del
tabaco.11
No debe omitirse que también en el aludido año de 1743 se produce el
segundo pacto de familia.12 Ni la muerte de Felipe V en 1746 pudo provocar que el marqués de la Ensenada cayera del pináculo del poder. El nuevo rey, Fernando VI, lo ratificó en sus cargos, lo que significó que el
8
Op. cit., nota 5, p. 141.
Véase Indiferente 223, 225 y 234 relativos a relaciones de méritos de personas eclesiásticas, así como M. P. Bulas y Breves 427, del Arzobispado de Santo Domingo en
tiempos de don Domingo Pantaleón.
10
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, op. cit., nota 7, t. II, p. 214.
11
Martínez Shaw, Carlos y Alfonso Mola, Marina, Felipe V, México, 2001, pp. 225
y 226.
12
Ibidem, p. 317.
9
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proyecto ensenadista se mantuviera vigente hasta 1754, cuando fue sustituido en sus funciones por Ricardo Wall (quien había sido embajador de
España ante Inglaterra).13
Un aliado de Ensenada muy valioso fue el padre Francisco de Rávago
(1685-1763), confesor de Felipe V. Es más, la caída del poder de Ensenada
fue seguida por la del padre Rávago, quien sentía gran afecto por el marqués, con el que le unían estrechos lazos de amistad.14
Tanto en la Corte de Felipe V como en la de Fernando VI, la familia
Álvarez de Abreu tuvo un papel muy destacado, lo que motivó que tuvieran gran influencia en los círculos de poder de los aludidos monarcas.
En la Nueva España, el 3 de noviembre de 1742 asumió el mando virreinal
Pedro Cebrián y Agustín, conde de Fuenclara (Grande de España), quien
en junio de 1743 recibía la noticia de que el almirante inglés Guillermo de
Anjou se había apoderado de la embarcación Nuestra Señora de Covadonga,
que cubría la ruta Acapulco-Manila.15
El 10 de julio de 1743, en el Palacio del Buen Retiro, el rey Felipe V
expidió las ejecutoriales para el obispado de Puebla de los Ángeles, de
monseñor Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu, arzobispo de la iglesia
metropolitana de Santo Domingo de Isla Española. Le encargó en los
primeros párrafos de este documento la desmembración del obispado
angelopolitano, toda vez que estaba sin ejecutarse por espacio de más de
un siglo. Esta circunstancia impedía que el prelado atendiese a un sector
de sus feligreses. También se mencionaba en dichas ejecutoriales que el
Papa había expedido las bulas respectivas y que era requisito indispensable que el nuevo pastor prestase el juramento de cumplimiento del Real
Patronato “en cuanto a derechos y regalías”.16
En agosto del multicitado año 1743, hizo su entrada solemne a la ciudad
de Puebla de los Ángeles, don Domingo Pantaleón en compañía de su
obispo auxiliar, don Juan Francisco de Leiza, quien ostentaba el título de
prelado de Xeren. El segundo le acompañó durante poco más de cuatro
años, toda vez que falleció el 21 de octubre de 1747 a la edad de 49 años. Fue
13
Ibidem, p. 284.
Idem.
15
Torner, Florentino M., Resumen integral de México a través de los siglos. El virreinato, México, 1967, t. II, p. 411.
16
Ejecutoriales para el Obispado de la Puebla de los Ángeles, 10 de julio de 1743,
A.G.I., México, 2574, Documento 2.
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reemplazado por monseñor Miguel Anselmo Álvarez de Abreu, obispo de
Sisamo, quien auxilió a su tío durante el resto de su gestión episcopal.17
El hecho de que Domingo Pantaleón Álvarez Abreu haya mantenido
durante el ejercicio de su pontificado un obispo auxiliar, se debió a la solicitud realizada por su antecesor, monseñor González, toda vez que el territorio de la diócesis era muy extenso, provocando que los prelados se
debilitasen por lo extenuante que resultaba recorrerlo.
Así pues, don Domingo Pantaleón se convirtió en uno de los obispos
poblanos del periodo español que tuvo esa prerrogativa, junto con don
Diego Romano, aunque a éste se le otorgó en atención a su padecimiento
de ceguera.
Mientras monseñor Álvarez de Abreu y su obispo auxiliar, Francisco de
Leiza, iban conociendo los asuntos de la diócesis, y desde luego los de la
ciudad de Puebla, en 1744 el coronel Miguel Román se convertía en alcalde mayor de Puebla y don Pedro Zaldívar y el marqués de San Juan en
alcaldes ordinarios, en 1745, aunque precisamente en 1744 hubo una revuelta contra el alcalde mayor, lo que motivó su renuncia. Incluso el coronel Román perdió un tacón por una pedrada recibida.18
El tumulto tuvo como causa la publicación de la Visita General del obispado, de conformidad con la misiva que el obispo angelopolitano escribió al
monarca el 25 de agosto de 1744. En ésta manifiesta que el suceso tuvo
lugar el 18 de agosto del mismo año, y que en él ha tenido una destacada
actuación para contenerlo el alcalde mayor de Puebla, don Miguel Román.
Precisando más este lamentable incidente, don Pantaleón expresaba al rey:
“Señor, en cumplimiento de mi obligación como obispo que soy de esta
ciudad de los Ángeles, dispuse hacer Visita General de mi obispado por
satisfacer a las disposiciones conciliares y reales órdenes de Vuestra
Majestad, y llegando el caso de publicarla el día dieciocho de agosto de este
año, se levantó inopinadamente un tumulto compuesto de dos mil personas
poco más o menos, pretendiendo resistir tan santa ejecución, habiendo precedido según llegó a mi noticia, manifestar su repugnancia con algunos
pasquines injuriosos y no correspondientes a mi estado y manejo, propalando amenazas así contra mi persona, contra la del coronel de infante-
17
López de Villaseñor, Pedro, Cartilla Vieja de la nobilísima ciudad de Puebla (1781),
México, 1961, p. 330.
18
Ibidem, p. 331.
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ría don Miguel Román de Castilla y Lugo, alcalde mayor y teniente capitán
general de ella, el cual con el celo militar que acostumbra al que le dirige su
buena conducta y prudencia procuró serenar con la brevedad necesaria las
inquietudes de esa gente audaz, dando todas las providencias que fueron
convenientes para sosegarla, con tal acierto y fortuna que consiguió su
intento sin la menor desgracia ni daño de consideración, valiéndose para
esto de algunas personas de su confianza en este vecindario y auxiliándose
de alguna gente miliciana de a caballo, lo que fue bastante para que tranquilizados estos indispuestos ánimos, se me pidiese al día siguiente por mi
cabildo, publicase dicha visita, que yo no quería hacer antes de haber dado
cuenta a Vuestra Majestad…”.19
Mención especial merece el hecho de que monseñor Álvarez de Abreu
informó al virrey conde de Fuenclara acerca de estos acontecimientos y
advierte a la Corte de Felipe V que la acertada actuación del alcalde mayor
de Puebla, puede traer consigo sanciones para este funcionario, toda vez
que manifestaba: “Ha llegado a mi noticia que vuestro virrey ha resuelto
con parecer del Real Acuerdo, mandar ministro a la averiguación de lo
sucedido, y no me queda duda que el alcalde mayor resulta muy justificado
por todas sus operaciones, sin embargo de que no faltarán algunos enemigos suyos que procuren por el injusto fin de sus venganzas deslucirlo. Pero
la justa consideración de los jueces conocerá que no pueden dejar de tener
mal querientes los que administren justicia.20 Finaliza el prelado su comunicado a Felipe V, expresando que en diversas ocasiones ha escrito al virrey, “proponiéndole el alojamiento de alguna tropa en este gran pueblo,
considerando que no se contendrá fácilmente sin este respecto, el que pudiera asegurar en alguna manera la obediencia a Vuestra Majestad y quietud de todos, los que no ha tenido efecto, aunque le consta a vuestro virrey,
quien a pocos años se mantuvo con este freno, y que lo numeroso de sus
habitantes requiere mayor fuerza, que el respeto que puede causar la persona de un juez”.21
Ni la confederación del obispo angelopolitano con el alcalde mayor, ni
las súplicas del prelado al rey, detuvieron la decisión del virrey conde de
19
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 25 de agosto de 1744,
A. G. I., México, 844.
20
Idem.
21
Idem.
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Fuenclara de remover de su cargo al coronel Román Castilla y de enviar al
oidor Domingo Valcarce a indagar sobre el alboroto del verano de 1744.22
La óptica del Real y Supremo Consejo de Indias sobre este tumulto era
distinta para el fiscal y el Consejo. En primer lugar el fiscal no avala la
conducta del virrey de separar del cargo al alcalde mayor angelopolitano y
da credibilidad al comentario de don Domingo Pantaleón de la conveniencia de que el conde de Fuenclara envíe una tropa a la ciudad de Puebla,
como se acostumbraba antes.23
El Consejo de Indias no coincidiendo con el fiscal, resuelve en 1745
que el alcalde mayor de Puebla sea removido de su cargo y que su lugar
sea ocupado por un interino, además de que desecha la petición del obispo
Álvarez de Abreu de instalar una tropa en la ciudad de los Ángeles.24
La actitud del Consejo de Indias y del virrey conde de Fuenclara significaron para don Domingo Pantaleón y su obispo auxiliar un doloroso revés, aunque su celo pastoral y su autoridad episcopal lejos de apagarse al
inicio de su episcopado, se encendió aún más.
El 21 de enero de 1745, monseñor Álvarez de Abreu informa a don
Fernando Treviño, de haber recibido el Real Despacho del rey, en el que se
le ordena que los tesoreros de la Santa Cruzada nombren en los lugares
grandes del obispado, personas abonadas que cuiden de la distribución de
las bulas y cobranza de su limosna. De igual manera deberán actuar los
ayuntamientos de las poblaciones pequeñas.25
Una vez superado el conflicto del año 1744 y los dimes y diretes del año
siguiente, don Domingo Pantaleón iniciaba sus gestiones episcopales con
normalidad. Mucho debe haberle tranquilizado la renuncia que el conde de
Fuenclara hizo al monarca, de su cargo de virrey novohispano, motivada
por su cansancio y enfermedad. En julio de 1746 le sustituyó en el mando
el primer conde de Revillagigedo.26 Sin embargo, la entrada del primer
personaje político de la Nueva España en Puebla fue motivo de enfrentamientos entre el prelado, su deán y su sacristán.
22
Idem.
Idem.
24
Idem.
25
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 21 de enero de 1745,
A. G. I., México, 844.
26
Torner, Florentino M., op. cit., nota 15, p. 412.
23
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El problema en comento tuvo como causa, según la representación que
el obispo angelopolitano envió al Consejo de Indias:
los motivos que le han asistido para proceder contra el deán de aquella
iglesia y el sacristán, hallándose en actual visita, por inobedientes a sus
preceptos, queriendo usurparle su jurisdicción aquel cabildo y que considerando la precisa obligación que tiene de mantener la dignidad episcopal
en su debido honor, habiendo extrañado de que en el mismo acto de haber
ido el cabildo cumplimentar al virrey don Juan Francisco de Güemez y
Orcasitas a otro día de su llegada aquella ciudad se hubiere usado de la
ceremonia de un repique solemne de esquilas, proveyó un decreto para que
el sacristán de la iglesia, a cuyo cuidado están sus campanas, se le sacasen
50 pesos de pena, previniéndole no debería hacer esta demostración con
dicho cabildo, mayormente en sede plena en que ni con el prelado se hacía,
por no tener este caso jurisdicción alguna ni mando en las campanas para
estos repiques, de que noticioso dicho cabildo a otro día con el pretexto de
cumplimentar a la virreina, se le volvió a repicar con la misma solemnidad
y con mayor duración, mandándolo así a los campaneros y no al sacristán,
dando a entender con esta demostración que se oponía a lo que el arzobispo
había ordenado, y de que resultó en el común la opinión escandalosa de
tener el cabildo mayor autoridad que él. Y teniendo este acto por
inobediencia, para corregirla y que la dignidad no fuese tratada con irrisión
y desprecio, procedió a formar los autos que correspondían, percibiéndose
de ellos querer el deán disputarle el mando de las campanas y si la materia
era de visita o no, pretextando que la costumbre le da el derecho que presume tener a mandar en ellas.27
Por su parte, el deán se defendió y a través de un memorial presentado
por su apoderado, expuso sus razones jurídicas ante el Consejo de Indias,
argumentando su buen proceder, en la recepción de los condes de Revillagigedo.28
También don Domingo Pantaleón hizo moción de que impuso una multa al deán de 1,000 pesos “aplicados desde luego a Su Majestad para los
gastos de la presente guerra”.29 Incluso el prelado, además de arremeter
27
Testimonio de lo procedido por el arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles contra
el deán y sacristán de la catedral, exponiendo las causas con parecer del fiscal del Consejo
de Indias, 19 de octubre de 1746, A. G. I., México, 844.
28
Idem.
29
Idem.
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contra el deán y el sacristán, aprovecha la ocasión para informar al Consejo de Indias, de las irregularidades que comete el Cabildo Catedralicio en
la administración de la mesa capitular”.30
En tan sólo tres años, el arzobispo-obispo ya se había enfrascado en dos
contiendas: la primera resultado de la publicación de su visita pastoral; y la
segunda, contra su cabildo y deán por los manejos de la mesa capitular y el
toque de campanas en el recibimiento a los condes de Revillagigedo.
Es muy probable que la buena estrella que reflejaba el notable influjo de
su familia en las cortes de Felipe V y Fernando VI, haya evitado que las
anteriores actuaciones perjudicasen el desempeño de su pontificado.
Volviendo al año de 1746, es preciso destacar la muerte de Felipe V y la
llegada al trono de su sucesor, Fernando VI. Este cambio se va a traducir
en un ejercicio más estable del ministerio episcopal de don Domingo
Pantaleón, quien al parecer, tuvo una buena relación con el virrey
Revillagigedo, a pesar del conflicto que provocó entre el arzobispo-obispo
y el deán, por su arribo a Puebla.
El 23 de junio de 1746, el rey ordenó a los obispos de Puebla y Oaxaca
que informasen acerca del asunto relativo a la extinción de los revendedores de granos de la Angelópolis. También solicito información al padre
rector del Colegio de la Compañía de Jesús de Puebla.31 Por tal motivo,
monseñor Álvarez Abreu, en mayo de 1747, mediante una misiva informa
al monarca sobre la extinción de los revendedores de semillas de Puebla.
Inicia su comunicado haciendo referencia que en su obispado se encuentran cinco provincias fértiles y abundantes en cosechas de trigo: Cholula,
Atlixco, Tlaxcala, Tepeaca y Huejotzingo. Dista de Puebla entre 6 y 8
leguas y producen anualmente 100,000 cargas de trigo cuyos destinos son:
la Ciudad de México, las provincias de la diócesis angelopolitana, el obispado de Oaxaca y el comercio ultramarino. Menciona también que son de
6 a 8 el número de personas, entre ellas José de Toledo e Ignacio Granados,
que en la ciudad de Puebla se dedican a la molienda del trigo para producir
harina. En cuanto a los indígenas, comenta el prelado, producen un pan de
calidad inferior al que vulgarmente denominan como cemitas. Continúa
don Domingo Pantaleón: “Hasta ahora no he visto ni oído que estos tratantes en trigos hayan formado estanco de ellos, porque los panaderos espa-
30
31
Idem.
R.C. 23 de junio de 1746, A. G. I., México, 844.
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ñoles compran libremente de los labradores y cosecheros a los precios de
su conveniencia todas las porciones que pueden, ni tampoco he visto que
los labradores y cosecheros sean apremiados a vender a los tratantes, porque unos y otros compran y venden con libertad, sin compulsión ni apremio alguno”.
Y agrega: “Esto se hace más evidente a vista de que en esta ciudad hay
un granero público, otros donde se recoleccionan los trigos de diezmo de
esta Santa Iglesia Catedral de cuatro o cinco leguas de su contorno, las
cuales se dividen en grano a sus interesados, y siendo regularmente las cargas que se dividen cada año cinco mil más o menos, sucede muchas veces
que los interesados, con dificultad, venden sus respectivas porciones,
malbaratándolas por la falta de compradores lo que no sucediera si hubiera esta regatonería, pues los tratantes se anticipan a solicitar su compra.
Esto mismo acaece con muchos labradores y cosecheros, quienes remiten
sus granos a los encomenderos de esta ciudad para su estipendio, teniéndolas de manifiesto para venderlos libremente a quien mejor les pagare”.
Y opina el obispo de Puebla: “…me precisa a decir a Vuestra Majestad
con la sinceridad que debo, y que corresponde a la suma dignación de tan
respetuosa confianza, como a la obligación de obispo, que no advierto
perjuicio alguno en semejante comercio, y que antes si en el sistema presente produce utilidad a los indios que labran pan en sus hornillos y a las
demás personas que se ejercitan en hacer bizcochos, hojaldres, y otras
especies que condimentan de harina”.32
De lo expuesto se desprende el hecho de que el prelado angelopolitano
no advertía perjuicio en el comercio de granos en Puebla, sino, por el contrario, lo consideraba de gran utilidad. En dicho informe el obispo Álvarez
de Abreu da sus propias recomendaciones para la venta de granos. De ahí
que el Consejo de Indias tomara en consideración las opiniones de los
obispos de Puebla y Oaxaca para dictaminar que en el comercio poblano
de granos había un trato lícito y no regatonerías, aunque desechó las sugerencias y precisiones de don Domingo Pantaleón al respecto.33
En 1748, se estrenó la Iglesia de San Sebastián. Este nuevo templo,
cuya reposición solicitaron los indígenas de la ciudad, tuvo el respaldo de
32
Carta Informe del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 27 de mayo de
1746, A. G. I., México, 844.
33
Idem.
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los vecinos y de monseñor Álvarez de Abreu, quien gastó en la obra 16 mil
pesos.34
El 2 de febrero del aludido año, el arzobispo-obispo nombró a los fundadores del Convento de Carmelitas Descalzas, recayendo tal designación
en cuatro religiosos del Convento del Carmelo antiguo de Puebla.35
El 9 de marzo de 1749, don Domingo Pantaleón consagró la Iglesia de
Nuestra Señora de la Soledad, dando así a la Angelópolis uno de sus templos más bellos.36
La situación económica del Obispado de Puebla de los Ángeles, fue un
aspecto en el que la corona española puso gran cuidado, ejerciendo el patronato con firmeza. Muestra de la anterior aseveración es la correspondencia del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles con Fernando VI,
fechada en agosto de 1748. En ella el prelado hace alusión a una Real
Cédula de diciembre de 1746, motivada por una petición de los curas del Sagrario de la Catedral poblana, quienes pedían al rey que se cuidara el manejo de la asignación de los cuatro novenos, respecto a los diezmos.37
Don Domingo Pantaleón, obediente al mandato real, que señalaba que
se realizase un informe acerca del manejo de los cuatro novenos, practicó
varias diligencias al respecto. De éstas se desprende: “…por razón de dicha cuarta capitular, corresponden anualmente al decanato 4,001 pesos, un
tomín y cinco granos; a las dignidades, 3,464 pesos, cinco tomines y cinco
granos; a las canonjías, 2,667 pesos, tres tomines y nueve granos; a la
raciones enteras 1,867 pesos y dos reales; y a las medias raciones, 933
pesos y cinco reales. Y por lo que toca a los dichos cuatro novenos de ellos
logra el deanato 3,135 pesos y tres granos; la canonjía 2,411 pesos, cuatro
reales y seis granos; la ración entera 1,688 pesos y ocho granos; y la media
ración 844 pesos y cuatro granos, cuyas cantidades juntas tocan al deanato 7,618 pesos, cuatro tomines y 6 granos; a la dignidad 6,599 pesos,
cinco tomines y ocho granos; a la canonjía 5,079 pesos y tres granos; a la
ración entera 3,555 pesos, dos tomines y ocho granos; y a la media ración,
1,777 pesos, cinco tomines y cuatro granos”. Continúa el arzobispo-obispo:
34
Carrión, Antonio, Historia de la ciudad de Puebla de los Ángeles, Puebla, 1970,
t. I, p. 325.
35
Cordero y Torres, Enrique, Diccionario General de Puebla, México, 1995, ts. I-III,
Ficha 2557.
36
Ibidem, Ficha 3456.
37
R.C. 31 de diciembre de 1746, A. G. I., México, 844.
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Además de dichas rentas, Señor, por si en algún modo pudiere conducir para
la resolución de la instancia que motivó la expedición de dicha Real Cédula,
no le parece omisible a vuestro arzobispo-obispo poner en la real justificada
atención de Vuestra Majestad el que, así como a dichos curas se les hace
cargo, computándoles por obvenciones aquellos emolumentos de que gozan por razón de sus empleos sin que puedan llamarse rigurosamente
obvenciones, también los prebendados logran aquellas utilidades que separadamente les provienen de varias fundaciones de capellanías, patronatos y
aniversarios que se sirven y celebran en dicha Santa Iglesia Catedral y fuera
de ella, todo lo cual conforme a lo constante de un cuaderno de revisión de
cuentas formado el año de 1712 sobre las que desde el de 1689 hasta el de
1711 se dieron por los administradores de estos ramos (que vuestro arzobispo tiene presente) con respecto a los principales de sus dotaciones y a los
que de aquel tiempo a esta parte se han fundado, rinde de réditos anualmente la suma de 16,000 pesos con carta diferencia más o menos, cuya cantidad
se distribuye entre los referidos prebendados y demás individuos que componen el coro, según sus graduaciones, que es cuanto vuestro arzobispo
obispo puede informar a Vuestra Majestad en cumplimiento de su innegable
rendida obligación, conforme al supremo referido Real Orden.38
En septiembre de 1748, don Domingo Pantaleón eleva una petición al
monarca, para que se le otorgue una prebenda en honor a sus méritos y
virtudes, al presbítero Antonio Joaquín Urisar y Bernal, domiciliado en el
obispado de Puebla, quien ostenta el grado de doctor en sagrados cánones
en la Real Universidad de México, en donde es catedrático. Aparte se ha
desempeñado como abogado de la Real Audiencia de México, en la defensa de reos del Santo Oficio de la Inquisición y ha vivido por 10 años en los
colegios seminarios.39
Los primeros seis años de pontificado de Domingo Pantaleón Álvarez
de Abreu destacaron por las pugnas con la población y con su cabildo
catedralicio, sus intensas visitas pastorales en los años 1744-1746, y la
consagración de templos, así como el apoyo a la construcción de San
Sebastián, para los indígenas, en el bienio 1748-1749. Por supuesto que sus
38
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 29 de agosto de 1748,
A. G. I., México, 844.
39
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 18 de septiembre de
1748, A. G. I., México, 844.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
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informes económicos, políticos y jurídicos sobre los revendedores de trigos
y cuatro novenos son de suma importancia para adentrarse en la realidad
poblana de la época.
En otro orden de ideas, el arzobispo-obispo, en octubre de 1748, informó
al monarca del fallecimiento de su obispo auxiliar, Juan Francisco de Leyza
y pide que se le designe un sustituto, proponiendo a su sobrino Miguel
Anselmo Álvarez de Abreu.40
En su escrito a Fernando VI, del citado mes de octubre de 1748, el
prelado angelopolitano señala que en el puerto de Veracruz encontró al
obispo Juan Francisco de Leyza, quien tenía el carácter de auxiliar de su
antecesor, monseñor Pedro González.
Este hecho motivó que don Domingo lo confirmase en su cargo, toda
vez que la diócesis era muy extensa, lo que precisaba de ocho años de
continua diligencia para visitar, impartir confirmaciones y otros sacramentos. De ahí que la salud de don Francisco se haya quebrantado, causándole la muerte, por tan ardua labor episcopal. Incluso apunta monseñor
Álvarez Abreu: “y ha puesto mi salud en igual riesgo en las salidas que he
hecho...”. 41
Así las cosas propuso como sustituto del fallecido obispo auxiliar Leyza,
a su sobrino, el presbítero Miguel Anselmo Álvarez de Abreu, de 38 años
de edad, doctor en cánones, canónigo de los más antiguos de la Iglesia de
Canarias, juez del Tribunal de la Santa Cruzada, visitador general de la
diócesis y subcolector general apostólico, todo esto en las Islas Canarias.
Propone como congrua, 4,000 pesos anuales de las rentas del obispado,
cantidad asignada a monseñor Leyza.42
En junio de 1749, la corte de Fernando VI concede al arzobispo-obispo
de Puebla de los Ángeles, el nombramiento de obispo auxiliar en la persona de
su sobrino Miguel Anselmo, toda vez que “don Domingo Pantaleón ha servido como arzobispo de Santo Domingo, donde ha realizado la visita pastoral, y en Puebla sigue realizando estos difíciles menesteres”.43
40
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 31 de octubre de 1748,
A. G. I., México, 848.
41
Idem.
42
Idem.
43
Idem.
266
JUAN PABLO SALAZAR
En noviembre del aludido año, el prelado angelopolitano pide al rey que
se continúe con la contribución del medio real de los indios de aquel obispado para proseguir con la construcción de la Catedral.44
El comienzo de la década 1750-1760 marca el inicio de una gestión
episcopal más equilibrada, ahora con el auxilio de su sobrino Miguel
Anselmo y con el apoyo en la corte de su hermano, el marqués de la Regalía, quien sería uno de los responsables de la ejecución de las políticas
sobre secularización de los templos de América Española en manos de los
regulares. Junto con el confesor del rey, el padre Rávago, el marqués de la
Regalía, atendiendo las instrucciones de Fernando VI, y las del papa
Benedicto XIV, quien expidió una bula el 8 de noviembre de 1751, que
permitía a los ordinarios remover a los regulares cuando les pareciese,
implementó formalmente la secularización de doctrinas y curatos.45 También el padre Rávago y el marqués de la Regalía propusieron al monarca,
de conformidad con lo ordenado por Su Santidad Urbano VIII (1625), que
el número de religiosos se fijara en 12. Esta petición fue aceptada por Fernando VI y es así que también se implementa una política de reducción del
número de conventos en la América española. 46
En esta ocasión el ejercicio del episcopado pleno, tal y como Palafox lo
quiso ejercer un siglo antes, con fundamento jurídico en el Concilio de Trento,
pudo lograrse. Con el firme apoyo del rey, del padre confesor, de su hermano el marqués de la Regalía, de las autoridades virreinales y de su sobrino,
don Domingo Pantaleón logró lo que ninguno de sus antecesores había conseguido. El tiempo daba la razón al venerable Palafox y es así como se verá
en los próximos renglones, el éxito final de la Corona española al reglamentar a las órdenes religiosas de sus dominios en América.
Precisamente uno de los prelados que aplicó con mayor rigor la política
regalista de Fernando VI, fue el arzobispo de México, Manuel Rubio y
Salinas, quien fue consagrado como prelado en la catedral angelopolitana
el 21 de agosto de 1749, por monseñor Álvarez Abreu.47
En noviembre de 1751, don Domingo Pantaleón consagró el Templo de
Santa Mónica, continuando así su ministerio episcopal, el cual estuvo en44
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 28 de noviembre de
1749, A. G. I., México, 847.
45
Sánchez Bella, Ismael, op. cit., nota 1, p. 135.
46
Ibidem, p. 129.
47
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, Ficha 7610.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
267
focado al acrecentamiento de templos y conventos para la ciudad de Puebla.48 Un año antes, había erigido un colegio de niñas con el título de
Nuestra Señora de la Merced, contiguo al Santuario de Nuestra Señora
de Guadalupe, aportando dinero de su peculio.49
Retomando el año de 1751, el arzobispo-obispo recibió las Reales Órdenes que mandaban que los regulares entregasen las doctrinas y curatos
que administraban, y en su lugar se pusiesen clérigos. Esto dio pie a que el
prelado dividiese algunos curatos.50
Un hecho que merece comentario especial es el concerniente a que
monseñor Álvarez de Abreu “dio colación al primer abad y canónigos de
la Real Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, en 1750”.51
El 8 de julio de 1752, don Domingo Pantaleón informó a José Ignacio
Goyeneche52 que había recibido los siguientes despachos del Consejo de
Indias: uno referente a la ley que estipula que no se debe dar posesión
de las prebendas eclesiásticas sin las presentaciones reales originadas; el
segundo, fechado el 29 de abril de 1751, para que haga publicar la copia
autorizada que se remite del breve expedido por el Papa, extendiendo a los
dominios americanos las gracias de que con la obligación de oír misa se
puede trabajar en los días festivos que en él se expresan; otro del 12 de
septiembre de idéntico año en el que se expresa que Su Santidad extiende a toda la cristiandad las gracias e indulgencias del jubileo del año
santo para que se publiquen en la diócesis; otro de 5 de octubre de 1752, en
donde se remite un despacho del Tribunal de Cruzada, para que los dependientes residentes del obispado poblano contribuyan en la exacción de
los dos subsidios que se mencionan.53
Un año antes, el 22 de julio de 1751, monseñor Álvarez de Abreu da
cuenta a José Ignacio de Goyeneche de haber recibido los despachos del
15 de diciembre de 1750: uno de gran importancia, fechado el 17 de noviembre de 1749, en el que se le pide que informe si podía tener inconve-
48
Ibidem, Ficha 9313.
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, op. cit., nota 7, p. 215.
50
Ibidem, p. 216.
51
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 332.
52
Este personaje, en el periodo de Felipe V, jugó un papel primordial en la recaudación de impuestos.
53
Recibo de cuenta de los despachos reales por parte del arzobispo-obispo de Puebla
de los Ángeles a José Ignacio Goyeneche, 8 de julio de 1752, A. G. I., México, 844.
49
268
JUAN PABLO SALAZAR
niente en aquellas provincias la práctica de un breve del Papa, para que los
terceros de San Francisco, puedan en todos los dominios de la corona usar
hábito descubierto y precedan en todas las funciones eclesiásticas a las
demás congregaciones laicales; otro del 18 de octubre del mismo año en el
que se le informa del matrimonio de la Infanta de España, María Antonia
con el duque de Saboya; y otro del 26 del mismo mes y año, mediante el
cual se le ordena no dar posesión de prebendas eclesiásticas, sin las reales
presentaciones originales.54
El 16 de noviembre de 1752, en cumplimiento a los mandamientos reales, don Domingo Pantaleón avisó al monarca del fallecimiento del racionero
de la Catedral de Puebla, doctor Manuel López Cotilla, a fin de que éste se
sirviera mandar “lo que sea de su real agrado”.55
El 2 de junio de 1754, fray Vidal Moctezuma fue consagrado obispo de
Chiapas en la catedral de Puebla de los Ángeles por monseñor Domingo
Pantaleón Álvarez de Abreu.56 Ese mismo año sucede un acontecimiento
político de primer orden en la historia del gobierno en Puebla: cae en desuso el título de alcalde mayor y comienza el de gobernador, recayendo tan
grave responsabilidad en el coronel Pedro de Montesinos de Lara, quien
tiene a su cargo el gobierno político y militar, así como la inspección de las
milicias del obispado. Entró en funciones en diciembre del aludido año. 57
Pese a dar mayor jerarquía al máximo responsable de la autoridad temporal, la Corona española, con el otorgamiento del título de gobernador,
la más alta autoridad política siguió siendo el obispo de Puebla de los
Ángeles. No sería hasta el año de 1786, con la instauración del régimen
de Intendencias, bajo el pontificado de monseñor López Gonzalo, cuando
la autoridad episcopal pierda su primacía, cediéndole el sitio de honor al
Intendente.
El año de 1755 fue muy intenso en actividades y acontecimientos para
monseñor Álvarez de Abreu. El 3 de enero el prelado, con el apoyo de las
autoridades virreinales, despojó de curatos a dominicos y agustinos. En
Atlixco, los franciscanos perdieron también un templo. Así las cosas, pa-
54
Recibo de cuenta de los despachos reales por parte del arzobispo-obispo de Puebla
de los Ángeles a José Ignacio Goyeneche, 22 de julio de 1751, A. G. I., México, 844.
55
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 16 de noviembre de
1752, A. G. I., México, 844.
56
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, Ficha 5648.
57
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 333.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
269
saron a manos de sacerdotes del clero secular, cumplimentando así las
políticas tridentinas iniciadas por su antecesor el venerable don Juan de
Palafox y Mendoza.58 Dicha secularización de parroquias obedeció a
la expedición de una Real Cédula de 4 de octubre de 1749, en virtud de la
cual “todas las parroquias o doctrinas por entonces administradas por las
órdenes religiosas en las diócesis (más bien arquidiócesis) de Lima y
México debían confiarse, en adelante, al cuidado del clero secular”.59 En
febrero de 1753 se dictó una nueva orden que extendió el proceso de
secularización a todos los obispados hispanos en América. Por tanto, en
la Nueva España, el virrey en turno, el primer conde de Revillagigedo
aplicó la secularización con firmeza y prontitud. Tal y como señala Brading,
se avaló esta política argumentando que los mendicantes habían violado la
ley al establecer sus conventos en poblaciones indígenas, y que pocas de
estas casas religiosas contaban con el número obligatorio de ocho frailes.
Tampoco cumplían con la regla de su orden, ni contaban con los oficios.
Realizada una averiguación, se descubrió que pocos de los aparentes párrocos que había entre los religiosos habían recibido la unción canónica, en
virtud de que sus superiores jerárquicos enviaban a los frailes de un convento a otro, de acuerdo con las necesidades de la provincia. Por lo que
concernía a los naturales, éstos se veían altamente beneficiados, ya que los
frailes se verían obligados a aprender español, y así saldrían de la ignorancia y la miseria.60
Incluso el conde de Revillagigedo el 8 de octubre de 1755 expuso, mediante oficio al marqués de las Amarillas, la secularización de los curatos y
la separación de los regulares de éstos.61
La aplicación de estas medidas era la continuación de la obra palafoxiana
que un siglo antes había sacado chispas, por la férrea oposición de los
religiosos, cobijados en un amasiato de intereses por diversas autoridades religiosas y políticas del virreinato.
58
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, ficha 1848.
Brading, David A., Una Iglesia asediada: el obispado de Michoacán. 1749-1810,
México, 1994, p. 77.
60
Ibidem, p. 80.
61
Oficio del conde de Revillagigedo al marqués de las Amarillas, 8 de octubre de
1755, Torre Villar, Ernesto de la, Instrucciones y memorias de los virreyes novohispanos,
México, 1991, t. II, pp. 844-847.
59
270
JUAN PABLO SALAZAR
El 6 de abril de 1755 se jura solemnemente a la Virgen de Ocotlán
como Patrona de Tlaxcala, presidiendo la ceremonia en dicha población
el arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles, Domingo Pantaleón Álvarez Abreu.62
El 4 de octubre del mencionado año sucedió un singular acontecimiento:
A las nueve de la noche se dejó ver por el occidente una nube iluminada
que pareció a todos ser fuego del cielo. Se conmovió extraordinariamente
este vecindario; tocaban rogativas en las iglesias; las gentes por las calles,
pedían misericordia; y el ilustrísimo señor arzobispo-obispo y su auxiliar,
daban desde los balcones de palacio absolución a cuantos se la pedían a
gritos. Esto sería una aurora boreal cuyos efectos son más asombrosos que
los que quedan apuntados.63
Días después, el lunes 27 de idéntico mes, entró a la ciudad de Puebla,
el nuevo virrey, Agustín de Ahumada, marqués de las Amarillas, sustituyendo en el mando virreinal al primer conde de Revillagigedo.64 No puede
pasar inadvertido que en el año de 1755 una plaga de pulgas azotó a la
Angelópolis.65
Mientras tanto, la llegada a la Nueva España, del marqués de las Amarillas (1755-1760), se tradujo en una aplicación más lenta de la política de
secularización implementada en la Corte de Fernando VI, aunado a que
algunos frailes habían obtenido de sus obispos, sus nombramientos canónicos como curas, por lo cual según la ley canónica, no se les podía expulsar legalmente de sus beneficios.66
El rey Fernando VI encomendó a don Agustín Ahumada el cobro de los
reales novenos en Puebla, por medio de la instrucción general: “Os encargo tengais especialmente cuidado en que los oficiales reales cobren los dos
reales novenos que no estuvieran arrendados, y estándolo, su precio a las
plazas de remate, sin aguardar a que estén repartidos los diezmos en los
tercios eclesiásticos; y les prevendréis, y con particularidad al juez de real
novenos que asiste en la Puebla de los Ángeles, y corre con su administración, que se han de sacar siempre del manto y grueso, sin descuento del
62
63
64
65
66
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, Ficha 4163.
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 334.
Idem.
Idem.
Brading, David A., op. cit., nota 59, pp. 80 y 81.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
271
tres por ciento para los seminarios, ni de gastos de cobranzas, y que observen unos y otros para su mejor recaudación, lo que tengo prevenido en las
leyes vigésima quinta y siguiente del título vigésimo sexto del libro primero de la recopilación”.67
En otra instrucción dada al marqués de las Amarillas, el Consejo de
Indias señala:
También se le advierte que estando mandado por S. M. que el administrador, maestro mayor, sobrestante y demás oficiales nombrados para la conclusión de las fábricas materiales de las Iglesias catedrales de México y de
Puebla de los Ángeles, no devenguen salario alguno en tiempo de suspensión, ni les corra sino en el tiempo en que hubiere obra y asistieren a ella, se
tiene entendido que de muchos años a esta parte están cobrando el referido
administrador y oficiales...68
En la instrucción reservada del secretario de Estado y del Despacho de
Indias y Marina, Julián Arriaga, dada al marqués de las Amarillas, se hace
alusión a los informes reservados que se pidieron a los prelados de México, Guadalajara, y desde luego Puebla, en el gobierno de Revillagigedo,
relativos al asunto de la pacificación de Sierra Gorda, encomendada a José
de Escandón.69
Al iniciar el año de 1756, la ciudad de Puebla de los Ángeles fue informada del terremoto que destruyó gran parte de Lisboa, el 1o. de noviembre
de 1755. Causó tal impresión este fatídico evento, que don Domingo
Pantaleón dispuso que hubiera novenarios y salieran procesiones de rogativa en el mes de mayo.70 Evidentemente los habitantes de Puebla estaban
temerosos, toda vez que la región que habitaban, se veía frecuentemente
azotada por sismos de gran intensidad. Volviendo a la catástrofe que azotó
a Lisboa, gracias al empeño del marqués de Pombal, la ciudad se reconstruyó y así pudo curar sus heridas.
El 11 de noviembre de 1756 se celebró en Puebla el hecho de que a la
Virgen de Guadalupe se le haya concedido el título de Patrona de la Nueva
67
Instrucción a don Agustín Ahumada y Villalón, 17 de mayo de 1755 (De la Torre
Villar, Ernesto, op. cit., nota 61, p. 901).
68
Instrucción del Consejo de Indias al marqués de las Amarillas, 17 de junio de 1755
(ibidem, p. 913).
69
Instrucción del Secretario de Estado y del Despacho de Indias y Marina al virrey de
la Nueva España, 30 de junio de 1755 (ibidem, p. 925).
70
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, Ficha 2325.
272
JUAN PABLO SALAZAR
España. Mientras tanto, la plaga de pulgas continuaba asolando a la urbe.71
Continuando con la Virgen de Guadalupe, el sábado 21 de mayo de 1757
“se hizo notoria a los escribanos, la real cédula hecha en el Buen Retiro, el
7 de diciembre de 1756, en que declaró Fernando VI, manda forzosa la de
nuestra Señora de Guadalupe de México”.72
En los primeros días del mes de enero de 1758, monseñor Álvarez de
Abreu avisó al monarca que en su diócesis no había práctica de contribuir
con cuartas ovencionales: “Señor: Mándame Vuestra Majestad por su Real
Cédula dada en el Buen Retiro a 17 de abril del año pasado de 1751, informe
su soberana comprensión con cuanto ocurra en esta diócesis de la Puebla de
los Ángeles, sobre la práctica y estilo que en ella se observe acerca de la
percepción de cuartas ovencionales, y a qué prelado tocan en caso de muerte, traslación o renuncia de su antecesor, para tomar providencia por punto
general en sucesos de igual naturaleza. Pero no habiendo en este obispado
estilo ni práctica de contribuir a sus prelados con semejantes cuartas
ovencionales, pues sólo perciben la decimal, sin que los párrocos tengan otra
pensión que la prevenida por el Concilio de Trento para la subsistencia del
colegio-seminario, no ocurre en el asunto que exponer a Vuestra Majestad,
ni hacer presente a su real justificado deseo en el punto relacionado”.73
El 24 de junio de 1758, Puebla de los Ángeles celebró con regocijo los
50 años de sacerdote de monseñor Álvarez de Abreu. Fungieron como
padrinos el gobernador Pedro de Montesinos de Lara y los dos alcaldes
ordinarios. La ceremonia de celebración se llevó a cabo en la Catedral a las
8 de la mañana.74 En el transcurso del día continuaron los festejos, culminando con la iluminación de la urbe y fuegos artificiales. 75
Resulta irónico que en 1744, es decir 14 años antes, algunos habitantes
de Puebla se habían amotinado con motivo de la publicación de la visita
pastoral de su prelado y tiempo después celebrasen su aniversario de consagración en el sacerdocio. Es lógico pensar que la intensa actividad pastoral de don Domingo Pantaleón ganó la voluntad de su feligresía, pese a la
aplicación de las rigurosas medidas de secularización de curatos en manos
71
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 334.
Idem.
73
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, 8 de enero de 1758,
A. G. I., México, 844.
74
Cordero y Torres, Enrique, op. cit., nota 35, Ficha 546.
75
Ibidem, Ficha 6148.
72
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
273
de regulares. Aunque los tiempos eran distintos, pues bien apadrinado desde
la Corte por su hermano y sobrino; con la ayuda de su también sobrino
Miguel Anselmo; y el buen entendimiento con las autoridades de Roma,
España y el virreinato, auguraron el buen éxito y culminación de las políticas regalistas de Fernando VI.
También en 1758 acontecen dos sucesos dignos de comentarse: primero, la muerte del papa Benedicto XIV y la elección de su sucesor en la
silla de San Pedro, Clemente XIII. En agosto falleció de cáncer la reina
Bárbara de Portugal.76
Precisamente, en virtud de un real despacho de 13 de septiembre de
1758 el prelado angelopolitano es informado de tan lamentable acontecimiento. De ahí que en la primavera de 1759, informe al Consejo de Indias,
por medio de José Ignacio de Goyeneche, que se ha enterado del deceso de
la Reina y que está dispuesto “…para que se hagan las honras y exequias
acostumbradas en esta santa iglesia catedral y demás de este obispado, de
cuyo contexto quedo inteligenciado para ejecutar con la puntualidad debida, todo lo que en él se me previene, lo que puede vuestra señoría poner en
noticia del referido Consejo, y a mí mandarme a cuanto ocurra de su mayor
obsequio y satisfacción”.77
En febrero de 1759 otra mala noticia acontece en la Corte española.
Fernando VI sufría una locura irreversible. Inclusive en el mes de agosto el
monarca fallece. Mientras tanto el heredero al trono, Carlos III confirma
en sus cargos al equipo político de Fernando VI.78 Un acontecimiento de
gran relevancia que debe destacarse con la llegada al trono español de Carlos III, es la preparación de solicitud de beatificación del obispo de Puebla
de los Ángeles, Juan de Palafox y Mendoza, en la que intervienen el propio
monarca y Ricardo Wall.79
La muerte siguió rondando a Puebla y a la Nueva España en 1760. En
febrero falleció el virrey marqués de las Amarillas. El 28 de idéntico mes y
año se celebraron en la catedral angelopolitana las honras fúnebres de
monseñor Pedro González, antecesor en el cargo de don Domingo Pantaleón,
y quien se desempeñó como pastor de los poblanos por dos años, aunque
76
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 335.
Carta del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles a José Ignacio de Goyeneche,
7 de marzo de 1759, A. G. I., México, 844.
78
Gómez Urdañez, José Luis, op. cit., nota 4, p. 299.
79
Idem.
77
274
JUAN PABLO SALAZAR
nunca vino a gobernar la diócesis por motivos de guerra. En marzo se
realizaron las honras fúnebres en honor de Fernando VI.80
En junio de 1760 se llevó a cabo la jura del nuevo soberano Carlos III.
El 27 de septiembre hizo su entrada a la Angelópolis Joaquín de Monserrat,
marqués de Cruillas (1760-1766). Meses antes en abril de dicho año de
1760 gobernó efímeramente el reino novohispano Francisco Cagigal de la
Vega. Este gobernante no pasó por la ciudad de Puebla.81
El año de 1761 va a ser también un año relacionado con la muerte que
incluso estuvo a punto de llevarse a monseñor Álvarez de Abreu. En efecto, el 17 de julio el prelado se vio afectado por un intenso dolor nefrítico.
En la noche, encontrándose moribundo, encomendó su alma al venerable
Palafox “y aplicándose un zapato de éste sanó”.82
En junio de 1761 llegaron a la ciudad de Puebla, un decreto de la Sagrada Congregación para la causa de los Santos, por el cual se aprobaban las
obras de don Juan de Palafox y un edicto de la Inquisición que aprobaba
dichas obras, especialmente la Carta Inocenciana.83 Volviendo al día 17 de
julio, en la catedral poblana, se efectuaron las honras fúnebres de la reina
María Amalia, quien fuera esposa del recién nombrado rey de España,
Carlos III.84
Además de los cambios en el trono español y en el virreinato, ahora
éstos también se extendieron al gobierno de Puebla de los Ángeles. Precisamente en 1761, concretamente el 5 de enero salió para la Ciudad de
México, el gobernador Pedro de Montesinos, dejando en el mando al coronel Eugenio González, con el carácter de teniente general. El miércoles 17
de junio se designó como gobernador interino al capitán Nicolás González
Junco. Finalmente, el miércoles 9 de septiembre tomó posesión del cargo
de gobernador propietario, Tomás de Rivera y Santa Cruz, quien fue presidente en Guatemala.85
Estos reacomodos políticos, don Domingo Pantaleón tuvo que presenciarlos justamente cuando el dolor nefrítico estuvo a punto de quitarle la
vida. Aunque aún le quedaban dos años de pontificado. En virtud de lograr
80
81
82
83
84
85
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 337.
Idem.
Idem.
Ibidem, p. 338.
Ibidem, p. 337.
Ibidem, pp. 337 y 338.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
275
instantáneamente el alivio y después de algunos días de recuperación, el
arzobispo-obispo como gesto de gratitud otorgó un instrumento mediante
el cual realizó una donación por 20,000 pesos, para la causa de beatificación de Palafox, de los que pagó una parte en vida, y el resto se entregó
después de muerto.86
Un año después de haberle sucedido el padecimiento nefrítico que lo
puso al borde de la muerte, el 27 de julio de 1762 se estrenó el Colegio de
San Pantaleón, dando así mayor consolidación a la obra educativa
palafoxiana.87 También amplió los Colegios de San Pedro y San Juan con
un espacioso patio y en medio de éste una hermosa fuente de mármol de
Tecali. Además se construyeron muy buenas viviendas para los estudiantes de la Facultad mayor; una hermosa sala con balcón a la calle, para las
funciones del Colegio General. Hizo una donación a los colegios por 8,000
pesos y erigió en ellas tres cátedras: derecho canónico, derecho civil y la
de ritos y ceremonias eclesiásticas, toda vez que fue muy celoso de que los
oficios se ajustasen al ritual establecido por la Iglesia. 88
En abril de 1762, el virrey Cruillas de paso hacia Veracruz, se detuvo
tres días en Puebla para charlar con don Juan Pineda, nombrado inspector
de milicias del obispado.89 Es probable que se haya entrevistado con
monseñor Álvarez de Abreu.
La presencia de Cruillas en la Angelópolis obedeció a las hostilidades
anglio-hispanas. La declaración de guerra se publicó el 21 de julio de 1762.
En agosto del referido año, el virrey envió 400 hombres de las milicias del
obispado de Puebla, para reforzar la presencia militar en Veracruz.90
El 30 de abril de 1762, el prelado angelopolitano informó a Carlos III
del mérito, literatura y circunstancias que concurrieron en los sujetos que
sirven las prebendas de la Catedral.91 El año de 1763 hubo cambios en el
poder temporal poblano. El gobernador en turno fue designado Corregidor
86
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, op. cit., nota 7, p. 217.
López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 338.
88
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, op. cit., nota 7, pp. 215 y 216.
89
Velázquez, María del Carmen, El Estado de Guerra en la Nueva España. 17601808, México, 1997, p. 35.
90
Gutiérrez Santos, Daniel, Historia militar de México (1325-1810), México, 1961,
pp. 388 y 389.
91
Informe del arzobispo-obispo de Puebla de los Ángeles al rey, sobre sujetos que
componen al Cabildo Catedralicio, 30 de abril de 1762 (A.G.I., México, 2573).
87
276
JUAN PABLO SALAZAR
de México y su lugar fue ocupado por el alcalde ordinario del primer voto,
don José Nicolás de Luque. Aparte en la Plaza de la Angelópolis, el gremio de plateros construyó un monumento en honor al rey Carlos III.92
Finalmente don Domingo Pantaleón fue sorprendido por la muerte el
domingo 27 de noviembre, entre las 3 y las 4 de la madrugada, por causa
de cálculos en los riñones. Su pontificado había durado 20 años y tres
meses. Don Miguel Anselmo, su sobrino, pasó con la familia que le acompañaba a casa del doctor Quintero, quien le brindó hospedaje. El jueves
1o. de diciembre, fue el entierro de monseñor Álvarez de Abreu.93 Éste se
realizó no en el panteón de obispos, sino en una sepultura al lado del
cenotafio del venerable Juan de Palafox y Mendoza, tal y como fue su
deseo, toda vez que admiró y tuvo devoción de tan magnífico prelado
angelopolitano.94
Resumiendo el quehacer episcopal de don Domingo Pantaleón, indudablemente fue un notable obispo toda vez que visitó el extenso territorio de
su diócesis, auxiliado por monseñor Leyza y su sobrino Miguel Anselmo
(posteriormente obispo de Oaxaca); fortaleció y consolidó los seminarios,
obra iniciada por Palafox, además de construir y terminar el de San Pantaleón; consagró varios conventos y edificó templos para la ciudad; cumplió
con la corona española, haciendo un buen manejo económico de las finanzas del obispado. Pese a que en el comienzo de su episcopado, tuvo que
enfrentar la rebelión que se produjo con motivo de la publicación de la
visita pastoral, y que le costó el cargo al alcalde mayor; además del conflicto con su cabildo, en atención a la llegada del virrey Revillagigedo y su
esposa, tuvo tiempo de congraciarse con sus feligreses y dignidades canónicas, tal y como se constata en las celebraciones de que fue objeto en
1758, por sus bodas de oro sacerdotales.
Un gran mérito de su episcopado que merece destacarse por separado,
es la secularización de los templos en manos de los regulares de su obispado. Si bien es cierto, monseñor Palafox ya había hecho un gran avance,
también lo es que don Domingo Pantaleón aparentemente, sin muchas fricciones, pudo concluir satisfactoriamente tan delicada tarea. Curiosamente
aparte que la secularización le unió con Palafox, un nexo más fuerte de identificación fue el milagro atribuido a don Juan con su zapato, que le salvó la
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López de Villaseñor, Pedro, op. cit., nota 17, p. 338.
Ibidem, p. 339.
Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano, op. cit., nota 7, p. 218.
DOMINGO PANTALEÓN ÁLVAREZ DE ABREU
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vida en 1761. De manera que hoy en la Catedral de Puebla está como
testimonio de mi afirmación, que en el sepulcro de monseñor Álvarez de
Abreu, al lado del cenotafio del venerable Palafox, aguardando por si algún día la Iglesia católica se decide a convertir en santo al venerable.
IV. ABREVIATURAS
A.G.I.: Archivo General de Indias (Sevilla).
R.C.: Real Cédula.
S.M.: Su Majestad.
V.M.: Vuestra Majestad.
V. BIBLIOGRAFÍA
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Libros
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