El Colegio de Santa Victoria - Sociedad Española de Historia de la

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El Colegio de Santa Victoria - Sociedad Española de Historia de la
Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005,
ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.
El Colegio de Santa Victoria
Íñigo Ariza López
EL NEOCLÁSICO EN CÓRDOBA
El colegio de Santa Victoria en Córdoba es un soberbio edificio y el único representativo del neoclásico
en esta ciudad, además de ser el más temprano del
estilo. La masa de su cúpula sobresale en el perfil de
la ciudad desde cualquier ángulo.
El neoclásico en Córdoba, como en gran parte de
Andalucía, tuvo poca raigambre, y le costó introducirse en un ambiente dominado por el barroco.1 En
1752 se abrió en Madrid la Academia de San Fernando, donde se establecieron las cátedras de perspectiva, anatomía y matemáticas y pensiones para estudiantes españoles en Roma. Los profesores de ésta
fueron entre otros don José Hermosilla, traductor de
Vitruvio, y don Ventura Rodríguez; y en cierto sentido se puede hablar de auténtica dictadura en los aspectos estilísticos, promovida desde el poder central,
como un intento de reformar con un espíritu nuevo la
arquitectura. Así mediante real decreto se prohibió la
construcción de todo edificio público cuyos planos
no los hubiera aprobado la Academia y por ello la
autoridad de la Academia se convirtió en una especie
de policía de arte.
Durante un tiempo coincidieron ambas tendencias artísticas: un barroco que se resiste a desaparecer y un neoclásico que lucha por imponerse ayudado desde el poder. Finalmente, triunfaron las
vanguardias clasicistas, pero tarde, y jamás llegaron
a tener la raigambre y el alcance del Barroco, que
alcanzó de hecho hasta los primeros años del siglo
XIX y nunca ha llegado a desaparecer en estas tierras, identificado con unas tradiciones y con la idiosincrasia de la tierra. Por oposición el Neoclásico
representaba unas novedades venidas de fuera y sin
arraigo. Por todo ello el neoclásico cordobés supuso
un enorme esfuerzo, y de aquí deriva su importancia.
A la cabeza de esta renovación del arte estuvo
parte de la iglesia, concretamente, el Cabildo de la
Mezquita Catedral; el siglo XVIII es testigo de un
gran desarrollo económico que se traduce en un
equilibrio social, y las alteraciones del siglo anterior
disminuyen o casi desaparecen; esto, naturalmente,
es por el aumento del poder del Estado, pero también por las mejores condiciones de vida. Fueron
momentos en los que la iglesia gozaba de una gran
posición social y económica y además contaba entre
sus miembros espíritus ilustrados y cultos y quizá
los de mayor inquietud de la ciudad. Todo ello favoreció el que en su seno, a pesar del conservadurismo, se introdujera el ideario de la Ilustración. Así
no nos ha de extrañar que algunos de sus elementos
desarrollaran o promovieran actividades culturales
y económicas de gran interés, por ejemplo la creación de las Reales Escuelas Pías, por parte del Deán
Fernández de Córdoba, la renovación de los planes
de estudio del Seminario de San Pelagio, y en el orden benéfico y social sobresale el Arcediano Medina y Corella, fundador del Monte de Piedad de Córdoba.
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Í. Ariza
EL COLEGIO DE SANTA VICTORIA
El origen del colegio se remonta al año de 1590,2
cuando Don Francisco Pacheco otorgó testamento por
el que sus bienes quedarían vinculados a la casa de
«Almunia», siempre y cuando no se uniese a otro mayorazgo, y si tal ocurriese pasarían a dotar un colegio
de niñas pobres y honestas. Esto aconteció en los primeros años del siglo XVIII; y en 1739 se constituyó
formalmente el centro; pero el nuevo colegio precisaba de un edificio adecuado, por lo que de inmediato
se planteó su construcción por parte de los administradores, que según el testamento fundacional deberían ser el deán, el doctoral y el magistral del Cabildo
Catedralicio; al frente de esta empresa aparece don
Francisco Javier Fernández de Córdoba, que ya había
fundado otro colegio, el de la Reales Escuelas Pías.
En 1758 se realizan las primeras compras de casas
para el solar y la obra comienza en 1760 y se concluyen las decoraciones entre los años 1780 y 1790.
Su finalidad fue desde un principio colegio para
niñas huérfanas internas, más el convento para las
monjas encargadas. Los promotores quisieron hacer
un gran colegio ya fuera por las ideas ilustradas sobre
educación de la época o sólo por orgullo. Este colegio
tenía unas condiciones utópicas para el siglo XVIII.
Nació para albergar 24 niñas y actualmente sigue
siendo colegio de primaria, sin régimen interno, y alberga cerca de 1.400 sin problemas de espacio.
DESCRIPCIÓN DEL EDIFICIO
Como vemos es uno de los edificios más notables de
Córdoba. El edificio consta de una iglesia de planta
central cubierta con cúpula, con una serie de anejos
entre los que destacan: el pórtico de entrada, el vestíbulo y la sacristía; y el resto de la edificación que es
el colegio mismo, que se dispone en forma de dos
brazos desiguales, en ángulo recto entre sí, de forma
que hacen un chaflán curvo donde se sitúa el pórtico
del templo. Se trata por tanto de una planta combinada de ascendencia barroca, aunque resuelta con una
sobriedad casi militar.3
Sus muros se realizaron con mampuesto con hiladas de ladrillo, y refuerzos de ladrillo o sillar en las
jambas y elementos decorativos, según la zona. Posee arcos adintelados y carpaneles. El interior salvo
el ultimo nivel está completamente abovedado, a
base de bóvedas de «tabique doble» de perfil bajo rebajado, sobre planta rectangular con las esquinas redondeadas, o bien circular. Este hecho es inusual en
Córdoba. Las cubiertas, incluida la de la cúpula, son
de teja.
Se asienta sobre unas obras importantes de cimentación salvando un barranco de al menos 9 metros,
que forman en parte sótanos. Este desnivel fue utilizado en época romana para realizar el graderío del
teatro de la ciudad, que fue uno de los más importantes de Hispania, a tenor de las medidas que se deducen de los restos. Una calle actualmente clausurada
que existía a la izquierda del templo (mirándolo de
frente) se llama «de los mascarones», con probabilidad debido a los restos que se encontraban.
Pese a la que la organización en planta no es ninguna novedad se expresa de una manera más novedosa, mediante un volumen central cilíndrico prominente que es el templo, maclado con una cuerpo
rectangular de habitaciones. Debido a este gusto por
la geometría como generadora del proyecto puede interpretarse que muestra cierto parentesco con las ideas compositivas de arquitecturas visionarias de época.
El templo se compone en la actualidad de un pórtico columnario compuesto, con frontón parcialmente
curvo, que da a la plaza de la Compañía, tras dicho
pórtico hay un atrio y un acceso abovedado al templo. El templo consiste en una rotonda con altura
aproximadamente vez y media su diámetro. Las paredes del templo tienen dos niveles, separados por
una potente cornisa. El nivel inferior posee 16 potentes columnas pareadas, estriadas, de orden corintio,
que enmarcan 8 vanos, que corresponden en una organización muy sencilla, a entradas, altar mayor, y
altares laterales. El nivel superior repite el esquema
pero más estilizado, en vez de columnas aparecen
unos machones que regruesan el muro. En el arranque de la cúpula aparece otra cornisa de menor entidad. La cúpula es lisa, sin la presencia de linterna. El
resultado es el de una rotonda pura, de recias proporciones, con gran presencia de los muros, y sobriedad.
Por el exterior del templo sobresalen el pórtico de
entrada y el potente volumen cilíndrico del tambor
de la cúpula por arriba. Dicho tambor consiste en un
cilindro en el que se señalan los ventanales con una
molduración fina y delicada, que apenas sobresale de
la superficie del tambor, tan sólo superado por un
guardapolvos. Encima una potente cornisa, el tejado
cónico y un potente remate de ladrillo.
El Colegio de Santa Victoria
El exterior del resto del edifico da una potente
imagen a base de ventanas dispuestas regularmente,
con dinteles rebajados, y recercados por una moldura
de ladrillo. Las dos plantas quedan separadas por una
discreta moldura. Esta imagen puede parecer similar
a las construcciones militares de la época, en cualquier caso posee un carácter sobrio o de ingeniero
que contrasta con el de las construcciones de época
cordobesas y reafirma el carácter neoclásico del edificio, como si de una construcción romana se tratara.
La organización interior se distribuye resumidamente en torno a dos grandes crujías entre las que
aparecen salas y patios. Otro de los elementos interesantes es la escalera de bóveda tabicada de tres tramos. Por su sobriedad contrasta mucho con otras escaleras barrocas de la misma época a base de piedras
en varios colores, como la del actual Colegio de la
Inmaculada, justo enfrente o del palacio de la Merced.
La sobriedad de la fachada se altera con la puerta
del Colegio, que se compone de un arco abocinado
enmarcado en pilastras, y que sirve de soporte al balcón.4 Las decoraciones son bastante cuidadosas pero
se circunscriben a las claves de las bóvedas y los escudos de entrada y del frontón, en piedra o escayola.
EL PROYECTO
En esta obra participaron al menos tres arquitectos:
Luis Gilbert, Baltasar Dreveton y Ventura Rodrí-
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guez, siendo el autor principal el segundo. En los archivos no quedan ni planos ni proyectos de Luis
Guilbert ni de Balatasar Drevetón.5 De Gilbert sólo
sabemos con seguridad que dirigió la demolición de
las casas de solar. Tampoco sabemos si Baltasar Drevetón asumió total o parcialmente los planos de Gilbert, aunque como mínimo amplió y modificó el hipotético proyecto original de Gilbert pues se
compraron algunas casas más. Quizá a los promotores no les gustara el proyecto original de Gilbert.6
Debido a la presencia de Ventura Rodríguez muchos
autores le han atribuido sin más esta obra. Sin embargo está claro que su actuación se circunscribe al
templo reformando el proyecto original y que en el
resto sólo aplicó refuerzos.
BALTASAR DREBRETON
Posee una corta opero interesante obra. Era arquitecto e ingeniero francés, vino a trabajar a España en la
época de los Borbones. En Marsella se documenta un
arquitecto de este apellido, entre 1746 y 1805, por lo
que quizá fuera natural de dicha ciudad. Fue llamado
por el Cabildo de la Catedral de Córdoba con ocasión
del terremoto de 1755, pues se temía que se hundiera
la torre de la Catedral. La primitiva torre musulmana
sufrió un gran deterioro con le tiempo, y se sustituyó
en el s. XVII por otra nueva de Hernán Ruiz III, que
en realidad la envuelve y se apoya parcialmente en
ella. Transcribo informe fechado en 1766:
Este es el juicio que con la más atenta reflexión formo de
la torre de Esta santa iglesia, cuyas piedras y sentimientos son mui semejantes a los que experimentó con el
temblor de tierra del año 1.755 la torre de la Santa Catedral de Córdoba, que determinada a demolerse por el
dictamen de varios maestros en vista de el que se me pidió y expuse habiéndome admitido y practicado se logró
su reparación y subsistencia según hoy se ve. Hizo las
obras de apuntalamiento y él la salvó.
Figura 1
Vista parcial del pórtico columnario
Por ello fue llamado también a Salamanca para reconocer la torre de aquella Catedral en 1766, pues dicha torre amenazaba peligro, y según los informes
del arquitecto Sagarriaga y otros técnicos, no tenía
remedio y había que desmontarla.7
Otras obras de Baltasar Drebetón en Córdoba fueron:8 la Obrería del archivo de Obras Pías en el flan-
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co norte del Patio de los Naranjos, la cripta de la Parroquia de San Nicolás de la Villa, bajo el altar mayor de la misma iglesia, hoy cerrada con una losa; la
reconstrucción el retablo de la capilla de Santa Inés.
Y también realizó Baltasar Drevetón la restauración
de la Capilla del Mihrab («obras de la capilla que llaman del Zancarrón» según documento de 22 de Noviembre de 1772) en la Mezquita entre los años 1767
a 1772, según parece «respetó su estilo en lo posible
y ayudó a fortificar sus estructuras».9 Esta es una
obra singular y a mi modo de ver poco valorada entre
los historiadores, en ella se eliminaron las maderas
del retablo que poseía y se llegó a rehacer parte de
los mosaicos desprendidos. Esta reconstrucción de
los célebres mosaicos realizados para el califa por artífices bizantinos se sin criterios de fidelidad estilística pues no existía la arqueología ni la restauración
como disciplina científica en aquella época, pero con
suficiente acierto como para pasar hoy en día desapercibidos para el gran público.
Figura 2
Mosaicos del mirhab con las restauraciones visibles
En el año 1760 se hizo cargo de las obras del colegio de Santa Victoria; y existen documentos sobre él
hasta el año 1780, y a partir de éste momento no se
sabe nada más de B. Dreveton, al menos en documentos.
LA CONSTRUCCIÓN
En 1758 se compraron las llamadas «casas de Séneca», solar del edificio. Al año siguiente se realizó el
proyecto del nuevo colegio. Sus administradores,
gente ilustrada no buscaron para su construcción a un
maestro de la tierra, sino que se dirigieron a Madrid
de donde vino el arquitecto francés don Luis Guilbert
y estuvo como director de la obra hasta primeros de
octubre de 1760. Al año siguiente se realizó el proyecto del nuevo colegio. Inmediatamente le sucede
Baltasar Dreveton y se cita como inicio de la obra el
3 de marzo de 1760.10 También en estas fechas se hacen nuevas compras de casas, coincidiendo con el
cambio de planes en el proyecto.
Su construcción fue relativamente rápida para la
época y para sus dimensiones, y en 1772 estaba terminado el cuerpo de la iglesia con su cúpula y probablemente gran parte del edificio. La cúpula se hundió
este mismo año. Los administradores llamaron a Don
Ventura Rodríguez, que por entonces estaba en Andalucía para inspeccionar obras en Málaga y Jaén,
para que solucionara la catástrofe. Recordemos que
Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva son considerados los dos arquitectos más importantes del periodo, aunque Ventura Rodríguez pertenece a la transición entre el Barroco tardío clasicista al
Neoclásico, y fue discípulo de Juvara y de Scchetti,
por tanto algo anterior a Villanueva. Es autor de la
capilla del Pilar dentro del templo de Zaragoza; trabajó para la familia real: Palacio en Arenas de San
Pedro y otro en Boadilla del Monte para el Infante
don Luis, palacio de Liria, reforma y ornamentación
del Paseo del Prado junto con José de Hermosilla.
También es obra suya la Capilla del Sagrario de
Jaén.
Reproduzco por su valor lo que dice el extracto de
la fundación.11
Los señores administradores de esta obra pía desde este
tiempo por justos motivos y atentos a evitar otro infausto
suceso semejante a el antecedente, para satisfacer suss
deveres y al público, dispusieron que viniese a reconocer
toda la obra de este Colegio, Don Ventura Rodríguez,
Arquitecto de la Villa de Madrid, de la maior fama y mexor notta en todo el reyno, que dirigió con la maior aceptazión obras insignes en la corte, las fuentes del Paseo
del Prado, sus alcantarillas y otras innumerables, dio el
diseño de la capilla del Sagrario de la Santa Iglesia de
Jaén y de la Santa Iglesia de Málaga, en ocasión de venir
El Colegio de Santa Victoria
a la Andalucía a dar buelta a estas dos últimas obras que
havían corrido de quenta con efecto vino a este fin en
primeros de noviembre del año 1772 y haviendo con
toda prolixidad y esmero reconocido esta obra, halló que
nada havían padecido las paredes de su Iglesia y dispuso
que se mazizasen ciertas bóbedas que havía devajo de
ella, que se engruesasen las paredes de dicha iglesia con
diez y seis columnas istriadas y hermosas que tiene y en
fin dio el diseño de la media naranja e Iglesia que oi se
ve tan sumptuosa y célebre y se executó con puntualidad
conforme a el y tiene once varas menos de alto la bóbeda
que la antigua, se le echó a esta un cincho o cadena de
hierro con sus pernos, el que la abraza toda, embebido en
la cornisa. Aunque el señor Ventura Rodríguez no halló
en toda la obra cosa digna de reparo ni riesgo dispuso
para la maior seguridad y cautela en las bóbedas de ella,
que son todas de tabique doble de ladrillo se hechasen
ciertas varras de fierro de parte a parte de sus paredes
con sus pernos en sus extremos que la atasen más y reuniesen y con efecto se hecharon dos otres de estos en
cada pieza segun su grandor y extensión y que encima de
las bóbedas de las puertas y ventanas se pusieran en muchas ciertas varras de fierro para su mayor seguridad con
se hizo, y en un arco que havia mui grande al subir la escalera y estaba chato y era muy largo siembargo de que
parezia seguro (por parecer arriesgado y demasiada ingeniosidad y sutileza del arte) quiso que al medio de el se
pusieran dos postes como lo están aunque nada se quitó
ni añadió al arco y se empezó la ejecución de todo esto
en los términos que lo dispuso el Don Ventura Rodríguez
el 28 de diciembre del mismo año de 1772, por mano del
mismo Baltasar Drevetón.
Debido a que no existen planos de la época este es
el texto que existe más claro sobre la intervención de
Ventura Rodríguez y sobre qué pudo ocurrir. Como
aparece en dicho texto, tras el reconocimiento dispuso varios reformas, que resumidamente son:
– Modificación de la cúpula y templo.
– Algunos refuerzos en el resto del edificio: en
la escalera, y en las bóvedas.
Como es lógico este hundimiento supuso un importante quebranto económico para el Colegio a la
par que un retraso en la construcción de sus obras. Se
necesitaron casi nueve meses para sacar el escombro
producido.
Las reparaciones las puso en práctica el mismo Drevetón, al que no le retiraron la confianza los administradores, que en el extracto de la fundación escriben:
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Noticia de la amenaza de hundimiento de la bóveda del
Colegio de «Santa» Victoria de Córdoba en 1.772: «Pero
haviendo sucedido el que se undiese atribuiéndose a que
en el tiempo de su delicada extructura y construcción estuvo enfermo el referido Arquitecto Dreveton que la dirijía por cuio motivo no pudo cuidar como correspondía de
su delicada construczión fue precisa hacerla después del
modo y forma que oi está».
A finales de Mayo de 1780, estando muy adelantada la obra, se despidió B. Dreveton recibiendo tres
mil trescientos reales por ayuda al viaje y gratificación por la conclusión de la obra. Permaneció en
Córdoba hasta el final de sus días haciendo diversas
obras para Cabildos andaluces.12
Durante los años 80–90 se decoró la iglesia con
los altares y pinturas que hoy se observan.
HUNDIMIENTO Y REPARACIONES DE VENTURA
RODRÍGUEZ
No conocemos las razones del hundimiento de la cúpula, tan sólo disponemos de las escuetas referencias
de los administradores, y el informe de Ventura Rodríguez no es explícito más que en la descripción de
las reparaciones. Es importante señalar que la intervención de este último arquitecto ha provocado que
se le atribuya la autoría del edificio completo según
algunos historiadores, o de partes del edificio que
creo poder demostrar que no le pertenecen. Algunos
autores le atribuyen por ejemplo el majestuoso pórtico de entrada, junto con la sala abovedada de acceso
al templo, la cúpula y rotonda completa del templo.
Rivas Carmona (1986, p. 39), recoge la referencia
de Reese según la cual el tipo de muro y detalles de
fina decoración arquitectónica moldurada formando
campos rehundidos y finas pilastras del vestíbulo de
entrada al templo son de factura diferente a la propia
de V. Rodríguez, que muestra más relieve. Sin embargo atribuye sin más el pórtico a V. Rodríguez, tomando en consideración su parecido con el pórtico
que este mismo arquitecto realizó en la catedral de
Pamplona.13 Creo que esto es improbable debido a
tres razones consideradas conjuntamente:
a) Como se puede observar en las fotografías de
fachada dicho pórtico interrumpe la línea de fachada, si se hubiera planeado posteriormente a
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Í. Ariza
la construcción del edificio hubiese necesitado
demoler una fachada entera, poco probable
después del sobre-costo del hundimiento de la
cúpula. Además, la fina decoración clasicista
de las puertas que se asoman pertenece más al
estilo del francés.
b) Tras la galería que forma el pórtico aparece la
sala abovedada de acceso al atribuida a Dreveton, esta disposición en planta es incompatible
con una primitiva fachada donde ahora está el
pórtico. ¿Qué habría en medio de no existir el
pórtico? No tiene sentido.
c) La última razón y de más peso, no aparece en
la descripción minuciosa de los trabajos a realizar según el recoge el extracto de la fundación
sobre el informe del mismo Ventura.
Mª Dolores Pérez Martín hace una interpretación
sobre la reparación del templo. Según se deduce de
sus palabras14 el proyecto de Dreveton consistía en
una «nave concéntrica sobre columnas», por lo que
se deduce poseía un deambulatorio alrededor, algo
parecido al Mausoleo de Santa Constanza, por poner
un ejemplo secular. Ventura elimina esa nave y adosa dichas columnas, parece deducirse, al muro exterior. Sin embargo, siguiendo el extracto de la fundación, creo que esta interpretación es excesiva. En mi
opinión Ventura Rodríguez regruesó los muros de la
rotonda que ya había, y la hizo por tanto un poco
más pequeña, y algo más baja. En conjunto la nueva
cúpula tiene una altura de 27,50 m, frente a los 36,75
m, aproximadamente que tenía la anterior, que era 11
varas más alta que la actual.
Con ello la cúpula ganaba estabilidad, y además
Ventura añadía los referidos zunchos en el arranque
de la misma. Obviamente esto implica que el especto
final de la rotonda es en parte suyo, pero que la misma estaba en la obra original. Estaríamos entonces
frente a un hundimiento de una bóveda como tantos
otros que hubo. Coge sentido esta afirmación de que
se le dio a los muros «el grueso que les faltaba»:
El estilo más delicado de origen rococó aunque sobrio que reconoce Reese en el ante-templo parece estar también presente en la rotonda en los ventanales, y
en los arcos y puertas con guardapolvos del nivel inferior. Contrasta con la potencia del entablamento que
recoge las columnas de la misma, así como el propio
volumen de estas columnas. Y también contrasta con
los nichos que acogen los ventanales. Creo que por
tanto es razonable pensar que el orden de columnas, el
entablamento y el orden murario superior de la rotonda son el regruesamiento de los muros de la bóveda
que recomendó realizar Ventura Rodríguez, y que tanto los ventanales superiores como los arcos y puertas
inferiores pertenecen al muro del primitivo proyecto
del arquitecto francés. Así también se puede explicar
cierta falta de armonía entre estos elementos, el que la
cornisa superior de arranque de la cúpula sea bastante
menos potente que la intermedia, y que el muro exterior de la rotonda resulte bajo respecto de los ventanales, como si se le hubiera recortado la altura.
Esta es una discusión estilística en un estudio sobre el proceso de construcción, pese a ello creo que
es necesaria y reveladora, aunque no ofrezca certeza
absoluta.
Figura 3
Refuerzos en la rotonda por Ventura Rodríguez
El Colegio de Santa Victoria
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(bóveda tabicada y pretil) que discurren suavemente
por los tres tramos, redondeándose en las esquinas.
Vista desde los arcos originales de la arribada, la escalera ofrecería un aspecto majestuoso pero muy sobrio, que quedó truncado con esta intervención de
Ventura Rodríguez.
CAUSAS POSIBLES DEL HUNDIMIENTO
Lo único que se conoce es que la cúpula se hundió el
mismo año de su construcción, 1772. Como primeras
hipótesis de trabajo se pueden considerar asientos del
terreno o del propio edificio, debilidad de la fábrica,
o incluso problemas de estabilidad.
Según la Fundación Ventura Rodríguez «halló que
nada habían padecido las paredes de su Iglesia». Esto
descarta la debilidad al menos de los muros del templo, pero puede interpretarse de varias maneras. Pudiera tratarse también de un defecto o debilidad
constructiva de la propia cúpula, o de un error de
descimbrado, en este sentido resulta interesante esta
afirmación:15
Figura 4
Los otros elementos reforzados que señala el extracto de la fundación son visibles hoy en día.
Como hemos visto Ventura mandó colocar por
precaución tirantes de hierro en las bóvedas del edificio. Dichas bóvedas «son de tabique doble de ladrillo», forman los pisos de planta baja, primera y segunda. Son todas rebajadas salvo alguna excepción
de medias naranja en algunas estancias anejas al templo, y siguen la variedad de plantas de las habitaciones, ya sean rectangulares o circulares, con una imposta y remate decorado de estilo similar, y esquinas
redondeadas. Un simple calculo estático demuestra
que son estables, y que por tanto el refuerzo no era
necesario.
Lo mismo se puede decir de la sobria escalera, en
la cual mandó añadir unos pilastrones que trocean en
tres partes los arcos de llegada de la escalera. Dicha
escalera está compuesta por dos superficies blancas
pero haviendo sucedido el que se undiese atrubuiendose
a que en el tiempo de su delicada extructura y construcción estubo enfermo el referido Arquitecto Drevetón que
la dirijía por cuyo motivo no pudo cuidar como correspondía de su delicada constuczión fue precisa hacerla
después del modo que oi está.
Y quizá por ello los promotores no le retiraron la
confianza a dicho arquitecto que siguió trabajando
hasta la conclusión de la obra.
Pero se pueden considerar otros aspectos que pudieron ser causa o influir en el hundimiento. Todo el
edificio se emplaza sobre un desnivel importante en
la orografía de la ciudad. El cimiento del colegio incluye unos importantes sótanos y bajo el templo se
llega a los 9 metros de profundidad.16 En estas condiciones no es descabellado pensar en algún movimiento del terreno o de los cimientos que tuvieran un
efecto ampliado en la cúpula, que es la parte más delicada. Quizá por ello ventura manda macizar las bóvedas bajo la iglesia.
El edificio se tardó en construir hasta la culminación
del templo y su ruina 10 años, lo que no es mucho teniendo en cuenta la magnitud del mismo. Aunque posee una arquitectura de su tiempo «su realización si-
74
Í. Ariza
guió los caminos . . . y los modos de contratación propios del XVI».17 Es posible que no se realizara todo
el edificio a la vez, y que el tiempo de ejecución de
la parte del templo fuera menor, en cuyo caso estaríamos ante un caso de rapidez excesiva para los métodos de construcción de la época, mampuesto y sillería, que provocarían fatales asientos diferenciales,
ampliados por otros factores. Poyando esta posibilidad transcribo el pliego que Ambrosio de Figueroa
hace para su proyecto de la iglesia de San Juan Bautista, en Cabezas de San Juan, Sevilla, octubre de
1763, obra barroca pero contemporánea:18
Advirtiendo que todo el edifico ha de ser labrado con
gran cuidado . . . pues tengo experiencia que por no ejecutarlo así, haber habido algunas ruinas . . . lo que luego
se llegue a las impostas tendrá su parada hasta se reconozca estas sus paredes para sufrir los arcos; los que quedaran con sus cimbres puestas, y se seguirá el templo hasta el movimiento de arcos torales, por los que se pasará
un verano por ellos con su riego que no les falte humedad
encima, y los mismo del invierno, para que dicho edificio
tome el asiento suficiente; quedando ejecutado el cuerpo
de luces de la nave principal, para que pasado dicho tiempo se puedan seguir las bóvedas vaidas con sus arcos, y
del mismo modo se puedan sacar los torales dejándolo
todo sobre sus cerchas, sin quitarlas hasta que la obra
venda de remate, y le llegue su ocasión, lo que seguirá la
media naranja hasta sus dos tercios, dejándola reposar, a
lo menos, cuatro meses, para volverla a continuar
Por último quizá la causa fuera un problema de estabilidad, no se debe desdeñar esta hipótesis. Puede
que la bóveda original fuera excesivamente alta, sobre muros excesivamente delgados que no fueron capaces de recoger eficazmente los empujes. Con ello
no quiero decir que necesariamente la estabilidad
fuera imposible, pero que quizá no tenía el margen
suficiente de seguridad para una obra con proyecto
novedoso pero realizada según modos de hacer antiguos. Una restitución muy aproximada de la sección
original (imposible de momento) nos aclararía este
aspecto.
CONCLUSIONES
Quizá el motivo primero de este estudio es tan sólo
comprender mejor un ejemplo interesante del neoclásico andaluz, que posee además una curiosa historia.
Este edificio sufrió una ruina cuando precisamente
su arquitecto era conocido por salvar de la ruina dos
torres eminentes. Además su autoría se atribuye en
ocasiones sin más a Ventura Rodríguez, error que
con el tiempo se ha ido resolviendo, aunque no del
todo a mi entender.
Creo que se trata de un caso de desconocimiento
parcial por parte de los estudiosos. Un estudio más
exhaustivo que este mismo trabajo podrá aclarar las
dudas sobre lo que pasó con dicha ruina. Con ello conoceríamos además un caso práctico de patología de
obras de fabrica de la segunda mitad del siglo XVIII.
Sin embargo un acercamiento muy somero a las
distintas posibilidades de estudio que ofrece este edificio (estilísticas ya realizadas, analíticas, mecánicas)
ya puede señalarnos algunas de las causas probables
de la ruina que sufrió, así como también delimitar
hasta dónde llega la autoría de sus arquitectos. Con
ello creo que resulta esperanzador concluir que si
ampliamos de forma sencilla nuestros métodos de
análisis sobre el patrimonio histórico artístico edificado (hasta ahora basado demasiadas veces de forma
casi exclusiva en citas y en estudios estilísticos comparativos, ignorando aspectos constructivos), podemos mejorar en gran medida nuestro conocimiento
sobre el mismo y eliminar rápidamente errores que
se van arrastrando en la obras publicadas.
NOTAS
1.
2.
3.
4.
5.
Este contexto queda muy bien explicado por Rivas
Carmona (1986).
Gran parte de este apartado se apoya en la tesis de
Mª Dolores Pérez Martín, que recoge además la documentación original.
Rivas Carmona 1986, 37.
Rivas Carmona 1989, 43.
Por el contrario sí hay abundante documentación de la
contabilidad de las obras, circunstancia muy común.
Transcribo los que aparece en el Acta Fundacional:
«En virtud de dichas facultades . . . mandaron principiar su obra . . . los actuales Señores Administradores
perpetuos, que lo son el Señor Doctor Don Francisco
Xavier Fernández de Córdoba y Cuenca Ponce de
León, Cavallero Pensionado de la Real Distinguida Orden Española de Carlos tercero, Sumiller de Cortina del
Rey nuestro Señor, Abad de Rute de Oñate, Deán y Canónigo de la Santa Iglesia Cathedral de esta Ciudad y
Fundador de las Escuelas Reales de primeras letras de
El Colegio de Santa Victoria
Córdova; y el Señor Doctor Don Romualdo Mon y Velarde, Canónigo Doctoral y juez del Tribunal de la Cruzada (vacante la Magistral)».
6. Hay una referencia un tanto oscura al respecto, (M.D.
Pérez Martín, Ref. 131)
7. Existen en el archivo de la Catedral de Córdoba dos informes, uno de 13 de Diciembre de 1759 y otro del 20
del mismo mes y año, donde se lee que «enterados de
que se halla en esta ciudad un ingeniero y gran arquitecto, ha registrado la quebrantada torre y dictaminado
que se podía componer con facilidad». El Cabildo mandó que inmediatamente empezaran las obras.
8. Rivas Carmona, 1986.
9. Según E. Romero de Torres esta capilla amenazaba
hundirse en la segunda mitad del siglo XVIII. Aparte
de él apenas se documenta esta obra.
En otro cabildo ordinario de 23 de Septiembre de 1767:
«se reunió para oír el costo que tendrá obrar la capilla . . .
que está con riesgo de caerse; enterado el cabildo de
dho costo por relación escrita de don B. Drevetón, acordó aconsejando se hicieran las obras sin que se «alterase ni mudase» cosa alguna de la fábrica que tiene su
construcción i arquitectura, la expresada capilla»
Esta reparación tuvo un costo importante, de 24.000 reales de vellón, y así consta en un recibo fechado el 24
de Septiembre de 1772 y que existe en la Catedral.
10. Sin embargo existe una lápida conmemorativa del comienzo con fecha 10 de agostos de 1761, colocada bajo
el altar mayor a unos nueve metros de profundidad (lo
que nos da una idea de la profundidad de las obras de
cimiento) y cubierta con una placa de plomo y cuya leyenda es la que sigue: «A Santa Victoria, mártir de
Córdova acuio título y tutela se herije este templo adiazente que para crianza, educazión y colocazión de Niñas Doncellas, Pobres y Honestas mandó fundar el Iltmo. Señor D. Francisco Pacheco, Obispo de Córdova:
le dedican y consagran D. Franciso Fernández de Córdova, Deán y Canónigo, D. Francisco Xavier Delgado,
Magistral y Obispo de Canarias y D. Damián Espinosa,
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Canónigo Doctoral, sus administradores y Gobernadores perpetuos, siendo Sumo Pontífice Clemente Dezimo Tercio: Rei Católico de España Carlos Tercero de
Borbón: Obispo de Córdoba D. Martín de Barzia»
Se da la circunstancia de que Santa Victoria, patrona de
la ciudad no existió en realidad, sino que es fruto de
una traducción errónea sobre «San Acisclo y su Victoria».
Mª Dolores Pérez Martín, 237.
Rivas Carmona 1986.
Según Ponz, (Rivas Carmona 1886, 36 y 41)
M. D. Pérez Martín, 240.
Extracto de la Fundación, recogida por M. D. Pérez
Martín, 236.
Según se deduce de la placa conmemorativa de la primera piedra.
M.D. Pérez Martín, 232.
Tomado de Juan Antonio Fernández Naranjo (1998).
LISTA DE REFERENCIAS
Fernández, Arturo. Planos del colegio con motivo de un
proyecto de rehabilitación.
Pérez Martín, Mª Dolores. Tesis doctoral El Colegio de
Santa Victoria en Córdoba. Universidad de Córdoba.
Rivas Carmona, Jesús. 1986. Notas para el Neoclásico Cordobés. Rev. Imafronte, 2: 25–55.
Ramírez de Arellano, Rafael. reedición 1981. Paseos por
Córdoba.
Ramírez de Arellano, Rafael. Inventario, Catálogo Histórico Artístico de Córdoba.
Romero Barros, Rafael. 1991. Córdoba Monumental y Artística. Consejería de Medio Ambiente y Caja de Ahorros de Córdoba. Córdoba.
Villar Mobellán, Alberto. 1986. Arquitectura cordobesa del
Neoclasicismo al postmodernismo. Editorial Gevert. Sevilla.